Octubre de 2005

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21 de octubre

PALABRAS DEL PRESIDENTE URIBE AL INTERVENIR EN EL TALLER “MISIÓN: COMPETITIVIDAD”

Cartagena, 21 oct. (SNE). Las siguientes son las palabras del presidente Álvaro Uribe Vélez, al intervenir este viernes en el taller “Misión: Competitividad”, realizado en el Hotel Santa Clara de Cartagena y que contó con la participación del profesor Michael Porter, catedrático de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard.

“Quiero felicitarlos de todo corazón por este gran esfuerzo, y quiero felicitar a uno de los colombianos más entusiastas en estas tareas, que más le ayuda al país con su permanente trabajo para estimular el esfuerzo colectivo de los colombianos, quiero felicitar a Gustavo Mutis y agradecer esta nueva tarea que necesitamos que la siga haciendo permanentemente, Gustavo. Qué bueno tener ciudadanos como usted.

Agradecer inmensamente la presencia del profesor Porter, su valiosa ayuda a nosotros los colombianos con su participación en este seminario, qué bueno que haya sido el esfuerzo de ustedes realizar una especie de seminario de este altísimo nivel intelectual, y no simplemente escuchar dos o tres conferencias, y agradecer a todos los que aquí han colaborado.

Quisiera hacer un breve comentario a cada una de las exposiciones y referirme a la exposición del profesor Porter, tomando los puntos que él nos trajo al final de su exposición sobre los casos que selecciona para la competitividad colombiana, que están en la figura 48 de la presentación.

La proposición de ustedes de que crear ese Consejo de Competitividad, tenerlo trabajando permanentemente, el Gobierno no puede discutirla. Las ideas buenas no se discuten, sino que hay que aplicarlas. Hagámoslo. De una vez que lo organice el sector privado, Gustavo. El Gobierno Nacional, a través de Planeación y de todas las entidades, apoya. Le ponemos todo el entusiasmo para que eso funcione.

Tengo un poquito de diferencia con Frank, porque creo que él es demasiado duro de pronto con el sector privado. Hacerse empresa privada en Colombia ha sido muy difícil. Yo antes tengo la versión contraria. Sí, tenemos un alto grado de informalidad, pero eso no quiere decir que la empresa privada colombiana no haya tenido el mayor grado de responsabilidad social. Yo creo que lo tiene. Hay que mirarlo en el tema de las responsabilidades parafiscales, las responsabilidades con la seguridad social, las responsabilidades tributarias, la capacidad de asumir riesgos en unos años tan difíciles que ha vivido nuestra Patria.

Yo por eso, Frank, tengo una altísima valoración de la empresa privada colombiana. Yo le he dicho a mis compañeros del Gobierno: miren, un problema que le he visto a Colombia es que muchos de los políticos somos amigos del sector privado en privado. Pero en público y en nuestras posiciones públicas, somos vergonzantes en esa materia.

Uno de los problemas que le veo a los fundamentalistas del neoliberalismo, es que ellos aparecen como pro empresa privada, y son los primeros en ponerle obstáculo a la empresa privada. Es un contrasentido que tiene el neoliberalismo. Aparecen como los apóstoles de la empresa privada y, a la hora de la verdad, son grandes obstaculizadores del desarrollo de la empresa privada.

El proceso de colaboración, con una visión de largo plazo, es necesario. Yo me voy referir enseguidita a él, cuando pueda hacer unos comentarios sobre estos puntos finales del profesor Porter.

Para llegar a esos puntos del profesor Porter, déjenme decir, desde la perspectiva del Estado, que lo primero que se necesita para crear ese ambiente propicio de competitividad es que el Estado haga todos los esfuerzos para construir confianza.

Nosotros hemos venido trabajando la construcción de confianza con la Seguridad Democrática. La denominación “democrática” es muy importante, profesor Porter, porque con ello hemos querido diferenciar nuestro significado de seguridad con lo que fue la seguridad nacional que recogió América Latina, que, en nombre de la seguridad, finalmente premió dictaduras, suprimió libertades, se utilizó la seguridad para perseguir el disenso. La nuestra es profundamente democrática, y es la única manera de hacerla sostenible, como lo requieren las circunstancias colombianas, en Estados que son hoy Estados de Opinión.

Una cosa es adelantar un modelo de seguridad en una dictadura y otra cosa es adelantarlo y hacerlo sostenible en un Estado de Opinión.

Y hemos querido trabajar esa confianza alrededor de la transparencia, alrededor de la reactivación económica, de la reactivación social.

Para la reactivación económica, en ese marco de confianza, es fundamental que el país avance en el saneamiento fiscal, en su estabilidad macroeconómica y la estabilidad en las reglas de juego.

Ha sido, desde el primer momento, propósito principal de este Gobierno dar confianza en las reglas de juego, lo cual no es extraño en Colombia.

Yo también tengo una discrepancia con aquellos que se quejan mucho de la inestabilidad en las reglas de juego en Colombia. Yo creo todo lo contrario. Yo he visto una tendencia histórica del país de garantizar estabilidad en reglas de juego.

Por ejemplo, se discutió mucho que se eliminaran algunos incentivos tributarios que en su momento se dieron para el Cañón del Páez, etcétera. Y ahí inmediatamente afloró esa tendencia colombiana y unánimemente todos los sectores políticos dijeron: mire, hay que ser serios en las reglas de juego. Si vamos a tomar unas decisiones sobre eso –y esto lo cito a manera de ejemplo–, no afectemos a los que ya entraron. A aquellos que no han entrado digámosles simplemente: ya no hay más oportunidades.

Entonces Colombia ha tenido una tradición muy importante de respeto a las reglas de juego, pero somos conscientes que eso lo tenemos que fortalecer.

Y menciono dos pasos dados en esa materia. Primero, la negociación de los convenios internacionales de seguridad a la inversión. Ya avanzamos con España en esta materia. Lo de España se nos convierte en un modelo para replicarlo con otros países.

Y simultáneamente se hizo con España el acuerdo para desmontar la doble tributación, que también es un primer paso para replicarlo con otros países.

Y el Congreso de la República es el segundo ejemplo que quiero citar. Hace poco, después de un largo debate, nos aprobó una ley que autoriza el Gobierno a firmar pactos de estabilidad con las empresas. Antes de que termine octubre, confío que estemos firmando los primeros pactos de estabilidad.

En síntesis, sobre este elemento tan importante para la confianza en ese marco de competitividad, Colombia ha tenido una tradición de respeto a las reglas de juego, y está haciendo grandes esfuerzos para dar mayor confianza en la estabilidad de las reglas de juego.

El marco de construcción de confianza tiene que insertarse en lo que es una democracia moderna. Un problema que le hemos visto a América Latina, profesor Porter, es la división artificial que se quiere hacer entre gobiernos de izquierda y gobiernos de derecha.

Yo creo que es obsoleta. Eso en alguna forma fue importante en los años de la dictadura. Pero cuando todos los gobiernos han tomado la decisión de someterse a la regla democrática, esa división empieza a ser obsoleta, polarizante y no fácil de acreditar desde el punto de vista práctico.

Yo suelo citar un ejemplo. Una periodista internacional me dice: ¿cómo va a hacer Colombia con un Gobierno como el suyo que es de derecha, constituyéndose en una excepción en un marco latinoamericano de izquierda? Entonces yo le pregunto: ¿y cuales son los gobiernos de izquierda? Dice: fulano, perano, sutano, Lula. Le digo: ¿entonces qué ha hecho el presidente Lula para que usted pueda decir que es un gobierno de izquierda y qué hemos hecho nosotros para que usted pueda decir que este es un gobierno de derecha? Y ella enmudece. Y después me dice: es que yo soy de izquierda. Y le digo: entonces dígame, ¿usted por qué es de izquierda y yo por qué soy de derecha? ¿Derrotar el terrorismo en un ambiente de Seguridad Democrática es ser de derecha?

Entonces veo que esa división es muy dañina y puede afectar unos factores de mínima unidad regional, que se requieren para ambientes competitivos.

Nosotros hemos dicho que para sustituir esa obsoleta división y crear un ambiente propicio para la competitividad, las instituciones del Estado deben aportar con lo que se llama “los elementos de una democracia moderna”.

Esos elementos deben permitir responder si es una democracia excluyente, parcializada, o es una democracia incluyente y universal. Esos elementos deben contestar si es una democracia liderada por liderazgos constructivos, o simplemente cuasi-orientada por caudillismos. Si es una democracia en la cual los gobiernos y las instituciones dan ejemplo de respeto a la ley, o es una democracia regida por caprichos de gobernantes elegidos.

Y para contestar esas preguntas, cuya respuesta nos dice si hay o no una democracia moderna, nosotros hemos venido proponiendo cinco parámetros, que son: la Seguridad Democrática, el respeto a las libertades públicas, la cohesión social, la transparencia y el respeto a la institucionalidad independiente.

Las libertades públicas y la cohesión social, son elementos bien importantes para una democracia moderna, puesto que el uno representa ese valor universal e histórico del respeto a la individualidad, y el otro representa ese valor universal e histórico que se quiso presentar en algún momento como la antítesis, que es el respeto al colectivo.

Quien primero en nuestra época empezó a acortar la diferencia entre las libertades individuales y la cohesión social y a mostrar que no eran valores contrapuestos sino valores complementarios, fue Bobbio.

Nosotros de Bobbio hemos recogido la necesidad de que vamos llevando, en esta caracterización de democracia moderna para construir un ambiente competitivo, de la mano el respeto a las libertades individuales y el trabajo por el colectivo a través de la cohesión social.

Por supuesto, la transparencia. No hay recursos que alcancen para la cohesión social si no hay transparencia. No hay gobernabilidad si no hay transparencia. No hay credibilidad si no hay transparencia. No hay confianza inversionista si no hay transparencia.

Anoche decía yo en la Cámara de Comercio de Cartagena, que los inversionistas hoy van a encontrar en todos los países del mundo respeto a las reglas de juego. Incluso los más furibundos amigos de la inversión privada internacional, son aquellos que hasta hace poco se erigían como los de más radical orientación socialista.

Entonces hay una serie de elementos que ya empiezan a darse por descontados para traer inversión internacional. Hay que hacer énfasis es en la transparencia. La verdad es que nos tenemos que convencer que la transparencia deja de ser una categoría trascendente en la vida de los pueblos, y empieza a ser una categoría inmanente. Una categoría más del mundo material. Si no hay transparencia, la gente no invierte en ese escenario.

Colombia necesita, para la credibilidad internacional, a mi juicio, tres elementos: avanzar en su Seguridad Democrática, necesita cumplir las metas sociales del Milenio y necesita demostrar un continuo avance en materia de transparencia.

Nuestro sometimiento a las metas sociales del Milenio, lo enmarcamos en el elemento anterior que les decía, en uno de los cinco que caracterizan una visión de democracia moderna, que es la cohesión social.

Entonces con estos elementos, que creo que son importantes desde el punto de vista de la concepción del Estado para crear confianza alrededor de un marco de competitividad, déjenme referir a algunos de los puntos que trae el profesor Porter en la figura 48 de su presentación.

En la primera columna él se refiere al ambiente legal, social, macro-político, el impacto de los narcóticos en la imagen y en la competitividad del país.

DROGAS ILÍCITAS

La lucha contra el narcotráfico, profesor Porter, es un elemento esencial de nuestra política de Seguridad Democrática. La estamos dando en todos los frentes, y creemos que no se pueden repetir equivocaciones, y estamos repitiéndoles permanentemente a los gobiernos de los países amigos que no dejen repetir los errores que cometimos en Colombia.

Cuando había solamente narcotráfico, se decía: bueno, Colombia no produce, Colombia no consume, simplemente se beneficia del tráfico.

Después empezó una pequeña producción, 5 mil hectáreas. No, eso no vale la pena. Como ocurre hoy en países vecinos. Tiene 5 ó 7 mil hectáreas y no le asignan importancia a eso, y rapidito, sin darnos cuenta, el país llegó a tener 160 – 180 mil hectáreas que tenía en el año 2000, cuando los presidentes Clinton y Pastrana empezaron el Plan Colombia.

Y se ha dicho: no, es que eso no es un problema nuestro, es de los países consumidores. Nosotros ya tenemos un millón de consumidores.

Entonces esto no es para asignarnos toda la responsabilidad, pero es para decir que no podemos pasar de la exigencia de corresponsabilidad, simplemente a decir que la responsabilidad la tienen los otros.

Esto hay que asumirlo con una gran corresponsabilidad, con un gran esfuerzo de nuestra parte, pero con un gran esfuerzo de la comunidad internacional.

Y el mayor problema que veo en este tema, es la falta de determinación en los vecinos y el temor de los vecinos de enfrentar esos problemas con toda la energía. Yo el problema hoy no lo veo tanto en Colombia, como en la falta de conciencia en los vecinos sobre la gravedad de este riesgo.

¿Qué estamos haciendo nosotros? En la parte de producción, erradicando cultivos. Yo diría que el año pasado no fue el mejor año, porque no descendimos sino un 7 por ciento.

Confiamos que este año vayamos a presentar un mejor resultado. Este año en fumigación hemos crecido un 30 por ciento en relación con año pasado y empezamos exitosamente la erradicación manual.

Éramos muy escépticos de la erradicación manual, pero estamos haciendo el esfuerzo para completar 30 mil hectáreas manualmente erradicadas. Con mucho sacrificio de las personas que están trabajando en eso. Ahí han sufrido varios ataques, especialmente de la guerrilla, los grupos de erradicadores manuales.

En cuanto al tema del tráfico, creo que el país ha dado un gran avance en materia de extradición. La hemos desmitificado. Hemos venido venciendo esa resistencia a la extradición, que se quería montar desde una posición xenofóbica, desde un falso nacionalismo.

Y hemos dicho claramente que la globalización de la justicia exige, por ejemplo en un país que es adherente de la Corte Penal Internacional, que instituciones como la extradición simplemente transcurran normalmente, que se desmitifique. En eso hay un gran avance.

En cuanto al lavado de activos, necesitamos mayores esfuerzos de la comunidad internacional. Aquí recientemente el Congreso, bajo el liderazgo del ex ministro Fernando Londoño, aprobó una ley que hace más expedito el procedimiento para extinguir bienes ilícitamente adquiridos. Confiamos que la tarea de la justicia nos permita avanzar en este tema.

Y hay el gran debate. Hay mucha gente a la expectativa de que no tenga suficiente éxito la lucha contra la droga en Colombia. Están a la expectativa de que entonces cobre fuerza la tesis de la legalización.

Yo confieso que veo el tema desde la óptica de padre de familia. Y creo que la legalización, muy contrariamente a lo que estiman sus mentores, sí produciría un desbordamiento, que el primer daño que podría causar es una destrucción ecológica imprevisible.

Este país todavía tiene 578 mil kilómetros de selva, a pesar de todo el daño. Del millón 164 mil kilómetros de Colombia, hay 578 mil en selva, profesor Porter. No obstante que las drogas ilícitas han destruido un millón 700 mil hectáreas de selva tropical.

El tema ecológico creo que es un tema fundamental para convencer a las nuevas generaciones de que el país no puede embarcarse en la tesis de la legalización. Hay que tener toda la voluntad para derrotar las drogas en Colombia.

Y ahí hay otro punto del cual somos conscientes muchísimos en Colombia: las políticas de prevención, las políticas de rehabilitación son más eficaces en la medida que haya criminalización y son menos eficaces en un escenario de legalización.

Yo diría que la política de Seguridad Democrática, con ese componente que es la lucha contra la droga, le debe dar al mundo una señal. El mundo no nos debe medir tanto por los resultados sino por nuestra voluntad, por nuestra determinación.

Un país que llegó a tener 50 mil terroristas ricos, que a diferencia de las guerrillas centroamericanas no dependían de la ayuda internacional sino que son de muchísima riqueza por el narcotráfico, etcétera, es un país al cual no puede exigírsele que supere eso de la noche a la mañana. Además aquí tienen mucho dónde esconderse. Una cosa es enfrentar 120 terroristas de una organización europea, y otra cosa es enfrentar aquí 50 mil, con todas las armas habidas y por haber y con toda la riqueza.

Yo creo, profesor Porter, que nos tienen que ayudar para crear ese ambiente de buena imagen para la competitividad colombiana. El tema no es tanto de resultados milagrosos como de persistencia, como de una voluntad de hierro. Lo que nos tienen que estar ‘testiando’ permanentemente es si conservamos o no la voluntad de hierro para superar esos problemas.

Por supuesto, como todo objetivo de largo plazo, esto necesita unos elementos que lo estimulen, que son las metas parciales, el proceso de mejoramiento continuo, así no siempre se dé con la velocidad con que lo queremos.

VISIÓN 2019

Para superar esa historia de enfocarnos en el corto plazo, desde el Gobierno hemos querido estimular la visión de largo plazo, a la cual se refirió el director de Planeación, el doctor Santiago Montenegro, quien, con su equipo, le ha presentado al país la Visión 2019.

El primer documento, profesor Porter, lo hemos presentado como un borrador, para someterlo a la discusión democrática. La verdad es que la visión de largo plazo es un elemento fundamental de construcción de confianza y de gobernabilidad.

Es imposible la gobernabilidad –en un país descentralizado, con un Congreso pluralista, con elección popular de 33 gobernadores, con elección popular de 1.096 alcaldes–, si no hay una visión de largo plazo que unifique. Y para que esa visión de largo plazo unifique, no se puede imponer. Hay que someterla a un permanente debate democrático.

Confiamos que en el primer trimestre del año entrante, Santiago Montenegro pueda publicar la segunda edición del documento Colombia: Visión 2019, recogiendo parte de la discusión, para seguir alimentado esa discusión, y que se presenten tanto borradores cuántos amerite la discusión, para ir construyendo el mayor nivel posible de consenso alrededor de ese documento.

Y es el único camino para poder tener hilos conductores de planes cuatrienales de desarrollo con planes cuatrienales de desarrollo.

En la democracia no hay nada que se pueda imponer más allá de lo que la Constitución exige. Y los hechos sociales en algún momento pueden desbordar la Constitución y obligar a su reforma, como ha ocurrido en Colombia. Por ejemplo, cuando se tomó la decisión de dejar atrás la Constitución del 86 y por un decreto convocar la Constituyente, que finalmente le entregó al país la Constitución del 91.

Entonces cuando la Constitución prevé que cada gobierno y cada Congreso llega con una propuesta de plan de desarrollo, allí la Constitución nos está diciendo: mire, yo no tengo elementos para forzar que haya continuidad, lo único que pueden hacer ustedes es, a través de un proceso democrático, construir ese consenso que garantice que haya unas líneas esenciales que sean los puentes de un plan cuatrienal con el otro plan cuatrienal.

Creo que sinosotros tenemos éxito en construir ese buen nivel de consenso, ese buen nivel de consenso, traducido en la Visión Colombia 2019, ayudará a que no haya abandono de las líneas esenciales que requiere el país, de un plan cuatrienal de desarrollo al otro plan cuatrienal de desarrollo.

Pero es muy importante combinar la visión de largo plazo con el trabajo cotidiano, la visión con la ejecución.

La verdad es que si los gobiernos se dedican exclusivamente a ejecutar, la ciudadanía se desorienta porque no sabemos para dónde vamos. Y lo mismo les ocurre a los propios ejecutores.

Pero si los gobiernos se dedican solamente a proponer visiones de largo plazo y no ejecutan, esas visiones se convierten en quimeras, en sueños inalcanzables. Dejan de ser sueños y se convierten en frustraciones.

Por eso nosotros hemos venido exigiendo mucho: sí, tengamos la visión, pero complementemos eso con el esfuerzo cotidiano. Visión y ejecución. Las metas parciales necesitan estar alimentando la visión.

A esto hay que hacerle también un gran seguimiento. Y el sector privado, desde ese Consejo de Competitividad que nos está proponiendo, puede convertirse en un gran factor que le haga seguimiento al cumplimiento de la Visión 2019 y a sus metas parciales.

INVERSIÓN EXTRANJERA

El bajo nivel de inversión extranjera directa: es cierto, yo confío que eso se esté revirtiendo.

De acuerdo con informes del Banco de la República, el año pasado el país ya tuvo 3.015 millones de dólares de inversión extranjera directa, cuando habíamos descendido a niveles muy bajos.

Hace pocas semanas Naciones Unidas expresó que la inversión extranjera directa en Colombia, en el año 2004, creció en un 95 por ciento. Y dio una cifra superior en 700 millones de dólares a la que registró el Banco de la República.

Yo confiaría que este año, sin contabilizar las permutas de acciones, la inversión extranjera directa en nuestro país sobrepase los 5 mil millones de dólares. Pero necesitamos mucho más.

Algún factor positivo que resaltaría es que no está concentrada en la búsqueda de hidrocarburos. Se ha diversificado bastante, lo que es una muestra de que hay una tendencia de confianza en Colombia.

Yo estoy optimista, profesor Porter, al ver el interés de la comunidad internacional de invertir en Colombia. Hay un momento que, si lo aprovechamos bien, puede llegar mucha inversión a nuestra Patria.

ECONOMÍA INFORMAL

La verdad es que hay varios puntos en los cuales puede trabajar el Gobierno para que se vaya reduciendo esa informalidad. Uno es simplificar la vida de los ciudadanos. Otro punto es el manejo de la tributación.

En cuanto a la simplificación de la vida de los ciudadanos, para que le pierdan la pereza a formalizarse, el Gobierno ha venido trabajando proyectos de simplificación de trámites, como uno aprobado recientemente por el Congreso de la República, y estamos avanzando en otras direcciones.

Cuando usted mira el tema parafiscal y el tema de obligaciones a la seguridad social en Colombia, encuentra que aquí mínimo cada empresa tiene que hacer al mes cuatro declaraciones de pago y cuatro pagos como mínimo.

Se tiene que hacer una para régimen contributivo de salud, que pueden ser muchas más si los trabajadores han tomado la decisión de afiliarse a varias EPS; otra para pensiones, con el mismo riesgo; otra para cajas de compensación, Bienestar Familiar, el Sena, y otra para riesgos profesionales.

Eso complica mucho la vida de las empresas –se lo estoy citando a manera de ejemplo–, y también estimula la evasión, porque la gente no evade cuando tiene que cotizarles a los fondos de pensiones, pero sí evade en salud, porque por la solidaridad no importa declarar o subdeclarar el salario. De todas maneras si se subdeclara el salario, en nada afecta la prestación de los servicios de salud al trabajador.

Nosotros confiamos que antes que termine esta administración, todos los empresarios colombianos ya hayan unificado estos pagos, lo cual simplifica trámites y nos ayuda a controlar evasión.

TRIBUTACIÓN

Y el otro tema es el tema tributario, bien complicado. Yo diría que en este Gobierno hemos adoptado un esquema que tiene unos elementos permanentes y otros transitorios.

Hemos enfrentado un déficit muy alto, hemos enfrentado un endeudamiento público muy alto, muy alto para los niveles tradicionales de Colombia, y nos ha tocado proceder a buscar recursos extraordinarios, a elevar tarifas y a revivir el impuesto de patrimonio.

El principio rector de esto ha sido: hay que subir los impuestos, pero darles incentivos a quienes quieran crecer.

Porque en una situación de tan alto endeudamiento, de tan alto déficit, para el Gobierno es muy difícil encontrar cómo hace compatible la solución al déficit, cómo empieza a revertir la tendencia de endeudamiento y cómo simultáneamente estimula la inversión, cómo simultáneamente logra que la inversión no se vaya a países que no han tenido que derramar esas cargas tributarias.

Entonces nosotros hemos introducido, a la par con la elevación de los tributos, unos incentivos bien importantes, que creo que el sector privado los está aprovechando y que en buena parte explican el aumento de la inversión privada en estos últimos tiempos.

La inversión privada llegó a situarse en el 6 – 8 por ciento, como porcentaje del PIB. El año pasado esa inversión privada terminó alrededor del 12 y confiamos que este año termine alrededor del 15, pero el país tiene que trabajar para situarla entre el 20 y el 22.

¿Qué sigue? Hay unos puntos de mucho disenso, de mucha controversia, y hay otros puntos de relativo consenso.

¿El Gobierno qué piensa? Hay tres o cuatro retos. Un reto es renta, otro reto es IVA –los dos tienen un punto común, que es expansión de la base– y otro reto es el de las transferencias a la regiones.

En el año 2008 vence la vigencia de un acto legislativo adoptado por iniciativa del ex ministro Juan Manuel Santos, que reguló, con mucho acierto para un período relativamente corto, las relaciones entre el gobierno central y las regiones.

El país tiene que tener la seguridad de que eso se va a sustituir por un acto legislativo o por unas leyes de total responsabilidad. Y hemos venido creando una gran conciencia entre las autoridades regionales para que no vayan a haber sorpresas que nos podrían afectar la confianza.

En materia de renta, necesariamente tenemos que reducir las tarifas, y reducirlas sustancialmente. De lo contrario, el país no podría ser competitivo.

¿Qué me preocupa a mí? Hay debates que se dieron en Colombia hace poco y se quieren revivir. Por ejemplo, en el año 86, cuando empezaba la administración del presidente Barco, siendo ministro de Hacienda el presidente Gaviria, Colombia eliminó la doble tributación.

Se está hablando nuevamente por parte de algunos de revivir el impuesto a los dividendos. Yo creo que allí hay que tener apuestas de largo plazo. Una de las cosas que más me sorprende a mí es que ese es un debate fresco que se dio hace poco, ¿cómo lo vamos a revivir ahora?

Se tomó la decisión en ese momento de tener impuesto corporativo alto y exención de dividendos. Ahora algunos quieren hacer lo contrario: no tener impuesto corporativo y sí gravar los dividendos.

Lo que tiene claro el Gobierno es que hay que reducir la tarifa de renta. Los otros puntos, hasta ahora –y en esto hay que tener una posición firme pero también abierta–, a mí me parece que es muy prematuro para echar para atrás dos decisiones que se tomaron en la reforma tributaria de 1986. Una, el desmonte de la doble tributación, y la otra, que se gravara en cabeza de la empresa, no en cabeza del accionista.

El punto importante sí es ampliar la base. Cuando el Gobierno empezó teníamos 380 mil contribuyentes de renta. Este año debemos terminar con más de un millón de contribuyentes de renta, pero hay que llegar a dos millones. Nuestra meta inicial era dos millones, vamos cortos hacia esa meta, tenemos que buscar nuevos mecanismos a ver cómo la cumplimos.

Ese es un punto que consideramos trascendental. El otro punto es el del IVA: la tendencia hacia la universalización el impuesto al valor agregado.

Cuando el Gobierno empezó, el IVA gravaba el 37 por ciento de los bienes y servicios. Hoy grava el 53. Hemos tenido que sacrificar la ortodoxia en materia de tarifas, porque creemos que, dadas las circunstancias de factibilidad social y política, para avanzar hacia la universalización es necesario tener tarifas diferenciales, decrecientes a medida que el impuesto toca el corazón de la canasta familiar.

Tomamos una decisión, la aprobó el Congreso, que fue un IVA general del 2 por ciento para lo no gravado. Creo que fue el paso de reforma estructural, orientado hacia la formalización de la economía, más importante que se hubiera podido dar. Pero la Corte Constitucional lo declaró inexequible.

En la discusión que Colombia tiene que afrontar en los próximos meses, hay que repensar eso.

Ahora, esto hay que repensarlo, no solamente desde el punto de vista de la ortodoxia económica sino de la factibilidad social y política. Tramitar estos proyectos de ley, en un Congreso pluralista como Colombia, es bien difícil.

Entonces los grupos de estudio que están enfrentados a la materia, nos deberían entregar dos escritos: un escrito con lo ideal y otro escrito con lo política y socialmente factible.

El Gobierno cree que hay que universalizar el tema del IVA, pero hay que buscarle el acomodo social. Para encontrar el acomodo social, me refiero a tres puntos: se requiere trabajar la heterodoxa fórmula del diferencial tarifario, se requiere buscar unos mecanismos de devolución a los sectores más pobres para aclimatar constitucionalmente la medida, y se requiere hacer un acuerdo de salarios, para que en el año en que se adopte esa elevación o esa universalización de la base, haya un incremento de salarios compensatorios.

Si no se rodea una propuesta de esa naturaleza, de ese esquema de acuerdo social, me parece bien difícil de implementar.

SIMPLIFICACIÓN

El otro tema es la simplificación. Sí, la legislación tributaria es una legislación en Colombia muy complicada. Y la próxima administración tiene que comparecer en sus inicios al Congreso de la República con un proyecto de simplificación tributaria.

Quería referirme en la parte de los tributos a estos puntos y no olvidar que en los últimos años el país ha hecho unas reformas estructurales de gran importancia.

Quiero mencionar, por ejemplo, la Ley 617 de la administración Pastrana, que es el principio del gran saneamiento de los municipios y de los departamentos, como lo muestran las cifras fiscales, y que se ha logrado también por la disciplina con que este Gobierno la ha aplicado.

Y en este Gobierno hemos avanzado mucho –no le quiero mencionar sino el tema de la reforma a la administración pública–. Hemos reformado más de 200 entidades del Estado, de ellas 111 hospitales públicos. Eso nos ha permitido ganar un punto en materia de superávit, cuando se mide el balance fiscal de las empresas de la Nación.

En materia pensional hemos avanzado mucho con reformas legales, con reformas en más de 100 entidades del Estado y con reformas constitucionales. Pero falta muchísimo en la reforma de la administración pública.

COMBUSTIBLES

Y esto ha coincidido con el ajuste en los precios del combustible. Cuando veo la crisis Centroamericana por el ajuste en los precisos del combustible, digo: Dios mío, ¿cómo nos hemos salvado en Colombia? Centroamérica se ha visto, en los últimos meses, al borde de catástrofes institucionales por los precios del combustible. Aquí hemos venido haciendo el ajuste y el pueblo colombiano lo ha asimilado de la manera más positiva. Increíble.

Ahora, es distinto hablar del precio de los combustibles entre un grupo de economistas de alta graduación, y hablar del precio de los combustibles con los taxistas o con los buseros o con los transportadores, que es donde se produce la tormenta social. Uno no ve a los economistas liderando las marchas en Centroamérica contra el precio al combustible, pero sí ve a los taxistas y sí ve a los transportadores en general.

Ahí tenemos, en la región, un gran desafío, profesor Porter, que nos puede crear una crisis institucional, y Colombia ha venido en ese ajuste, lo mismo que en el ajuste de otros impuestos.

Este Gobierno entrega una actualización del ciento por ciento de la valoración de la tierra urbana como base de impuestos, y del 70 por ciento de la tierra rural. Y simultáneamente hemos tenido que hacer en las empresas de servicios públicos, ajustes administrativos severos y ajustes tarifarios.

Me parece que un pueblo, con la pobreza de Colombia, realizar al mismo tiempo todos estos ajustes, es un pueblo que está realizando una proeza.

Por eso hay que reconocer que nos faltan ajustes, como esos ajustes tributarios que se han reclamado, pero también hay que reconocer que se han hecho muy profundos ajustes en los últimos años, y para tener la menor subjetividad quise empezar con la mención de la ley de mi antecesor, que es la ley 617.

Me parece bien importante una cosa que usted nos dice: aquí no hay que pensar en estimular empresa sino cluster. Y creo que sobre eso tiene que adquirir conciencia tanto el Gobierno como el sector privado.

La gráfica que nos mostró de ese popurrí, es una gráfica que impresiona y la debíamos tener en todas las oficinas públicas y en todas las oficinas privadas, para no cometer ese error. Me parece que su conferencia nos hace mucha claridad en esa dirección.

INFRAESTRUCTURA FÍSICA

Tiene usted razón, Profesor. Uno de los anexos de la Agenda de Competitividad en la Agenda de Infraestructura. Creo que vamos por buen camino en esa materia, pero ahí tenemos que tomar otras decisiones políticas.

Por ejemplo, el lunes tenemos un Consejo de Ministros con los gobernadores, y hay que decirles: ustedes van a tener que hacer esfuerzos para pavimentar sus vías secundarias, para darles sostenimiento a sus vías terciarias, el Gobierno Nacional no puede seguir haciendo eso.

El Gobierno Nacional, con los recursos limitados, tiene que escoger si sigue en eso –que es importante para unir el país, para evitar desplazamientos, etcétera–, o si se dedica a las vías de la competitividad. Creo que el Gobierno va a tener que dar esa pelea política, hacer una gran tarea de persuasión sobre las autoridades locales, para que los escasos recursos nacionales se dediquen a la infraestructura que más relación y directa relación tiene con la competitividad.

Creo que esa falta de estructura de colaboración de largo plazo entre el sector privado y el público, creo que no ha sido falta de colaboración. Ningún gobierno de Colombia puede negar a que ha tenido colaboración del sector privado, todos la han tenido, unos en mayor grado que otros.

Cuando peor han sucedido las cosas, el sector se ha dividido. Unos han hecho oposición y los otros han apoyado. Pero aquí siempre ha habido ese espíritu colaborativo.

Creo que lo que nos falta no es ese espíritu colaborativo, sino que aunemos esfuerzos alrededor de la visión de largo plazo y que entonces no colaboremos un día en un propósito, al otro día en un propósito diferente, sino que vamos remando hacia ese objetivo de largo plazo.

Y me preocupan algunas omisiones que he visto acá, por ejemplo la poca mención al tema educativo y la ausencia de mención al tema laboral.

Para analizar la competitividad potencial de Colombia creo que hay que mirar el tema laboral. Colombia ha logrado un esquema laboral y de seguridad social comparativamente excelente en el Continente.

Por ejemplo, tenemos un esquema laboral que se sitúa en el justo punto entre la flexibilidad y la cohesión social. Y sobre eso hemos guardado silencio. Es un gran factor de atracción de capital en Colombia. Lo mismo lo que hemos logrado en seguridad social.

REVOLUCIÓN EDUCATIVA

Y no podemos dejar de asignarle toda la importancia que requiere el tema educativo para la competitividad.

Nosotros estamos empeñados en la Revolución Educativa, como la primera de nuestras herramientas de construcción de equidad y como la primera de las herramientas de nuestra construcción de competitividad. Y además va a ser la primera meta de las metas sociales del Milenio que Colombia va a cumplir. Para nosotros las metas sociales del Milenio no pueden seguir siendo declarativas, tienen que ser metas que Colombia cumpla.

Entonces el examen de lo que está haciendo Colombia –bajo el liderazgo de la Ministra de Educación (Cecilia María Vélez)– en el tema de la Revolución Educativa es bien importante. La hemos desagregado en cobertura, calidad, pertinencia, capacitación técnica y ciencia y tecnología.

Empiezo por lo último. Un ambiente competitivo exige un gran acuerdo de la academia y del sector privado para investigar. Creo que en Colombia las bases de ese acuerdo están dadas, lo que necesitamos es más recursos.

Ahí tenemos una deficiencia enorme de recursos fiscales –yo diría que es la parte negativa–, todavía no hemos cumplido con lo que se necesita de aportes fiscales para estimular la investigación. Pero eso lo estamos compensando con un programa que se llama: Estímulo a la Competencias Investigativas de los Niños. Eso va muy bien en más de 600 escuelas colombianas.

Los países que lograron grandes avances investigativos, no los lograron empezando con caudalosas sumas aportadas en los presupuestos, sino con el estímulo a la investigación en los grupos estudiantiles. Ahí estamos trabajando bien, a ver si podemos defendernos de la falta de recursos.

Otros temas de calidad educativa bien importantes y de pertinencia son estos: hoy todos los maestros colombianos se están nombrando por concurso –antes se nombraban por recomendación política–, estamos examinando no solamente los bachilleres sino los egresados de las universidades, pusimos en marcha unas pruebas que se llaman Ecaes para examinar los egresados universitarios. Y esto ha ayudado mucho a que, por ejemplo, la universidad pública adquiera mayores niveles de eficiencia.

Tenemos dos sistemas de acreditación de programas universitarios: uno obligatorio sobre todo programa que quieran ofrecer las universidades, y otro voluntario para acreditar programas de excelencia.

Y para garantizar la pertinencia, esa congruencia entre el sector educativo y las demandas de la economía y la vida social, que en nuestro concepto es un elemento es un elemento fundamental de competitividad, estamos trabajando lo que se llama el observatorio laboral de los egresados universitarios.

Lo pusimos a funcionar hace un año y apenas va dar ahora los primeros resultados. Va indicarle a la comunidad colombiana cómo están integrados los programas de la comunidad académica, con las necesidades de la vida social y económica.

CLUSTERS

Quisiera dos reflexiones finales. Una reflexión sobre cluster.

La verdad es que esta es una economía diversificada y ahí tiene limitaciones, pero también muy importantes oportunidades. Cuando ustedes hablan de que esta economía hay que especializarla, hay que poner cuidado con lo que es el grado de diversificación de esta economía.

Yo creo más en los cluster en la forzada o forzosa especialización de la economía. Puede ser una economía diversificada, pero no con empresas, sino diversificada con cluster.

Y cuando uno empieza a mirar clusters posibles en Colombia, sobre los cuales tenemos grandes ventajas potenciales, encuentra muchos. Quiero citarles tres:

El de madera. Una hectárea en este país produce 25 metros cúbicos por año de especies maderables reclamadas en los mercados internacionales.

Chile, de esas especies, produce 12 – 15. Finlandia, con exportaciones de madera y derivados de 40 mil millones de dólares, produce 1 – 2 metros cúbicos por año, hectárea. Nosotros, 25. Y estamos situados aquí en este punto tan cercano de todos los mercados, y no tenemos sino 170 mil hectáreas de bosque comercial.

En el tema de los combustibles biológicos, ahí tiene Colombia una enorme posibilidad. Entre octubre y enero el país empezará en cinco plantas el primer millón de litros diarios de combustible de alcohol carburante.

A eso hay que sumarle el biodiesel, que confiamos que rápidamente empiece el país a producir.

ACTITUD POSITIVA

Y una reflexión final. Miren, una de las cosas en que mas acierta Gustavo es que estas visiones de largo plazo no pueden conducirse solamente con frialdad argumental. Necesitan, para impactar el comportamiento de los ciudadanos, impactar sus sentimientos.

Colombia necesita un gran impacto sobre el sentimiento de su ciudadanía. Por eso hay que mantener una ciudadanía en permanente estado de confianza, una ciudadanía que no se arredre ante ningún revés, y de eso tiene que dar ejemplo el Gobierno.

Una ciudadanía que madrugue con optimismo y una ciudadanía que mantenga una actitud, una actitud sentimental muy positiva, cualquiera sea la circunstancia del momento.

Entonces mi sugerencia, apreciados compatriotas, es que esa visión de largo plazo para ganarla necesita muchos elementos, pero también necesita un elemento afectivo, un elemento sentimental.

Por eso no podemos pretender impactar solamente la razón de los colombianos, sino que hay que impactar el sentimiento de los colombianos. Y para impactar el sentimiento de los colombianos, nos tenemos que tocar el sentimiento de papás y de mamás, y preguntarnos: ¿cuál es el país que le vamos a dejar la próxima generación? ¿Qué gana uno si a la próxima generación le deja educación y le deja unos pesos, un principio de capital, y no le deja un país seguro, no le deja un país competitivo?

Entonces, en busca de que la próxima generación de colombianos pueda vivir feliz en este país, nosotros tenemos que trabajar, con afecto y con sentimientos que dan energía, una visión de corto plazo.

Muchas gracias”.


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