Julio de 2004

Enero

Febrero

Marzo

Abril

Mayo

Junio

Julio

Agosto

Septiembre

Octubre

Noviembre

Diciembre

Año 2002 | 2003 | 2004 | 2005 | 2006 | 2007
4
11
18


EL RESCATE DE MARÍA ESPERANZA CÓRDOBA

Bogotá, 20 jul. (SNE).- María Esperanza Córdoba es una enfermera pensionada del Banco de la República que vivió en carne propia los horrores del secuestro. Fue plagiada por la delincuencia común, vendida al frente 23 de las Farc y rescatada por el Ejército 16 días después de su rapto.

Todo comenzó en diciembre del año 2002, cuando en compañía de su mamá, decidió pasar las festividades de fin de año es una pequeña finca de su propiedad en Vélez - Santander. Un terreno de apenas dos hectáreas que servía para tener guayabos y alimentar a cuatro vacas de un vecino.

Una noche, justo cuando terminaba la emisión de noticias de las 7:00 pm, la esposa del cuidandero, una mujer joven con dos niños recién nacidos, le llamó y le informó que su pequeña estaba muy delicada. Ella fue hasta la casa de ellos y al abrir la puerta fue encañonada por delincuentes.


Al parecer los jóvenes celadores fueron obligados por los delincuentes, quienes minutos antes les habían dado instrucciones para atraer a María Esperanza hasta su casa, o de lo contrario asesinarían a sus hijos.

"Nos encerraron a todos en la casa del cuidandero y me dijeron que me cambiara los zapatos con mi mamá, pues yo tenía sandalias, en ese momento entendí que la que me iba era yo", relató María Esperanza.

Los delincuentes la obligaron a ponerse un pasamontañas y la llevaron en la parte de atrás de su propio auto hasta llegar a un punto de la vía, en donde la cambiaron de vehículo, a un jeep, en el cual la adentraron monte arriba. "Una vez llegamos a un lugar en plena selva me bajaron, me hicieron sentar en un rincón, me quitaron la venda y me presentaron al comandante del frente 22 de las Farc".

Los terroristas le explicaron que la delincuencia común les había dicho que ella era una médica adinerada dueña de una finca ganadera. "Yo les dije, les vendieron un hueso. Yo no soy absolutamente nada de eso que le dijeron a usted".

Ellos investigaron y una vez constatado que no era millonaria los terroristas le dijeron: "usted desayuna, almuerza y come". María Esperanza les contestó que sí, ellos le respondieron que entonces podía aportarle a la organización. "Uno termina siendo como un instrumento de garantía para ellos, no un ser humano", dijo.

María Esperanza compartió cautiverio con dos hombres secuestrados. Uno de ellos de 70 años de edad. Durante el tiempo de cautiverio (16 días), solo pudo comunicarse una vez con su familia a quien les dijo: "recuerden que tienen una hermana berraca. Les dije con un acento de voz para que ellos sintieran que yo estaba bien". La guerrilla exigía 300 millones de pesos por su libertad.

La presión del Ejército fue constante. Tanto así, que ella era movida de lugar cada dos días. "Me movían y me movían y me movían. Yo sentía que nos alejábamos de la civilización. Cada día me sentía más enterrada, más sepultada. Estábamos en un sitio en el que nadie me podía ver. Eran tan tupidos que ni el sol entraba".

EL DÍA DEL RESCATE

16 días después del secuestro, María Esperanza estaba junto a una piedra, al lado de un pequeño río con los otros secuestrados, a eso del medio día, cuando sintieron varias ráfagas de disparos muy cerca. Los terroristas les pidieron que caminaran con ellos monte adentro hasta el anochecer. Al amanecer del siguiente día continuaron el camino hasta que uno de los terroristas gritó: "Corran".

María Esperanza era custodiada por una niña de 13 años, que solo imploraba a la virgen que se cumpliese su voluntad. "Ella llevaba un año con ellos, una amiga la había llevado engañada y solo esperaba que el comando central la dejara ir sin que le hicieran nada a ella y su familia", relató María Esperanza. "Le dije, si usted en algún momento ve que por llevarme a mí de la mano su vida peligra, suélteme y sálvese usted. Eso me salvó".

María Esperanza tiene un problema de cadera que le impide correr, por lo que la guerrillera que la custodiaba la dejó atrás. María esperó en el piso mientras los disparos se sentían con más fuerza. Una vez cesaron los tiros ella encontró, también en el suelo al anciano que compartía cautiverio con ella. Ambos caminaron hacia el lugar contrario a donde habían huido los terroristas.

Varios metros adelante escucharon la voz de un hombre que les pidió que se identificaran. El anciano gritó: "somos secuestrados, ayúdenos". Bajaron agachados una pequeña trocha hasta que encontraron a un soldado del Ejército que los esperaba.

"Lo que uno siente en ese momento uno no lo puede describir. Inclusive uno de ellos que estaba herido se paró de la camilla y me dijo: señora la felicito, esto valió la pena".

Días después el Ejército rescató al tercer secuestrado. Hoy, María Esperanza, desde la libertad, dice con plena seguridad que si no existiera la Política de Seguridad Democrática otros muchos como ella no tendrían la oportunidad de ser testigos vivientes de lo que significa ser rescatado de las tinieblas del secuestro

"Yo creo que hace unos años yo no habría tenido la oportunidad de que las Fuerzas Militares llegaran por mí. Ellas, según lo veía uno y lo sentía, tenían un límite hasta donde podían llegar y de ese límite no se pasaban. Hoy sentí que para mí había todo, no había límites, que lo más importante era la vida de las personas que allí estábamos y que como fuera tenían que sacarnos de allí y así fue".

El Presidente Uribe le pidió a María Esperanza que lo acompañara en su discurso de instalación de las sesiones del Congreso, y ante el parlamento dijo que su caso era un llamado de atención para derrotar el secuestro y para que los secuestrados regresen sin que su liberación "implique fertilizar el delito".

Imprimir
 
MAPA DEL SITIO
 
| Quejas y Reclamos | Web Master |
Linea de Quejas y Reclamos 018000-913666

COPYRIGHT © 2006 PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA