PALABRAS
DEL PRESIDENTE URIBE AL RECIBIR HONORIS CAUSA DEL INSTITUTO TECNOLÓGICO DE
MEDELLÍN
Medellín, 27 jun (SNE). Las siguientes
son las palabras del presidente Álvaro Uribe Vélez, al recibir el
título Honoris Causa en tecnología de análisis
de costos y presupuestos, otorgado por el Instituto Tecnológico
de Medellín (ITM), y con ocasión del homenaje a Jaime
Jaramillo Panesso.
“Me honra muchísimo llegar a este acto. Esta mañana
en el Congreso Nacional Cafetero, tenía la oportunidad de
repasar la agenda nacional. Nuestro concepto de modelo de Estado
y sociedad, los objetivos de Gobierno, tema de la revaluación,
las ayudas a los exportadores, el debate de la parapolítica
en el desmonte del paramilitarismo, la apertura de mercados, el
debate nacional, etcétera.
Y este mediodía llego a este Instituto, más con
el corazón y menos con la razón. Debería venir
a hacerle un homenaje a esta institución por ese esfuerzo
tan grande de haber pasado en pocos años de 4 mil estudiantes
a casi 20 mil.
Debería venir a aplaudir, con mis coterráneos, la
excelente labor de Marduk Sánchez, su equipo de colaboradores,
el gran liderazgo del alcalde Sergio Fajardo Valderrama, para que
el mundo olvide a Medellín como la ciudad del cartel y la
identifique como la ciudad educadora.
Debería venir a acompañarlos a ustedes en el lanzamiento
del libro “Manos en el fuego”, de Jaime Jaramillo Paneso,
y exclusivamente a referirle unas palabras a él.
Generosamente las directivas del ITM han tomado la decisión
de conferirme este Honoris Causa. Lo agradezco, lo llevo con inmenso
honor, me compromete más con la patria y me conmueve mucho
que se dé para acompañar a Jaime Jaramillo Paneso,
hoy que le conferimos la Orden Nacional al Mérito, cuando
se hace el lanzamiento de su libro y cuando este grupo de amigos
y coterráneos nos reunimos alrededor de él para hacerle
un homenaje.
Quisiera hablarles a ustedes del modelo de Gobierno, del modelo
de Estado, Estado reformado, no Estado desmantelado. Estado con
todas las garantías al sector privado, no estatismo. Sector
privado con toda la responsabilidad social, en transparencia, en
solidaridad, en relaciones laborales cristianas. Quisiera hablarles
de objetivos de Gobierno: consolidación de la seguridad
democrática, consolidación de la confianza inversionista,
cumplimiento de las metas sociales.
Quisiera hablarles de la revaluación, de las medidas tomadas
para evitar la pérdida de empleos y de afiliación
a la seguridad social.
Quisiera hablarles de nuestro compromiso con esas instituciones
tan importantes de Colombia como son las cajas de compensación,
el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, el Sena.
Quisiera decirles por qué el Gobierno no está dispuesto
a aceptar la recomendación de desmontar esos parafiscales,
en una patria que necesita mucho vigor en la economía y
mucho vigor en la política social.
Quisiera compartir con ustedes unas observaciones para decir cómo
en una economía abierta, finalmente los únicos estímulos
que contribuyen al empleo son los que contribuyen a la inversión.
Acabamos de aprobar una reforma tributaria con grandes estímulos
a la inversión: una deducción del 40 por ciento a
las nuevas inversiones. En una economía cerrada, el Gobierno
puede tomar medidas para que las carreteras no se hagan con maquinaria
de avanzada tecnología sino con pico y pala. Puede tomar
medidas para que los sistemas de transporte masivo no cobren las
tarifas vía electrónica, sino que contraten personas
para vender tiquetes y hacer el recaudo.
En una economía abierta, los únicos empleos que
sirven son aquellos que generan mejor calidad para el trabajador,
afiliación a la seguridad social, que a su vez dan una gran
contribución a la productividad y a la competitividad del
país.
Nosotros creemos que lo que hemos hecho para estimular la inversión,
es finalmente el gran estímulo al empleo, y que por eso
no podemos afectar a las cajas de compensación, al Sena
y al Bienestar Familiar. Al contrario, nuestra decisión
de unificar las declaraciones de pagos, de unificar los pagos,
de avanzar para que todos los contribuyentes hagan esos pagos a
través de sistemas electrónicos, tendrá que
producir el resultado de mejorar sustancialmente los ingresos de
estas instituciones.
Quisiera hablar de la agenda legislativa, de lo bueno que ha sido
para el país, que en lugar de dejarse angustiar por los
escándalos de la parapolítica, que corresponden a
delitos cometidos en su inmensa mayoría antes de este Gobierno
y que aparecen en el Gobierno que ha desmontado el paramilitarismo,
que en lugar de dejarse angustiar por ello, de dejarse tentar por
el salto al vacío de una constituyente, de una revocatoria
del Congreso, de una nueva elección, el Congreso se ha comprometido
a sacar una agenda legislativa de gran importancia.
Quisiera repasar el estricto rigor del proyecto de transferencias,
aquí en la tierra, que ha tenido liderazgo en descentralización
en Colombia, para decir como hemos estimulado la descentralización
sin arruinar a la Nación. Para hacer el símil entre
la Constitución del 63, lo que ocurrió con la del
86, la Constitución del 91, nuestras reformas y su consolidación
futura.
En efecto, los excesos de la Constitución del 63, le generaron
corta vida. La situación del país en la víspera
del 86, demandaba del señor Núñez la adopción
de una totalmente centralista, férreamente centralista.
Los ajustes moderados que hemos hecho a la Constitución
del 91 le garantizan larga vida. Evitan que pueda pasar con ella
lo que pasó con la del 63, cuando el señor Núñez
le extendió la partida de defunción y la remplazó por
la Constitución del 86.
Quisiera hablarles a ustedes cómo hemos mejorado las transferencias
para la educación, para la salud. Cómo hemos aumentado
esas transferencias no la fórmula de la Constitución
del 91, que era impagable, pero sí con mucha profundidad.
¿Por qué hemos aplazado regresar a la fórmula
de los ingresos corrientes de la Nación hasta 2016, dadas
las cargas pensionales del país? ¿Por qué,
sabiendo que nuestro período termina en el 2010, hemos mirado
a la Colombia de más allá, para evitar que en nuestro
caso se repita aquellas práctica de: “yo me salvo,
el que viene detrás arrea”?
Quisiera hablarles a ustedes de que el déficit fiscal de
la Nación todavía es alto, a pesar de que lo hemos
mejorado. El superávit del balance primario lo hemos logrado
pero todavía es bajo, y el endeudamiento todavía
está en el 28, a pesar de que lo hemos reducido del 50.
Quisiera examinar cuidadosamente hoy cómo, además
de las transferencias, tenemos que transferirles a las universidades
solamente este año un billón 800 mil millones. Cómo
las pensiones de los profesores valen 37 billones. Cómo
está por cuantificarse el pasivo de las universidades. Solamente
el de la Universidad Nacional debe valer 4 billones y la Nación
tiene que asumir entre el 92 y el 98 por ciento.
Pero prefiero, animado por el afecto de Jaime Jaramillo Panesso,
por ese afecto que todos sentimos por él, aguzar la memoria
para traer algunos recuerdos. Estábamos en la construcción
del aeropuerto José María Córdova. La decisión
que habían tomado los gobiernos que lo financiaron, fue
aceptarle al Banco Mundial la cláusula en el contrato de
vender los terrenos del Olaya Herrera, urbanizarlos y dedicar ese
dinero al pago del crédito para la construcción del
José María Córdova.
Surgieron unas voces en Medellín diciendo: “El Olaya
Herrera no se puede urbanizar. Hay que dejarlo para un parque.
La ciudad ha deteriorado el espacio público. Solamente tenemos
dos metros de espacio público, por cada espacio verde, por
cada ciudadano”.
Anticipaban esas voces cómo el hacinamiento es concausa
de la violencia. Decían esas voces que la ciudad iba muy
bien en servicios públicos, pero muy mal en zonas verdes.
Que la voracidad constructora estaba estrujando a los residentes
de Medellín hacia un peligroso hacinamiento, que haría
explotar más confrontación y más violencia.
Voces premonitorias. Había dos líderes: Alberto
Aguirre y Jaime Jaramillo Panesso. Los escuchamos. Con la administración
del presidente Turbay pudimos dar el paso para que el Gobierno
Nacional pagara ese crédito y no se tuvieran que vender
los terrenos del Olaya Herrera. Lo primero que admiré de
Jaime Jaramillo Panesso fue su compromiso con ese valor fundamental
de toda sociedad, que es el espacio público.
Líderes tiene el país en el tema, como Enrique Peñalosa
Londoño, el ex alcalde de Bogotá. Y precursores tiene
el país en el tema, como nuestro buen amigo Jaime Jaramillo
Panesso.
Lo veía ocasionalmente. Habían pasado muchos años.
Y llegó febrero de 1986. La campaña al congreso de
una disidencia del liberalismo, que se llamaba El Sector Democrático.
Un día me anunciaron la visita de Gerardo Molina a esa casa,
casi en ruinas. Acudí a esa cumbre de la inteligencia y
de la dignidad colombiana: Gerardo Molina, acompañado por
unos intelectuales que habían dado una gran batalla en la
izquierda democrática, encabezados por Jaime Jaramillo Panesso
y José Obdulio Gaviria.
Tendrán ellos la obligación de reconstruir las palabras
que en aquella casona pronunciara Gerardo Molina, y que no fueron
captadas por las grabadoras. Tal vez faltaron las cámaras
de video, que nos sobraron en la campaña del 2001, especialmente
en Puerto Berrío.
Ese día de febrero o marzo de 1986, me sentí muy
bien acompañado. Tal vez era enero. Fue una campaña
muy exitosa.
En la Convención, Jaime me dijo: “Jesús Vallejo
sugiere que tú no aspires al Senado, que es peligroso, que
te hundes, que no sales, que aspires a la Cámara”.
Le dije: “Jimmy, como Churchill, lo único que no se
pierde en política es aquello que se arriesga. Si vamos
a hacer alguna cosa fuerte, seria, de largo plazo, manos a la obra.
Corro todo el riesgo, pero me sentiría muy mal diciéndoles
a mis paisanos que me aseguren en la Cámara. Vámonos
para el Senado y nos echamos al hombro el riesgo”. Y salió bien,
entre otras cosas, gracias a la compañía de Jaime
Jaramillo Panesso y los alumnos de Gerardo Molina.
Nos acompañaron allí personas como Leonardo Betancur.
Estábamos empezando a escribir los primeros renglones sobre
lo que posteriormente habría de ser la Ley 100 de 1993,
cuando en Medellín asesinaron a Héctor Abad Gómez
y a Leonardo Betancur. Ese equipo al que me refiero estaba a la
espera de la llegada de Héctor Abad Gómez. Cómo
se nos truncaron ese día esperanzas, ilusiones. Veíamos
en Leonardo Betancur una lumbrera de la seguridad social. Cómo
nos ha hecho falta en este ya largo trajinar de la política.
Sentía la compañía de Jaime Jaramillo en
todos esos proyectos. Él, de manera amable, afectuosa, en
su intervención de hoy, generosa, como las que le hemos
conocido toda su vida, porque está muy bien descrito en
las palabras del Alcalde, se ha referido a aquella gira del Bajo
Cauca, a la gira de Las Mandarinas. Lo recogí a las cinco
de la mañana y lo desembarqué a las tres de la mañana
del siguiente día, sin parar. Pero eso fue amable. Kilómetros
de recorridos de amigos y de búsqueda de amigos, eso es
amable. Bultos de mandarinas, que le reforzaron a él sus
aguardientes y el recuerdo de sus tangos. Eso es amable.
Lo que más quiero agradecer es su apoyo en todas las circunstancias
difíciles. No era fácil para un grupo venido de la
izquierda que me acompañara en la Ley 50 de 1990, en la
Ley 100 de 1993 y en la consulta popular del liberalismo. Y cómo
nos acompañaron.
Me parecía increíble que mientras las mentes de
la política del establecimiento no defendían esos
procesos, fueran defendidos, con gran visión de futuro,
por este grupo donde estaba Jaime Jaramillo Panesso, y que había
llegado acompañado del maestro Gerardo Molina. Qué discusiones
tan difíciles.
Recuerdo en la Escuela Sindical de Medellín, en una parte
y en la otra. Jaime, tengo todo el recuerdo grato de las giras
de Las Mandarinas y la más profunda gratitud por la participación
de ustedes en contradicciones tan difíciles, como las contradicciones
que se generaron con aquellas agendas legislativas.
Y empezamos la Gobernación de Antioquia. Ahí sí que
conocí más esa dimensión humana. Esa Comisión
de Paz, esos consejos diarios de seguridad. Junté a Jaime
Jaramillo Panesso y a Pedro Juan Moreno. Cosa tan importante para
pensar lo que se puede hacer en el país. Pedro Juan Moreno
lo único que tuvo fue afecto por Jaime Jaramillo Panesso.
Cómo el trabajo por la comunidad despejaba esas contradicciones,
aparentemente tan antagónicas. Pero a eso contribuía
que, además de esa profunda preparación de Jaime
Jaramillo, además de ese compromiso ideológico, había
en él humanismo. Y no sólo de letras y de tangos,
sino humanismo de carne y hueso.
Lo recuerdo en todos esos tres años de gobierno, a las
siete de la mañana. Muchas veces en la compañía
de nuestro alcalde Sergio Fajardo Valderrama, de Jorge Alberto
Velásquez Betancur, quien hoy está también
aquí con nosotros.
Recuerdo a Jaime con monseñor Isaías Duarte Cancino,
buscando un proceso de paz y trabajando en el programa de enseñarles
a 90 mil antioqueños las técnicas de negociación
de conflictos.
Y me dije: “Qué valeroso Jaime. Con la misma determinación
con que trabaja por la paz, apoya la seguridad”.
Eso sí que es importante. Porque nos habían formado
a muchas generaciones en la idea de que la seguridad era militarista,
iba contra la civilidad, cerrada el pluralismo, conculcaba las
libertades democráticas. Y cuando empezamos a recuperar
la seguridad, como un valor democrático y una fuente de
recursos, una de las más firmes compañías
fue la de Jaime Jaramillo Panesso.
Y no debió ser fácil para él. Había
ido a la cárcel, como lo mostró el video de hoy,
por el estatuto antiterrorista de años anteriores. Había
ido a la cárcel no por cometer delitos sino por anticipar
el futuro. No porque él hubiera cometido delitos, sino porque
la justicia de la época no comprendía su dimensión
humana.
Jamás se lo he dicho. Por primera vez se lo digo: sentí un
compromiso tan grande con esa política de seguridad, al
saber que estaba respaldada por alguien que había sido llevado
a la cárcel justamente por otra política de seguridad.
Inmensa gratitud, querido Jimmy.
Y la compañía de Jaime Jaramillo, mi permanente
angustia de saber que él había estado en la cárcel
por un predicamento de seguridad y que yo tenía un predicamento
de seguridad, me llevó mucho a pensar cómo proponerle
al país una política de seguridad.
Y por eso se propuso la política de seguridad democrática,
que marcara la diferencia con la doctrina de seguridad nacional
que había recorrido el continente, que había llevado
a Jaime Jaramillo a la cárcel, que había cerrado
democracias, sustentado dictaduras, conculcado de libertades.
Y por eso la nuestra la propusimos como una política de
seguridad democrática para todos los colombianos. Para proteger
por igual al empresario que al líder sindical, al vocero
político amigo de las tesis de gobierno que al vocero político
de la oposición.
Y qué importante fue el hecho de compartir esos tres años
de gobierno con Jaime Jaramillo, y de haber inspirado en el ejemplo
de Jaime Jaramillo buena parte de la política de seguridad
democrática.
El temor a lo que había ocurrido, la creencia de que todos
los delitos tenían una causa social, la asunción
como dogma de la teoría positiva del derecho penal, la doctrina
de la seguridad nacional en otros lares del continente, hizo que
la democracia colombiana descartara la seguridad.
Se hablaba de paz, pero no había cabida para proyectos
de seguridad. Y con el proyecto de seguridad democrática
fuimos abriendo paso, cimentándolo en el corazón
y la razón de los colombianos. Y creo que hoy, en medio
de las grandes discusiones nacionales, hay que decirle al país
dos cosas que el debate colombiano no puede poner a riesgo: la
seguridad democrática y la confianza inversionista.
Porque todo el mundo habla de política social. Pero sin
seguridad democrática y sin confianza inversionista, la
política social es más de discurso y menos de resultados.
La política social es más de arengas que generan
resentimiento, que logros de mejoramiento del nivel de vida y de
la equidad de los colombianos.
Por eso es muy importante rescatar esos dos valores, pedirles
a los colombianos que los proyecten a futuro. Si nosotros proyectamos
seguridad democrática y confianza inversionista, habrá muchas
posibilidades de que el país vea la superación de
la pobreza y la construcción de una sociedad más
equitativa.
Jaime: su amistad, su historia, su ejemplo, la misma actitud suya
en los estrados judiciales que en la Casa Gardeliana, en la Comisión
de Paz, en la busca del Eln, que en el acompañamiento a
las Fuerzas Militares y de la Policía ha sido para mi un
gran ejemplo.
Si algún día puedo vertir estas palabras en unas
páginas, tendré, en aras de la objetividad y lo haré con
toda objetividad y con todo afecto, que rendirle un homenaje a
usted como gran inspirador de una política de seguridad
al servicio de los valores democráticos.
Muchas gracias, Jaime. Muchas gracias por su amistad. Un combatiente
como yo, al que no pocas veces se le sale la piedra, 21 años
acompañado por usted en esta carrera política, no
puede tener frente a usted sino una palabra: gratitud; un sentimiento,
afecto, y una aproximación, admiración.
Doctor Marduk: recibo este Honoris Causa con mucha gratitud. Yo
no debería venir a recibirlo sino condecorarlos a usted
y al señor Alcalde por esta gran obra que han hecho en favor
de la educación.
Claro que el país necesita infraestructura para sostener
el crecimiento. Claro que el país necesita que el Banco
de la República no se exceda en tasas de interés.
Claro que necesitamos un CERT para proteger a los sectores exportadores
afectados por la revaluación. Claro que necesitamos comodidades
portuarias. Claro que necesitamos de todo eso. Pero no salimos
adelante sin una permanente revolución educativa, de la
cual ustedes han dado ejemplo.
Muchas gracias al ITM. Muchas felicitaciones. Hicimos las cosas
al revés, por generosidad de ustedes. Cuando debí venir
a condecorarlos, me han entregado este Honoris Causa.
Destaco solamente un punto de nuestra revolución educativa:
el impulso a la educación por ciclos. Que los colombianos
para perder la aversión a las tecnologías, sepan
que después de cursar una tecnología están
abiertas todas las posibilidades para acceder al grado de educación
superior.
Que el acuerdo al interior de las mismas instituciones para formar
por ciclos, o entre las instituciones técnicas y tecnológicas
con las universidades, se practiquen. Y que eso lo extendamos a
los bachilleres.
El Sena se propone perfeccionar acuerdos con 500 colegios de bachillerato
para que los muchachos, al terminar bachillerato, también
salgan con una aproximación a una técnica o a una
tecnología, que les vaya abriendo dos caminos simultáneamente:
el del trabajo o emprendimiento, y el de más formación.
El ITM es un ejemplo. Muchas gracias a todos y a ustedes, apreciados
coterráneos, por acompañarnos en este mediodía”. |