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Agosto 17

Palabras del presidente Uribe en el Congreso de Seguridad Privada

Quimbaya (Quindío), 17 ago (SNE). “En esta patria, cualquier región, cualquier lugar al que uno se oriente, le jalona el corazón. Pero algo me pasó esta tarde. Sentí muchos jalones en el corazón y me preguntaba: ¿será este Quindío tan bello, ese pedacito de cielo que mi Dios nos regaló? Y cuando ya empecé a saludarlos a ustedes me di cuenta porqué me jalonaba tanto el corazón: venía a encontrarme con unos compatriotas que han sido socios naturales, por convicción y devoción, en la tarea de derrotar el terrorismo y de recuperar la seguridad de la patria, que es la razón de ser de la felicidad de las nuevas generaciones de colombianos.

El doctor Perilla Medrado hablaba de nuestra reunión hace dos años en Girardot. Pero yo recuerdo todas, año tras año, desde mis años en la Gobernación de Antioquia. Y en esta lucha por nuestra seguridad ustedes han sido aliados de primera línea.

Mi carrera pública, que lo único que reivindica es su afecto por Colombia, ha tenido en ustedes unos aliados en la primera línea de la lucha. Nos reunimos hoy, en una Colombia que quiere buscar caminos de prosperidad gracias a la seguridad. En una Colombia más esperanzada, más tranquila, gracias a que soplan vientos de seguridad. Que no obstante todo lo que falta hay mejoramientos esenciales, como acabamos de escucharlo en la muy completa intervención del señor General Naranjo, comandante de la Policía.

Es bueno, apreciados compatriotas, mirar el contexto del continente; redefinir en qué estamos y para dónde vamos. Se requieren orientaciones políticas, visiones políticas.

El continente tuvo unas décadas en las cuales se quiso desmantelar el Estado. Y ahora se está en el otro extremo: se quiere imponer el estatismo y desmantelar al sector privado. Nosotros no estamos ni en lo uno ni en lo otro.

Como lo informaba anoche al país la señora Directora de Planeación, hemos reformado 415 entidades del Estado, pero no lo hemos desmantelado.

La primera fue Telecom y ahora nos encontramos empeñados en esa reforma tan importante que es la de ECOPETROL.

Por supuesto, el Superintendente, quien ha hecho una labor transparente, gerencial, eficiente, con liderazgo, nos contaba ya sobre las primeras reformas de la Superintendencia, que seguramente vendrán otras.

Pero nosotros tenemos que decirle claramente a América Latina y al mundo que así como no estamos en el desmantelamiento del Estado, tampoco estamos en el estatismo ni en el desmantelamiento del sector privado. Le damos todo el espacio al sector privado, con responsabilidad social.

Y cuando hablamos del sector privado, que tiene todo el espacio con responsabilidad social, hablamos de este sector agropecuario tan próspero en el Quindío, del turismo, de la industria, de los sectores de productos básicos, de los sectores de agregado en transformación, de los servicios, y componente muy importante del sector privado es la seguridad privada.

Es importante insertar nuestro concepto de visión de la seguridad privada en nuestro concepto de visión de la participación del sector privado en la vida colombiana. Todo el espacio para que participen con responsabilidad social.

Hemos venido asociando la responsabilidad social a tres expresiones: primero, responsabilidad social igual a transparencia en la s relaciones entre los inversionistas y el Estado, transparencia en la adjudicación de concesiones de contratos, transparencia en la solución de disputas, transparencia en la tributación.

Segundo, responsabilidad social expresada en la solidaridad con las comunidades. He repetido en el Cesar que no puede haber explotación de recursos naturales, extracción de carbón, si no se tiene consideración con las comunidades que viven en esas áreas. No puede ser que una empresa cruce 600 tractomulas por la calle central de un poblado, destapada, levantando una polvareda permanente y afectando la salud de los moradores.

La responsabilidad social implica tener toda la consideración con la comunidad.

Las redes de seguridad del Plan Neiva, que hemos llamado con ustedes, que integra a la seguridad privada con la Policía, con la fuerza pública; que permite que la seguridad privada no solamente cuide el edificio que tiene a su cargo, sino también el entorno de ese edificio, es expresión de responsabilidad social. Es la solidaridad de la seguridad privada con la comunidad del vecindario. Eso es bien importante.

Y el tercer elemento, crucial en una actividad intensiva en mano de obra, una actividad intensiva en empleo, una actividad que tiene vinculados laboralmente a más de 170 mil colombianos, el tercer elemento de la responsabilidad social es el de las relaciones laborales. Ni de capitalismo salvaje ni de odio de clases. Relaciones laborales fraternas, cristianas, apreciados compatriotas.

En esa discusión de América Latina nosotros hemos dicho Colombia trabaja tres objetivos: la consolidación de la seguridad, la consolidación de la confianza inversionista y el cumplimiento de nuestras metas sociales. Van de la mano. Si no hay seguridad no hay confianza inversionista. Si no hay inversión y no crece la economía, la política social se reduce a un discurso demagógico. El resultado es todos los días más discurso social y más pobreza, como durante tantos años lo experimentó el país.

Se hablaba y se hablaba más y más de los social y al mismo tiempo se advertía más y más pobreza, más y más inequidad.

Uno tiene que definir si hace una política social de discurso demagógico, que en sus postulados no haya concordancia con los resultados, o si hace una política social que tenga concordancia entre lo predicado y lo logrado.

Para esto segundo, se necesita que haya prosperidad, se necesita que haya posibilidades de construir bienestar para todos. Y eso exige confianza inversionista, que a la vez tiene como presupuesto necesario la seguridad.

Muchas veces me preguntan en el extranjero: ‘bueno, ¿y cuánto se van a demorar para resolver totalmente los problemas de seguridad el país?’ Tenemos unos buenos resultados es mi respuesta, pero lo más importante, tenemos hoy una voluntad política inclaudicable, en el Gobierno y en las grandes mayorías nacionales.

Ese es el activo del ahora. Es que hay que proyectar a futuro cualquiera sea el Presidente de la República que nos suceda. Ahí es donde tenemos que trabajar en la base colombiana y ustedes son unos obreros de concientización de la base colombiana para cimentar en la mente, en la razón de cada compatriota, el imperativo de la seguridad, que es un bien democrático, es una fuente de recursos, es un valor del pluralismo.

Aquí se tuvo durante años la equivocación de despreciar la seguridad. Se mira la seguridad como una postura de derecha militarista, fascista. Se negó durante décadas y por eso del país se apoderaron terroristas de toda pelambre.

Al principio del Gobierno y todavía me reclaman, sectores críticos decían, ‘Uribe es guerra y necesitamos política social’. Pero el pueblo, que como diría Gaitán es superior a los dirigentes, es el primero que ha asimilado que la seguridad y la política social son hermanas gemelas e inseparables. Que no puede haber política social si no hay seguridad que genere prosperidad y se hace insostenible la seguridad si no hay una política social que la legitime en el corazón del pueblo.

Cuando yo me reúno con los alcaldes de la Patria, cuando semanalmente asisto a los consejos comunitarios, en el permanente diálogo con mis compatriotas, me reclaman, desde la base colombiana, las dos cosas: ‘Presidente, más y más policías’. ‘Presidente, tenemos todavía tales problemas de seguridad’. ‘Presidente, más y más escuelas’. ‘Presidente hay problemas en la calidad de la salud’. ‘Presidente, muy bueno el avance de Familias en Acción, pero necesitamos que se duplique’.

Un logro muy importante de estos años, un intangible, lo que se advierte en el pueblo colombiano; se ha construido la creencia, la creencia afortunada, en las grandes mayorías colombianas, de que la seguridad y la política social tienen que ir de la mano.

Gracias al heroísmo de la Fuerza Pública, a quienes la ayudan directamente desde lo privado, como ustedes, apreciados compatriotas, afiliados alrededor de Andevip (Asociación Nacional de Entidades de Seguridad Privada), el país no solamente ha mejorado la seguridad sino la confianza inversionista.

Hace cinco años, de cada 100 pesos que producíamos se invertían 12. Ahora de cada 100 pesos que producimos se invierten 26.

Hace cinco años, el país recibía 700 millones de dólares al año de inversión extranjera directa. En los últimos dos años hemos recibido flujos de inversión extranjera directa superiores a 6 mil millones de dólares, y en el primer semestre de este año recibimos 4 mil 300 millones de dólares.

Por eso, esta tarea hay que visualizarla bien. Ponerla en la dimensión de lo que representa para el país. Mejorarla todos los días. Ajustarla pero no abandonarla.

Y esto nos ha permitido ir haciendo política social. Hemos vinculado al régimen subsidiado de salud 10 millones de colombianos, y con la ayuda de Dios vamos a dejar plena cobertura en el 2010. Tenemos un inmenso reto, que es mejorar la calidad.

Hemos creado 2 millones de cupos escolares, y con la ayuda de Dios vamos a dejar plena cobertura en educación básica en el 2010.

Los colombianos en edad universitaria solamente asistían a la universidad en un 22 por ciento; hoy, en un 29 (por ciento). Y con la ayuda de Dios, en el 2010 será en un 34 por ciento.

Nos parecía imposible otorgar en el primer Gobierno un millón 800 mil microcréditos a igual número de familias populares de la Patria. Lo logramos. Y la meta para el segundo Gobierno es entregar, a través de Banca de Oportunidades, 5 millones de microcréditos a igual número de familias populares de la Patria.

Óigase bien, apreciados compatriotas: hace cinco años la cartera entregada a los microempresarios representaba el uno y medio de la cartera total. Hoy representa el 5 y medio.

Nosotros empezamos con 220 mil Familias en Acción, que venían del gobierno anterior en un programa experimental. En este mes de agosto estamos llegando a un millón 550 mil Familias en Acción, lo que favorece a 4 millones de niñitos.

Cada familia recibe un subsidio del Estado para garantizar la educación, la nutrición de sus hijos. Y con la ayuda de Dios, en el 2009 daremos otro salto para terminar este Gobierno con 2 millones de Familias en Acción.

¿Y cómo reactiva eso la economía? A mí me dicen, en muchas ciudades colombianas, ‘Presidente, el día que se paga Familias en Acción, se reactiva la economía’.

Apenas está llegando ahora a las ciudades grandes. Bogotá va tener 100 mil Familias en Acción. Hace dos días ya habíamos registrado en Bogotá 35 mil desplazados y de estrato uno. Esos compatriotas no atesoran esa platica ni la envían al extranjero. La invierten en calzado, en vestuario, en alimentación, en todo lo que se necesita para garantizar la asistencia escolar de sus hijos. ¡Y cómo dinamiza eso la economía!

Nosotros recibimos el Gobierno con 60 mil ancianos atendidos. Hoy tenemos 700 mil y vamos a llegar a un millón de ancianos. ¿Cómo se dinamiza la economía atendiendo un millón de ancianos? 400 mil que se sientan a almorzar todos los días por cuenta de Bienestar Familiar y 600 mil que reciben una platica.

Nosotros recibimos el Gobierno con 2 millones 200 mil estudiantes en los restaurantes escolares. Hoy tenemos 3 millones 700 mil y vamos para 4 millones y medio. Se les atendía durante 120 días. Hoy se les está atendiendo durante 142 días y vamos para 180 días de atención.

Pero, hay que reconocer, en un país con tanta pobreza y con tantas dificultades, es difícil notar esto.

Cuando mis compañeros de Gobierno hablan así a unos les dicen: ‘bueno, pero es que hay mucha gente pobre’. Sí. Tuvimos niveles de pobreza del 60 por ciento, niveles de desempleo cercanos al 25 por ciento. La última medición de pobreza dio el 45 (por ciento). Nuestro esfuerzo es para reducirla al 35 (por ciento) para el 2010, a fin de que aquellos que nos sucedan en la Presidencia de la República puedan cumplir la meta del Plan 2019 de llevarla al 15 por ciento para el 2019.

El desempleo es muy alto, está entre el 11 y el 12 (por ciento). Pero por ejemplo, en el último semestre se han afiliado a los fondos de pensiones 580 mil nuevos trabajadores.

Y hace cinco años el desempleo había crecido vertiginosamente. En pocos años el desempleo había pasado del 7 y medio al 18, al 20. Iba velozmente hacia el 25. Se logró parar y estamos haciendo todos los esfuerzos para ponerlo no por encima del 8 por ciento.

Pero en todo esto hay que persistir en esos tres valores: la seguridad, la confianza inversionista y la política social. El camino es de resistir, de ajustar, de mejorar, de ser más y más eficaces.

Por supuesto que hay temas de coyuntura de gran importancia. Esta mañana veía yo a las 5 de la mañana -mientras hacia deporte- en la televisión internacional, noticias muy pesimistas sobre las bolsas extranjeras del Asia: Que la Bolsa de Tokio había caído en otro 5 por ciento. Y empecé la jornada laboral nuestra con mucha preocupación.

Sin embargo, hoy se volvió a recuperar la bolsa colombiana, contrariamente a lo que pasa en muchas partes del mundo, porque hay confianza en nuestro país. Y esa confianza lo hace menos vulnerable a las crisis internacionales de la economía.

Y ustedes, con los compatriotas de la Policía, con los compatriotas del Ejército, del DAS, son los encargados de la seguridad y son los grandes causantes del mejoramiento de la confianza en el país.

Y hay temas difíciles, de coyuntura. Por ejemplo, el acuerdo humanitario. Nosotros hemos hecho todos los esfuerzos. Cuando empecé el Gobierno dije que yo no aceptaría un canje humanitario sino en el escenario de que empezara un nuevo proceso de paz con cese de hostilidades, como lo había prometido en la campaña presidencial del 2002.

El diálogo con las familias, con el Presidente de Francia, con la Iglesia, llevó a cambiar de posición, a evaluar un canje humanitario separadamente de la eventualidad de un nuevo proceso de paz con cese de hostilidades.

Hemos hecho todos los esfuerzos. Hemos autorizado todos los facilitadores. En la última ocasión hemos autorizado como facilitadora a la senadora Piedad Córdoba.

Hemos hecho todos los esfuerzos. Primero liberamos 27 personas de las Farc unilateralmente. Ahora acabamos de liberar 150 y liberamos a Rodrigo Granda.

Óigase bien, porque ustedes hablan con la base colombiana, ayúdenme a llevar este mensaje: cuando estos bandidos de las Farc dieron la noticia del asesinato de los diputados, todavía nosotros no habíamos completado la liberación de los 150 integrantes de las Farc. Los habíamos trasladado de las cárceles a una caja de compensación en el Tolima. Y no habíamos terminado la liberación, porque ese es un proceso complejo, donde hay que esperar unas certificaciones de los jueces de la República.

Me llamaron muchos compatriotas y me dijeron: ‘Presidente, suspenda esa liberación’. No lo hicimos. Hemos cumplido lo que le ofrecimos a Colombia y al mundo. No obstante que estos bandidos asesinaron a los diputados, nosotros hemos cumplido con el gesto unilateral de liberar a Rodrigo Granda y de liberar a otros 150 integrantes de las Farc.

Tengo dos puntos que llamo los inamovibles, donde el Gobierno de Colombia dice: esos dos puntos, para el Gobierno, son de la esencia de cualquier acuerdo humanitario. Uno de esos puntos, que no haya zona de despeje; el otro punto, que aquellos de las Farc que llegaren a salir de la cárcel en virtud del canje humanitario no se reintegren a la extorsión, al secuestro, al asesinato.

¿Por qué no a la zona de despeje? Porque el país vivió despejado 40 años. Por haberlo mantenido despejado 40 años de él se apoderaron guerrillas y después guerrillas y paramilitares. Porque estos terroristas aprendieron a través de Marx la lección de Maquiavelo y lo vimos en el Caguán.

Marx les dijo: recuerden que Maquiavelo apreciaba que cuando tu enemigo te muestre un ramo de oliva, tú lo debes entender como una debilidad, fortalecerte y golpear a tu enemigo.

Hace pocos días me preguntaban unos estudiantes: ‘¿Y qué pasó con el intento de acuerdo con las Farc en los años 80?’ ¿Y qué pasó en el Caguán? Y la respuesta es clara y resiste cualquier análisis. Basta mirar las declaraciones de estos criminales. Ellos no tuvieron nunca en esos procesos intereses de paz, sino el interés innoble de fortalecer su acción terrorista, para destruir la democracia colombiana.

Mientras los gobiernos les tendían la mano generosa, con toda la buena fe, ellos aprovechaban para fortalecerse, para maltratar al Estado colombiano, para avanzar hacia la toma violenta del poder. Eso no lo podemos permitir.

Muy cerca de aquí, por la carretera del alambrado, por la malla vial vallecaucana se llega a los municipios de Florida y Pradera.

Cuando uno habla en voz baja con los habitantes de Pradera y Florida le dicen: ‘Por Dios Presidente, nosotros necesitamos más fuerza pública que nos proteja. No nos vaya a dejar aquí en una zona de despeje en poder de las Farc”.

Es muy fácil desde un cómodo escritorio, en una gran ciudad o en una capital extranjera, recetar una zona de despeje en Pradera y Florida. Pero es muy injusto con los ciudadanos que viven en Pradera y Florida, o con los ciudadanos que vivan en cualquier otra región colombiana.

Alguien me decía en estos días: ‘Usted va aceptar una zona de despeje porque no va aguantar la presión’. Le dije, ‘pues le voy a pedir a mi Dios que me dé toda la fortaleza para resistir esa presión en estos tres años de Gobierno, y no ceder la zona de despeje. Yo prefiero resistir la presión, afrontar el debate, darlo en cualquier calle de Colombia, en la Plaza de Bolívar, en las avenidas de Europa, en sus parques, en todas partes, en lugar de asumir la posición facilista y cobarde de decir ‘ahí tienen, bandidos, una zona de despeje para que sigan jugando con Colombia’.

¿Por qué, compatriotas, nuestra negativa de aceptar que aquellos que lleguen a salir de la cárcel vuelvan a delinquir? Recuerdan ustedes hace algunos años que soltaron algunos y a los dos días los mostraban en las pantallas de televisión nuevamente de uniforme guerrillero blandiendo armas y burlando la generosidad del pueblo colombiano y de su Gobierno de entonces.

Tenemos 1.700 compatriotas de Policía y Ejército en los batallones de sanidad de los hospitales de la Fuerza Pública con algún grado de mutilación, lisiados por las minas antipersona de las Farc.

¿Les vamos a decir a esos compatriotas que sus sicarios salen de la cárcel en un acuerdo humanitario para reintegrarse al delito? De ninguna manera.

Es que la Fuerza Pública no solamente necesita dinero, transporte, armas, logística, electrónica. La Fuerza Pública necesita moral. Y la historia ha demostrado que hay ocasiones en las cuales es el espíritu de triunfo, no la logística, lo que produce la victoria final por parte de las Fuerzas Institucionales.

Unas Fuerzas Institucionales con menos logística pero con más moral son camino eficiente hacia la victoria. Por eso no las podemos maltratar en su moral.

Ahora, si salen de la cárcel en un canje, con el compromiso, como salieron estos 150 o los anteriores 27, de no volver a delinquir, eso lo entiende todo el mundo, y que la reciprocidad sea la que hasta ahora no hemos obtenido: la liberación de nuestros secuestrados.

Queremos hacer todos los esfuerzos por la liberación de nuestros secuestrados. Pero tenemos esos dos inamovibles que yo quería compartir con ustedes.

Y estos criminales, tras ladrones, bufones; tras matones, mentirosos. Asesinaron a los diputados el 18 de junio. Escribieron un comunicado el 21, 23 y lo revelaron al mundo el 28 de junio. Hoy es 17 de agosto. Mañana se completarán dos meses del asesinato de los diputados. Y han mentido estos bandidos y quieren consumar la mentira, manteniendo secuestrados los cadáveres. Porque saben que mientras más se demore la devolución de los cadáveres, más difícil es la exactitud en el examen forense para determinar la modalidad del asesinato.

Reiteramos nuestro compromiso de que una comisión forense internacional, liderada por la Organización de Estados Americanos, apoye a nuestra Fiscalía para realizar el examen forense sobre los cadáveres de nuestros diputados, en el momento en que esos cadáveres sean entregados por los secuestradores y asesinos.

Mañana hará dos semanas que el DAS entregó a la Fiscalía unas pruebas que comprometen de manera muy seria la hipótesis de ese asesinato por la misma Farc. Y ellos que son tan bufones, no han sido capaces de rectificar. Los asesinaron y ahora lo que hacen es esconder los cadáveres para tratar de consumar la mentira con la que quieren engañar al mundo y al pueblo colombiano.

A nosotros no nos falta voluntad de paz. Lo que pasa es que la paz no nace de la debilidad; la paz no la hacen esos bandidos con los gobernantes débiles, así les manifiesten el amor. Finalmente la paz la hacen con los gobernantes fuertes, así por ellos estos bandidos sientan odio.

El General Naranjo expresaba que se han desmovilizado en este Gobierno 43 mil integrantes de las fuerzas terroristas. Yo creo que es la desmovilización mayor en el mundo y en Colombia.

Veamos algunas anteriores de Colombia: aquí, cuando se desmovilizó el M-19 se desmovilizaron alrededor de 300 personas con 700 armas. Se desmovilizó el Epl, la corriente del Quintín Name, la Corriente de Renovación Socialista. Entre todos no superaban 5 mil.

Ahora 43 mil, de ellos 10 mil de la guerrilla. Un proceso de paz sin antecedentes en un país que ha llegado a tener 60 mil terroristas.

La medicina tiene que estar al la altura del problema. Mi Dios que no nos deje debilitar. Porque si esta medicina, con el heroísmo de ustedes y de la Fuerza Pública se debilita, nos tragan. Es que aquí no eran dos ilusos amagando terrorismo, aquí eran 60 mil.

Cuando se hizo el proceso de paz de Irlanda del Norte, el Viernes Santos de 1998, pregunté a unos profesores cuántos son los terroristas del IRA peligrosos: 118, aquí 60 mil.

Los terroristas de ETA en España no pasan de unas pocas centenas. Aquí 60 mil. Entre 1923 y 1968, IRA produjo 3.200 muertes. Solamente en 1998 en Medellín y su área metropolitana hubo alrededor de 5 mil asesinatos.

Aquí no ha sido un juego poca monta. Nosotros hemos enfrentado el mayor desafío terrorista del mundo contemporáneo.

¿Cuándo se hizo la paz en El Salvador? Cuando los guerrilleros sintieron que no tenían posibilidades de avance militar, que la estrategia militar estaba en un punto muerto y que además no les llegaba la financiación que habían mantenido en abundancia de ONG de Europa Occidental.

Aquí no necesitan esa financiación porque aquí han exportando cientos de toneladas de droga por años, que nos implica más compromiso diariamente para derrotar totalmente el narcotráfico.

Y miren qué ha pasado para honra de Colombia. Desafíos terroristas de menor cuantía, no de otra envergadura, que se hicieron presentes en otras partes del continente, justificaron en esos gobiernos convertirse en dictaduras, justificaron en esos gobiernos censurar la prensa, justificaron en esos gobiernos no permitir que entraran ONG internacionales a vigilar.

Aquí, enfrentando el mayor desafío terrorista de que da cuenta la historia contemporánea, hemos profundizado la democracia. Observamos con toda nuestra voluntad que se cumplan los derechos humanos. Estamos empeñados en la protección de las víctimas. Hay plena libertad y las ONG pueden llegar a Colombia sin visa, casi sin pasaporte. El único riesgo que corren aquí es discutir con el Presidente de la República. De otros países los echaron, les cerraron las puertas. Aquí se las mantenemos abiertas de par en par porque nada tenemos que ocultar.

Cuando se enfrenta un desafío terrorista de esta magnitud con tal convicción democrática, se exige que haya plena firmeza para poder derrotar ese desafío terrorista.

Pidámosle a Dios que nos ilumine, pero que no nos deje debilitar. La paz es la hija de la fortaleza permanente del pueblo en su accionar contra el terrorismo y de la capacidad de los gobiernos de interpretar al pueblo para mantener esa firmeza en grado inclaudicable.

Y se discuten otros temas en la vida nacional. El tema del paramilitarismo: lo hemos acabado, hoy no hay grupos privados en Colombia, organizados ilegalmente para combatir la guerrilla, que era lo que se denominaba paramilitarismo. Hoy hay guerrillas y hay narcotráfico.

¿Pero en qué sector del país se están organizando grupos privados para combatir la guerrilla? En ninguna parte.

A mí me hablan de las Águilas Negras y digo: “aquí no van a pelechar ni Águilas Negras, ni blancas, ni amarillas, ni azules”, y donde sabemos que existen, también sabemos que son delincuentes comunes, organizados para extorsionar, para incursionar en el narcotráfico. No corresponden al origen de los paramilitares, que era una organización para llenar un vacío de Estado, para confrontar a la guerrilla.

Eso lo hemos desmontado en Colombia, en buena hora. ¿Comparemos qué era el paramilitarismo hace cinco años y qué ha pasado en este Gobierno? Hace cinco años y medio, en aquella elección presidencial, al único que se le decía paramilitar era a mí, por razones políticas.

A los paramilitares se les temía, de ellos se hablaba en secreto en los cócteles de las capitales, pero no se les enfrentaba. Ahora sí porque están en la cárcel, gracias a este Gobierno. Frente a ellos presos, ya se han llenado de valor algunos de los críticos de este Gobierno.

Pero los gobiernos tienen que hablar por sus resultados: 43 mil desmovilizados, de ellos 32 mil paramilitares, los líderes más importantes del paramilitarismo en la cárcel. Y de aquellos que no se sometieron a la ley, se han capturado muchos, y hay una persecución implacable sobre ellos de parte de la Fuerza Pública.

Y aquellos que han reincidido, que porcentualmente no son muchos, pero que numéricamente son muy peligrosos, están siendo enfrentados con toda la severidad por la Fuerza Pública.

¿Qué hemos pedido ahora? Que a raíz de la sentencia de la Corte Suprema de Justicia, el Congreso nos apruebe una ley para poder completar este proceso de paz con los paramilitares.

Yo lo que le he pedido a mis compatriotas, a las instituciones y al Congreso, es que los tratamos igualitos. Yo creo que ante una víctima, ante un colombiano torturado y asesinado, uno no se puede poner hoy a distinguir si lo mató la guerrilla o lo mataron los paramilitares. El delito es igualmente grave.

Y si se va a definir la severidad de la sanción por la naturaleza del crimen, no tanto por la calidad del criminal, hay que ponerlos en igualdad de condiciones. Es lo que hemos pedido.

Este proyecto de ley presentado, fue de dos semanas de intensas consultas, virtuales y directas con instituciones y con compatriotas. Propone lo siguiente: que a la sola pertenencia a un grupo armado ilegal, se le de el alcance de concierto simple. Y eso, en concordancia con leyes ya aprobadas, produciría el siguiente efecto:

Si la persona se ha desmovilizado, si la pertenencia ha sido a un grupo que está en diálogo con el Gobierno, y además, si no ha cometido delitos diferentes a la pertenencia, si no ha cometido secuestro, tráfico de drogas, delitos atroces de otra envergadura, delitos de lesa humanidad, y esa persona está en etapa investigativa, entonces se le puede dar la cesación de la acción penal, se le puede dar el auto inhibitorio, no queda condenada.

Y me preguntan: ¿Al no quedar condenada, qué pasa con sus derechos políticos? Los puede ejercer plenamente desde el punto de vista jurídico puro. El Gobierno recomienda que aquellos que han participado en procesos de paz, en las elecciones inmediatamente subsiguientes, no intervengan como candidatos en procesos electorales. Que dejen que pase el tiempo, que demuestren su buena fe con las instituciones.

Y si la persona ha sido condenada por la pertenencia al grupo, pero no ha sido condenada por delitos de lesa humanidad, o por secuestro o alguno otro, entonces que a esa persona se le pueda aplicar el indulto.

¿Qué pasa con los derechos políticos? Al indultarlo se debe asimilar que el delito fue un delito político, y por ende, se le debe permitir ser elegido. Pero el Gobierno hace la misma salvedad: no conviene que se presenten como candidatos en elecciones inmediatamente siguientes a los procesos de desmovilización, porque eso crearía una especie de desconfianza, de sensación en el pueblo colombiano de que todavía pueden presionar por medios ilegales.

¿Pero qué pide el Gobierno? Que todo esto se le aplique por igual a la guerrilla y a los paramilitares.

Hace pocos días discutía con el Consejo Nacional de Paz, el proceso con el ELN en Cuba. Creo que el Gobierno ha sido generoso.

Cuando empezó el Gobierno, me preguntaron: ¿Qué va a hacer usted con los radios del ELN en la cárcel de Itagüí? ¿Se los va a quitar, se los va a devolver?
Le dije al Comisionado (para la Paz): déjele los radios, que tengan celular, Internet, y si inventan otra cosa más potente que el Internet, que también puedan disponer de eso allá en la cárcel de Itagüí.

Después facilitamos que saliera de la cárcel Francisco Galán, antes de cumplir con la condena. Le levantamos la orden de captura a Antonio García, y hemos permitido que asista a las conversaciones el señor Cuellar, responsable del secuestro de los caleños en los farallones de la capital vallecaucana. Y Pablo Beltrán, también fue reconocido por el Gobierno como representante de ese grupo, y se le ha levantado la orden de captura para que pueda asistir a las negociaciones.

Yo creo compatriotas que allí hay generosidad: Obras son amores y no buenas palabras, que los hechos que son más elocuentes que las palabras, muestran que el Gobierno, que ha tenido toda la firmeza para combatir el terrorismo, también ha tenido toda la apertura para la paz.

¿Qué le exigimos al ELN? Le exigimos cese de hostilidades serio, verificable, y no por capricho. No podemos seguir nosotros avanzado en procesos de paz, cuando se quiere hacer política por un lado, a través de una convención nacional y de otras acciones, pero sin cese de hostilidades.

Eso es volver a la combinación de las formas de lucha, que tanto daño le hizo a este país. Y ahora que se ventila el tema de la UP, de la Unión Patriótica, hay que recordar la historia.

A ese genocidio, a esa masacre, concurrieron dos fenómenos: primero combinaron las diferentes formas de lucha, muchos de los integrantes de la UP mantenían cercanía con las Farc, las Farc los patrocinaban, y entonces al tiempo de que hacían política, los patrocinadores hacían violencia. Eso no se puede volver a repetir en Colombia.

Y el otro error fue el de la falta de compromiso y de eficacia en el Estado para protegerlos.

Por todo esto le hemos dicho al ELN: si van a hacer convención nacional, bienvenida, pero con cese de hostilidades, sin armas. Y para que ese cese de hostilidades sea serio, que se ubiquen en una, en varias zonas.

¿Qué tal que no se ubiquen? Cuando ellos comparten zonas en Norte de Santander con las Farc, están aliados. En Arauca comparten territorio de delincuencia con la Farc, aunque allí están enfrentados. En Nariño son socios en el negocio del narcotráfico con las bandas criminales.

Si no se ubican y hay delitos en esas zonas, ¿qué dice la Fuerza Pública, qué hace?, ¿Persigue esos delitos o no los persigue?, ¿Cómo se va a saber inicialmente, si los cometió el ELN o unos se sus aliados u otro de los que comparten esos territorios para delinquir?

Estamos abiertos a mirar si es una o son varias zonas de ubicación, pero es necesario que se ubiquen para que esto sea serio.

Alguien me decía:”no, es que el ELN es distinto, que hay que darle un tratamiento muy generoso”. Uno quiere, ojalá se de ese proceso de paz, tenemos toda la buena voluntad, pero no son distintos.

Estas cosas hay que hablarlas con claridad frente a los colombianos. Al Consejo de Paz se le mostró en estos días que en los últimos años el ELN ha secuestrado 600 colombianos. En el último año ya no ha secuestrado sino 11, en los últimos años 600, que en muchos casos no los ha devuelto.

Que en el último año se le ha capturado al ELN un número de 346 integrantes vinculados al narcotráfico, que han interferido alcaldías en Arauca y la acción política. ¿Cuál es la diferencia? Secuestran unos y otros, asesinan unos y otros, intervienen en el narcotráfico unos y otros, intervienen la política unos y otros.

Ante esos hechos, nosotros no podemos seguir en Colombia con la idea de que unos son unos arcángeles soñadores que quieren transformar al país para bien y los otros son unos matones atroces. Todos han sido matones atroces, lo que pasa es que tenemos el deber constitucional de buscar la paz. Creo que la realidad nos confirma que hay que darles tratamiento igual.

Y un punto muy importante que hoy se discute con un sector del Congreso de Estados Unidos: el asesinato de sindicalistas.

Cuando este Gobierno empezó, en Colombia se asesinaban 256 sindicalistas al año. En nombre del concepto democrático de nuestro proyecto de seguridad, desde la hora cero del Gobierno empezamos a defenderlos eficazmente.

En el 2005 fueron asesinados 25, quisiéramos cero, pero de todas maneras hay un gran monto de 256 a 25. En el 2006 se recrudeció, porque a la histórica confrontación entre la guerrilla y paramilitares se sumó la confrontación entre Farc y ELN, especialmente en Arauca.

¿Qué ha pasado este año? Este año nos han asesinado 6 sindicalistas y 13 profesores. En un país donde todavía asesinan más de 17 mil personas al año. Los profesores son 360 mil, los sindicalistas casi 900 mil.

Miren qué pasa en todos los sectores de la población aún. Hasta ahora la justicia nos ha dicho que en ninguno de los seis casos hay pruebas de relación del asesinato con su actividad sindical.

Estamos en la tarea de darles mejor protección todos los días. Hoy estamos protegiendo, individualmente, a 6 mil colombianos. De ellos 1.500 son sindicalistas, y eso nos cuesta este año 76 mil millones. La decisión es incorporar al proceso a todos aquellos sobre los cuales, sobre quienes haya una duda de riesgo, de vulnerabilidad.

Y en materia de justicia, de la impunidad. El primer elemento contra la impunidad es la seguridad. En un país con 35 mil asesinatos al año y con 5 mil secuestros, como lo denunció el general (Oscar) Naranjo (director de la Policía Nacional), no hay justicia ni fuerza pública que valga. Le pueden poner toda la justicia del mundo y campea la impunidad.

La primera solución a la impunidad es la seguridad que rebaje el asesinato y todos los índices delictivos. Y hemos hecho grandes esfuerzos en la justicia, el régimen penal acusatorio, reforma constitucional, reforma de los códigos, más presupuesto. Solamente el año pasado hubo que adicionarle a la Fiscalía 80 millones de dólares, para que cumpliera con el Régimen Penal Acusatorio. Ahora lo estamos adicionando fuera del ajuste normal del presupuesto, otros 85 mil millones, para que incorpore 236 fiscales más, y alrededor de 1.000 investigadores adicionales.

Ya este año se han producido 48 sentencias, que han condenado a 84 personas como responsables de crímenes contra los sindicalistas. No estamos en el paraíso, nosotros no le ocultamos al mundo la verdad, pero sí le pedimos al mundo que reconozca nuestros esfuerzos, esfuerzos en seguridad, esfuerzos en protección, esfuerzos en reformas a la justicia, esfuerzos para superar la impunidad.

¿Y quién mata a los sindicalistas? Yo celebro la reciente sentencia en el caso de la Drummond en Estados Unidos. Si en algún momento la justicia internacional o nacional llegare a decir que un empresario ha asesinado un sindicalista, pues nosotros respetamos la justicia y habrá que sancionarlo con toda severidad.

Pero celebro esa sentencia que dijo la Drummond no tiene ninguna responsabilidad, porque empieza a hacerle claridad al mundo, frente a esa leyenda negra contra Colombia, que con discurso político han hecho que trascienda fronteras, según la cual, aquí los empresarios asesinan a los sindicalistas.

Ni los trabajadores secuestran a los empresarios, ni los empresarios asesinan a los trabajadores.

¿Qué pasó apreciados compatriotas? Yo viví a la universidad pública, las guerrillas marxistas que trajeron el odio de clases, fueron las mismas que trajeron la combinación de las diferentes formas de lucha. Asesinaban y penetraban el movimiento obrero, el movimiento estudiantil. Llegaron después los paramilitares e hicieron lo mismo. Y la debilidad del Estado dejó que primero crecieran al infinito las guerrillas, y después el país tuviera un movimiento paramilitar, de la fortaleza que apenas ahora viene a descubrirse, y que imperó hasta hace dos o tres años.

Pues bien, eso hay que contárselo al mundo. Entonces llegaron los paramilitares y dijeron: “ah, este sindicalista es colaborador de la guerrilla, asesínenlo”. Después vino la revancha guerrillera: “ah ese sindicalista está con los paramilitares, asesínenlo”. Esa historia hay que contársela al mundo.

Tenemos unos retos grandes. Yo confío plenamente que el heroísmo de nuestros soldados y policías, derrotará los cabecillas de las organizaciones terroristas.

Confío plenamente que con la incorporación de la erradicación manual que está en su tercer año, vamos a reducir sustancialmente el narcotráfico. Y tenemos que aplicarnos ahora a la seguridad cotidiana. La ley que acaba de aprobarse, va a ayudar muchísimo a mejorar los índices de lesiones personales, de hurto de vehículos, de hurto de motos, de hurto de residencias, de hurto de personas, y de hurto de locales comerciales. En buena hora la pudimos sancionar en junio, y ha sido un gran paso en el Congreso de la República.

Confío mucho en la cooperación de los ciudadanos con la fuerza pública. Hemos crecido mucho la fuerza pública. Pero en un país de un millón 164 mil kilómetros cuadrados, donde todavía el 51 por ciento del territorio está en selva, por fortuna, si la ciudadanía no se integra con la fuerza pública, es muy difícil, por grande y potente que sea la fuerza pública, derrotar el terrorismo.

La clave contra el terrorismo radica en la alianza ciudadanía - fuerza pública - Constitución, es bien importante. Y tenemos que promoverla, porque aquí se promovía lo contrario.

Un vistazo rápido a la historia de Colombia nos muestra que concluida la Guerra de los Mil Días, el país le dio la espalda a la fuerza pública. Unos policías y soldados se dedicaron a su tarea oficial, y los otros, que estaban en la insurgencia, desarmaron los fusiles, cogieron los morrales y regresaron a trabajar. Y se creyó que era incivilizado, que no estaba a la altura del respeto a las normas de la civilidad apoyar a la fuerza pública.

Y muchas generaciones las formaron con esa idea distorsionada. Y ha sido muy difícil recuperar el concepto de la seguridad, como valor democrático de la Nación.

La alianza de ustedes apoyando la fuerza pública es fundamental. Por eso yo celebro lo que ha dicho el Superintendente: cómo están creciendo esas redes que los integran a ustedes con la fuerza pública. Creo que nos va a ayudar mucho, para mejorar estos índices de seguridad.

Espero que podamos tramitar la ley. La presencia de la señora Presidenta del Senado aquí, comprometida con ustedes, es un buen anticipo de que podamos tener un trámite ágil de la nueva ley. De nuestra parte, con el liderazgo del Superintendente, queremos aprobar rápidamente el Conpes.

Yo soy partidario de que no haya licencias de vigencia corta. Las explicaciones que acaban de dar sus directivos, son totalmente valederas. Yo no veo razón para negar la posibilidad de que haya una licencia a término indefinido, con la posibilidad de revocarla en el momento que la empresa viole las disposiciones.

Ahora, se puede buscar esa figura jurídica. Que la Superintendencia le exija requisitos a las empresas, sin que para ello se tenga que vencer la licencia. Yo creo que ese puede ser el camino, para darle confianza a las empresas.

Lo de la naturaleza de la sociedad, del acuerdo societario. Tiene su más y su menos, porque en una actividad como esta es muy importante, que quienes participan del acuerdo societario sean visibles. Por eso a mi me quedan dudas de la posibilidad de abrirlo al anonimato. Los que ejercemos actividades de seguridad, tenemos que estarle dando la cara a la ciudadanía, sería un comentario totalmente respetuoso.

Muchas gracias”