TEXTO DE LA CARTA DEL EX PRESIDENTE TURBAY AL PRESIDENTE
URIBE
Bogotá, 15 jun. (SNE).- El siguiente es
el texto de la carta enviada por el Ex presidente Julio César Turbay,
al presidente Álvaro
Uribe Vélez:
“Bogotá, D.C., 15 de Junio
de 2004
Señor
Presidente de la República
Doctor Álvaro Uribe Vélez
Ciudad
Apreciado Señor Presidente:
Es una obligación nacional contribuir a despejar los caminos
políticos y a facilitar el imperio del Estado de Derecho
y el fortalecimiento de los mecanismos de la democracia representativa
y participativa.
Los momentos estelares de la democracia
colombiana, se identifican con la grandeza y el desprendimiento
de las colectividades políticas,
que han superado en el pasado respetables sentimientos de partido,
para colocarse a la altura de las superiores necesidades de la
patria.
Los mejores ejemplos en los últimos cien años de
la vida colombiana que honran la conducta de los jefes políticos,
se podrían resumir, así:
1. El General Benjamín Herrera, vencedor en la Batalla
de Aguadulce, ante el peligro inminente de la segregación
de Panamá, decide propiciar la paz con el Gobierno Conservador
y en gesto impresionante partiendo su espalada triunfadora sobre
sus rodillas, pronunció su histórica frase de “La
Patria por sobre todos los Partidos”.
2. En 1932 cuando la guerra con el Perú comprometía
todas las energías nacionales, el Gobierno tenía
que hacerle frente a la guerra civil en los santanderes entre liberales
y conservadores. El doctor Laureano Gómez, jefe conservador
en un momento de lucidez y con clara conciencia de sus deberes
para con Colombia, resolvió modificar la conducta de su
partido y proclamó en el Senado, la célebre consigna
de “Paz, Paz en el Interior y Guerra, Guerra en las Fronteras”.
Así pudo el Presidente Olaya Herrera conducir la victoriosa
política internacional.
3. Los doctores Carlos Lleras Restrepo,
Darío Echandia
y Luis Cano, el 9 de abril de 1948, fecha del asesinato del gran
líder popular Jorge Eliécer Gaitán, decidieron
para impedir la disolución nacional y el imperio del caos,
sobreponerse al dolor de la tragedia y aceptaron participar en
el Gobierno del Presidente Ospina Pérez, evitando así,
el derramamiento de torrentes de inocente sangre colombiana.
4. El Ex Presidente López Pumarejo en medio de la preocupante
violencia de la época, declaró en la Convención
Liberal de Medellín, que nuestro Partido estaba dispuesto
para alcanzar la concordia nacional, a allanar los caminos para
la elección de un Presidente Conservador, después
de que se desplomara la dictadura.
5. El Ex Presidente Darío Echandia para hacer posible el
afianzamiento de la política de paz del General Rojas Pinilla,
declaró en célebre discurso en el Hotel Tequendama,
que el 13 de junio se había producido un “golpe de
opinión” y no “un golpe de Estado”.
6. Alberto Lleras y Laureano Gómez, viejos enemigos a quienes
la política confrontó agresivamente, se sobrepusieron
a las circunstancias prevalecientes y en forma admirable por la
limpieza de los propósitos, suscribieron los acuerdos de
Sitges y Benidorm, que hicieron posible la reconquista de las instituciones
democráticas y el funcionamiento de los mecanismos representativos.
7. La Junta Militar no obstante haber sido
nombrada por el General Rojas Pinilla, recibió resuelto apoyo de los directorios
políticos y particularmente de los jefes liberales, para
el desarrollo y cumplimiento de sus planes de restauración
democrática.
Todo lo anterior demuestra que ha sido
tradición de la
política colombiana, darle prelación a los problemas
nacionales por sobre las simples consideraciones sectarias y pasionales.
Ahora mismo, está comprometido el país en una lucha
que amenaza el vigor del Estado de Derecho y hace difícil
la gobernabilidad de la República. No cabe duda que hoy
nos encontramos ante uno de esos momentos en que el país
y los partidos tienen que actuar con auténtica grandeza.
Los partidos políticos pierden su
importancia decisoria y la gobernabilidad se dificulta por la
ausencia de compromiso
entre las colectividades partidistas.
El terrorismo y el narcotráfico continúan amenazando
la tranquilidad ciudadana y la estabilidad democrática y
se requiere fortalecer el entendimiento entre las fuerzas políticas
para hacerle frente a tal situación.
Nosotros estamos obligados a pensar en
grande, a superar las dificultades presentes, a desbrozar los
caminos del porvenir y a propiciar el
entendimiento entre los colombianos, comenzando por estimular la
política de consensos con el Gobierno.
Un replanteamiento en las relaciones entre
el Gobierno y las colectividades políticas, sería bien recibido. Bien vale la pena
superar los motivos de distanciamiento para buscar un razonable
entendimiento que permita la canalización de todas las energías
hacia el logro de los fines superiores del Estado, que no son distintos
a la conquista de la paz, al fortalecimiento del desarrollo económico,
a la realización de la justicia social y al imperio de la
libertad y el orden.
Del examen del proyecto del acto legislativo
que facilita la reelección
inmediata del Presidente de la República, se advierte que
los argumentos en contra que más preocupan a la opinión
nacional son:
Primero, el referente a la eventual falta
de transparencia del proceso electoral dada la circunstancia
de que un presidente pudiera
inclinar la balanza política a favor de su propia candidatura
y, segundo se dice que aun cuando en el caso del Presidente Uribe,
se trata de un mandatario democrático, eficiente y honesto,
el precedente que se sentaría debilitaría las defensas
democráticas contra un Presidente que procediera movido
por el afán de prolongarse indefinidamente en el ejercicio
del mando. Es preciso atender estas preocupaciones y en el caso
de que sea aprobada la reelección inmediata, establecer
disposiciones constitucionales y legales, que eviten la comisión
de actos violatorios de la pureza del sufragio y de la imparcialidad
oficial.
Se me ocurre que para asegurar la transparencia
de la conducta del Gobierno, se podría constituir un tribunal de honor
de altísimo nivel, ante el cual los ciudadanos podrían
elevar las quejas que pudieran presentar quienes tuvieran motivos
para quejarse del comportamiento de la autoridad.
Para evitar la segunda preocupación, o sea la relativa
al precedente que sienta la reelección, se podría
establecer el requisito, de que el número de votos que requiere
el Presidente para su reelección, sea superior al 50% de
la votación. Si no logra en la primera vuelta dicha mayoría,
no podrá participar en la segunda.
Seguramente no es democrático impedir la permanencia en
el poder de un gobernante, que haya desempeñado sus funciones
en forma que lo haga acreedor al respaldo mayoritario de la opinión
nacional. No me opongo a la tesis de quienes consideran que el
buen gobierno merece premio, así como el malo, se hace acreedor
a la sanción popular. Para que no haya forma de utilizar
indebidamente el poder en beneficio propio, el Congreso haría
bien en establecer, una mayoría calificada que acredite
evidentemente el respaldo abrumador del candidato.
Dentro del propósito de rodear a los diferentes sectores
de la opinión de todas las garantías constitucionales
se debe pensar en la conveniencia de garantizarle acceso a fuerzas
distintas a las constitutivas del gobierno, al ejercicio de funciones
relativas al control y vigilancia del ejecutivo. La oposición
que debe ser civil y política debería tener un espacio
necesario para su democrática función crítica.
De esta manera podría desbrozarse el camino y reafirmarme
la pureza del sufragio y la defensa de una autentica garantía
y respetabilidad de la decisión democrática.
Independientemente de estas consideraciones,
se debe examinar la convivencia de presentar un proyecto de acto
legislativo, encaminado
a establecer el régimen parlamentario, que ha sugerido en
diferentes ocasiones el Ex presidente Alfonso López Michelsen
y que busca darle una mayor participación popular y una
superior responsabilidad política al ejercicio del Gobierno.
Familiarizar a la opinión pública con el estudio
de esta iniciativa, es una necesidad apremiante para que podamos
medir con exactitud las consecuencias de un cambio de sistema,
que tiene que ser cuidadosamente analizado y adoptado con convicción.
Confío en que se procederá a poner en marcha el
estudio serio y responsable de esta iniciativa y que así se
le contribuya, a buscar soluciones de orden nacional para un asunto
que supera las consideraciones personales.
El estudio del acto legislativo que permite
la reelección
presidencial, debería hacerse teniendo en cuenta que su
aprobación no significa reelección automática
del actual Presidente, sino la posibilidad de que este participe
como candidato en el debate electoral. Tomando en cuenta que este
sólo se efectuará en el año de 2006, queda
un largo tiempo para que los partidos y la opinión pública
se organicen y resuelvan en las urnas en elecciones limpias, a
quien confiarle las responsabilidades del Estado. Sería
deseable que el debate presidencial se adelante sin prevenciones,
sin interferencias sectarias, sin apasionamiento, y con autentica
grandeza republicana.
Ciertamente, en el caso liberal no se justifica
adelantar la discusión
del referido proyecto, tomando posiciones irreconciliables. Este
es un debate que se debe adelantar a base de inteligencia y razonamiento
persuasivo, con espíritu auténticamente democrático
y disminuyéndole varios grados a la temperatura política.
Estoy seguro que en amplios sectores del
liberalismo existe claridad y voluntad para comprometerse a diseñar una política
de auténtica dimensión nacional que busque a través
de consensos resolver apremiantes problemas presentes y futuros
del país.
Me propongo entrar en contacto con la Directiva Estatutaria del
Partido Liberal para invitarla a examinar estas tesis a la luz
de las altas conveniencias nacionales.
Quiero hacer finalmente una apelación a la sensatez y al
buen juicio, que deben caracterizar la discusión y tramitación
del acto legislativo que se discute en la Cámara de Representantes.
Cordialmente.
JULIO CESAR TURBAY AYALA
Ex - Presidente de la República” |