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MENSAJE DEL PRESIDENTE ÁLVARO URIBE, CON OCASIÓNDEL LANZAMIENTO DEL LIBRO “LA HISTORIA DE LAS GUERRAS”

Bogotá, 22 nov (SNE). El siguiente es el texto del mensaje enviado por el presidente Álvaro Uribe con motivo del lanzamiento del libro “La historia de las guerras”, escrito por el senador Rafael Pardo Rueda.

“En una carta de Maquiavelo, se describe bien lo que es la dura brega intelectual: “Llegada la noche, vuelvo a casa. Antes de entrar en mi gabinete, me quito el traje de campo, sucio y enlodado, y decentemente vestido me presento ante los hombres de la antigüedad. Acogido amorosamente por ellos, satisfago mis necesidades intelectuales con este alimento, el único que me conviene y para el cual he nacido”.

Lo felicito, senador Pardo. Basta leer las once páginas del índice onomástico de su libro, para entender, que pasó usted largas noches hablando con los protagonistas de la historia de Colombia. Es su tarea vital, que, combinada con la conducción política y el servicio a la Patria, se expresa en textos magníficos como De primera mano y este que hoy ve la luz, La historia de las guerras.

Los colombianos, estimado senador, debemos aprender a defender nuestra historia, la legitimidad del Estado, la respetabilidad de los gobiernos, la estructura democrática del Congreso y de las Cortes.

Usted, el heredero de don Tomás Rueda Vargas, ese gran estadista e intelectual; usted, que ha dirigido nuestra política de defensa y seguridad, sí que tiene argumentos para negar las consignas desestabilizadoras, las que intentan en vano justificar la acción terrorista como una consecuencia de los niveles de inequidad y exclusión que reinan en Colombia.

En 1992, intelectuales de la izquierda colombiana, entre ellos Gabriel García Márquez, Antonio Caballero, Enrique Santos, Nicolás Buenaventura, Hernando Corral y María Jimena Dussán, lanzaron un gran Manifiesto, dirigido a los violentos:

“Ponemos en tela de juicio la legitimidad y la eficacia de la acción que ustedes sostienen desde hace años (…) Su guerra, comprensible en sus orígenes, va ahora en sentido contrario de la historia (…) Su guerra, señores, perdió hace tiempo su vigencia histórica, y reconocerlo de buen corazón será también una victoria política”.

Creo, con usted, que es importante conocer las causas y razones de las guerras. Y, tan importante como eso, conocer las sinrazones de las que hablaron los intelectuales. Después de la caída del Muro de Berlín y de la Constitución de 1991, los colombianos no hemos vivido una guerra: hemos padecido una violencia inútil y una agresión injusta, a la que llamamos terrorismo.

El DIH, cuando se reúnen ciertas circunstancias, eleva la consideración de los procesos violentos, al rango de conflicto interno armado. Ello ocurre cuando una fuerza beligerante puede realizar operaciones militares concertadas bajo un mando responsable, en un territorio dominado por ella, y con la disposición expresa de cumplir los preceptos humanitarios.

Colombia no reconoce en los grupos violentos, ni guerrilla, ni paramilitares, la condición de combatientes. El Estado ejerce la soberanía en todo el territorio y señala como terroristas a quienes, escondidos en la selva, financiados por el secuestro y el narcotráfico, ordenan atentados y masacres contra los ciudadanos de Colombia. Eso no les da estatus de fuerza beligerante. El Estado colombiano los combate con plena firmeza y dentro del más estricto respeto del DIH, de los derechos humanos, de la Constitución y de la legislación penal.

Colombia es una de las democracias más antiguas del continente. Con una continuidad sorprendente en medio de las dificultades. Cuando hay un Estado constituido institucionalmente para garantizar el ejercicio pleno de la democracia, no se puede admitir la legitimidad de la oposición armada.

Una obra como la suya, llena de conocimiento teórico y experiencia directa, debe iluminar el trabajo de todos los que intervienen en la dirección de la política de Seguridad Democrática. A ellos, y a todos los ciudadanos estudiosos de la realidad nacional, se las recomiendo con entusiasmo”.

 
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