La historia de un ciudadano común
y corriente
UNA QUEJA BIEN RECIBIDA
Bogotá, 16 jul (SNE). John Marcos Torres, bogotano
de nacimiento y con 28 años de vida, no podía
creer que una orden iba a cambiar su situación.
Desde las 2 de la tarde estaba haciéndole seguimiento
al III Consejo Anual de Ministros. Prefirió quedarse
frente al televisor analizando la situación que
del país presentaban Ministros y Asesores antes
de seguir analizando la suya. La falta de trabajo y oportunidades
generaban en él un vacío que intentaba llenar
de cualquier manera.
Unas cifras sobre crecimiento económico presentadas
por Alberto Carrasquilla, ministro de Hacienda, lo llevaron
a agarrar el teléfono y esperar pacientemente la
voz al otro lado de la línea. “Lo escuchamos,
señor Torres. ¿Cuál es su pregunta?”… Y
ahí empezó la historia.
CAMBIO DE ÚLTIMA HORA
La queja iba dirigida al titular de la cartera de Hacienda.
Sin embargo, algo le hizo pronunciar las palabras “Señor
Presidente”. Entonces, empezó el diálogo
que precedió una orden, esa orden que cambió su
vida en cuestión de minutos: “Véngase
para acá y conversamos”.
Tan rápido como pudo, salió de su casa ubicada
cerca al Portal de la 80, en el occidente de Bogotá.
Agarró el primer articulado de TransMilenio y llegó jadeante
a las puertas de Casa de Nariño.
En cuestión de segundos estaba sentado al lado
del Presidente. Ya los medios preguntaban por el muchacho
de la chaqueta roja.
John pensó en su hijo de 5 años, quien vive
en el exterior; pensó también en su hermana
y en su mamá, con quienes comparte cada día.
Pensó en sus estudios de Derecho, los cuales está a
punto de abandonar por no tener dinero para costear el
excedente de una media beca que por buen alumno le otorgaron. “Imposible
que esto ocurra”, decía para sus adentros.
Veinte minutos. Sólo veinte minutos le tomó conseguir
una cita con el Primer Mandatario de la Nación. Él
asegura que esta “palomita” es mucho más
que suerte: “…Uribe es un profesional que sabe,
que conoce el pueblo colombiano; se ha empapado de la gente
y en ese rol de estarse empapando todos los días
se da cuenta de quién sí y quién no
y se da cuenta de las verdaderas intenciones de los que
lo acceden… Creo que por eso me dijo que viniera…”.
Hoy ya tiene varias citas para concretar la ayuda que
el Gobierno va a brindarle. Dice que ojalá sea un
apoyo de índole social, que le permita trabajar
directamente con la comunidad, para algún día
poder también impartir esa orden que en una tarde
le agrandó el futuro.