PALABRAS DEL PRESIDENTE
URIBE AL INTERVENIR EN EL TALLER “MISIÓN: COMPETITIVIDAD”
Cartagena, 21 oct. (SNE). Las siguientes
son las palabras del presidente Álvaro Uribe Vélez, al intervenir este
viernes en el taller “Misión: Competitividad”,
realizado en el Hotel Santa Clara de Cartagena y que contó con
la participación del profesor Michael Porter, catedrático
de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard.
“Quiero felicitarlos de todo corazón por este gran
esfuerzo, y quiero felicitar a uno de los colombianos más
entusiastas en estas tareas, que más le ayuda al país
con su permanente trabajo para estimular el esfuerzo colectivo
de los colombianos, quiero felicitar a Gustavo Mutis y agradecer
esta nueva tarea que necesitamos que la siga haciendo permanentemente,
Gustavo. Qué bueno tener ciudadanos como usted.
Agradecer inmensamente la presencia del
profesor Porter, su valiosa ayuda a nosotros los colombianos
con su participación en
este seminario, qué bueno que haya sido el esfuerzo de ustedes
realizar una especie de seminario de este altísimo nivel
intelectual, y no simplemente escuchar dos o tres conferencias,
y agradecer a todos los que aquí han colaborado.
Quisiera hacer un breve comentario a cada
una de las exposiciones y referirme a la exposición del profesor Porter, tomando
los puntos que él nos trajo al final de su exposición
sobre los casos que selecciona para la competitividad colombiana,
que están en la figura 48 de la presentación.
La proposición de ustedes de que crear ese Consejo de Competitividad,
tenerlo trabajando permanentemente, el Gobierno no puede discutirla.
Las ideas buenas no se discuten, sino que hay que aplicarlas. Hagámoslo.
De una vez que lo organice el sector privado, Gustavo. El Gobierno
Nacional, a través de Planeación y de todas las entidades,
apoya. Le ponemos todo el entusiasmo para que eso funcione.
Tengo un poquito de diferencia con Frank,
porque creo que él
es demasiado duro de pronto con el sector privado. Hacerse empresa
privada en Colombia ha sido muy difícil. Yo antes tengo
la versión contraria. Sí, tenemos un alto grado de
informalidad, pero eso no quiere decir que la empresa privada colombiana
no haya tenido el mayor grado de responsabilidad social. Yo creo
que lo tiene. Hay que mirarlo en el tema de las responsabilidades
parafiscales, las responsabilidades con la seguridad social, las
responsabilidades tributarias, la capacidad de asumir riesgos en
unos años tan difíciles que ha vivido nuestra Patria.
Yo por eso, Frank, tengo una altísima valoración
de la empresa privada colombiana. Yo le he dicho a mis compañeros
del Gobierno: miren, un problema que le he visto a Colombia es
que muchos de los políticos somos amigos del sector privado
en privado. Pero en público y en nuestras posiciones públicas,
somos vergonzantes en esa materia.
Uno de los problemas que le veo a los fundamentalistas
del neoliberalismo, es que ellos aparecen como pro empresa privada,
y son los primeros
en ponerle obstáculo a la empresa privada. Es un contrasentido
que tiene el neoliberalismo. Aparecen como los apóstoles
de la empresa privada y, a la hora de la verdad, son grandes obstaculizadores
del desarrollo de la empresa privada.
El proceso de colaboración, con una visión de largo
plazo, es necesario. Yo me voy referir enseguidita a él,
cuando pueda hacer unos comentarios sobre estos puntos finales
del profesor Porter.
Para llegar a esos puntos del profesor
Porter, déjenme
decir, desde la perspectiva del Estado, que lo primero que se necesita
para crear ese ambiente propicio de competitividad es que el Estado
haga todos los esfuerzos para construir confianza.
Nosotros hemos venido trabajando la construcción de confianza
con la Seguridad Democrática. La denominación “democrática” es
muy importante, profesor Porter, porque con ello hemos querido
diferenciar nuestro significado de seguridad con lo que fue la
seguridad nacional que recogió América Latina, que,
en nombre de la seguridad, finalmente premió dictaduras,
suprimió libertades, se utilizó la seguridad para
perseguir el disenso. La nuestra es profundamente democrática,
y es la única manera de hacerla sostenible, como lo requieren
las circunstancias colombianas, en Estados que son hoy Estados
de Opinión.
Una cosa es adelantar un modelo de seguridad
en una dictadura y otra cosa es adelantarlo y hacerlo sostenible
en un Estado de
Opinión.
Y hemos querido trabajar esa confianza
alrededor de la transparencia, alrededor de la reactivación económica, de la reactivación
social.
Para la reactivación económica, en ese marco de
confianza, es fundamental que el país avance en el saneamiento
fiscal, en su estabilidad macroeconómica y la estabilidad
en las reglas de juego.
Ha sido, desde el primer momento, propósito principal de
este Gobierno dar confianza en las reglas de juego, lo cual no
es extraño en Colombia.
Yo también tengo una discrepancia con aquellos que se quejan
mucho de la inestabilidad en las reglas de juego en Colombia. Yo
creo todo lo contrario. Yo he visto una tendencia histórica
del país de garantizar estabilidad en reglas de juego.
Por ejemplo, se discutió mucho que se eliminaran algunos
incentivos tributarios que en su momento se dieron para el Cañón
del Páez, etcétera. Y ahí inmediatamente afloró esa
tendencia colombiana y unánimemente todos los sectores políticos
dijeron: mire, hay que ser serios en las reglas de juego. Si vamos
a tomar unas decisiones sobre eso –y esto lo cito a manera
de ejemplo–, no afectemos a los que ya entraron. A aquellos
que no han entrado digámosles simplemente: ya no hay más
oportunidades.
Entonces Colombia ha tenido una tradición
muy importante de respeto a las reglas de juego, pero somos conscientes
que eso
lo tenemos que fortalecer.
Y menciono dos pasos dados en esa materia.
Primero, la negociación
de los convenios internacionales de seguridad a la inversión.
Ya avanzamos con España en esta materia. Lo de España
se nos convierte en un modelo para replicarlo con otros países.
Y simultáneamente se hizo con España el acuerdo
para desmontar la doble tributación, que también
es un primer paso para replicarlo con otros países.
Y el Congreso de la República es el segundo ejemplo que
quiero citar. Hace poco, después de un largo debate, nos
aprobó una ley que autoriza el Gobierno a firmar pactos
de estabilidad con las empresas. Antes de que termine octubre,
confío que estemos firmando los primeros pactos de estabilidad.
En síntesis, sobre este elemento tan importante para la
confianza en ese marco de competitividad, Colombia ha tenido una
tradición de respeto a las reglas de juego, y está haciendo
grandes esfuerzos para dar mayor confianza en la estabilidad de
las reglas de juego.
El marco de construcción de confianza tiene que insertarse
en lo que es una democracia moderna. Un problema que le hemos visto
a América Latina, profesor Porter, es la división
artificial que se quiere hacer entre gobiernos de izquierda y gobiernos
de derecha.
Yo creo que es obsoleta. Eso en alguna
forma fue importante en los años de la dictadura. Pero cuando todos los gobiernos
han tomado la decisión de someterse a la regla democrática,
esa división empieza a ser obsoleta, polarizante y no fácil
de acreditar desde el punto de vista práctico.
Yo suelo citar un ejemplo. Una periodista
internacional me dice: ¿cómo
va a hacer Colombia con un Gobierno como el suyo que es de derecha,
constituyéndose en una excepción en un marco latinoamericano
de izquierda? Entonces yo le pregunto: ¿y cuales son los
gobiernos de izquierda? Dice: fulano, perano, sutano, Lula. Le
digo: ¿entonces qué ha hecho el presidente Lula para
que usted pueda decir que es un gobierno de izquierda y qué hemos
hecho nosotros para que usted pueda decir que este es un gobierno
de derecha? Y ella enmudece. Y después me dice: es que yo
soy de izquierda. Y le digo: entonces dígame, ¿usted
por qué es de izquierda y yo por qué soy de derecha? ¿Derrotar
el terrorismo en un ambiente de Seguridad Democrática es
ser de derecha?
Entonces veo que esa división es muy dañina y puede
afectar unos factores de mínima unidad regional, que se
requieren para ambientes competitivos.
Nosotros hemos dicho que para sustituir
esa obsoleta división
y crear un ambiente propicio para la competitividad, las instituciones
del Estado deben aportar con lo que se llama “los elementos
de una democracia moderna”.
Esos elementos deben permitir responder si es una democracia excluyente,
parcializada, o es una democracia incluyente y universal. Esos
elementos deben contestar si es una democracia liderada por liderazgos
constructivos, o simplemente cuasi-orientada por caudillismos.
Si es una democracia en la cual los gobiernos y las instituciones
dan ejemplo de respeto a la ley, o es una democracia regida por
caprichos de gobernantes elegidos.
Y para contestar esas preguntas, cuya respuesta
nos dice si hay o no una democracia moderna, nosotros hemos venido
proponiendo
cinco parámetros, que son: la Seguridad Democrática,
el respeto a las libertades públicas, la cohesión
social, la transparencia y el respeto a la institucionalidad independiente.
Las libertades públicas y la cohesión social, son
elementos bien importantes para una democracia moderna, puesto
que el uno representa ese valor universal e histórico del
respeto a la individualidad, y el otro representa ese valor universal
e histórico que se quiso presentar en algún momento
como la antítesis, que es el respeto al colectivo.
Quien primero en nuestra época empezó a acortar
la diferencia entre las libertades individuales y la cohesión
social y a mostrar que no eran valores contrapuestos sino valores
complementarios, fue Bobbio.
Nosotros de Bobbio hemos recogido la necesidad
de que vamos llevando, en esta caracterización de democracia moderna para construir
un ambiente competitivo, de la mano el respeto a las libertades
individuales y el trabajo por el colectivo a través de la
cohesión social.
Por supuesto, la transparencia. No hay
recursos que alcancen para la cohesión social si no hay
transparencia. No hay gobernabilidad si no hay transparencia.
No hay credibilidad si no hay transparencia.
No hay confianza inversionista si no hay transparencia.
Anoche decía yo en la Cámara de Comercio de Cartagena,
que los inversionistas hoy van a encontrar en todos los países
del mundo respeto a las reglas de juego. Incluso los más
furibundos amigos de la inversión privada internacional,
son aquellos que hasta hace poco se erigían como los de
más radical orientación socialista.
Entonces hay una serie de elementos que
ya empiezan a darse por descontados para traer inversión internacional. Hay que
hacer énfasis es en la transparencia. La verdad es que nos
tenemos que convencer que la transparencia deja de ser una categoría
trascendente en la vida de los pueblos, y empieza a ser una categoría
inmanente. Una categoría más del mundo material.
Si no hay transparencia, la gente no invierte en ese escenario.
Colombia necesita, para la credibilidad
internacional, a mi juicio, tres elementos: avanzar en su Seguridad
Democrática, necesita
cumplir las metas sociales del Milenio y necesita demostrar un
continuo avance en materia de transparencia.
Nuestro sometimiento a las metas sociales
del Milenio, lo enmarcamos en el elemento anterior que les decía, en uno de los cinco
que caracterizan una visión de democracia moderna, que es
la cohesión social.
Entonces con estos elementos, que creo
que son importantes desde el punto de vista de la concepción del Estado para crear
confianza alrededor de un marco de competitividad, déjenme
referir a algunos de los puntos que trae el profesor Porter en
la figura 48 de su presentación.
En la primera columna él se refiere al ambiente legal,
social, macro-político, el impacto de los narcóticos
en la imagen y en la competitividad del país.
DROGAS ILÍCITAS
La lucha contra el narcotráfico, profesor Porter, es un
elemento esencial de nuestra política de Seguridad Democrática.
La estamos dando en todos los frentes, y creemos que no se pueden
repetir equivocaciones, y estamos repitiéndoles permanentemente
a los gobiernos de los países amigos que no dejen repetir
los errores que cometimos en Colombia.
Cuando había solamente narcotráfico, se decía:
bueno, Colombia no produce, Colombia no consume, simplemente se
beneficia del tráfico.
Después empezó una pequeña producción,
5 mil hectáreas. No, eso no vale la pena. Como ocurre hoy
en países vecinos. Tiene 5 ó 7 mil hectáreas
y no le asignan importancia a eso, y rapidito, sin darnos cuenta,
el país llegó a tener 160 – 180 mil hectáreas
que tenía en el año 2000, cuando los presidentes
Clinton y Pastrana empezaron el Plan Colombia.
Y se ha dicho: no, es que eso no es un
problema nuestro, es de los países consumidores. Nosotros ya tenemos un millón
de consumidores.
Entonces esto no es para asignarnos toda la responsabilidad, pero
es para decir que no podemos pasar de la exigencia de corresponsabilidad,
simplemente a decir que la responsabilidad la tienen los otros.
Esto hay que asumirlo con una gran corresponsabilidad, con un
gran esfuerzo de nuestra parte, pero con un gran esfuerzo de la
comunidad internacional.
Y el mayor problema que veo en este tema,
es la falta de determinación
en los vecinos y el temor de los vecinos de enfrentar esos problemas
con toda la energía. Yo el problema hoy no lo veo tanto
en Colombia, como en la falta de conciencia en los vecinos sobre
la gravedad de este riesgo.
¿Qué estamos haciendo nosotros? En la parte de producción,
erradicando cultivos. Yo diría que el año pasado
no fue el mejor año, porque no descendimos sino un 7 por
ciento.
Confiamos que este año vayamos a presentar un mejor resultado.
Este año en fumigación hemos crecido un 30 por ciento
en relación con año pasado y empezamos exitosamente
la erradicación manual.
Éramos muy escépticos de la erradicación
manual, pero estamos haciendo el esfuerzo para completar 30 mil
hectáreas manualmente erradicadas. Con mucho sacrificio
de las personas que están trabajando en eso. Ahí han
sufrido varios ataques, especialmente de la guerrilla, los grupos
de erradicadores manuales.
En cuanto al tema del tráfico, creo que el país
ha dado un gran avance en materia de extradición. La hemos
desmitificado. Hemos venido venciendo esa resistencia a la extradición,
que se quería montar desde una posición xenofóbica,
desde un falso nacionalismo.
Y hemos dicho claramente que la globalización de la justicia
exige, por ejemplo en un país que es adherente de la Corte
Penal Internacional, que instituciones como la extradición
simplemente transcurran normalmente, que se desmitifique. En eso
hay un gran avance.
En cuanto al lavado de activos, necesitamos
mayores esfuerzos de la comunidad internacional. Aquí recientemente el Congreso,
bajo el liderazgo del ex ministro Fernando Londoño, aprobó una
ley que hace más expedito el procedimiento para extinguir
bienes ilícitamente adquiridos. Confiamos que la tarea de
la justicia nos permita avanzar en este tema.
Y hay el gran debate. Hay mucha gente a
la expectativa de que no tenga suficiente éxito la lucha contra la droga en Colombia.
Están a la expectativa de que entonces cobre fuerza la tesis
de la legalización.
Yo confieso que veo el tema desde la óptica de padre de
familia. Y creo que la legalización, muy contrariamente
a lo que estiman sus mentores, sí produciría un desbordamiento,
que el primer daño que podría causar es una destrucción
ecológica imprevisible.
Este país todavía tiene 578 mil kilómetros
de selva, a pesar de todo el daño. Del millón 164
mil kilómetros de Colombia, hay 578 mil en selva, profesor
Porter. No obstante que las drogas ilícitas han destruido
un millón 700 mil hectáreas de selva tropical.
El tema ecológico creo que es un tema fundamental para
convencer a las nuevas generaciones de que el país no puede
embarcarse en la tesis de la legalización. Hay que tener
toda la voluntad para derrotar las drogas en Colombia.
Y ahí hay otro punto del cual somos conscientes muchísimos
en Colombia: las políticas de prevención, las políticas
de rehabilitación son más eficaces en la medida que
haya criminalización y son menos eficaces en un escenario
de legalización.
Yo diría que la política de Seguridad Democrática,
con ese componente que es la lucha contra la droga, le debe dar
al mundo una señal. El mundo no nos debe medir tanto por
los resultados sino por nuestra voluntad, por nuestra determinación.
Un país que llegó a tener 50 mil terroristas ricos,
que a diferencia de las guerrillas centroamericanas no dependían
de la ayuda internacional sino que son de muchísima riqueza
por el narcotráfico, etcétera, es un país
al cual no puede exigírsele que supere eso de la noche a
la mañana. Además aquí tienen mucho dónde
esconderse. Una cosa es enfrentar 120 terroristas de una organización
europea, y otra cosa es enfrentar aquí 50 mil, con todas
las armas habidas y por haber y con toda la riqueza.
Yo creo, profesor Porter, que nos tienen
que ayudar para crear ese ambiente de buena imagen para la competitividad
colombiana.
El tema no es tanto de resultados milagrosos como de persistencia,
como de una voluntad de hierro. Lo que nos tienen que estar ‘testiando’ permanentemente
es si conservamos o no la voluntad de hierro para superar esos
problemas.
Por supuesto, como todo objetivo de largo
plazo, esto necesita unos elementos que lo estimulen, que son
las metas parciales, el
proceso de mejoramiento continuo, así no siempre se dé con
la velocidad con que lo queremos.
VISIÓN 2019
Para superar esa historia de enfocarnos
en el corto plazo, desde el Gobierno hemos querido estimular
la visión de largo plazo,
a la cual se refirió el director de Planeación, el
doctor Santiago Montenegro, quien, con su equipo, le ha presentado
al país la Visión 2019.
El primer documento, profesor Porter, lo
hemos presentado como un borrador, para someterlo a la discusión democrática.
La verdad es que la visión de largo plazo es un elemento
fundamental de construcción de confianza y de gobernabilidad.
Es imposible la gobernabilidad –en un país descentralizado,
con un Congreso pluralista, con elección popular de 33 gobernadores,
con elección popular de 1.096 alcaldes–, si no hay
una visión de largo plazo que unifique. Y para que esa visión
de largo plazo unifique, no se puede imponer. Hay que someterla
a un permanente debate democrático.
Confiamos que en el primer trimestre del
año entrante,
Santiago Montenegro pueda publicar la segunda edición del
documento Colombia: Visión 2019, recogiendo parte de la
discusión, para seguir alimentado esa discusión,
y que se presenten tanto borradores cuántos amerite la discusión,
para ir construyendo el mayor nivel posible de consenso alrededor
de ese documento.
Y es el único camino para poder
tener hilos conductores de planes cuatrienales de desarrollo
con planes cuatrienales de
desarrollo.
En la democracia no hay nada que se pueda
imponer más allá de
lo que la Constitución exige. Y los hechos sociales en algún
momento pueden desbordar la Constitución y obligar a su
reforma, como ha ocurrido en Colombia. Por ejemplo, cuando se tomó la
decisión de dejar atrás la Constitución del
86 y por un decreto convocar la Constituyente, que finalmente le
entregó al país la Constitución del 91.
Entonces cuando la Constitución prevé que cada gobierno
y cada Congreso llega con una propuesta de plan de desarrollo,
allí la Constitución nos está diciendo: mire,
yo no tengo elementos para forzar que haya continuidad, lo único
que pueden hacer ustedes es, a través de un proceso democrático,
construir ese consenso que garantice que haya unas líneas
esenciales que sean los puentes de un plan cuatrienal con el otro
plan cuatrienal.
Creo que sinosotros tenemos éxito en construir ese buen
nivel de consenso, ese buen nivel de consenso, traducido en la
Visión Colombia 2019, ayudará a que no haya abandono
de las líneas esenciales que requiere el país, de
un plan cuatrienal de desarrollo al otro plan cuatrienal de desarrollo.
Pero es muy importante combinar la visión de largo plazo
con el trabajo cotidiano, la visión con la ejecución.
La verdad es que si los gobiernos se dedican
exclusivamente a ejecutar, la ciudadanía se desorienta porque no sabemos
para dónde vamos. Y lo mismo les ocurre a los propios ejecutores.
Pero si los gobiernos se dedican solamente
a proponer visiones de largo plazo y no ejecutan, esas visiones
se convierten en quimeras,
en sueños inalcanzables. Dejan de ser sueños y se
convierten en frustraciones.
Por eso nosotros hemos venido exigiendo
mucho: sí, tengamos
la visión, pero complementemos eso con el esfuerzo cotidiano.
Visión y ejecución. Las metas parciales necesitan
estar alimentando la visión.
A esto hay que hacerle también un gran seguimiento. Y el
sector privado, desde ese Consejo de Competitividad que nos está proponiendo,
puede convertirse en un gran factor que le haga seguimiento al
cumplimiento de la Visión 2019 y a sus metas parciales.
INVERSIÓN EXTRANJERA
El bajo nivel de inversión extranjera directa: es cierto,
yo confío que eso se esté revirtiendo.
De acuerdo con informes del Banco de la
República, el año
pasado el país ya tuvo 3.015 millones de dólares
de inversión extranjera directa, cuando habíamos
descendido a niveles muy bajos.
Hace pocas semanas Naciones Unidas expresó que la inversión
extranjera directa en Colombia, en el año 2004, creció en
un 95 por ciento. Y dio una cifra superior en 700 millones de dólares
a la que registró el Banco de la República.
Yo confiaría que este año, sin contabilizar las
permutas de acciones, la inversión extranjera directa en
nuestro país sobrepase los 5 mil millones de dólares.
Pero necesitamos mucho más.
Algún factor positivo que resaltaría es que no está concentrada
en la búsqueda de hidrocarburos. Se ha diversificado bastante,
lo que es una muestra de que hay una tendencia de confianza en
Colombia.
Yo estoy optimista, profesor Porter, al
ver el interés
de la comunidad internacional de invertir en Colombia. Hay un momento
que, si lo aprovechamos bien, puede llegar mucha inversión
a nuestra Patria.
ECONOMÍA INFORMAL
La verdad es que hay varios puntos en los
cuales puede trabajar el Gobierno para que se vaya reduciendo
esa informalidad. Uno es
simplificar la vida de los ciudadanos. Otro punto es el manejo
de la tributación.
En cuanto a la simplificación de la vida de los ciudadanos,
para que le pierdan la pereza a formalizarse, el Gobierno ha venido
trabajando proyectos de simplificación de trámites,
como uno aprobado recientemente por el Congreso de la República,
y estamos avanzando en otras direcciones.
Cuando usted mira el tema parafiscal y
el tema de obligaciones a la seguridad social en Colombia, encuentra
que aquí mínimo
cada empresa tiene que hacer al mes cuatro declaraciones de pago
y cuatro pagos como mínimo.
Se tiene que hacer una para régimen contributivo de salud,
que pueden ser muchas más si los trabajadores han tomado
la decisión de afiliarse a varias EPS; otra para pensiones,
con el mismo riesgo; otra para cajas de compensación, Bienestar
Familiar, el Sena, y otra para riesgos profesionales.
Eso complica mucho la vida de las empresas –se lo estoy
citando a manera de ejemplo–, y también estimula la
evasión, porque la gente no evade cuando tiene que cotizarles
a los fondos de pensiones, pero sí evade en salud, porque
por la solidaridad no importa declarar o subdeclarar el salario.
De todas maneras si se subdeclara el salario, en nada afecta la
prestación de los servicios de salud al trabajador.
Nosotros confiamos que antes que termine
esta administración,
todos los empresarios colombianos ya hayan unificado estos pagos,
lo cual simplifica trámites y nos ayuda a controlar evasión.
TRIBUTACIÓN
Y el otro tema es el tema tributario, bien
complicado. Yo diría
que en este Gobierno hemos adoptado un esquema que tiene unos elementos
permanentes y otros transitorios.
Hemos enfrentado un déficit muy alto, hemos enfrentado
un endeudamiento público muy alto, muy alto para los niveles
tradicionales de Colombia, y nos ha tocado proceder a buscar recursos
extraordinarios, a elevar tarifas y a revivir el impuesto de patrimonio.
El principio rector de esto ha sido: hay que subir los impuestos,
pero darles incentivos a quienes quieran crecer.
Porque en una situación de tan alto endeudamiento, de tan
alto déficit, para el Gobierno es muy difícil encontrar
cómo hace compatible la solución al déficit,
cómo empieza a revertir la tendencia de endeudamiento y
cómo simultáneamente estimula la inversión,
cómo simultáneamente logra que la inversión
no se vaya a países que no han tenido que derramar esas
cargas tributarias.
Entonces nosotros hemos introducido, a
la par con la elevación
de los tributos, unos incentivos bien importantes, que creo que
el sector privado los está aprovechando y que en buena parte
explican el aumento de la inversión privada en estos últimos
tiempos.
La inversión privada llegó a situarse en el 6 – 8
por ciento, como porcentaje del PIB. El año pasado esa inversión
privada terminó alrededor del 12 y confiamos que este año
termine alrededor del 15, pero el país tiene que trabajar
para situarla entre el 20 y el 22.
¿Qué sigue? Hay unos puntos
de mucho disenso, de mucha controversia, y hay otros puntos de
relativo consenso.
¿El Gobierno qué piensa? Hay tres o cuatro retos.
Un reto es renta, otro reto es IVA –los dos tienen un punto
común, que es expansión de la base– y otro
reto es el de las transferencias a la regiones.
En el año 2008 vence la vigencia de un acto legislativo
adoptado por iniciativa del ex ministro Juan Manuel Santos, que
reguló, con mucho acierto para un período relativamente
corto, las relaciones entre el gobierno central y las regiones.
El país tiene que tener la seguridad de que eso se va a
sustituir por un acto legislativo o por unas leyes de total responsabilidad.
Y hemos venido creando una gran conciencia entre las autoridades
regionales para que no vayan a haber sorpresas que nos podrían
afectar la confianza.
En materia de renta, necesariamente tenemos
que reducir las tarifas, y reducirlas sustancialmente. De lo
contrario, el país no
podría ser competitivo.
¿Qué me preocupa a mí? Hay debates que se
dieron en Colombia hace poco y se quieren revivir. Por ejemplo,
en el año 86, cuando empezaba la administración del
presidente Barco, siendo ministro de Hacienda el presidente Gaviria,
Colombia eliminó la doble tributación.
Se está hablando nuevamente por parte de algunos de revivir
el impuesto a los dividendos. Yo creo que allí hay que tener
apuestas de largo plazo. Una de las cosas que más me sorprende
a mí es que ese es un debate fresco que se dio hace poco, ¿cómo
lo vamos a revivir ahora?
Se tomó la decisión en ese momento de tener impuesto
corporativo alto y exención de dividendos. Ahora algunos
quieren hacer lo contrario: no tener impuesto corporativo y sí gravar
los dividendos.
Lo que tiene claro el Gobierno es que hay
que reducir la tarifa de renta. Los otros puntos, hasta ahora –y en esto hay que
tener una posición firme pero también abierta–,
a mí me parece que es muy prematuro para echar para atrás
dos decisiones que se tomaron en la reforma tributaria de 1986.
Una, el desmonte de la doble tributación, y la otra, que
se gravara en cabeza de la empresa, no en cabeza del accionista.
El punto importante sí es ampliar la base. Cuando el Gobierno
empezó teníamos 380 mil contribuyentes de renta.
Este año debemos terminar con más de un millón
de contribuyentes de renta, pero hay que llegar a dos millones.
Nuestra meta inicial era dos millones, vamos cortos hacia esa meta,
tenemos que buscar nuevos mecanismos a ver cómo la cumplimos.
Ese es un punto que consideramos trascendental.
El otro punto es el del IVA: la tendencia hacia la universalización
el impuesto al valor agregado.
Cuando el Gobierno empezó, el IVA gravaba el 37 por ciento
de los bienes y servicios. Hoy grava el 53. Hemos tenido que sacrificar
la ortodoxia en materia de tarifas, porque creemos que, dadas las
circunstancias de factibilidad social y política, para avanzar
hacia la universalización es necesario tener tarifas diferenciales,
decrecientes a medida que el impuesto toca el corazón de
la canasta familiar.
Tomamos una decisión, la aprobó el Congreso, que
fue un IVA general del 2 por ciento para lo no gravado. Creo que
fue el paso de reforma estructural, orientado hacia la formalización
de la economía, más importante que se hubiera podido
dar. Pero la Corte Constitucional lo declaró inexequible.
En la discusión que Colombia tiene que afrontar en los
próximos meses, hay que repensar eso.
Ahora, esto hay que repensarlo, no solamente
desde el punto de vista de la ortodoxia económica sino de la factibilidad
social y política. Tramitar estos proyectos de ley, en un
Congreso pluralista como Colombia, es bien difícil.
Entonces los grupos de estudio que están enfrentados a
la materia, nos deberían entregar dos escritos: un escrito
con lo ideal y otro escrito con lo política y socialmente
factible.
El Gobierno cree que hay que universalizar
el tema del IVA, pero hay que buscarle el acomodo social. Para
encontrar el acomodo social,
me refiero a tres puntos: se requiere trabajar la heterodoxa fórmula
del diferencial tarifario, se requiere buscar unos mecanismos de
devolución a los sectores más pobres para aclimatar
constitucionalmente la medida, y se requiere hacer un acuerdo de
salarios, para que en el año en que se adopte esa elevación
o esa universalización de la base, haya un incremento de
salarios compensatorios.
Si no se rodea una propuesta de esa naturaleza,
de ese esquema de acuerdo social, me parece bien difícil
de implementar.
SIMPLIFICACIÓN
El otro tema es la simplificación. Sí, la legislación
tributaria es una legislación en Colombia muy complicada.
Y la próxima administración tiene que comparecer
en sus inicios al Congreso de la República con un proyecto
de simplificación tributaria.
Quería referirme en la parte de los tributos a estos puntos
y no olvidar que en los últimos años el país
ha hecho unas reformas estructurales de gran importancia.
Quiero mencionar, por ejemplo, la Ley 617
de la administración
Pastrana, que es el principio del gran saneamiento de los municipios
y de los departamentos, como lo muestran las cifras fiscales, y
que se ha logrado también por la disciplina con que este
Gobierno la ha aplicado.
Y en este Gobierno hemos avanzado mucho –no le quiero mencionar
sino el tema de la reforma a la administración pública–.
Hemos reformado más de 200 entidades del Estado, de ellas
111 hospitales públicos. Eso nos ha permitido ganar un punto
en materia de superávit, cuando se mide el balance fiscal
de las empresas de la Nación.
En materia pensional hemos avanzado mucho
con reformas legales, con reformas en más de 100 entidades del Estado y con reformas
constitucionales. Pero falta muchísimo en la reforma de
la administración pública.
COMBUSTIBLES
Y esto ha coincidido con el ajuste en los
precios del combustible. Cuando veo la crisis Centroamericana
por el ajuste en los precisos
del combustible, digo: Dios mío, ¿cómo nos
hemos salvado en Colombia? Centroamérica se ha visto, en
los últimos meses, al borde de catástrofes institucionales
por los precios del combustible. Aquí hemos venido haciendo
el ajuste y el pueblo colombiano lo ha asimilado de la manera más
positiva. Increíble.
Ahora, es distinto hablar del precio de
los combustibles entre un grupo de economistas de alta graduación, y hablar del
precio de los combustibles con los taxistas o con los buseros o
con los transportadores, que es donde se produce la tormenta social.
Uno no ve a los economistas liderando las marchas en Centroamérica
contra el precio al combustible, pero sí ve a los taxistas
y sí ve a los transportadores en general.
Ahí tenemos, en la región, un gran desafío,
profesor Porter, que nos puede crear una crisis institucional,
y Colombia ha venido en ese ajuste, lo mismo que en el ajuste de
otros impuestos.
Este Gobierno entrega una actualización del ciento por
ciento de la valoración de la tierra urbana como base de
impuestos, y del 70 por ciento de la tierra rural. Y simultáneamente
hemos tenido que hacer en las empresas de servicios públicos,
ajustes administrativos severos y ajustes tarifarios.
Me parece que un pueblo, con la pobreza
de Colombia, realizar al mismo tiempo todos estos ajustes, es
un pueblo que está realizando
una proeza.
Por eso hay que reconocer que nos faltan
ajustes, como esos ajustes tributarios que se han reclamado,
pero también hay que reconocer
que se han hecho muy profundos ajustes en los últimos años,
y para tener la menor subjetividad quise empezar con la mención
de la ley de mi antecesor, que es la ley 617.
Me parece bien importante una cosa que
usted nos dice: aquí no
hay que pensar en estimular empresa sino cluster. Y creo que sobre
eso tiene que adquirir conciencia tanto el Gobierno como el sector
privado.
La gráfica que nos mostró de ese popurrí,
es una gráfica que impresiona y la debíamos tener
en todas las oficinas públicas y en todas las oficinas privadas,
para no cometer ese error. Me parece que su conferencia nos hace
mucha claridad en esa dirección.
INFRAESTRUCTURA FÍSICA
Tiene usted razón, Profesor. Uno de los anexos de la Agenda
de Competitividad en la Agenda de Infraestructura. Creo que vamos
por buen camino en esa materia, pero ahí tenemos que tomar
otras decisiones políticas.
Por ejemplo, el lunes tenemos un Consejo
de Ministros con los gobernadores, y hay que decirles: ustedes
van a tener que hacer
esfuerzos para pavimentar sus vías secundarias, para darles
sostenimiento a sus vías terciarias, el Gobierno Nacional
no puede seguir haciendo eso.
El Gobierno Nacional, con los recursos
limitados, tiene que escoger si sigue en eso –que es importante para unir el país,
para evitar desplazamientos, etcétera–, o si se dedica
a las vías de la competitividad. Creo que el Gobierno va
a tener que dar esa pelea política, hacer una gran tarea
de persuasión sobre las autoridades locales, para que los
escasos recursos nacionales se dediquen a la infraestructura que
más relación y directa relación tiene con
la competitividad.
Creo que esa falta de estructura de colaboración de largo
plazo entre el sector privado y el público, creo que no
ha sido falta de colaboración. Ningún gobierno de
Colombia puede negar a que ha tenido colaboración del sector
privado, todos la han tenido, unos en mayor grado que otros.
Cuando peor han sucedido las cosas, el
sector se ha dividido. Unos han hecho oposición y los otros han apoyado. Pero aquí siempre
ha habido ese espíritu colaborativo.
Creo que lo que nos falta no es ese espíritu colaborativo,
sino que aunemos esfuerzos alrededor de la visión de largo
plazo y que entonces no colaboremos un día en un propósito,
al otro día en un propósito diferente, sino que vamos
remando hacia ese objetivo de largo plazo.
Y me preocupan algunas omisiones que he
visto acá, por
ejemplo la poca mención al tema educativo y la ausencia
de mención al tema laboral.
Para analizar la competitividad potencial de Colombia creo que
hay que mirar el tema laboral. Colombia ha logrado un esquema laboral
y de seguridad social comparativamente excelente en el Continente.
Por ejemplo, tenemos un esquema laboral
que se sitúa en
el justo punto entre la flexibilidad y la cohesión social.
Y sobre eso hemos guardado silencio. Es un gran factor de atracción
de capital en Colombia. Lo mismo lo que hemos logrado en seguridad
social.
REVOLUCIÓN EDUCATIVA
Y no podemos dejar de asignarle toda la importancia que requiere
el tema educativo para la competitividad.
Nosotros estamos empeñados en la Revolución Educativa,
como la primera de nuestras herramientas de construcción
de equidad y como la primera de las herramientas de nuestra construcción
de competitividad. Y además va a ser la primera meta de
las metas sociales del Milenio que Colombia va a cumplir. Para
nosotros las metas sociales del Milenio no pueden seguir siendo
declarativas, tienen que ser metas que Colombia cumpla.
Entonces el examen de lo que está haciendo Colombia –bajo
el liderazgo de la Ministra de Educación (Cecilia María
Vélez)– en el tema de la Revolución Educativa
es bien importante. La hemos desagregado en cobertura, calidad,
pertinencia, capacitación técnica y ciencia y tecnología.
Empiezo por lo último. Un ambiente competitivo exige un
gran acuerdo de la academia y del sector privado para investigar.
Creo que en Colombia las bases de ese acuerdo están dadas,
lo que necesitamos es más recursos.
Ahí tenemos una deficiencia enorme de recursos fiscales –yo
diría que es la parte negativa–, todavía no
hemos cumplido con lo que se necesita de aportes fiscales para
estimular la investigación. Pero eso lo estamos compensando
con un programa que se llama: Estímulo a la Competencias
Investigativas de los Niños. Eso va muy bien en más
de 600 escuelas colombianas.
Los países que lograron grandes avances investigativos,
no los lograron empezando con caudalosas sumas aportadas en los
presupuestos, sino con el estímulo a la investigación
en los grupos estudiantiles. Ahí estamos trabajando bien,
a ver si podemos defendernos de la falta de recursos.
Otros temas de calidad educativa bien importantes
y de pertinencia son estos: hoy todos los maestros colombianos
se están nombrando
por concurso –antes se nombraban por recomendación
política–, estamos examinando no solamente los bachilleres
sino los egresados de las universidades, pusimos en marcha unas
pruebas que se llaman Ecaes para examinar los egresados universitarios.
Y esto ha ayudado mucho a que, por ejemplo, la universidad pública
adquiera mayores niveles de eficiencia.
Tenemos dos sistemas de acreditación
de programas universitarios: uno obligatorio sobre todo programa
que quieran ofrecer las universidades,
y otro voluntario para acreditar programas de excelencia.
Y para garantizar la pertinencia, esa congruencia
entre el sector educativo y las demandas de la economía
y la vida social, que en nuestro concepto es un elemento es un
elemento fundamental
de competitividad, estamos trabajando lo que se llama el observatorio
laboral de los egresados universitarios.
Lo pusimos a funcionar hace un año y apenas va dar ahora
los primeros resultados. Va indicarle a la comunidad colombiana
cómo están integrados los programas de la comunidad
académica, con las necesidades de la vida social y económica.
CLUSTERS
Quisiera dos reflexiones finales. Una reflexión
sobre cluster.
La verdad es que esta es una economía diversificada y ahí tiene
limitaciones, pero también muy importantes oportunidades.
Cuando ustedes hablan de que esta economía hay que especializarla,
hay que poner cuidado con lo que es el grado de diversificación
de esta economía.
Yo creo más en los cluster en la forzada o forzosa especialización
de la economía. Puede ser una economía diversificada,
pero no con empresas, sino diversificada con cluster.
Y cuando uno empieza a mirar clusters posibles en Colombia, sobre
los cuales tenemos grandes ventajas potenciales, encuentra muchos.
Quiero citarles tres:
El de madera. Una hectárea en este país produce
25 metros cúbicos por año de especies maderables
reclamadas en los mercados internacionales.
Chile, de esas especies, produce 12 – 15. Finlandia, con
exportaciones de madera y derivados de 40 mil millones de dólares,
produce 1 – 2 metros cúbicos por año, hectárea.
Nosotros, 25. Y estamos situados aquí en este punto tan
cercano de todos los mercados, y no tenemos sino 170 mil hectáreas
de bosque comercial.
En el tema de los combustibles biológicos, ahí tiene
Colombia una enorme posibilidad. Entre octubre y enero el país
empezará en cinco plantas el primer millón de litros
diarios de combustible de alcohol carburante.
A eso hay que sumarle el biodiesel, que
confiamos que rápidamente
empiece el país a producir.
ACTITUD POSITIVA
Y una reflexión final. Miren, una
de las cosas en que mas acierta Gustavo es que estas visiones
de largo plazo no pueden
conducirse solamente con frialdad argumental. Necesitan, para impactar
el comportamiento de los ciudadanos, impactar sus sentimientos.
Colombia necesita un gran impacto sobre
el sentimiento de su ciudadanía.
Por eso hay que mantener una ciudadanía en permanente estado
de confianza, una ciudadanía que no se arredre ante ningún
revés, y de eso tiene que dar ejemplo el Gobierno.
Una ciudadanía que madrugue con optimismo y una ciudadanía
que mantenga una actitud, una actitud sentimental muy positiva,
cualquiera sea la circunstancia del momento.
Entonces mi sugerencia, apreciados compatriotas,
es que esa visión
de largo plazo para ganarla necesita muchos elementos, pero también
necesita un elemento afectivo, un elemento sentimental.
Por eso no podemos pretender impactar solamente
la razón
de los colombianos, sino que hay que impactar el sentimiento de
los colombianos. Y para impactar el sentimiento de los colombianos,
nos tenemos que tocar el sentimiento de papás y de mamás,
y preguntarnos: ¿cuál es el país que le vamos
a dejar la próxima generación? ¿Qué gana
uno si a la próxima generación le deja educación
y le deja unos pesos, un principio de capital, y no le deja un
país seguro, no le deja un país competitivo?
Entonces, en busca de que la próxima generación
de colombianos pueda vivir feliz en este país, nosotros
tenemos que trabajar, con afecto y con sentimientos que dan energía,
una visión de corto plazo.
Muchas gracias”.
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