PALABRAS DEL PRESIDENTE
URIBE AL INSTALAR REUNIÓN DE CANCILLERES Y MINISTROS DE
MINAS Y ENERGÍA DEL SICA
Medellín, 9 dic (SNE). Las
siguientes son las palabras del presidente Álvaro Uribe Vélez al instalar la
reunión de Cancilleres y Ministros de Minas y Energía
del Sistema de la Integración Centroamericana (Sica).
“Quiero saludarlos de todo corazón. Agradecer inmensamente
la presencia de ustedes hoy en Medellín, agradecer su apertura
y su generosidad, su visión para que Colombia pueda, como
miembro que se ha venido integrando paulatinamente al Plan Panamá – Puebla,
cumplir la tarea de vincular esa bella Centroamérica con
Suramérica.
Cuenta la historia que a finales del siglo
decimonónico,
alguien, que años más tarde se convirtió en
uno de los Presidentes mejor recordados y más realizadores
de Colombia, el señor General Rafael Reyes, tuvo que partir
de urgencia, comisionado por un gobierno de la época, a
sofocar una sublevación en Panamá. Con cuántas
dificultades se desplazó de Popayán y de Cali a la
ciudad de Buenaventura, construyó embarcaciones y finalmente
remontó el Istmo, para ubicarse ya no en el Pacífico
sino en el Caribe y poder atender los problemas que habían
surgido en Colombia.
La ciudad había sido incendiada, no había una autoridad
que impusiera disciplina, el pueblo panameño, como buen
pueblo del Caribe, detrás de cuya alegría hay un
gran sentimiento de disciplina, demandaba que el Gobierno central
de Colombia impusiera disciplina e impusiera orden. Bastante alarmado
por la magnitud del incendio, por la impunidad, por la incapacidad
de poner presos a los incendiarios, el General Reyes empezó a
trabajar. Advirtió que si Colombia no ejercía autoridad,
ese reclamo de autoridad y orden de los panameños, iba a
contribuir a la separación definitiva.
Se acusa al General Reyes porque, capturados
los responsables del incendio, cuando no existía la pena de muerte, se ordenó el
fusilamiento. Él lo explicó ante la historia que
había sido una decisión necesaria, para garantizar
la unidad nacional. Pero aquello fue inevitable. Colombia sumida
en las guerras y en el desorden, Colombia sumida en una falta de
autoridad, cuyo vacío lo llenaban la anarquía y la
confrontación parroquial, fue creando las condiciones para
que finalmente, en 1903, se sesgara la independencia de la hermana
Panamá. Cuenta la historia que mientras en Panamá ebullía
el ánimo independentista, nuestros mandatarios aquí leían
novelas francesas, con gran deleite y total paciencia.
Hay que mirar con muchísimo cuidado estos acontecimientos
de la historia para proyectar el futuro. Finalmente vivimos un
siglo de coqueteos insinceros, vivimos un siglo donde salvábamos
las reglas de cortesía, pero no nos uníamos en el
fondo. Tuve el privilegio de asistir en noviembre de 2003, como
Presidente de los colombianos, a la celebración del primer
centenario de la Independencia de Panamá. Rescatamos el
acta. Qué bellísima acta de independencia. Un acta
sin odios, un acta que no parecía un acta de independencia,
sino un acta en la cual un hermano menor le declara al hermano
mayor que ya no necesita depender de él porque ha llegado
a la madurez. Un acta que dejó construidos todos los caminos
de la hermandad, de la integración fraterna. Yo diría
que si hay algún documento, después de las diferentes
cartas del Libertador, que se anticipó a la necesidad de
la unidad, es ese documento del acta de independencia de Panamá.
Hay que leerlo y meditar sobre él. Es un hermano que se
declara llegado a la madurez, que procede a decretarse y a declararse
maduro, sin intemperancias, sin desafíos, simplemente buscando
su porvenir.
Aquel día perdimos la cabeza. Cali apenas era un caserío.
Bogotá continuaba entre tertulias literarias y chismes políticos.
Medellín apenas veía levantar las primeras chimeneas
de sus industrias. Aquel día perdimos la cabeza. Yo diría
que no se independizó el hermano menor, sino que se nos
fue el hermano mayor. El que de pronto estaba llamado a llevarnos
de la mano.
Pero la fraternidad de los pueblos va superando
todas las dificultades. Ese noviembre de 2003 fue una bellísima oportunidad para
recordar la fraternidad que se nos legó en esa acta de independencia.
Y la verdad es que hemos pasado del elogio mutuo, del coqueteo
y de las reglas de cortesía, a una sincera vocación
de integración.
Qué bueno que hoy se pueda dar un paso trascendental en
esta ciudad de Medellín, esta ciudad que, con su Alcalde
y su Gobernador a la cabeza, nos ha acogido con tanto entusiasmo.
Claro que el Gobernador les queda debiendo para la tertulia de
la noche el poema completo de Rubén Darío y los poemas
completos de los poetas nuestros que él cito, y que se constituyeron
en un gran puente literario entre Centroamérica y los nuestros.
Llegan ustedes, muy apreciados delegados,
a tener una nueva reunión
en una ciudad que, por sus condiciones de vecindad con Centroamérica,
es la líder colombiana en el interés de la integración.
La política de relaciones exteriores de este Gobierno ha
querido que la unidad de Colombia con Centroamérica sea
una unidad total, que no se quede en el discurso, que trascienda
la lisonja, que sea una unidad integral, una unidad material, una
unidad de visión política, una unidad de valores
democráticos, una unidad de lucha por la tranquilidad de
todos nuestros pueblos.
Con la señora Canciller, al principio de esta administración,
les planteamos a ustedes que Colombia fuera admitida en el Plan
Panamá – Puebla. Consideramos que Centroamérica
se convierte hoy en uno de los ejemplos más importantes
de integración en el mundo. Yo veo cómo funciona
la integración centroamericana. La visión política,
la defensa de los valores democráticos, la decisión
sin titubeo frente al terrorismo, que es ejemplar. Una decisión
sin vacilaciones. Si algo admiro de ustedes, mis compatriotas centroamericanos,
es que ustedes en el discurso no le han hecho concesiones al terrorismo.
Ustedes son naturales aliados nuestros en la lucha contra el terrorismo,
porque ustedes son un ejemplo de definición en esa materia.
Ustedes no tienen declives en esa lucha. Qué importante.
¿Cómo nos han acompañado? Yo recuerdo cómo
se reunieron los presidentes centroamericanos, al principio de
este Gobierno, cuando sufrimos el ataque demencial del terrorismo
contra el Club El Nogal de Bogotá. Cómo nos acompañaron
en una reunión en Ciudad de Panamá. Cómo nos
acompañaron con su liderazgo en la Organización de
Estados Americanos, para que la Organización de Estados
Americanos no tuviera vacilaciones de la necesidad de la condena
al terrorismo. Cómo hemos trabajado juntos en tareas tan
importantes como la que ahora ejercemos frente a la Unión
Europea, para tener un arancel justo que no castigue nuestras exportaciones
de banano. Cómo hemos trabajado juntos para superar la crisis
del café. Y habría un sinnúmero de acciones
para mencionar que nos han venido uniendo y de qué manera.
La decisión que ustedes generosamente adoptaron de acoger
a Colombia cómo miembro observador, es un primer paso. Facilita
la integración de Centroamérica, a través
del Plan Panamá – Puebla, con Suramérica. La
verdad es que Suramérica no puede pensar en unos linderos
al interior de la unión suramericana, sino que tiene que
buscar la unión con todo el continente. Y ustedes han dado
ejemplo al ir extendiendo los linderos del Plan Panamá – Puebla
hacia Colombia, en busca de Suramérica. Esto tiene mucho
sentido, pues, como una integración total de las Américas.
Y para que la integración deje de ser retórica,
antes que proponer los procedimientos formales, propusimos las
prioridades. Por eso, en los últimos 40 meses, con ustedes
hemos trabajado para que en el 2008 tengamos la línea de
interconexión eléctrica. Para que rápidamente
empiece a haber una provisión de gas, no necesariamente
desde Colombia, que tiene muy poco, la gran posibilidad es Venezuela,
a Centroamérica, utilizando un gasoducto que se construya
por Colombia, o poniendo en marcha el sistema de gas comprimido
en barcazas especiales. Qué bueno que rápidamente
le podamos decir al mundo: ya tenemos la interconexión eléctrica,
ya tenemos la interconexión gasífera.
El tema energético apunta a convertirse en un gran obstáculo
del desempeño de la economía mundial. El tema energético
hoy no se puede tratar como un tema cerrado en la economía
nacional. Es un tema neurálgico, es un tema de la mayor
sensibilidad para el desarrollo de las economías y requiere
integraciones.
Nosotros estamos buscando participar de
la integración
suramericana. Ya tenemos varios puntos de integración energética
con Venezuela. Se definió que la empresa venezolana del
Estado (Pdvsa), construya el gasoducto entre La Guajira colombiana
y el Golfo de Maracaibo.
Paradójicamente, Colombia, que tiene muy pocas reservas,
debe suministrarle gas en los primeros años al occidente
de Venezuela, porque Venezuela tiene sus reservas en el centro-oriente
y todavía no tiene debidamente conectado el occidente. Ese
gasoducto, en una etapa posterior, serviría para que Venezuela
provea de gas a Colombia.
Y es una primera etapa de lo que tiene
que ser el gasoducto que, atravesando la Costa norte colombiana,
comunique a Venezuela con
el Plan Panamá – Puebla. Y Venezuela ha venido avanzando
en la integración energética con el Brasil.
Nosotros además hemos ofrecido a la hermana República
Bolivariana de Venezuela, la posibilidad de construir un sistema
de conducción de petróleo, de gas, o un poliducto,
atravesando todo el territorio colombiano al Pacífico, que
entraría a complementar toda la oferta de servicios del
Canal de Panamá.
Estamos hoy construyendo la segunda línea de interconexión
con el Ecuador, y en el Ecuador ya hay una interconexión
con el Perú. La idea es integrar toda esta región
suramericana con las líneas de transmisión de energía
y con las tuberías del gas. Y eso encuentra, en la línea
de transmisión de Colombia a Panamá, como componente
muy importante de lo que es el Plan Panamá – Puebla – Colombia – Suramérica,
encuentra un gran brazo de extensión. La integración
energética es un imperativo. De lo contrario se nos estacan
estas economías.
A mí me preocupa mucho constatar lo siguiente: algunos
países, por pagar la canasta energética, están
corriendo el riesgo de no poder cumplir las Metas sociales del
Milenio. Por eso en la última Asamblea de Naciones Unidas,
me permití decir que debíamos adelantar esfuerzos
adicionales. Celebro la iniciativa de México, que vio un
apoyo que está dando el Banco Interamericano – necesitamos
que participen Canadá y Estados Unidos muy resueltamente–,
para ayudar a los hermanos centroamericanos a superar el problema
de suministro de energéticos.
Temo mucho que se vuelva realidad el riesgo
de que por pagar la canasta energética, algunos países no puedan cumplir
con las Metas sociales del Milenio. Y para evitar ese riesgo necesitamos
esa gran acción integradora y necesitamos iniciativas como
la mexicana. Que también tenemos en el continente otra iniciativa
que es la venezolana. Y necesitamos que poco a poco, gradualmente,
esas iniciativas, una trabajando en una región y otra trabajando
en otra región, nos ayuden a todos a superar limitaciones
en la provisión de energéticos.
Tenemos otros horizontes de gran importancia,
como son los biocombustibles, Centroamérica, Colombia, tienen condiciones excepcionales
para producir biocombustibles. Hace pocos días me decía
el señor presidente Pacheco, de Costa Rica, que Costa Rica
ya está produciendo biodiesel. Colombia, como se los explicará el
Ministro de Minas, ya ha empezado a producir alcohol carburante.
Aquí se produjeron las normas jurídicas para exigir
un porcentaje de mezcla de alcohol a los combustibles fósiles.
Este Gobierno introdujo los incentivos tributarios, las normas
técnicas. Hoy estamos produciendo alrededor de 250 mil litros
diarios, pero aspiramos que al final de febrero estemos produciendo
un millón 70 mil litros diarios de alcohol carburante, y
que esto desate la instalación de nuevas plantas en el país.
Centroamérica tiene todas las posibilidades.
A manera de seguir el ejemplo de Costa
Rica, aquí estamos
terminando el año con cerca de 300 mil hectáreas
de palma africana. Toda Centroamérica tiene condiciones
de suelo, de lluvias, de luminosidad, óptimas para la palma
africana. Colombia puede pasar de 300 mil hectáreas de palma
africana a seis millones. La gran revolución malaya basada
en la palma africana, también nos indica que ya se agotó el
territorio malayo para palma y que las grandes potencialidades
están en nuestros países. Ahí tenemos una
gran posibilidad para que integradamente desarrollemos el biodiesel.
El presidente del Brasil nos ha dicho que
Brasil, en 10 años,
aspira a atender todas las necesidades internas con biodisel y
alcoholes carburantes, y exportar toda la producción de
petróleo. Qué gran reto. Gran reto en el que nos
debemos inspirar.
Yo creo que tenemos que dar pasos ya, para
exigirles a todos los fabricantes y a todos los ensambladores
de automotores, con unas
fechas perentorias que se tienen que adaptar, para que podamos
hacer mezclas crecientes de alcohol carburante y de biodiesel.
Esas industrias las podemos desarrollar si trabajamos conjuntamente,
si intercambiamos experiencias. Las experiencias de Colombia estamos
dispuestos a compartirlas con todos ustedes y necesitamos alimentarnos
de las experiencias de ustedes. Y necesitamos trabajar conjuntamente
con el Banco Interamericano para desarrollar en nuestros países
todas las plantas de producción de biocombustibles. Ahí tenemos
otro gran reto.
El tema de la carretera. La carretera es
otra necesidad. A uno le preguntan en diferentes partes del continente:
bueno, ¿pero
por qué podemos ir en un vehículo de Alaska a Panamá o
de Colombia a Tierra del Fuego, y no podemos pasar de Suramérica
a Centroamérica, no podemos transitar de Colombia a Panamá?
Allí hay muchos temas, que no vale la pena referirse a
cada uno de ellos. El tema necesita un tratamiento fraterno. No
es un tema para hacer imputaciones, es un tema para construir opciones.
Nosotros, que hemos tenido el privilegio de una magnífica
relación con el Gobierno de Panamá, al que admiramos,
apoyamos, resaltamos como un Gobierno que enaltece el continente,
sabemos que no es un tema del Gobierno de Panamá. Es un
tema de opinión pública.
Por eso creemos que, de manera muy delicada,
muy prudente, debemos crear un ambiente de opinión que favorezca la carretera.
En el momento que se dé ese ambiente de opinión para
sacar adelante la carretera, se habrá removido el gran obstáculo
para el Gobierno.
En los Estados democráticos, los gobiernos finalmente son
unos gobiernos cuya gobernabilidad no depende de las instituciones
jurídicas, sino en última instancia del pueblo. Los
politólogos deberían estudiar cómo todos los
días la gobernabilidad depende más del elemento participativo
de la opinión, que del elemento representativo institucional.
En estos Estados de opinión, decisiones tan sensibles,
no se pueden hacer en contra de los sentimientos de la opinión.
Mi invitación es a que hagamos un trabajo prudente, permanente,
eficaz, para que el hermano pueblo panameño en algún
momento, ojalá más temprano que tarde, dé el
visto bueno, el asentimiento, para poder construir la carretera.
Se dice que hay un problema de narcotráfico. Es cierto.
Aquí lo estamos derrotando. La falta de carretera no lo
ataja. La falta de carretera ataja la gente de bien. Para el narcotráfico,
mejor no tener carreteras, porque mientras ellos van por la selva,
por el mar y por los aires, la autoridad tendría que ir
por la carretera. Hoy hay en la selva, en el mar y en el espacio
aéreo, vía para el narcotráfico, pero no hay
carretera para la autoridad. Ese es un punto bien importante para
que lo examine la opinión pública de nuestro país
y la opinión pública panameña y la comunidad
internacional afecta a los temas del medio ambiente.
El tema del terrorismo. Lo mismo. Los bandidos
del terrorismo, para el tráfico de armas, no requieren de carreteras. Quien
requiere de carreteras es la autoridad. Si tenemos carretera para
el tráfico de la autoridad, es más difícil
para los traficantes de armas.
El tema ecológico del Darién. Ese es un santuario
ecológico de gran importancia, que lo hemos vuelto distante
de las comunidades científicas, universitarias, del turismo
ecológico, de la opinión. Parece que estuviera en
otro planeta, no tan cercano a nosotros. En la medida que se abra
la vía de comunicación, que los universitarios, los
científicos, los turistas, puedan visitar ese bello santuario
ecológico, en esa misma medida habrá más sentido
de pertenencia por él. A más sentido de pertenencia,
más responsabilidad para cuidarlo. Un santuario lejano es
un amor a distancia, que se corre todo el riesgo de que pierda
el encanto. Un santuario cercano es una bella flor a la que todos
los días se le hecha una gotica de agua y una notica de
fertilizante, y se le reverdece y se le dan más bellos colores.
Yo temo que el día que se abra esa carretera sea tarde.
Y las generaciones de entonces encuentren que el santuario ecológico,
sobre el que se tanto se habló durante tanto tiempo, se
acabó. Si anticipamos la decisión y abrimos esa carretera,
el mundo percibirá ese santuario, lo traerá de lo
trascendente a lo inmanente, lo traerá de lo abstracto y
lejano a lo perceptible. Y el mundo aprenderá a reconocer
más lo que significa ese santuario, a quererlo.
Si los medios de comunicación nos ayudan, persuasivamente,
si se hace un gran diálogo, en el cual nos pudieran apoyar
el BID, los ambientalistas, con los directores de medios de comunicación,
es posible crear un ambiente de opinión, para que en algún
momento el Gobierno de la hermana República de Panamá pueda
empezar a reflexionar sobre el tema y podamos hacer la carretera,
que es un factor tan importante para la integración.
Es un tema que en esta instancia, a mi
juicio, y lo digo con todo el respeto y la fraternidad, no es
un tema de Gobierno sino un
tema de opinión pública. Porque la tarea en los gobiernos
es buscar a ver cómo la opinión pública hace
una reflexión y llega a la conclusión de decirles
a los gobiernos: hagan la carretera, que la necesitamos.
Yo pido una reflexión de cada uno de ustedes. Delante del
presidente Torrijos, les dije a unos distinguidos comunicadores
de Panamá que me preguntaron por la carretera: Hombre, déjenla
hacer, que la pueda gozar nuestra generación. ¿La
van a hacer ya después de que nosotros estemos muertos,
acabados? Anticipen eso un poquito, a ver si la generación
nuestra la puede ver, a ver si en lugar de que haya un tránsito
de traficantes de droga, de traficantes de armas por el Darién,
lo que podemos lograr es un tránsito de turistas, investigadores,
una gran presencia de turismo ecológico.
Hay que buscar, pues, por ese difícil pero también
excitante camino de la opinión pública, una luz verde
para poder hacer esa carretera.
La integración de todas las Américas es una razón
de ser para la integración de Colombia al Plan Panamá-Puebla.
La integración entre Centroamérica y Suramérica
es una razón de ser para esta integración. La necesidad
de la integración energética es un imperativo para
poder superar las amenazas de crisis energética, que pueden
paralizar el buen desempeño de las economías y pueden
llevar a muchos de nuestros pueblos a gastarse los recursos de
las Metas del Milenio, que son las metas sociales, en la adquisición
de energéticos.
La transmisión de energía, cuya instalación
inicial debe estar para el 2008, el transporte de gas, el desarrollo
de otros energéticos, de los alternativos, de los biocombustibles,
son todos desafíos para esta integración.
Ojalá puedan gozar esta ciudad de Medellín, tan
bella, y que a la noche puedan mirar las luces de Navidad que son
sobresalientes en el mundo entero, gozar la calidad, la hospitalidad,
la calidez de los antioqueños, de los medellinenses, y que,
al regresar a sus países, vayan contentos de la experiencia
de esta reunión del Plan Panamá-Puebla, aquí en
la ciudad de Medellín.
Quiero agradecer muchísimo al doctor Fabio Valencia Cossio,
comisionado por la señora Canciller y por la Presidencia
de la República, para representar a Colombia ante ustedes.
Y sé que con el tino de él, con el buen juicio político
de él, se irán creando condiciones para poder avanzar.
Sepan, muy apreciados delegados, que Colombia
lo único
que quiere es una integración constructiva, que tiene que
ser ventajosa para todos. Un juego integracionista donde todos
ganemos. Bienvenidos y muchas gracias”. |