PALABRAS
DEL DIRECTOR DE PLANEACIÓN NACIONAL EN LANZAMIENTO DE
VISIÓN COLOMBIA, II CENTENARIO Bogotá, 8 ago. (SNE).- El
siguiente es el discurso pronunciado por el director
del Departamento Nacional
de Planeación, Santiago Montenegro, durante el
lanzamiento del documento Visión Colombia II Centenario:
2019, evento que se realizó en la Quinta de Bolívar
de Bogotá.
Discurso en
el lanzamiento de la Visión
Colombia, II Centenario
Quinta de Bolívar
Siete de Agosto de 2005
Santiago Montenegro
Director
Departamento Nacional de Planeación
Señor Presidente:
En el día de hoy lanzamos oficialmente el documento
Visión Colombia Segundo Centenario, una idea que
usted planteó desde la campaña presidencial.
El siete de agosto de 2019, Colombia celebrará dos
siglos de vida política independiente, una fecha
histórica y simbólicamente muy importante
que invita a una reflexión profunda sobre nuestro
pasado y nuestro presente; sobre nuestros logros y debilidades;
sobre nuestros aciertos y nuestros errores; pero, ante
todo, sobre nuestras potencialidades y nuestro futuro.
Por eso, con este documento, usted señor presidente
ha querido proponer una amplia discusión entre
los partidos y movimientos políticos, la academia,
los sectores sociales, la dirigencia regional y los gremios
sobre como deberá ser Colombia cuando conmemoremos
dos siglos de vida política independiente. Si
bien ésta es una propuesta que se origina en el
gobierno, el objetivo es que, después de esta
amplia discusión, podamos llegar a una propuesta,
no de gobierno, sino de Estado, pensando que, más
allá de las diferencias políticas e ideológicas
-consustánciales a una sociedad abierta y democrática,
como la nuestra- los colombianos debemos y podemos ponernos
de acuerdo en torno a unas metas fundamentales y a unas
políticas para lograrlas. En este sentido, esta
visión es de mediano y largo plazo, por lo que
explícitamente evita entrar en el análisis
de la coyuntura y de la ejecución de las metas
de los planes de desarrollo y las políticas del
actual y de los anteriores gobiernos. Este documento
debe ser visto como un punto de partida y no de llegada;
como un punto de referencia y instrumento útil
para comenzar y ordenar una discusión; y como
una disposición y actitud de un gobierno que cree
que, haciendo un esfuerzo, entre todos los partidos,
sectores sociales, grupos, conglomerados y regiones podemos
y debemos alcanzar propuestas y soluciones para los grandes
problemas de nuestro país.
No podíamos haber escogido un mejor escenario
y una mejor fecha para presentar la Visión Colombia
Segundo Centenario. En un aniversario de la batalla de
Boyacá y en un año en el que se conmemoran
175 años de la muerte de libertador, el próximo
17 de diciembre. También el próximo 6 de
septiembre se conmemoran 190 años de su Carta
Jamaica, para muchos la pieza magistral del Libertador.
Tiene, entonces, mucho sentido que para mirar hacia el
futuro, hacia el Segundo Centenario, hacia el país
en que vivirán nuestros hijos y nuestros nietos,
tengamos en cuenta, no sólo el presente que hoy
vivimos, sino también de donde venimos. Con toda
razón Edmund Burke dijo que la “sociedad
es en realidad un contrato…pero un contrato no
sólo entre los vivos, sino también entre
los vivos y los muertos y entre los vivos y los que todavía
no han nacido.” La nación que hoy tenemos
es el resultado del esfuerzo y del trabajo, de las ilusiones
y las angustias, los logros y las zozobras de miles,
millones de colombianos y colombianas que desde los albores
de la República trabajaron de sol a sol en un
país que fue fundamentalmente rural, insular,
volcado sobre sí mismo; sin seguridad social;
incomunicado en su interior y con el exterior; cortado
por tres cadenas de montañas que hacen que tenga
una de las geografías más abruptas del
planeta. En todas las familias, los colombianos tenemos
antepasados, bisabuelos y abuelos para quienes jamás
hubo descanso, trabajaron siete días a la semana
y ya viejos y cansados, como para el labrador de Bernárdez, “la
eternidad fue su primer domingo.”
Cuando se mira a Colombia con los ojos de la historia,
con esta geografía tan complicada y con los problemas
que la han afectado -como el narcotráfico- asombra
la fortaleza de sus instituciones y la democracia, los
avances sociales, la estabilidad de su economía;
pese a todos los problemas que aún subsisten.
Encontramos, entonces, muchas pruebas de que tenemos
no sólo país, sino nación, y mucha
más nación de lo que varios intelectuales
nacionales y analistas extranjeros están dispuestos
a aceptar.
Al pedir al Departamento Nacional
de Planeación
a coordinar este trabajo, Usted Señor Presidente
nos invitó a organizar esta propuesta en torno
a dos principios fundamentales. Estos principios dicen
que para el Segundo Centenario, Colombia deberá:
1. Consolidar un modelo político profundamente
democrático, sustentado en la libertad, tolerancia
y fraternidad;
2. Afianzar un modelo socioeconómico sin exclusiones,
basado en la igualdad de oportunidades y con un Estado
garante de la equidad social. Así, estos principios
se desarrollan en cuatro grandes objetivos:
1. Una sociedad más igualitaria
y solidaria
2. Una sociedad de ciudadanos libres
y responsables
3. Un Estado al servicio de los ciudadanos
4. Una economía eficiente que garantice el bienestar
Para el logro de estos cuatro
objetivos, con base en diagnósticos se propusieron estrategias y se plantearon
metas específicas y acciones para lograrlas. Para
el desarrollo de cada meta, se definieron líneas
de base -indicando la situación actual- de cada
variable con la información disponible más
reciente. Además, se tuvieron en cuenta las condiciones
sectoriales, las proyecciones de necesidades futuras
de recursos para cada estrategia y las restricciones
generales fiscales, de balanza de pagos y financieras
del país. Así, se llegó a una propuesta
que, para algunos, es demasiado ambiciosa pero que nosotros
consideramos es realizable bajo un escenario de crecimiento
que Colombia puede y debe alcanzar.
Sin pretender creer que es posible
inventar un nuevo país, Colombia deberá haber
avanzado significativamente en todos los campos para
el Segundo Centenario. Mucho
antes de 2019, Colombia habrá consolidado la paz
y deberá ser una realidad, a lo largo y ancho
del territorio, el deseo de Darío Echandía
de “un país en el que sea posible pescar
de noche.” Este derecho de los colombianos a vivir
en paz se deberá plasmar en una tasa de homicidios
de un 8 por 100 mil habitantes, inferior al promedio
que hoy tiene América Latina y muy cercana a las
de los países desarrollados. Con un país
seguro y con una economía dinámica -creciendo
al 6% por año- el objetivo primordial de la política
gubernamental deberá estar orientado a una reducción
drástica de la pobreza, la eliminación
de la indigencia y la ampliación de la igualdad
de oportunidades. La pobreza, medida con subsidios, que
hoy se sitúa en un 45%, deberá caer a un
15%, y la indigencia deberá reducirse a un 6%.
Igualmente, las coberturas en educación -el instrumento
fundamental para lograr la igualdad de oportunidades-
deberán ser universales, prestando un especial
cuidado al logro de un 100% de cobertura en la educación
preescolar, que hoy en día tiene una tasa de sólo
un 44%. La igualdad de oportunidades deberá también
plasmarse en políticas que conduzcan, no solo
a una mejor distribución del ingreso y la riqueza,
sino también en el acceso a los bienes públicos
y servicios que las gentes utilizan en su tiempo de trabajo
o en su tiempo libre, como el espacio público.
El logro de estas metas no será posible
s i no se continúa y profundiza la reforma del
Estado para que sea verdaderamente eficiente y al servicio
de
los ciudadanos. En 2019, el Estado deberá estar
funcionando completamente por resultados y el proceso
de descentralización deberá haber madurado
con una completa definición de competencias entre
la nación y los entes territoriales. Aunque por
su puesto las circunstancias son hoy muy diferentes a
las de 1815, la lectura de su Carta de Jamaica nos asombra
por la intuición del Libertador al considerar
los problemas que tendríamos por no resolver adecuadamente
las tensiones entre las regiones y el gobierno central.
Veía que nuestro país era en extremo adicto
a la federación y débil en su gobierno
central razón por la cual, escribió “sus
débiles enemigos se han conservado contra todas
las probabilidades.”
La eficiencia del Estado deberá reflejarse también
en una política exterior en la cual Colombia aproveche
plenamente su localización estratégica
para convertirse en un país articulador de bloques
en el hemisferio y para estrechar sus relaciones con
Europa y con Asia. Y, aquí, la tentación
de citar al Libertador es otra vez muy grande y muy relevante
para la Visión del Segundo Centenario.
Bolívar veía para Colombia
un lugar privilegiado en el Continente cuando escribió también
en la Carta de Jamaica que “La Nueva Granada es….
el corazón de América.”Y América
la entendía como todo el Continente, sur, centro
y norte América. Y aunque no creyó posible
hacer de todo el Continente una sola nación “porque
climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos,
caracteres desemejantes dividen a la América,” soñócon
instalar en el Istmo de Panamá un congreso con
representantes de todas las repúblicas americanas
para discutir los intereses de la paz y de la guerra
con las naciones de las otras partes del mundo. Consistente
con esa visión, tiene mucho sentido la integración
de Colombia, no solo con Sur América, sino también
con el eje Panamá-Puebla, por medio de interconexión
eléctrica, de gas y, por supuesto la integración
vial.
Para el logro de las metas sociales,
las de seguridad, las de la eficiencia del
Estado, Colombia requiere una economía dinámica
como base material que las haga realidad. Por ello, hacia
2019, el tamaño del PIB deberá ser dos
veces más grande que el que hoy tenemos; la economía
deberá estar crecimiento a un 4.5% a partir de
2008, 5% a partir de 2010 y un 6% después de 2013,
para lo cual la inversión deberá subir
gradualmente a un 25% y el ahorro a un 24% del PIB. Hacia
2019, deberemos tener un país comercialmente integrado
al mundo y con su infraestructura de transporte, energía
y comunicaciones físicamente integrando a Colombia
con Centro y Sur América. Cuando conmemoremos
el Segundo Centenario, tendremos más de once millones
de empleos nuevos y la tasa de de desempleo deberá caer
a un 5%; se deberán haber sembrado dos millones
de hectáreas adicionales entre cultivos temporales
y de tardío rendimiento y la producción
agropecuaria pasará de 30 a 57 millones de toneladas
por año, con aumentos significativos de productividad
en todos los productos.
La economía deberá crecer
con base en el descubrimiento, innovación y diferenciación
de bienes y servicios, para lo cual será necesario,
no sólo la ampliación de la cobertura y
la mejora en la calidad de la educación, sino
un crecimiento muy grande de la inversión del
país en ciencia y tecnología, que deberá llegar
a un 1.5% del PIB en 2019, la mitad de la cual deberá ser
realizada por el sector privado. Mucho antes del 2019,
tenemos que haber resuelto el problema fiscal y estar
discutiendo de problemas verdaderos y del desarrollo.
Por supuesto, s in que olvidemos que la disciplina fiscal
y monetaria siempre serán unos de los bienes públicos
más preciosos, como entendió el dueño
de esta Quinta, en el Manifiesto de Cartagena (15 de
diciembre de 1812) y lo expresó con una claridad
que envidiarían profesores de macroeconomía
y teoría montería de hoy en día.
Ante la caída de Venezuela, escribió el
Libertador que “La disipación de las rentas
públicas en objetos públicos perjudiciales,
y particularmente en sueldos de infinidad de oficinistas,
secretarios, jueces, magistrados, legisladores, provinciales
y federales, dio un golpe mortal a la República,
porque la obligó a recurrir al peligroso expediente
del papel moneda, sin otra garantía que las fuerzas
y las rentas imaginarias de la confederación.
Esta nueva moneda apareció a los ojos de los más
una violación manifiesta del derecho de propiedad,
porque se conceptuaban despojados de objetos de intrínseco
valor, en cambio de otros cuyo precio era incierto y
aún ideal. El papel moneda remató el descontento
de los estólidos pueblos internos, que llamaron
al comandante de las tropas españolas, para que
viniese a liberarlos de una moneda que veían con
más horror que la servidumbre.”
Para el planteamiento de las
metas, estrategias y políticas
para lograrlas, esta propuesta del II Centenario se elaboró teniendo
en cuenta, tanto marcos teóricos como históricos
y la experiencia concreta de muchas personas en el ejercicio
de gobierno. Así, las conclusiones están,
en la medida de lo posible, sustentadas con cifras que
comparan el presente con el pasado, y la situación
actual de Colombia con la de otros países.
También es menester decir que el análisis
y las conclusiones de este documento no son ni pretenden
ser neutrales. No es un documento que llega a unas metas
teniendo en cuenta unas supuestas condiciones “objetivas” de
comportamiento de las gentes, las empresas o el gobierno.
Este ejercicio no hace parte de la llamada “prospectiva,” porque
sus autores no creen que el futuro se pueda predecir
o que existan leyes que determinan el curso de la historia
de Colombia o de cualquiera otra sociedad, o de algún
aspecto de la realidad. Por el contrario, se parte de
la convicción de que, dadas ciertas condiciones
y restricciones, con voluntad política y un gran
acuerdo nacional se pueden lograr unas metas como una
drástica reducción de la pobreza, la indigencia
y el desempleo.
La Visión del Segundo Centenario también
se construyó teniendo en cuenta unos criterios
de políticas públicas que deberán
guiar las acciones para el logro de las metas planteadas,
particularmente en los sectores sociales. En primer lugar,
aprendiendo de la experiencia de los países latinoamericanos
tras varios años de implementación de las
políticas del llamado Consenso de Washington,
es muy claro que la economía de mercado y la democracia
son condiciones necesarias pero no suficientes para lograr
resultados sociales. La política gubernamental
debe considerar no sólo la parte cuantitativa
del crecimiento sino también su componente cualitativo
y debe plantear estrategias explícitas para alcanzar
las metas sociales. En segundo lugar, y relacionado con
el anterior, el crecimiento no debe considerarse como
un objetivo en si mismo sino como un medio para alcanzar
unas metas sociales.
En tercer lugar, la solución
a los problemas sociales no es un problema exclusivamente
técnico o de recursos; es sobretodo político
e institucional. Tanto o más importante que el
monto de los recursos para lograr las metas sociales
es adecuar la normatividad, los marcos regulatorios,
los arreglos institucionales y lograr los consensos necesarios
para implementar las políticas sociales con efectividad.
En cuarto lugar, es crucial comprender que el éxito
de los programas sociales depende de la existencia permanente
de programas de evaluación del gasto público
para conocer los efectos de las inversiones públicas.
Las decisiones para crear, extender, suspender o modificar
programas y políticas y las asignaciones presupuestales
se deben tomar con suficiente conocimiento de resultados.
En quinto lugar, y también relacionado con el
anterior criterio, la solución a los problemas
sociales pasa por la existencia de información
de calidad, no sólo para poder evaluar la efectividad
del gasto, sino sobretodo para eliminar las grandes brechas
y asimetrías de información que existen
entre la opinión pública, el gobierno y
grupos de interés organizados. La información
es a las políticas públicas lo que el agua
es para el pez: sin agua el pez perece. Sin información
no podrá haber resultados exitosos de las políticas
públicas.
Para concluir, a nombre de todo
el equipo de Planeación
Nacional, de Margarita Rivera -Coordinadora del Proyecto-
y de Diego Bautista- Coordinador del documento- quiero
agradecer a todos los que participaron en su elaboración.
Sería imposible mencionarlos a todos, dentro y
fuera del Gobierno. En el libro hacemos un esfuerzo por
mencionarlos, pero aún así, me temo que
muchos se habrán quedado por fuera. A ellos les
pido excusas y también a todos los colaboradores
que nos dieron sus ideas y comentarios, por las inconsistencias
y mal interpretaciones que aquí aparezcan. Como
Director del Proyecto y Editor del documento, esa responsabilidad
no debe recaer tampoco sobre el equipo. Es solo mía.
Señor Presidente, Señoras y Señores:
Teniendo en cuenta los grandes
progresos, las restricciones, las transformaciones,
las ventajas y desventajas que
caracterizan al país, este documento propone una
visión de Colombia para 2019. Es una visión
ambiciosa pero alcanzable, parte de lo que es Colombia
actualmente y tiene en cuenta su historia. No pretende
reinventar ni al país ni a los colombianos. El
pasado ha dejado un legado importe de logros y fortalezas,
además de penurias y zozobras. No se puede negar
que son muchas las cosas por cambiar, corregir y enmendar.
También es cierto que, mirando hacía atrás,
es muy fácil señalar qué se hizo
mal y proponer qué ha debido hacerse. Pero un
país es fundamentalmente su historia, de ella
se aprende: de sus logros y errores.
Otros países han logrado cuerdos
fundamentales como el aquí propuesto. En España,
con el pacto de la Moncloa, los españoles lograron
un acuerdo para hacer viable la macroeconomía;
en Chile, existe un gran acuerdo implícito entre
todos los partidos políticos sobre el modelo económico,
el equilibrio fiscal y la necesidad de lograr unas metas
sociales; en los países de Oriente, existen planes
de largo plazo, como en China en donde aún están
en curso las cuatro modernizaciones propuestas por Deng
Tsiao Ping y sus compañeros desde los años
setentas.
Así como jamás creímos en el fin
de la historia y de las ideologías, que propusieron
los apologistas del modelo extremo de economía
de mercado, tampoco creemos en su contrario, en el borrón
y cuenta nueva, en el comienzo de la historia; en que
es posible inventarse un país como quien saca
una torta del horno.
Con toda razón el presidente Alberto Lleras dijo
que “no es posible inventarse una nación
nueva como si no tuviera cimientos y ruinas, y como si
los padres no hubieran existido, trabajado y sufrido
sobre ella”. Sobre esos cimientos y esas ruinas,
con esta propuesta invitamos a todos los colombianos
a reflexionar sobre el Segundo Centenario. También
los invitamos a que con el esfuerzo de todos, mucho antes
de esa fecha, en las lagunas de mi tierra, en los esteros
del pacífico, en los ríos que bañan
los llanos y la orinoquía, en nuestras costas,
logremos que nuestros hijos y nuestros nietos puedan
salir a pescar de noche.