No pierde oportunidad para
buscar mejorar su situación y prefiere hablar más de su futuro
que de su pasado, pues la entristece recordar porqué a
hora está sola con sus tres hijos de 8, 10 y 13 años.
"Soy viuda de un policía al que mataron hace siete
años en Guayabal de Síquima. Quedé con
mis tres hijos y tuve que buscar la manera de salir adelante,
no sólo por mí sino por ellos, porque cuando
eso pasó mi hijo menor tenía solo un año
y medio", recuerda Janeth con esfuerzo, mientras sus
ojos brillantes se dilatan de tristeza.
La muerte no hizo que perdiera el espíritu emprendedor
y por eso se fue a Tocaima donde decidió montar una
discoteca con los recursos de la indemnización que le
habían dado. El negocio funcionó bien, pero esta
visionaria decidió hacer algo más en grande y
por eso se propuso montar espectáculo, conciertos especialmente.
La idea fue buena. El primero fue todo un éxito, pero
el segundo la llevó a la quiebra.
"Traté de buscar trabajo, pero no conseguí.
Por eso decidí venir a Faca con mis hijos, además
porque aquí en tierra fría el estudio es mejor,
se aprovecha más", asegura esta morena que sonríe
mientras jocosamente explica que en tierra caliente se piensa
más en otras cosas y se ve más "vagancia".
Necesitaba hacer algo. Intentó con unas cerámicas.
Compraba los bizcochos para pintarlos, pero como no conocía
mucha gente no le resultó el negocio, además
cuando le hacían pedidos era cada mes o cada quince
días y eso no funcionó. Así que decidió ayudarle
a una señora que trabajaba en el comando de Faca. Y
fue allí, justamente cuando la navidad no sólo
iluminó el pesebre sino a esta chocoana que decidió hacer
tamales.
"Todos en diciembre prefieren comprar que cocinar y me
di cuenta que había mucho consumo de tamal, así que
pensé que esa era mi oportunidad", recordó Janeth.
Hizo unos de prueba y empezó a ofrecerlos puerta por
puerta. Se dio cuenta que tenían resultado así que
decidió hacer "una tanda" grande. Preparó 120
tamales y logró comenzar a hacer negocios "en grande".
"Con un amigo que tenía la cafetería del
comando en Faca le vendí 50 y así fui haciendo
negocios y logrando contratos con la plaza de mercado, a la
entrada de Bojacá y algunos restaurantes.
Pero la producción le exigía ampliar el negocio,
comprar nuevos instrumentos. Así que le solicitó plata
prestada a varias personas sin éxito, hasta que un vecino,
líder comunal, le comentó de los microcréditos.
"Sólo vaya a un banco y pregunte", le dijo
Carlos, el vecino. Y así fue. Se dirigió a la
oficina del Banco BBVA, preguntó por los microcréditos,
llenó un formulario, entregó los soportes que
le solicitaban y a los 20 días recibió la buena
noticia: le habían prestado tres millones de pesos.
"Nunca había solicitado un crédito a un
banco, entonces él le dijo que allá daban los
créditos. Hablé con el gerente, me dio un formulario,
me dijo llénelo y se me facilitó porque tenía
los proveedores de la carne, las hojas y todo y como a los
20 días salió aprobado el crédito, no
me pusieron mucho problema.
Así salí adelante, amplié el negocio
compré la estufa grande porque estaba cocinando muy
incómodamente y tenía que pedir prestado utensilios",
explica Janeth, mientras mueve las extensiones de su cabello
color uva marrón o vinotinto rojizo, como esa jocosamente
asegura y que luce con vanidad.
Ese microcrédito le permitió comprar las cosas
necesarias que le hacían falta como una estufa de tres
puestos, indios (ollas grandes) y cucharones, utensilios que
antes debía solicitar prestados.
Hoy, esos 120 tamales con los que comenzó,
son menos del diez por ciento de los 1.400 que vende semanalmente.
Los
contratos ya no son de 50 sino de 200 y hasta 350 tamales.
Ahora es un ejemplo para Colombia,
es una del millón
cien mil pequeños empresarios que han recibido microcréditos,
es una orgullosa colombiana que "como millones de colombianos
esperaron la oportunidad para que su talento pudiera ser de
mayor utilidad a la Patria".
Por eso, esta colombiana fue ejemplo
para el país,
ejemplo que el Presidente Álvaro Uribe Vélez,
quiso exaltar en la instalación de las sesiones ordinarias
del Congreso y que ella orgullosamente supo representar ante
las cámaras de televisión que la enfocaron, como
signo de que ahora la esperanza se acrecienta y el sueño
se hace realidad.
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