DISCURSO
DEL PRESIDENTE EN EL INICIO DE LAS NEGOCIACIONES DEL TLC CON ESTADOS
UNIDOS
Cartagena, mayo 18 (SNE).- El siguiente
es el discurso del presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez, en la
instalación de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio
(TLC), de manera conjunta con Perú y Ecuador, con los Estados
Unidos:
"A principios de los años sesenta del siglo XX, los
jefes de Estado de las naciones del Continente se reunieron en
Punta del Este, Uruguay, para lanzar la Alianza para el Progreso,
un bello sueño de cooperación, solidaridad e integración,
inspirado por el Presidente John F. Kennedy, que en nuestras naciones
tuvo el liderazgo de los presidentes Alberto Lleras Camargo y Juscelino
Kubistcheck.
I. UN PROYECTO PERMANENTE
Aquel proyecto se desvaneció. Era una intención
política sin seguridad de permanencia. Con su partida, esfumó las
ilusiones sociales que había despertado.
En los últimos lustros, los Estados
Unidos han permitido acceso a su mercado de productos andinos
por decisiones unilaterales,
limitadas en el tiempo, como reciprocidad a la lucha contra la
droga.
Esto habrá de terminar el 31 de diciembre del año
2006, como acabamos de escucharlo de la señora Vargo.
Tan pronto como han empezado a regir esas
reglas, ha surgido la angustia de pensar qué pasará al final de un período
tan corto de vigencia. Esa incertidumbre no propicia inversiones
ni permite proyectos económicos y sociales ambiciosos y
de largo plazo.
La etapa que hoy iniciamos busca una integración
PERMANENTE, que abra las puertas para el crecimiento, el mejoramiento
del empleo,
el ingreso, la mayor cobertura de seguridad social.
La etapa que hoy iniciamos no es una renuncia
a la integración
americana, sino un paso para que esta se dé sin dilaciones,
con franqueza y creatividad, para que tenga la impronta necesaria
de equidad.
Hace poco concluimos la parte fundamental
de otro gran paso de la integración americana: el acuerdo
entre la Comunidad Andina y MERCOSUR.
II. SENTIMIENTOS CRUZADOS
A esta hora se cruzan varios sentimientos
entre las gentes de nuestros pueblos: muchos ciudadanos son conscientes
de la necesidad
de estos acuerdos para tener unas economías robustas que
construyan justicia social; otros albergan preocupaciones por la
pequeña empresa, por el agro y por grupos laborales; y algunos
levantan proclamas incendiarias contra la negociación, de
cuyo descrédito aspiran a obtener beneficios electorales.
Tendremos un mecanismo de negociación de consulta permanente
con los sectores económicos, sociales y políticos.
Nuestra voluntad de conseguir el consenso total como partes que
negociamos, también se extenderá a obtener mayor
grado de consenso al interior de las sociedades que representamos.
En nuestros países no hay proyecto político que,
razonablemente, pueda oponerse a estos acuerdos. Otra cosa es que
tengan diferencias sobre la oportunidad, reservas, proposiciones
alternativas sobre determinadas normas. Muchos se oponen a estos
tratados mientras están en la oposición, pero cuando
llegan al gobierno se convierten en sus mayores auspiciadores.
Ofrezco a la discrepancia política, receptividad para mirar
cláusulas alternativas. Pido al pueblo no dejarse desorientar
por la consigna sin razón.
III. EMPRESAS Y CIUDADANOS LIBRES
En clara contradicción, la miseria y la injusticia coinciden
con el desánimo empresarial y con empresas privadas recargadas
de tributos y obligaciones. Estos tratados permiten que crezca
la empresa privada y que su avance contribuya a superar la injusticia
y la miseria.
Nuestros trabajadores no tienen futuro
en economías estancadas
o de crecimiento minúsculo. En Colombia sí que podemos
comparar: cuánto mejor vive el trabajador de una empresa
seria, con salario legal, prestaciones y afiliación a la
seguridad social, que el ciudadano que deambula por la calles de
nuestras ciudades, entre el sol y el agua, entre la fatiga personal
y la angustia por el hambre de los hijos; cuánto mejor vive
el trabajador de una empresa exportadora con sentido de responsabilidad
social, que el informal del tugurio que apenas disimula la intemperie
y sin ingreso para las expectativas básicas de su dignidad.
Por eso el trabajador de la Patria debe
pensar muy bien cuál
es el camino correcto: el discurso agitacional que exalta la pasión
sin avizorar el porvenir, que siembra el odio y niega la reivindicación,
o el recorrido certero de la expansión económica
que genere el empleo digno y la relación solidaria entre
el capital y el trabajo.
La pequeña empresa es elemento esencial para la justicia
social, la aceptación ciudadana del concepto de empresa
privada, la desagregación de los procesos productivos, la
productividad y la competitividad.
Quien puede desarrollar una pequeña
empresa siente de verdad que es un ciudadano libre y que vive
en un mundo libre.
La pequeña empresa marca la alternativa frente a las fases
monopólicas que destruyen el capitalismo, y a las colectivizaciones
y estatizaciones que obstruyen la creatividad y desconocen la libertad.
Hoy el riesgo contra la empresa privada
no se desprende del vigor ideológico de las tesis que otrora desafiaron el capitalismo,
sino de la incapacidad del capitalismo de lograr que cada día
surjan nuevas empresas y nuevos empresarios.
Invito para que en este proceso de integración seamos totalmente
cuidadosos para estimular la pequeña empresa, expresión
concreta de la libertad, garantía del progreso y de la estabilidad,
aún de las grandes unidades empresariales.
IV. DINAMISMO DEL AGRO
Los territorios de estos países andinos son extensos, con
infinitas posibilidades agropecuarias. En este sector reposan esperanzas
de desarrollo rural, de empleo, de agregación de valor para
desarrollar una variada y dinámica oferta exportable.
El número de nuestros pobladores, el tamaño de nuestros
territorios, los recursos ambientales y el potencial agropecuario,
son condiciones para visualizar un modelo en el cual el producto
multinacional de alta tecnología, no anule el agro y la
industria, sino que aliente dinamismo en estos sectores.
La equidad en el tratamiento del sector agropecuario y de la agroindustria,
es elemento de la credibilidad y de la perdurabilidad de estos
tratados.
En nuestro medio, la fortaleza del sector
agropecuario es la garantía
de la destrucción definitiva de las drogas ilícitas.
En consecuencia, la equidad con el sector agropecuario es un instrumento
para derrotar el terrorismo financiado por la droga.
Invito a que en esta negociación incorporemos cláusulas
innovativas garantes de la equidad con el sector agropecuario.
Que en lugar de diferir estos temas a acuerdos futuros, todavía
inciertos en el seno de la Organización Mundial de Comercio,
nuestro avance siente precedentes que puedan ser adoptados en esta
organización.
V. DEBATE POLÍTICO. COMITÉS
DE TRABAJADORES Y EMPRESARIOS
Invito a considerar la idea de grupos permanentes
de trabajo, integrados por trabajadores y empresarios de los
países
signatarios, para explorar soluciones a toda dificultad que se
presente durante la vigencia del tratado que habremos de obtener.
Quienes acudimos hoy a este recinto, en
representación
de Perú, Ecuador, Bolivia, los Estados Unidos y Colombia
estamos convencidos de que el paso que nos proponemos dar es de
enorme beneficio para nuestros pueblos. Sin embargo, entendemos
que el avance hacia el libre comercio tropieza con oposición
política.
La única manera de sortear los obstáculos a la integración
económica es con equidad. Con equidad, la integración
económica será más sólida cada día.
La equidad contrasta con los acuerdos de
adhesión y con
las pretensiones paternalistas. La equidad permite encontrar normas
diferentes para igualar a los desiguales. La equidad ofrece el
equilibrio entre el respeto a la propiedad intelectual, como presupuesto
para que florezca la investigación, y la necesidad de que
los más pobres accedan a sus beneficios.
Es hora de avanzar con paso firme y con solidaridad. Con los Estados
Unidos hemos tenido una alianza por la democracia y contra sus
enemigos de cada coyuntura, ahora contra el terrorismo. Este tratado
debe ayudarnos a eliminar el terror de los violentos, y el terror
de la miseria que ellos han profundizado.
VI. EL POTENCIAL DEL INTERCAMBIO COMERCIAL
Los gobiernos intentamos con frecuencia
fortalecer las relaciones entre los países a partir de declaraciones políticas.
Pero pocos lazos son más fuertes entre las naciones que
el intercambio comercial. Cuando los empresarios, grandes y pequeños,
inician y amplían relaciones, con ellas vienen beneficios
mayores: mejores empleos, mejores precios, mejores productos, mejor
ingreso, mejor equidad.
El Tratado de Libre Comercio con los Estados
Unidos abrirá las
puertas al mercado más grande del mundo para productos agrícolas
e industriales, para servicios provenientes de esta región
andina.
Ello aumentará la inversión local y extranjera,
habrá de generar nuevas oportunidades de negocios. De esa
forma se acelera el crecimiento económico, se aumenta el
empleo y se tiene éxito en la lucha contra la miseria y
contra la pobreza.
La mayor productividad de las empresas
nacionales y el acceso libre a productos, beneficiará a los hogares y los consumidores
de los países andinos. Mejores oportunidades, más
oferta, mayor calidad y más variedad de productos se traducen
en una mejor calidad de vida para todos.
¡Esa sí que es una verdadera
alianza para el progreso!
El Presidente Abraham Lincoln, en una de
las más bellas
piezas oratorias de la historia, refería a su nación
como "concebida en libertad y dedicada a la proposición
de que todos los hombres son creados iguales". Los invito
a que este tratado estimule la igualdad en el bienestar, en la
libertad, en las oportunidades, entre los ciudadanos de los Estados
Unidos y los ciudadanos de nuestras Patrias, y entre nosotros de
la América Andina.
Saludo la hermandad de las naciones andinas.
Que nuestras actuaciones estén tuteladas por Bolívar, Santander, Sucre, Córdova
y San Martín. Que los sueños integracionistas de
la Carta de Jamaica, de la convocatoria del Congreso Anfictiónico,
sirvan de marco y preámbulo a este proceso.
Construyamos la igualdad, con equidad entre
los desiguales, al estímulo del mensaje del Libertador al Congreso de Bolivia,
para dar cuenta de la Constitución que el construyó: "He
conservado intacta la ley de las leyes: la igualdad. Sin ella perecen
todas las garantías, todos los derechos. A ella debemos
hacer todos los sacrificios". Cada vez que en el Libertador
leamos la palabra igualdad, entendamos su significado en equidad
y solidaridad.
Pido al Creador que nos de luces para que
este proceso contribuya al bienestar de nuestros pueblos".
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