TEXTO DE LA PROPUESTA
DEL GOBIERNO NACIONAL AL ELN
Bogotá, 10 sep. (SNE).- El siguiente es el texto de la
propuesta de paz que presentó el Gobierno Nacional al Comando
Central del Ejército de Liberación Nacional, ELN,
el pasado 3 de agosto.
“Bogotá, agosto 3 de 2004
Señores
Comando Central ELN
El pasado 30 de mayo durante su visita
a México, el presidente Álvaro
Uribe Vélez dejó abiertas las puertas para el inicio
de un proceso de paz con el ELN. La pronta respuesta de Ustedes
al gobierno mexicano, la aceptación de este país
como facilitador para los acercamientos, así como las propuestas
de su organización hechas públicas el pasado mes
de junio, dan a entender que el momento del diálogo ha llegado.
Es por eso que a través del embajador Andrés Valencia,
en quien el gobierno colombiano ha depositado su confianza para
tender con el COCE puentes de entendimiento, damos a conocer esta
propuesta de paz al ELN, como base de un acuerdo que nos permita
avanzar hacia la reconciliación de todos los colombianos.
El gobierno ofrece a los miembros del ELN
la oportunidad de sentarse a dialogar con todas las garantías requeridas para que puedan
defender sus ideas sin recurrir a las armas. A fin de crear las
condiciones de confianza necesarias para avanzar en un proceso
de paz, proponemos al ELN como punto de partida un cese de acciones
hostiles contra el Estado y la sociedad civil. En reciprocidad
el gobierno suspenderá las acciones militares ofensivas
contra su organización, mientras se avanza en un proceso
de diálogo serio y con una real voluntad de paz.
El gobierno no está exigiendo de entrada desarme ni desmovilización.
Sólo un cese de hostilidades, como primer paso o punto de
partida para un proceso de paz. El cese de hostilidades debe entenderse
como el cese de acciones de cualquier tipo contra el Estado y los
derechos y libertades fundamentales de la población colombiana.
El cese de hostilidades es una oportunidad para que el ELN deje
atrás el uso de la violencia y valide en la vida democrática
sus reivindicaciones sociales y planteamientos políticos,
de cara a la sociedad nacional y la comunidad internacional. El
cese de hostilidades se torna prioritario para justificar ante
el mundo el proceso, teniendo en cuenta que el ELN es considerado
organización terrorista por los Estados Unidos y la Unión
Europea, motivo por el cual se necesita una muestra inequívoca
de su voluntad de no ejecutar más actos violentos y adentrarse
de lleno en el camino de la paz.
El cese de hostilidades con reciprocidad
gubernamental debe contar con garantía internacional, para que se avance en el proceso
con pleno respeto para las vidas y derechos de los miembros del
ELN y de los demás miembros de la sociedad colombiana. Con
la ayuda de la facilitación mexicana, podemos poner en marcha
un mecanismo internacional para la vigilancia de la reciprocidad
acordada.
Como parte fundamental de la declaración de un cese de
hostilidades es necesario abordar el tema del secuestro. El gobierno
nacional le propone al ELN la suspensión del secuestro y
la liberación de todos los secuestrados en su poder. Una
vez cumplido este compromiso, el gobierno adelantará las
acciones pertinentes para que los miembros del ELN procesados por
el delito de rebelión, que se encuentren en las cárceles
colombianas, puedan recibir un beneficio jurídico que les
permita recuperar su libertad.
La excarcelación de estas personas estará fundamentada
en el compromiso de no volver a delinquir y en la definición
de unos mecanismos efectivos que permitan su integración
a la vida productiva y a la civilidad democrática.
El cese de hostilidades con reciprocidad
gubernamental se complementará con
acciones humanitarias, como programas de desminado en las zonas
de presencia del ELN, para lo cual se contará con la participación
activa de la comunidad. Tanto para este programa, como para la
financiación de las etapas posteriores del proceso, el gobierno
se compromete a buscar el apoyo de potenciales donantes en la comunidad
internacional.
Reafirmamos el papel que viene cumpliendo
el gobierno mexicano en la labor facilitadora, para lo cual cuenta
con toda nuestra
confianza y plena autonomía. Sin embargo, para las fases
ulteriores, el gobierno nacional está dispuesto a explorar
de manera conjunta con el ELN y el gobierno mexicano la implementación
de un mecanismo de facilitación múltiple, progresiva
y especializada, dejando abierta la posibilidad para que la sociedad
nacional e internacional entren a jugar un papel a medida que se
avance en el proceso. De esta manera podremos recuperar el capital
social acumulado en relación con los esfuerzos que desde
tiempo atrás han venido desarrollando diversas instancias
nacionales, países y organismos internacionales, por sacar
adelante un proceso de paz con el ELN.
Para un gobierno comprometido en la recuperación de la
confianza ciudadana que estimule el debate fraterno y democrático,
es claro que la política de seguridad democrática
deja abiertas las puertas al diálogo sin arrogancia ni dogmatismos
estériles. La política de seguridad democrática
no se opone a la salida negociada; antes bien, la incluye dentro
de su horizonte.
La salida negociada y la política de seguridad democrática
adelantada por el Estado se complementan, pues buscan el mismo
propósito: generar confianza entre los ciudadanos, legitimar
la democracia y fortalecer el ejercicio del pluralismo político.
La oferta generosa para un diálogo y negociación
de paz, dentro del ejercicio del Estado Social de Derecho y el
fortalecimiento de las expresiones democráticas, es la mejor
manera de complementar la política de seguridad democrática,
para que los ciudadanos amplíen sus posibilidades de participar
en los asuntos de su comunidad, en la toma de decisiones políticas,
en la fiscalización de los gobernantes, y en el acceso al
poder mediante elecciones libres e imparciales.
Solo se puede dialogar con generosidad
y tolerancia una vez haya absoluta claridad sobre el tema principal
que se debe abordar:
el fortalecimiento de la democracia y la puesta en marcha de mecanismos
que permitan un adecuado respeto al debate amplio y al pluralismo
político.
Consolidados los primeros logros de la
política de seguridad
democrática, es hora de concentrar esfuerzos en la búsqueda
de soluciones creativas y novedosas en el campo de la paz que le
permitan al país garantizar de manera plena el respeto a
los derechos fundamentales de todos los colombianos e incrementar
el pluralismo y la oposición política desde la legalidad,
fortaleciendo todas las acciones que reivindican el carácter
democrático de un Estado que debe abrirse cada vez más
a una vocación comunitaria.
Recuperar el orden y la seguridad –requisito cardinal para
la vigencia de las libertades y los derechos humanos– es
preocupación central de una política de seguridad
democrática que ofrece seguridad para todos, pues todos
son bienvenidos en la democracia.
La oposición, los que disientan de las ideas del gobierno
o de su partido, serán protegidos con el mismo cuidado que
los amigos o partidarios del gobierno.
El gobierno nacional es consciente que
sin seguridad no hay paz, sin seguridad no hay progreso, sin
seguridad no hay confianza que
incentive el desarrollo económico y el bienestar social.
De ahí, que la política de seguridad democrática
tenga por propósito asegurar la viabilidad de la democracia
tanto en lo político como en lo económico, fomentando
el respeto a los derechos humanos, la democratización de
la propiedad y el pluralismo político, única manera
de avanzar en la legitimación del Estado Social de Derecho.
La seguridad democrática permite el ejercicio político
desarmado y la concertación nacional. La paz se construye
en los escenarios democráticos con el fortalecimiento de
las garantías ciudadanas, con la promoción de la
participación en los asuntos públicos y con el control
sobre la acción estatal. La paz se construye consolidando
los espacios de oposición y el debate abierto, transparente
y sin armas sobre el conjunto de los temas que componen la agenda
social, política, económica y cultural de la nación.
En el marco de esta política de paz, el gobierno invita
a todos los colombianos y al ELN a construir una nación
con ciento por ciento de tolerancia a la diferencia, pero cero
tolerancia al crimen; con pluralismo pero sin violencia; con disenso
pero sin fundamentalismo; con firmeza en las convicciones pero
sin dogmatismos extremos. Queremos una Colombia capaz de superar
las desigualdades, avanzando en la construcción de una sociedad
vertebrada alrededor de una clase media austera, honrada, trabajadora,
solidaria y pluralista.
El gobierno invita a todos los colombianos
a superar nuestros altos índices de violencia, diferencias, individualismos
y a luchar por la solidaridad, base de la reconstrucción
de la confianza entre unos y otros, que es la esencia del capital
social y fundamento en la consecución de la paz nacional.
El gobierno invita a poner en marcha una política de paz
cimentada en unos diálogos eficaces y conducentes a la búsqueda
de la reconciliación nacional.
El paso de la seguridad democrática hacía la paz
debe ir acompañado de espacios amplios de participación
política, entre los cuales estamos dispuestos a considerar
la propuesta planteada por el ELN de una “Convención
Nacional”, cuyos procedimientos podríamos discutir
en una segunda fase del proceso, de tal manera que su realización
contribuya a la apertura de un espacio de amplia interlocución
política, de diálogo e intercambio de ideas que le
permitan a todos los colombianos participar y debatir en los escenarios
democráticos nacionales, regionales y locales, impulsando
transformaciones sociales y políticas que fortalezcan esas
dinámicas y acuerdos ciudadanos, sin los cuales resulta
imposible avanzar hacia una paz nacional definitiva.
Atentamente,
Luis Carlos Restrepo Ramírez”
(FIN)
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