PALABRAS
DEL PRESIDENTE URIBE EN REUNIÓN CON LA ANDA
Bogotá, 19 oct (SNE). Las
siguientes son las palabras del presidente Álvaro Uribe Vélez durante el encuentro
que sostuvo este miércoles con la Asociación Nacional
de Anunciantes (Anda).
“Quiero agradecer a la Asociación Nacional de Anunciantes
(Anda), a sus directivos, al doctor Carlos Delgado, su presidente
ejecutivo, a la doctora Patricia Sarmiento, la presidente de su
junta directiva, esta amable invitación.
Ha sido muy grato tener la oportunidad
de reflexionar en el país
con motivo de estas reuniones de la Anda. Por supuesto, a esta
reunión hay que quitarle cualquier elemento de homenaje.
Aquí la única que merece homenajes a toda hora es
la Patria colombiana. Los problemas de la Patria son inmensos y
nosotros, que hemos tenido el privilegio de la elección
del Pueblo y del acompañamiento popular permanente, lo que
tenemos que hacer es esforzarnos por cumplir un día bien
el deber, y por cumplirlo al siguiente día de manera mejor.
El motivo de la convocatoria es de generosidad
de la Anda y lo que sí es muy grato es poder compartir
con ustedes algunas reflexiones sobre la Patria colombiana.
El proceso de mejoramiento de la confianza
en la Patria lo hemos propuesto, desde un principio, basado en
la Seguridad Democrática,
en la recuperación de la economía, en la reactivación
social y en la transparencia, elementos fundamentales para que
la ciudadanía, todas las generaciones de ciudadanía
tengan un alto nivel de confianza en nuestra Patria colombiana.
Permítanme empezar hoy por el tema económico.
Vamos a dividirlo en el tema fiscal, de endeudamiento, y en el
tema de
comportamiento del sector privado.
En el fiscal y de endeudamiento avanzamos
en un proceso de saneamiento, pero no suficiente. La administración anterior del presidente
Andrés Pastrana introdujo, en buena hora, la Ley 617, que
mucho ha ayudado al saneamiento de las finanzas municipales y departamentales.
Este Gobierno la ha aplicado con total
rigor. Salvo casos excepcionales, hoy vemos unos municipios y
unos departamentos en su mayoría
con superávit, cuando vienen de un déficit del año
2000 que era superior a un punto del PIB. Y además han reducido
sustancialmente el endeudamiento.
De todas maneras hay unos casos todavía con severas complicaciones,
en Ley 550, etcétera, que el Gobierno Nacional está conduciendo,
ayudando a que salgan adelante.
En ese mejoramiento de la situación fiscal de los departamentos
han influido, pues, dos elementos: la aprobación de la Ley
617 y la aplicación rigurosa por parte de la actual administración.
Para citarles un ejemplo, apenas se está abriendo la licitación
para el Transmilenio de Barranquilla. ¿Por qué nos
demoramos tanto? Porque la aplicación de la Ley 617 nos
impedía hacer unos acuerdos con el Distrito de Barranquilla
para financiarle obras, hasta tanto el Distrito de Barranquilla
no se pusiera al día con la Ley 617. Hemos preferido aplazar
esas decisiones de cofinanciación, en lugar de ablandar
los resortes sobre el saneamiento fiscal de los departamentos y
de los municipios.
El otro elemento que viene contribuyendo
positivamente a ese saneamiento, lo dividiría en dos partes. Primero, una cesión de
nuevas rentas que, por petición del Gobierno, aprobó el
Congreso de la República en diciembre de 2002. Me refiero
concretamente al impuesto al valor agregado a los licores importados,
cedido a los departamentos, y al mejoramiento general de la economía.
Hemos avanzado también en otros temas para facilitar el
recaudo de los impuestos locales y para poder mejorar los controles
de evasión. Este Gobierno, a la fecha, ha actualizado el
100 por ciento del catastro urbano de Colombia y nos proponemos,
antes del 7 de agosto del año entrante, que esté actualizado
el 70 por ciento del catastro rural.
Ese fue un tema bien importante, porque
los activos patrimoniales han sido gravados de diferente manera,
y esa es una respuesta al
clamor que uno ve en muchos economistas pidiendo más impuestos
sobre la tierra, pidiendo más impuestos sobre la propiedad
inmobiliaria.
Quiero recordar el impuesto al patrimonio,
que derramamos por una sola vez en septiembre de 2002, para financiar
la Seguridad
Democrática.
Quiero recordar las reformas tributarias
que revivieron el impuesto al patrimonio en Colombia por un período de tiempo más
largo.
Quiero recordar la sobretasa de renta y
estos esfuerzos que se están haciendo en materia de actualización
del catastro.
Hasta allí las finanzas locales.
LAS FINANZAS NACIONALES
Las finanzas nacionales empezaron con un
déficit del 4,2
en agosto de 2002. Este año debemos terminar con un déficit
que oscile alrededor del 2. Creemos que hay más posibilidades
hoy de que esté por debajo del 2, que por encima del 2.
Diría que en principio hay una evolución muy favorable,
pero todavía tenemos circunstancias muy delicadas. Por ejemplo,
el Gobierno Nacional central llegó a tener un déficit
del 6,5. Todavía este año será del 5,5.
Allí tiene el país un problema para enfrentar con
medidas profundas, que aún faltan. Nosotros hemos logrado,
con una serie de decisiones en ingresos, en egresos, en control
de evasión, en ampliación de base, reducir ese déficit
del Gobierno Nacional central en un punto del PIB. Pero todavía
un déficit en ese nivel del 5,5 es muy alto.
Ha influido para no poderlo reducir más, la circunstancia
de que este Gobierno ha debido enfrentar el agotamiento de las
reservas del Seguro Social. Este año el Seguro Social recauda
2 billones aproximadamente, pero en pensiones tiene que girar alrededor
de 6 billones. La diferencia de casi 4 billones debe ser transferida
por parte del Gobierno Nacional.
Eso nos ha representado una transferencia
al Seguro Social –que
se había anunciado durante mucho tiempo, en la cual no se
creía, porque había muchos escépticos de que
se agotaran las reservas del Seguro, y se agotaron–, una
transferencia de 1,3 puntos del PIB.
Si al punto en el cual hemos reducido el
déficit del Gobierno
Nacional central le hubiéramos podido sumar este ahorro,
pues la situación del Gobierno Nacional central sería
muy diferente para bien. Sin embargo, seguimos enfrentando ese
problema.
¿Qué hemos hecho? Las reformas
tributarias, de las cuales quisiera destacar algunos de sus puntos
cardinales y lo
que falta.
Puntos cardinales de nuestras reformas
tributarias: la ampliación
de la base. ¿Cómo ha operado la ampliación
de la base en renta? Hemos pasado de 400 mil contribuyentes de
renta, un poco menos, a alrededor de un millón. Pero estamos
apuntando a llegar a dos millones.
¿Qué ha pasado con la ampliación de base
de IVA? Cuando este Gobierno empezó, el 37 por ciento de
los bienes y servicios de Colombia estaban gravados con IVA. Hoy
está gravado el 53 por ciento de los bienes y servicios.
Tomamos una decisión, que nos aprobó el Congreso,
de gravar el resto con un IVA pequeño del 2 por ciento.
Sacrificamos normas técnicas en materia de tarifas para
tener una tarifa proporcional decreciente. Decreciente a medida
que se acerca al corazón de la canasta familiar.
Creo que ese fue un gran paso de verdadera
reforma estructural en tributos. Un gran camino para la formalización de la
economía y para el combate eficaz de la evasión.
La Honorable Corte Constitucional declaró inexequible esa
norma. Sigue pendiente un gran debate nacional sobre cómo
vamos a sustituirla.
Un Gobierno que ha aumentado los impuestos
tiene que pensar en dos cosas. Primero, ¿cómo va a garantizar la competitividad
del país en la arena internacional? Y segundo, durante estos
períodos de aumento de impuestos, ¿cómo se
garantiza también el aumento de la inversión?
Para dar confianza nos hemos propuesto
controlar severamente la evasión. En este Gobierno no hemos nombrado en la Administración
de Impuestos una sola persona por recomendación política.
Todos han sido movimientos de promoción de funcionarios
de carrera o de concursos de mérito.
Tenemos en plena marcha el programa Muisca,
un programa bien eficiente para controlar la evasión, que en poco tiempo va a permitir
que todos los contribuyentes realicen sus diligencias con la administración
de impuestos a través de internet.
En esto que llamo un “período impositivo transitorio”,
donde hemos revivido impuesto de patrimonio y creado y aumentado
el impuesto de renta, hemos introducido unos incentivos para poder
hacer compatibles los mayores impuestos con el estímulo
al crecimiento de la inversión.
Incentivos para garantizar que se cumpla
en este período
transitorio en materia impositiva, un lema: mayores impuestos para
quienes no quieran crecer, incentivos para quienes quieran crecer.
Ustedes conocen una serie de incentivos
introducidos por este Gobierno al alcohol carburante. En poco
tiempo vamos a tener la
producción de un millón de litros diarios de alcohol
carburante, ya se acaba de concluir la instalación de la
primera de las cinco plantas que están en proceso.
También un estímulo de exención a los cultivos
de tardío rendimiento, donde están la palma africana,
el caucho, el cacao, los frutales.
Un incentivo al biodiesel. Si ustedes me
preguntaran: ¿prospectos
importantes de la economía colombiana?, no vacilaría
en encabezar esa enumeración con el alcohol carburante,
con el biodiesel.
Apenas estamos dando los primeros pasos
y ahí tiene el
país un enorme potencial, en lo nacional y en lo internacional,
habida cuenta de la crisis de insumos energéticos que encuentra
la economía internacional.
Y hay otros incentivos bien importantes,
como el incentivo generado de una deducción del 30 por ciento durante los años
2004, 2005 y 2006 a cualquier inversión nueva generadora
de renta.
Las inversiones que se hicieron el año pasado, que han
reclamado la deducción este año, le han representado
al fisco un sacrificio en ingresos cercano al billón de
pesos. Sin embargo se ha probado nuestra tesis de que eso tiene
una tasa de retorno muy alta. La estamos viendo en inversión,
la estamos viendo en empleo y la empezamos a ver en recaudo tributario.
A pesar de esos incentivos tan incomprendidos
por algunos analistas de la economía, pero que se han aplicado en otros países
con mucho éxito y que transitoriamente le implican sacrificios
al fisco, llevamos tres años consecutivos de muy importantes
incrementos en el recaudo.
En el primer año de Gobierno el incremento en recaudo fue
del 18 por ciento, el año pasado fue del 22 por ciento y
este año vamos por encima del 14 por ciento.
Pensando en la competitividad a futuro,
creo que necesitamos definir varios elementos. Primero, la relación con las regiones
una vez expire el acto legislativo de transferencias aprobado por
iniciativa del entonces ministro de Hacienda, Juan Manuel Santos.
El país tiene que dar allí un debate que genere mucha
confianza.
Indudablemente hay transferencias que están ligadas al
cumplimiento de las metas sociales del Milenio y con las cuales
tenemos que ser muy severos para la aplicación transparente,
pero muy cuidadoso para no incurrir en un discurso de disminución
de transferencias, que podría entenderse como una decisión
de no cumplir las metas sociales del Milenio.
Confío que el país pueda salir adelante en ese debate
y adoptar un acto legislativo o unas leyes, como lo manda el artículo
transitorio de la Constitución, que den plena confianza
en materia fiscal.
Tenemos que introducir otros elementos
para la confianza y para la competitividad del país. Uno
de ellos se refiere a la tarifa de renta. Queramos o no, hay
que disminuir la tarifa de
renta. De lo contrario no podremos ser internacionalmente competitivos.
Y como los mensajes hay que darlos a tiempo,
para poder construir con suficiente antelación confianza inversionista, quiero
reiterar hoy el compromiso ante ustedes del actual Gobierno de
hacer un esfuerzo, en el término que resta, para que se
avance a la disminución de la tarifa de renta.
Necesitamos también, para estimular más la inversión
internacional, eliminar el impuesto de remesas. La proposición
ya está incluida en un proyecto de ley a consideración
del honorable Congreso.
Y vendrá nuevamente la discusión sobre el tema del
impuesto al valor agregado, a lo cual ya me refería hace
algunos minutos.
Diría que la parte fiscal que más tranquiliza, es
la evolución del superávit en las entidades descentralizadas
del Gobierno Nacional. Allí hemos experimentado dos fenómenos,
positivos ambos y bien importantes.
Por un lado, el superávit en las entidades del Gobierno
Nacional ha pasado del 2 al 2,9 por ciento sobre el PIB. Ese es
un crecimiento de casi un punto. Y el segundo elemento positivo
es que antes ese superávit se causaba solamente en Ecopetrol,
y hoy se causa en todas las empresas del Gobierno Nacional, gracias
a la reforma.
Este Gobierno ha reformado 152 empresas
y 111 hospitales públicos.
Nos falta muchísimo. Pero cuando ya unas finanzas que estaban
en rojo, por ejemplo en todas las electrificadoras nacionales,
empiezan a ser finanzas en negro, la situación empieza a
mostrar un panorama distinto.
Diría que el mejor legado fiscal que deja este Gobierno
es el de la reforma de la administración, que empezó por
Telecom, que ahora está en Granahorrar, que ha pasado por
el Banco Cafetero, por Inravisión, por el IFI, por el Inurbe,
etcétera.
152 entidades del Estado, pero falta mucho.
Por ejemplo, cuando vemos el Seguro Social, allí hicimos un gran avance al desprender
las clínicas del sector central del Seguro, porque eso nos
permite que los funcionarios vinculados a las clínicas no
tengan que estar regidos ya por esa desproporcionada convención
colectiva vigente en el Seguro Social.
Tan difícil de modificar, como quiera que en el pasado
se firmó que para poder denunciar la convención del
Seguro Social y modificarla, no bastaba con la decisión
del Gobierno Nacional sino que tenían que concurrir a denunciarla
y a modificarla el Gobierno Nacional, la administración
del Seguro y los sindicatos del Seguro. Casi que se hicieron unos
pactos para que jamás se pudieran modificar.
Sin embargo, estamos en la tarea de lograr la segunda y la tercera
reforma, que nos falta en el Seguro Social.
La segunda, poder introducir total austeridad en la parte central
del Instituto, donde tenemos el tema de pensiones, donde tenemos
el tema de la EPS y donde tenemos el tema de riesgos profesionales.
Y la tercera reforma, la reforma de las
clínicas, que en
una primera etapa fueron desvinculados del sector central del Seguro,
pero que están esperando una reforma profunda que las ponga
en equilibrio.
En síntesis, ha sido muy afortunado
el resultado de la reforma administrativa del Estado, pero falta
un largo camino por
recorrer.
Por ejemplo, además del sector salud, uno piensa en Telecom.
La empresa estaba condenada a desaparecer. Cuando nosotros propusimos
que de todas maneras subsistiera una empresa pública del
orden nacional, nos dijeron: ¿pero de dónde, si la
actual Telecom está para expedirle partida de defunción?
Sin embargo la nueva Telecom ha sido bien
exitosa. El año
pasado dio 900 mil millones de utilidad y este año puede
repetir la cifra.
Pero hay señales de peligro. Las señales que empiezan
a sentirse en la facturación de la telefonía fija,
el crecimiento de la telefonía móvil, el crecimiento
y la necesidad de la oferta en otros subsectores de las comunicaciones,
como la banda ancha, etcétera, advierten un futuro negro
para nueva Telecom, si no la aliamos estratégicamente en
condiciones que pueda responder a los nuevos desafíos.
El Gobierno Nacional ha procedido en todos
estos casos con las cartas sobre la mesa, contándole al país estas reformas
antes de perfeccionarlas, como le ha contado al país rigurosamente,
antes de perfeccionarlos, los acuerdos de transacción con
los inversionistas extranjeros con quienes teníamos conflictos
judiciales.
Confiamos poder continuar recorriendo el
camino de la búsqueda
del aliado estratégico para que Colombia despeje el futuro
de Telecom. No quisiera ver el otro escenario de la nueva Telecom
quebrada, su Gerente acudiendo al Ministro de Hacienda para que
le transfiera 500 mil millones al año para pagarles a los
pensionados, sin recursos para atender muchas regiones de Colombia,
que en materia de comunicaciones dependen de la nueva Telecom.
Hay que perseverar hasta el último día de la administración
para conducir hacia delante estas reformas.
Estas reformas han coincidido con otros
temas bien delicados: el ajuste que los colombianos han tenido
que pagar en combustibles
y en pensiones. Eso no ha sido fácil. Le hemos venido trasladando
al pueblo colombiano una parte muy considerable del incremento
del precio del petróleo. Nuestros compatriotas, abnegadamente,
lo han asimilado.
Sobre el tema hay mucha discusión, porque una cosa aprecian
algunos analistas que no le asignan consideración al precio
de la gasolina en la vida social de la Nación, y otra cosa
es reunirse por ejemplo con el sector del transporte o con los
taxistas. Allí el proceso ha sido bastante difícil
de asimilar.
Y hemos también adelantado un gran ajuste en materia de
pensiones y en materia de servicios públicos.
Este Gobierno en materia de pensiones introdujo
una Ley en diciembre de 2002, liderada por el ministro Juan Luis
Londoño, que
en paz descanse y que tanta falta haces. Esa Ley nos trajo un gran
ahorro. Después, con el liderazgo del ministro Fernando
Londoño, les propusimos a los colombianos una norma para
eliminar los privilegios pensionales en el referendo.
Para aprobarla faltaron 40 mil votos. No
faltaron 40 mil votos. Lo que pasa es que el censo electoral,
que no hubo manera de que
el Consejo Electoral ni la Registraduría ajustaran de acuerdo
con la realidad, contabilizó 500 mil cédulas de personas
muertas, 38 mil cédulas de personas de la Fuerza Pública
que no pueden votar, y alrededor de 600 mil cédulas que
no habían sido repartidas.
En teoría nos faltaron esos 40 mil votos. Pero de haberse
ajustado, de acuerdo con la objetividad, el censo electoral, el
pueblo colombiano habría aprobado, en un ejercicio bellísimo
de democracia directa, la eliminación de los privilegios
pensionales.
Por fortuna, el Congreso de la República, en una decisión
lúcida, de gran responsabilidad política, nos aprobó hace
poco el conjunto de los ocho debates que nos permitió introducir
la reforma constitucional que elimina privilegios pensionales.
Por supuesto, con unos períodos de transición, que
nos lleva a que los beneficios no los sienta el fisco en el corto
plazo, pero sí a tener un camino más despejado en
el mediano y largo plazo.
Y todas las entidades públicas que
hemos reformado han eliminado los privilegios pensionales. Me
refiero al caso de Ecopetrol.
Ecopetrol en su existencia no había denunciado la convención
colectiva de trabajo. En alguna oportunidad la denunciaron, después
se retiró la denuncia, el Gobierno le quitó el respaldo
al entonces Presidente de Ecopetrol, él tuvo que renunciar.
Se quedó Ecopetrol sin un buen gerente y con la carga de
la vieja convención.
Este Gobierno enfrentó el problema laboral y logramos,
vía tribunal de arbitramento, el laudo que reforma la convención
de Ecopetrol y que elimina para los nuevos trabajadores los viejos
privilegios en materia pensional y laboral.
Todas estas reformas en pensiones implican
una reducción
del déficit pensional aproximadamente de 70 puntos del PIB.
No estamos al otro lado, porque el déficit pensional llegó a
subir al 200 por ciento del PIB. Hemos reducido esto en 70 puntos.
Hay un camino muy importante que recorrer, pero creo que hemos
avanzado de manera sustancial. No es fácil encontrar que
en una democracia pluralista, un Congreso pluralista se atreva
a tomar la dificilísima decisión de eliminar, vía
reforma constitucional, privilegios pensionales.
Para el saneamiento de las empresas de servicios públicos,
donde está Emcali, el Acueducto de Cúcuta, la Empresa
de Teléfonos de Barranquilla, todas las electrificadoras
de las cuales es socio mayoritario la Nación, han confluido
tres elementos: buena administración, eliminación
de politiquería y, por supuesto también, un proceso
de tarifas.
Por eso diría que el proceso de reformas necesita alguna
gradualidad. Porque en este Gobierno han coexistido muchas reformas,
que se han convertido en un gran peso para el pueblo colombiano,
que el pueblo colombiano, con abnegación, ha aceptado llevar
para ir saneando nuestras cifras fiscales.
En materia de endeudamiento, el país mantenía un
endeudamiento prudente hasta hace no muchos años. Pero el
endeudamiento público se nos subió al 54 – 56
por ciento del PIB. Creo que terminemos este año con el
43. Todavía es muy alto. Lo tenemos que efectuar por debajo
del 40.
¿Qué hemos hecho? Hemos logrado transformar mucha
deuda en dólares, por deuda en pesos. Con una buena coordinación
con el Banco de la República, para evitar que se desaten
presiones inflacionarias. Y eso nos ha permitido aprovechar la
revaluación, a la cual nos oponemos por su daño en
las exportaciones, pero que el Gobierno tenía la responsabilidad
política de aprovecharla para reestructurar su deuda. A
la fecha llevamos más de 3 mil millones de dólares
convertidos, y confiamos convertir otros 2 mil en el corto plazo.
Eso ha ayudado muchísimo.
La reestructuración la hemos avanzado también aplicando
la moda colombiana: construyendo confianza en los mercados y sustituyendo
bonos de corto plazo y de altas tasas de interés, por bonos
de más largo plazo y de menores tasas de interés.
Hace un mes en Nueva York logramos colocar
unos bonos, por 500 millones de dólares, a 20 años, a una tasa de interés
ligeramente superior al 7, para pagar la misma cantidad, que estaba
a menos plazo y a una tasa de interés cercana al 12 por
ciento.
Cuando el Gobierno empezó, los spreads –que miden
el diferencial de tasa de interés entre los bonos de los
países que se examinan frente a la referencia, que son los
Bonos del Tesoro de los Estados Unidos –, se encontraban
por encima de 700 puntos. Hoy están por debajo de 300.
Vemos que hay un mejor momento para la
deuda colombiana, hasta el punto de que se nos dificulta pago
anticipado. Porque los tenedores
de bonos colombianos no quieren desprenderse de ellos, por confianza
en el país.
Veo para el sector privado un momento bien
importante en materia de endeudamiento. Por varias razones: se
ha saneado muchísimo
la cartera, hay reestructuración agotada exitosamente en
muchas de las empresas, mejores perspectivas de mercados externos
y mayores posibilidades de mercado interno.
Para la gran empresa colombiana encontramos
un momento estelar, benéfico sin antecedentes, en materia de facilidad de acceso
al crédito y de tasas de interés.
La ley aprobada recientemente por el Congreso,
que introduce nuevas instituciones obligatorias en su adopción en las empresas
que participen directamente en el mercado de capitales, les va
a facilitar a estas empresas acudir más exitosamente al
mercado de capitales, liberando recursos, intermediados por el
sector financiero, para las pymes y para las microempresas.
Las empresas organizadas, con una EPS que
abrió esta semana
a 651 y con confianza en el mercado financiero para otorgar crédito
a más largo plazo, gracias al buen comportamiento que tenemos
que preservar en materia de inflación, esas empresas grandes
están en un momento muy positivo para crecer.
En el otro extremo, la microempresa también. Hace parte
de nuestra Herramienta de Equidad que denominamos Construcción
de un País de Propietarios. En este Gobierno, en el consolidado,
el saldo de cartera de lamicroempresa ha crecido cerca al 200 por
ciento. Casi 2 millones y medio de colombianos se han favorecido
con microcrédito. Teníamos una cartera de 735 mil
millones en junio de 2002, y hoy esa cartera supera los 2 billones
y medio.
Nos quedan unos problemas. Por eso nunca
podemos decir, en una Patria con tantas dificultades, violencia
y pobreza como la nuestra,
que estamos conformes. Hay que estar a toda hora en la batalla
a ver cómo vamos resolviendo los nuevos problemas.
La preocupación del Gobierno sobre el microcrédito
es que está bastante desbalanceado entre regiones. Hay unas
regiones donde hemos avanzado muy bien, otras regiones rezagadas.
Pero en un trabajo armonioso con las fundaciones del sector privado,
el Fondo Nacional de Garantías y el sector financiero, estamos
buscando cómo logramos equilibrio regional.
La preocupación que nos ha persistido es por la mediana
empresa. Con la ayuda de las Cámaras de Comercio estamos
trabajando con frecuencia, con disciplina, las ferias de crédito,
en diferentes ciudades colombianas.
Aquí en Bogotá han sido un ejemplo. Dentro de pocos
días vamos a hacer una nueva revisión. Creamos un
software, que se llama People Point. Ese software permite la búsqueda
virtual de crédito. Ese software tiene el apoyo de varias
Cámaras de Comercio. Y ahí especialmente medianos
y pequeños empresarios acceden en busca de crédito
y hacen el apareamiento con quienes están ofreciendo crédito.
Cuando fracasamos en la etapa virtual,
realizamos las etapas de revisión personal en las diferentes ciudades colombianas,
como lo vamos a hacer nuevamente, dentro de pocos, días
en la Cámara de Comercio de Bogotá, para buscar resolver
los problemas de quienes no han logrado acceder.
Ayer con la doctora Patricia Cárdenas y la Asociación
Bancaria, veíamos sin embargo unas cifras, más optimistas
que la percepción del Gobierno, sobre el crecimiento de
la cartera en favor de las pymes.
Esas cifras son una realidad, pero tengo
que confrontar esa realidad con muchos medianos empresarios que
aparecen en las diferentes
ciudades colombianas a decir: yo todavía no he podido acceder
al crédito, todavía sigo reportado.
Hace algunos meses el ministro Botero me decía en una reunión: “Presidente,
pero es que todo lo que ha crecido el microcrédito y el
crédito de las pymes, ¿y por qué aquí la
gente se queja tanto?”.
Le dije: “por eso, Ministro, uno no se puede quedar en el
power point. Uno tiene que defender al power people, porque si
usted y yo nos ponemos a ver cifras de power point en una oficina
de Bogotá, lo vemos todo color de rosa. Y cuando llegamos
a estas reuniones, aquí aparecen los que no han podido obtener
crédito, aquí aparece lo que nos dice que al power
point no le creamos tanto. El power point generalmente nos muestra
en qué se ha avanzado, pero no nos muestra aquello en lo
cual falta. Ahí tenemos un problema”.
Hemos creado un ambiente, diría que todavía poco
percibido pero sí sentido en muchos ciudadanos de la Patria.
Es un ambiente de mejor entendimiento entre el sector financiero
y los sectores reales.
A mí me parece muy grave para una democracia que se incube
odio de medianos y pequeños empresarios contra el sector
financiero. Me parece tan grave como el odio de clases, que haya
odio entre los sectores de la economía. Una Nación
que necesita estar con un elemento común denominador que
es la solidaridad, tiene que crear esa empatía, tiene que
crear esa solidaridad de todos los sectores de la economía
y su sector financiero.
En esa tarea hemos venido trabajando, y
hemos encontrado una respuesta muy positiva de la Asociación Bancaria y de sus afiliados.
Pero el camino apenas empieza. Nada mejor para esta democracia
que lograr que los colombianos sientan que aquí hay plenas
oportunidades de acceso al crédito.
Dentro de pocos días el Gobierno va a revelar las cifras
de los colombianos que en esta administración, por primera
vez, han accedido al crédito. Un indicador fundamental de
posibilidades democráticas, tiene que ser aquel indicador
que mida cómo acceden los ciudadanos de un país,
ampliamente, todos los estratos del universo poblacional, a la
posibilidad del crédito.
Encontramos una gran recuperación de la inversión
extranjera en Colombia. Hace 15 días Naciones Unidas certificó que
el año pasado la inversión extranjera creció 95
por ciento en Colombia. Llegó a reducirse a 500 millones
de dólares al año. El año pasado superó los
3 mil millones de dólares. Ojalá este año
esté por encima de 5 mil millones de dólares. Confío
que vaya a estar por encima de 5 mil millones de dólares,
y no incluyo en esa cuenta lo que son permutas de acciones. Simplemente,
la inversión directa que ha llegado, excluyendo, repito,
permutas de acciones.
Hay otro elemento más importante que el crecimiento: es
la diversificación. Hay una inversión muy importante
en búsqueda de hidrocarburos, pero se encuentra bastante
diversificada. Vemos inversión extranjera en todos los sectores
de la economía.
Y la inversión privada en su conjunto muestra una gran
recuperación. Llegamos a verla participando apenas en el
6 – 8 por ciento del PIB. Cerramos el año pasado con
una participación de la inversión privada en el 12
por ciento del PIB. Qué bueno que este año podamos
decir que llegó al 15 por ciento del PIB. Pero necesitamos
prepararnos y trabajar muy intensamente en la construcción
de confianza inversionista en Colombia, para que la inversión
privada llegue a situarse en el 25 por ciento del PIB.
Este tiene que ser un cambio dialéctico permanente: de
dónde vamos, de dónde venimos, dónde estamos
y para dónde vamos.
Por eso nos hemos propuesto combinar el
trabajo intenso cotidiano con la visión de largo plazo. El 7 de agosto, Planeación
Nacional les propuso a los colombianos para la discusión
pública, el primer borrador de lo que llamamos “Colombia:
Visión de Segundo Centenario”, para que el país
trabaje orientado por una meta al 7 de agosto del 2019, cuando
cumpliremos la segunda centuria de vida independiente. Y que eso
tenga unas metas parciales el 20 de julio del 2010, cuando Colombia
cumpla los 200 años del Grito de Independencia.
Es fundamental para la unidad democrática de la Nación
y para la gobernabilidad. Cuando un pueblo no ve metas claras de
su colectivo, no siente total confianza en la pertenencia a ese
colectivo. Para que cada colombiano sienta mayor pertenencia por
ese colectivo que es nuestra Patria, nuestra Nación, es
bien importante la visión de largo plazo.
Y es imposible construir gobernabilidad
en una democracia pluralista, afectada por tantos problemas sociales,
económicos y de
orden público, si no hay una visión de largo plazo
que gane un mínimo de unidad nacional.
Y para que esa visión gane unidad nacional, nos proponemos
un debate que ya se está adelantando con todos los segmentos
de la población colombiana, y periódicamente publicar
un nuevo borrador que recoja los debates al anterior borrador.
Confiamos que en el primer trimestre del
año entrante,
podamos producir la segunda edición del ejemplar que se
denomine “Segundo Borrador”, y que haya recogido los
debates de este segundo semestre de 2005.
Es tan necesaria la visión de largo plazo, como el trabajo
de todos los días. Porque si hay visión de largo
plazo pero no hay un esfuerzo cotidiano, con toda la intensidad,
esa visión de largo plazo se convierte en quimera. Se convierte
no en un sueño sino en una pesadilla.
Cuando las visiones de los pueblos no se
están acercando
a través de metas parciales, dejan de generar optimismo
y se convierten en pesados negativos fardos.
Entonces hay que trabajar intensamente
en el corto plazo. Mostrar metas parciales para que los colombianos
tengan más credibilidad
en la visión de largo plazo. Combinar el corto plazo con
el largo plazo es una necesidad, apreciados compatriotas.
EL EMPLEO
Veo alguna contradicción entre el comportamiento del empleo
y las cifras que nos dan sobre crecimiento económico. Pero
tengo también alguna explicación al tema.
El empleo, que todavía tenemos tantísimos problemas,
se ha comportado mejor de lo que esperábamos.
Cuando el desempleo en un país, en un período de
tiempo corto, salta del 7,5 por ciento al 20 por ciento, y el desempleo
de jefes de hogar del 4 al 10 por ciento, eso crea un enorme pánico,
una gran incredulidad en la posibilidad de frenar ese ascenso del
desempleo y de revertir la tendencia.
Ese salto, tan abrupto, en plazo tan corto,
se constituye en una masa inercial, que lo único que anticipa
es mayor desempleo.
Basado en esas razones, en sus profundos
conocimientos de doctor en Economía, me decía Juan Luis Londoño: “Presidente,
no vaya a estar esperando reducciones del desempleo. Al contrario,
esperemos verlo llegar al 25 por ciento”.
Sin embargo, se ha venido reduciendo. Estamos
en el 11,3. Hay oscilaciones de un mes a otro. Confiamos que
si el país
sigue por un buen sendero en la marcha de la inversión y
de la economía, el año 2007 le puede permitir a Colombia
ver un desempleo promedio, mes a mes, del 10 por ciento o menos.
Con elementos importantes: el programa
de microcrédito
ha ayudado muchísimo a crecer el autoempleo. Cuando tiene éxito
el buen autoempleo, entonces hay menos deserción escolar,
la esposa o compañera no tiene la misma urgencia de salir
a participar por el mercado laboral. Eso ayuda muchísimo
a la vida familiar de la Nación.
Hemos logrado reducir el desempleo de jefes
de hogar del 10 al 8 por ciento. Hoy está en el 5 – 6 por ciento. Pero
tenemos que volver a situarlo en el 4, donde estuvo y aún
por debajo del 4. Esa es una gran necesidad.
Hemos visto otro tema importante en empleo,
que es el crecimiento de las empresas que contribuyen a las Cajas
de Compensación:
el crecimiento de los ingresos del Sena, el crecimiento de los
ingresos de Bienestar Familiar, la recuperación en la actividad
de las cuentas y en el número de afiliados de los fondos
privados de pensiones, y que se frenó la deserción
del Seguro Social.
Diría que estos son indicadores de que está mejorando
la calidad del empleo. Sin embargo, no es suficiente. Nos proponemos
que rápidamente se aplique en Colombia una medida que hemos
venido buscando desde principio del Gobierno: que todos los empleadores
unifiquen sus declaraciones parafiscales y de seguridad social.
Eso simplifica la vida empresarial y controla evasión.
¿Cómo la simplifica? Un empleador hoy mínimo
tiene que hacer cuatro pagos. Un pago de régimen contributivo
de salud, que puede constituirse en tantos subpagos como EPS hayan
escogido sus trabajadores. Un segundo pago en pensiones, que tiene
el mismo riesgo. Un tercer pago que aglutina Cajas de Compensación,
Sena y Bienestar Familiar. Y un cuarto pago de riesgos profesionales.
Eso complica mucho la vida empresarial
y facilita la evasión.
Por ejemplo, si un trabajador está afiliado a pensiones,
a un fondo, el trabajador vigila y no permite evasión, porque
su pensión va a depender del monto acumulado y de la rentabilidad
de esa cuenta.
Pero no es igualmente cuidadoso en materia
de evasión en
salud. Porque nuestra solidaridad en el sistema de salud exige
que le den el mismo plan obligatorio en salud al trabajador que
gana 10 salarios mínimos, para citar un salario medio alto,
que al trabajador que gana un salario mínimo. Entonces allí hay
una subdeclaración de salarios muy elevada.
Nosotros confiamos que la unificación del sistema de declaración
de pagos parafiscales y de seguridad social y de los pagos, simplifica
la vida empresarial y elimina evasión.
Ya empezó a avanzar gradualmente la medida. El sector financiero,
las cajas de compensación, nos están ayudando con
los software requeridos para poder llegar al 100 por ciento de
cobertura.
Hay preocupación sobre el subempleo. Veo lo siguiente en
subempleo: cuando lo mido en función del crecimiento de
afiliados a la seguridad social, veo que el subempleo que aún
tenemos tiene componentes que no son negativos.
Tiene unos muy negativos, de empleo deprimido
y de informalidad pobre, pero tiene otros que se deben más a la falta de pertinencia
entre el aparato educativo y las tendencias de la economía,
que al subempleo con depresión en salarios y con ausencia
de afiliación a la seguridad social.
Sin embargo mantenemos un subempleo muy
alto. Hemos tenido más
suerte en la reducción del desempleo, que en la reducción
del subempleo.
Confío que con uno de los puntos cruciales de nuestra Revolución
Educativa, que es el ajuste en materia de pertinencia, el país
en seis o siete años empiece a ver una declinación
más importante del subempleo.
Y muchos colombianos se preguntan y me
preguntan: ¿por
qué nuestra economía no crece al ritmo que están
creciendo otras del continente? ¿Por qué hay un mayor
descenso del desempleo, en comparación con el crecimiento
de la economía?
Eso tiene varias explicaciones: nuestro
crecimiento es más
firme que el de otros países del continente. Y cuando ya
medimos la tendencia 2003, 2004, 2005, lo que se proyecta para
2006, vemos que en el de Colombia hay una gran firmeza.
Segundo, nuestra economía ha sido beneficiada por la economía
china pero indirectamente. Porque hay mejores precios del acero,
pero nosotros producimos muy poquito. Porque hay mejores precios
del carbón, etcétera.
Sin embargo otras economías de la región han visto
una influencia directa muy importante de la economía china.
Cuando veo las cifras del crecimiento de las exportaciones de Chile,
Perú y Brasil, un altísimo porcentaje del crecimiento
de esas exportaciones se debe al mayor precio del cobre, del níquel,
de la soya, gracias al mercado chino.
Entonces hemos tenido unas economías de la región
directamente beneficiadas de la economía china, que no la
economía colombiana, que al contrario en sectores como el
calzado, los textiles, las confecciones, hemos tenido serias dificultades
con la economía china, que nos han llevado a tener que tomar
las decisiones de salvaguardia que ustedes conocen, que, como le
he explicado al Embajador chino, no llevan ningún mensaje
político. Al contrario, lo que queremos es tener las mejores
relaciones con China, pero sí tenemos que defender sectores
muy sensibles en el empleo, como son estos sectores que les acabo
de mencionar.
Y tenemos también un problema de medición de la
economía, que confiamos el Banco de la República
y el Dane corrijan rápidamente. Quiero explicárselos:
hoy seguimos aplicando apenas un deflactor. Para medir la variación
del crecimiento industrial de un año al otro, al nuevo comportamiento
simplemente lo ajustamos con la inflación interna colombiana.
Y eso es equivocado, porque hay que utilizar
el deflactor de la inflación nacional para el componente de la producción
que se queda en el país. Pero se requiere utilizar el deflactor
de la inflación internacional para el componente de la producción
que se exporta.
Y la diferencia hoy es mucha. Porque en
1990 la industria apenas exportaba el 7 por ciento de su producción. Hoy exporta
cerca del 40 por ciento de su producción. Era menos notorio
en el 90 deflactar con inflación interna del 100 por ciento
cuando apenas había la desviación del 7, que hoy
cuando hay un error que afecta el 40 por ciento.
Entonces lo que hemos pedido, y el Banco
de la República
y el Dane lo están haciendo, es que al componente exportado
se le aplique como deflactor la inflación internacional.
Y los temas de devaluación y de revaluación también
distorsionan. ¿Por qué? Porque cuando hay devaluación,
muchas veces aparece un crecimiento artificial del producto, porque
aumentan más los ingresos en pesos que el crecimiento de
unidades producidas.
Y cuando hay revaluación, como la que vivimos ahora, aparece
una desaceleración artificial del producto, porque disminuyen
los ingresos en pesos no obstante que haya aumento en unidades
producidas.
Y volviendo a lo de los deflactores, algunos
economistas me han mostrado que si al componente exportado se
le aplica un deflactor
que castigue no con el 5 por ciento, que es la inflación
nacional estimada este año, sino con el 2 – 2,6, a
lo sumo el 3, que es la inflación internacional de los países
desarrollados, entonces tendríamos un comportamiento del
crecimiento de la industria que puede estar en 2 puntos, 2 puntos
y medio por encima de lo registrado por el Dane. Y que es lo consistente
con los tamaños de inversión, de recaudo y de generación
de empleo.
Pero en fin, que vayan las autoridades
competentes poniendo al día las mediciones, y nosotros empujando para lo que le
interesa al país: más inversión y más
empleo.
En el tema social no quiero fatigarlos
haciendo un repaso exhaustivo por las Siete Herramientas de Equidad.
Simplemente permítanme
decir lo siguiente: el país tiene un compromiso y ese compromiso
es inaplazable: cumplir, y ojalá antes de la fecha, las
metas sociales del Milenio. Yo diría que este es un gran
factor generador de confianza interna y de respetabilidad dentro
de la comunidad internacional.
Si nosotros legitimamos, con nuestras acciones
y nuestra perseverancia, la Seguridad Democrática ante propios y extraños,
si le mostramos al mundo nuestra capacidad de cumplir las metas
sociales del Milenio, Colombia ganará mucho en confianza
interna y en respetabilidad internacional.
¿Cómo observo las metas sociales del Milenio? En
educación creo que las vamos a cumplir. Ya estamos en un
91 por ciento de cobertura en educación básica. La
Revolución Educativa en este Gobierno ha avanzado muy bien:
primaria, secundaria, universidad, pertinencia, calidad.
Esta tarde vamos a dar en la Presidencia
de la República
el premio a los Profesionales–Excelencia, porque una de las
medidas de calidad es examinar los egresados de los diferentes
programas universitarios. Eso lo llamamos las pruebas Ecaes.
Creo que vamos a cumplir con las metas
del Milenio en educación.
Tenemos que pasar del 91 por ciento,que ya hemos llegado, al 100
por ciento en cobertura de educación básica. Y hay
que hacerlo rapidito. Que eso no sea más tema de discurso
sino tema de resultado. Yo confío que lo logremos.
Hemos mejorado muchísimo en mortalidad infantil y también
en el tema de mortalidad de mamás al momento de dar a luz.
Pero ahí tenemos un problema: las diferencias regionales.
Entonces nos tenemos que aplicar a corregir esas diferencias regionales.
Y una enorme preocupación que me asalta es con la meta
del Milenio que se refiere a agua potable y saneamiento básico.
Ahí tenemos un atraso sustancial en muchas regiones de la
Patria.
La Ley 715 hizo el esfuerzo de destinar
del aumento de las transferencias, un porcentaje que este año significa 900 mil millones de
pesos para las regiones, para dedicarlo a agua potable y saneamiento
básico.
Se esperaban unos mejores resultados que
no hemos obtenido. Le hemos pedido a Planeación Nacional que no solamente nos
muestre la gráfica de cómo crece la transferencia
para acueductos y alcantarillados y cómo crece en menor
proporción la cobertura, sino que se examinen casos típicos
de problemas, a profundidad.
Confiamos tener en poco tiempo el informe
de esas interventorías
encomendadas a Plantación Nacional.
Le decía hace poco al Congreso que tenemos que hacer un
esfuerzo de comprensión, porque al Gobierno Nacional no
lo pueden obligar a construir las vías de la competitividad,
a pavimentar todas las vías secundarias, a sostener las
vías terciarias y a resolver el problema que falta, el dinero
que falta para los problemas de saneamiento básico, que
tenemos que resolverlos para cumplir esa meta del Milenio.
Hoy el Congreso Nacional debe aprobar el
presupuesto, entre hoy y mañana. Me preocupa, y así se lo hice saber al
Ministerio de Hacienda, que hay una partida más alta para
vías terciarias, que debería haber un mayor esfuerzo
entre los departamentos y de los municipios, esa partida es superior
ala partida complementaria para acueductos y alcantarillados, donde
el Gobierno Nacional tiene la responsabilidad de mostrarle al mundo
cómo estamos avanzando en el cumplimiento de las Metas del
Milenio.
Es bien importante sembrar en mis compatriotas
una reflexión:
muchas veces se ha querido crear un complejo en Colombia, en el
Gobierno y en sectores de opinión pública, con el
cuento de que América Latina tiene hoy un predominio de
gobiernos progresistas de izquierda y que Colombia tiene una política
de derecha. No podemos caer en la trampa de que un complejo de
esa naturaleza, que se quiere inocular en la vida colombiana, sea
recibido aquí y haga carrera.
Miren: la semana pasada en Salamanca, haciendo
del turismo presidencial algo productivo, les pregunté a todos mis vecinos de mesa
y escritorio cómo van sus cifras de empleo, de inversión
extranjera, qué están haciendo con la confianza inversionista,
cómo está el crecimiento de la inversión privada.
Y los que con mayor febrilidad y emoción se referían
a la inversión extranjera directa y a la inversión
privada, eran los más socialistas.
Y decía yo: “pero vea, pues, estas contradicciones.
Ustedes esta emoción que tienen con la inversión
privada, ustedes son los de izquierda. Y a mí que me señalan
de derecha, yo estoy emocionado es con las metas sociales del Milenio”.
Yo creo que nos tenemos que preparar mental
y conceptualmente para decir que aquí no hay un proceso de izquierda ni de
derecha, sino un proceso de recuperación institucional,
de construcción de caminosdemocráticos, de construcción
de unfuturo feliz para las nuevas generaciones de colombianos.
Yo le preguntaba a una periodista, que
me increpa mucho que porque el presidente Lula es de izquierda
y yo de derecha y que entonces
cómo va a convivir Colombia con un gobierno de derecha en
el medio latinoamericano, y le digo: ¿y qué es lo
que ha hecho Lula para que le digan que es de izquierda en el gobierno
y qué es lo que he hecho yo para que me digan que, por contraste,
soy de derecha? Y ahí enmudece. Ahí enmudece la periodista
y me dice: es que yo soy de izquierda. Y entonces le pregunto:
dime, ¿por qué te calificas de izquierda? Y no me
sabe responder.
Yo creo que ese cuento de dividir aAmérica Latina y de
pretender aislar a Colombia sobre ese cuento, lo tenemos que rechazar
y lo tenemos que rechazar muy reflexivamente y de manera muy práctica.
Esa es una división obsoleta. Una división que tuvo
alguna razón de ser para los años de las dictaduras
en América Latina.
Y también es un tema polarizante, como lo sufrimos en la
elección reciente del Secretario de la OEA, donde quiso
dividirse eso entre candidaturas de derecha y candidaturas de izquierda.
La pregunta que hay que hacer es: ¿es esta democracia moderna? ¿Es
esta democracia regida por liderazgos o por caudillismos? ¿Es
esta democracia una democracia de gobiernos de opinióno
de caprichos de gobernantes? ¿Es esta democracia una democracia
donde las instituciones son independientes y están sometidas
a la ley o donde cada institución hace lo que quiere? ¿Es
esta democracia una democracia donde todas las instituciones sirven
al concepto de que la soberanía radica en el pueblo, o donde
las instituciones arrebatan las competencias de la democracia?
Y para eso es muy importante preguntarse
cuál es el grado
de Seguridad Democrática, el grado de respeto alas libertades
públicas, cómo se avanza en materia de cohesión
social, cómo se avanza en materia de transparencia y cómo
es la relación entre el respeto a la independencia de todas
las instituciones y la relación de todas las instituciones
independientes, para reconocer los derechos soberanos que la Constitución
declara a favor del pueblo.
Yo creo que eso es lo que hay que preguntar,
para que los colombianos podamos decir que esta es una democracia
de instituciones, de respeto
ala soberanía del pueblo, una democracia que construye cohesión
social, una democracia que avanza hacia la transparencia, una democracia
respetuosa de las libertades públicas, una democracia con
un concepto de seguridad redundantemente democrático.
Una prueba bien importante de la semana
pasada. Cuánto
nos duelen esos atentados de Bogotá. A mí el atentado
contra el senador Vargas Lleras me dolió en las entrañas.
Y ayer cuando me contaron algunas pesquisas de los organismos de
inteligencia en relación con un posible atentado contra
el Alcalde Garzón, me dolían las entrañas
pensando que esta Colombia nopuede dejar afectar el concepto de
respeto ala democracia que hemos venido recuperando.
Pero no nos podemos dejar amilanar. Por
eso la semana pasada lo que hicimos para reaccionar frente a
estos atentados terroristas,
después que infortunadamente no tuvimos la capacidad de
evitarlos, fue sacar el Gobierno a las calles, al mismo sitio de
los atentados, para que los ciudadanos sientan que la solidaridad
va a buscarlos y que no tienen que venir ellos a tocar unas puertas
perezosas, sin abrirse, de los despachos oficiales.
No podemos dejar que este tránsito de recuperación
de confianzay de optimismo en Colombia, se afecte. El ánimo
de los colombianos hay que mantenerlo arriba.
¿A qué creo yo que se estaba jugando la semana pasada?
Pienso que nos hicieron mucho daño, pero tuvieron dos fracasos.
El primer fracaso, no pudieron asesinar colombianos, gracias a
Dios. Y el segundo fracaso, no consiguieron el cometido de que
el Gobierno suprimiera las manifestaciones.
¿Qué buscaban con unos actos terroristas, 48, 24
horas de las anunciadas manifestaciones de un paro nacional que
se planeó con tanto esmero? Que el Gobierno suprimiera esas
manifestaciones, para salir a decirle a la comunidad internacional:
es un Gobierno fascista, es un Gobierno que criminaliza la protesta.
Pues bien, ¿qué hicimos nosotros? Separamos tajantemente
el tratamiento de lo uno, de la reglamentación de lo otro.
Al terrorismo hay que enfrentarlo con todo el peso de la autoridad,
pero la protesta social hay que respetarla y simplemente exigirle
su respeto al orden.
La única limitación que impusimos a las movilizaciones
de la semana pasada fue exigirles a los indígenas que para
marchar por las carreteras no las podían bloquear.
Inicialmente hubo un enfrentamiento de algunos indígenas
en la Virginia (Risaralda) con la Policía, porque quisieron
bloquear la carretera, y la orden perentoria del Presidente de
la República es que no se podían bloquear las carreteras.
Pero después, cuando aceptaron marchas por las bermas, sin
interferir la libertad de sus compatriotas de desplazarse por esas
carreteras, se permitió la movilización.
Yo creo que para la democracia es bien
importante no haber caído
en esa trampa. Por eso hay que seguir hablando y practicando Seguridad
Democrática. Seguridad para los colombianos todos, independientemente
de que tengan identificaciones o sean oposición del Gobierno.
Seguridad para los colombianos todos, independientemente de que
sean líderes gremiales o sindicales. Seguridad para los
colombianos en medio de la profundización de las libertades
públicas.
Eso de enfrentar al terrorismo, sin suprimir,
sin limitar libertades públicas, tiene que honrar a la
democracia colombiana.
Doctor Carlos Delgado, no se le vuelva
a ocurrir invitarme a dar un informe sobre algunos temas de la
Nación aquí porque
me pongo en una contradicción. Por un lado digo: pero si
no explico esto, no doy el informe. Y por el otro lado veo todavía
estos platos vacíos. A todos, muchas gracias”.
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