PALABRAS
DE LA FUNDACIÓN COLOR DE COLOMBIA
Hace 30 meses éramos parte de la mayoría silenciosa
de la población negra que parece no interesarse por cuestiones étnicas.
Sin embargo, teníamos el deseo de hacer un aporte de responsabilidad
social dentro de las limitaciones que impone la vida profesional.
Hoy presentamos una nueva voz en este lugar central del destino
que compartimos como nación. Una voz que quiere recordar
a los descendientes de africanos que por su contribución
a Colombia nos hacen sentir orgullosos miembros de esta patria:
Los esclavos en el Ejército Libertador,
el Almirante José Prudencio Padilla,
el liderazgo de Luis Antonio El negro Robles en la segunda mitad
del siglo XIX,
Candelario Obeso y los Cantos populares de mi tierra,
Sofonías Yacup y El litoral recóndito,
Adán Arriaga Andrade y el Estatuto del Trabajo del Presidente
López Pumarejo,
la poesía de Jorge Artel,
la personalidad auténticamente ilustre de Diego Luis
Córdoba,
la trayectoria de servicio e influencia de Manuel Mosquera Garcés,
la obra literaria de Manuel Zapata Olivella,
el papel de Jacobo Pérez en la Asamblea Nacional Constituyente
de 1991,
la carrera artística de Teresita Gómez.
Ellos son símbolos entre los nombres de los negros que
han contribuido a la literatura, la música, la política,
las artes, los deportes y la cultura popular del país.
No olvidamos tampoco a los hombres y mujeres anónimos
que han hecho los trabajos más duros de la economía,
y a los pescadores que vigilan en la noche las costas colombianas.
Así es como entendemos la Afrocolombianidad: un doble
orgullo, el ser colombianos y el ser afrodescendientes; y un
doble compromiso, con el país y con la minoría étnico-racial
a la que pertenecemos.
Hace un siglo nuestros antepasados tal vez no tenían
el mismo doble orgullo ni el doble compromiso nuestro. No podían
pensarse y sentirse ciudadanos iguales en 1851 ni durante las
restricciones patrimoniales y de educación al ejercicio
del sufragio.
Es un hecho que cuando más nos sentimos fuertes en nuestra
identidad de negros o afrocolombianos es cuando conocemos el
significativo aporte que hemos realizado en los casi 200 años
de la República de Colombia, y desde antes.
Así, nos hemos propuesto conocer más y mejor nuestro
pasado, y sobre todo encontrar inspiración en nuestra
participación en la historia nacional, para sentirnos
más fuertes y decididos en el presente, enfocados en conseguir
un mejor futuro.
Quisimos venir aquí porque el espíritu de nuestro
aporte es impulsar una reelaboración del trato entre el
Estado, la sociedad y la población negra en busca de mayor
integración social y desarrollo económico, preservando
la diversidad cultural.
Corresponde al Jefe del Estado liderar la visión de país,
y nuestra decisión es comprometernos con el país
que soñamos ser a largo plazo, cuyas líneas fundamentales
son o deben ser superiores a las divisiones partidistas o de
derecha e izquierda, y a la sucesión de gobiernos.
Cerca del Bicentenario de su proclama de Independencia, Colombia
es una nación que, en general, y por fortuna, no tuvo
conflicto racial.
La mayoría de la población negra se ha mantenido
silenciosa porque sabe que vincularse a manifestaciones que parezcan
presagiar un conflicto racial o aislamiento no responde a su
doble necesidad de reconocimiento e integración.
Sin embargo, Colombia históricamente asumió a
la población negra como un problema. Los intelectuales
moldeadores de la República decidieron que la solución
era crear una nación mestiza, ignorando o desvaneciendo
al negro.
No vamos a repetir los argumentos de esos ilustres hombres por
tres razones:
i) porque la Constitución de 1991 cambió el ideal
de nación mestiza a nación diversa, lo que nos
permite un lugar propio;
ii) porque apreciamos el pensamiento no determinista o no racista
de una parte importante de las actuales elites modernizantes
del país; y, sobre todo,
iii) porque nuestra presencia hoy aquí significa que
no se cumplieron sus predicciones y deseos, es decir, ganamos
la apuesta de si seríamos en el siglo XXI una fuerza relevante
de la nación.
Como el negro persistía, el problema persistía.
El Estado prefirió no contar en muchos censos nacionales
lo que veía como una presencia problemática.
Más graciosa era la variedad de denominaciones en la
cédula de ciudadanía para llenar el campo “Color”.
La propia Constitución de 1991, al desarrollar su postulado
de diversidad étnica y cultural, no supo entender que
los negros en las ciudades también tienen una identidad étnica,
así sea una entre varias identidades y diferente de aquella
de las comunidades negras de las zonas ribereñas de los
ríos de la Cuenca del Pacífico.
Queremos, entonces, proponer que en la visión del país
que soñamos ser, la población negra no sea un problema
sino un factor. Un factor en la ecuación del progreso
colombiano. Un factor que multiplica el compromiso, el esfuerzo
y la equidad.
Como no es una simple frase, queremos adelantar varios compromisos
que se requieren de parte de la población negra y del
Estado y la sociedad, como base de un nuevo trato.
De parte de nuestra población:
i) Asumir sin desfallecer la responsabilidad propia. La responsabilidad
principal de lograr un futuro mejor es nuestra, individual y
colectiva. No del Estado, ni de la clase dirigente ni de la sociedad
en general.
ii) Asumir plenamente la identidad nacional. En la vida privada
y grupal mantenemos una diferencia cultural al honrar nuestros
orígenes con las tradiciones familiares, de cocina, fiesta
y memoria colectiva, entre otras, fortaleciendo la diversidad
cultural de la nación.
En la vida pública somos iguales y debemos ser tratados
como iguales. No nos diferencia la religión, ni la lengua
y nuestra lealtad nacional no ha estado en duda. No reclamamos
jurisdicciones especiales, y compartimos los valores del desarrollo,
el Estado Social de Derecho, la democracia y la economía
de mercado.
Creemos en el mérito, por lo que debemos ser consistentes
en buscar la igualdad de tener las herramientas de pescar como
los demás, y no caer en el facilismo de pedir el pescado.
iii) Elevar la autoestima, mirar siempre a los ojos y vencer
las barreras mentales.
Como nos veamos a nosotros mismos nos verán los demás.
Y, en cualquier caso, no podemos permitir que nuestra propia
valía como individuos y como población particular
sea dictada por personas con prejuicios raciales.
Estas personas lo pensarán dos veces antes de traducir
sus prejuicios en comportamientos, si nuestro auto-concepto expresa
o denota que somos capaces de vencer todas las adversidades siguiendo
las reglas de juego, y que somos capaces de imaginar y realizar
sin límites supuestamente inherentes al color de piel.
Sostener con naturalidad la mirada a nuestros interlocutores
y saludar con la mirada a los otros negros o afros en la calle
desencadenará más cambios sociales que otras medidas.
De parte del Estado y la sociedad:
i) Para el Bicentenario, apoyar el reconocimiento masivo y erudito
del aporte negro en la formación y el desarrollo de Colombia.
A mayor reconocimiento, mayor compromiso.
ii) Para el 2015, conseguir el cumplimiento regional y local
de las Metas de Desarrollo del Milenio de modo que los indicadores
sociales promedio de la población negra exhiban una igualdad
básica frente al promedio de la población colombiana.
Con una igualdad relativa de punto de partida, nuestra vía
debe ser la integración competitiva en la sociedad.
iii) Para el 2019, queremos más apertura del Estado y
de los inversionistas para considerar que agentes económicos
de la población negra pueden ser aliados estratégicos
de las metas de crecimiento, con mejores condiciones de bienestar
social y de participación en la rentabilidad.
Por supuesto, tendremos que llegar con buenas ideas de negocio
en industrias donde al menos tengamos ventajas comparativas.
También se requiere una disposición para considerar
que la política pública destinada a contener o
lidiar un problema puede no ser la misma política pública
que se necesita para potenciar un factor de crecimiento. Sabemos
que esto, como todo, llevará tiempo.
Señor Presidente de la República, estimados miembros
del gabinete, estimado José Obdulio Gaviria, estimados
asistentes, esperamos que esta no sea la única reunión
que tengamos para ir poniendo en práctica una nueva visión
de integración y desarrollo de los afrodescendientes en
el destino de Colombia.
Agradecemos su participación en este acto a nuestros
conferencistas:
el doctor Otto Morales Benítez, quien conoció bien
a los tres líderes afrodescendientes a quienes hoy rendimos
homenaje en el centenario de su natalicio; nadie mejor que él
para hacer su evocación;
la académica Betty Osorio, profesora de la Universidad
de los Andes y coautora del libro sobre 11 autores afrocolombianos;
a Cicerón Flórez, subdirector de La Opinión,
orgullo periodístico nuestro -como el recientemente fallecido
Guarino Caicedo-, quien nos presentará Las estrellas son
negras, de nuestro patriarca literario, Arnoldo Palacios;
y a Jacobo Pérez, nuestro Presidente Honorario, Magistrado
de las Altas Cortes, Secretario Jurídico de la Presidencia
de la República, Ministro encargado de Gobierno, Secretario
General de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, y máxima
autoridad académica sobre la vida de Luis Antonio El negro
Robles.
Por último, nuestras prometidas felicitaciones en público
a Paula Moreno por su nombramiento como Ministra de Cultura,
y a Andrés Palacio, nuevo Viceministro de Trabajo; nos
produce mucho orgullo este reconocimiento.
Estamos seguros de que sabrán responder a los retos de
representar a todos los colombianos y a la población negra.
Mil gracias a todos ustedes por estar aquí; estamos cerca
de 100 de un listado preliminar de 300 ciudadanos negros destacados:
altos ejecutivos del sector privado y empresarios, académicos
y científicos, magistrados y ex magistrados, periodistas,
militares activos y retirados, profesionales destacados, artistas
y creadores literarios, autoridades universitarias, funcionarios
públicos, deportistas y ex deportistas, líderes
sociales, ex reinas y modelos, y talentos universitarios. Muchas
gracias a las personas que tienen vocación de aliados
estratégicos nuestros y que nos acompañan.
Mil gracias.
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