PALABRAS DEL PRESIDENTE
URIBE DURANTE EL FORO DE BIARRITZ
Bogotá, 29 sep. (SNE).- Las
siguientes son las palabras del presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez,
durante la inauguración del Foro de Biarritz al cual asisten
ex Presidentes y ministros de América Latina y Europa
y analistas internacionales y expertos en temas de integración
entre esos dos continentes:
“Apreciados asistentes todos,
a este gran Foro:
En el año 2001 nuestro actual embajador en Gran Bretaña,
Alfonso López Caballero, me transmitió una invitación
de ustedes para asistir en calidad de candidato a la Presidencia
de la República a una de las reuniones del Foro. Él
representó nuestra campaña y desde entonces hemos
hecho un seguimiento cuidadoso de este gran Foro, de agitación
democrática, que ustedes han venido creciendo tan exitosamente.
Hace muchos años conocí al presidente Ernesto
Samper, estaba en su primera juventud, casi un adolescente, con
una gran formación, vasta e integral, se había
graduado como jurista, como economista y profundizaba de manera
ejemplar en el examen de los temas sociales de nuestra Nación
y del mundo entero. Participamos a su lado en muchas campañas
que finalmente lo condujeron a la Presidencia de la República.
Hoy, lo vemos en la misma actividad de
aquellos tiempos, en un magnifico proceso de agitación intelectual, de animación
del debate democrático, de preocupación por los
temas sociales, por la gobernabilidad local. A él, en
muy buena parte debemos, los colombianos, la presencia de nuestro
país en el Foro de Biarritz. Nuestra gratitud, Presidente
Samper.
Y quiero agradecer inmensamente al alcalde
de Bogotá,
Luis Eduardo Garzón, su decisión para que el Foro
de Biarritz viniera a la ciudad, un homenaje a esta ciudad que
tanto ha avanzando, que es una ciudad en proceso de convertirse
en una de las capitales más importantes en materia de
competitividad y de cohesión social, con una sucesión
de diversidad, pero con un elemento común: buen gobierno.
Ha sido muy grato para mí, desde la Presidencia de la
República, esta coincidencia de períodos con el
alcalde Luis Eduardo Garzón. La vida y la democracia nos
han permitido hacer una tarea de gobernabilidad a partir del
respetuoso reconocimiento de la diversidad, una tarea de gobernabilidad
a partir del reconocimiento al ordenamiento jurídico que
de manera común nos rige a ambos, una tarea de gobernabilidad
a partir de entender cada uno que el otro –con sus tesis
y sus luchas- busca el bien común.
Quiero públicamente, en frente de este Foro que ha concitado
todo el interés de su ciudad y del mundo democrático,
hacerle mi reconocimiento alcalde Garzón, expresarle mi
solidaridad, la gratitud y decirle que me siento muy contento,
en la conciencia de colombiano, de trabajar conjuntamente con
usted para que todos nuestros compatriotas puedan recibir el
mensaje de que la diversidad es para construir consensos, para
encontrar caminos de trabajo solidario por nuestro pueblo.
Y quiero agradecer a usted señor alcalde Didier Borotra
su interés por Colombia. Cada vez que tengo la oportunidad
de adelantar un diálogo con usted, encuentro allí el
analista juicioso, en carácter, con prudencia. Usted sabe
los temas tan difíciles que nos ha tocado examinar, siempre
he llegado con muchas preocupaciones a nuestras reuniones y siempre
he salido de allí con prudentes reflexiones, con tranquilas
y serias reflexiones, que usted me ha causado muy positivamente.
Permítanme, muy distinguidos asistentes a este Foro,
hacer unas referencias al tema de la gobernabilidad, unas referencias
a la integración y unas referencias al acuerdo humanitario.
GOBERNABILIDAD
La gobernabilidad no tiene hoy sino una
manera de ser construida: alrededor de la práctica cotidiana
de una democracia moderna, incluyente, con liderazgos constructivos
sin caudillismo, regida
por instituciones y no por caprichos.
Para lograr esa democracia, están obsoletas las viejas
divisiones entre izquierda y derecha que fueron importantes cuando
en América Latina había gobiernos dictatoriales,
pero están hoy dejadas atrás por el curso de los
tiempos, divisiones polarizantes, como lo han demostrado crecientes
episodios que por fortuna se superaron como el proceso para elegir
al nuevo Secretario de la OEA (Organización de Estados
Americanos) y adicionalmente divisiones imprácticas.
Qué difícil es, cuando se tienen los mismos retos
del respeto a la regla democrática, de la construcción
de cohesión social, de la provisión de bienes como
el bien de la seguridad a los ciudadanos, profundizar en el Gobierno
diferencias que aparentemente son irreconciliables en los discursos
de campaña alrededor de supuestas posiciones de izquierda
o de derecha.
En lugar de ello, necesitamos, pues,
esa democracia que garantice la gobernabilidad, que tiene que
ser una democracia con Seguridad
Democrática, con respeto a la eficacia y a las libertades
públicas, en un proceso permanente de construcción
de cohesión social, con transparencia, que genere confianza
y con instituciones que hagan prevalecer la permanencia del ordenamiento
jurídico sobre el paso efímero de los hombres.
Muchos de ustedes me han preguntado: ‘¿por qué nuestro
proceso de Seguridad lo llamamos democrático?’ Por
nuestra vocación en favor del pluralismo y para contrastarlo
y diferenciarlo de procesos que se dieron en América Latina.
Nuestro Continente fue recorrido por
el fantasma de la doctrina de la Seguridad Nacional, la doctrina
de la Seguridad Nacional
se utilizó para castigar y anular el disenso, para perseguir
la oposición, para suprimir las libertades públicas
en nombre de la seguridad, para frenar los procesos contestatarios
que buscaban reivindicaciones sociales.
La nuestra es Democrática porque tiene una total vocación,
un comprometimiento sin duda, en favor del pluralismo. La nuestra
es Democrática porque su interés es que las instituciones
protejan por igual al integrante de la oposición que a
aquellos seguidores más afectos de las tesis de gobierno
de turno. La nuestra es Democrática porque busca proteger
por igual a todos los colombianos, independientemente de su condición
de líderes empresariales o de líderes sindicales,
de su condición de campesinos o de empresarios rurales.
Muchos me han preguntado: ‘¿por qué la insistencia
del actual Gobierno de Colombia para señalar de terroristas
a aquellos que insisten en la acción armada?’ Déjenme
referir a dos aspectos.
En otras partes, alcanzaron a tener la
legitimidad que aquí buscaron
porque allá su insurrección armada estaba justificada
en la lucha contra la dictadura. Aquí estamos en un proceso
de profundización democrática.
En algún momento, trataron de legitimar su acción
armada para construir un orden social más justo, su acción
armada ha producido más pobreza, menos inversión,
más desempleo, menos posibilidades de construcción
de cohesión social.
Recuerdo que, cuando finalmente nuestra
Patria se aprestaba a dar ese paso tan importante que el Presidente
Samper reclama,
que se debe generalizar como objetivo en la agenda política
del Continente, la elección popular de alcaldes después
de un siglo de debate, los movimientos guerrilleros se dirigían
a las universidades expresando que su insistencia en la lucha
armada se fundamentaba en la circunstancia de que Colombia no
permitía la elección popular de las autoridades
más cercanas.
Aprobada en los años 80 y complementada después
en la Constitución del 91, convocada por el entonces presidente
César Gaviria Trujillo –quien hoy nos acompaña-
con la elección popular de gobernadores y con la introducción
de magníficos mecanismos de democracia directa, participativa,
que acompañe a la representación, ¿qué ocurrió?:
los grupos alzados en armas se convirtieron en los verdugos de
los gobernantes de la elección popular.
Alcaldes, gobernadores, diputados y concejales
elegidos por el pueblo, se convirtieron en objetivos de la
acción de
quienes habían justificado esa acción armada porque
no se daban esos pasos de democracia directa.
En Colombia falta mucho en materia de
seguridad, como en todo, pero permítanme decir que en agosto de 2002, cuando este
Gobierno empezó, casi 400 alcaldes de la Patria, de los
1.096 que corresponden a igual número de municipios, no
podían ejercer las atribuciones derivadas del mandato
popular, por presión de los terroristas
Hoy, gracias a la Seguridad Democrática, todos, con dificultades
en unos pocos casos, están ejerciendo el mandato derivado
del pueblo.
Me han preguntado muchos: ¿y eso
se justifica para denominar estos grupos terroristas?
Cuando leo las legislaciones europeas
encuentro que tienen, muchas, una cláusula común: señalan como
terrorista la acción armada o de simple amenaza de uso
de armas por razones ideológicas, políticas y religiosas.
E indago con los profesores y con los
politólogos europeos ¿por
qué esa severidad en el señalamiento de los estatutos
jurídicos de aquél Continente?, y me contestan: ‘ese
es el balance necesario al compromiso europeo con la democracia’.
En conclusión, la garantía europea a la democracia
les ha justificado a los europeos señalar como terrorista
cualquier acción armada perturbadora del libre ejercicio
democrático.
Un país que está haciendo los esfuerzos por la
profundización democrática que ha hecho Colombia,
tiene el derecho, el mismo derecho Europeo, de señalar
como terroristas a aquellos que perturban con el uso ilegítimo
de las armas el ejercicio cotidiano de la democracia.
Amén de los procedimientos que utilizan, de sus fuentes
de financiación que empiezan con la droga y de sus resultados
sociales: más de 2 millones de desplazados internamente
por la acción de los grupos violentos, 4 millones de colombianos
en estampida al extranjero, una disminución preocupante
de la inversión privada que apenas empieza a recuperarse,
un desempleo que en pocos años saltó del 7.5 a
casi el 20 por ciento, todavía está muy alto, en
el 11.6 (por ciento). La pobreza, el endeudamiento, el déficit,
que saltaron presurosos y que casi convierte a nuestra Nación
en un territorio y una población inviables.
¿Se opone nuestro señalamiento de terroristas
a la negociación?: no se opone. Por eso, hemos propuesto
como condición para la negociación el cese de hostilidades.
A semejanza de lo que ocurrió con el proceso irlandés
del ‘Viernes Santo de 1998’. ¡Urgencia para
el cese de hostilidades, paciencia para el desarme y la desmovilización!
Pero no solamente hemos recogido ese
ejemplo europeo sino otro. Ese proceso de paz de Irlanda se
dio, cuando las políticas
de seguridad de Gran Bretaña, habían producido
una derrota en el ala más violenta del IRA. Y eso facilitó que
aquellos sectores, inclinados a la negociación al interior
del IRA, aceptaran la negociación.
Europa nos ha enseñado que, cuando hay un proceso democrático,
transparente y profundo, el único camino para enfrentar
el terrorismo y conducir finalmente a que hagan un alto, una
revisión interna y se apresten a la negociación,
es el ejercicio severo de la autoridad.
Hemos propuesto el cese de hostilidades
con garantías.
Me han preguntado, del Ejército de Liberación Nacional,
si al aceptar ellos un cese de hostilidades, el Gobierno entraría
a perseguirlos. Les he contestado en Colombia, en público
y en privado, en el extranjero, que este Gobierno tiene un compromiso
de derrotar el terrorismo pero es un Gobierno que lucha con armas
constitucionales y transparentes, que en el momento que acepten
el cese de hostilidades, el compromiso de las Fuerzas Institucionales
del Gobierno será: no continuar acciones ofensivas contra
el grupo que respete el cese de hostilidades.
Me preguntaron si aceptaría un garante, dije: ¡por
supuesto! Me indicaron que si podía ser México
e inmediatamente lo aceptamos. El Presidente (Vicente) Fox envió un
Embajador especial para el caso. ¿Y qué pasó?:
cuando estábamos próximos a firmar el cese de hostilidades,
dijeron que tenían que excluir el secuestro del cese de
hostilidades porque, si se comprometían a cesar el secuestro,
entonces la organización se desintegraría.
¿Cuál fue la reacción del Gobierno?: hoy
secuestran contra la Ley y contra la voluntad gubernamental,
si se acepta excluir el secuestro de un cese de hostilidades,
seguirían secuestrando contra la Ley pero con la anuencia
del Gobierno y el Gobierno empezaría a ser cómplice
por ser solidario con la violación de la Ley y en materia
tan grave, como lo que refiere al delito del secuestro.
Pero seguimos ejerciendo simultáneamente el mandato de
autoridad con sentido democrático, para rescatar la seguridad
y buscando los caminos del diálogo.
Hace poco, después de una larga controversia, el país
aprobó la ley de Justicia y Paz. ¡Por supuesto,
no es una obra maestra pero si es un hito importante!
La revisábamos con voceros del Grupo de Toledo en Madrid,
con el señor ex presidente de los Estados Unidos, Bill
Clinton, con muchos analistas colombianos y de ella se puede
decir que es primera en Colombia y primera en el mundo, en ofrecer
un camino de paz y de reconciliación y al mismo tiempo
elevar drásticamente los estándares de justicia
y de reparación a las víctimas.
Hemos buscado con esa ley un balance
entre paz y justicia, hemos buscado que sea universal. Y a
los críticos, les he formulado
un llamado de atención para invitarlos a la reflexión: ¿qué va
a pasar el día que haya una negociación formal
con el Eln o con la Farc?, ¿aceptarán esta ley?
Del Eln, lo primero que hemos escuchado
es que ellos demandan amnistía e indulto por cualquier clase de delitos. Esta
ley prohíbe la amnistía y el indulto para los delitos
atroces y delitos atroces comenten por igual el Eln, la Farc,
que los grupos paramilitares.
Nuestra Constitución de 1991 dispone que no pueden ser
elegidos miembros del Congreso de la República, aquellas
personas condenadas por delitos diferentes a los políticos
o al homicidio culposo. Excluye las posibilidades de elección
a los responsables de delitos atroces.
Esta ley, ustedes lo comprenderán, por su jerarquía
en el ordenamiento jurídico, no varía la Constitución,
menos osaría variar esas normas constitucionales de inhabilidades.
La Farc y el Eln demandarían su llegada al Congreso de
la República, independientemente de la gravedad de los
delitos.
La Farc ha dicho que no reconoce al Estado
colombiano, de allí se
deriva su desconocimiento al ordenamiento jurídico, de
allí se deriva la circunstancia de que niega haber cometido
delitos. ¿Cómo podremos manejar, entonces, nuestros
compromisos internacionales y constitucionales que impiden la
amnistía y el indulto a los delitos atroces?
Por eso esta ley, que a la luz de algunos
parece muy suave con los paramilitares, también parece muy drástica
en relación con los guerrilleros, pero hemos buscado que
sea equilibrada, que se ajuste a los tiempos, cuando ya no se
permite en Colombia ni en la comunidad internacional simples
procesos de perdón y olvido, sin que se comparezca a la
justicia y sin que se responda por los derechos de las víctimas.
La guerrilla, en los últimos lustros, expresó que
no negociaba porque en Colombia no había garantías
a la oposición, que no negociaba hasta que Colombia no
eliminara a los grupos paramilitares.
En este país se asesinó a la Unión Patriótica,
hubo allí varios errores que concurrieron. Primero, se
quiso insistir en la mezcla espúrea de llevar al mismo
tiempo la acción armada y la acción proselitista
democrática. Hay que estar en lo uno o en lo otro, las únicas
armas que acepta la lucha democrática, son las armas argumentales. ¡Ojalá!,
ese error sirva para que no se repita. Y se cometieron errores
de Estado por falta de eficacia para proteger la oposición.
Diría yo, y miro a muy apreciados compatriotas que han
dejado sentir duramente y de manera constante su voz de oposición
al actual Gobierno, que hemos hecho un esfuerzo eficaz por dar
garantías a la oposición. Que la oposición
hoy, en Colombia, siempre ha tenido garantías pero hoy
las tiene de manera más eficaz gracias a la Seguridad
Democrática.
El referendo de 2003 fue una expresión de garantías
infinitas a opositores y abstencionistas. La elección
de alcaldes, gobernadores, diputados y concejales de 2003 fue
una expresión de garantías al pluralismo.
Se temía que a las grandes alcaldías, a las de
mayor importancia, a las gobernaciones de mayor importancia,
no pudieran llegar candidatos de los partidos alternativos a
los tradicionales, candidatos provenientes de partidos apoyados
por antiguos integrantes de guerrilla, movimientos realmente
contestatarios. Pues bien, nos aplicamos con el acompañamiento
de la justicia, de mano de la Constitución, con la heroicidad
de nuestra Fuerza Pública a proteger a todos los candidatos
y ¡lo logramos!
¡Qué paradoja para bien de la democracia colombiana!
En el Gobierno de la Seguridad Democrática, incomprendido
y criticado –lo que está bien en una democracia-,
se ha logrado propiciar garantías efectivas a candidatos
de la real oposición.
Más de 200 alcaldes han sido elegidos en los últimos
meses y la decisión del Gobierno ha sido proteger todos
los candidatos, prescindiendo del origen político pero
de manera eficaz, asumiendo el Gobierno, responsabilidades por
omisión.
Creo que allí hay un gran avance para que el mundo le
diga a la guerrilla: ‘encontramos, realmente una oposición
con mejores garantías efectivas en Colombia, es hora de
que ustedes, señores guerrilleros, depongan ese argumento
y se apresten a negociar’.
Insistía la guerrilla en el desmonte de los paramilitares,
siempre he sido de la tesis, que las fuerzas del Estado no se
pueden unir ni abierta ni subrepticiamente con grupos al margen
de la ley para combatir otros grupos al margen de la ley. Nuestra
política de Seguridad Democrática ha buscado liberar
a Colombia, por igual, de guerrilleros y de paramilitares.
Confío, que primero la política de Seguridad Democrática
y segundo la ley de Justicia y Paz, el proceso de reinserción –que
ya lleva alrededor de 20 mil ciudadanos, en su mayoría
provenientes de paramilitares y 6 mil provenientes de guerrilla-,
nos permitan avanzar y que Colombia quede bastante liberada del
fenómeno del paramilitarismo.
En mis circunstancias, por mis antecedentes
de enfrentar a la guerrilla, seguramente muchas personas habrían entendido
que al inicio del Gobierno me hubiera unido de manera clandestina
o soterrada con el paramilitarismo para acabar con la guerrilla.
De pronto iríamos más adelante en la lucha contra
la Farc y contra el Eln, pero qué mal camino le habríamos
orientado a Colombia.
¡Por convicciones cristianas, democráticas, por
deberes de padre de familia, he creído que el único
camino válido, así muchas veces no parezca efectivo
y tome más largo tiempo, es el camino de la apelación
exclusiva de las instituciones!
Hace pocos días, una antigua compañera de luchas
políticas, me encontraba en mi ciudad y me decía: ‘Álvaro ¿por
qué están desmontando el paramilitarismo sin haber
acabado con la guerrilla?’ Le dije: porque Colombia, para
poder derrotar todos los factores terroristas, los tiene que
combatir por igual, porque el mundo no nos va a acompañar
en la lucha contra el terrorismo si el Estado muestra parcializaciones.
Y me dijo: ‘¿y quién nos va a garantizar
ahora la seguridad?’ ¡Las Fuerzas Institucionales!,
fue mi respuesta.
Ustedes no saben –apreciados visitantes de los diferentes
países- la preocupación que hay hoy en muchas regiones,
en Catatumbo, Urabá, para citar unas pocas, porque durante
muchos años sintieron a la guerrilla como su verdugo,
la indiferencia del Estado y encontraron como su instrumento
de defensa, otro finalmente convertido en el nuevo verdugo, el
paramilitarismo.
Este desmonte de estructuras paramilitares
ha llevado a que allí pregunten ¿y quién
nos va a defender? La respuesta es una: la institucionalidad.
¡Estamos haciendo todos los esfuerzos
y la comunidad internacional los puede constatar, para que
los colombianos no tengan que someterse
a la guerrilla ni apelar al paramilitarismo para su seguridad!
¡Estamos haciendo todos los esfuerzos con la heroicidad
de nuestros soldados y policías para el rescate de la
prevalencia institucional!
Entonces, le pido a la comunidad internacional
recoger este argumento para decirle a la guerrilla: ¡es hora de negociar!,
Colombia ha demostrado toda la determinación para derrotar
y desmontar el paramilitarismo.
Me decía esta mañana, uno de los muy distinguidos
interlocutores de primera hora: ‘¿por qué no
se legaliza la droga?, Colombia no tiene posibilidades de superar
este problema ni por la vía política ni por la
vía militar, el único camino es legalizar la droga
para acabarle ese negocio que financia los grupos terroristas’.
Le contesté: yo tengo todas las reservas como padre de
familia, tengo reservas ecológicas, en Colombia –país
de inserción amazónica- hemos visto destruir 1.700.000
hectáreas de selva amazónica por el afán
de sembrar drogas ilícitas.
Los científicos me han expresado que es menos difícil
avanzar en los procesos de educación, de prevención
y de rehabilitación, cuando están acompañados
por la ilegalización de la droga, que cuando están
acompañados por la permisividad que se deriva de su legalización.
Temo mucho lo que podría pasar en la ecología
andina y amazónica si legalizamos la droga, pero hay una
cuestión absolutamente práctica: eso necesitará un
consenso del mundo, se pueden demorar décadas en tomarlo
y mientras tanto, el terrorismo nos va a destruir aquí.
Por eso, afanosamente, tenemos que destruir la droga y tenemos
que pedir la solidaridad de toda la comunidad internacional.
No estamos con el cuento de que aquí están los
productores y en Europa y en Estados Unidos los consumidores. ¡Estamos
cansados de ese cuento!
Cuando aquí había simplemente tráfico,
se decía: ‘nunca habrá cultivos’ y
de la noche a la mañana, sin darnos cuenta, Colombia llegó a
180 mil hectáreas de droga. Cuando mi antecesor, el Presidente
(Andrés) Pastrana, firmó el Plan Colombia, fue
por un estado de necesidad porque ya había 180 mil hectáreas
de droga.
Y se decía: ‘en Colombia hay tráfico y producción,
pero no hay consumo’. Hoy enfrentamos el problema del creciente
consumo, un millón de consumidores –cifra que crece-
con problemas muy graves que, en el caldo de la pobreza, han
estimulado uno de los flagelos que más nos duele y que
tenemos que superar: la prostitución infantil.
Por supuesto, no estamos trabajando sólo con la fumigación
contra las drogas –que tanto preocupa a nuestros países
hermanos y vecinos-, estamos trabajando con la erradicación
manual, este año la hemos impulsado muchísimo.
Aspiro que en diciembre de este año le podamos decir al
mundo que hemos erradicado 30 mil hectáreas manualmente
y que el año entrante, Colombia, puede erradicar 50 mil.
Avanzamos en los programas alternativos,
el mejor de los cuales es la Seguridad Democrática para recuperar la economía
y hoy tenemos 33 mil Familias Guardabosques.
Ese tema sí que es importante para nuestros países,
para que Europa lo comprenda. Porque inicialmente se decía
que ese tipo de programas no son sostenibles. Cada una de las
Familias Guardabosques tiene el compromiso de cuidar el área
libre de droga, bajo la supervisión de Naciones Unidas,
debe supervisar la recuperación del bosque y recibe un
pago anual del Gobierno.
Es bien importante para esta gobernabilidad
las libertades públicas,
los derechos humanos, la cohesión social. Vemos una relación
de causa – efecto entre la seguridad, la confianza, la
inversión, el crecimiento, la disponibilidad de recursos
para la cohesión social, lo que finalmente habrá de
hacernos pasar del estadio de la seguridad al estadio de la paz.
Nuestra política fundamental en materia de cohesión
social es la educación, es la de fondo, es la estructural,
es la que está llamada a producir un gran efecto en la
distribución del ingreso, a abrir los canales de la movilidad
social.
Si algo preocupa en países como el nuestro, es que esos
canales no fluyan, que todavía los hijos de los pobres
estén condenados a ser pobres. El camino que hemos escogido
es el de la Revolución Educativa, para abrir esos canales.
Colombia este año, ya llega al 91 por ciento de cobertura
en educación básica y confiamos que rápidamente
podamos decirle al mundo que hemos llegado a la cobertura de
los países desarrollados.
Hemos dado grandes saltos en materia
de capacitación
técnica, los estamos impulsando para que se den en materia
universitaria y en materia de calidad educativa.
Esa política social la manejamos a través de 7
Herramientas de Equidad, que las agrupamos alrededor de un eje
estructural que es la Revolución Educativa, alrededor
de la ampliación de la Protección Social para formalizar,
alrededor de la equidad, las relaciones sociales.
Las ejecutamos con políticas asistenciales como las políticas
por la nutrición y contra el hambre, con políticas
estructurales como la construcción de un país de
propietarios y con la política de calidad de vida urbana,
de la cual ha dado ejemplo Bogotá. Ese Transmilenio, que
es un eje de construcción de calidad de vida urbana en
esta ciudad capital, estamos procurando replicarlo en otras ocho
ciudades colombianas, como un punto de avance para la construcción
de calidad de vida urbana-.
La Seguridad Democrática y la cohesión social
tienen que confluir, para que cada individuo gane confianza en
el colectivo al cual pertenece y para que vayamos pasando de
una Nación que quisiera disolverse, porque cada individuo
quiere abocar su propia defensa, a una Nación con conciencia
de colectivo, a una Nación donde cada uno se sienta responsable
de la suerte de los demás.
Me preocupa muchísimo que cuando hemos reiterado en Naciones
Unidas nuestro compromiso para cumplir las luchas del Milenio,
la crisis energética amenace a muchos países para
que nos las puedan cumplir.
En Colombia no hemos podido recuperar
aún la producción
y mayores cantidades de reservas en materia de hidrocarburos,
pero confiamos que la creciente confianza inversionista en el
país nos va a permitir lograrlo.
Sin embargo, a pesar de las dificultades
en petróleo,
estamos agregando reservas en gas, casi duplicando las exportaciones
de carbón. Vamos bien en materia de nuevas alternativas
energéticas, ya tenemos las primeras instalaciones experimentales
de energía eólica y entre este mes de septiembre
y enero, el país empezará a producir un millón
de litros diarios de alcohol carburante.
Hemos dado, con el Congreso de la República, los pasos
para introducir los incentivos para estas alternativas energéticas
y confió que en pocos meses el país esté empezando
a producir biodiesel.
Pero nos preocupa mucho la región. Países con
los mismos problemas de pobreza, que son totalmente importadores
de energéticos, con los actuales precios del petróleo
y sin alternativas, pueden verse abocados a lo siguiente –que
me parece catastrófico-: a desviar los recursos que estarían
dirigidos a cumplir las metas sociales del Milenio, para la adquisición
de la canasta energética.
Ningún foro hoy, creo Presidente
Samper, puede ignorar esta realidad. Con la comunidad internacional,
con los bancos
multilaterales, con los esfuerzos de unos y otros, tenemos que
enfrentar este problema.
Punto fundamental de la gobernabilidad
es el balance entre la democracia participativa y la representativa.
La apelación
directa al pueblo es el reconocimiento de que es la institución
fundamental en el esquema democrático y al mismo tiempo,
la organización de la representación evita que
la apelación directa al pueblo sea anarquizante.
Creo que el debate no es sobre cuál de las dos expresiones
de la democracia debe prevalecer, sino cómo se llevan
en equilibrio. Así lo ha definido sabiamente la Constitución
Colombiana de 1991 y los esfuerzos legislativos que se han hecho
con posterioridad.
Fundamental para la gobernabilidad, es
construir una visión
de largo plazo a partir del debate democrático, porque
cuando en el debate democrático se construye y se revisa
permanentemente una visión de largo plazo, todos los integrantes
de este colectivo, que es la Nación, se siente comprometidos
en la construcción de esa visión, en contribuir
a todas las instituciones a que logren los objetivos de esa visión,
independientemente de sus raíces ideológicas.
Fundamental para la construcción de gobernabilidad es
el buen manejo de la contradicción.
Cuando veo este foro, que a pesar de
líneas muy comunes
en la inclinación ideológica de sus concurrentes
es una expresión de la diversidad democrática,
me suscita esta reflexión: la contradicción es
inevitable en el mundo actual, la contradicción profunda,
como quiera que es un mundo de diversidad, pero de diversidad
en permanente interrelación.
Una cosa es la diversidad
aislada y otra cosa es la interrelación
permanente de los actores de la diversidad.
Para que los actores de la diversidad –que se da tanto
en el mundo, como en nuestra Patria colombiana- puedan concurrir
a formar gobernabilidad, se necesita estimular un debate permanente
pero solidario, sin antagonismos insuperables, sin dogma, buscando
opciones para proveer la atención a intereses legítimos.
Un debate con inclusión, sin odios. Un debate que le haga
honor a la sinceridad y que también respete la decencia.
INTEGRACIÓN
Hemos dado el paso de la integración Comunidad Andina – MERCOSUR,
paso trascendental en lo económico, que ayuda para avanzar
en la integración en lo político.
Estamos ahora en las negociaciones del
TLC (Tratado de Libre Comercio) con los Estados Unidos, no
por razones ideológicas
sino por razones prácticas.
Creo que este ejemplo me releva de dar
muchas explicaciones. Una cosa es concurrir al mercado internacional
a ofrecer petróleo
o energéticos, o a ofrecer soya o a ofrecer hierro o a
ofrecer acero y otra cosa es concurrir al mercado internacional
a competir con confecciones, con textiles, con turismo, a competir
con el sector agropecuario.
En el primer caso, esa gama de productos
la arrebata la demanda, no requiere de acuerdos de comercio
para colocarla, en el caso
nuestro se requieren los acuerdos de comercio. ¡Confiamos
que podamos dar este paso con equidad!
Hemos reclamado de los países industrializados que se
atrevan, rápidamente, a desmontar los subsidios a la agricultura.
Los Estados Unidos nos dice que lo hará cuando lo haga
Europa y Europa nos dice que lo hará cuando los Estados
Unidos lo decidan.
Pues bien, requerimos que ambos se pongan
de acuerdo y lo aceleren. Nosotros necesitamos acuerdos de
comercio para acceder a mercados,
para generar puestos de trabajo, para poder colectar recursos
que nos permitan construir inversión social y esos desbalances,
esos desequilibrios, afectan las negociaciones de los acuerdos
de comercio.
Entonces, que Europa y los Estados Unidos
resuelvan ese problema o que nos permitan compensaciones, que
si tienen que subvencionar
a los agricultores, que eso no se constituya en una subvención
a productos que nos compitan deslealmente, que subvencionen también
el uso ocioso de la tierra para darle descanso por razones ecológicas.
Se ha dado el paso del acuerdo entre la Comunidad Centroamericana
y los Estados Unidos, nos preocupa que no demos el paso entre
la Comunidad Andina y la Comunidad Centroamericana.
En lo político, es absolutamente necesario avanzar en
nuestra América Latina. Colombia participa de la unidad
suramericana pero es consciente que con Panamá tiene la
responsabilidad de unir al Continente y por eso hemos empezado
a participar también del Plan Panamá – Puebla,
como país observador, para trabajar inicialmente en proyectos
de infraestructura como la interconexión eléctrica,
gasífera y también a buscar la interconexión
en transporte.
Es bien importante que estos procesos
no sean excluyentes y que lo económico no excluya lo político.
Creemos que los principios del Grupo
de Río, son los
principios que mejor inspiran la unidad latinoamericana y que
nos ponen en condiciones de acercarnos más con Europa.
El profesor Mark Leonard recientemente
ha publicado un libro en el cual sostiene la tesis que Europa
será el poder
dominante en el Siglo XXI. Lo dice sobre la base de que Europa
ha construido su unidad sobre instituciones, que Europa ha repartido
el poder democráticamente como el elemento codiciado por
todos los actores, que Europa no es mirada por los enemigos de
la globalización como su adversario, que mientras otros
poderes pueden suscitar grandes controversias, la institucionalidad
europea permite la creación de un poder democrático
y sutil que no genera esa oposición.
A partir de estas tesis, déjenme afianzar nuestra expresión
del interés de podernos acercar más con Europa.
Recientemente, nos han extendido las
preferencias unilaterales por 10 años, pero sabemos
que necesitamos el acuerdo con Europa. No vemos hoy posibilidad
ni en los Estados Unidos ni
en Europa de nuevas extensiones unilaterales de preferencias.
Y la institucionalidad europea es necesario
traerla a nuestro medio. ¿Por qué no funcionan nuestros acuerdos
regionales de integración? Porque no hay instituciones
que obliguen a cada país a cumplir los acuerdos, porque
cuando nos sentamos y decimos: ‘antes de dar nuevos pasos
hagamos el inventario de incumplimientos’, todo el mundo
elude la responsabilidad.
Creo que estamos en mora de armonizar
nuestros indicadores macroeconómicos,
como lo hizo Europa en un período anterior a la unificación
de su moneda y que esa unificación de indicadores macroeconómicos
nos puede llevar a cumplir debidamente nuestros pactos.
EL ACUERDO HUMANITARIO
Tengo que proponer el tema con respeto a la sinceridad y con
respeto al debate impersonal y constructivo.
¿Quién más lo quisiera? No tener el acuerdo
humanitario es un freno a la Seguridad Democrática, es
un factor de preocupación permanente del Gobierno, que
no le permite concentrarse en otras tareas públicas.
¿Qué propuse como candidato cuando emulaba con
algunos de los aquí presentes como mi buen amigo, el doctor
(Horacio) Serpa Uribe o mi buen amigo, el alcalde de Bogotá,
el doctor Luis Eduardo Garzón? Lo que repetí en
las primeras semanas de Gobierno: que un acuerdo humanitario
tendría que acompañarse de la iniciación
de un proceso de paz y que ese proceso de paz tenía que
tener, como base, un cese de hostilidades.
A los pocos días conversé con el Presidente (Jacques)
Chirac, con el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan,
con los familiares de los secuestrados y por petición
de todos ellos, acepté separar la búsqueda del
acuerdo humanitario de la exigencia de un nuevo proceso de paz
a partir del cese de hostilidades.
Hemos aceptado que muchos ciudadanos
sean facilitadores, entre ellos el señor ex presidente Samper, que sea facilitadora
la Iglesia Católica, gobiernos como el francés
o el suizo y hemos exigido que se libere a todos los secuestrados,
que no haya zonas desmilitarizadas, que quienes salgan de la
cárcel –liberados por el Gobierno como parte del
acuerdo-, no vuelvan a delinquir y que haya una mediación
de Naciones Unidas.
La Iglesia Católica me expresó que no era aceptada
por la guerrilla la exigencia del Gobierno de que los guerrilleros
que lleguen a salir de las cárceles, como garantía
operativa de que no volverán a delinquir, se tienen que
ir al extranjero –como en su momento lo propusimos-, a
un país como Francia.
Le dije a la Iglesia Católica: busquemos opciones, porque
lo que no podemos aceptar es que salgan de la cárcel para
volver a delinquir.
Este país, para recuperar el imperio de las instituciones,
no necesita sólo más soldados y más aviones
y más helicópteros, necesita alta moral en las
instituciones y en sus titulares.
¿Qué pasa con la moral de la institución
democrática armada, si 1.700 policías y soldados
mutilados por las minas antipersona de estos grupos terroristas,
ven desde los pabellones de sanidad de los hospitales que sus
sicarios y verdugos salen tranquilamente y regresan, no solamente
a la libertad sino a la delincuencia?
Señora Ministra (Nicole Gueds, representante del Gobierno
de Francia): el Gobierno aceptará, en un acuerdo humanitario,
que guerrilleros recuperen la libertad pero no que regresen a
la delincuencia. Que ellos recuperen la libertad, pero no para
afectar la tranquilidad de los colombianos. Por eso, es muy importante
el compromiso de que al salir de la cárcel, regresen a
la libertad pero no a delinquir en sus antiguas organizaciones.
Hemos aceptado que la única opción válida
no sea la de irse al extranjero. Por sugerencia de la Iglesia
Católica, también hemos aceptado que puedan vincularse
al proceso de reinserción.
Estamos abiertos a encontrar opciones,
pero pido la comprensión
internacional, y especialmente la comprensión de Francia,
al punto de que es esencial que aquellos que salgan de la cárcel,
ganen la libertad pero no regresen a la delincuencia.
Opciones que nos permitan satisfacer
ese interés legítimo
del pueblo colombiano, serán bienvenidas.
Hemos dado muchos pasos, apreciados asistentes.
Juan Antonio Cruz, un integrante de la Farc o su organización internacional,
fue designado al principio de este Gobierno por la Farc como
su vocero para el acuerdo humanitario. Nos pusieron una prueba,
nos dijeron que teníamos que pedir que se levantara una
orden de Interpol y la levantamos en 24 horas y no hubo respuesta
favorable de la Farc.
Liberamos unilateralmente 27 guerrilleros de la Farc, en un
gesto de buena voluntad.
La verdad es que yo sé que negociar estos temas conmigo
no es fácil, porque yo quiero cumplir hasta el último
día –para bien de la credibilidad popular, que es
un supuesto necesario de la confianza en las instituciones-,
mi obligación asumida ante el pueblo en procura de la
Seguridad Democrática, Pero hemos buscado intereses legítimos,
no posiciones dogmáticas.
¡Nosotros no podemos aceptar la desmilitarización!
El resultado para este país no ha sido bueno, las desmilitarizaciones
han creado paraísos de droga, han creado depósitos
de armas, lugares de cautiverio de secuestrados.
¡Un país donde sus gentes le dicen permanentemente
al gobernante: ‘necesitamos más Policía,
más justicia, más Ejército, más inversión
social, no queremos estar en manos de guerrillas y de paramilitares’,
no puede permitir que el Estado abandone zonas, así sea
transitoriamente!
Se dice que la desmilitarización es necesaria para la
seguridad de los guerrilleros que concurran a este acuerdo. ¿Y
entonces qué pasa con la seguridad de los ciudadanos que
viven en esas zonas, que claman que esa seguridad se las garantice
exclusivamente la presencia del Estado?
Hemos ofrecido como alternativa, no una
zona desmilitarizada, sino un lugar. Hemos dicho: una embajada,
la Nunciatura en Bogotá,
una iglesia, una escuela y que la Farc diga quién los
debe conducir a ese sitio, que les garantice toda la seguridad,
qué organización nacional o internacional. Que
la Farc diga cómo se provee seguridad a ese sitio durante
los días de la negociación. Que la Farc diga quién
los retorna a los lugares de origen.
Estamos dispuestos a dar en un sitio
todas las garantías
para el acuerdo humanitario, pero pediría también
la comprensión internacional y especialmente del Gobierno
de Francia, a nuestras razones de porqué no podemos ofrecer
en Colombia zonas desmilitarizadas. ¡Ojalá podamos
lograr ese acuerdo!
Si liberamos los guerrilleros para que
vuelvan a delinquir ¿qué pasa
con el secuestro?
En este Gobierno llevamos tres años sucesivos de disminución
del secuestro. En el primer año se disminuyó en
un 27 por ciento, en el segundo año en un 35 por ciento
y este año va una disminución del 58 por ciento.
Bogotá apenas ha tenido un lunar, se denunció hace
3 días que 3 alcaldes del departamento de Santander fueron
engañados por estafadores aquí, fueron víctimas
de un secuestro rápido, los extorsionaron y los dejaron
en libertad. Con la excepción de ese lunar, y lo he celebrado
permanentemente con el alcalde Luis Eduardo Garzón, en
esta ciudad de Bogotá no se ha dado un secuestro extorsivo
en lo corrido del año.
¡Por favor, la lucha del pueblo colombiano contra el secuestro
no se puede desestimular permitiendo que salgan de la cárcel
delincuentes para volver a secuestrar! ¡Que ganen la libertad,
pero que no vuelvan a secuestrar!
Mi generación no ha vivido un día de paz. Usted
sabe, Presidente Samper, que usted ha sufrido en carne propia
esto que yo digo de mi generación.
Usted sabe, Presidente Gaviria, que usted
tuvo que correr todos los riesgos personales para conducir
las banderas de Luis Carlos
Galán a la Presidencia de la República.
Exíjanos transparencia, exíjanos racionalidad,
exíjanos respeto a los derechos humanos, que hacen parte
de nuestras devociones, pero que el mundo entero nos acompañe
en esta tarea por la seguridad, que es un camino a la cohesión
social, que es un camino al pluralismo, que es un camino para
que las nuevas generaciones de colombianos puedan vivir felices
en esta Patria, que ustedes honran mucho al visitarla y al haber
escogido a su ciudad capital como sede de este Foro de Biarritz.
Muchas gracias”.