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PALABRAS DEL PRESIDENTE URIBE EN CEREMONIA DE ASCENSOS DE LAS FUERZAS MILITARES

Bogotá, 7 dic (SNE). Las siguientes son las palabras del presidente Álvaro Uribe Vélez durante la ceremonia de ascensos de oficiales del Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada, celebrada en el campo de paradas de la Escuela Militar de Cadetes José María Córdova.

“Regresamos en este mediodía, a este campo simbólico de la Patria de la Escuela José María Córdova, a presenciar unos ascensos de gran importancia en la vida de la Nación.

Esta mañana los hicimos en la Policía y ahora quedan aquí protocolizados. Hemos ascendido al grado de General al señor general Reinaldo Castellanos Trujillo, Comandante del Ejército, quien hoy también ha recibido la Medalla por tiempo de servicios en la categoría de 35 años y la Cruz al Gran Mérito Aeronáutico.

Hemos ascendido al grado de General al general Jorge Ballesteros Rodríguez, Segundo Comandante y Jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea. Y al general Héctor Campo Plata, Gerente de Satena.

Se ha dispuesto el ascenso al grado de Mayor General a quienes hasta hoy eran Brigadieres Generales: mayor general Óscar Enrique González Peña, mayor general Mario Enrique Correa Zambrano, mayor general Carlos Ovidio Saavedra Saénz, mayor general Luis Alberto Ardila Silva, vicealmirante Édgar Augusto Cely, vicealmirante Fernando Yance Villamil, vicealmirante Jaime Parra Cifuentes, mayor general Román Ricardo Rubiano, mayor general José Vicente Urueña Molina.

Hemos ascendido al grado de Brigadier General a quienes hasta hoy eran Coroneles de la República: brigadieres generales Francisco José Ardila Uribe, Jairo Antonio Herazo Marzola, Miguel Bernabé Lozano Perea, Ricardo Antonio Vargas Briceño, Jaime Calderón Valenzuela, Carlos Enrique Sánchez Molina, Juan Carlos Ramírez Mejía, Gustavo Sanabria Fajardo, Alfredo González Maruaga.

Hemos condecorado con la Orden Militar Cruz de la Fuerza Aérea al Mérito Aeronáutico, además del señor general Reinaldo Castellanos, a la señora ex Ministra, doctora Martha Lucía Ramírez de Rincón, quien siempre se ha distinguido por su firmeza y su transparencia, por la plenitud de sus valores democráticos.

Y hemos condecorado con la Medalla de Servicios Distinguidos en Orden Público, por novena vez, al mayor general de artillería Carlos Alberto Fracica Naranjo, quien ha cumplido una formidable tarea al frente de la operación militar Omega, en la selva de la Patria, buscando la derrota final del terrorismo.

Y hemos impuesto la Medalla de 35 años de servicios a los señores generales Reinaldo Castellanos Trujillo, Fernando Soler Torres, al señor vicealmirante David René Moreno y al mayor general Carlos Alberto Fracica.

A todos ellos, muchas felicitaciones. Pienso en sus esposas y en sus familias. Con cuánta abnegación, con cuánta devoción, con cuánto patriotismo los han acompañado. A las esposas de quienes hoy son ascendidos a Generales de la República, a mayores generales, a brigadieres generales. A sus hijos, a sus padres, a sus familiares, un aplauso lleno de afecto, un aplauso lleno de gratitud, porque en una Patria tantas veces desangrada por el terrorismo, una larga carrera militar que permite hoy tan importante ascenso, está soportada no solamente en la virtud y la disciplina de los ascendidos, sino en la solidaridad, puesta a prueba durante tantos años y en momentos tan difíciles por sus familias.

Señoras esposas y apreciadas familias, reciban el reconocimiento más profundo de gratitud de parte de todos los colombianos por el acompañamiento a estos Generales de la República.

Señores Generales: cuando imponíamos a ustedes el nuevo sol o el primer sol, cuando entregábamos a ustedes el bastón, les estábamos transmitiendo la ilusión del pueblo de Colombia que, al registrar hoy su ascenso, ve más cercana la hora de que el país se deshaga definitivamente del terrorismo. Ve más cercana la hora de que recuperemos plenamente la seguridad para sellar plenamente la reconciliación. Les estaba entregando un sentimiento, un raciocinio, una energía del pueblo de Colombia, que no quiere que la Fuerza Pública tenga que seguir derramando sangre, porque simplemente se sostiene un proceso de permanente agresión del terrorismo contra nuestras instituciones.

Una ilusión del pueblo de Colombia que quiere que ahora sí, llenos de espíritu de victoria, logremos la victoria final para la tranquilidad de nuestros compatriotas. Lleven en ese bastón, lleven en ese sol, un propósito de victoria, un propósito de victoria de corto plazo, como lo demanda el pueblo de Colombia y como lo merece su larga y abnegada carrera militar.

Y esa victoria la merece el pueblo de Colombia, la merece una política de seguridad que es democrática, y qué bueno que aquí nos acompañen dignatarios internacionales tan importantes como los Comandantes de varias de las Policías del continente, que estuvieron esta mañana con nosotros en la Escuela General Santander o el señor Ministro de Defensa de Honduras, que nos acompaña en esta ceremonia.

Esta seguridad es democrática, porque mientras en otros países se invocaba la seguridad para anular las garantías democráticas, aquí la seguridad ha recuperado las garantías democráticas.

El Referendo de 2003 rodeó de garantías a opositores y abstencionistas. Al otro día, gracias a la Seguridad Democrática, fueron elegidos alcaldes y gobernadores provenientes de partidos alternativos a los tradicionales, de fuerzas políticas apoyadas también por antiguos integrantes de la guerrilla. Como candidatos, como victoriosos de los comicios y posteriormente en el ejercicio de sus funciones, han sido apoyados sin reservas por nuestra Seguridad Democrática.

Esta seguridad es democrática, porque mientras en otros países en nombre de la seguridad se limitaba al periodismo, se imponía la censura, uno de los esfuerzos mayores de esta seguridad es rescatar la seguridad para los periodistas.

En Colombia hubo años de asesinar 15 periodistas. Todavía los asesinan. Todavía este año nos han asesinado tres, pero el mundo debe saber que, con perseverancia en nuestra Seguridad Democrática vamos a lograr totalmente esa garantía para el ejercicio sin coacciones del periodismo.
Esta seguridad es democrática porque mientras en otras naciones, en nombre de la seguridad se anularon los derechos de los sindicatos, aquí hemos procurado devolverles la garantía de seguridad a los sindicalistas.

Hubo períodos cortos de nuestra historia en los cuales asesinaron en un año 160 sindicalistas. Todavía los asesinan. Todavía este año le han quitado la vida a 13 afiliados a las organizaciones sindicales. Pero con perseverancia, adheridos con amor patrio a nuestras convicciones democráticas y a la firmeza en la reconquista de la seguridad, vamos a poder decirle al mundo que hemos recuperado plenamente esa garantía.

Esta seguridad es democrática, porque aquí no se ha utilizado la seguridad para anular la posibilidad de que el pueblo elija a sus autoridades más cercanas, como los alcaldes. Casi 400, cuando Fernando Londoño Hoyos asumió el Ministerio del Interior y Marta Lucia Ramírez de Rincón el Ministerio de Defensa, casi 400 de nuestros alcaldes estaban en forzoso exilio, sin poder desempeñar sus funciones por la persecución del terrorismo.

Esta Seguridad Democrática recuperó la posibilidad de que todos los alcaldes de la Patria, rodeados plenamente de las garantías de la Constitución, acompañados por las Fuerzas de la Constitución puedan ejercer sus funciones que enaltecen a la democracia.

Y esta Seguridad Democrática hay que analizarla como compañera de una política social, como causa de la recuperación de la economía, hay que analizarla como un valor democrático que hace posible el ejercicio de los valores democráticos, y hay que analizarla como una señal de autoridad que también garantiza la reconciliación.

Cartagena del Chaira, allí no solamente hemos recuperado la presencia de la institución armada de la Patria, no solamente hemos recuperado la tranquilidad de los ciudadanos, como en tantos poblados de Colombia, sino que hay una política social que acompaña a la Fuerza Pública.

En Colombia ha existido la equivocación por parte de muchos de presentar como excluyente el ejercicio de la seguridad y la política de inversión social. Todo lo contrario, van de la mano, son inseparables. La política de seguridad crea confianza, hace posible que la economía crezca, que haya inversión. Y eso a su vez facilita que haya inversión social. Y la política social afianza la credibilidad del pueblo en la política de seguridad. Cuando el pueblo percibe que la seguridad es eficaz, transparente, adherida de manera indisoluble a los derechos humanos, que la seguridad hace posible la inversión social, que el pueblo acompaña, como tiene que ser en los Estados de opinión, a la política de seguridad para que sea sostenible.

Anoche en Sincelejo les decía a mis compatriotas de Sucre: hace 40 meses ese departamento tenía una división geográfica. De los Montes de María hacia el norte, en el Golfo de Morrosquillo, en el mar y las llanuras adyacentes, imperaban los mal llamados paramilitares y el narcotráfico. De los Montes de María hacia el sur, hacia las sabanas, hacia la tierra hoy inundada de La Mojana, imperaban las Farc y el narcotráfico. Esta Seguridad Democrática, de manera imparcial, ha venido recuperando lo uno y lo otro.

Y constatábamos cómo 5.900 familias desplazadas de Sincelejo han sido incorporadas en el programa Familias en Acción. Hacen parte de 500 mil Familias en Acción que completamos este año, en un país que se apresta el año entrante a tener 650 mil y que tiene que llegar a un millón. Familias que están recibiendo un subsidio para la educación de sus hijos, para la nutrición de sus hijos, gracias a que se ha venido recuperando la economía en virtud de la Seguridad Democrática.

Hace poco cinco departamentos llegaron a plena cobertura en salud: el Huila, Cesar, Antioquia, Casanare y Arauca. Lo que nos indica que en no más de dos años todos los estratos populares de la Patria llegaran a plena cobertura en salud. Hemos pasado en este Gobierno de diez millones y medio de colombianos carnetizados a 18 millones, y el Congreso está haciendo el esfuerzo legal para que cuatro millones que nos faltan por cobertura en salud de los estratos populares de la Patria, en poco tiempo tengan esa cobertura. Que los servicios se presten con eficacia, con calidad y que el país pueda emprender otro discurrir, el que habrá de conducirnos a que el plan obligatorio de salud tenga también nivelado el plan subsidiado de salud.

La política de seguridad hace posible la política de inversión social, y la política de inversión social hace sostenible la política de seguridad. Van de la mano. Claro que nos falta mucho en política de seguridad y nos falta todavía más en política social. Pero trabajando sin desmayo todos los días, la Patria logrará para sus ciudadanos la tranquilidad y la felicidad, hijas de esa combinación de la Seguridad Democrática y de la política social.

Y ha habido otra distorsión por parte de algunos en nuestra Patria: hacer penar que la seguridad, que es un valor democrático, se excluye con los otros valores democráticos. Se complementan. Sin seguridad no se puede ejercer el valor democrático del sufragio. Sin seguridad no se puede ejercer el valor democrático de la libertad de prensa. Sin seguridad no se puede ejercer el valor democrático de la iniciativa privada con responsabilidad social.

A muchos nos formaron equivocadamente, nos hicieron pensar –y

Colombia en un magisterio de pedagogía popular en el que estamos trabajando todos los días, corrige esa malformación–, nos hicieron pensar que para ser demócrata había que mirar peyorativamente y con desprecio las Fuerzas Militares. Que para ejercer el Gobierno Civil había que tener coqueteos con los terroristas sin compromiso con las Fuerzas Militares. Que para hablar de los valores democráticos había que despreciar el valor de la seguridad. Eso se está corrigiendo en una pedagogía alimentada por la práctica del avance de la seguridad en la Patria, todos los días. Y por supuesto, como se corrigió en Colombia aquella idea que nos habían vendido, equivocada, de que para poder reivindicar la seguridad había que anular los otros valores democráticos.

Y también ha habido otra equivocación: la de pensar que la seguridad se excluye con la paz. La Seguridad Democrática es un camino hacia la paz, la seguridad democrática lleva un mensaje de amenaza a los violentos y una garantía a los reinsertados. La Seguridad Democrática es la misma para combatir a quienes persistan en la violencia o para dar plenitud de garantías a quienes acepten la paz. La seguridad ejercida democráticamente es el gran puente para pasar del caos al rescate del respeto a la Ley y al rescate de la convivencia total.

Claro que falta mucho. Vamos ganando pero no hemos ganado. Hay reveses pero, muy apreciados generales de la República ascendidos hoy, de cada dificultad, como lo dijera El Libertador, tenemos que hacer una trinchera y sacar una nueva victoria para nuestra Patria. Hay que mirar cuidadosamente el mapa de la Patria, y allí donde hay dificultades aprestarnos a superarlas.

Se requiere persistencia. Antes, mientas los terroristas persistían, las políticas de seguridad del Estado eran efímeras. Ahora se han invertido las cosas. Ahora los terroristas van a ver si con capaces de persistir, mientras la voluntad del pueblo haga sostenible una decisión de hierro en los Altos Mandos militares y en el Gobierno civil para mantener sin declive la política de Seguridad Democrática.

Señores Generales ascendidos: vengo a decirles que, como lo perciben ustedes en las regiones de la Patria, el pueblo que no tiene manera de vivir en el extranjero, el pueblo que no tiene manera de pagar empresas privadas de seguridad, ese pueblo recibe con alborozo el esfuerzo de ustedes y de sus soldados para dar seguridad. Ese pueblo cuando se queja es porque no quiere vivir esclavo de la guerrilla o de los paramilitares. Ese pueblo cuando lo reclama, es porque quiere que Colombia supere plenamente el terrorismo. Ese pueblo cuando nos regaña y nos critica, es porque desea que nosotros, que representamos su institucionalidad, seamos, con el sacrificio de ustedes, generales, los garantes de la tranquilidad a nuestro pueblo.

Y ese componente que ha vivido entre incógnitas, ese componente de altibajos, hoy se mantiene intacto, con toda la firmeza y con toda la serenidad, en la voluntad política, para combatir el terrorismo.

Llénense ustedes de espíritu de victoria, señores Generales, que la determinación que refleja la voluntad política no tendrá declive, con la ayuda de Dios.

Y vamos a persistir, con autocrítica, con ajuste en la estrategia, con mejoramiento en la táctica, a persistir como el campesino. Porque el terrorismo es como la mala maleza y la política de seguridad tiene que asimilarse a la persistencia del campesino. En esas tierras de clima en medio de ladera, ácidas, que les falta capa orgánica, hay unas malezas muy difíciles de erradicar.

En mi tierra hay unas malezas como el mortiño, el carate, helechos no ornamentales, la salvia, el salvión. El campesino trabaja de seis a seis, de sol hasta entrada la noche, cree que las ha erradicado, y al otro día despierta con la ingrata sorpresa de que esas malezas retoñan, pero el campesino persiste hasta que atrofian las malezas y el campo queda listo para las buenas cosechas.

Hay que persistir frente a esa mala maleza que es el terrorismo, hay que persistir con voluntad de hierro, sin excesos de confianza cuando avanzamos, sin que nos debilitemos en la moral cuando tenemos reveses. Cada victoria hay que entenderla como una meta parcial para la victoria final y cada revés como una oportunidad para reflexionar y avanzar hacia la victoria final.

Vamos a persistir y a seguirle pidiendo apoyo a la comunidad internacional. Como lo decíamos esta mañana a los Comandantes de Policía de las naciones amigas, como lo decimos ahora a quienes nos acompañan del Cuerpo Diplomático, al Ministro de Defensa del país hermano, ayúdenos a persistir. Nosotros queremos aquí derrotar el terrorismo para que el terrorismo no haga víctimas a sus países, nosotros queremos aquí derrotar la droga para que la droga no haga víctimas a sus países. Nosotros pedimos la ayuda de ustedes, porque somos concientes que el terrorismo tiene coqueteo hipócrita, el terrorismo endulza a algunas naciones, pero en el momento que puede, como no tiene límites éticos, como carece de valores éticos, maltrata esas naciones. El terrorismo mira a su futura víctima, como la serpiente venenosa que encanta y adormece a su futura víctima.

La serpiente venenosa, enjaulada, deja que se tranquilice la futura víctima, y cuando la tiene tranquilita la devora. Por eso mientras haya terrorismo en Colombia, ninguno de los países hermanos puede estar tranquilo. El terrorismo hay que derrotarlo aquí para que deje de ser amenaza para los países hermanos.

Y como esta es una batalla limpia, como esta es una batalla transparente y democrática, por eso tenemos la autoridad moral para pedir a ustedes que nos apoyen.

Y esta tarea hay que adelantarla con gran amor por Colombia. Momentos difíciles: el sábado en la noche pistoleros de esos grupos terroristas nos asesinaban cuatro policías en Campoalegre. Al día siguiente asesinaban al ex gobernador Jaime Lozada. Le secuestraron la señora y los hijitos. Hipócrita y cobardemente, ese terrorismo sicarial que es las Farc, lo arruinó, le pidió rescate por los hijos e incluyó a la señora en el listado del canje humanitario.

¿Cómo cambian el tratamiento? Dependiendo como quieran robar o engañar. Cuando quieren robar exigen es rescate en dinero, cuando quieren engañar hablan de canje humanitario. Por el rescate en dinero de los hijos de Jaime Lozada lo arruinaron. Y para engañar con el acuerdo humanitario, que las Farc reclama e impide, lo pusieron a que se convirtiera en el vocero del canje humanitario. Y finalmente el pago que le dieron fue asesinarlo. Y es duro recibir la noticia de que lo asesinaron. Y es duro y parte el alma visitar a sus familiares, mirar a sus ojos a esos hijos, entre la adolescencia y la juventud, que tienen la madre secuestrada, el padre arruinado y asesinado, y las Farc sigue robando y engañando.

En esos momentos difíciles, con amor a Colombia, nos tienen que llenar de energía para poder darle a Colombia la victoria final sobre el terrorismo. Por eso demandamos de ustedes, señores Generales de la República, continuar con la vida abnegada, expuesta al sacrificio que hoy los ha hecho merecedores del ascenso, y llenarse de un espíritu de victoria. Ustedes no van a cumplir una tarea de sostenimiento, ustedes están llamados a cumplir una tarea de definición para bien de Colombia.

Una Patria con tantas posibilidades. Aquí la economía se está recuperando por dos razones: porque el pueblo nuestro no es un pueblo amargado, el pueblo nuestro no tiene espíritu de politiquería que estraga. El pueblo nuestro es un pueblo espontáneo, es un pueblo fuerte en la dificultad, es un pueblo alegre para vencerla, y está saliendo adelante y la economía se está recuperando por la heroicidad de las Fuerzas Militares y de Policía.

Esta tarde habré de leer un ensayo sobre el estado de la economía de la Patria, cuando la revista Portafolio entregue los premios a empresas y empresarios, y diré que la Patria ha tenido bonanzas puntuales, legales e ilegales, pero ahora empieza a tener una bonanza de confianza.

Aquí se dio una bonanza económica, cuando las guerras internacionales obligaron a la sustitución de importaciones. Aquí tuvimos en los años 50 una bonanza cafetera, se repitió en otros gobiernos. Hemos tenido puntuales bonanzas petroleras. Las privatizaciones trajeron mucho dinero en un momento. Hubo otra bonanza: cuando a principios de los 90 los trabajadores se trasladaron de régimen de cesantías, hubo otra bonanza, porque consumieron los recursos con los cuales les pagaron la indemnización. Y ha habido esas bonanzas ilegales, que tanto daño han hecho, de la marihuana, de la coca.

Ahora Colombia empieza a tener una bonanza de confianza. Lo refleja la inversión, que se ha multiplicado por más de 10 en este Gobierno. Lo refleja el empleo que, a pesar de todo lo que falta, ha reducido 8 puntos de desempleo en las grandes ciudades y 6 puntos de desempleo en el país como un todo. Lo refleja el florecimiento de la pequeña empresa.

Falta mucho, señores Generales, pero ustedes que, con su abnegación son causa determinante de este cimiento de bonanza de confianza, en la medida que le den a Colombia la victoria definitiva, se convertirán en la causa determinante de que esta bonanza de confianza se prolongue en el tiempo, de manera indefinida, para que la Patria supere la miseria y la pobreza, para que la Patria supere el desempleo, para que las nuevas generaciones de colombianos puedan vivir felices en este suelo amable que Dios nos dio.

Generales, muchos éxitos en la tarea que ahora inician con nuevo grado. Que el pueblo los acompañe y que procedamos a toda hora con afecto con el pueblo.

Al pueblo colombiano le gusta el discurso político, es inmensamente inteligente. Al pueblo colombiano le gusta el debate fraterno, sin agravios, finalmente es un pueblo espontáneo sin amarguras. Pero al pueblo colombiano le gusta lo que más le ha faltado, lo que nosotros tenemos que darle: afecto, afecto, afecto.

Denle más y más afecto al pueblo colombiano, Generales, que el pueblo colombiano es grato, como dicen las Sagradas Escrituras. Cuando al pueblo colombiano le dan un afecto, el pueblo colombiano devuelve con mil afectos.

Muchos éxitos, señores generales”.

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