PALABRAS
DEL PRESIDENTE URIBE AL CONDECORAR A SU HOMÓLOGO DE BOLIVIA,
CARLOS MESA
Bogotá, 29 nov (SNE). Las siguientes son las palabras del
presidente Álvaro Uribe Vélez durante la condecoración
con la Orden de San Carlos en el Grado de Gran Collar, al presidente
de Bolivia, Carlos Mesa Gisbert, en el Salón Bolívar
de la Casa de Nariño.
“Las naciones andinas que, exceptuando Chile, son también
bolivarianas, tienen un gran reto: reconquistar su preeminencia
universal, aquella que tuvieron como Imperio precolombino, y la
que en el siglo XIX le dieron los dos grandes padres de la libertad
y la democracia: Simón Bolívar y Antonio José de
Sucre.
Los andinos somos la mejor representación de la pan-etnia.
Bolivia, por ejemplo, es un crisol en el que se unen las culturas
Aymará y Quechua, con la hispana y la afroamericana, a las
que se suman diversas migraciones de árabes, alemanes, italianos,
chinos y gentes de todas las latitudes.
Tenemos en esa tierra prodigiosa, santuario
de la biodiversidad, bañada por el Amazonas, y en esta América, todos
con dos grandes océanos, un Potosí de oportunidades
de vida. Lo importante es que nuestros pueblos y nuestros liderazgos
sepan acertar, que nuestras instituciones nos lleven por el camino
correcto.
Bolívar, redactor de la primera Constitución Boliviana,
genio superior, entendió el orden como principio de unidad
y de justicia social. Supo obtener el apoyo de los sectores populares
de Venezuela y Colombia, para poder lograr la Independencia.
Y después de la primera y muy difícil experiencia
en Venezuela, recapacitó en el Alto Perú y allí se
convirtió en el abanderado de las reivindicaciones sociales,
para crear ese orden de equidad, el orden bolivariano. En la espada
libertadora, con la que escribió para Bolivia una Constitución
sin privilegios ni exclusiones, se reconoce el símbolo de
la autoridad al servicio de las garantías populares.
El discurso de presentación de su proyecto de Constitución
para Bolivia, es una bella pieza en la que se combinan todas las
grandes experiencias que vivió el mundo en los cuarenta
años, incluida la Constitución de Filadelfia, el
período de Bonaparte, Haití y las revoluciones en
Suramérica.
Dijo el Libertador ante los legisladores bolivianos:
“Vuestro deber os llama a resistir el choque de dos monstruosos
enemigos que recíprocamente se combaten, y ambos os atacarán
a la vez: la tiranía y la anarquía forman un inmenso
océano de opresión, que rodea a una pequeña
isla de libertad, embatida perpetuamente por la violencia de las
olas y de los huracanes, que la arrastran sin cesar a sumergirla.
Mirad el mar que vais a surcar con una frágil barca, cuyo
piloto es tan inexperto”.
Antonio José de Sucre, el benemérito, como solía
llamarlo El Libertador, aceptó la idea de ser el primer
gobernante de ese país que conformaron las provincias del
Alto Perú, y que a disgusto de Bolívar, bautizaron
con su nombre.
Breve en su breve paso por el poder, Sucre
dejó huella
profunda en educación, para ambos sexos, como él
mismo aclaró, una idea revolucionaria de su época.
Huella profunda en la lucha por la salud, las obras públicas,
la democratización de la propiedad, el manejo cuidadoso
de las rentas y la moneda.
Usted, presidente Mesa, rige los destinos
de un gran país
fundado por grandes. Ese legado nos compromete a todos a guiar
los destinos de nuestros pueblos, con la sabiduría y elevación
con que siempre obró Sucre.
Como él, todos los presidentes de estas naciones debemos
poder decir: “No he hecho gemir a ningún boliviano;
ninguna viuda, ningún huérfano solloza por mi causa
(…) y he señalado a mi gobierno por la clemencia,
la tolerancia y la bondad”.
Dijo él que en el retiro de su vida vería sus cicatrices
y nunca se arrepentiría de llevarlas, cuando le recordaran
que para formar a Bolivia prefirió el imperio de las leyes
que ser el tirano o el verdugo que llevara siempre una espada pendiente
sobre la cabeza de los ciudadanos.
Ha correspondido a usted, señor presidente Mesa, un período
particularmente difícil de la hermana Patria boliviana.
Un período de ebullición. Un período en el
cual se han manifestado, con toda la energía, presiones
sociales. Y usted lo ha conducido con gran equilibrio. La democracia,
que pudo haberse afectada hace poco más de año y
medio, está hoy perfectamente recuperada por el equilibrio
de su conducción, alrededor del cual Bolivia ha encontrado
un punto de convergencia.
Cuánto ayuda ese equilibro suyo a avanzar en la integración
de la Comunidad Andina. A que podamos tener éxito en lo
que habrá de ser ya la ejecución de los acuerdos
entre la Comunidad Andina y Mercosur. A avanzar en el TLC con los
Estados Unidos, del cual Bolivia es por ahora observador, pero
que aspiramos tener como integrante plenamente. Cuánto ayuda
a que avancemos en la construcción de una América
del Sur, de una América de la Comunidad Andina, con una
sociedad sin exclusiones, con un modelo político sin odios,
con una democracia pluralista, en permanente debate, pero en debate
sin antagonismos insuperables, en debate siempre creador, en debate
con capacidad de sintetizar.
Impongo a usted, señor presidente Mesa, la Orden de San
Carlos en el Grado de Gran Collar. Es un reconocimiento que el
Gobierno se reserva para quienes, como usted, han servido con grandeza
a la causa de las hermanas patrias, que es servir con grandeza
a la causa de Colombia. Como amigo leal, como demócrata
integral, como intelectual que ha puesto su sabiduría al
servicio de su pueblo, al servicio de imponer el equilibrio y la
sensatez sobre las alteraciones sociales, como el líder
de una gran nación hermana, como conductor de un país
con el que tenemos unas raíces y un destino común.
Señor presidente Mesa, quiero invitarlos a todos a brindar
por Bolivia, por Colombia, por nuestra Comunidad Andina, por los éxitos
de su Gobierno, tan comprometido en construir la armonía.
La armonía democrática de su Patria es la armonía
nuestra. Muchas gracias por su visita”.
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