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Palabras del presidente
Uribe al clausurar la Cifta
"QUE A COLOMBIA NO LLEGUEN ARMAS A LOS GRUPOS ILEGÍTIMOS"
Bogotá, 9 mar.(SNE).- El presidente Álvaro Uribe Vélez
advirtió este martes a la comunidad internacional sobre la importancia
de tomar medidas para frenar el tráfico ilícito de armas,
pues el terrorismo que azota a Colombia puede extenderse a otros países
de la región.
Al clausurar la Primera Convención Interamericana Contra la Fabricación
y el Tráfico de Armas de Fuego (CIFTA), el Mandatario señaló que
el terrorismo no reconoce barreras y señaló que el 90 por
ciento de los crímenes que se cometen en el país, se producen
con armas ilegales provenientes del extranjero.
A continuación sus palabras en la clausura
del encuentro:
"Es oportuno y necesario para Colombia albergar esta conferencia.
Creo que no haya Nación en el continente con mayor necesidad de
que se combata eficazmente el tráfico ilícito de armas
en Colombia. Más del 90 por ciento de los crímenes de esta
Patria colombiana se cometen con armas ilegales y de fabricación
extranjera. Ese es un punto que les ruego guardar en sus mentes. Más
del 90 por ciento de los crímenes de Colombia son crímenes
cometidos con armas ilegales y de fabricación extranjera.
Si nosotros no tuviéramos la confluencia de la droga y del tráfico
ilícito de armas aquí no habría terrorismo. El propósito
de ustedes que queda plasmado en esta Declaración de Bogotá,
en las palabras del Presidente de la Conferencia, el embajador Horacio
Serpa Uribe, es un propósito que requiere Colombia, ese compromiso
del alma como lo ha expresado el doctor Horacio Serpa para que nuestros
países combatan eficazmente el tráfico ilegal de armas
lo agradece el pueblo colombiano.
Cuanto agradezco, pues, este nuevo paso en la
lucha continental contra las armas ilegales. Y cuanto agradezco que
justamente se de en la capital
colombiana en la Nación que mas requiere de la eficacia de esta
convención.
Muchos integrantes de la comunidad internacional
me preguntan: ¿cuál
es la diferencia entre la política de Seguridad Democrática
que adelanta el Gobierno de Colombia y aquella política que otrora
recorrió el continente que se llamaba Seguridad Nacional?, otros
me preguntan: ¿usted por qué denomina terroristas a los
grupos insurgentes de Colombia?, y otros me preguntan: ¿cuál
es la diferencia entre los actores violentos de la Colombia de hoy y
aquellas guerrillas que agitaron proyectos revolucionarios en el continente?.
En relación con el primer interrogante debo decirles que la política
de Seguridad Nacional que recorrió el continente era una concepción
sesgada de la seguridad. Se invocaba la seguridad como un pretexto para
perseguir al adversario ideológico, la seguridad se contraponía
con el pluralismo, se aceptaba la democracia solo en la medida que esa
democracia no tuviera contradicciones en sus contenidos, se aceptaba
la democracia simplemente para legitimar una idea, una manera de pensar,
no para albergar el pluralismo, se utilizaba la seguridad para perseguir,
aniquilar a quien pensara de manera diferente. Nuestra política
de Seguridad se denomina Democrática porque su propósito,
su compromiso, su acción es para proteger a todos los colombianos
independientemente de su estatus económico de su posición
social, de su credo político, para proteger a todos los colombianos
sean ellos trabajadores o empresarios, dirigentes de los gremios empresariales
o dirigentes de organizaciones sindicales, campesinos o empresarios del
agro, integrantes de fuerzas políticas coincidentes con el Gobierno
o de fuerzas políticas críticas o de oposición al
Gobierno.
Ese concepto es en el cual se basa nuestra propuesta
de Seguridad Democrática
y es el que hemos buscado practicar en estos 18 meses de Gobierno. Que
aquí campee la Seguridad como una manera Democrática de
proteger a los ciudadanos a través del imperio de las instituciones
del Estado de Derecho. El año pasado los colombianos acudieron
a las urnas para pronunciarse sobre un referendo convocado por el Gobierno
y allí opositores y abstencionistas tuvieron plenas garantías.
El Gobierno procuró que su único instrumento fuera el argumento,
la agitación de la idea y que todas las voces contrarias finalmente
se sintieran respetadas, que no se les maltratara ni con la palabra,
ni con la acción y que tampoco se omitiera para ellas la entrega
de garantías. Creo que fue un buen ejercicio pedagógico
que indicó que al amparo de la Seguridad prospera la Democracia.
Se llevaron también a cabo las elecciones regionales, creció inmensamente
el número de aspirantes a alcaldías, a gobernaciones, a
asambleas de los departamentos y a concejos de los municipios. La decisión
del Gobierno, la orden del Gobierno, el compromiso del Gobierno fue dar
a todos los candidatos protección eficaz, que las garantías
nuestras no se quedaran en el enunciado, en la formulación declarativa,
que esas garantías nuestras se convirtieran en garantías
reales, efectivas para todas las agrupaciones políticas y creo
que así lo sintieron. Lo sintieron los integrantes de aquellos
partidos alternativos a los partidos tradicionales, los partidos que
piensan de manera diferente al Gobierno, los partidos llámense
de oposición, de izquierda, ganaron escaños alcaldías,
gobernaciones sin antecedentes. Y nos hemos propuesto crear unas relaciones
que construyan Patria.
He expresado a alcaldes y gobernadores en toda
la Patria que nuestra relación con ellos esta guiada por cuatro principios, el respeto
a su autonomía constitucional y legal; el ánimo de cooperar
con ellos sin detenernos a examinar el origen político de su elección;
el compromiso de proceder con transparencia y con dedicación para
mostrar resultados de gestión y por supuesto la limitación
que tenemos porque ellos han encontrado un Gobierno avanzado sujeto a
un Plan de Desarrollo y bastante limitado por la escasez de recursos.
Creo que si acertamos en la práctica de esta proposición
daremos otro paso para demostrar la gran compatibilidad entre la Seguridad
y la Democracia. Aquí el compromiso de Seguridad es para fertilizar
la Democracia, no para anularla, no para restringir.
Y me preguntan muchos interlocutores ¿por qué denomino
terroristas a los insurgentes? Cuando el esfuerzo de las instituciones
estatales es para que todas las expresiones del pensamiento estén
rodeadas de garantías, no puede aceptarse explicación a
acciones armadas contra las instituciones, contra la comunidad. Cuando
no hay terrorismo de Estado cualquier acción violenta contra el
Estado, contra la sociedad es terrorismo. Repaso legislaciones como muchas
de aquellas de Europa y encuentro que se denomina terrorismo el simple
propósito de apelar a las armas o su apelación por razones
ideológicas, políticas, y como terrorismo se sancionan
esas políticas.
Y otros ciudadanos me preguntan: ¿hay posibilidad de una solución
política a pesar de que Usted señala a estos grupos de
terroristas?, les he dicho por su puesto que la hay, pero para que no
incurramos en el error de dialogar con acciones terroristas el requisito
para esos procesos tiene que ser el cese de hostilidades. No hay afán
para el desarme, para la desmovilización, son parte de los puertos
de llegada, para llegar al desarme y a la desmovilización tanto
plazo cuanto requiera la complejidad de un proceso, pero para empezar
ese proceso, para que avance con credibilidad con certeza de que habrá de
conducir a algo bueno, ese proceso tiene que iniciarse y tiene que realizarse,
conducirse con cese de hostilidades, por eso la insistencia en ese requisito.
Y otros ciudadanos me preguntan ¿cuál es la diferencia
entre aquellos movimientos insurgentes de otrora en Centroamérica
y Suramérica, los actuales de Colombia?. Aquí cuando terminó aquella
etapa de la violencia partidista, a finales de los años 50, principios
de los años 60, irrumpieron guerrillas marxistas como en muchas
partes del continente. Estaban muchos animados por el experimento de
la revolución cubana, querían replicarlo en Colombia, había
diferencias de matices, todos de origen marxista, unos eran más
simpatizantes de Cuba, otros del experimento soviético, otros
fueron seducidos por la tesis de Mao-Tse-Tung en la Revolución
China, en aquellos tiempos prevalecía el interés ideológico,
desacertados los procedimientos, respetables los objetivos.
La droga aparecía como antípoda de los movimientos insurgentes,
pero ¿qué ocurrió?, con el curso de los lustros
terminaron en fusión la droga y la insurgencia, y la droga corrompió a
la misma insurgencia, la obligó a hacer el tránsito del
idealismo al mercenarismo, el tránsito del objetivo político
al primordial interés de lucro a partir de negocios ilícitos
y esos grupos empezaron a tener inmensa prosperidad económica,
y por supuesto la arrogancia que se deriva cuando el crimen construye
riqueza, el desdén que esa combinación de crimen y de riqueza
produce para mirar a las instituciones, para considerar la ley, y rebasaron
la capacidad del Estado, sin voluntad para reaccionar y ponerse a la
altura del desafío y entonces la droga financió otros,
los paramilitares y la sociedad colombiana parecía desintegrarse
en pequeños estados irregulares. Allí donde alguien reunía
tres fusiles, cuatro kilos de droga, unos explosivos, se construía
un Estado de hecho. Superarlo y sustituir ese Estado de hecho y de ilegalidad
por la prevalencía de las instituciones es el objetivo del Gobierno
que presido.
Y estos grupos en su riqueza marcan una diferencia,
en su mercenarismo marcan una diferencia, en sus métodos marcan una diferencia con
lo que fueron otras guerrillas del continente. Aquellas generalmente
fueron pobres, finalmente facilitaron procesos de negociación,
cuando dejaron de recibir contribuciones del extranjero encontraron que
había llegado el momento de hacer un alto en la lucha armada y
de facilitar acuerdos. No es el caso del colombiano. Aquí nosotros
tenemos dos retos que quizá no tuvieron otros países del
continente: un reto derivado de la fortaleza de los que desafían,
tenemos que contenernos con mayor severidad militar de lo que se pensó que
se necesitaba en otros países y además tenemos que proceder
con total transparencia. La tradición colombiana, el mundo de
hoy, la Constitución, los tratados internacionales, nuestra pulcritud
democrática constituyen axiomas que nos obligan a poderle decir
al mundo estamos enfrentando el reto de tratar con toda la severidad
militar a los terroristas y al mismo tiempo estamos enfrentando el reto
de hacerlo con toda la transparencia. Con toda la transparencia ¿por
qué?, porque son tan graves las políticas de apaciguamiento
como las acciones de tierra arrasada. La políticas de apaciguamiento
simplemente fortalecen a los terroristas y las acciones de tierra arrasada
simplemente posponen expresiones del terrorismo. Las políticas
de apaciguamiento no permiten enfrentar eficazmente a los terroristas
y las políticas de tierra arrasada no permiten la reconciliación
al interior de la sociedad.
Nosotros queremos cuidar todo eso, no queremos
caer en el apaciguamiento y estamos profundamente comprometidos a proceder
con transparencia para
poder mirar a los ojos de todos los ciudadanos del mundo, para poder
merecer que una conferencia tan importante como la que ustedes integran
se reúna en Bogotá, para que esta democracia sea motivo
de respeto en todo el planeta, para que nuestros compatriotas comprendan
que esta política no es para fraccionarlos sino para unirlos.
Y a esta tarea de proceder con serenidad y con eficacia tiene que confluir
un gran apoyo internacional, a mi me preguntan muchas veces: bueno y ¿por
qué siguen buscando apoyo por ejemplo para el Plan Colombia con
los Estados Unidos?, porque lo necesitamos, porque aquí llegamos
a tener 170 mil hectáreas de droga, en diciembre todavía
quedaban 90 mil y si no derrotamos la droga, aquí seguirá el
terrorismo, porque el terrorismo colombiano lo financia ese negocio que
es un negocio ilícito internacional por ende requerimos contribuciones
internacionales y requerimos una gran contribución que a Colombia
no lleguen armas a los grupos ilegítimos.
Por eso yo celebro este nuevo avance en la lucha
de todo el continente contra el tráfico ilegal de armas, me parece que nos tienen que
instar a los representantes de todos los Estados a que tomemos acciones
concretas. Colombia ha cumplido cabalmente sus compromisos en la convención
patrocinada por la OEA contra las minas antipersonal y los quiere y necesita
cumplir frente a la convención del tráfico ilegal de armas.
Aquí hay una realidad dolorosa centenares de soldados y de policías
han resultado mutilados por minas antipersonales pero hay un compromiso
sagrado, el Estado ha dado ejemplo las fuerzas institucionales en el
desminado, en deshacerse de cualquier cosa que se parezca a minas antipersonales.
Estamos enfrentando ese desafío pero lo hacemos con la dignidad
de quien tiene que representar al Estado de Derecho y la proporcionalidad
en los métodos que corresponde al Estado de Derecho, con transparencia
y así mismo queremos proceder frente al tráfico ilícito
de armas. Solo en la medida que los estados nos apliquemos a frenar ese
tráfico ilícito de armas podremos lograr el objetivo de
que grupos terroristas que hoy maltratan a Colombia, mañana o
pasado mañana a cualquiera de nuestros vecinos se liberen de esa
amenaza, que estos Estados se liberen de esta amenaza.
Y el tema de los vecinos es un tema bien singular,
que yo no puedo dejar de tratar esta tarde. Estos grupos no tienen
consideraciones de fronteras,
estos grupos no tienen barreras éticas, estos grupos no tienen
respeto a los ordenamientos jurídicos, estos grupos simplemente
tienen estrategias terroristas, de pronto se manejan bien en el territorio
de un Estado para que ese estado los albergue pero terminan haciendo
daño.
Por ejemplo en el tema de la droga. Si no derrotamos
la droga en Colombia, la droga va a derrotar la cuenca amazónica, aquí en Colombia
en el curso de pocos años la droga destruyó millón
700 mil hectáreas especialmente de aquella parte del Putumayo
por donde vamos haciendo el ingreso colombiano a la cuenca amazónica.
Ese terrorismo auspiciador y beneficiario de la droga no se detiene por
fronteras nacionales, cuando ese terrorismo no puede secuestrar en Colombia,
secuestra en los países vecinos, cuando ese terrorismo sea definitivamente
expulsado de Colombia y no encuentre que se le contrarresta con toda
la severidad en algún territorio vecino termina desafiando al
vecindario. El terrorismo no tiene fronteras, no tiene pudor, no tiene
limites por razones ideológicas, ni tiene limites por razones
de respeto a la ley y por valores éticos. Las fronteras del terrorismo
no las marca sino la extensión de su riqueza y de su poderío
militar, por eso hay que derrotarlo y es fundamental para derrotarlo
que derrotemos el tráfico ilegal de armas.
Mil gracias señor embajador Horacio Serpa y muy distinguidos
embajadores y jefes de delegación por haber escogido a Colombia
para esta nueva conferencia que nos permita avanzar en la Convención
Interamericana contra la fabricación y el tráfico ilícito
de armas entendemos su compromiso su presencia en Bogotá alrededor
de este tema como un nuevo compromiso de la Organización de los
Estados Americanos para ayudar a Colombia a superar este flagelo del
terrorismo, para ayudar a Colombia a enseñorear las instituciones
obre todo el territorio como razón de protección del pueblo.
Muchas gracias".
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