INTERVENCIÓN
DEL PRESIDENTE URIBE ANTE LA ASAMBLEA GENERAL DE LA ONU
Nueva York, 17 sep. (SNE). La siguiente
es la intervención
del Presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez,
ante la 60 Sesión de la Asamblea General de las Naciones
Unidas:
“Deseamos saludarlo, señor Presidente, felicitarlo
por su elección, y desear todo el éxito en el proceso
de reforma que comienza.
La celebración del 60 aniversario es un escenario propicio
para reiterar el compromiso de mi país con los principios
y objetivos de las Naciones Unidas. Expresamos nuestro apoyo
en la tarea de reforma.
La adhesión de Colombia al multilateralismo se cimenta
en la activa participación durante todo el proceso de
las Naciones Unidas, desde el 26 de Junio de 1945, al suscribir
la Carta de San Francisco, hasta nuestros días, con la
importante presencia de varios de sus organismos en mi país,
que apoyan las políticas nacionales para resolver los
retos que enfrentamos.
Constituye motivo de orgullo saber que
varios colombianos han dejado su huella en la Organización. Entre otros, Alberto
Lleras Camargo, ex Presidente de Colombia, uno de los primeros
y más aguerridos y eficaces defensores del principio de
igualdad jurídica entre los Estados. Paladín de
la defensa común, que compromete a los Estados democráticos
a acudir en la defensa de cualquiera de ellos que resultare agredido.
Colombia tuvo el privilegio de presidir,
con Eduardo Zuleta, la apertura de la Primera Asamblea General.
Su visión
de la Organización es tan vigente hoy como hace 60 años,
tal y como fuera reconocido por usted, Señor Presidente,
en su discurso ante la Asamblea en días pasados.
La diversidad y la evolución del pensamiento son dones
del ser humano. Para ejercer estas facultades, se requiere que
los Estados garanticen oportunidades democráticas, que
permitan a cada individuo aportar y competir en la búsqueda
del bien colectivo. No hay lugar para el Fin de las Ideologías.
Estancar la ideología es anular la emulación, desconocer
la inteligencia y paralizar la creatividad para el hallazgo de
soluciones colectivas.
Del reconocimiento de la diversidad y
la evolución del
pensamiento surge nuestra vocación por el pluralismo. Éste
ilumina nuestra lucha contra el terrorismo, que durante 3 largos
años hemos adelantado con convicción democrática.
Al ver las dictaduras como expresiones
del pasado y la democracia como paradigma indestructible, es
oportuno revisar conceptos
que empiezan a ser obsoletos y que deben ser sustituidos por
otros más útiles y modernos.
La visión que categoriza los gobiernos como de izquierda
y derecha, es una perspectiva simplista que produce un ambiente
político polarizante. Ha desatado emociones y sensibilidades
irreconciliables, que no son consecuentes con las acciones que
se llevan al interior de los gobiernos y que amenazan la unidad
de nuestros países.
Me atrevo a proponer que, en su lugar,
utilicemos cinco parámetros
para calificar nuestras democracias. Ellos son: la seguridad
con alcance democrático; la protección efectiva
de las libertades públicas; la transparencia como factor
de confianza; la cohesión social como principio de sostenibilidad
democrática, y la independencia de las instituciones.
Así, bajo estos parámetros, podemos definir si
una democracia es institucional o caudillista; si está regida
por el ordenamiento jurídico o por caprichos personalistas;
si es una democracia progresista o retardataria, incluyente o
excluyente.
Colombia está trabajando un concepto de Seguridad Democrática,
inserto en la seguridad global. La llamamos Democrática
porque difiere de la doctrina de Seguridad Nacional, que recorrió el
continente y se utilizó para suprimir libertades, castigar
la democracia, estigmatizar a la oposición y frustrar
el disenso.
Nuestra seguridad está orientada a la profundización
de la democracia. Hemos hecho un gran esfuerzo para que ese proceso
de restablecer la seguridad se sienta como un valor democrático
para todas las expresiones del pensamiento. Nos hemos propuesto
que la seguridad le llegue por igual, de manera eficaz y transparente,
a los más cercanos amigos de las tesis de Gobierno y a
los más duros contradictores.
En Colombia, el problema de la seguridad
ha sido el producto de la debilidad del Estado frente a los
delincuentes. Hemos querido
transformar la ecuación y tener, finalmente, un Estado
con toda la fortaleza para garantizar a los colombianos la eficacia
de sus libertades y ponerlos a salvo de todas las amenazas.
Frente a una democracia profunda y sin
ambigüedades, ninguna
acción violenta puede tener visos de legitimidad; al contrario,
se demanda su descalificación con el señalamiento
de terrorista. Por ello somos solidarios con aquellos pueblos
y personas que sufren las acciones del terror.
Durante tres años consecutivos han disminuido el homicidio,
el secuestro y otros crímenes terroristas. Todavía
no hemos ganado la batalla contra el terrorismo, pero la estamos
ganando. Esa victoria dará tranquilidad y progreso a Colombia
y, erradicadas de su suelo las drogas ilícitas, el mundo
sentirá inmenso alivio. Para ello necesitamos el concurso
y el apoyo de la comunidad internacional.
La oposición en Colombia siempre ha tenido garantías,
pero hoy son realmente eficaces gracias a la Seguridad Democrática.
Colombia siempre ha acogido la causa de los derechos humanos,
pero éstos cuentan ya con mayor respeto en la práctica,
gracias a la Seguridad Democrática.
El concepto de seguridad que profesamos
y practicamos, al fortalecer la confianza ciudadana en las
instituciones, exige que los violentos
cesen hostilidades y se apresten a negociar el respeto definitivo
a la paz. La acción decidida y firme de combatir a quienes
ejercen el terror, de la mano de una política generosa
para quienes deciden dejar la intimidación por las armas,
ha permitido la desmovilización y reinserción de
20.000 terroristas, de cerca de 50.000 que encontramos. El Gobierno
mantiene abiertas las puertas de la negociación, bajo
la condición de que se acepte el cese de hostilidades.
Necesitamos el apoyo del mundo a nuestros
planes de reinserción.
Imaginen ustedes el tamaño del desafío: 20.000
reinsertados que podrán duplicarse en los años
venideros. Personas que han vivido de las armas, acostumbradas
a matar. ¿Qué mejor contribución a la paz
que el abandono definitivo de la ilegalidad? Por ello requerimos
el apoyo del mundo para brindar a los reinsertados oportunidades
de rehabilitación e integración social.
Estamos en la implementación de la Ley de Justicia y
Paz, aplicable a todos los grupos terroristas. En comparación
con leyes anteriores de Colombia y con otros procesos en diversos
países, eleva la exigencia en materia de justicia y de
reparación a las víctimas.
Para erradicar la droga que financia
el terrorismo, hemos aumentado las fumigaciones y estamos muy
optimistas con la erradicación
manual, que al terminar 2005 debe completar 30.000 hectáreas
destruidas. Requerimos más apoyo del mundo para encontrar
oportunidades alternativas a nuestros campesinos.
La Seguridad Democrática ha empezado a recuperar la confianza
inversionista, que muestra ya los primeros signos de disminución
del desempleo. De ahí provendrán los recursos para
enfrentar otro desafío: la superación de la pobreza
y la construcción de una nación con total cohesión
social.
Nuestra política social está enmarcada en una
visión de largo plazo y en metas inmediatas que se revisan
cotidianamente. Están ajustadas a las metas del Milenio,
cuyo cumplimiento reiteramos ante esta Asamblea.
De los 7 capítulos de nuestra revolución social,
permítanme mencionar 3: la Revolución Educativa,
eje de la cohesión social, es el camino de la equidad
en la distribución del ingreso y de la apertura de canales
de ascenso social, sin los cuales la democracia queda a medias;
el País de Propietarios, con énfasis en la financiación
de microempresarios, de pequeños y medianos empresarios,
para superar la barrera de acceso al crédito, odiosa discriminación
que oscurece la democracia; y, la Protección Social Integral,
que en 3 años deberá tener seguro de salud para
toda la población pobre, que avanza en la alimentación
a los niños para facilitar su acceso a la educación
y en la atención a los ancianos.
Colombia debe terminar este año con 500.000 Familias
en Acción, o familias pobres educadoras, que reciben un
subsidio del Estado para la alimentación y educación
de sus hijos. En el próximo futuro llegaremos a 1 millón
de familias, todo lo cual se suma a los crecientes esfuerzos
presupuestales para la Revolución Educativa.
En 2006, completaremos 10 millones de
niños beneficiados
por los programas de nutrición y 570 mil ancianos recibirán
un estipendio que les permita cubrir urgentes necesidades.
Nuestra política social también comprende un esfuerzo
constante para fortalecer los programas de desarrollo alternativo,
que permitan superar de manera definitiva el problema de las
drogas ilícitas. En éstos, la comunidad internacional
tiene una oportunidad única para contribuir y hacer efectivo
el principio de corresponsabilidad.
El programa Familias Guardabosques, que
suma 33.000 familias comprometidas a mantener sus áreas libres de droga y a
supervisar la recuperación del bosque, de la selva tropical,
el programa de atención a desplazados y reinsertados,
juntos estos tres programas: Familias Guardabosques, desplazados
y reinsertados, deberán costar el año entrante
al Presupuesto de Colombia 300 millones de dólares.
Somos firmes en la lucha contra el terrorismo
y firmes en la convicción de que una victoria permanente y sostenida
depende del éxito en la lucha de cada país por
la cohesión social. Al proyectar nuestra política
de seguridad para que se convierta en un axioma de Estado, la
concebimos inexorablemente acompañada del permanente mejoramiento
de la situación social de nuestro pueblo.
Es equivocado el dilema entre autoridad
versus política
social. La paz es hija de la autoridad, pero para alcanzarla
de forma definitiva se requiere construir un tejido social con
equidad.
Sea esta una oportunidad para llamar
la atención sobre
la amenaza del precio del petróleo y de la falta de alternativas
energéticas, sobre países pobres que son importadores
netos. Ya se expresan asomos de inconformidad que pueden sobrevenir
en graves quebrantos a la estabilidad institucional. No enfrentar
este problema puede generar obstáculos mayores a la lucha
contra la pobreza, puede aplazar el logro de las metas del Milenio.
Muchos países, entre ellos países hermanos Centroamericanos
y del Caribe, requieren una acción urgente para ayudar
a financiar la provisión de combustibles y el desarrollo
de nuevas fuentes.
Reitero la gratitud de los colombianos por la presencia solidaria
y eficaz de Naciones Unidas en nuestro suelo.
Deseamos que la discusión sobre la reforma afiance más
el multilateralismo. Deseamos que de ese debate emerja la Organización
fortalecida, para promover la existencia efectiva de una democracia
institucional, regida por el ordenamiento jurídico, progresista
e incluyente, en cada uno de los países del concierto
de las naciones.
La diplomacia contemporánea, con Naciones Unidas a la
cabeza, tiene que tornarse más austera en gastos, apelar
más a Internet y a las comunicaciones modernas, menos
a los viajes, a fin de no constituirse en carga onerosa y gravosa
para los países y así hacer posible que los recursos
ahorrados en organizaciones, gastos y contratistas, lleguen de
verdad a las comunidades a reivindicar.
Señaló que el tema de la austeridad en la diplomacia
mundial está ausente de la reforma de Naciones Unidas
y debemos incluirlo.
Cada país y Naciones Unidas, como nuestra Organización
universal, pueden contribuir para hacer realidad estos anhelos
y brindar paz, seguridad y desarrollo integral a nuestros pueblos,
cumpliendo así las metas que nos hemos propuesto para
los primeros años de esta nueva centuria.
Saludamos con afecto al pueblo norteamericano
golpeado por el huracán Katrina, y deseamos expresar
nuestra concreta solidaridad a los afectados.
Deseamos que en pocos días colombianos
expertos en operaciones de asistencia y rescate en estos casos,
puedan estar integrados
a la comunidad afectada en los Estados Unidos.
Estamos empeñados en una tarea:
cumplir las metas sociales del Milenio.
Muchas, señor Presidente y distinguidos
delegados”