PALABRAS DEL PRESIDENTE
URIBE DURANTE LA EVALUACIÓN DEL PLAN VISIÓN COLOMBIA
2019
Paipa, 23 nov. (SNE). Las siguientes son
las palabras del presidente Álvaro
Uribe Vélez durante la evaluación del Plan Visión
Colombia 2019, que se llevó a cabo este miércoles
en Paipa (Boyacá).
“En primer lugar quiero agradecer inmensamente esta convocatoria
liderada por el presidente Ernesto Samper, para un tema tan importante
de nuestra Patria como es la construcción democrática
y una visión de largo plazo.
He anotado aquí en 24 paginitas los titulares de las muy
importantes intervenciones de ustedes. Lo único que no anoté es
el reclamo de las vianditas boyacenses del doctor César
González.
Me voy a referir a los puntos de ustedes,
voy a tratar de hacerlo de la manera más breve, voy a
ver si soy capaz de ser breve.
Dice el presidente Samper, y en eso coinciden
todos los distinguidos ponentes, que es una necesidad la visión de largo plazo.
Por supuesto, la verdad es que el país necesita visión
de largo plazo y un ejercicio cotidiano.
Visión de largo plazo, ejecución,
metas y evaluaciones y, por supuesto, metas finales antecedidas
de metas parciales.
Un trabajo cotidiano, muy exigente, sin
visión de largo
plazo no produce resultados, ni produce finalmente lo que se busca
en una sociedad, que es ese elemento articulante que es la confianza,
porque la gente no sabe para donde va.
Y si hay una visión de plazo, pero no hay un gran esfuerzo
cotidiano, la ausencia de ese esfuerzo cotidiano impide que esa
visión se consiga. Entonces lo que inicialmente apareció como
una gran ilusión, se torna en una frustración.
En la historia colombiana hay mucha proposición macro y
de largo plazo bien importante. Inclusive las alusiones generosas
de mis distinguidos antecesores en el uso de la palabra a importancia
de este documento, como uno de los primeros o el primero, han dicho
algunos, de una visión de mediano y largo plazo en Colombia,
yo diferiría.
Yo he encontrado en Colombia mucho esfuerzo
de visión macro
en el largo plazo, pero he anotado dos fallas. Primero, no ha habido
persistencia, y segundo, no ha habido un esfuerzo cotidiano para
convertir esa visión en realidad. Cito un ejemplo: la misión
educacional de los sabios, para citar apenas uno de los tantos
ejemplos.
Segundo, se queja el presidente Samper
de que falta un eje articulador. Hablaba él de, por ejemplo, un eje articulador como lo propuso
el Gobernador de Boyacá, que lo están haciendo en
Boyacá: la seguridad alimentaria. Hablaba de la posibilidad
de todo lo que gira alrededor de la política de hidrocarburos.
Yo creería que el documento lo tiene, pero este documento
es un borrador. Un punto de referencia para generar la discusión.
O sea que en el Gobierno no nos podemos poner a la defensiva.
El 7 de agosto, cuando lo presentamos,
y había sido un
compromiso de campaña que le agradezco inmensamente a Santiago
y a su equipo, con Margarita a la cabeza, que me permitieron presentarles
a los compatriotas este documento para la discusión, dije:
es un primer borrador para alimentar la discusión. Y sucesivamente
Planeación Nacional debe ir produciendo nuevos borradores
que recojan los debates que se vayan presentando en el camino.
Entonces, sin ponernos a la defensiva,
si nos falta ser más
explícitos, Santiago seámoslo, seámoslo en
el tema del eje articulador. No niego la posibilidad de que haya
varios. Creo que el gran eje articulador debe ser una Revolución
Educativa permanente y en permanente ajuste.
De ahí se deriva todo. Por ejemplo, el tema de la seguridad
alimentaria, usted lo deriva en una Revolución Educativa.
Necesita otras variables. Pero el eje determinante, para no hablar
del polo determinante, es la Revolución Educativa. Entonces
yo no vería incompatibilidad entre otras variantes de gran
importancia, que tienen que ayudar a articular, y una variante
principal articulante que sea la Revolución Educativa.
La Seguridad Democrática. Ahí tengo una leve discrepancia
con el presidente Samper. Yo no creo que pueda ser un eje articulador
determinante, el básico, como la Revolución Educativa,
pero sí tiene que ser eje articulador, por la historia de
Colombia.
La verdad es que en la historia de Colombia, uno encuentra que
ha habido un conflicto entre democracia y seguridad, cuando son
dos valores que necesariamente tienen que ser concluyentes en cualquier
democracia moderna.
Por ejemplo, en nombre de la democracia
a muchos nos enseñaron
a despreciar la seguridad. La seguridad se veía como una
actitud anti-civilista, militarista en la acepción peyorativa.
Yo creo que hoy hay que superar eso. Inclusive muchas actitudes
en favor de la seguridad en Colombia, también se fueron
en contra del valor democrático.
Me parece que por eso hay que hacer una
gran pedagogía
y hay que proponer esa conjunción de valores que son seguridad
y democracia, como uno de los elementos articulantes. Porque una
historia de Colombia, en donde en muchos períodos se enseñó que
la democracia se excluía con la seguridad y que la seguridad
la asimilaba peyorativamente a lo que en ese momento se descalificaba
como militarismo, o lo contrario, donde la seguridad se asimilaba
a la negación de la democracia, esos factores contraculturales
necesitan un gran esfuerzo de mediano y largo plazo para superarlos.
Y además en los cuatro elementos
que presenta el presidente Samper, como equidad, crecimiento,
gobernabilidad y competitividad,
es necesaria la seguridad.
Yo, por ejemplo, les he venido diciendo
a los compatriotas que debemos superar esa aparente contradicción entre seguridad
y política social. Si no hay seguridad, no hay confianza
para invertir. Es uno de los elementos de la confianza. Sin crecimiento,
hoy no hay recursos para la política social. Nos íbamos
a quedar sin qué repartir.
Y a la vez, en un Estado de Opinión donde se necesita una
política de seguridad sostenida en el tiempo, se requiere
para la sostenibilidad del tiempo el apoyo de opinión. Y
ese apoyo de opinión necesita que esa política de
seguridad sea eficaz, transparente, democrática, pero que
esté acompañada de una política social. Si
no hay política social, se acaba el respaldo de opinión
que se requiere para la sostenibilidad de una política de
seguridad como política de Estado.
Yo comparto plenamente las estrategias
que propone el presidente Samper, y me parece que contribuye
muchísimo a superar el
debate de los 70, que quería presentar como excluyente la
equidad y el crecimiento.
Yo creo que ese esfuerzo para que sean
simultáneos, y como
lo ha presentado el presidente Samper hoy, ayuda mucho a superar
ese debate. Quiero detenerme allí en un punto, que es la
gobernabilidad.
En Colombia hemos reducido la gobernabilidad
simplemente al acuerdo entre quienes encarnan en algún momento dado la democracia
representativa. Y hemos ignorado, a pesar de que la Constitución
del 91 lo incluye, que el punto más importante de gobernabilidad
hoy es la democracia participativa.
Hay que hacer un gran balance entre democracia
representativa y participativa, pero la representativa no funciona
sino hay adhesión
popular a las instituciones que están gobernando. Lo único
que facilita los acuerdos en los niveles representativos, es la
adhesión en los niveles participativos.
Los acuerdos, por ejemplo, en el órgano legislativo no
se dan, y ahí empezó a contestar una gran pregunta
del ex ministro Roberto Junguito, si no hay una gran legitimidad
popular en la base participativa a las instituciones. Y eso, que
es el principio de la gobernabilidad, tiene que ver con este Plan.
Y ahí entro a responder otra pregunta del ex ministro Junguito: ¿cómo
se garantiza que este Plan cumpla una de las finalidades, que es
ser un elemento de enlace entre un plan cuatrienal y otro? Justamente
en la medida que haya gobernabilidad. Y examinar esa gobernabilidad
en la esfera de la base popular, en la esfera participativa de
la democracia, entonces la respuesta es esta: un Plan impuesto
no genera adhesión popular. Un Plan democráticamente
construido, genera esa adhesión popular.
Por eso tenemos que crear esa adhesión popular, estimulando
la discusión del Plan. Que lo que vayamos, así no
se le adopte totalmente inicialmente, pero que la discusión
nos vaya llevando a un acuerdo tras otro, y que eso vaya generando
esa aceptación popular, que es la gobernabilidad que permite
el tránsito de un plan cuatrienal a otro.
Al pueblo no se le puede llamar simplemente
a que sea ejecutor, ni se puede pretender seducirlo con la proposición de que
va a ser el beneficiario. Hoy hay que convocarlo a que sea el constructor,
que sea el ideólogo. Por eso tan importante la discusión
democrática como factor de gobernabilidad.
El presidente Samper hablaba de las metas
sociales. Santiago, nosotros hemos tenido el cuidado de ajustar
el plan a las metas
sociales del Milenio. Tenemos que ir más allá y hay
que recalcarlo.
Y miremos otros puntos que trajo el presidente
Samper ahí,
como las metas del Protocolo de Río.
La verdad es que este país no puede seguir ignorando esos
acuerdos. Participamos nosotros como signatarios de las metas del
Protocolo de Río, de las metas del Milenio, eso no se puede
olvidar.
Yo he creído, apreciados compatriotas, que para la confianza
internacional y nacional de Colombia se requiere trabajar muchísimo
en la Seguridad Democrática, en las metas sociales globales,
que Colombia dé garantía de que las va a cumplir,
y en la transparencia. Es muy importante. Sin transparencia, no
hay confianza. Sin transparencia, no hay gobernabilidad.
Y esta etapa de la vida democrática que empieza, sí que
va a exigir que el Gobierno cree confianza a través de la
transparencia, en lo que le toca como actor en este momento de
la democracia que estamos empezando.
Y por supuesto, eso conlleva muchos elementos. Uno no puede hablar
de metas sociales si no hay una estrategia de crecimiento que las
haga posibles. Y no puedo hablar de esa estratega de crecimiento,
si no hay unos factores de confianza que posibiliten ese crecimiento.
Hablaba el presidente Samper de ser mucho
más exigentes
en la participación de la inversión social sobre
el PIB. Yo estoy de acuerdo con eso. Anoche hacíamos una
evaluación de la política de microcrédito
en este Gobierno. Yo resalté unos aspectos buenos y unos
aspectos malos.
Buenos: cuando empezó el Gobierno, la cartera de microcrédito
era de 735 mil millones. Al terminar septiembre de este año,
es superior a dos billones 700. Si indexamos los pesos de 2002,
estamos pasando, mal contados, de 880 mil millones a dos billones
800 mil millones: un gran crecimiento del microcrédito,
del 270 por ciento, cuando el crecimiento de la cartera general
del sistema financiero, doctor José Darío, es del
orden del 43, del stock de cartera, en el acumulado 2002-2005.
Entonces ahí hay un gran crecimiento. Y el otro tema bien
importante que vimos es: por ejemplo, en el Plan de Desarrollo
nos habíamos propuesto colocar microcréditos del
orden de cinco billones. Está superado desde septiembre
de este año, pero les dije: nos falta otra medición.
¿Cuánto representa el microcrédito como porcentaje
de la cartera total? Cuando empezó el Gobierno representaba
el uno y medio, hoy representa más del cuatro.
Entonces ese es un ejemplo para estar de
acuerdo con el presidente Samper. Nosotros tenemos que estar
midiendo los indicadores sociales
en sus cifras absolutas y en su peso relativo. Yo creo que lo del
microcrédito nos ayuda a eso.
En los subsidios. A ver. Yo le he entendido
a Santiago esto: el problema no es acabar los subsidios. El Gobierno
se había
propuesto pasar de seis millones 100 mil beneficiarios de Bienestar
Familiar a 10 millones. Lo estamos logrando.
Nos habíamos propuesto llegarles con un desayuno a 500
mil niñitos menores de cinco años, y el año
pasado lo logramos y justamente se registró eso en Pereira.
Y yo les dije: bueno, ahora nos vamos a proponer llegar a un millón.
Hoy, con la expansión que hoy empieza en los departamentos
del Cauca, Nariño y Putumayo, estamos llegando a un millón
seis mil. Y por eso vamos a regresar a la Iglesia de la Santísima
Trinidad de Pereira, porque para rezanderos, presidente Samper,
nosotros los liberales, así seamos de la base.
Entonces yo estoy de acuerdo. Esta sociedad
necesita, con estos niveles de pobreza, un gran esfuerzo en subsidios.
Lo que me ha
dicho Santiago es: hombre, lo que pasa es que muchos subsidios
esta llegando a los estratos altos. Yo creo que en tarifas de servicios
públicos hemos venido haciendo un esfuerzo para corregir
eso. En pensiones también.
Yo pienso que los innumerables esfuerzos
de esta administración
en pensiones: reforma legal, que la lideraron los ministros Juan
Luis Londoño y Roberto Junguito. Después el esfuerzo
en la reforma de 252 entidades del Estado. Por ejemplo, este Gobierno,
en el concepto en que esto no es la ola de las privatizaciones
sino la ola del Estado sostenible.
Con el Gobernador de Boyacá logramos una gran cosa: el
Gobierno Nacional le aportó 91.308 millones y hoy están
reestructurados todos los hospitales de Boyacá, y salvados.
O sea que la idea no ha sido “déjelos morir” para
que se acabe la salud pública. La idea ha sido: enfrente
el programa político. Señores dirigentes, señores
sindicalistas, nosotros no podemos sostener estos hospitales públicos
así. ¿Entonces los van a dejar morir o nos permiten
reestructurarlos?
Y nos hemos dado el palo de reestructurarlos.
Y hemos tenido que gastar un dinero muy grande allí, y eso está vinculado
a esta política de también eliminar privilegios pensionales.
Hemos tenido que eliminar allí todos los privilegios pensionales,
en la reestructuración de todos estos hospitales, en la
salvación de electrificadotas, etcétera.
Yo diría, Santiago, que el documento en eso tiene una falla.
Nosotros no podemos mirar la sociedad colombiana como una contradicción
entre los estratos 5 y 6 y el 1 y 2. Hay que mirar la clase media.
Y yo diría que a la clase media, que mantiene un salario
muy ajustado, no se le puede privar de algunos subsidios, como
los subsidios en el costo de la educación pública.
Yo propondría que recojamos la preocupación de algunos
de los aquí presentes, encabezados por el presidente Samper,
para revisar nuestro concepto de subsidios.
La verdad es que si un muchacho de la clase
media colombiana está en
una universidad pública subsidiada, yo no creo que eso sea
un problema. Eso ayuda a construir una sociedad justa. Los padres
no tienen con qué pagar el costo pleno de la educación. ¿Por
qué no se les va a subsidiar? Otra cosa es que vayamos consensuando,
a ver si es posible, que si ese muchacho tiene un éxito
profesional le devuelva a su universidad.
Entonces yo sí pediría que seamos muy cuidadosos
en el tema de la clase media. Que para ese efecto no veamos la
sociedad colombiana como esa contradicción entre los estratos
5 y 6 y los estratos 1 y 2.
Habla el presidente Samper, por ejemplo,
de sisbenizar todo el país. Yo pienso que uno de los factores de gobernabilidad
es que la gente se estimule con las metas parciales. Por eso es
muy importante que este Plan tenga metas parciales, en todas las épocas.
Y debemos ser es muy exigentes. Este Plan está previsto
para ser cumplido con miras al 7 de agosto del año 2019,
Segundo Centenario de la Batalla de Boyacá.
Debe haber muchas metas parciales, unas
de ellas cuando Colombia cumpla los 200 años del Grito
de Independencia, el 20 de julio del 2010.
Las metas parciales ayudan muchísimo a cumplir esto. Son
un factor anímico de las grandes metas. Por ejemplo, nosotros
nos hemos dicho: no sigamos endulzándoles el oído
a los colombianos hablando de lo social en abstracto. Hablemos
de lo social en concreto. No sigamos con el cuento de que sí,
de que vamos a llegar a plena cobertura en salud. Empecemos con
unas metas parciales.
Por eso el sábado pasado llegamos a la cobertura universal
de estratos 1, 2 y 3 en el Huila, el lunes en el Cesar, esta semana
se va a registrar eso en los departamentos de Antioquia, Arauca
y Casanare. Unas metas parciales. Para que el país vea que
definitivamente tenemos que llegar, en dos años, a la plena
cobertura en régimen subsidiado de salud. Y así esforzarnos
en el otro aspecto, que es el cualitativo. ¿Qué clase
de servicio le van a prestar a la gente? ¿Van a ser las
ARS transparentes o no? Etcétera.
Entonces yo creo mucho en esas metas parciales.
El presidente Samper lo traía alrededor del tema de la sisbenización.
Hablaba del papel del Estado. Yo lo resumiría así:
un actor social que cree confianza para el crecimiento. Un actor
social que garantice la equidad y que no obstruya el crecimiento.
Pero es tan grave que el Estado sea indiferente frente a la equidad,
como que sea indiferente frente al crecimiento. Frente a ambos
tiene que jugar un papel muy activo.
Es tan grave pretender que el mercado va
a ser la equidad, como que la pasividad del Estado va a permitir
el crecimiento. Yo diría
que tiene que ser un actor muy activo para el crecimiento y un
actor muy activo para la equidad.
En el crecimiento no basta que se quede quieto. Yo no he podido
revaluar el concepto de Estado Promotor. No lo he podido revaluar.
Y el Estado promotor de hoy lo vería como el Estado generador
de confianza, constructor de condiciones para que haya confianza,
se invierta y se crezca y al mismo tiempo sea el actor activo
en términos de garantía de equidad.
¿Quién paga el crecimiento?,
preguntaba el presidente Samper. No populismo monetario. Esa
es una pregunta bien importante.
Yo sinceramente creo que ahí cada uno juega un papel. Estaba
pensando, el presidente Samper hablaba de eso, en un tema de metaplan,
donde se ponen las metas y los actores y las tareas. Entonces las
metas de crecimiento tienen dos actores: el sector privado y el
Estado. Yo diría que el principal tiene que ser el sector
privado. Pero conéctenme esto para que no quede fuera de
contexto con lo que dije antes: el papel activo del Estado para
crear condiciones de crecimiento.
Pero la factura de cobro al sector privado
no se le puede pasar demagógicamente. Hay que darle condiciones para que crezca
con toda confianza, para que invierta con toda confianza, y entonces
nos ayude a pagar el crecimiento y sea el financiador de lo social,
como se quiera, través de los impuestos, etcétera.
Por eso a mí no me parece excluyente un factor de confianza
al sector privado. Bájele las tarifas de renta, que además
lo exigen las condiciones internacionales, y al mismo tiempo decirle:
bueno, pero no es para que amase más utilidad y la saque
al extranjero. Podríamos bajarla de la siguiente manera:
premio a la reinversión con la tarifa.
Hay que buscar cómo hacemos compatible que para que el
factor principal de financiación del crecimiento sea el
sector privado, hagamos compatible la construcción de confianza
inversionista con la función de responsabilidad del sector
privado.
Me voy a referir un poquito más adelante a la tributación.
Algunos, el presidente Samper y el doctor
Cesar y el profesor Misas, se refirieron al tema de economía interna, economía
externa. A mí me parece tan grave subestimar un mercado
interno que, como han dicho, no es pequeño sino pobre, como
factor para dinamizar demanda, tan grave como pensar que vamos
a estar en una economía cerrada.
Empezando que los factores externos hoy
no nos permiten estar en una economía cerrada. Nos inundan esto de contrabando
o no nos llega la inversión.
Uno de los imperativos que yo veo para
la inserción en
la economía global es el requerimiento de los inversionistas,
nacionales y extranjeros, grandes y pequeños. El pequeño
inversionista quiere estar donde haya la inversión grande.
Porque la pequeña empresa hoy se mantiene en una relación
muy, muy íntima con la gran empresa, en todo el mundo.
Sí, yo creo que hay que hacer un gran esfuerzo para abrir
e incorporar, para insertarnos en la economía mundial, e
incorporar, vía reivindicación, nuestras masas pobres,
y darles capacidad de consumo y hacer este mercado tan grande como
el número de habitantes.
Ahora, yo mientras los escuchaba pensaba
en esto: por ejemplo, nuestra capacidad inmediata de subsidiar
para activar demanda,
no es suficiente. No es suficiente para que haya una demanda del
tamaño que lo requieren las grandes inversiones. Uno ve
que las grandes inversiones están dependiendo mucho de que
seamos capaces de lograr los acuerdos.
Ahora, lo grave es asociar los acuerdos
de hoy a políticas
muy criticadas del pasado, nuestras o de los países desarrollados.
Inclusive yo estoy en la creencia de que estos acuerdos de hoy
los están llamando equivocadamente “acuerdos de libre
comercio”. Yo creo que esos acuerdos tienen un gran componente
de comercio administrado. Esos acuerdos tienen cuotas, tienen expresiones
técnicas, tienen períodos muy largos de transición,
esos acuerdos tienen instrumentos para enfrentar crisis.
Yo creo que, por denominarlos mal, hemos
permitido que se les cargue con un gran debate ideológico, que lo hace inconveniente.
En síntesis, yo no veo que haya que polarizar el debate
alrededor de qué es lo que prevalece: si economía
interna o externa.
En favor de dinamizar la economía interna, tenemos la tesis
de que hay 52 por ciento de los colombianos en gran pobreza. Que
en la medida que se vayan reivindicando, se convierten en un factor
muy positivo, que va a guardar proporcionalidad entre el número
de habitantes y la capacidad adquisitiva.
Y en la medida en que nos incorporemos
a la economía mundial,
nos llegan inversiones, que nos ayudan a esto. Yo he visto muchos
inversionistas en el último tiempo diciendo: bueno, Colombia
va a hacer TLC, estamos mirando a ver si Colombia o nos vamos para
Centroamérica, que ya hizo el Cafta. Ahí hay un tema
bien delicado, queridos amigos.
A propósito, ¿qué estamos buscando nosotros
con el TLC? Acceder al mercado de Estados Unidos en condiciones
de equidad. La equidad es fundamental. A mí me decían
algunos compatriotas, entre ellos el presidente Samper, al principio
del Gobierno. ¿y Suramérica? Hace 40 meses aquí no
se veía la posibilidad de un acuerdo con Suramérica.
Lo tenemos hecho: CAN-Mercosur. Nos falta un debate en la Cámara
de Representantes para cerrar el proceso de ratificación,
de aprobación de la Ley ratificatoria del Tratado CAN-Mercosur.
Ahora, el acuerdo con Suramérica nos ayuda mucho políticamente.
En lo económico, yo no le veo ventajas en el corto plazo.
Comparemos las estructuras productivas nuestras con Brasil. Sería
más ventaja de que venga inversión brasilera aquí,
si nos aceleramos a hacer el TLC en condiciones de equidad, que
es el gran condicionamiento.
Otros compatriotas me han dicho: pero,
Presidente, ahí tenemos
el Atpdea, nos lo van a renovar. Mire: puede que me equivoque.
Uno piensa con esta carnita y estos huesitos, pero lo que sabemos
hasta hoy es que no hay posibilidades de que sea renovado.
Yo le preguntaba al presidente Fernández, de República
Dominicana: Presidente, ¿usted por qué se apresuró a
firmar el Cafta, si ustedes tienen la Iniciativa del Caribe? Me
dijo: sí, pero se vence en el 2008, y no vemos posibilidades
de renovar eso.
El Congreso americano dice: mire, con el
problema político
interno de los Estados Unidos, con esas tendencias proteccionistas
que advertía el ex ministro Roberto Junguito, como uno de
los riesgos, uno de los choques externos que hay que prever, se
están cerrando allí las posibilidades de renovar
esas preferencias unilaterales.
Los Estados Unidos dicen: bueno, pero si
negociamos con países
tan pobres como Honduras, que es miembro del Cafta, ¿por
qué le vamos a renovar preferencias unilaterales a la Comunidad
Andina, cuando además en el caso colombiano tenemos el Plan
Colombia, que le cuesta a los Estados Unidos entre 600 y 700 millones
de dólares al año? Ese es otro elemento a tener en
cuenta.
Entonces a mí me preocupa mucho que amanezca el primero
de enero del 2007, Centroamérica exportando a Estados Unidos,
China exportando a Estados Unidos. Mire lo que nos estaba pasando
este año con textiles y confecciones: la revaluación
nuestra, los problemas de reglas de origen, por ejemplo en las
telas para los bluyines, más la llegada de China a Estados
Unidos, sin cuota, a pesar de un arancel del 20 por ciento, eso
nos estaba sacando totalmente de ese mercado.
Entonces, a mí me preocupa mucho ese escenario, como también
me preocupa mucho el escenario de que el Tratado sea injusto. Por
eso yo creo que el camino es: paciencia y mucha fortaleza, mucha
armonía, para conseguir un Tratado equitativo. Ideal no
va a ser. Pero equitativo es un imperativo necesario, que yo creo
que con mucha paciencia tenemos que conseguirlo. Todo el mundo
tiene que entrar en razón.
Y esta inserción es inevitable. Miren: nosotros hemos aplicado
unas salvaguardias frente a los chinos. Y eso permite que hoy,
a pesar de tanta presión del contrabando, haya un mejor
desempeño de la industria nacional con miras a las ventas
navideñas.
Inicialmente hubo una gran reacción del Gobierno chino.
Yo les dije: esto no es político. Hace poco estuve en la
Universidad de Beijing. Allá me dieron un gran reconocimiento
que recibí en nombre de todos los colombianos, nosotros
queremos las mejores relaciones políticas con ustedes, esto
es una cosa comercial. Ustedes a Chile le compran níquel,
al Perú también, y cobre, al Brasil le compran soya,
etcétera.
La oferta nuestra exportable a China es muy poca. En cambio los
productos que producimos tienen una competencia muy desventajosa
con los chinos, pero eso no lo vamos a resolver toda la vida con
salvaguardias. Son temporales. Tenemos que sentarnos a negociar
con los chinos.
Y nosotros tenemos que sentarnos a negociar
con los europeos. Hemos conseguido con mucha dificultad una prórroga de las
preferencias unilaterales, 10 años. Pero si eso no se negocia,
no van a ser posibles nuevas prórrogas.
Ahora, ¿qué dicen los inversionistas? Para los inversionistas
no es suficiente una preferencia unilateral, porque la ven muy
precaria. Los inversionistas para asentarse en un país necesitan
hoy, en ese aspecto, que haya acuerdos de largo plazo.
Y además, algo que los colombianos no saben. Hay productos
excluidos del Atpdea. Y muchos se quejan de que no estamos aprovechando
suficientemente las oportunidades del Atpdea. Con preferencias
unilaterales de corto plazo no habrá manera. Porque a la
gente le da miedo hacer las inversiones para aprovecharlas. La
gente dice: ¿cómo hago inversiones si esto no me
va a durar sino tres años?
Entonces, el corto plazo, la precariedad
de unas condiciones unilaterales, se convierte en un factor restrictivo,
obstaculizante la inversión.
Y a su vez, la falta de inversión impide que podamos obtener
todas las ventajas que teóricamente nos dan estas preferencias
unilaterales.
Aquí hablaron de dos cosas muy importantes el presidente
Samper y el doctor César González. El posconflicto
sin haber terminado el conflicto. Ustedes saben mi posición
frente al conflicto cuál es: yo he dicho que una cosa es
hablar de conflicto cuando hay una subversión contra una
dictadura y otra cosa es caracterizar y denominar el tema cuando
hay un terrorismo rico contra una democracia.
Una cosa era hablar de la acción de los violentos contra
las dictaduras del continente y otra cosa es hablar de la acción
de los violentos contra la democracia colombiana. De ahí,
y basado también en las legislaciones europeas, es que yo
he asumido una posición para decir: es una acción
terrorista a la cual no se le puede dar legitimidad de participación
de actor del conflicto. Lo que se no se opone a la reconciliación,
una negociación de buena fe.
Eso no implica el desconocimiento de la
crisis humanitaria. Eso no implica que nos neguemos a que hay
que darles oportunidades
a todo el mundo. Estamos haciendo un gran esfuerzo en la reinserción,
en el desplazamiento. Y yo creo que esa es una experiencia muy
buena, que nos va enseñando, en medio de muchas dificultades
fiscales.
Por ejemplo, la semana pasada completamos
la graduación
de 8 mil muchachos, de los 20 mil reinsertados, en el Sena. Eso
ya es un porcentaje importante. Administrar una reinserción
de 20 mil personas es muy difícil. Muy costoso.
Si bien leo yo lo que dijeron esta mañana el presidente
Samper y el doctor César González, ese es uno de
los temas cruciales, de lo que se nos ha anticipado. ¿Cómo
los vamos a reinsertar?
Y por supuesto, ahí entra el tema de la seguridad. Yo he
dicho que la seguridad, en la medida que sea democrática,
es un puente entre la etapa de seguridad y la etapa definitiva
de reconciliación. Porque una Seguridad Democrática
envía dos mensajes: un mensaje de autoridad, pero también
un mensaje de reconciliación.
Mire, doctor Cesar: una Seguridad Democrática tiene que
garantizar que no se vuelva a presentar en Colombia lo de la UP,
ni por un lado ni por otro. Que no se cometa el error que se cometió de
mezclar la lucha política con la lucha armada, pero tampoco
que el Estado permita que maten a los luchadores políticos.
Entonces yo diría que para este fenómeno, que como
ustedes dicen se está anticipando, es de gran importancia
la Seguridad Democrática. En esas zonas de tantas dificultades
de violencia, mi mensaje ha sido: la Seguridad Democrática
es un factor de presión, que transmite una voluntad popular.
Colombia no quiere ni guerrilla, ni paramilitares, ni narcotráfico.
Pero también es un mensaje de reconciliación. Los
señores que entren hoy a la vida constitucional de Colombia,
en la Seguridad Democrática tienen todas las garantías
de que van a poder vivir cómodos en la democracia colombiana,
como creo que está hoy cómoda la oposición
en Colombia.
Hace pocos días hablando telefónicamente con la
senadora Piedad Córdoba, me decía: es que tengo muchas
diferencias contigo. ¿Y cuáles, si no he hecho sino
consentirte en la vida? Y me decía que la Seguridad Democrática.
Le dije: nunca te había visto más feliz y más
segura en Colombia. Criticas al Gobierno todo el día y estás
totalmente protegida.
Se lo decía con cariño. Yo creo que más satisfactorio
para un espíritu democrático que ver que la oposición
se siente a sus anchas, no hay.
Entonces ahí aparece la Seguridad Democrática como
una garantía para lo que muchos llaman el posconflicto,
que se está anticipando, de acuerdo con lo que ustedes dijeron.
En orden público yo he sido partidario de que no haya metas
cuantitativas. A mí me preguntaban de candidato: ¿y
cuánto tiempo necesita para acabar la guerrilla? Dije: mire,
yo resultados no prometo. Lo que prometo es un esfuerzo día
y noche. Sí, uno habla: bueno, ya no hay en Colombia 3.050
secuestros, pero hay 350. Y uno es tan grave como 350.
Inclusive esas metas cuantitativas son
muy delicadas en materia de orden público. Porque la sociedad colombiana, primero
se pone muy contenta de que pueda salir a las carreteras y se puedan
recuperar zonas turísticas como ésta. Pero después
entonces ya eso se toma como un derecho natural de la sociedad.
Entonces viene la protesta porque de todas maneras hubo en problema
en la carretera de Tumaco.
Son muy delicadas las metas cuantitativas.
Yo no soy partidario de ellas. Metas cuantitativas en orden público. Pero me
parece que Santiago tiene razón también en que este
país por lo menos tiene que aspirar a algo mínimo:
que su tasa de homicidios no siga siendo tan alta, que exijamos
en la conciencia de los colombianos que nos pongamos al nivel de
los países que tienen las menores tasas de homicidios en
el mundo.
En el tema de la identidad estoy plenamente
de acuerdo con el presidente Samper y hay empato con algo que
dijo el doctor Misas.
Doctor Misas, yo no creo que haya contradicción entre la
fraternidad y la solidaridad. La fraternidad es un elemento necesario
para que funcione el debate dentro de la diversidad, y la solidaridad
es el elemento necesario para construir la equidad.
Un debate democrático sin fraternidad, no es garantía
para el pluralismo. El pluralismo tiene una misión, cual
es la de poner a los contradictores a sintetizar y buscarle salidas
a la sociedad. Si no fuera así, el mundo no sería
dialéctico. Porque entonces un debate pluralista, de antagonismos
insuperables, es un debate sin movilidad.
Y la fraternidad ayuda a que el antagonismo
sea superable. Por eso yo no creo incluyente la proposición de la fraternidad
como característica del debate, un debate que respete el
pluralismo.
Y eso empata con lo que venía hablando
el presidente Samper del tema de la identidad a partir del tema
de la diversidad.
Yo no creo en esas exclusiones. Ahí tengo
una discrepancia fraterna con usted. Yo creo que podemos hacer
compatible el pluralismo
con la tolerancia. Para que funcione el pluralismo, los actores
del pluralismo cada uno por lo menos escuche y procese lo que dice
el otro, se necesita tolerancia.
Si no la gente se cierra en su punto de
vista, en un actitud dogmática
que impide que el debate fluya hacia la búsqueda de opciones.
Y ya le dije por qué no creo que haya exclusión entre
la fraternidad y la solidaridad. La seguridad es un bien público
fundamental, pero no el único.
Tema del medio ambiente que usted lo trajo.
Si la propuesta es deficitaria en ese bien público que
es el medio ambiente, vamos a enriquecerla. Por ejemplo el TLC.
En los Estados Unidos
dicen: es la primera vez que nos han propuesto unos temas ambientales
tan rigurosos en las negociaciones de los tratados de comercio.
Yo estoy plenamente de acuerdo con lo que
usted dijo sobre la necesidad de evitar, por ejemplo, que se
siga destruyendo la selva
amazónica para sembrar soya.
Ahora, creo que usted tiene alguna confusión en la parte
de la industria forestal, como nosotros la hemos propuesto. Yo
le tengo pánico, y comparto su pánico, a la explotación
del bosque primario. Pero este país tiene grandes extensiones
para reforestación comercial, con grandes posibilidades.
A mí me da tristeza que Chile tengan dos millones y medio
de hectáreas de reforestación comercial y nosotros
tengamos 170 mil.
Hay especies, de aquellas demandadas por
el mercado internacional, que en Chile producen 12 metros cúbicos por año y
aquí 25. En Finlandia uno y medio. Y nosotros las tenemos
plantar, oígase bien, sin destruir un metro cuadrado de
selva.
Yo creo que la reforestación comercial
una gran posibilidad de Colombia, sin destruir un metro cuadrado
de selva.
Y otra posibilidad que tenemos, la situación geográfica.
Las exportaciones de Chile en madera y derivados valen alrededor
de 3 mil millones de dólares. Y nosotros estamos bastante
más cerca de la generalidad de los mercados.
Entonces creemos que la seguridad no es
el único bien público.
Yo decía que el gran elemento articulante de toda esta visión
debería ser la educación, sin perjuicio de otros. ¿Cómo
no voy a estar de acuerdo con usted en otros bienes públicos,
como la salud pública, etcétera?
Agro con población urbana. Por ejemplo, la industria avícola,
que es una de las que estamos defendiendo en este Tratado con los
Estados Unidos, que ha crecido en Colombia al 5, al 7 por ciento.
Es una industria del agro, que todos los días tiene mejores
posibilidades de agregación de valor, mejores posibilidades
de salarios, de absorción de mano de obra tecnificada.
¿Qué qué amenaza tiene? En los hábitos
de consumo de los Estados Unidos no gustan las alas ni los muslitos.
Entonces usted llega a San Andrés y le venden un muslo de
un pollo norteamericano que parece de avestruz por 2 mil pesos.
Nosotros estamos en la protección de nuestra industria
avícola. Pero yo creo que definir unas actividades a impulsar
en el sector agroindustrial o agrícola, doctor Misas, de
ahí no puede inferirse que queremos simplemente condenar
al pueblo colombiano a tener bajo salarios.
Uno ve allí posibilidades inmensas de subir en la escala
salarial. Y yo creo que de allí no puede inferirse que no
vamos a resolver la contradicción entre unas actividades
rurales y una población urbana.
Las actividades rurales hay que ejercerlas
hoy desde la comunidad urbana. Inclusive en el desarrollo europeo
lo que ve uno es un
gran equilibrio, que en Colombia quisiera tenerlo Boyacá,
entre el urbanismo y la actividad rural.
Yo no creo que eso sea incompatible. Incluso
cuando uno ve la posibilidad de esos grandes desarrollos en palma
africana –es
el aceite que se va a poner de moda, porque es el que no necesita
hidrogenación, el que no produce el colesterol malo, la
materia prima para tanto producto de cosmética, para el
biodiesel–, eso no es para condenar a los colombianos a tener
malos salarios. Ahí hay una escalera de mejoramiento salarial,
de mejoramiento de ingresos y de economía campesina.
Este Gobierno, por ejemplo, lo que ha hecho
es canalizar los subsidios agrícolas, el ICR, preferentemente
a los proyectos campesinos.
Usted va al Magdalena Medio y encuentra
todos los alrededores de Barranca, San Alberto, Aguachica, con
un gran crecimiento de
la palma africana, inducido por este Gobierno, con la asignación
a comunidades campesinas de manera preferencial de nuestros subsidios.
Yo diría que ese desarrollo rural no se puede ver a través
de la estructura: gran empresa monopólica – trabajadores
subpagados. Yo creo que hay que visualizar allí una gran
participación de la economía campesina en desarrollos
agropecuarios de alto nivel de ingresos. Yo sugeriría mirar
eso.
Ahora, yo creo que los productos a los
cuales se está refiriendo
Santiago no son excluyentes, pero sí es muy importante decirle
al país: tenemos grandes posibilidades en combustibles biológicos,
en el alcohol carburante, no sólo de caña sino también
de yuca, tenemos grandes posibilidades en el biodiesel.
El turismo. Hombre, a mí me parece que el país ha
hecho históricamente unas exclusiones teóricas en
sus modelos de desarrollo. Yo no estuve de acuerdo cuando se decía
aquí que la construcción se excluía con las
exportaciones o que las exportaciones se excluían con la
construcción. Yo no estuve de acuerdo con esos planes de
desarrollo. Ambos se necesitan. Hagamos otras cosas, pero no excluyamos
el turismo, ni sigamos de espalda a eso.
El presidente Castro me dice: no, yo estoy
acabando con los ingenios azucareros, porque, por la educación de los cubanos, la
gente ya no quiere cortar caña. Y me está ayudando
mucho el turismo y la medicina.
Nosotros no nos podemos sustraer de una
gran posibilidad como es el turismo. Para eso también es bien importante lo que
ustedes han dicho: es un mercado de 44 millones de ciudadanos.
Hay que ver cómo se ha reactivado el turismo interno. La
inversión en hotelería de todos los tamaños.
Yo creo eso un prejuicio bastante dañino decir que el turismo
simplemente es generador de empleos pobres. Es generador de empleo
de fines de semana, mientras los muchachos están estudiando.
Es un generador de empleo en pequeñas empresas. Lo que nosotros
venimos haciendo con el turismo ecológico en pequeñas
empresas, con las comunidades guajiras, lo que yo llamo el “bed
and breakfast” guajiro, las posadas wayúu, etcétera,
yo creo que eso es bien importante. Nosotros todas estas actividades
las miramos asociadas con otro elemento, que es estimular un país
de propietarios.
A mí me parece muy grave que Colombia, con todas las posibilidades
que tiene por su belleza, por la cultura de sus gentes, etcétera,
siga demeritando el turismo.
Popayán. Yo no creo que sea más bonita Antigua en
Guatemala que Popayán. Y nosotros aislamos a Popayán,
primero del turismo nacional, y qué no decir de cómo
lo aislamos del turismo internacional. No vamos a poner este crecimiento
a que dependa del turismo. Pero no subestimemos el turismo, lo
diría yo respetuosamente.
Y con toda franqueza. Yo creo que la fraternidad
no es para evitar la franqueza en el debate. Es para construir
una actitud que permita
que el debate sea constructivo. Y por supuesto eso no se opone
con el sector manufacturero. Entre otras cosas, los que van a hacer
turismo al Quindío son quienes trabajan en el sector manufacturero
en nuestras grandes ciudades. Hay una gran dependencia entre el
uno y el otro.
Y dice usted que cómo va a empalmar eso, el tema agropecuario
con los proyectos de ciencia y tecnología. Ah bastante desarrollo
científico de aplicación científica que tenemos
que hacer hoy, para poder desarrollar en Colombia la industria
de los biocombustibles, para citarle un caso. Ah bastante investigación,
para que la biodiversidad que se da en Colombia la podamos convertir
en un valor también de mercado. Yo no veo que allí haya
una falta de sincronía entre lo que se propone, como uno
de los productos que tiene que desarrollar la economía colombiana,
y un programa de ciencia y tecnología.
El doctor José Darío: a mí me
parece bien importante el tema de la diferencia entre acelerar
el crecimiento
y sostener el crecimiento.
Mire: deducción tributaria, ministro Junguito, que nos
aprobó en el Congreso en diciembre de 2003, ha estimulado,
ha acelerado inversiones, ha acelerado el crecimiento. Pero no
garantiza que lo vamos a sostener. Aceleró inversiones un
tiempo. Yo creo que necesitamos otros factores.
Y allí diría yo que no solamente el tema de la seguridad
y el tema tributario, como lo ha traído el doctor José Darío,
sino también el tema del tamaño de la real capacidad
adquisitiva del mercado interno, que dependerá de la política
social y de que los inversionistas se sientan atraídos por
la inserción de Colombia en los mercados externos.
En la estructura tributaria creo que Colombia
todavía necesita
tres cosas, y seguramente después aparecerán otras:
seguir ampliando bases, reducir tarifas para que sean competitivas
y simplificar procedimientos. La gente se siente muy afectada por
la complejidad de nuestros procedimientos tributarios.
En el tema de exenciones, hay tanto de
largo como de ancho. Por ejemplo: una exención es la del Banco de la República.
Yo creo que es innecesario discutirla. Esa utilidad cuando se produce
llega al Gobierno.
Otra exención, la de los dividendos. Ese es un tema bien
complejo. Aquí va el doctor Eduardo Sarmiento, sus debates
cuando la reforma tributaria del año 1986, que desmontó la
doble tributación. A mí todavía me parece
fresco ese debate. Yo no me he atrevido a proponerles a los colombianos
desmontar esa exención, volver a la doble tributación.
Yo creo que en este momento eso puede espantar inversión.
He estado pensando en un elemento alternativo,
que es darle un tratamiento diferencial, favorable a la utilidad
reinvertida. Y
ahí podríamos tener diferentes tarifas tributarias.
Otra exención, a las rentas de trabajo.
Este Gobierno hizo un gran esfuerzo para reducir del 30 al 25
por ciento el salario
exento. Yo sinceramente hoy no veo espacio para decirles a los
trabajadores: caminen a pagar impuestos.
Tenemos algunas exenciones que se pueden discutir. Por ejemplo,
nosotros hemos mantenido la que usted introdujo, presidente Samper,
en la Ley del Libro, que es la industria editorial.
Hemos introducido otras, no en renta, sino
en IVA y en impuesto global al combustible para los biocombustibles.
De otra manera
no compiten con los combustibles fósiles, hoy por hoy. Y
no estamos eximiendo del impuesto de renta al productor, sino de
los impuestos indirectos a los consumidores.
La de la hotelería: ¿qué hacemos con los
dinerales que se han gastado los países que captan turismo
subsidiando hoteles, si nosotros no damos esto? Pero son todas
exenciones que se agotan. Ayudan a la primera etapa a recuperar
inversión y después empiezan a tributar. Y desde
que haya una gran posibilidad de crecimiento sostenido, eso tiene
una tasa de retorno inmensa, como lo estamos probando ahora con
la deducción del 30 por ciento.
Nosotros empujamos con esos estímulos la palma africana. ¿De
cuánto va a ser la tasa de retorno?
Ha habido una gran discusión con una medida que introdujo
la administración presidencial anterior, era ministro de
Hacienda el doctor Juan Manuel Santos, para que la gente pudiera
llevar parte de la retención a las cuentas esas para financiar
edificios. Y se está financiando a los ricos, apartamentos
de estratos cinco y seis. Eso también tiene otra cara: esos
edificios son los que exigen altos honorarios de arquitectura e
ingeniería. Esos edificios son los que exigen empresas serias
con funcionarios y trabajadores vinculados a la seguridad social.
Esos edificios, una vez están construidos, son los que aportan
a los catastros de las grandes ciudades. Los materiales de esos
edificios son los pagan IVA. Después esos apartamentos son
los que suman a la renta presuntiva, los que suman al impuesto
del patrimonio. Entonces ese tema yo lo miraría con mucho
cuidado.
Ahora, el IVA. El presidente Samper hablaba
hace tiempo del IVA social. Ustedes han hecho hoy una cosa que
es bien importante.
Nosotros tenemos una economía informal pobre, es todavía
más preocupante, es una agravante. Pienso que lo que hicimos
al principio de la administración, iba a ayudar a formalizar
mucho la economía, que era ese IVA general del 2 por ciento
que la honorable Corte Constitucional lo declaró inexequible.
Pienso que hay un espacio para trabajar el IVA social, así sea
con el factor anti-técnico de tarifas diferenciales y bajas.
Una tarifa decreciente, a medida que se vaya acercando al corazón
de la canasta familiar.
Que entonces por un producto pague IVA
todo el mundo, pero a los riquitos no se les devuelve. A los
pobres se les devuelve. Nosotros
para eso hemos empezado a construir confianza en Colombia. Nosotros
estamos procurando ser muy cumplidos en el pago a los ancianos,
en el pago de las Familias en Acción, en la devolución
de los dos puntos de IVA a los colombianos que compren bienes y
servicios gravados de IVA con tarjeta de crédito, para crear
un antecedente de confianza, a fin de que en algún momento
el país pueda incorporar el IVA social, y la gente crea
que a los estratos pobres se les va devolver. Yo pienso que ahí tenemos
una gran posibilidad.
Ahora, en cuanto al tamaño del déficit público,
estoy de acuerdo con el Gerente del Banco de la República,
con el doctor Roberto Junguito.
En agosto de 2002, el ministro Junguito
me dice al final: bueno, aquí no hay con que pagarles a los soldados, el déficit
es del 4.2, aquí le traigo una congelación de un
billón de pesos, y hay que imponer ya un impuesto y derramamos
el impuesto de la Seguridad Democrática.
Este año el déficit va a terminar como el año
pasado. El año pasado terminó excesivamente bajo.
Era año de inicio de gobernadores y alcaldes. Ustedes los
gobernadores, doctor Jorge Eduardo, estaban preparando planes de
desarrollo, pero este año también va a terminar muy
bajo.
Yo creo que el Gobierno Nacional ha hecho
un gran esfuerzo en la reforma administrativa. Si no fuera por
la reforma administrativa,
yo no sabría qué decirles qué habría
pasado con hospitales públicos o electrificadoras. Aquí también
tenemos salvada la Electrificadora de Boyacá, etcétera.
Y eso nos ha ayudado, por ejemplo, a que
el superávit en
el sector descentralizado nacional haya aumentado en un punto,
y ya no se concentre exclusivamente en Ecopetrol.
Reconozco que hay un problema en el Gobierno
Nacional central. No es por falta de esfuerzos –esa reforma administrativa
ha sido muy severa en el Gobierno Nacional central–, sino
que este Gobierno tiene que pagar este año 1.3 del PIB en
pensiones del Seguro.
No le hemos quedado mal un día a los pensionados del Seguro,
a pesar de que se nos acabaron las reservas. Este año las
pensiones que tiene que pagar el Seguro valen seis billones de
pesos. Y el Seguro recauda dos, presidente Samper. Los cuatro restantes
los tiene que trasladar el Gobierno Nacional central, y suman contra
el déficit del Gobierno Nacional central.
Pero estoy de acuerdo con ustedes, doctor
Uribe y doctor Junguito: el próximo cuatrienio debería rebajar en punto y
medio o dos puntos del PIB el déficit del Gobierno Nacional
central. Y eso está atado con el tema del gasto público
y de la estructura tributaria.
El doctor Roberto Junguito se refiere a unos temas bien importantes,
Santiago, yo creo que hay que profundizarlos: las contingencias,
los eventuales choques externos e internos.
Yo creo, ministro Junguito, que la participación popular
en la discusión de la visión de largo plazo, como
lo explicaba, es el gran elemento para garantizar el tránsito
de un cuatrienio a otro.
Yo creo que el país puede ir superando la contradicción
entre cómo se valora el crecimiento y cómo se valora
la equidad, si mostramos mayores tasas de crecimiento y, simultáneamente,
mayor velocidad para erradicar la pobreza, que es otro choque que
usted prevé.
Sí, me preocupa mucho lo que pase en el mundo con los productos
básicos. Algunos están halagados porque me dicen
a mí: China apenas ha reivindicado 400 millones de pobres
y le quedan 800 millones para revindicar. Mientras los reivindica
va a seguir siendo un gran jalonador de productos básicos,
que nos va a garantizar unos altos precios. Pero comparto que nosotros
no podemos subestimar ese riesgo.
Este año el Gobierno se gasta 400 mil millones en subsidios
agrícolas. Y yo creo que el Gobierno se tiene que preparar
fiscalmente para subsidiar la agricultura. No obstante que hemos
hecho un gran esfuerzo para estimular la búsqueda de petróleo
y para buscar combustibles alternativos –ya tenemos en la
tierra del doctor Amílkar los primeros molinos de energía
eólica, gracias a un estímulo tributario, los biocombustibles
están empezando, etcétera–, es preocupante
no tener hallazgos significativos de petróleo.
Tenemos grandes posibilidades. Una de ellas
es la producción
de diesel a partir de gas. Otra más remota es la producción
de diesel a partir de carbón. Pero ese es un choque externo,
que no se puede descartar.
Lo mismo el de la economía de Estados Unidos. Cuando yo
lo oí a usted sobre eso, pensaba: los Estados Unidos tienen
que considerar ahora que este TLC me ayuda. Porque para salvarse
su crisis económica, necesita que sus inversionistas puedan
invertir en el mundo entero. Si nos dan un tratamiento equitativo
a nosotros, aquí va a llegar inversión norteamericana,
que finalmente se convierte en un seguro contra esa crisis previsible,
contra esa crisis que tanto atemoriza al mundo, que se puede presentar
en la economía norteamericana, por ese consumismo que ha
generado ese déficit doble, ese déficit fiscal y
comercial acumulados, que genera tanto pánico. Yo también
comparto esa preocupación.
Comparto la preocupación por el proteccionismo en los países
desarrollados.
Ahora, usted traía otra preocupación. Nosotros vivimos
al principio del Gobierno una crisis financiera interna y externa.
Hoy los TES se están colocando a 10 años al 7-9.
En esa época nos tocó al 17. Cualquier crédito
internacional era difícil conseguirlo y había que
pagar el 12. Ahora lo hemos conseguido al 7.3.
Yo creo que la defensa, la gran defensa
para eso es tener ahorro casero. Y ahí lo de Chile es iluminante. Y ese ahorro casero
hay que construirlo con muchos elementos. Colombia yo creo que
con los temas de los fondos de pensiones dio un gran paso, pero
el problema público, el déficit en el Gobierno Nacional
central sigue operando en contra.
Hablaba el ministro Junguito de un gran
acuerdo político.
Mire, a mí me preocupa mucho que en Colombia siempre hemos
iniciado los acuerdos políticos por la parte formal. Y eso
hay que invertirlo, hay que iniciarlos por la parte de contenido.
Es como cuando uno empieza una actividad, la gente se entusiasma
mientras firman el acta de constitución de la nueva fundación,
se nombra a los directivos y empieza lo formal, y después
se van desmotivando. Lo mismo ha sido con los acuerdos políticos.
Las primeras reuniones, las primeras fotos, las primeras declaraciones,
eso concita toda la parafernalia y el entusiasmo. Después
no llegan a nada en contenido, salvo excepciones históricas.
Yo creo que el gran acuerdo nacional es
mejor intentar construirlo, así nos demoremos, a partir de unos elementos de contenido
de visión de largo plazo, que a partir de unos acuerdos
formales en el nivel representativo. Pienso que eso nos puede ayudar
mucho a despejar esa incógnita que usted trae.
Estoy de acuerdo con lo que dice el doctor
César González:
Planeación tiene que estar construyéndole al país
la bitácora de largo plazo.
Habíamos hablado sobre el tema que él presentó del
mercado interno, inserción en la economía internacional.
Costos laborales. Yo creo que Colombia
tiene un esquema laboral bastante importante, porque no ha llegado
al extremo de la flexibilización,
tiene elementos de confianza inversionista y elementos de confianza
de los trabajadores. Yo no participo de lo que se ha venido proponiendo.
Yo creo que con la posibilidad de liquidar cesantías anualmente,
yo no creo que haya que avanzar más en esa materia. Yo no
creo que eso lo podamos desarrollar al costo maltratar trabajadores.
De hecho este Gobierno con inmensas dificultades, no obstante su
empeño en corregir desequilibrios pensiónales, en
los tres años que le ha correspondido ha habido un aumento
real del salario mínimo.
Y hemos promovido mucho el sindicalismo
de participación,
como se ve en la Electrificadora de Boyacá, como se ve aquí en
Paz del Río, empresa que se ha salvado totalmente y que
pasó en este Gobierno de una pequeñísima participación
de los trabajadores a un 49 por ciento.
Inclusive yo el tema laboral no lo reduciría simplemente
a la relación tradicional empleador-trabajador, sino que
miraría la posibilidad de que crezcan todas esas formas
participativas: el cooperativismo –pero no utilizado para
evadir parafiscales y para evadir aportes a la seguridad social,
sino para integrar trabajadores–, el sindicalismo de participación,
etcétera.
Y por ejemplo con la propuesta que se hizo
recientemente de acabar la parafiscalidad, yo no estoy de acuerdo
con eso. ¿Qué hace
este país sin sus cajas de compensación, sin su Bienestar
Familiar, sin su Sena? ¿Entonces que el presupuesto público
las asuma? Las asume el primer año y después las
deja marchitar.
Yo creo que en las condiciones previsibles
de la economía
colombiana, esas instituciones hay que administrarlas muy bien
para que sean eficientes, pero no podemos correr el riesgo, so
pretexto de abaratarles costos a los empresarios, de desmontar
esa parafiscalidad.
Y esto va a tener anexos muy importantes. Uno es el anexo de infraestructura.
Nosotros estamos empezando ahora un plan
de pavimentos muy importantes. Boyacá tiene legalizados los contratos para pavimentar 212
kilómetros.
Queremos trabajar muy intensamente para
dejarle a la próxima
administración, cualquier que ella sea, dos planes: uno
nuevo de acueductos y alcantarillados, donde vemos el mayor riesgo
de no cumplir las metas sociales del Milenio y donde ha habido
también un problema de corrupción, y uno nuevo de
pavimentos.
Pero en el de pavimentos vamos a tener
que dar una discusión
en la base de la sociedad colombiana: los escasos recursos de la
Nación no van a alcanzar sino para trabajar vías
competitividad.
Y una propuesta, presidente Samper: esto
necesita también
crear un estado de ánimo. El debate no se excluye con la
creación de un estado de ánimo optimista. Le he propuesto
a mis compatriotas que el Túnel de la Línea, que
estaba en plena construcción, se denomine “Túnel
hacia la Luz del Segundo Centenario”, que por cualquiera
de las dos caras que se entre, se lea allí eso.
Nosotros le hemos podido dar una respuesta
a Boyacá. Hoy
está contratada la doble calzada, nos faltan 37 kilómetros
y vamos a hacer esa contratación también. Y que esta
carretera que viene al altar de la Patria se denomine la Vía
del Segundo Centenario, para que los colombianos que la transiten
se comprometan más a conseguir las metas que acordemos del
Segundo Centenario.
Lo felicito por este esfuerzo, se los agradezco
inmensamente, vamos a procurar en el Gobierno ser muy francos
en el debate, pero
muy receptivos a las propuestas, a ver cómo se construye
el mayor nivel de consenso.
Muchas gracias”. |