Resumen del discurso
pronunciado por el Presidente de la República en la
Escuela de Cadetes General Santander LA PAZ ES HIJA DE LA AUTORIDAD
- El pueblo no quiere que Colombia continúe sembrada de
terror. El pueblo tiene una voluntad, casi unánime, de
que Colombia supere esa pesadilla y esa voluntad política
la ha expresado de diferentes maneras para que el Ejecutivo y
la Fuerza Pública
la acojan y la hagan suya.
- Voluntad política que se reclamaba
y que ustedes y nosotros apreciados Subtenientes, tenemos de
sobra, interpretando el sentir
del pueblo.
- Es bien importante, en esta Semana por
la Paz, que quede clara en nuestra mente la relación entre una política
firme de autoridad para restablecer la seguridad democrática
y la paz.
- Estamos dispuestos a avanzar en una negociación
con generosidad, a partir de una Seguridad Democrática
con firmeza. A partir de una Seguridad Democrática con
perseverancia.
- La paz es hija de la autoridad.
- Queremos el acuerdo humanitario,
pero no podemos aceptar la zona de despeje porque el pueblo colombiano
no quiere que en su territorio
haya guerrillas o paramilitares. Porque todos los días
reclama Policía y Ejército.
- Un pueblo que reclama
el camino institucional no quiere que, por darle seguridad a
la guerrilla, se despejen zonas para que
entren
las guerrillas y salga la Fuerza Pública en detrimento
de la seguridad de los ciudadanos.
- Alguien dice que la Fuerza
Pública se desmotiva al saber
que la secuestran y el Gobierno no hace canje para que la liberen’.
Yo contesto: la Fuerza Pública se desmotiva cuando ve
que la política de seguridad es débil para evitar
que la secuestren.
- En lugar de pensar en el canje como una
institución
permanente de la vida colombiana, hay que pensar en la firmeza
de la política
de seguridad como una constante de la vida de la Patria.
- Cuando
la negociación no está antecedida, acompañada
de una política firme y eficaz de seguridad, es utilizada
por los terroristas para burlarse del Estado, para distraer a
la opinión nacional e internacional, para avanzar en sus
propósitos
perversos de la destrucción de la democracia.
- ¡Cuando la negociación está acompañada
de la firmeza de la autoridad y de la transparencia de las garantías
democráticas, conduce eficazmente a la superación
y a ponerle punto final al terrorismo!
- Me preguntaban unos periodistas
que el ELN reclama como condición
para pactar un cese de hostilidades que el Presidente acepte
que Colombia tiene un conflicto con ellos y hay una crisis humanitaria.
- ¡Que hay una crisis social profunda
que tenemos que superar, es cierto!
- El terrorismo que reivindicaba la lucha
contra la pobreza como
una explicación de su accionar, ha producido un resultado
social catastrófico en Colombia.
- ¿Por qué he negado que haya conflicto con los
grupos terroristas?: Porque en Colombia hay democracia, la seguridad
está comprometida
con los derechos humanos, con las libertades públicas.
- He
dicho al doctor Luís Carlos Retrepo: ‘si se avanza
en un proceso hacia la paz con el ELN, si aceptan pactar ese
cese de hostilidades con todas las garantías para hacer
la paz, yo no tengo inconveniente en ceder ese punto.
- ¡Depondría mis personales convicciones y, en aras
de la paz, aceptaría que hay que negociar la solución
definitiva de un conflicto! ¡Lo haría dejando a
un lado mis convicciones personales y poniendo por encima mis
deberes con la Patria, para
hallar la paz, que es el propósito final de nuestra firmeza
en la seguridad!
- Lo fundamental es el bienestar de la Patria,
si los señores
del ELN aceptan esa conversación en medio del silencio
de las armas, que conduzca a la paz como requisito para iniciar
esa
conversación, el Presidente de la República no
tiene inconveniente en expresar que deja a un lado su convicción
de que no hay conflicto y en aceptar que se negocie con ellos
un conflicto.
- Quiero, repetir ante mis compatriotas toda nuestra
voluntad de paz, en el entendido de que la paz es hija de la
seguridad y
del ejercicio firme y transparente e imparcial de la autoridad.
¿Qué Patria necesitamos?: una Patria sin terrorismo.
Sin terrorismo guerrillero, sin terrorismo paramilitar. Una Patria
sin drogas ilícitas. Una Patria sin corrupción. Una
Patria que reivindique a los pobres, que haga justicia social.
Ustedes son fundamentales para ello, apreciados
Subtenientes graduandos. ¿Por
qué? porque en la medida en que su acción sea eficaz,
transparente, esta será una Patria sin terrorismo, esta
será una Patria sin drogas, esta será una Patria
sin corrupción.
Ustedes son actores fundamentales para
lograrlo y si conseguimos todo eso, crece y crece la inversión
en Colombia y aumentan las posibilidades de reivindicar a los
pobres.
Esta política de Seguridad tiene muchos elementos. Quiero
recordar hoy cuatro: espíritu democrático, voluntad
política, acompañamiento integral y permanencia en
las operaciones para el rescate de la institucionalidad.
El espíritu democrático de esta política,
se pone de presente en el propósito de proteger por igual
a todos los colombianos, estén ellos de acuerdo o en desacuerdo
con el Gobierno. Para proteger por igual al líder industrial
que al dirigente sindical, para proteger por igual al empresario
agrícola que al campesino.
Ustedes señores subtenientes tienen en sus manos ese bello
deber: el de la protección de todos los colombianos, como
se deriva de nuestra Constitución. Esta política
es democrática porque tiene un compromiso con los derechos
humanos, porque tiene que ser tan eficaz como transparente.
Ustedes se constituyen en una nueva generación de suboficiales
llamados siempre, a poner muy en alto el nombre de los derechos
humanos como compromiso superior de la Fuerza Pública de
la Patria y avanzar en la eficacia.
Esta política tiene ese elemento de voluntad política
porque emana del pueblo. El pueblo no quiere que Colombia continúe
sembrada de terror. El pueblo tiene una voluntad, casi unánime,
de que Colombia supere esa pesadilla y esa voluntad la ha expresado
de diferentes maneras para que el Ejecutivo y la Fuerza Pública
la acojan y la hagan suya.
Por eso, hoy no tenemos claudicaciones
en la política de
Seguridad, la tenemos totalmente definida en nuestro corazón,
asegurada en nuestra convicción, la renovamos ante Dios
y ante el pueblo al despuntar de cada día y la trasmitimos
periódicamente a cada uno de sus portadores: los oficiales
y suboficiales, los grandes comandantes y los más jóvenes
integrantes de la Fuerza Pública.
Voluntad política que se reclamaba,
ustedes y nosotros, apreciados Subtenientes, la tenemos de sobra,
interpretando el
sentir del pueblo.
Acompañamiento integral. En medio de la escasez de recursos
estamos avanzando, hoy hay 5 millones de colombianos más
en el régimen subsidiado de salud, habrá 2 millones
y medio más este año y confiamos, que con la ley
que avanza para ser aprobada por el Congreso, rápidamente
Colombia tenga plena cobertura de salud para los sectores pobres,
que no haya no haya uno solo desafiliado
Acompañamiento integral. Este año terminaremos con
50 mil Familias en Acción que reciben un subsidio para la
educación y nutrición de sus hijos en 700 municipios
de la Patria, pero la Patria se tiene que proponer que rápidamente
sean un millón en todos los municipios, para que avancemos
en la erradicación total de la miseria y de la pobreza.
Acompañamiento integral. La Revolución Educativa
con los cupos en primaria y secundaria, el aumento en la oferta
universitaria, el crecimiento en los créditos del Icetex,
falta mucho, pero avanzamos, la revolución del SENA.
La educación como nuestra gran prioridad, como el compromiso
del alma de una revolución educativa permanente, está llamada
a construir una sociedad justa, con competitividad, con productividad,
con mejoramiento del ingreso, con equidad en su distribución.
Una sociedad que abra los canales de movilidad social, que son
la gran expresión contemporánea de una democracia.
Acompañamiento integral. Para que
los campesinos avancen en el programa RESA, para que se atienda
con generosidad a los
desplazados y con generosidad a los reinsertados.
Esta política viene permanente a las operaciones, es el único
camino. Si entramos a una aldea y salimos, entonces guerrilleros
y paramilitares asesinan a nuestros campesinos. Un día los
asesinan porque recibieron al Ejército y a la Policía,
al siguiente porque fueron sometidos por los paramilitares y al
siguiente, porque recibieron forzados a la guerrilla.
Por eso nuestra presencia tiene que ser en todo el territorio,
nuestra presencia tiene que ser en todas las horas. Y para eso
necesitamos la confianza ciudadana.
Un país que no tiene guerrillas y no tiene paramilitares,
que solamente tiene su Fuerza Pública, gana confianza en
la medida que esa Fuerza Pública sea eficaz y transparente
y coopera con ella y la motiva –como hoy el pueblo colombiano
con su reconocimiento motiva a la Policía y motiva al Ejército-.
Compatriotas: es bien importante, en esta
Semana de la Paz, que quede claro en nuestra mente la relación entre una política
firme de autoridad para restablecer la seguridad democrática
y la paz. Déjenme intentar algunas frases sobre esa relación.
Cuando la seguridad es democrática, tiene que ser eficaz
y transparente. ¡La eficacia le demuestra al pueblo que su
Fuerza Pública, como expresión de la Constitución,
es capaz de lograr lo que muchos no creían: la derrota del
terrorismo!
Y su transparencia le demuestra al pueblo
que la Fuerza Pública
es capaz de lograr la derrota del terrorismo, con el total respeto
a los derechos humanos, por convicciones cristianas, democráticas,
por adhesión a la Constitución.
Y entonces eso genera confianza y entre
mayor sea la confianza del pueblo, creciente la motivación de la Fuerza Pública
y a mayor motivación de la Fuerza Pública, más
rápida la derrota del terrorismo.
¿Y eso a qué nos va conduciendo?: una Fuerza Pública
protegiendo eficazmente a los ciudadanos, da garantías para
todos. Esas garantías para todos no dejan espacios políticos
al terrorismo. Y la eficacia no deja espacios militares al terrorismo.
Y finalmente tienen que negociar.
Las autodefensas han venido negociando,
no porque lo hubieran querido, no por espontaneidad, por la presión militar, por
la presión policiva, con transparencia, con imparcialidad,
con eficacia.
Y entonces los tenemos que recibir a ellos,
como a los guerrilleros, con generosidad, porque el fin último de la política
de Seguridad Democrática es la paz, la reconciliación
de los colombianos.
Con una Política de Seguridad Democrática firme,
sostenida, sin claudicaciones, acompañada de un permanente
diálogo con el pueblo, con el pueblo que siempre quería
dialogar cuando siempre se quería dialogar era con los delincuentes.
Con una Política de Seguridad Democrática así entendida,
acompañada de ese permanente diálogo con el pueblo,
la democracia convencerá cada vez más al pueblo colombiano
y eso quitará espacio en la convicción de los ciudadanos
frente a los predicamentos del terrorismo y entonces, ellos tendrán
que negociar.
Estamos dispuestos a avanzar en una negociación con generosidad,
a partir de una Seguridad Democrática con firmeza, a partir
de una Seguridad Democrática con perseverancia.
Y el único camino que hace que en los terroristas nazca
voluntad de negociación, es justamente la Seguridad Democrática.
Hace años la guerrilla dijo que no hacía la paz
porque en Colombia no había elección de alcaldes
y gobernadores. Se introdujo la elección de alcaldes y gobernadores
y la guerrilla, que reclamaba esa elección, empezó a
asesinarlos.
La víspera pedía que se les eligiera popularmente,
al día siguiente de la elección popular se convirtió en
el sicario, en el verdugo de esa nueva expresión de la democracia.
Después dijo que no se hacía la paz porque en Colombia
se asesinaba la oposición. Hoy la oposición está en
el mejor momento de garantías.
Miremos las elecciones de 2003, presididas
por este Gobierno: ¿cuántos,
provenientes de partidos alternativos a los tradicionales, de partidos
conformados por antiguos guerrilleros, fueron elegidos, rodeados
de garantías por el Gobierno, de su Fuerza Pública,
la Seguridad Democrática? Y después de elegidos han
tenido todas las garantías y con ellos hemos buscado esa
unidad de la Patria, alrededor de la gobernabilidad, del respeto
de sus deberes constitucionales y legales.
Hoy, ya no hay esa disculpa. Dijo la guerrilla
que aquí mataban
a la oposición, hoy la protegemos con total eficacia, con
una preocupación desde el Presidente de la República,
hasta el más joven de los soldados y policías.
Después dijo la guerrilla que no negociaba hasta que no
se desmontara el paramilitarismo. Este Gobierno da ejemplo en la
lucha contra el paramilitarismo, más de 1.400 dados de baja,
han negociado por la presión militar. Este Gobierno ha pasado
de la retórica para condenar el paramilitarismo, a la eficacia
práctica para que se desmonte, para que se desintegren esas
organizaciones. Están en un proceso de paz, al que también
queremos que llegue la guerrilla.
Hoy hay más de 17 mil desmovilizados en Colombia, atendidos
con generosidad, a un alto costo presupuestal. Desmovilizados de
los paramilitares, desmovilizados de la FARC, desmovilizados del
ELN. Estamos pues, en mora de una reflexión de las guerrillas
para entrar a hacer la paz seriamente. Pero compatriotas: la paz
es hija de la autoridad.
En esa oficina que yo ocupo, transitoriamente, por mandato del
pueblo, en sus cuatro paredes, hay cuatro retratos, yo los llamo
los retratos de la virtud.
El General Nariño: los derechos humanos al servicio de
la virtud. El General Santander: la Ley al servicio de la virtud.
El General Uribe Uribe: la virtud de carne y hueso. El General
Bolívar: la espada y la autoridad al servicio de la virtud.
La virtud de la Patria, que hoy se traduce
en un acatamiento universal de todos los colombianos a la Constitución
y a la Ley, es hija de los derechos humanos, de la ley y de la
autoridad.
Y esa virtud de la Patria, es la que tiene
que llevar a estos grupos terroristas a entender que para el
terrorismo no hay espacio,
que para ellos hay todo el espacio que el pueblo les abre con generosidad
en la medida que hagan un alto en el camino, una reflexión.
Queremos el acuerdo humanitario, pero no
podemos aceptar la zona de despeje. ¿Por qué?: porque el pueblo colombiano
no quiere que en su territorio haya guerrillas o paramilitares,
porque todos los días nos reclaman es Policía y Ejército,
porque cuando se desmovilizan los paramilitares en el Catatumbo
o en Nariño o en el sur de Urabá o en el sur de Córdoba,
el reclamo es: ‘por favor, que la Policía y el Ejército
copen esos espacios, que no entre la guerrilla’
Porque el pueblo colombiano en todas partes
quiere a su Ppolicía,
a su Ejército, a sus fuerzas institucionales.
Por eso no podemos aceptar zona de despeje.
Por que en un país
que reclama institucionalidad, en un Gobierno que ha recorrido
exclusivamente el camino de la institucionalidad, y a fe que lo
digo, no caben zonas de despeje.
Yo habría podido unirme subrepticiamente con los paramilitares
para acabar a la guerrilla. De pronto iríamos más
adelante en el camino de derrotar a la FARC y al ELN.
No lo hicimos porque hemos seguido el camino
institucional exclusivamente, por convicciones cristianas y democráticas, por nuestro
apego al pueblo y a la Constitución. Porque, si bien el
camino institucional es difícil y en ocasiones demorado,
es el único que constituye confianza, que se erige en fuente
de confianza, es el único que une definitivamente al pueblo,
a pesar de las diferencias ideológicas o políticas.
El camino institucional es el único que permite que las
heridas se curen rápidamente.
Un pueblo que reclama el camino institucional
no quiere que, por darle seguridad a la guerrilla, se despejen
zonas para que entren
las guerrillas y salga la Fuerza Pública en detrimento de
la seguridad de los ciudadanos.
Pero no somos cerrados. Por eso hemos abierto
la posibilidad de sitios de seguridad donde llegue la guerrilla
acompañada
de quien quiera, de la Cruz Roja Internacional, de la Iglesia,
de quien quiera. Que se constituyan allí todas las condiciones
de seguridad para el diálogo que llegue al acuerdo humanitario.
Hemos variado mucho nuestra posición,
la que expusimos en la candidatura presidencial, al inicio del
Gobierno y la de
ahora.
Dije siempre, como candidato y al inicio
del Gobierno, que solamente haríamos un acuerdo humanitario si se reiniciaba el proceso
de paz y había cese de hostilidades.
Después de hablar con la Iglesia, de escucharla, con el
Secretario General de Naciones Unidas, Kofi Annan, con el Presidente
de Francia, con los familiares de los secuestrados, acepté desvincular
el proceso de paz del acuerdo humanitario. Dijimos: que se haga
el acuerdo humanitario para liberar a todos los secuestrados a
través de Naciones Unidas, sin zona de despeje. Y que aquellos
que salgan de la cárcel, como garantía de que no
van a delinquir nuevamente, se vayan al extranjero.
Meses después, la Iglesia me pidió que revisara
la decisión de que se tendrían que ir al extranjero
porque la FARC no lo aceptaba.
Le dije a la Iglesia: busquemos alternativas,
la finalidad es que no retornen a delinquir y encontramos la
alternativa de la
reinserción, que es seria y creíble en nuestra Patria,
como lo demuestran más de 17 mil reinsertados. Liberamos,
en gesto de buena fe y de manera unilateral, a varios guerrilleros
de la FARC que estaban en la cárcel.
Hemos aceptado un sitio en el país o en el extranjero para
ese diálogo. Hemos dicho: la Nunciatura, una embajada, una
iglesita, escuela, cualquier sitio en cualquier parte del país,
con las condiciones de seguridad que dejen tranquilos a los voceros
de la FARC.
¿Por qué hemos dicho que los que salgan de la cárcel
no regresen a delinquir?: porque sería un retroceso en la
política de seguridad, una desmotivación a la Fuerza
Pública, un alejamiento de la paz. Sería alimentar
la arrogancia terrorista, en lugar de fortalecer y de fertilizar
la voluntad de paz.
En los hospitales, en los consultorios
de rehabilitación,
en la suma de nuestras Fuerzas hay más de 1.500 integrantes
de todas ellas, mutilados por las minas antipersonal del terrorismo.
¿Qué tal que vean salir de la cárcel a sus
verdugos para retornar a las filas del terrorismo para asesinarlos?
Eso desmotivaría mucho a la Fuerza Pública, daría
una señal pésima, llena de equívocos al pueblo,
alejaría la paz, le daría arrogancia al terrorismo.
Entonces, esos dos puntos son puntos cruciales en este proceso.
Alguien me dice: ‘pero es que la Fuerza Pública se
desmotiva es al saber que la secuestran y el Gobierno no hace canje
para que la liberen’. Yo contesto: la Fuerza Pública
se desmotiva es cuando ve que la política de seguridad es
débil para evitar que la secuestren.
En lugar de pensar en el canje como una
institución permanente
de la vida colombiana, hay que pensar en la firmeza de la política
de seguridad como una constante de la vida de la Patria para que
la Fuerza Pública tenga mayor y creciente motivación
y el pueblo, mayor y permanente confianza.
¡Qué bueno que la FARC entendiera que en el pueblo
colombiano no hay hoy espacio para el terrorismo! ¡Que aquello
que dijo el señor Manuel Marulanda hace unos años,
a sus casuales interlocutores, que ‘querían todo el
vaso llenitico, que no aceptaban medio centímetro por debajo
del borde del vaso, qué bueno que lo replantee, al saber
que hoy no hay espacio en la democracia colombiana para el terrorismo!
Pero ¿saben cómo lo van a replantear? Ojala lo replantearan
por voluntad propia, sino no lo replantean por su voluntad, lo
van a replantear como consecuencia de nuestra política de
seguridad en la medida que sea democrática, eficaz y transparente.
Y ahí vamos viendo la relación entre esa política
y la negociación. Cuando la negociación no está antecedida,
acompañada de una política firme y eficaz de seguridad,
la negociación la utilizan los terroristas para burlarse
del Estado, para distraer a la opinión nacional e internacional,
para avanzar en sus propósitos perversos de la destrucción
de la democracia.
¡Cuando la negociación es hija de la firmeza, de
la autoridad, cuando la negociación está acompañada
de la firmeza de la autoridad y de la transparencia de las garantías
democráticas, la negociación conduce eficazmente
a la superación y a ponerle punto final al terrorismo!
Hoy, convencido, le repito al oído de mis compatriotas
en esta semana de la paz, que la paz, que será fruto final
de la negociación, tiene como causa eficiente y primera
una política sostenida, firme, permanente, transparente,
y eficaz de seguridad: la política de Seguridad Democrática.
Y el ELN. Le dimos todas las garantías para un inicio del
diálogo a partir del cese de hostilidades. Aceptamos que
mientras cumplieran el cese de hostilidades no habría iniciativa
militar contra ellos, aceptamos un garante. Todo se dañó a
la hora de la quema, a la hora de nona, porque dijeron que había
que excluir el secuestro.
Y le expresé al Comisionado: ¿qué tal nosotros
pactar un cese de hostilidades y autorizar la exclusión
del secuestro?, eso equivaldría a darle patente de legalidad
al secuestro. Hoy lo hacen contra la ley y contra la voluntad de
las instituciones y en esas condiciones seguirían haciéndolo
contra la ley, pero con la permisividad de las instituciones, punto
al cual no podemos llegar.
Me preguntaban unos periodistas que el
ELN reclama como condición
para pactar un cese de hostilidades, que el Presidente acepte que
Colombia tiene un conflicto con ellos y hay una crisis humanitaria.
Que la crisis humanitaria existe, no hay
duda. El 52 por ciento de nuestros compatriotas en la pobreza,
pero esa pobreza se ha
profundizado y se ha eternizado por el terrorismo que ahuyentó la
inversión, ha producido un desplazamiento interno de más
de 2 millones de ciudadanos, un desplazamiento al exterior de 4
millones. El terrorismo que reivindicaba la lucha contra la pobreza
como una explicación de su accionar, ha producido un resultado
social catastrófico en Colombia.
¡Que hay una crisis social profunda
que tenemos que superar, es cierto!
¿Por qué he negado que haya conflicto con los grupos
terroristas?: porque en Colombia hay democracia, se profundiza
la democracia, la seguridad está comprometida con los derechos
humanos, con las libertades públicas. Porque estos grupos
en otros países, en alguna forma, legitimaron su acción
porque combatían dictaduras militares o civiles. Aquí destruyen
una democracia.
Eso es fundamental para establecer la diferencia.
Decir porqué allá se
le reconoció alguna legitimidad a partir de aceptar el conflicto
y aquí hay que negársela.
Pero he dicho al doctor Luís Carlos Retrepo: ‘si
se avanza en un proceso hacia la paz con el ELN, si aceptan pactar
ese cese de hostilidades con todas las garantías para hacer
la paz, si se le da una señal de paz creíble al pueblo
colombiano, yo no tengo inconveniente en ceder ese punto.
¡Depondría mis personales convicciones y en aras
de la paz, aceptaría que hay que negociar la solución
definitiva de un conflicto! ¡Lo haría dejando a un
lado mis convicciones personales y poniendo por encima mis deberes
con la Patria, para hallar la paz, que es el propósito final
de nuestra firmeza en la seguridad!
Esta mañana lo dije en la Universidad de la Sabana, en
los 20 años de INALDE y lo repito ahora ante ustedes: mis
convicciones son secundarias, yo soy un ser humano que por accidente,
por voluntad de la democracia y por protección de nuestro
señor, es transitorio Presidente de la Patria.
Lo fundamental es el bienestar de la Patria,
si los señores
del ELN aceptan esa conversación en medio del silencio de
las armas, que conduzca a la paz como requisito para iniciar esa
conversación, el Presidente de la República no tiene
inconveniente en expresar que deja a un lado su convicción
de que no hay conflicto y en aceptar que se negocie con ellos un
conflicto.
Quiero, repetir ante mis compatriotas toda nuestra voluntad de
paz, en el entendido de que la paz es hija de la seguridad y del
ejercicio firme y transparente e imparcial de la autoridad. |