PALABRAS DEL PRESIDENTE
DURANTE LA CEREMONIA DE ASCENSO A GENERALES DE LA POLICÍA
NACIONAL
Bogotá, 7 dic. (SNE). Las
siguientes son las palabras del presidente Álvaro Uribe Vélez, durante la ceremonia
de ascenso a Generales de la Policía Nacional, realizada
en el campo de paradas de la Escuela Nacional de Policía
General Santander:
“Regresamos esta mañana a este campo de la Escuela
Francisco de Paula Santander, para cumplir en esta ceremonia con
una serie de puntos de gran interés para la Patria. Agradezco,
y nos honra muchísimo, la presencia de los comandantes de
la Gendarmería de Argentina, de la Policía Nacional
de Bolivia, de la Policía Nacional del Ecuador y del Subdirector
General Operativo del Cuerpo Nacional de la Policía de España.
Nos honra mucho se presencia. Una señal clarísima
de cómo estas democracias se integran en el propósito
del rescate de la seguridad. Un gesto claro, contundente, de la
solidaridad de nuestros países en la derrota del terrorismo
y de ese perverso negocio que lo alimenta, el narcotráfico.
Nos reunimos esta mañana para asistir al ascenso a Brigadieres
Generales del hoy general Óscar Naranjo Trujillo, del hoy
General Rafael Parra Garzón, del hoy General Julio Chávez
Ocaña, del hoy General Guillermo Aranda Leal, del hoy General
Orlando Páez Barón.
Llegan a un escalón superior de su carrera policiva. Después
de servir tantos años, de servir bien y honradamente en
la institución. A ellos, la felicitación de todos
los compatriotas, y una gratitud muy especial a sus papás,
a sus señoras, a sus hijos. Una larga carrera policiva,
en una Patria constantemente desangrada por el terrorismo, es una
carrera de muchos méritos. Méritos personales de
quienes hoy ingresan a la brillante nómina de Generales
de la República, y méritos de sus familias, que los
han acompañado con abnegación, los han apoyado con
solidaridad y patriotismo. Muchas gracias a estas queridas familias.
Señores Generales, al imponer a ustedes el primer sol y
entregar el bastón, nos llega una gran ilusión: que
su ascenso a Generales de la República, no es para presenciar
como testigos que continúe este maltrato de décadas
a nuestra democracia y a nuestro pueblo. Que su ascenso a Generales
de la República es otro paso para que rápidamente
Colombia vea el final de esta pesadilla. Su ascenso a Generales
de la República no es para asistir a este desafío
que desangra nuestras instituciones para que se prolongue indefinidamente.
Su ascenso a Generales de la República es para ponerle fin,
para que Colombia definitivamente encuentre la paz.
Llegan ustedes hoy, precedidos de una brillante
carrera, y por supuesto, este ascenso les renueva las energías y les transmite
la voluntad del pueblo colombiano, que quiere la paz cuanto antes,
a partir de la recuperación plena de la seguridad. Llénense,
distinguidos generales, de propósito de victoria. Sin excesos
de confianza en los momentos difíciles y sin complejos en
esos mismos momentos. De sentido de victoria con compromiso popular,
porque eso hace que su tarea sea fructífera, su batalla
triunfante, en favor de tantos compatriotas.
Y graduamos esta mañana una nueva promoción de subtenientes
de la Policía. Esa promoción lleva el nombre del
Mayor Harold Pimentel Parra, asesinado hace pocos meses en Fusagasugá,
cuando, de manera valiente, en actitud ejemplar, combatía
el secuestro que afectaba a campesinos en esa región cundinamarquesa.
Le rendimos todo el honor a su memoria, reconocemos su tarea, como
una tarea superior en favor de la Patria. Saludamos hoy a la Mayor
Alba Milena Velásquez, su esposa, oficial de la Policía,
que con su valor nos llena de estímulo, y a su pequeño
hijo, Andrés Felipe.
Y saludo a esta nueva promoción de subtenientes de la Policía.
Esta nueva promoción representada por el subteniente Willington
Arias Peralta, quien ha recibido hoy la medalla como el primer
puesto del curso. Los jóvenes de esta promoción son
una lección para la Patria. Entran a prestar un servicio
activo en el rescate de ese valor democrático que es la
seguridad. Jóvenes que son un ejemplo. En lugar de dejarse
tentar de la pereza, de la pernicia, de la indisciplina, estos
muchachos, en lo mejor de su primera juventud, se han formado en
la disciplina, se han fundido en el acero, han templado su alma
visionando las dificultades que los esperan. Muchachos, nos honran
mucho, como compatriotas de ustedes, nos dan un gran ejemplo, le
dan un gran ejemplo a su generación, a quienes están
creciendo detrás de ustedes.
Cuando los miraba ahora, a sus ojos, veía la transparencia
de las nuevas generaciones, el reflejo del valor civil. La decisión
de no transigir con el terrorismo, la capacidad de superar los
períodos del discurso permisivo con el terrorismo, con el
cual han exigido ustedes, la nueva generación, que haya
ruptura. Y veía en sus ojos la demanda, a partir del compromiso
de ustedes, de superar definitivamente tantas décadas de
sufrimiento colombiano por el terrorismo.
Muchas gracias, muchachos, por su decisión de servir a
la Patria a través de las filas de la Policía. Este
vasto territorio, esta accidentada geografía, estos corazones
de 44 millones de colombianos, llenos de nobleza, de esa actitud
espontánea de nuestros compatriotas que no se ha resentido
de las dificultades, tendrán la presencia de ustedes en
los campos y ciudades de Colombia, una presencia efectiva del Estado,
para que el poder no siga siendo usurpado por el narcotráfico,
por la guerrilla, por los paramilitares. Para que allí llegue,
como está llegando, la expresión institucional de
la Patria. Porque los usurpadores causan pánico, los usurpadores
someten al pueblo. La Fuerza Pública acompaña, genera
confianza, produce tranquilidad.
Señores Generales, comandantes de las Policías de
los países vecinos que nos visitan: asisten ustedes a una
ceremonia de nuestra Seguridad Democrática. Muchas son las
razones por las cuales hemos denominado este proyecto, un proyecto
de Seguridad Democrática. El continente fue recorrido por
un fantasma, la doctrina de la seguridad nacional. Esa doctrina
cercenó libertades. Nuestra seguridad es democrática
porque es la garantía efectiva del ejercicio de las libertades.
Aquí, al amparo de la Seguridad Democrática, se realizó un
gran referendo en el año 2003. La Seguridad Democrática
fue la garantía efectiva de opositores y abstencionistas.
Al día siguiente, por primera vez, llegaron, vía
elección popular, a las posiciones más altas del
Estado, candidatos de partidos alternativos a los tradicionales,
apoyados también por ciudadanos que en el pasado habían
pertenecido a las guerrillas. Opositores de verdad al Gobierno.
Esas elecciones fueron transparentes, esos candidatos tuvieron
todas las garantías, porque nuestra seguridad es democrática.
Han ejercido sus competencias plenamente
rodeados de garantías,
porque nuestra seguridad es democrática. En los últimos
meses se han realizado en Colombia más de 350 elecciones
de alcaldes. Todos los candidatos rodeados de garantías,
porque nuestra seguridad es democrática. En otras partes
del continente se invocó la seguridad para censurar la prensa.
Aquí la censura de prensa era la hija del terrorismo y de
la falta de voluntad política para combatirlo. Hubo años
en los cuales nos asesinaron 15 periodistas. Todavía nos
asesinan. Quisiéramos decirle al mundo que ya no tenemos
asesinato de periodistas. Todavía nos han asesinado este
año tres. Pero tengan certeza ustedes que nuestra decisión
es combatir el terrorismo, con toda la voluntad política,
para que renazcan plenamente las libertades.
En nombre de la seguridad, en otros países se eliminaron
los derechos de los trabajadores, se anularon las libertades sindicales.
Antes, en Colombia asesinaban por año 150 ó 165 líderes
sindicales. Nuestra seguridad es democrática, porque está empeñada
en proteger por igual al líder sindical que al líder
gremial, al campesino que al empresario agrícola. Quisiéramos
decir al mundo que ya no asesinan líderes sindicales en
Colombia. Sin embargo todavía este año nos han asesinado
13 integrantes de organizaciones sindicales. Pero seguimos con
toda la decisión para poderle decir al mundo, en el algún
momento, más temprano que tarde, que Colombia ha superado
ese flagelo.
En muchas partes, en nombre de la seguridad,
se suprimieron expresiones de la democracia. Aquí, de 1.096 alcaldes, casi 400 no podían
ejercer. Estaban por fuera de sus municipalidades, en exilio provocado
por el terrorismo. La nuestra constituye un proyecto de Seguridad
Democrática, porque hoy todos esos alcaldes, independientemente
del origen político de su elección, están
siendo apoyados por la Fuerza Pública de manera imparcial,
para que puedan cumplir, como en efecto lo hacen, las funciones
en los municipios en los cuales fueron elegidos.
La nuestra es democrática, a diferencia de lo que ocurrió en
otras partes, donde en nombre de la seguridad se suprimieron los
derechos de la oposición. La nuestra es democrática
porque el compromiso de la Fuerza Pública y de su Comandante
constitucional, el Presidente, es el de proteger por igual a los
más entusiastas defensores de las tesis de Gobierno y los
más fundamentalistas opositores.
Visitan, pues, ustedes a Colombia en este
momento, señores
comandantes de las Policías de los países hermanos,
en un momento en el que avanzamos en esta tarea de la Seguridad
Democrática, que con el cumplimiento en el que estamos empeñados
de las Metas Sociales del Milenio, que con la transparencia que
tiene que erradicar definitivamente la corrupción, se constituye
en los elementos para que los colombianos tengan confianza en su
Patria y la comunidad internacional tenga confianza en Colombia.
Y entonces aquí tengo que repetir a mis compatriotas cómo
hay que dejar a tras la equivocada creencia de que la seguridad
se excluye con la inversión social. Cómo hay que
dejar atrás la equivocada creencia de que ese valor democrático
que es la seguridad, se excluye con los otros valores democráticos.
La seguridad y la inversión social tienen que ir de la mano,
acompañarse mutuamente. La seguridad es necesaria para que
haya inversión, para que la economía crezca, se genere
empleo, se causen los recursos que recauda el Estado para hacer
inversión social.
Señores Generales visitantes: hemos querido caracterizar
esta política de Seguridad Democrática por la voluntad
política, la transparencia, la imparcialidad y el acompañamiento
integral. Ustedes visitan hoy zonas de la Patria como Cartagena
del Chairá, recuperada por la Fuerza Pública, que
se le ha arrebatado al terrorismo, y encuentra que hay una política
social, todavía con limitaciones, por supuesto. Una política
social acompañando la política de seguridad.
Esta economía no quería crecer o crecía mínimamente.
Aquí no se quería invertir. Además un de desplazamiento
interno de 3 millones de colombianos, de una estampida de 4 millones
de colombianos al extranjero, se presentó una fuga de capitales.
Se presentó una parálisis de la inversión
extranjera en Colombia. Eso se está recuperando, por fortuna.
Hemos, con claros resultados, demostrado
cómo tiene que
ir de la mano la política de la seguridad y la política
social. Cuando llegamos, 10 millones y medio de colombianos tenían
régimen subsidiado de salud. Terminamos este año
con 18 millones. Para completar la cobertura universal de los estratos
1, 2 y 3, los más pobres de Colombia, que integran un universo
de 26 millones de ciudadanos, teniendo en cuenta que 4 de ellos
están en el régimen contributivo, nos falta llegarles
a 4 millones de colombianos para que haya cobertura universal.
Lo hemos logrado en cinco departamentos.
En el Huila, en el Cesar, en Antioquia, en Arauca, el Casanare.
Y el Congreso está estudiando
las normas legales para que Colombia en dos años le pueda
decir al mundo que ha logrado plena cobertura de salud para los
sectores populares de su población. Que la inversión
social no sea más tema del discurso, que sea objeto de evaluación
de resultados.
Ya hemos logrado un 91 por ciento de cobertura
en educación
básica, pero no estamos contentos. En pocos años
Colombia tiene que llegar al ciento por ciento.
Estas Fuerzas Militares y de Policía han visto que en esos
670 municipios, en más de 200 corregimientos y veredas,
donde ha llegado su presencia para acompañar a una ciudadanía
que estaba maltratada por el terrorismo, también han llegado
programas sociales como las Familias en Acción.
Este año concluimos con 500 mil Familias en Acción:
familias pobres que están recibiendo un subsidio para la
nutrición de sus hijos, para la asistencia escolar de sus
hijos. Y esas familias están sintiendo que llegó a
protegerlas su Policía, su Ejército, y llegó a
reivindicarlas la política social.
Pero no estamos contentos. Ahora estamos
vinculando las familias desplazadas de las grandes ciudades al
programa de Familias en
Acción. Qué gusto dio anoche en Sincelejo, en medio
de la tragedia de la inundación de La Mojana, saber que
en ese departamento 31 mil Familias en Acción han recibido
el pago, que en la ciudad de Sincelejo ya han recibido el pago
5.960 familias desplazadas que han ingresado al programa de Familias
en Acción.
Y cuánto gusto dará que ahora en Navidad se haga
el primer pago como Familias en Acción a las familias desplazadas
de nuestras grandes ciudades: aquí en Bogotá, en
Barranquilla, en Medellín.
Y mañana día de fiesta, en un país que tiene
que entender que si bien la política es una arte, tiene
que ser un arte fraterno, y que si bien el Gobierno es un honor,
tiene que ser ante todo una acción de trabajo, mañana
cuando hagamos la evaluación de nuestros avances y dificultades
en orden público en Buenaventura, y la evaluación
de nuestra política social en ese puerto tan promisorio
y de tanta pobreza, les diré a sus habitantes que les hemos
cumplido con el primer grupo de Familias en Acción, que
ya han recibido el pago y que en el presupuesto nacional se ha
incorporado la partida para que todos los estratos pobres de Buenaventura,
el año entrante, estén en el programa Familias en
acción.
Las Fuerzas Militares y de Policía saben que no alcanzamos
a reivindicar tanta pobreza en un período corto, como tampoco
alcanzamos a dar toda la seguridad que demandan nuestros ciudadanos.
Pero con esfuerzo de todas las horas, sin pretensiones de producir
milagros, pero sí con el convencimiento que es la persistencia
en el trabajo lo que va generando pequeño resultado tras
pequeño resultado, iremos recuperando plenamente la seguridad
e iremos reivindicando plenamente a ese 52 por ciento de los colombianos
que se debaten en la pobreza.
La seguridad hace posible la inversión social, y la inversión
social, en un Estado de Opinión, hace sostenible la seguridad.
La seguridad sólo es sostenible, en la medida que el pueblo
cree en ella, en la medida que el pueblo la apoye fervorosamente,
como todo lo que se propone y predica en un Estado de Opinión.
Y el pueblo la apoya y la quiere, porque sabe que es democrática,
porque sabe que esa seguridad está llegando a los que no
tienen manera de pagarles a las empresas privadas de seguridad.
Que esa seguridad está llegando a quienes no pueden irse
a vivir al extranjero, que esa seguridad está llegando a
los que no tienen recursos para poder pagar los grupos privados
de seguridad.
Y el pueblo quiere esa política, en la medida que esa política
sea eficaz y transparente. Eficaz y medida en resultados. Han asesinado
16 mil colombianos menos de los que asesinaban en un año,
pero no estamos contentos. Un caso de asesinato o 32 mil son igualmente
graves. La lucha es para acabar el asesinato en nuestra patria.
Han secuestrado 2.600 menos de los que secuestraban en un año,
pero no estamos contentos. La lucha es para eliminar ese flagelo
del secuestro, que ha sido causa del desempleo y la miseria.
Si el pueblo percibe, además, que esa seguridad es transparente,
abrazada de los derechos humanos, y que esa seguridad se acompaña
por la inversión social, el pueblo seguirá dándole
apoyo a esa seguridad, para que esa seguridad persista en el tiempo
y acabe definitivamente con el complejo de que a Colombia la tienen
condenada a la miseria y a la violencia.
Llevemos, pues, de la mano, nuestra acción de Seguridad
Democrática con la acción de política social.
Señores Generales de las Policías de los países
hermanos: visitan ustedes a Colombia en el momento que estamos
haciendo un gran esfuerzo pedagógico, en la práctica,
en el diálogo con el pueblo de todas las horas, en el diálogo
con el pueblo sin pretextos de campaña, en el diálogo
con el pueblo como un ejercicio permanente de gobierno.
Estamos haciendo la pedagogía de que la seguridad no se
excluye con los otros valores democráticos, que la seguridad
es un valor democrático superior, que es una fuente de protección
de los otros valores democráticos.
En Colombia a varias generaciones nos formaron
en la distorsionada idea de que para ser demócrata era necesario ser permisivo
con los terroristas. En Colombia a varias generaciones nos formaron
en la distorsionada idea de que para ser demócrata, había
que tratar con desprecio a las Fuerzas Militares y de Policía.
En Colombia a varias generaciones nos formaron
con la equivocada y distorsionada idea de que los gobiernos civiles,
en lugar de
tener toda la voluntad para derrotar el terrorismo apoyando la
Fuerza Pública, tenían que mantenerse en coqueteos
con el terrorismo.
Señores Generales, Comandantes de Policía de las
naciones hermanas: aquí en el ejercicio práctico
de la cotidianidad, estamos haciendo ese magisterio para que todos
los colombianos entendamos que hay que apoyar la seguridad como
un camino y un valor democrático para proteger los otros
derechos democráticos, y que hay que reclamar y reivindicar
todos los derechos democráticos a partir del reconocimiento
de que la seguridad es un valor democrático fundamental.
Y estamos haciendo otro gran esfuerzo,
el esfuerzo de que se entienda que la protección de las garantías individuales no
se excluye con la construcción de cohesión social.
Se ha querido dividir al continente entre
gobiernos de derecha y gobiernos de izquierda. Aquí viene una periodista internacional
y me dice: Presidente Uribe, ¿usted cómo se entiende
en Latinoamérica con los otros Presidentes cuando predomina
la izquierda? Y le dije: Señora periodista, dígame
un hecho del gobierno del presidente Lulla, para que lo califiquen
a él de izquierda y un hecho del Gobierno nuestro para que
lo califiquen de derecha. Y enmudeció.
La señora periodista insistía, y le dije: señora
periodista, ¿por qué insiste tanto? Y me dijo que
porque ella es de izquierda y yo era de derecha. Y le agregué:
señora periodista, ¿usted por qué es de izquierda
y por qué dice que yo soy de derecha? Y enmudeció.
Dividir al continente por esos criterios
es trasnochado, es una clasificación obsoleta, es polarizante, como trato de polarizarse
la reciente elección del Secretario General de la OEA. Polarización
que se superó gracias en muy buena parte a la prudente y
al tino de nuestra Canciller.
Insistir en esa división además es impráctico.
Hoy, cuando todos han expresado su voluntad de respetar la regla
democrática, ha quedado atrás la posibilidad de dividir
a la gente entre la derecha que respaldaba dictaduras y la izquierda
que confrontaba dictaduras.
Ahora lo que necesitamos es consolidar
democracias modernas, incluyentes, sin fomentar el odio. Pluralistas,
con franqueza en el debate,
pero con fraternidad. Porque cuando en una democracia pluralista
el debate abandona las ideas y las sustituye por el agravio, se
acaba la fraternidad, que es lo único que permite, dentro
del pluralismo, construir las opciones a partir de la discusión
y de la verdad relativa que cada uno cree tener.
Una democracia pluralista pero sin odios, incluyente, pero con
un debate en el que prevalezcan las ideas y en el que se anulen
los agravios personales.
Una democracia con liderazgos, sin caudillismos
caprichosos, una democracia así, tiene que ser una democracia con seguridad,
con respeto a las libertades, con cohesión social, con respeto
a la independencia de las instituciones, y transparente. Para que
un individuo se sienta integrante del colectivo, ese individuo
tiene que percibir que le respeten sus libertades. Y para que el
colectivo entienda que debe respetar las de cada individuo, tiene
que percibir que cada uno de los integrantes es respetuoso de la
construcción de la cohesión social.
Pensadores tan importantes como Bobbio,
resolvieron hace rato esa aparente exclusión entre las garantías individuales
que se suponía defendían liberales y derechistas
de algún momento, y la cohesión social que se entendía
privilegio exclusivo de la izquierda en algún momento. Hoy
son necesariamente convergentes esas dos categorías.
Por supuesto, falta mucho en todas las
tareas colombianas, que gracias a la Seguridad Democrática
se ha podido financiar a casi tres millones de microempresarios,
pero son millones los
que faltan sin financiar.
Y gracias a la Seguridad Democrática, el desempleo en las
grandes ciudades ha bajado del 18 a 12,1. En el país del
16 al 10. Pero falta mucho y el subempleo es muy alto.
Y gracias a la Seguridad Democrática, se han creado en
Colombia un millón 700 mil empleos, pero hay que pensar
en los faltan.
Gracias a la Seguridad Democrática, han podido pasar de
ser trabajadores de tiempo parcial a ser trabajadores de tiempo
total otro millón 600 mil colombianos, pero sigue muy baja
la remuneración.
El esfuerzo tiene que ser dialéctico. Una meta parcial
no es para bañarnos con agua de rosas, sino para entusiasmarnos
para conquistar la siguiente. Ese es un principio fundamental en
los procesos políticos de permanente dinamismo.
Y lo vamos a lograr en todos los frentes
de la vida colombiana. Claro que esto necesita persistencia.
El terrorismo, que se enraizó tanto
en Colombia, es como aquellas malezas difíciles de erradicar
que se dan en los campos agrícolas de las tierras medias,
de clima medio, donde hay mucha acidez y poca materia orgánica.
El campesino trabaja todo el día, erradica esas malas malezas
como la salvia, el salvión, erradica esas malas malezas
como algunas especies de mortiño, unos helechos no ornamentales,
pero que sí impiden que florezca la buena agricultura.
El campesino se recoge a las 6:00 de la
tarde, piensa que el surco ha quedado limpio y, para su ingrata
sorpresa al despuntar del
sol de la siguiente mañana, encuentra que esas malezas están
recuperándose, retoñando. Y el campesino tiene que
volver con persistencia sobre el surco hasta que las atrofia, hasta
que las erradica, hasta que crea las condiciones para que los buenos
cultivos se impongan sobre las malas malezas.
Así tiene que ser de persistente nuestra política
de seguridad, apreciados subtenientes que hoy estamos graduando.
Persistencia en todas las horas, con amor
a Colombia, por supuesto. Aquí lo definitivo es el amor a Colombia. Cuando hay amor
a Colombia, la batalla política amarga se torna iluminante.
Cuando hay amor a Colombia, las horas difíciles también
estimulan nuevas opciones.
Qué difícil el fin de semana anterior. En un plan
pistola nos asesinan 4 policías en Campoalegre, y al siguiente
día nos asesinan a un gran luchador del acuerdo humanitario,
al ex gobernador Jaime Lozada. Miren: secuestraron su señora
y sus hijitos. Oportunistamente, por los hijos cobraron un rescate
económico y a la señora la incluyeron en una lista
de canjeables de un acuerdo humanitario.
Para pagar el rescate de sus hijos, Jaime
Lozada se tuvo que arruinar. Siguió a toda hora como gran
vocero del acuerdo humanitario, y el pago que le dio ese terrorismo
miserable del sicariato de
las Farc fue asesinarlo.
¡Y qué difícil llegar
a esas exequias a saludar esos hijos! Se tiene que llenar uno
de amor por Colombia.
Pero también qué lección, qué lección
de firmeza en esos muchachos, qué lección de carácter,
qué lección para animarnos a persistir en lo fundamental
de la Patria.
Además ellos nos hacen entender que la política
de Seguridad Democrática no se excluye con la reconciliación.
La política de Seguridad Democrática es un camino
a la reconciliación total.
Llévense a sus países, señores comandantes
esa idea: el rescate de la seguridad en lo que estamos empeñados,
es un paso para reconciliación total. Nuestra política
de seguridad lleva dos mensajes: un mensaje de autoridad emanada
del pueblo para derrotar las acciones violentas, y un mensaje de
reconciliación.
La política de seguridad es a la vez amenaza y oportunidad.
Amenaza a los terroristas, que van a tener que enfrentar una política
de seguridad permanente, enseñoreada en el corazón
del pueblo colombiano hasta que desistan. Y también una
oportunidad para los que se quieran reinsertar, porque esa política
de seguridad se convierte en una garantía para que aquellos
que tomen la decisión de negociar, de reinsertarse, sean
protegidos por la misma política de seguridad que los combatió cuando
insistían en la violencia
¡Una política de seguridad para combatirlos, mientras
insistan en la violencia! ¡Una política de seguridad
para protegerlos en el momento que hagan la paz!
Señores Generales de los países visitantes: nuestra
atención a los desplazados, los subsidios y los proyectos
de los reinsertados, la atención a familias guardabosques,
que antes estaban cultivando drogas ilícitas y ahora protegen
el área libre de drogas, cuesta en el año que viene
billón y medio de pesos.
Este país dedicaba 75 mil millones a los desplazados. Este
año invierte, para protegerlos, 438 mil millones. En los
próximos años habrá que invertir, para reivindicarlos
plenamente, sumas anuales promedio de un billón.
Llévense esta otra cifra: hemos hecho el esfuerzo para
que crezca la presencia de la Fuerza Pública en todo el
territorio, pero porcentualmente ha crecido menos que el pago a
los pensionados, que la política social.
El presupuesto de la Fuerza Pública ha crecido un 22 por
ciento, el gasto en Fuerza Pública. El gasto en pensiones
ha crecido un 76 por ciento y el gasto en política social
diferente a pensiones ha crecido en un 38 por ciento.
Ahí están esas cifras, expuestas
al examen riguroso de los colombianos.
Queridos suboficiales graduandos, con amor
a Colombia su tarea va a ser fecunda, para que ustedes sean el
punto de quiebre, para
que lo que ha pasado antes de su llegada, lo que ha ocurrido por
ejemplo a mi generación, que no ha podido vivir un día
completo de paz, ustedes sean la garantía para que las nuevas
generaciones puedan vivir felices en esta gran Patria colombiana.
Y quiero expresar mi saludo, lleno de cariño, a las mamás
y a los papás, a los familiares de los suboficiales que
hoy graduamos.
Mamás y papás, hermanos y familiares: comprendo
el contraste sentimental que los jalona a ustedes para acudir a
esta ceremonia. De un lado, el orgullo de papás de ver unos
hijos con esta disciplina y con esta transparencia. También
la tranquilidad de conciencia por su devoción a la Patria,
la que infundieron a sus hijos. Pero eso contrasta con la angustia
por el riesgo que estos muchachos asumen al abrazar la bandera
de la Policía Nacional.
Papás y mamás, en nombre de todos los colombianos,
y ahora hablándoles desde el corazón más como
padre de familia que como Presidente, déjenme decir a ustedes,
con amor a Colombia y con cariño a ustedes: ¡Muchas
gracias por aportar lo que más se quiere, un hijo, al rescate
de ese valor democrático que es la seguridad!
Señores Generales de las policías visitantes, lleven
a sus patrias un mensaje: cuando les pedimos que nos ayuden contra
el narcotráfico es para salvar a Colombia del narcotráfico
y para que el narcotráfico no impere en sus países.
Cuando les pedimos que nos ayuden a salvar
a Colombia del terrorismo, es para salvar a Colombia del terrorismo
y para que los terroristas,
que siempre hipnotizan, encantan y engañan a la futura víctima,
no vayan a hacer de sus países la futura víctima.
Lleven este mensaje: los terroristas son
como la serpiente venenosa en jaula con sus víctimas, devoran una víctima y
encantan a la siguiente, la adormecen y la ponen de parte de ella,
hasta que en algún momento ya la devoran.
Cuando les pedimos a ustedes que nos ayuden
a erradicar el terrorismo de Colombia, es porque no queremos
que esa serpiente venenosa,
que es el terrorismo rico, alimentado con el narcotráfico,
arremeta contra sus democracias.
Muchas gracias por visitarnos, muchas gracias
por creer en nosotros, y eso nos estimula a continuar con esta
lucha, para que Colombia
sea una gran democracia, como siempre lo ha sido, sin la perturbación
del terrorismo, que tanto daño le ha hecho.
Muchachos, los veré en las ciudades y en los campos de
Colombia llenos de éxito y del reconocimiento del pueblo
a su fecunda tarea.
Felicitaciones y tengan mucho éxito”. |