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Diciembre 06

Palabras del Presidente Uribe en ceremonia de ascensos de oficiales en la Escuela de Cadetes José Maria Córdova

“Regresamos hoy a este campo de paradas, vinculados profundamente a la historia de la patria, para asistir al ascenso de unos compatriotas que han servido bien durante tantos años, con inmenso sacrificio, a la causa de Colombia.

Hemos ascendido al grado de mayor general al mayor general Guillermo Quiñónez Quiroz, mayor General Justo Eliseo Peña, mayor general Gustavo Matamoros Camacho; mayor general Hernando Pérez Molina; mayor general Luis Roberto Pico Hernández, mayor general Julio Alberto González Ruiz, vicealmirante Flaminio Malaver Calderón, mayor general Carlos Eduardo Ávila Beltrán, mayor general Carlos Alejandro Rueda y mayor general Mario Alberto Rodríguez Martínez.

Muchas felicitaciones a ellos, a sus señoras doña María Elena de Quiñónez; doña María del Pilar de Peña; Andrés, Juan Ricardo y Carlos Rodrigo; doña Claudia de Matamoros, Camila; doña Beatriz Eugenia de Pérez Molina; doña Yolanda de Pico Hernández; doña Luz Marina de González Ruiz; doña Martha de Malaver Calderón; doña Yamile de Ávila Beltrán; doña Adriana de Rueda Gómez, Adriana María y María Lucía; doña Blanca Cecilia de Rodríguez Martínez.

A estas señoras, a estos hijos, a los familiares de quienes hoy ascienden a mayores generales, a vicealmirante, nuestra gratitud. Pensemos por un momento en el sacrificio de estas familias. Tantas noches de angustia pensando en la suerte de su esposo, de su padre, de su hijo, de su hermano. Tantas horas de fatiga. Tantos momentos de temor por su suerte. Y ellos corriendo todos los riesgos para darnos tranquilidad a los colombianos. A esta familias toda nuestra gratitud y nuestro aplauso.

Hoy reciben el primer Sol como generales de la República, al ascender al grado de brigadier general (ya son brigadieres generales), el brigadier general Ricardo Díaz Torres, el brigadier general Juan Pablo Rodríguez Barragán, el brigadier general Pedro León Claver Soto, el brigadier general Manuel Gerardo Guzmán, el brigadier general Jaime Esguerra Santos, el brigadier general Javier Fernández Leal, el brigadier general Héctor Eduardo Peña, el brigadier general Javier Enrique Rey, el brigadier general Javier Flórez Aristizábal, el brigadier general Jairo Alfonso Aponte Prieto, el contralmirante Jesús Alberto Bejarano Martín y el contralmirante Henry John Blain Garzón.

A sus familias, muchas felicitaciones. A doña Sandra de Díaz Torres, Camila y Juliana; a doña Patricia de Rodríguez Barragán, a Natalia y Tatiana; a doña María Eugenia de Soto Suárez; a doña Sonia de Guzmán; a doña Elsa de Esguerra Santos, a Juan Pablo, a Natalia, a Jimena; a don Everto y doña Amelia, aquí presentes, los padres del brigadier general Fernández Leal; a doña María Victoria, su señora; a doña Blanca Miriam de Peña Porras, a Felipe y Catalina; a doña Judith de Rey Navas, Carolina y Javier; a doña Sandra Inés de Flórez Aristizábal, Tatiana, Manuela y Javier Andrés; a doña Clara Inés de Aponte Prieto; a doña Ruth de Bejarano Martínez; a doña Martha Rocío de Blain Garzón, a Thomas, María Paula, Carolina y Cristina, que representan esos hogares que han entregado tantas horas de tranquilidad y de desvelos para que la patria pueda vivir en paz, para que la patria recupere su presente y despeje su futuro. A estas familias nuestra felicitación y nuestra gratitud.

Y hemos impuesto hoy la Medalla de 35 Años de Servicio al vicealmirante Fernando Elías Román Campos, al mayor general Gilberto Rocha (hoy lo acompaña su señora doña Ana Lisa), al mayor general Carlos Lemos Pedraza, al mayor general Eduardo Behar Benítez, al inspector general de la Fuerza Aérea, mayor general Julio Armando Guzmán Ríos. Hoy lo acompaña su señora, la mayor Gladys Carmenza.

La Medallade 30 Años de Servicio al brigadier general Luis Fernando Medrano –hoy nos acompaña su señora María Rosario–, brigadier general Tito Saúl Pinilla Pinilla, brigadier general William Fernando Pérez, brigadier general José Rafael González, brigadier general Luis Eduardo Pérez, brigadier general Leonardo Barrero Gordillo, brigadier general Sergio Mantilla Sanmiguel, coronel Víctor Julio Alarcón, coronel Rafael Hani Himero. Treinta años, 35 años de servicio, de dedicación exclusiva a la patria.

Imaginen ustedes a estos compatriotas con 30 y 35 años portando las armas de la República. Treinta y 35 años sin que hubieran tenido un minuto de sosiego. Treinta y 35 años sin que hubieran estado un momento con seguridad plena para su integridad personal. Treinta y 35 años de desvelos por la patria. A ellos nuestro aplauso, nuestra gratitud, nuestra esperanza.

Me entrega el vicepresidente de la República, el doctor Francisco Santos Calderón, una notica. El 19 de abril de 2000 fueron secuestrados por las Farc don Gerardo Angulo, de 68 años, hoy tiene 75, y doña Carmen Rosa Angulo, de 68 años, hoy tiene 75. Van a cumplir ocho años en el cautiverio. De ellos nada se sabe. Es la suerte que han corrido millones de colombianos víctimas del terrorismo.

Don Gerardo Angulo y doña Carmen Rosa Angulo, secuestrados desde el 19 de abril del 2000, representan también el sufrimiento de los colombianos. Cuando pensamos en ellos, nosotros tenemos que pensar muy bien cada paso que nos propongamos. Preguntarnos a nosotros mismos y a los colombianos qué queremos: ¿concederle una victoria al capricho del terrorismo o mantener fortaleza a pesar de las dificultades para derrotar el terrorismo? Ese es el dilema del momento, apreciados compatriotas.

Nuestras familias, esposas, hijos, hermanos, nuestros compañeros de trabajo, nuestros compatriotas casuales interlocutores, todos nos dicen: Presidente, estamos conmovidos con las fotos de los secuestrados, con los videos. Estamos conmovidos con la carta de la doctora Ingrid Betancourt. Estamos conmovidos con ese rostro demacrado que expresa el sufrimiento de vejámenes y de torturas. Esas fotos nos estremecen. Estremecen al mundo. Pero, compatriotas, digámosle al mundo que hay motivos para sentir dolor, pero no para estar sorprendidos.

Es lo que ha hecho las Farc. ¿Cuando no se han comportado de la misma manera?

¿Por qué no recordamos hace poco, cuando logró escapar, gracias a un operativo militar, el hoy canciller Fernando Araújo, el estado de inanición en que se encontraba?

Recordemos hace poco cuando el suboficial Pinchao de la Policía logró escapar y ser rescatado en la selva por la Policía, el estado en que se encontraba su salud.

Cuando en mayo de 2003, en un intento de rescate que no alcanzó a tener combate, fueron vilmente asesinados el ex ministro Gilberto Echeverri y el gobernador Guillermo Gaviria y varios oficiales de nuestra fuerza, sus cuerpos mostraban las balas asesinas y mostraban ese rostro demacrado, ese cuerpo consumido, producto de los vejámenes y de la tortura.

Le decimos al mundo: el tema es para que nos duela, pero a los colombianos no nos sorprende, porque es lo que hemos sufrido durante 50 años por causa de estos terroristas y es la tragedia que no en todo el mundo comprenden. Y la tragedia que para superar necesita que tengamos firmeza, apreciados compatriotas.

Es una hora de dolor, pero el dolor no excluye la reflexión. Por eso no puede ser una hora de claudicación. Tiene que ser un dolor que produzca una reflexión: la reflexión de afirmar aquello que con toda determinación debemos continuar, para quitarles a los colombianos este dolor que se ha sufrido durante 50 años.

Permítanme hablar del acuerdo humanitario. ¿Qué hemos hecho? Y he de decirlo hoy aquí, repetirlo mañana en este campo, en la Escuela General Santander, en la Escuela Marco Fidel Suárez de Cali, en la Escuela Almirante Padilla de Cartagena. Hemos hecho inmensos esfuerzos que voy a relatar, y solamente hemos tenido como respuesta el asesinato.

En la campaña de 2002 les dijimos a los colombianos que de ganar nosotros la elección, no avanzaríamos en un intercambio humanitario si no se daba la condición de reiniciarse un proceso de paz con cese de hostilidades.

La Iglesia Católicame dijo, posesionado como Presidente: eso es imposible. Me lo dijeron los familiares de los secuestrados, nos lo dijo el Secretario General de Naciones Unidas. Y cambiamos de opinión. Aceptamos buscar el intercambio humanitario sin condicionarlo a que empezara un nuevo proceso de paz con cese de hostilidades.

Y voy a enumerar algunos de los esfuerzos.

Durante dos años y medio estuvo aquí un delegado del secretario general de Naciones Unidas, el señor James Lemoine, rodeado de todas las garantías por el Gobierno, para cumplir su tarea facilitadora. Aceptamos la facilitación del ex presidente Alfonso López, que en paz descanse, del ex presidente Samper, del doctor Álvaro Leyva, la facilitación de la Iglesia Católica, la facilitación de dos delegados europeos de Francia, de España y de Suiza.

Nos propusieron aceptar una zona no de despeje sino de encuentro en área rural de la cordillera central vallecaucana, de aproximadamente 200 kilómetros, y el Gobierno lo aceptó. Es bueno tener en cuenta eso, compatriotas.

Las Farc dijo primero que no le habían propuesto. Y cuando la desmintieron los europeos y le dijeron: esa propuesta se la entregamos al mismo tiempo a las Farc y al Gobierno, dijo que era que no la aceptaba. Siempre ese común denominador del engaño.

Después nos consultaron los europeos sobre zonas semejantes. Siempre las aceptamos. Vimos la posibilidad de una reunión en una embajada, en una escuela, en una casa cural, en la Nunciatura, en la Conferencia Episcopal. Nunca lo quisieron.

Es que vienen a mi memoria esfuerzos hechos con el ánimo de liberar a nuestros secuestrados. Todos infructuosos.

Primero liberamos unilateralmente a 25 integrantes de las Farc. Los entramos al proceso de reinserción. Este año ordenamos liberar a 150. Se ha hecho efectiva la liberación de 125. En 25 casos la justicia nos revocó unos indultos que nos impidieron hacer efectiva esa liberación. Quedaron efectivamente liberados 125, más los 27 anteriores, más Rodrigo Granda.

El presidente Sarkozy se posesiona el 1° de mayo. Y a la mañana siguiente me llama y me dice: “¿Es cierto que usted va a liberar 150?” Le dije: “Sí, Presidente”. Y dijo: “Libérelos, que nos ayuda a la liberación de Ingrid Betancourt”.

Y me llamó el viernes y me dijo: “¿Usted sí lo va a hacer”. Dije: “Claro que lo voy a hacer, Presidente, yo soy de una palabra”.

Dijo: “¿Le puedo pedir algo más”.

Dije: “¿Qué, Presidente”.

Dijo: “Libere a Rodrigo Granda”.

Le dije: “Si logramos obviar unos problemas jurídicos, lo hacemos”.

Liberamos a Rodrigo Granda, convencidos de que vendría una respuesta de liberación de compatriotas secuestrados.

¿Que no hemos hecho? Las recientes decisiones, las de hace tres meses, de permitir nuevos facilitadores. Muchos colombianos me decían: “Hombre, cuidado que hay un riesgo político”. Puse en un lado de la balanza el riesgo político y en el otro lado de la balanza el afán sincero de obtener la liberación de los secuestrados.

Y me dije: “Es preferible correr el riesgo político, con tal de dar pasos que permitan la liberación de los secuestrados”.

Esfuerzos todos estériles, algunos con consecuencias de difícil manejo en la política internacional del país.

¿Cuáles han sido las respuestas de las Farc? El asesinato y la mentira.

Miren: antes de hablar del asesinato y la mentira, un día me llamaron los delegados europeos y me dijeron que las Farc se proponían liberar a una persona, una mujer, como señal de buena fe, pero que necesitaban un corredor libre de ocupación militar en el Valle del Cauca y en el Cauca.

El Ministro de la Defensa y los Altos Mandos liberaron ese corredor. Esperamos durante cinco días y al quinto día nos dijeron los delegados europeos: “Las Farc nos engañó, nos incumplieron la promesa”.

Y hablemos de los asesinatos y de otras mentiras.

¿Cómo asesinaron al doctor Gilberto Echeverri, ex ministro de Defensa; al gobernador de Antioquia, Guillermo Gaviria, y a los oficiales que los acompañaban? En el suelo, indefensos, con todos los agravantes del asesinato.

No hubo combate. Con la entonces ministra de Defensa, senadora Martha Lucía Ramírez, y los Altos Mandos, fuimos a la selva del Murrí, donde se produjeron los hechos.

Y esa noche yo mismo recibí este testimonio de los dos oficiales sobrevivientes. Me dijeron: “Presidente, sentimos que volaban los helicópteros, difícil verlos porque es una selva muy tupida, del piso difícilmente se ve el cielo, y del cielo difícilmente la visión alcanza a traspasar las ramas y las hojas para llegar al suelo.

En su narración me decía: “Cuando se oyeron los helicópteros, los guerrilleros salieron en estampida, pero no llegaban los soldados. Entonces los guerrilleros regresaron y nos dispararon estando nosotros en el suelo. Nos mataron a corta distancia, con todos los agravantes, en condiciones de indefensión”.

Y oigan lo que me contaban, lo que me contaban, lo que me contaban los oficiales sobrevivientes: “Presidente, fuimos testigos de que el doctor Gilberto Echeverri y el gobernador Guillermo Gaviria se acercaron muchas veces a ese comandante de las Farc y le dijeron: ¿pero por qué nos secuestra y nos tortura? Nosotros estábamos en una caminata por el diálogo. Hemos sido sus amigos. Somos los amigos del diálogo”.

¿Saben qué les contestó ese comandante de las Farc? “Ustedes no son nuestros amigos. Ustedes son nuestros enemigos de clase, nuestros idiotas útiles”.

Y eso lo asocio con una conversación que tuve hace dos noches. Me decía un compatriota cuyo padre está secuestrado por las Farc que él fue muchas veces al Caguán y habló con Jorge Briceño, a quien se conoce con el alias del Mono Jojoy. Ojalá, Ministro; ojalá, general, puedan ustedes capturarlo. Oigan lo que le dijo el Mono Jojoy: “No. Nosotros estamos aquí en esta zona de despeje no para hacer la paz. Nuestro propósito es tomarnos el poder”.

Ellos entendían que la zona de despeje no era para hacer la paz sino para tomarse el poder. Hay que aprender de las lecciones de la historia. Y esa no es historia que nos contaron. Es historia que vivió el país hace poco. Cuando ellos hablan de idiotas útiles, es porque ellos saben aprovecharse de la buena fe de muchos colombianos. Y los convierten en idiotas útiles, traficando con el temor y con el terror.

Pero sé que el pueblo colombiano, en esta era de dolor, no va a ser idiota útil del terrorismo, sino apoyo firme de la autoridad para poder derrotar el terrorismo. Es la invitación que quiero hacerles.

Mataron a los diputados. El señor Vicepresidente estaba en Turquía. Me llamó al amanecer y me dijo: “Presidente, aquí está rondando esa noticia, qué tragedia”.

En su juventud, en su humanidad, estaba conmovido, le dije: “Qué dolor. Pero hay un motivo de tranquilidad: nosotros hemos hecho bien las cosas, Vicepresidente. Dios las juzgará. El pueblo colombiano las examina”.

Esos bandidos hicieron un show en Europa. Entregaron el comunicado de prensa para despertar a Europa y dijeron que los diputados habían muerto en un combate de la guerrilla con el Ejército. Mentiras. Mentirosos. Matones, bufones y mentirosos.

El señor Ministro de la Defensa hizo un repaso con las Fuerzas Militares y de Policía, riguroso, de las operaciones militares efectuadas en esos días respectivos en las áreas donde presumiblemente habían muerto los diputados.

Y al mediodía le dijimos al país: “En esos sitios, en ese día, no hubo combate”.

Quedaba nuestra palabra contra la del terrorismo. Nuestra confianza estaba en que era la palabra de un Estado democrático y de un Gobierno diáfano, contra la mentira del terrorismo. Pero Dios premia la buena fe.

Tampoco pudieron estos bandidos sostener la mentira. Y hoy en una página de Internet quieren sostener la mentira.

Nosotros ofrecimos que la justicia colombiana fuera asistida por delegados internacionales de ciencias forenses.

¿Qué ha dicho ahora la justicia? Que no hubo combates, que los diputados fueron asesinados estando tirados en el suelo, muchos a corta distancia, lo que se conoce con el nombre de quemarropa. Que después de asesinados, cambiaron los vestidos de los cadáveres y los trasladaron de sitio. ¡Cómo se van esclareciendo las cosas, en favor de la buena fe!

En octubre del año pasado, y es bueno tener esos antecedentes para juzgar la transparencia con la cual ha procedido el Gobierno, pusieron una bomba en la Universidad Militar. El Ministerio de Defensa tuvo pruebas en las siguientes horas de que había sido las Farc.

Por esa razón tomamos unas decisiones drásticas la mañana siguiente. Seguramente esas pruebas no eran suficientes para un pronunciamiento contundente de la Fiscalía en aquel momento, pero eran más que suficientes para las decisiones que tomó el Gobierno.

Oiga lo que se dijo en Europa: que ese carrobomba lo había puesto el Ejército por orden del Presidente Uribe para poder frustrar el acuerdo humanitario.

Acaba de descubrir la justicia que lo que dijimos nosotros aquel día fue verdad: lo puso las Farc. Penetró, con una señora, unos cursos de altos estudios militares. Y se valieron de ello para poner ese carro bomba.

¡Cómo engañan al mundo! Y hay incautos en Europa que se dejan engañar de estos bandidos. Y los hay en muchos países del mundo. ¿Pero saben por qué los engañan allá en el vecindario y en otros países del mundo? Porque allá les oyen el discurso, pero todavía no les han tenido que sufrir los secuestros y los asesinatos.

¿Qué tal que estos bandidos asesinaran y secuestraran en Europa, como aquí lo hacen? ¿Qué tal que estos bandidos, que posan de oradores y de políticos en los países vecinos, allá asesinaran y secuestraran como aquí lo hacen? Quizá por eso han engañado a tanta gente.

¿Y ahora qué ha pasado con las pruebas? El Gobierno ha dicho toda la verdad, como jamás ha negado la verdad, sobre todo en un tema tan delicado.

El jueves de la semana pasada, cuando el Ejército, con apoyo final de la Fiscalía, decomisó ese material, yo fui informado por el Fiscal General de la Nación (Mario Iguarán) entre las 6:00 de la tarde y 7:00 de la noche.

Le dije: “Fiscal, hagan el examen para estar seguros de que son creíbles”. Y después de las nueve o nueve y media de la noche, me dijeron: “Son creíbles”.

¿Qué instrucción dimos? Hay que entregarlas a la opinión pública sin dilación y sin manipulación. Así lo hicimos.

¿Un Gobierno amigo de las Farc qué podría hacer? Podría mostrar apartes de la carta de Ingrid Betancourt para demostrar que está viva, ocultar las fotos y el video y párrafos de la doctora Ingrid Betancourt, para evitar comprobar que las Farc torturan, como torturaba Hitler.

Nosotros las entregamos toditas. ¿Qué pudo decir nuestro Gobierno? Nuestro Gobierno pudo decir: hoy es jueves, amanecer de viernes, entréguenlas el martes por razones políticas del domingo.

Nuestro Gobierno no hizo eso. Dijo: entréguenlas ahí mismo, así cualquiera reclame el derecho de pedir un favorecimiento político por haberlas obtenido.

Allí había pruebas que perjudicaban al Presidente de la República porque, y lo comprendo, presionan por una zona de despeje, etcétera. El Presidente de la República había podido decir: no me perjudique publicando esa prueba. Pero no. Hicimos lo que hemos siempre: proceder diáfanamente, entregarlas en su totalidad, sin manipulación.

¿Qué sigue, compatriotas? El Gobierno tiene unos límites, especialmente estos: nosotros no podemos entregar una zona de despeje. Nosotros no podemos permitir que salgan guerrilleros de la cárcel a reincorporase al asesinato y al secuestro.

Es que de pronto es fácil recetar desde Europa y desde el extranjero, aun desde Bogotá, una zona de despeje a los compatriotas de Florida y Pradera. Pero así como es un mandato ético buscar la liberación de los secuestrados, también es un mandato ético cuidar la seguridad del colectivo.

Está bien que hagamos todos los esfuerzos para liberar a los secuestrados, pero lo que no podemos es maltratar al colectivo de Florida y Pradera por liberar a algunos. Lo que tenemos que buscar cómo lo hacemos, no podemos crearle el riesgo de secuestro y de inseguridad a 140 mil habitantes de esas dos ciudades que están en las goteras de Cali.

A mí me decía un Presidente de un país amigo esta semana: “¿Usted por qué tomó tal decisión, tal otra, de mucho riego político?”. Le dije: “Por demostrar una vez más nuestra buena fe, nuestro ánimo sincero de que liberen los secuestrados”. Y me decía: “Los gobiernos no tienen que demostrar su buena fe, se presume”.

Pero aquí hemos querido que no se presuma, sino que la demostramos una y otra vez.

Por eso en un momento cuando me llegaron unos europeos a hablarme de esa zona de encuentro en una zona rural, sin crearle riesgo a la población, lo aceptamos de inmediato. Ya les recordé cómo las Farc mintieron, y después dijo que no aceptaban.

Nosotros no podemos permitir que salgan unos guerrilleros de la cárcel si su salida es para reintegrase al asesinato y al secuestro. Nosotros hemos demostrado voluntad de liberar guerrilleros de la cárcel, pero no para que se reintegren al asesinato y al secuestro.

Hoy reitero ante los colombianos nuestra disposición de hacer un intercambio humanitario. Estamos listos para ello. Con requisitos.

Las normas jurídicas nos crean límites. Se está preparando un decreto para poder tener el marco jurídico, para hacer esa liberación de guerrilleros, con el compromiso de que no se reintegren a las actividades del asesinato y del secuestro.

Imaginen ustedes esto compatriotas: Tenemos 1.700 integrantes de Ejército y Policía que han sufrido mutilaciones por las minas antipersona del terrorismo. ¿Qué pensarán ellos, los que perdieron una pierna, una mano; los que están cuadrapléjicos, intentando una somera rehabilitación? ¿Qué pensarían ellos si ven que de las cárceles colombianas salen guerrilleros a vincularse al grupo terrorista al cual pertenecían, con el cual operaban, para que pongan más minas antipersona y produzcan más actos terroristas?

En todo eso tenemos que pensar.

El Presidente Sarkozy, con la razón que le asiste como Jefe de Estado de Francia, país del cual la doctora Ingrid Betancourt es nacional, como es de Colombia, ha hecho un emplazamiento a las Farc y a su jefe terrorista ‘Manuel Marulanda’, que el Gobierno colombiano comparte y respeta.

Hemos dicho también que si esos bandidos, por razones de consideración con el Presidente de Venezuela (Hugo Chávez), le entregan unilateralmente los secuestrados, el Gobierno de Colombia le da a ello la bienvenida.

Nosotros, de nuestra parte, con las limitaciones advertidas, estamos dispuestos al intercambio humanitario.

He pedido al Comisionado que se reúna con todas las ramas del poder, con las diferentes instancias del Estado, con los referentes que representan la opinión pública, con los partidos, con la iglesia, con las organizaciones religiosas, para escuchar la voz de nuestros compatriotas que nos indiquen cómo podemos avanzar en este intercambio humanitario, sin poner a riesgo la Seguridad Democrática.

El mundo, que siente un gran dolor por las fotos de la doctora Ingrid Betancourt, debe acompañar ese dolor de una reflexión: Es el dolor de 50 años del pueblo colombiano; el dolor que el pueblo colombiano tiene el derecho de superar. El mundo debe acompañar ese dolor con una reflexión: Esa es la manera como estos bandidos de las Farc hacen política: conmoviendo con su terror. El único instrumento que les queda para hacer política es la foto que pone en evidencia la tortura que le han propinado a Ingrid Betancourt, la misma que han sufrido todos los secuestrados.

Es la hora de decirles a estos cobardes que en Colombia seguimos en el empeño de derrotarlos, porque la política se hace con argumentos, no con terror. La política se hace con persuasión, no pretendiendo someter a un país democrático con el dolor que se deriva de torturar a los secuestrados.

No nos van a someter. No nos van a someter, compatriotas. Y asimilemos esto con Hitler: ¿Qué diferencias hay entre el estado de los secuestrados de las Farc y el estado al que llegaron aquellos que estuvieron cautivos en los campos de concentración de Europa?

Por eso es muy importante que la prensa francesa y la opinión europea entiendan que no nos pueden pedir a nosotros que hagamos nada diferente de lo que ellos habrían hecho, si hoy tuvieran de nuevo a un Hitler en Europa.

Si ellos tuvieran de nuevo a un Hitler en Europa, no lo habrían dejado prosperar. ¿Entonces, qué derecho tienen a pedirnos que nosotros tengamos que ser apaciguadores con el terrorismo? El apaciguamiento ha hecho mucho daño en la historia del mundo y en la nuestra.

En Colombia y allende los mares, mientras a Hitler se le apaciguaba por temor, crecía su arremetida terrorista, crecían sus campos de concentración. Un día se dijo en Inglaterra: ‘Permitamos que Hitler se tome a Polonia y a Checoeslovaquia, que con eso salvamos a Inglaterra de la invasión’.

Y después vino la invasión de Francia y después vino el bombardeo sobre los radares que habían instalado los ingleses a lo largo de su costa, y sobre el propio centro de Londres.

Apaciguar la bestia es alimentarle su poder criminal. Esta no es la hora del apaciguamiento, esta es la hora de la confrontación al terrorismo.

Nosotros tenemos el deber de buscar opciones para liberar a nuestros secuestrados, pero con el buen cuidado de impedir que algunas decisiones nuestras vayan a constituirse en estímulos al terrorismo, que recrudezca su capacidad de secuestrar.

La decisión que tenemos que tomar tiene dos componentes: Liberar a nuestros secuestrados y derrotar el secuestro en Colombia. No puede ser que por intentar liberar a nuestros secuestrados, fortalezcamos la capacidad de las Farc de secuestrar.

Vamos a seguir analizando el tema con afán, con angustia en toda hora, pero con el buen cuidado de no afectar la marcha de la Seguridad Democrática.

Hemos ofrecido beneficios jurídicos, económicos, a quienes, entre la guerrilla, entreguen secuestrados.

Ayer una guerrillera de las Farc entregó una niña que estaba secuestrada en Arauca. Ese es buen ejemplo, ministro (de Defensa, Juan Manuel Santos) y altos mandos. Tramitemos ya ese beneficio jurídico para esa guerrillera. Que sea el primer ejemplo de una guerrillera que rectificó, se atrevió a entregar una criatura secuestrada y recibe el beneficio jurídico del Estado.

Cumpliremos con ese beneficio jurídico, para que el mensaje les llegue a todos los secuestradores.

Vamos a seguir en esos esfuerzos. Porque, no olvidemos, el señor Vicepresidente (Francisco Santos) nos ha traído hoy un caso doloroso: Los esposos Angulo, secuestrados en abril de 2000, desaparecidos. Así hay miles de colombianos por los que nos tenemos que preocupar.

El Presidente Sarkozy reclama, como mandatario de Francia, la liberación de Ingrid Betancourt. Y nosotros también, como ciudadanos de Colombia, tenemos que luchar por la liberación de todos los secuestrados y por el aniquilamiento del secuestro.

Y no hemos hablado de otro tema de las pruebas. Es que aquellos que se denominan canjeables son 47. Llegaron pruebas de supervivencia de 16. ¿Dónde están las pruebas de los otros? ¿Dónde está la prueba de supervivencia de doña Clara Rojas? ¿Dónde está la prueba de supervivencia del senador liberal Gechen (senador liberal Jorge Gechen Turbay, secuestrado por las Farc en febrero del 2002)? ¿Dónde está la prueba de supervivencia del niño Emmanuel, concebido, nacido y creciendo secuestrado?

El mundo tiene que entender eso. ¿Dónde están las pruebas de supervivencia de los miles de secuestrados de las Farc que no ha devuelto?

Esa lucha la vamos a seguir. Pidámosle a Dios, al Espíritu Santo, que nos dé luces, pero que nos dé firmeza.

Estas fotografías y estos videos nos duelen. Pero también tienen que hacernos preguntar quién es el secuestrador, quién es el torturador de los últimos 50 años de la vida colombiana. Y al darnos nosotros mismos esa respuesta, que los caminos que el Espíritu Santo nos ilumine, sean caminos eficaces, eficaces para liberar a los secuestrados, para eliminar el secuestro.

Y esa eficacia -no medida en un resultado de corto plazo, sino en una proyección de futuro de Colombia, para que las nuevas generaciones puedan vivir felices- esa eficacia dependerá de no claudicar.

Muchas felicitaciones, señores generales y almirantes ascendidos en el día de hoy y a sus familias.

Compatriotas, que el dolor le dé alimento a nuestra fortaleza para no claudicar en el designio colectivo de derrotar el terrorismo”.