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Consejo Comunal en el corazón de la Sierra Nevada

UNA BUENA ESPERANZA PARA EL PADRE Y DUEÑO DE DOS MUNDOS

Nabusimake (Sierra Nevada de Santa Marta), 12 jun. (SNE).- A mediodía, justo cuando el sol se hace más fuerte y su presencia es innegable, "el padre y dueño de dos mundos" recibió la "buena esperanza" que se simbolizó en las palabras de un "hermanito menor" que para muchos ya es mayor.

El llanto de un recién nacido envuelto en mantas indígenas parecía traducir las palabras del hermano menor, invitado de honor, que se dirigía a una congregación que miraba absorta su propia tierra.

Allí, justamente en esa tierra donde nace el sol, Nabusimake, la capital arhuaca, el día fue diferente. Ese pequeño espacio que forma parte de los 17.000 kilómetros cuadrados del litoral montañoso más elevado del mundo que conforman una "tierra de luz infinita" llamada Sierra Nevada, sirvió de escenario para el encuentro entre los hermanos mayores y menores.

Desde temprano las caras de extrañeza buscaban encontrar una explicación a lo que pasaba mientras los ojos acuciosos enmarcados en los rostros de arhuacos, koguis, kankuamos y wiwas examinaban detalladamente la parafernalia que se había creado a su alrededor.

Aparatos, gente, uniformes, lentes oscuros, imágenes, sonidos nuevos que "invadían" el territorio señalaban que ocurriría algo. Pero no era una invasión de miedo, era una invasión aprobada por los jefes mamos, quienes también se preparaban y esperaban al hermano menor para hablarle, para solicitarle el respeto a la tierra y clamar por un Santuario Sagrado de Paz.

A las 11:00 de la mañana un viento extraño levantó polvo. El visitante esperado llegó y de inmediato se reunió con los jefes mamos. La cordialidad, el respecto y el ambiente de orden, guiaron el encuentro que sirvió de preámbulo al primer consejo comunal en la Sierra Nevada de Santa Marta.

"Después de esa bienvenida tan cálida que recibimos de parte de esta comunidad, tuve la oportunidad de una reunión con los mamos, una reunión solemne en la sencillez, solidaria en la franqueza. Una reunión de patria", recordó ese hermano menor al que le dicen Presidente de la República y que fue recibido con vallenatos y cantos de reelección.

Emocionado ese hermano menor, Álvaro Uribe Vélez, con un niño en brazos, presentó a su nuevo ahijado: Salvaturm, el padre de dos mundos. Su emoción le alcanzó para solicitarle a sus nuevos compadres completar el nombre de su hijo: Salvaturm de la Buena Esperanza.

"Mi comadre al recibirme esta mañana, me dijo que yo sería el padrino de este compatriota que acaba de nacer, le dije que me abrumaba, que era una inmensa responsabilidad, un infinito honor que haría con el corazón y el alma".

El dios sol sonrió y resplandeció más, mientras los asistentes aplaudían y Uribe reseñaba el encuentro con los jefes indígenas, que le produjo tanta complacencia al sentirse plenamente identificado.

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"Toda su exposición giró al rededor del orden. Me emocionó tremendamente escuchar de la boca de los mamos la palabra orden. Ellos quieren que la Sierra tenga orden ambiental, orden de Gobierno, orden de trabajo, orden de paz".

Un orden que también se quiere recuperar en todo el país, un orden que se busca a través de la seguridad democrática y que para el hermano menor que dirige la Patria es fundamental.

Por eso, le explicó a los hermanos mayores que "la presencia de la fuerza pública, de nuestros soldados y la policía en la Sierra es para regresar el orden, para que el orden nunca más vuelva a ser alterado por guerrilleros y paramilitares, porque con el regreso de ese orden debe recuperarse plenamente la gobernabilidad de las comunidades indígenas. La fuerza pública no está para incomodarlos a ustedes, está para desterrar de aquí a quienes los han incomodado a ustedes: a la guerrilla y a los paramilitares".

La tierra donde nace el sol seguía escuchando, mientras Salvaturm de la Buena Esperanza, en manos de su madre cesaba su llanto, como si presagiara el reconocimiento que se iba a hacer.

"Reconocemos el gobierno en esta tierra de las comunidades indígenas. Ustedes son la autoridad histórica que habrá de preservarle a Colombia y al mundo este paraíso de la ecología, de la calidad de vida, del clima de la luz, de un cielo grandioso e infinito, de una lluvia que parece bañando al sol para que sea siempre más amable".

Ya habían pasado veinte minutos y la emoción se mantenía. Los rostros, en principio confundidos, ahora se entremezclaban con sonrisas y murmullos. La sensación de patria aumentaba y ello hizo traer al recuerdo la pancarta que había dado la bienvenida.

"Al saludar a los compatriotas de diferentes étnicas encontré una bellísima pancarta: 'Colombia, una confederación de solidaridad'. ¡Qué definición tan bella! ¡Cómo entusiasma leer esa definición de la patria", dijo Uribe, mientras hizo un llamado para que esas palabras se reflejaran en la unión de todas las manos unidas de quienes representaban a diferentes sectores del país.

Y así, en una mesa cualquiera, en la tierra donde nace el sol, las manos se unieron, una encima de la otra, para decir que Colombia busca ser una, una sola y una misma.

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