DISCURSO
DEL EX PRESIDENTE BILL CLINTON AL RECIBIR EL PREMIO “COLOMBIA ES PASIÓN”
“Señor Presidente, damas y caballeros, les pido disculpas.
Como pueden escuchar, estoy un poco ronco. Es la temporada de alergias
en Nueva York y yo soy susceptible.
También quiero expresar mi agradecimiento al ex Embajador
y Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Luis Moreno,
por estar aquí, y a la señora Embajadora. Gracias
a todos los Ministros y miembros del Gobierno colombiano y a los
miembros del sector empresarial y de la sociedad.
También quisiera expresar, señor Presidente, que
estoy muy agradecido de que mi amigo de la infancia, mi primer
Jefe de Personal (Chief of Staff) y mi enviado especial a las Américas,
Mack McLarty, esté aquí conmigo esta noche, y le
doy a él gracias por venir.
Para mí es un honor estar aquí y aceptar este galardón.
Y sé, por supuesto, que este galardón me lo entregan
como resultado de mi última visita a Colombia para la celebración
de los 80 años de Gabriel García Márquez,
el 40 aniversario de “Cien Años de Soledad”,
y los 20 años de su Premio Nobel. Y también con el
trasfondo del debate que se está llevando a cabo en Washington
en estos momentos sobre el asunto del Tratado de Libre Comercio
y también otros asuntos sobre los cuales la gente ha expresado
su preocupación.
Ya escucharon al Presidente decir que hay mucho que hacer si algún
maestro, sindicalista o defensor de los derechos humanos es asesinado
injustamente. Muchas veces leo o escucho las políticas que
se discuten actualmente con una perspectiva diferente. Quizás
sea porque ya no me puedo postular para ningún otro cargo.
Pero creo que es importante primeramente tener claros los hechos,
y luego que estos hechos sean vistos en términos del contexto
más amplio y la trayectoria, en este caso la trayectoria
que sigue Colombia. No nos olvidemos –y quiero decir esto
a los norteamericanos–, que en el año 2000, cuando
pasamos el Plan Colombia con un amplio apoyo bipartidista, lo hicimos,
bajo el mando de su predecesor, porque Colombia era la democracia
más antigua de Latinoamérica, un aliado de los Estados
Unidos en la guerra contra el narcotráfico, y en esos momentos
se enfrentaba a una situación que, hasta donde sepa, no
enfrentaba ninguna otra democracia estable en el mundo.
La tercera parte del territorio colombiano estaba bajo el control
de narcotraficantes, o sus partidarios guerrilleros, o los paramilitares
que se habían organizado en contra de éstos. Los
tres grupos hacían cosas ilegales, asesinas y terribles.
Nadie niega esto, pero es muy importante recordar cómo comenzó todo
esto.
Su predecesor perdió a un miembro de su familia por la
violencia. A su propio padre lo mataron debido a la violencia.
Y toda esta gente que quiere decir algo acerca de la violencia
debe saber que es muy probable que el 50 por ciento de las personas
a quienes ellos se dirijan para darles un sermón, tiene
un familiar o alguien cercano que ha sido asesinado o secuestrado.
Como saben y como vieron en las fotos, yo fui muy impactado por
los Niños del Vallenato, y me encanta verlos y escucharlos
y hay una fotografía mía en el aeropuerto. Eso fue
el 27 de junio del 2002, cuando usted, señor Presidente,
ya había sido electo pero aún no se había
posesionado. Y los niños me dieron un brazalete colombiano
de bienvenida, que hasta el día de hoy llevo puesto. Ya
son casi cinco años. En un par de semanas se cumplen los
cinco años. Y hago esto para recordarme a mí mismo
que estos niños me los presentó una Ministra de Cultura
que también fue asesinada por la violencia en Colombia.
Por lo tanto, aquellos que tratamos de ayudar y aquellos que queremos
ver el progreso continuo, tenemos la obligación con nuestros
amigos en Colombia de entender lo que ellos han pasado y de expresar
un poquito de humildad ante un pueblo que ya ha perdido tanto y
que está trabajando arduamente para construir un mañana
mejor.
Desde que usted llegó al cargo, señor Presidente,
la violencia ha disminuido y la economía ha crecido, y francamente
me encanta que me haya dado a mí el crédito por el
turismo, pero creo que el hecho de que la violencia haya disminuido
y la economía haya crecido, tiene mucho más que ver
con el turismo que cualquier cosa que yo haya dicho.
Digo esto porque en Washington se ha desatado un debate general
acerca de la política de comercio. Todas las naciones ricas
tienen que enfrentarse al hecho de que la economía global
es una bendición a medias, tanto para ellas como para los
países en vías de desarrollo. La mitad de la población
mundial todavía tiene que vivir con menos de dos dólares
al día. Y casi ningún tratado de comercio podrá ayudar
a esta gente, a no ser que venga acompañado de mejores políticas
de desarrollo social.
En los países ricos, muchos en el mundo están descubriendo
que los salarios medios, los de la mitad, permanecen fijos y estancados,
sin importar cuánto crecimiento tengan. Esto es lo que ha
sucedido en los últimos seis años en los Estados
Unidos. Hemos tenido seis años de crecimiento económico,
con salarios estancados. Más personas que han caído
por debajo del umbral de la pobreza a pesar de tener empleo.
Por lo tanto, gran parte de este debate sobre el comercio hay
que verlo en este contexto, y no tiene nada que ver con los detalles
de lo que se desarrolla aquí. Nosotros estamos tratando
de descifrar una mezcla de políticas que le permita a los
Estados Unidos extenderle una mano al resto del mundo, ser un buen
vecino, ser un socio económico, y crecer y seguir adelante
juntos. Todo esto es como un enigma que tenemos que descifrar.
Y estamos en eso. Al igual que aquí, en Colombia las prioridades
de ustedes son la seguridad, el crecimiento y la misión
social. Eso es en lo que todos estamos. Entonces, a medida que
todo esto se va desarrollando, creo que lo único que diría
es: debemos recordar que somos amigos, debemos recordar que queremos
compartir un futuro en común, debemos recordar que por primera
vez en más de tres décadas hay presencia de las fuerzas
de seguridad que representan al Gobierno electo colombiano en cada
municipio del país. Por primera vez en más de treinta
años.
Hay que recordar lo que se ha logrado. Y luego tenemos que ser
honestos en cuanto a la problemática que persiste y tenemos
que ver cómo hacerlo mejor. Tal es la naturaleza de la política.
En los Estados Unidos, nuestros próceres nos legaron una
misión interesante. Nos dijeron que nuestra misión
eterna es forjar una unión más perfecta. Cuando expresaron
esto al final del Siglo XVIII, en el idioma inglés esto
se puede expresar así: nunca seremos perfectos, pero siempre
podremos ser mejores de lo que somos.
La única manera de seguir siendo amigos es si se profundiza
más la amistad. Por lo tanto, trabajemos juntos, hagamos
nuestra unión más perfecta.
Honremos el sacrificio de todos aquellos que murieron, los inocentes
en Colombia, aquellos que aún se encuentran secuestrados,
y que usted, señor Presidente, trata de liberar, entre los
cuales se encuentran tres norteamericanos, Ingrid Betancourt, con
su doble ciudadanía, y sus ciudadanos colombianos. Gracias
por el coraje que tuvo al liberar a esos guerrilleros de las Farc,
y los esfuerzos que tuvo que hacer para lograrlo. Aprecio eso mucho.
Continuemos el diálogo con el Congreso, trabajemos todos
estos asuntos, pero hagámoslo con un espíritu de
convicción de que tenemos un futuro en común, y con
un apoyo absoluto por el hecho de que nuestro vecino en Latinoamérica,
nuestro vecino con la democracia más antigua, Colombia,
en siete cortos años ha pasado de tener el 30 por ciento
de su territorio en manos de fuerzas foráneas a ver más
de 40 mil guerrilleros y paramilitares derechistas entregar sus
armas y reintegrarse a la sociedad civil, y ver a cada ciudad con
la presencia de las fuerzas de seguridad representando al Gobierno
democráticamente electo.
Debemos apreciar de dónde venimos a medida que forjamos
un mañana mejor. Muchas gracias y Dios los bendiga a todos”. |