PALABRAS DEL
PRESIDENTE URIBE EN REINAUGURACIÓN
DE ‘CASA MUSEO GENERAL SANTANDER’
Bogotá, 04 abr. (SNE).- El siguiente es el discurso
del Presidente de la República, Álvaro
Uribe Vélez, al participar este lunes en la reinauguración
de la ‘Casa Museo General Santander’, realizada
en Bogotá:
“Hemos escuchado tres muy brillantes intervenciones
que quiero agradecer inmensamente: la intervención
del señor Embajador de Venezuela, general Carlos
Rodolfo Santiago, que hace una muy buena conciliación
entre la tarea y el pensamiento de los genios de Bolívar
y Santander; la intervención de doña Martha
Blanco de Lemus, Ex Primera Dama de la Nación,
que recogió todo el espíritu y el texto
de orden que nos legó el ex presidente Carlos
Lemus, quien en momentos tan difíciles para la
Nación, cuando se confundía la civilidad
con la debilidad supo rescatar esos conceptos de orden
y libertad; y hemos escuchado las palabras de doña
Cecilia Fernández De Pallini, a quien hay que
agradecerle constancia, la dedicación para preservar
este sitio de la Patria, que más que un museo
es un sitio de inspiración del sometimiento que
todos los colombianos debemos al ordenamiento jurídico.
Quiero agradecer inmensamente
la distinción que
se me hace en condición de Presidente de la República
y reiterar mi promesa de coadyuvar en alguna forma durante
todos los días de mi vida al buen suceso de este
esfuerzo de ustedes la Sociedad Santanderista de Colombia.
La Historia reconoce a Francisco
de Paula Santander como el creador de nuestro Estado
de Derecho, el inspirador
de la tradición civilista que nos enorgullece
ante el mundo, el defensor inquebrantable del imperio
de la ley.
Los colombianos, tenemos que
exaltar la memoria de quienes construyeron las fundaciones,
para que esta Nación
realice sus fines. En el despacho presidencial, que ahora
ocupo, he querido que esté el retrato del general
Santander, junto con el del Libertador, el del general
Uribe Uribe y el del precursor Nariño. Ellos guían
con su espíritu, la diaria faena de gobernar la
Nación; ellos son faros de virtud: Nariño
luchó por los derechos humanos al servicio de
la virtud; Bolívar puso su espada al servicio
de la virtud; Uribe Uribe fue la virtud en carne y hueso,
y Santander es la ley al servicio de la virtud.
Bolívar dijo en aquella bellísima carta
a la Convención de Ocaña que “sin
fuerza para hacer cumplir la ley no hay virtud y sin
virtud perece la república”, y Santander
puso la ley al servicio de la virtud.
Bolívar y Santander prefiguran nuestra identidad
política como Nación. El primero encarna
la idea de orden y autoridad. El orden como presupuesto
ineludible de la libertad, la autoridad que hace posible
la igualdad de oportunidades. El segundo representa el
imperio de la ley que garantiza la seguridad y el ejercicio
de las libertades. El orden para la libertad mediante
la autoridad democrática de la ley: ¡He
allí el binomio ético-político que
sostiene la continuidad histórica de nuestra Nación
y otorga sentido a nuestra institucionalidad!
Bolívar entendió el orden como principio
de unidad y de justicia social. Supo obtener el apoyo
de los sectores populares de Venezuela, quienes al separarse
de la dominación, hicieron posible la independencia.
Los indígenas del Alto Perú avizoraron
en el orden Bolivariano, el faro de sus reivindicaciones
sociales; en la espada libertadora, que escribió la
Constitución sin privilegios para Bolivia, reconocieron
el símbolo de la autoridad al servicio de las
garantías populares.
Santander concibió la paz y la concordia, que
es el estado del alma para que la paz sea permanente,
bajo el exclusivo reinado de la ley. Prefirió la
ley a la guerra, cuando le solicitaban más tropas
para la campaña libertadora del Sur del Continente.
Honró la ley con su obediencia a la autoridad,
aún, al costo de su degradación de comandante
militar en los Llanos.
El general Bolívar y el general Santander, fundaron
aquello que la Nación muchas veces ha olvidado:
la complementariedad del orden y de la libertad, con
dos garantías: el respeto a la Constitución
y la eficacia y la transparencia de la Fuerza Pública.
Cuando los gobiernos son débiles con los corruptos
y con los criminales, se esfuma la unidad de la Nación,
se desmotiva la Fuerza Pública, se pierde el criterio
de que la libertad no tiene sino una garantía,
que es el orden, se desintegra la unidad y se desvanece
la adhesión del pueblo a los valores de la Patria.
Cuando los gobiernos toman la decisión firme de
recuperar el orden y la transparencia, la Fuerza Pública
se reencuentra con su motivación, el pueblo se
reencuentra con ella, al hallarla nuevamente como la
garantía eficaz de sus libertades y de sus derechos.
El general Santander fue un líder de la paz y
la concordia entre los colombianos. Entendió la
ley como el hilo que al juntar un ciudadano con otro
integra finalmente la Nación. Al pisar la tierra
de la Patria, cuando regresó del exilio en 1832,
pronunció estas palabras que quiero recordar hoy
a mis conciudadanos, para que sean guía de nuestra
acción pública y privada:
“No vuelvo a vengar mis agravios personales ni
a indagar quiénes han sido mis perseguidores.
Vengo a prestarle todo los servicios de que sea capaz
con el desinterés y patriotismo con que le he
servido sin interrupción desde el 20 de julio
de 1810 (…) Cooperaré con vosotros a la
dicha de la Nueva Granada, dicha que sólo puede
encontrarse en la obediencia a las leyes y a las autoridades
constitucionales”.
“Os declaro nuevamente que como magistrado o ciudadano
privado, soldado o labrador, la libertad bajo un gobierno
republicano continuará siendo mi ídolo,
las leyes la única regla de mi conducta y la utilidad
de la mayoría el objeto de mis investigaciones
y sacrificios. Depongo en aras de la Patria todos mis
resentimientos particulares, perdono a todos mis enemigos
y me consagraré sin reserva al reestablecimiento
de la paz interior y de la concordia general, bajo el
reinado de la ley. Haced todos lo mismo como una ofrenda
digna, de la civilización y de los principios
liberales que hemos proclamado. No más injurias,
no más rencores por los errores o faltas pasadas.
Velemos todos en que nuestra Constitución Política
sea exactamente cumplida, llamemos la atención
de las autoridades hacia las maquinaciones que pudieran
tramar sus enemigos, olvidemos la conducta de los que
por perversidad destruyeron nuestras instituciones, pero
no nos insultemos más, no frustremos los efectos
saludables que un código de leyes protectoras
y un gobierno imparcial y justo deben producir”.
“Convenzámonos de que la persecución
a nadie desengaña de sus errores, ni evita las
reacciones políticas. Por el contrario, la moderación,
la tolerancia y la justicia rigen el corazón y
desarman el descontento. La firmeza y la vigilancia castigarán
al incorregible, sin que el honor del país ni
la civilización sufran lesión alguna”.
(…) “Nuestro primer deber es, ciertamente,
asegurar la existencia de nuestro país y la conservación
del sistema político, empleando contra sus enemigos
aquellas medidas represivas que dictan nuestra común
seguridad, la razón y las leyes. Pero todo lo
que se aparte de esta regla es injusto, innoble y deshonroso,
y vosotros, estoy seguro, que no podéis querer
atraeros la deshonra que produce la injusticia, ni los
males que acarrean una constante persecución”.
Doña Cecilia, vamos a coordinar con la Secretaria
Privada de la Presidencia, una reunión con los
historiadores de la Patria a manera de Consejo Comunitario,
aquí en este recinto, para poner la historia de
la Patria y las tareas fecundas ya conciliadas de Bolívar
y Santander en perspectiva, por su puesto atendiendo
una solicitud del ex presidente Samper Pizano, no me
atrevo a convocar ese consejo para hoy mismo pero la
haremos en los próximos días.
Esta Patria necesita que la amemos
sin reservas, la sirvamos sin particular interés y nos esforcemos
por ella sin reticencias. Si alguna carencia ha tenido
el pueblo colombiano, es falta de afecto y consagración
de algunos de sus gobernantes. Nada mejor para concluir,
que invocar al general Santander en su ejemplo de devoción
para servir a la Patria, llevado hasta su hora final,
cuando dijo: “El último día hábil
de mi vida será el primero en que la Nueva Granada
no me verá ocupado de su independencia, de su
honor y de sus libertades”.
Muchas gracias”.