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LAS POLÍTICAS DURAS DEL PRESIDENTE ESTÁN DANDO FRUTOS EN COLOMBIA

Bogotá, 12 jul. (SNE).- El siguiente es el texto del artículo escrito por Richard Lapper y Andy Webb-Vidal y publicado por Financial Times el lunes 12 de julio de 2004:

"LAS POLÍTICAS DURAS DEL PRESIDENTE ESTÁN DANDO FRUTOS EN COLOMBIA

Por Richard Lapper and Andy Webb-Vidal in Bogotá

No es sorprendente que un hombre que ha enfrentado 13 atentados contra su vida, como Álvaro Uribe Vélez, no tenga tiempo que perder.

El Presidente colombiano de línea dura que, el próximo mes llega a la mitad de su cuatrienio, ha restaurado un nivel de optimismo nunca antes visto en el conflictivo país suramericano en la última década.

Más de cinco mil rebeldes izquierdistas y miembros de grupos paramilitares han sido desmovilizados. Otros han sido capturados y el Gobierno ha reestablecido el control en municipios donde por mucho tiempo tuvieron el mando los ejércitos privados financiados por drogas.

Solamente el año pasado, el número de secuestros en la capital mundial de plagios disminuyó en un 40 por ciento. La confiscación de droga se ha multiplicado y - por lo menos, oficialmente - los asesinatos de sindicalistas se han reducido en dos tercios.

Pero para Uribe, de 52 años, las cosas no se están moviendo lo suficientemente rápido. "Todo es demasiado lento," le dijo Uribe a Financial Times en una entrevista. "El dolor de una familia que sufre un secuestro no es calmado por las noticias que indican que el número de plagios está disminuyendo."

No obstante, el mejoramiento en la situación de seguridad en Colombia es palpable. El número del personal de seguridad en el país ha aumentado de aproximadamente 80 mil a 357.780. Miles de campesinos han sido entrenados como soldados para mantener la presencia de la seguridad en municipios rurales.

Bajo presión por parte del Presidente, el Ejército colombiano - que alguna vez fue feliz protegiendo simplemente las grandes ciudades o alojándose en barracones - ha estado por fuera vigilando las carreteras y asegurando el control de rincones remotos de la Nación.

El progreso va más allá del uniforme. Más de 10 mil tropas están enclaustradas en un combate duro con la guerrilla en los departamentos de Meta, Caquetá y Guaviare. Pero Uribe puede manifestar que en, al menos, algunas áreas del país, "el Estado ha ganado."

Los colombianos se sienten lo suficientemente seguros de conducir entre las ciudades más importantes de la Nación, tanto que en un festivo reciente, los niveles de tráfico alcanzaron su punto más alto en 10 años.

Y mientras la violencia ha disminuido, la popularidad de Uribe ha aumentado. Elegido con un 54 por ciento de los votos, Uribe ahora goza de una popularidad de entre el 70 y 80 por ciento, el más alto de un líder latinoamericano.

La economía se está recuperando. La inversión privada creció en un seis por ciento en 2000 al 12 por ciento del PIB el año pasado. La administración Uribe está tratando de persuadir a multinacionales para comprometer fondos frescos, especialmente en el sector petrolero.

Y la confianza, especialmente en la clase media, está empezando a regresar. Los espacios en los colegios élite de Bogotá - a los que hace dos años era muy fácil entrar - se están volviendo escasos una vez más porque los colombianos pudientes están retornando al país.

El estilo dinámico y la aparente energía ilimitada son parte esencial del éxito alcanzado hasta la fecha: jornadas laborales de 18 horas que empiezan con una sesión de spinning en la madrugada en una bicicleta de ejercicio, ejercicios Chi - Kung de meditación y reuniones con grupos que varían desde los jefes de compañías a campesinos de comunidades rurales.

El anhelo, dice Uribe, es "un diálogo permanente" que permite mantener al Gobierno en pie. "En este diálogo, el Gobierno no puede hacer promesas demagógicas."

Uribe es un micro-administrador que tiene interés directo en las minucias del Gobierno. Cuando dimos inicio a nuestra entrevista, Uribe está pidiendo a sus asistentes una llamada para ayudar a resolver una disputa que ha atrasado las exportaciones de plátano en un pueblo de la costa Caribe.

Está en contacto constante, no sólo con los ministros y líderes militares, sino también con jefes de la Policía y alcaldes. El "happy hour" de los viernes por la noche es una charla de cuatro horas por teléfono con los comandantes regionales del Ejército.

Como un funcionario financiero en una gran corporación, Uribe tiene una obsesión con las cifras, realizando constantes interrupciones en sus respuestas para verificar detalles en su organizador personal. Cada mes, el Gobierno publica pequeños libros que detallan el progreso en la seguridad y todos los ministros están obligados a llevarlos consigo.

Dicho estilo de Gobierno hace que surja la pregunta de cómo Colombia podría administrarse sin él. Los ministros lo describen como un hombre indispensable. Un problema es que le quedan dos años y no son seguros los movimientos de legisladores para introducir una enmienda constitucional que permita su reelección.

Más seria, sin embargo, es la pregunta sobre su seguridad personal. Uribe ha sufrido ya 13 atentados contra su vida desde que asumió la Presidencia y su duro acercamiento a la seguridad está creando nuevos enemigos, más recientemente entre paramilitares de derecha.

Desde la Segunda Guerra Mundial, Colombia sufrió el asesinato de sus dos esperanzas presidenciales más prometedoras. Uribe simplemente sonríe cuando la pregunta surge: "Ni deshecho ni exagero la importancia de esto. La vida pública en Colombia ha sido muy, muy difícil."

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