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INTERVENCIÓN DEL VICEPRESIDENTE EN FORO INTERNACIONAL MINAS ANTIPERSONAL

Bogotá, 4 jun. (SNE).- El siguiente es el texto de la Intervención del vicepresidente de la República, Francisco Santos, en la instalación del foro internacional ‘Minas Antipersonal - actores no estatales y acuerdos humanitarios’:

“Señoras y señores:

Cerca de 200 civiles, 460 militares y 3 miembros de grupos al margen de la ley sufrieron accidentes por minas antipersonales durante el año 2003, según la información que tiene el Gobierno Nacional. A la fecha, este año tenemos información de 76 civiles y 91 militares víctimas de este horrible delito.

Las minas antipersonal son un arma cobarde que puede permanecer amenazante durante más de 50 años, con un agravante: que afectan principalmente a los más pobres, a los campesinos y a quienes trabajan llevando educación, salud y desarrollo a las poblaciones más marginadas de nuestra patria.

En dos días arranca la Vuelta a Colombia y con ellos partirá un equipo de cuatro colombianos, discapacitados ellos, que se llaman “La Otra Vuelta a Colombia: No Más Minas Antipersonal”. Llevarán por estos 1.200 kilómetros de la Patria, este mensaje de solidaridad, de concienciación y de entendimiento a la problemática que nos afecta, que es el primer paso en la solución de este problema.

Esta iniciativa, este evento, en hora buena convocado por el Llamamiento de Ginebra, el Congreso Nacional, el Concejo Distrital de Bogotá y la Campaña Colombiana Contra Minas, muestran que la sociedad colombiana poco a poco se hace responsable de este problema, que la sociedad colombiana poco a poco lo entiende y entiende que es un problema creciente que cada vez va generar más víctimas y que además es solidario con éstas y que rechaza, cada vez de manera más frontal el uso de este tipo de aparatos de muerte.

Felicito a los organizadores de este evento y les deseo el mayor de los éxitos.

En cumplimiento de los compromisos de Ottawa, el Estado colombiano tiene mucho que mostrar.

· Hemos destruido todas las máquinas de fabricación de minas antipersonal en INDUMIL.

· Hemos destruido, al día de hoy, 8.038 minas y para el próximo 25 de octubre habremos destruido 13.660 más para completar la destrucción total de minas en poder del Estado colombiano, reservando, como lo permite el Tratado, 986 con fines de instrucción y entrenamiento. Este compromiso lo cumplirá Colombia, un país en conflicto con semejantes problemas dándole ejemplo al mundo, un año antes del plazo otorgado por la Convención.

· El Gobierno ha implementado el Sistema de Información sobre Minas Antipersonal, que según observadores internacionales y expertos en el tema califican como de “Altísimo Nivel”.

· Hemos incluido en el Plan de Desarrollo la elaboración e implementación del Plan Nacional de Acción contra Minas Antipersonal, aprobado el 27 de enero del 2003, después de 20 mesas de concertación y que además está en permanente revisión con las comunidades y con los gobiernos locales y regionales.

· Hemos destinado del Presupuesto Nacional alrededor de un millón de dólares en este año para la ejecución del Plan.

· Hemos mantenido un permanente proceso de concertación, capacitación y trabajo conjunto con diversas organizaciones sociales y con autoridades territoriales.

· Estamos trabajando para desarrollar los componentes de prevención, atención a víctimas, definición de estándares de señalización, fortalecimiento institucional a todos los niveles de Gobierno y además de generación de sistemas de información complementarios que nos permitan planear lo que vamos a tener que hacer de aquí a los próximos 20 años porque este no es un problema que resolvemos hoy.

· Así mismo, hemos hecho estudios de impacto y vamos a elaborar Planes Territoriales en cinco departamentos.

Estas realizaciones, certificadas por el Centro Internacional de Ginebra de Desminado Humanitario, por el Comité Internacional de la Cruz Roja, por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y por la Organización de Estados Americanos, además es certificado por diferentes Embajadas presentes en Colombia.

Todo esto es posible por el trabajo conjunto del Estado y las organizaciones sociales que compartimos un propósito común: No Más Minas antipersonales, no más no indiferencia con las víctimas.

Así mismo ha sido valiosísima la colaboración y asistencia técnica de organismos internacionales y gobiernos como los ya mencionadas, UNICEF, OIM, PNUD, AID, la Unión Europea y los gobiernos suizo, canadiense, norteamericano, LA OEA, el Reino Unido, entre otros.

Debo destacar la valiosa y comprometida colaboración de los miembros de las Fuerzas Militares y las Fuerzas Armadas de Colombia, las cuales constituyen el 60 por ciento de las víctimas de las minas antipersonal en nuestro país.

Sus miembros en el año 2003 destruyeron 705 campos minados, decomisaron 70 toneladas de explosivos y evitaron la explosión de 6.900 artefactos explosivos improvisados. Su compromiso en el combate a este flagelo es un ejemplo para el país y para el mundo.

El Gobierno ha brindado las garantías al Llamamiento de Ginebra para la interlocución con los grupos armados ilegales; esperamos que tengan éxito como lo han tenido con 25 grupos en Filipinas, Birmania, Irak, Somalia, Sudán, Burundi e India.

Los colombianos y colombianas esperamos que la sensatez se imponga y se comprenda que la degradación y el atentado contra los más pobres y las generaciones futuras, son el camino para el aislamiento y el rechazo, para el empobrecimiento y el envilecimiento.

El Estado colombiano hace esfuerzos crecientes para proteger a todos y todas sin distinción en nuestro territorio, para restablecer sus derechos y para garantizar su libre ejercicio. Esta es la esencia de la Política de Seguridad Democrática. Lo que es incomprensible para el Estado es que se pretenda imponer compromisos a las comunidades para respetarles sus derechos o que los habitantes del territorio puedan negociar en pie de igualdad con grupos armados, esa no es una negociación sino la antesala de una imposición. El respeto a la dignidad humana sin condiciones es un prerrequisito para dialogar.

No se puede pretender imponer acuerdos basados en el chantaje para perpetuar las violaciones a los derechos y libertades de los colombianos y las colombianas. Acuerdos para disminuir el dolor, para recuperar la libertad, para devolvernos a quienes están en condiciones indignas de cautiverio, para acabar con la extorsión, para recuperar la libertad al libre tránsito son posibles, pero no al precio de incrementar esos dolores para toda la sociedad.

Por eso, el Presidente Uribe ha insistido en que los acuerdos deben servir para atenuar el sufrimiento de la sociedad colombiana y no para acrecentarlo. Para acercar la paz definitiva y no para fortalecer la capacidad de ejercer la violencia. Para crear confianza y no para aumentar el desengaño.

El Gobierno está desarrollando una política de seguridad con amplio respaldo popular ante las amenazas y ataques contra la sociedad y las instituciones emanadas de la decisión popular. Amenaza que afecta por igual a niños y niñas, a humildes campesinos y a empresarios, a políticos y a ciudadanos; amenaza que no se ha detenido ante los derechos de las personas y acude al expediente del terrorismo sin miramientos.

Pero esta política también ha rodeado de garantías a los partidos de oposición, a los contradictores del Gobierno, a las organizaciones de la sociedad. Quedan inmensas tareas por vencer la intolerancia en nuestra sociedad y mejorar nuestras costumbres políticas. Sin embargo, y las elecciones de octubre del año pasado así lo demuestran, es claro que la democracia colombiana es cada vez más fuerte, es claro que la democracia colombiana es cada vez más pluralista, es más legítima, es más garantista. Así mismo es claro, también, que la violencia hoy es el principal obstáculo para el desarrollo democrático en Colombia.

¡Hoy, no tiene ninguna justificación ni respaldo el uso de la violencia en Colombia!

Los colombianos y colombianas no entendemos como una organización tan importante como Amnistía Internacional pretende justificar como oposición armada a grupos que desconocen todo límite y temen la confrontación política de ideas. ¿Cómo es posible que una organización de derechos humanos legitime la combinación de las formas de lucha que tantos muertos ha dejado en Colombia?

Así mismo, es un irrespeto con todos aquellos que han combatido desde la oposición legal, desde la oposición democrática y garantizada a este Gobierno y a otros y hoy ocupan importantes cargos ¿Acaso, Lucho y Angelino Garzón, Sergio Fajardo, Antonio Navarro, Gustavo Petro, Wilson Borja y otros muchos que hoy ocupan cargos públicos no son oposición? ¿Acaso ellos no se han jugado sin armas y han triunfado apostándole a la voluntad popular?

Tampoco tiene ninguna justificación el ejercicio de la violencia suplantando al Estado en su función de dar seguridad en otras partes del territorio; este tipo de acciones sólo logran deslegitimar la acción estatal y generar un nuevo yugo a los ciudadanos y ciudadanas.

Por eso expresamos un moderado y prudente optimismo por las declaraciones del Ejército de Liberación Nacional (ELN) respecto al posible papel del Gobierno mejicano en un acercamiento con este grupo.

Quiero aprovechar esta ocasión para aclarar los alcances de la propuesta del Presidente Uribe el fin de semana pasado en Guadalajara, México.

Es importante la presencia de un país amigo que facilite los acercamientos, que dé confianza y dé fe pública del empeño del Gobierno en brindar plenas garantías de seguridad a quienes se atrevan a transitar el camino de la paz. El Gobierno se la juega toda para garantizar la vida y los derechos de quienes cesen sus hostilidades y emprendan en serio la búsqueda de la paz.

El cese de hostilidades es un medio para brindar confianza, es un medio para brindar credibilidad a la sociedad colombiana y a la comunidad internacional. No se está solicitando el desarme, no se está solicitando la rendición, se está solicitando apenas la creación de condiciones apropiadas para adelantar un diálogo serio y con posibilidades reales.

No se trata de pedir la desmovilización para dialogar, esos serán puntos de llegada y tendremos tanta paciencia para ella como urgencia para sentarnos a hablar de cómo arreglamos este conflicto negociando.

No se trata de pedir esta desmovilización para dialogar, simplemente de pedir la suspensión de acciones violentas que afectan a la sociedad y la infraestructura nacional. A una declaración de cese de hostilidades el Gobierno sabrá corresponder con generosidad.

Queremos un proceso de paz que genere más resultados que expectativas. Queremos un proceso que se preocupe más por las salidas inteligentes que por las cámaras y las grabadoras. Queremos un proceso que busque el protagonismo de los resultados y no el de las posiciones públicas descalificadoras. Queremos un proceso que busque más la gratitud de las generaciones futuras que los aplausos pasajeros del presente.

Las puertas del diálogo siempre han estado y estarán abiertas; el Gobierno Nacional ha insistido en un diálogo precedido del Cese de Hostilidades. Las recientes experiencias del país demuestran que se necesitan estos espacios para crear confianza y credibilidad. El Gobierno no pretende de ninguna manera rendición pero sí espera sinceridad y compromiso con un eventual diálogo.

Ninguna salida puede abrirse paso sobre la base de dobles juegos, engaños e imposiciones. El Presidente Álvaro Uribe desde su campaña expresó que empeñaría todos sus esfuerzos para dar garantías a quienes quisieran dejar el camino de la violencia.

Si llegare a abrirse camino esta nueva oportunidad esperamos que no sea dilapidada pues cada fracaso hace más difícil despertar el respaldo de la sociedad a un posible diálogo. Sinceridad, cese de hostilidades y compromiso, son los requisitos básicos.

Las puertas del diálogo han estado abiertas para todos. Es tan firme esta convicción como es firme la política de seguridad contra todos los grupos armados ilegales. Por eso confiamos que los grupos de autodefensa fortalezcan su compromiso con el Cese de Hostilidades y aborden este diálogo con sinceridad.

Recuerdo hace siete años cuando encabecé la marcha del ‘No Más’. Hoy toda la sociedad tiene que decirle No Más a las minas antipersonal. Hoy la sociedad tiene que decirle No Más a la violencia. Hoy nuestra democracia y nuestro Estado son más fuertes. Hoy estamos trabajando para legar a las futuras generaciones un país sin minas, un país PAIS con oportunidades, un país sin corrupción, un país con seguridad, un país tolerante, un país sin narcotráfico, un país pluralista, multiétnico, descentralizado y desarrollado. En ese empeño está comprometida toda la sociedad y en este empeño hay espacio para todos.

Muchas gracias”.

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