PALABRAS DEL PRESIDENTE URIBE EN CUMBRE ANTIDROGAS
DE REPÚBLICA DOMINICANA
Santo Domingo (República Dominicana), 16 mar (SNE). Las
siguientes son las palabras del presidente Álvaro Uribe
Vélez, al intervenir en la Cumbre Regional sobre Drogas,
Seguridad y Cooperación.
“Permítanme empezar con una historia corta, muy
repetida. Cuando en mi país en los años sesenta
se hablaba del tema de la droga, se dijo por parte de muchos
que Colombia podría beneficiarse del tráfico pero
que jamás iba a ser un país productor, mucho menos
consumidor. Y creció el tráfico.
Después aparecieron cinco mil hectáreas de producción
y se dijo: “Eso es muy pequeño, para nada alcanza”.
Llegamos a tener más de 200 mil.
Entonces apareció el tráfico y se decía: “No
va haber producción, no va haber consumo”. Apareció la
producción y se dijo: “No va haber consumo”.
Y hoy tenemos un millón de consumidores.
Lo que parecía inicialmente como un negocio de Robin
Hood se convirtió en una causa de tristeza para el pueblo
colombiano: daño a la moral pública, se alteraron
los principios, se olvidó la ética, se penetraron
las instituciones, se olvido el respeto a la vida, y más
del 50 por ciento de las familias colombianas se convirtieron
en víctimas de este tema.
Por eso la historia de Colombia demuestra que hay que atacar
las drogas ilícitas en todas sus fases. Y también
demuestra que ningún país está exento de
ser víctima por una fase o por otra. Todo país
puede ser productor, todo país puede ser centro de tránsito,
todo país puede ser maltratado por el consumo.
La verdad es que los colombianos sufrimos mucho cuando se dice
que Colombia aportaba el 90 por ciento de la coca del mundo.
Ahora se dice que aportamos el 54 por ciento y sufrimos inmensamente.
Sea la oportunidad para decirles a ustedes que nuestra voluntad
es aportar nada, derrotar las drogas ilícitas en todas
sus dimensiones en Colombia.
Y permítanme decirles qué estamos haciendo en
las diferentes etapas de la cadena.
Producción: nosotros trabajamos la fumigación
con la ayuda del Plan Colombia de los Estados Unidos, y hace
tres años introdujimos la erradicación manual.
El año pasado fumigamos 160 mil hectáreas. Cuando
empezamos la erradicación manual en el año 2005
erradicamos 31.200 hectáreas. El año pasado erradicamos
43 mil. Este año aspiramos a una erradicación manual
de 50 mil.
Allí aparece una discusión: que la fumigación
hace daño a la ecología. Nosotros hemos estado
científicamente apoyados en los informes de la CICAD (Comisión
Interamericana para el Control del Abuso de Drogas), de la Organización
de los Estados Americanos.
Y es muy importante verificar esto: todo indica que lo que hace
año a la ecología no es la fumigación, que
se hace con protocolos científicos, que lo que le hace
daño a la ecología es la destrucción de
la selva para sembrar droga y los precursores químicos
que se utilizan en su procesamiento.
Colombia es un país de inserción amazónica,
es un país con una extensión de un millón
164 mil kilómetros cuadrados. Todavía tenemos 578
mil de selva. Y las drogas han logrado destruir un millón
700 mil hectáreas de selva. Se destruye la selva en la
Amazonía colombiana, en el área del Putumayo, que
es inserción amazónica. Se utilizan no solamente
procedimientos mecánicos, sino también químicos
sin protocolos científicos, de cualquier calidad.
Y solamente esa etapa de destrucción de la selva causa
un gran desequilibrio ecológico. Es fuente de la más
dañina contaminación de suelos, de aires y de corrientes
de agua. Se siembra la coca, una vez está destruida la
selva, y se utilizan precursores químicos devastadores
del medio ambiente para transformar esa hoja de coca en cocaína.
Campesinos del Río Putumayo, con quienes he tenido personalmente
la oportunidad de dialogar, me dicen: “Presidente, dígale
al mundo que vengan y nos pregunten a nosotros –pero no
a los que han llegado aquí a sembrar coca sino a los que
hemos vivido aquí por dos o tres generaciones–,
qué ha pasado, para dar el testimonio de que hemos visto
afectarse, reducirse muchísimo la fauna acuática,
terrestre, la flora, caudales de ríos, por la destrucción
de la selva para sembrar coca y por la utilización de
los precursores químicos, no por la fumigación
para derrotar la coca”.
Quiero en esta cumbre llamar la atención y pedir una
reflexión sobre el tema.
Y quisiera reiterar nuevamente el pedido a nuestro diligente
y acatado Secretario General de la OEA para que la CICAD nos
actualice esos estudios, y le diga al mundo en el caso colombiano
qué es lo que le hace daño a la ecología:
si la destrucción de la selva y la utilización
de precursores, destrucción de la selva para sembrar coca,
utilización de precursores para transformarla en cocaína,
o la utilización científica con protocolos rigurosos
de la fumigación para eliminarla.
El pueblo colombiano no tiene rechazo a las fumigaciones. Eso
es algo bien importante para afirmarlo desde el punto de vista
político. Allá, terroristas de guerrillas y paramilitares
crearon confusión y quisieron producir alteraciones de
orden público, rechazos de masas a la fumigación.
Pero en eso no les fue bien.
El año pasado en Colombia no hubo protestas. Algo bien
importante que tiene que saber el mundo es que no hay un rechazo
popular a la fumigación. Hay un discurso político
internacional contra la fumigación. Y permítanme
hablar eso con toda claridad. Basta visitar las regiones colombianas.
Y lo digo sobre la base de que año pasado fumigamos 160
mil hectáreas. Esa es una cifra considerable.
Ahora: cuando hay un error y se causa un daño, el Gobierno
de Colombia inmediatamente indemniza. Era yo Gobernador de Antioquia
y venían unos aviones de fumigación de regreso
de las áreas de coca, y dejó un avión unas
válvulas abiertas y en el tanque había unos residuos
de fumigación y se afectaron unos cultivos lícitos.
Se indemnizaron.
Así se procede hoy en el Plan General de Fumigación.
Permítanme decir lo siguiente: nosotros respetamos totalmente
la soberanía de nuestros países hermanos, y la
de todos los países.
Hemos ofrecido, y reitero hoy públicamente en esta cumbre,
ante tan dilecta concurrencia, que si algún ciudadano
de un país hermano demuestra que la fumigación
colombiana le ha causado daño, el Gobierno de Colombia
lo indemnizará de inmediato, como lo hace con los propios
nacionales colombianos.
¿Y por qué pedimos estas intervenciones de la
CICAD y por qué ofrecemos estas explicaciones y estas
indemnizaciones? Porque la decisión nuestra es erradicar
la droga, no tener discusiones con nuestros vecinos.
Se preguntan mucho en el mundo: ¿se ha justificado el
Plan Colombia?
Las cifras del año pasado no fueron buenas en relación
con 2005. Del año 2000, cuando empezó el Plan Colombia,
hasta el 2005, hubo un inmenso descenso de la producción
en Colombia de las áreas sembradas. No así de 2005
a 2006.
Pero hay que mirar lo siguiente: las mediciones no han sido
comparables, porque en la medición de 2006 se incluyeron
unas áreas que no habían sido incluidas en mediciones
anteriores.
Todavía ayer fui informado que para medir 2007, van a
incluir otro 18 por ciento del territorio colombiano que no estaba
incluido en mediciones anteriores. Por esas razones no apareció un
buen resultado en el período 2005 – 2006. Confiamos
que los resultados de 31 de diciembre de 2006, que se van a conocer
el mes entrante, sean mejores.
Pero debemos tener cifras comparables. Y para decir toda la
verdad, se debe mostrar cómo han evolucionado las áreas
medidas en el pasado que se miden de nuevo, y se debe decir qué aparece
en las nuevas áreas incorporadas a las mediciones, que
no fueron medidas en el pasado.
Pero reconozco: nosotros no estamos satisfechos. El propósito
nuestro no es reducir la droga sino eliminarla. Permítanme
decirlo más como padre de familia que como Presidente
de Colombia: así tengamos una tendencia de reducción,
mientras nosotros no veamos cerca la posibilidad de tener eliminada
la droga en nuestro país, no vamos a estar contentos.
Se habla del desarrollo alternativo. Claro, es bien importante.
Déjenme decir que la droga, que ha sustentado la violencia
en Colombia, se ha encargado de que los grupos violentos generen
desempleo, produzcan un desplazamiento de cuatro millones de
colombianos al extranjero, y al mismo tiempo produzcan la fuga
de capitales. La droga enriquece el crimen y empobrece a la Nación.
Esa ha sido la triste realidad.
Cuando miro por qué negociaron las guerrillas de Centroamérica
y por qué no negocian aún las nuestras, aquellas
negociaron el día que no vieron posibilidades de ascenso
militar y que perdieron los recursos de cooperación que
les llegaba de las Ong’s de Europa Occidental. Las nuestras
todavía no negocian porque todavía tienen mucha
riqueza proveniente de la droga.
¿Y por qué las llamo terroristas a las guerrillas
y a los paramilitares? Para no ser exhaustivo ante esta distinguida
concurrencia, por una de muchas razones: porque en otros países
del continente los rebeldes tuvieron la aprobación relativa
de llamarlos con el noble título de insurgentes, porque
combatían dictaduras. Los nuestros son sicarios de la
democracia. Por eso son terroristas. Eso marca una diferencia
bien importante. Y porque se sustentan en la droga, para no hablar
de los crímenes que cometen.
El primer desarrollo alternativo es estimular la inversión.
La inversión se estimula cuando hay confianza en el país.
Y un factor de confianza en el país, es que las autoridades
tengan toda la determinación de eliminar la droga. De
eso no nos puede caber la menor duda.
Ahora, nosotros estamos haciendo muchísimos esfuerzos
con plantaciones de palma africana, plantaciones de caucho. Estamos
haciendo muchísimos esfuerzos con piscicultura. Es más
posible, más factible, adelantarlos en aquellas zonas
donde se va sintiendo la recuperación de la economía,
que en otras zonas que, ya muy en el corazón de la selva,
están lejos de tener una economía diferente a cuidar
la selva, porque allí no llega infraestructura y no conviene
que llegue. Si el mundo aprecia la selva amazónica como
su más importante pulmón, el mejor futuro es cuidarla
como selva.
¿Qué estamos haciendo en estas regiones? En estas
regiones estamos estimulando un programa que se llama Familias
Guardabosques. Son familias campesinas que antes estaban en la
droga. Hemos hecho pactos con esas familias para que mantengan
un área libre de droga y cuiden la recuperación
del bosque. Y por eso se les hace un pago. Tenemos 50 mil. Aspiramos
a llegar a 80 mil.
Estados Unidos nos ha ayudado muchísimo en fumigación,
en cultivos alternativos, en interdicción aérea.
Y quiero pedirle a Europa lo que le pedí al Presidente
de Alemania. A Europa no le gusta la fumigación, y lo
entendemos. Que Europa nos ayude con la erradicación manual.
Nosotros estamos dispuestos a que Europa nos diga: caminen,
hagamos un pacto Unión Europea – Colombia, le vamos
a pagar tanto a Colombia o le vamos a costear tantas hectáreas
de erradicación manual por año.
Y que Europa nos ayude en Familias Guardabosques. La corresponsabilidad
aquí hay que expresarla en todo: ese consumo creciente
en Europa, esa orientación creciente de drogas de nuestros
países hacia Europa, implica más acción
nuestra y más acción europea.
Nosotros no salimos a pedir esto con el baladí argumento
de que ustedes son los que consumen, porque nosotros tenemos
consumo. Nosotros estamos diciendo: Colombia hace un gran esfuerzo,
ayúdennos ustedes también con recursos, para que
nuestro esfuerzo produzca mejores resultados.
Pero déjenme también transmitirles a ustedes una
experiencia. A mí me pregunta mucha gente: “Presidente,
un cultivo alternativo o un pago de Familias Guardabosques les
da a esas familias colombianas un ingreso muy inferior al ingreso
que da la droga. ¿Cómo logran que esas familias
abandonen la droga y acepten una actividad que genera menores
ingresos?”.
Sí. Hay temas educativos, de valores democráticos,
etcétera. Pero hay un tema fundamental: la aplicación
democrática de la fuerza, la aplicación democrática
de la autoridad. Sin autoridad, sin coerción, no hay posibilidad
de que gentes acostumbradas al tráfico de drogas, a la
producción de drogas, abandonen la droga para sustituirla
por unas actividades que dan menores ingresos.
Hay que hablar de educación, hay que hablar de cultivos
alternativos, pero hay que hablar claramente de la aplicación
democrática de la fuerza del Estado para derrotar la droga
en todas las fases.
Por ejemplo, en el tema del consumo, nosotros tenemos una dificultad:
nuestra Corte Constitucional acepta la dosis personal. Hoy no
podemos sancionarla en Colombia.
Voy a insistir a partir del martes con una nueva propuesta de
reforma constitucional al Congreso para sancionarla. Entonces
aparecen muchos teóricos diciendo: no se puede sancionar
la dosis personal, hay que evitar que la gente consuma a través
de la educación, de las políticas de prevención.
Hay científicos, y muy buenos, muy respetables, que nos
han dicho y demostrado, que las políticas de prevención,
las políticas de educación, son más eficaces
si van acompañadas de políticas de sanción.
Un tema tan grave como la droga necesita educación. Pero
esa educación produce mejores resultados si está acompañada
de la posibilidad jurídica de la sanción. Esa permisividad
en el consumo hace mucho daño, y en Colombia sí que
es inexplicable.
Yo les pregunto a los colombianos, y el pueblo en la mayoría
aprueba esta tesis: un país que ha derramado tanta sangre,
que ha tenido tantas dificultades, ¿cómo va a mantener
una afección ideológica sobre la cual han soportado
la tesis de no sancionar el consumo? Hay que sancionarlo.
Y sé de los grandes debates en Europa, pero la experiencia
colombiana nos obliga a contar por qué en el caso nuestro
vemos la necesidad de sancionar el consumo.
En la parte del tráfico. Después de dos años
de discusiones con los Estados Unidos, logramos reestablecer
la interdicción aérea. En las trazas que ustedes
mostraban esta mañana, del 2004, ya se ve una gran disminución
de los vuelos ilegales en Colombia, en el oriente del país,
pero no así hacia el Pacífico y hacia el Caribe
occidental. Creo que 2006 muestra un espacio aéreo colombiano
mucho más limpio, no solamente hacia el oriente, como
lo mostró ya 2004, sino también hacia el Pacífico
y hacia el occidente del Caribe.
Ha sido para nosotros muy importante haber implementado el acuerdo
de interdicción aérea con los Estados Unidos. Quiero
saludar el anuncio de Venezuela, esta mañana, de los equipos
que se propone instalar y de la aviación que se propone
utilizar para tener eficacia en la interdicción aérea.
Porque todos nos hacemos daño. Nosotros le hacemos mucho
daño a la hermana Venezuela si eliminamos los vuelos ilegales
en Colombia, pero entonces salen desde Venezuela.
Y cuando veo que nosotros hemos coordinado una política
de interdicción aérea con los Estados Unidos –que
da resultado no porque lo diga yo sino porque lo mostraron aquí esta
mañana las fotos del satélite–, y cuando
escucho a la delegación de Venezuela esta mañana
hacer una exposición, con todo el compromiso, en la que
incluyen el proyecto de los radares, de sistemas más sofisticados
de detección, de los equipos aéreos de interceptación,
me digo: ¿Y por qué no puede haber coordinación?
Creo que aquí todos hemos hecho una exposición
de esfuerzos individuales. Lo que está fallando es que,
por una razón o por otra, no nos coordinemos.
Me preocupa mucho el tráfico marítimo. Nosotros
vemos mejores resultados en el Caribe que en el Pacífico,
y creo que en ambos tenemos que depurar y mejorar las acciones.
Miren: una de las necesidades es que, con la ayuda de Estados
Unidos y Europa y con la coordinación de nuestros esfuerzos,
nos propongamos interceptar todo el tráfico marítimo
en el Caribe. Y no podemos olvidar ese Pacífico cercano
e interceptar todos los vuelos ilegales.
Nada nos ganamos con tener el espacio aéreo colombiano
libre de vuelos ilegales, si por el Caribe cruzan cantidades
de vuelos ilegales que inician su vuelo en países hermanos.
Hay que pedir a Estados Unidos y Europa, y nosotros aportar
nuestra coordinación, y uno de los objetivos tiene que
ser acabar con los vuelos ilegales en el Caribe, darnos a esa
tarea y darnos a la tarea de ser mucho más eficaces en
la interceptación marítima.
Colombia está avanzando muchísimo contra el lavado
de activos, pero toda experiencia de ustedes que nos ayude a
mejorar la nuestra, sea bienvenida.
Necesitamos es intercambiar experiencias. Nuestra principal
cooperación a esta causa la ofrezco en nuestra voluntad
de intercambiar experiencias, para que nosotros, con la experiencia
de ustedes, enriquezcamos nuestra lucha. Y si lo nuestro les
sirve para enriquecer la de ustedes, magnífico.
Colombia tiene una legislación muy importante para confiscar
riqueza ilegítima. Y está dando resultados.
Tal vez con optimismo, pero aterrizado, les digo esto: Colombia
había vivido una serie de bonanzas. Unas bonanzas de café,
de sustitución de importaciones, de la indemnización
norteamericana por el Canal de Panamá, del descubrimiento
de un pozo de petróleo, de una inversión para entrar
en la televisión privada, de una inversión para
entrar en la telefonía móvil, bonanzas de marihuana
y coca.
Ahora hay una bonanza de confianza en el país. Se ha
recuperado muchísimo toda la actividad inmobiliaria. ¿Qué es
lo nuevo? Esa actividad inmobiliaria en el pasado estuvo sustentada
en el pasado en dineros del narcotráfico.
Gracias a nuestras políticas y al temor de los delincuentes
de comprar bienes raíces en Colombia sujetos a extinción
de dominio, la bonanza que hoy tiene Colombia en propiedad inmobiliaria
está sustentada en dineros transparentes, en dineros lícitos.
Hemos hecho un gran esfuerzo y creo que se van viendo los resultados
con la ley de extinción de dominio.
La Constitución colombiana autoriza hoy la extradición.
La practicamos con unas reglas que no exigen acuerdos con los
países requirentes. En la historia anterior de Colombia
se habían extraditado 60 personas. En mi Gobierno hemos
firmado 530 órdenes de extradición.
Ahí había discusión chauvinista sobre el
tema. Yo dije un día: ¿Por qué hablan de
globalización, aun de la justicia, con la Corte Penal
Internacional, y se niega a una institución fundamental
de la globalización judicial, que es la extradición?
Se superó el debate.
El discurso chauvinista de los terroristas contra la extradición,
hoy no tiene recibo en el pueblo colombiano.
Vengo a decirles a ustedes lo siguiente: así como Colombia
extradita a Estados Unidos, a Europa en menor cantidad, cualquier
país del Caribe, cualquier país que sepa que alguien
que ha delinquido contra él y esté escondido en
Colombia, solicítenos la extradición. Estamos dispuestos
a aportar eso, sin discusiones, sin debate. Simplemente con un
acta de cumplimiento de nuestras garantías constitucionales.
Hay que involucrar todas las fuerzas. Cuando nosotros trabajábamos
frente al narcotráfico solamente con la Policía,
no alcanzaba. Hay que involucrar al Ejército, a la Marina,
a la Fuerza Aérea. La experiencia es que esta lucha exige
involucrar a todo el mundo, crear una gran sensibilización
en la justicia, nadie puede ser ajeno.
Yo creo que todo el mundo tiene muy buenas ideas, al escucharlos
a ustedes esta mañana. Coordinémonos. Hay muchos
acuerdos firmados, pero no se cumplen. Deberíamos, señor
presidente Fernández, como una de las conclusiones de
esta reunión, pedir que los equipos técnicos revisen
el cumplimiento de los diferentes acuerdos firmados.
Revisemos la conversión de Palermo, una convención
integral contra el crimen, que al parecer incluye todo lo que
se necesita en materia de acuerdo entre países para combatir
eficazmente las drogas ilícitas. Revisémosla como
una posibilidad de que todos nuestros países la adhieran,
para que sea el instrumento de coordinación que nos una.
Nada hacemos si Estados Unidos hace un esfuerzo de interceptación,
lo coordina con Colombia, y Venezuela, nuestro país hermano,
hace otro, pero no estamos coordinados.
Necesitamos un gran instrumento que nos obligue jurídicamente
a estar coordinados, ante el cual tengamos que responder. Este
instrumento puede ser la convención de Palermo. Yo pediría
que con la ayuda de la OEA, la revisemos, y si no es suficiente
pediría que el Secretario Insulza nos ayudara con un proyecto
de convención interamericana que nos obligue a coordinarnos
en estas políticas.
Estamos dispuestos a escuchar todas las recomendaciones de ustedes
y a ayudar y a contribuir dando toda nuestra experiencia.
Cuando estábamos en la posesión del Presidente
Ortega, el Presidente de Haití me anunció esta
cumbre que citaría el Presidente Fernández, a quien
le quiero agradecer inmensamente.
Y ahora que lo escuchaba, con exposiciones muy positivas todas
que agradezco enormemente, el reconocimiento del señor
Primer Ministro de Trinidad Tobago a Colombia, y escuchaba el
Presidente de Haití sus preocupaciones por los recursos,
etcétera, cuenten con todo lo que puede aportar Colombia.
Lo que puede hacer nuestra Policía, nuestro Ejército,
nuestra Fuerza Aérea, nuestra experiencia, lo que podamos
ayudar con las leyes que tenemos, para que sus países
lo revisen y cuenten con la receptividad de Colombia para escucharlos
a ustedes a ver cómo superamos esto.
Hay muchas tendencias ideológicas que quisieran decir
que la droga en nuestros países es una consecuencia de
las desigualdades. La experiencia en Colombia es que la droga
es un estimulante de las desigualdades, un obstáculo a
las soluciones sociales, que enriquece a los criminales y empobrece
al pueblo. Por eso desde el punto de vista social y de nuestros
compromisos de las metas del Milenio y otros, cuanto más
rápido acabemos la droga, mejor.
Al Presidente alemán le dije ayer, a raíz de la
hipótesis europea de la legalización, le dije: ¿Quién
asegura que con la legalización, así se baje más
el precio de la droga, no nos van a destruir la selva amazónica
para reemplazarla por droga?
Yo pienso que el gran argumento que tenemos que oponer a la
teoría de la legalización es el argumento ecológico.
Y además mirar estos pueblos, como padres de familia. ¿Por
qué vamos a heredar a quienes han de venir unas sociedades
laxas con un veneno de la humanidad?
Muchas gracias, presidente Fernández, y Colombia está dispuesta
a aportar todo lo que tenga que aportar a ver cómo superamos
este flagelo”.