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PALABRAS DEL PRESIDENTE DURANTE LA CEREMONIA DE ASCENSO A GENERALES DE LA POLICÍA NACIONAL

Bogotá, 7 dic. (SNE). Las siguientes son las palabras del presidente Álvaro Uribe Vélez, durante la ceremonia de ascenso a Generales de la Policía Nacional, realizada en el campo de paradas de la Escuela Nacional de Policía General Santander:

“Regresamos esta mañana a este campo de la Escuela Francisco de Paula Santander, para cumplir en esta ceremonia con una serie de puntos de gran interés para la Patria. Agradezco, y nos honra muchísimo, la presencia de los comandantes de la Gendarmería de Argentina, de la Policía Nacional de Bolivia, de la Policía Nacional del Ecuador y del Subdirector General Operativo del Cuerpo Nacional de la Policía de España. Nos honra mucho se presencia. Una señal clarísima de cómo estas democracias se integran en el propósito del rescate de la seguridad. Un gesto claro, contundente, de la solidaridad de nuestros países en la derrota del terrorismo y de ese perverso negocio que lo alimenta, el narcotráfico.

Nos reunimos esta mañana para asistir al ascenso a Brigadieres Generales del hoy general Óscar Naranjo Trujillo, del hoy General Rafael Parra Garzón, del hoy General Julio Chávez Ocaña, del hoy General Guillermo Aranda Leal, del hoy General Orlando Páez Barón.

Llegan a un escalón superior de su carrera policiva. Después de servir tantos años, de servir bien y honradamente en la institución. A ellos, la felicitación de todos los compatriotas, y una gratitud muy especial a sus papás, a sus señoras, a sus hijos. Una larga carrera policiva, en una Patria constantemente desangrada por el terrorismo, es una carrera de muchos méritos. Méritos personales de quienes hoy ingresan a la brillante nómina de Generales de la República, y méritos de sus familias, que los han acompañado con abnegación, los han apoyado con solidaridad y patriotismo. Muchas gracias a estas queridas familias.

Señores Generales, al imponer a ustedes el primer sol y entregar el bastón, nos llega una gran ilusión: que su ascenso a Generales de la República, no es para presenciar como testigos que continúe este maltrato de décadas a nuestra democracia y a nuestro pueblo. Que su ascenso a Generales de la República es otro paso para que rápidamente Colombia vea el final de esta pesadilla. Su ascenso a Generales de la República no es para asistir a este desafío que desangra nuestras instituciones para que se prolongue indefinidamente. Su ascenso a Generales de la República es para ponerle fin, para que Colombia definitivamente encuentre la paz.

Llegan ustedes hoy, precedidos de una brillante carrera, y por supuesto, este ascenso les renueva las energías y les transmite la voluntad del pueblo colombiano, que quiere la paz cuanto antes, a partir de la recuperación plena de la seguridad. Llénense, distinguidos generales, de propósito de victoria. Sin excesos de confianza en los momentos difíciles y sin complejos en esos mismos momentos. De sentido de victoria con compromiso popular, porque eso hace que su tarea sea fructífera, su batalla triunfante, en favor de tantos compatriotas.

Y graduamos esta mañana una nueva promoción de subtenientes de la Policía. Esa promoción lleva el nombre del Mayor Harold Pimentel Parra, asesinado hace pocos meses en Fusagasugá, cuando, de manera valiente, en actitud ejemplar, combatía el secuestro que afectaba a campesinos en esa región cundinamarquesa. Le rendimos todo el honor a su memoria, reconocemos su tarea, como una tarea superior en favor de la Patria. Saludamos hoy a la Mayor Alba Milena Velásquez, su esposa, oficial de la Policía, que con su valor nos llena de estímulo, y a su pequeño hijo, Andrés Felipe.

Y saludo a esta nueva promoción de subtenientes de la Policía. Esta nueva promoción representada por el subteniente Willington Arias Peralta, quien ha recibido hoy la medalla como el primer puesto del curso. Los jóvenes de esta promoción son una lección para la Patria. Entran a prestar un servicio activo en el rescate de ese valor democrático que es la seguridad. Jóvenes que son un ejemplo. En lugar de dejarse tentar de la pereza, de la pernicia, de la indisciplina, estos muchachos, en lo mejor de su primera juventud, se han formado en la disciplina, se han fundido en el acero, han templado su alma visionando las dificultades que los esperan. Muchachos, nos honran mucho, como compatriotas de ustedes, nos dan un gran ejemplo, le dan un gran ejemplo a su generación, a quienes están creciendo detrás de ustedes.

Cuando los miraba ahora, a sus ojos, veía la transparencia de las nuevas generaciones, el reflejo del valor civil. La decisión de no transigir con el terrorismo, la capacidad de superar los períodos del discurso permisivo con el terrorismo, con el cual han exigido ustedes, la nueva generación, que haya ruptura. Y veía en sus ojos la demanda, a partir del compromiso de ustedes, de superar definitivamente tantas décadas de sufrimiento colombiano por el terrorismo.

Muchas gracias, muchachos, por su decisión de servir a la Patria a través de las filas de la Policía. Este vasto territorio, esta accidentada geografía, estos corazones de 44 millones de colombianos, llenos de nobleza, de esa actitud espontánea de nuestros compatriotas que no se ha resentido de las dificultades, tendrán la presencia de ustedes en los campos y ciudades de Colombia, una presencia efectiva del Estado, para que el poder no siga siendo usurpado por el narcotráfico, por la guerrilla, por los paramilitares. Para que allí llegue, como está llegando, la expresión institucional de la Patria. Porque los usurpadores causan pánico, los usurpadores someten al pueblo. La Fuerza Pública acompaña, genera confianza, produce tranquilidad.

Señores Generales, comandantes de las Policías de los países vecinos que nos visitan: asisten ustedes a una ceremonia de nuestra Seguridad Democrática. Muchas son las razones por las cuales hemos denominado este proyecto, un proyecto de Seguridad Democrática. El continente fue recorrido por un fantasma, la doctrina de la seguridad nacional. Esa doctrina cercenó libertades. Nuestra seguridad es democrática porque es la garantía efectiva del ejercicio de las libertades. Aquí, al amparo de la Seguridad Democrática, se realizó un gran referendo en el año 2003. La Seguridad Democrática fue la garantía efectiva de opositores y abstencionistas. Al día siguiente, por primera vez, llegaron, vía elección popular, a las posiciones más altas del Estado, candidatos de partidos alternativos a los tradicionales, apoyados también por ciudadanos que en el pasado habían pertenecido a las guerrillas. Opositores de verdad al Gobierno. Esas elecciones fueron transparentes, esos candidatos tuvieron todas las garantías, porque nuestra seguridad es democrática.

Han ejercido sus competencias plenamente rodeados de garantías, porque nuestra seguridad es democrática. En los últimos meses se han realizado en Colombia más de 350 elecciones de alcaldes. Todos los candidatos rodeados de garantías, porque nuestra seguridad es democrática. En otras partes del continente se invocó la seguridad para censurar la prensa. Aquí la censura de prensa era la hija del terrorismo y de la falta de voluntad política para combatirlo. Hubo años en los cuales nos asesinaron 15 periodistas. Todavía nos asesinan. Quisiéramos decirle al mundo que ya no tenemos asesinato de periodistas. Todavía nos han asesinado este año tres. Pero tengan certeza ustedes que nuestra decisión es combatir el terrorismo, con toda la voluntad política, para que renazcan plenamente las libertades.

En nombre de la seguridad, en otros países se eliminaron los derechos de los trabajadores, se anularon las libertades sindicales. Antes, en Colombia asesinaban por año 150 ó 165 líderes sindicales. Nuestra seguridad es democrática, porque está empeñada en proteger por igual al líder sindical que al líder gremial, al campesino que al empresario agrícola. Quisiéramos decir al mundo que ya no asesinan líderes sindicales en Colombia. Sin embargo todavía este año nos han asesinado 13 integrantes de organizaciones sindicales. Pero seguimos con toda la decisión para poderle decir al mundo, en el algún momento, más temprano que tarde, que Colombia ha superado ese flagelo.

En muchas partes, en nombre de la seguridad, se suprimieron expresiones de la democracia. Aquí, de 1.096 alcaldes, casi 400 no podían ejercer. Estaban por fuera de sus municipalidades, en exilio provocado por el terrorismo. La nuestra constituye un proyecto de Seguridad Democrática, porque hoy todos esos alcaldes, independientemente del origen político de su elección, están siendo apoyados por la Fuerza Pública de manera imparcial, para que puedan cumplir, como en efecto lo hacen, las funciones en los municipios en los cuales fueron elegidos.

La nuestra es democrática, a diferencia de lo que ocurrió en otras partes, donde en nombre de la seguridad se suprimieron los derechos de la oposición. La nuestra es democrática porque el compromiso de la Fuerza Pública y de su Comandante constitucional, el Presidente, es el de proteger por igual a los más entusiastas defensores de las tesis de Gobierno y los más fundamentalistas opositores.

Visitan, pues, ustedes a Colombia en este momento, señores comandantes de las Policías de los países hermanos, en un momento en el que avanzamos en esta tarea de la Seguridad Democrática, que con el cumplimiento en el que estamos empeñados de las Metas Sociales del Milenio, que con la transparencia que tiene que erradicar definitivamente la corrupción, se constituye en los elementos para que los colombianos tengan confianza en su Patria y la comunidad internacional tenga confianza en Colombia.

Y entonces aquí tengo que repetir a mis compatriotas cómo hay que dejar a tras la equivocada creencia de que la seguridad se excluye con la inversión social. Cómo hay que dejar atrás la equivocada creencia de que ese valor democrático que es la seguridad, se excluye con los otros valores democráticos. La seguridad y la inversión social tienen que ir de la mano, acompañarse mutuamente. La seguridad es necesaria para que haya inversión, para que la economía crezca, se genere empleo, se causen los recursos que recauda el Estado para hacer inversión social.

Señores Generales visitantes: hemos querido caracterizar esta política de Seguridad Democrática por la voluntad política, la transparencia, la imparcialidad y el acompañamiento integral. Ustedes visitan hoy zonas de la Patria como Cartagena del Chairá, recuperada por la Fuerza Pública, que se le ha arrebatado al terrorismo, y encuentra que hay una política social, todavía con limitaciones, por supuesto. Una política social acompañando la política de seguridad.

Esta economía no quería crecer o crecía mínimamente. Aquí no se quería invertir. Además un de desplazamiento interno de 3 millones de colombianos, de una estampida de 4 millones de colombianos al extranjero, se presentó una fuga de capitales. Se presentó una parálisis de la inversión extranjera en Colombia. Eso se está recuperando, por fortuna.

Hemos, con claros resultados, demostrado cómo tiene que ir de la mano la política de la seguridad y la política social. Cuando llegamos, 10 millones y medio de colombianos tenían régimen subsidiado de salud. Terminamos este año con 18 millones. Para completar la cobertura universal de los estratos 1, 2 y 3, los más pobres de Colombia, que integran un universo de 26 millones de ciudadanos, teniendo en cuenta que 4 de ellos están en el régimen contributivo, nos falta llegarles a 4 millones de colombianos para que haya cobertura universal.

Lo hemos logrado en cinco departamentos. En el Huila, en el Cesar, en Antioquia, en Arauca, el Casanare. Y el Congreso está estudiando las normas legales para que Colombia en dos años le pueda decir al mundo que ha logrado plena cobertura de salud para los sectores populares de su población. Que la inversión social no sea más tema del discurso, que sea objeto de evaluación de resultados.

Ya hemos logrado un 91 por ciento de cobertura en educación básica, pero no estamos contentos. En pocos años Colombia tiene que llegar al ciento por ciento.

Estas Fuerzas Militares y de Policía han visto que en esos 670 municipios, en más de 200 corregimientos y veredas, donde ha llegado su presencia para acompañar a una ciudadanía que estaba maltratada por el terrorismo, también han llegado programas sociales como las Familias en Acción.

Este año concluimos con 500 mil Familias en Acción: familias pobres que están recibiendo un subsidio para la nutrición de sus hijos, para la asistencia escolar de sus hijos. Y esas familias están sintiendo que llegó a protegerlas su Policía, su Ejército, y llegó a reivindicarlas la política social.

Pero no estamos contentos. Ahora estamos vinculando las familias desplazadas de las grandes ciudades al programa de Familias en Acción. Qué gusto dio anoche en Sincelejo, en medio de la tragedia de la inundación de La Mojana, saber que en ese departamento 31 mil Familias en Acción han recibido el pago, que en la ciudad de Sincelejo ya han recibido el pago 5.960 familias desplazadas que han ingresado al programa de Familias en Acción.

Y cuánto gusto dará que ahora en Navidad se haga el primer pago como Familias en Acción a las familias desplazadas de nuestras grandes ciudades: aquí en Bogotá, en Barranquilla, en Medellín.


Y mañana día de fiesta, en un país que tiene que entender que si bien la política es una arte, tiene que ser un arte fraterno, y que si bien el Gobierno es un honor, tiene que ser ante todo una acción de trabajo, mañana cuando hagamos la evaluación de nuestros avances y dificultades en orden público en Buenaventura, y la evaluación de nuestra política social en ese puerto tan promisorio y de tanta pobreza, les diré a sus habitantes que les hemos cumplido con el primer grupo de Familias en Acción, que ya han recibido el pago y que en el presupuesto nacional se ha incorporado la partida para que todos los estratos pobres de Buenaventura, el año entrante, estén en el programa Familias en acción.

Las Fuerzas Militares y de Policía saben que no alcanzamos a reivindicar tanta pobreza en un período corto, como tampoco alcanzamos a dar toda la seguridad que demandan nuestros ciudadanos. Pero con esfuerzo de todas las horas, sin pretensiones de producir milagros, pero sí con el convencimiento que es la persistencia en el trabajo lo que va generando pequeño resultado tras pequeño resultado, iremos recuperando plenamente la seguridad e iremos reivindicando plenamente a ese 52 por ciento de los colombianos que se debaten en la pobreza.

La seguridad hace posible la inversión social, y la inversión social, en un Estado de Opinión, hace sostenible la seguridad. La seguridad sólo es sostenible, en la medida que el pueblo cree en ella, en la medida que el pueblo la apoye fervorosamente, como todo lo que se propone y predica en un Estado de Opinión. Y el pueblo la apoya y la quiere, porque sabe que es democrática, porque sabe que esa seguridad está llegando a los que no tienen manera de pagarles a las empresas privadas de seguridad. Que esa seguridad está llegando a quienes no pueden irse a vivir al extranjero, que esa seguridad está llegando a los que no tienen recursos para poder pagar los grupos privados de seguridad.

Y el pueblo quiere esa política, en la medida que esa política sea eficaz y transparente. Eficaz y medida en resultados. Han asesinado 16 mil colombianos menos de los que asesinaban en un año, pero no estamos contentos. Un caso de asesinato o 32 mil son igualmente graves. La lucha es para acabar el asesinato en nuestra patria. Han secuestrado 2.600 menos de los que secuestraban en un año, pero no estamos contentos. La lucha es para eliminar ese flagelo del secuestro, que ha sido causa del desempleo y la miseria.

Si el pueblo percibe, además, que esa seguridad es transparente, abrazada de los derechos humanos, y que esa seguridad se acompaña por la inversión social, el pueblo seguirá dándole apoyo a esa seguridad, para que esa seguridad persista en el tiempo y acabe definitivamente con el complejo de que a Colombia la tienen condenada a la miseria y a la violencia.

Llevemos, pues, de la mano, nuestra acción de Seguridad Democrática con la acción de política social.

Señores Generales de las Policías de los países hermanos: visitan ustedes a Colombia en el momento que estamos haciendo un gran esfuerzo pedagógico, en la práctica, en el diálogo con el pueblo de todas las horas, en el diálogo con el pueblo sin pretextos de campaña, en el diálogo con el pueblo como un ejercicio permanente de gobierno.


Estamos haciendo la pedagogía de que la seguridad no se excluye con los otros valores democráticos, que la seguridad es un valor democrático superior, que es una fuente de protección de los otros valores democráticos.

En Colombia a varias generaciones nos formaron en la distorsionada idea de que para ser demócrata era necesario ser permisivo con los terroristas. En Colombia a varias generaciones nos formaron en la distorsionada idea de que para ser demócrata, había que tratar con desprecio a las Fuerzas Militares y de Policía.

En Colombia a varias generaciones nos formaron con la equivocada y distorsionada idea de que los gobiernos civiles, en lugar de tener toda la voluntad para derrotar el terrorismo apoyando la Fuerza Pública, tenían que mantenerse en coqueteos con el terrorismo.

Señores Generales, Comandantes de Policía de las naciones hermanas: aquí en el ejercicio práctico de la cotidianidad, estamos haciendo ese magisterio para que todos los colombianos entendamos que hay que apoyar la seguridad como un camino y un valor democrático para proteger los otros derechos democráticos, y que hay que reclamar y reivindicar todos los derechos democráticos a partir del reconocimiento de que la seguridad es un valor democrático fundamental.

Y estamos haciendo otro gran esfuerzo, el esfuerzo de que se entienda que la protección de las garantías individuales no se excluye con la construcción de cohesión social.

Se ha querido dividir al continente entre gobiernos de derecha y gobiernos de izquierda. Aquí viene una periodista internacional y me dice: Presidente Uribe, ¿usted cómo se entiende en Latinoamérica con los otros Presidentes cuando predomina la izquierda? Y le dije: Señora periodista, dígame un hecho del gobierno del presidente Lulla, para que lo califiquen a él de izquierda y un hecho del Gobierno nuestro para que lo califiquen de derecha. Y enmudeció.

La señora periodista insistía, y le dije: señora periodista, ¿por qué insiste tanto? Y me dijo que porque ella es de izquierda y yo era de derecha. Y le agregué: señora periodista, ¿usted por qué es de izquierda y por qué dice que yo soy de derecha? Y enmudeció.

Dividir al continente por esos criterios es trasnochado, es una clasificación obsoleta, es polarizante, como trato de polarizarse la reciente elección del Secretario General de la OEA. Polarización que se superó gracias en muy buena parte a la prudente y al tino de nuestra Canciller.

Insistir en esa división además es impráctico. Hoy, cuando todos han expresado su voluntad de respetar la regla democrática, ha quedado atrás la posibilidad de dividir a la gente entre la derecha que respaldaba dictaduras y la izquierda que confrontaba dictaduras.

Ahora lo que necesitamos es consolidar democracias modernas, incluyentes, sin fomentar el odio. Pluralistas, con franqueza en el debate, pero con fraternidad. Porque cuando en una democracia pluralista el debate abandona las ideas y las sustituye por el agravio, se acaba la fraternidad, que es lo único que permite, dentro del pluralismo, construir las opciones a partir de la discusión y de la verdad relativa que cada uno cree tener.

Una democracia pluralista pero sin odios, incluyente, pero con un debate en el que prevalezcan las ideas y en el que se anulen los agravios personales.

Una democracia con liderazgos, sin caudillismos caprichosos, una democracia así, tiene que ser una democracia con seguridad, con respeto a las libertades, con cohesión social, con respeto a la independencia de las instituciones, y transparente. Para que un individuo se sienta integrante del colectivo, ese individuo tiene que percibir que le respeten sus libertades. Y para que el colectivo entienda que debe respetar las de cada individuo, tiene que percibir que cada uno de los integrantes es respetuoso de la construcción de la cohesión social.

Pensadores tan importantes como Bobbio, resolvieron hace rato esa aparente exclusión entre las garantías individuales que se suponía defendían liberales y derechistas de algún momento, y la cohesión social que se entendía privilegio exclusivo de la izquierda en algún momento. Hoy son necesariamente convergentes esas dos categorías.

Por supuesto, falta mucho en todas las tareas colombianas, que gracias a la Seguridad Democrática se ha podido financiar a casi tres millones de microempresarios, pero son millones los que faltan sin financiar.

Y gracias a la Seguridad Democrática, el desempleo en las grandes ciudades ha bajado del 18 a 12,1. En el país del 16 al 10. Pero falta mucho y el subempleo es muy alto.

Y gracias a la Seguridad Democrática, se han creado en Colombia un millón 700 mil empleos, pero hay que pensar en los faltan.

Gracias a la Seguridad Democrática, han podido pasar de ser trabajadores de tiempo parcial a ser trabajadores de tiempo total otro millón 600 mil colombianos, pero sigue muy baja la remuneración.

El esfuerzo tiene que ser dialéctico. Una meta parcial no es para bañarnos con agua de rosas, sino para entusiasmarnos para conquistar la siguiente. Ese es un principio fundamental en los procesos políticos de permanente dinamismo.

Y lo vamos a lograr en todos los frentes de la vida colombiana. Claro que esto necesita persistencia. El terrorismo, que se enraizó tanto en Colombia, es como aquellas malezas difíciles de erradicar que se dan en los campos agrícolas de las tierras medias, de clima medio, donde hay mucha acidez y poca materia orgánica.

El campesino trabaja todo el día, erradica esas malas malezas como la salvia, el salvión, erradica esas malas malezas como algunas especies de mortiño, unos helechos no ornamentales, pero que sí impiden que florezca la buena agricultura.

El campesino se recoge a las 6:00 de la tarde, piensa que el surco ha quedado limpio y, para su ingrata sorpresa al despuntar del sol de la siguiente mañana, encuentra que esas malezas están recuperándose, retoñando. Y el campesino tiene que volver con persistencia sobre el surco hasta que las atrofia, hasta que las erradica, hasta que crea las condiciones para que los buenos cultivos se impongan sobre las malas malezas.

Así tiene que ser de persistente nuestra política de seguridad, apreciados subtenientes que hoy estamos graduando.

Persistencia en todas las horas, con amor a Colombia, por supuesto. Aquí lo definitivo es el amor a Colombia. Cuando hay amor a Colombia, la batalla política amarga se torna iluminante. Cuando hay amor a Colombia, las horas difíciles también estimulan nuevas opciones.

Qué difícil el fin de semana anterior. En un plan pistola nos asesinan 4 policías en Campoalegre, y al siguiente día nos asesinan a un gran luchador del acuerdo humanitario, al ex gobernador Jaime Lozada. Miren: secuestraron su señora y sus hijitos. Oportunistamente, por los hijos cobraron un rescate económico y a la señora la incluyeron en una lista de canjeables de un acuerdo humanitario.

Para pagar el rescate de sus hijos, Jaime Lozada se tuvo que arruinar. Siguió a toda hora como gran vocero del acuerdo humanitario, y el pago que le dio ese terrorismo miserable del sicariato de las Farc fue asesinarlo.

¡Y qué difícil llegar a esas exequias a saludar esos hijos! Se tiene que llenar uno de amor por Colombia.

Pero también qué lección, qué lección de firmeza en esos muchachos, qué lección de carácter, qué lección para animarnos a persistir en lo fundamental de la Patria.

Además ellos nos hacen entender que la política de Seguridad Democrática no se excluye con la reconciliación. La política de Seguridad Democrática es un camino a la reconciliación total.

Llévense a sus países, señores comandantes esa idea: el rescate de la seguridad en lo que estamos empeñados, es un paso para reconciliación total. Nuestra política de seguridad lleva dos mensajes: un mensaje de autoridad emanada del pueblo para derrotar las acciones violentas, y un mensaje de reconciliación.

La política de seguridad es a la vez amenaza y oportunidad. Amenaza a los terroristas, que van a tener que enfrentar una política de seguridad permanente, enseñoreada en el corazón del pueblo colombiano hasta que desistan. Y también una oportunidad para los que se quieran reinsertar, porque esa política de seguridad se convierte en una garantía para que aquellos que tomen la decisión de negociar, de reinsertarse, sean protegidos por la misma política de seguridad que los combatió cuando insistían en la violencia

¡Una política de seguridad para combatirlos, mientras insistan en la violencia! ¡Una política de seguridad para protegerlos en el momento que hagan la paz!

Señores Generales de los países visitantes: nuestra atención a los desplazados, los subsidios y los proyectos de los reinsertados, la atención a familias guardabosques, que antes estaban cultivando drogas ilícitas y ahora protegen el área libre de drogas, cuesta en el año que viene billón y medio de pesos.


Este país dedicaba 75 mil millones a los desplazados. Este año invierte, para protegerlos, 438 mil millones. En los próximos años habrá que invertir, para reivindicarlos plenamente, sumas anuales promedio de un billón.

Llévense esta otra cifra: hemos hecho el esfuerzo para que crezca la presencia de la Fuerza Pública en todo el territorio, pero porcentualmente ha crecido menos que el pago a los pensionados, que la política social.

El presupuesto de la Fuerza Pública ha crecido un 22 por ciento, el gasto en Fuerza Pública. El gasto en pensiones ha crecido un 76 por ciento y el gasto en política social diferente a pensiones ha crecido en un 38 por ciento.

Ahí están esas cifras, expuestas al examen riguroso de los colombianos.

Queridos suboficiales graduandos, con amor a Colombia su tarea va a ser fecunda, para que ustedes sean el punto de quiebre, para que lo que ha pasado antes de su llegada, lo que ha ocurrido por ejemplo a mi generación, que no ha podido vivir un día completo de paz, ustedes sean la garantía para que las nuevas generaciones puedan vivir felices en esta gran Patria colombiana.

Y quiero expresar mi saludo, lleno de cariño, a las mamás y a los papás, a los familiares de los suboficiales que hoy graduamos.

Mamás y papás, hermanos y familiares: comprendo el contraste sentimental que los jalona a ustedes para acudir a esta ceremonia. De un lado, el orgullo de papás de ver unos hijos con esta disciplina y con esta transparencia. También la tranquilidad de conciencia por su devoción a la Patria, la que infundieron a sus hijos. Pero eso contrasta con la angustia por el riesgo que estos muchachos asumen al abrazar la bandera de la Policía Nacional.

Papás y mamás, en nombre de todos los colombianos, y ahora hablándoles desde el corazón más como padre de familia que como Presidente, déjenme decir a ustedes, con amor a Colombia y con cariño a ustedes: ¡Muchas gracias por aportar lo que más se quiere, un hijo, al rescate de ese valor democrático que es la seguridad!

Señores Generales de las policías visitantes, lleven a sus patrias un mensaje: cuando les pedimos que nos ayuden contra el narcotráfico es para salvar a Colombia del narcotráfico y para que el narcotráfico no impere en sus países.

Cuando les pedimos que nos ayuden a salvar a Colombia del terrorismo, es para salvar a Colombia del terrorismo y para que los terroristas, que siempre hipnotizan, encantan y engañan a la futura víctima, no vayan a hacer de sus países la futura víctima.

Lleven este mensaje: los terroristas son como la serpiente venenosa en jaula con sus víctimas, devoran una víctima y encantan a la siguiente, la adormecen y la ponen de parte de ella, hasta que en algún momento ya la devoran.

Cuando les pedimos a ustedes que nos ayuden a erradicar el terrorismo de Colombia, es porque no queremos que esa serpiente venenosa, que es el terrorismo rico, alimentado con el narcotráfico, arremeta contra sus democracias.

Muchas gracias por visitarnos, muchas gracias por creer en nosotros, y eso nos estimula a continuar con esta lucha, para que Colombia sea una gran democracia, como siempre lo ha sido, sin la perturbación del terrorismo, que tanto daño le ha hecho.

Muchachos, los veré en las ciudades y en los campos de Colombia llenos de éxito y del reconocimiento del pueblo a su fecunda tarea.

Felicitaciones y tengan mucho éxito”.

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