Bogotá, 9 dic (SP). “Como habíamos programado en el consejo comunitario de Aquitania, en el Lago de Tota, en Boyacá, esta mañana hicimos una visita a la región con empresarios del turismo, para promover con ellos una nueva etapa de oferta de infraestructura turística en Boyacá, ahora que avanza bastante la doble calzada, que en el país ha mejorado la seguridad y que además hay incentivos tributarios bien importantes para el turismo.
Antes de llegar de Aquitania, en compañía del Comisionado y del doctor José Obdulio Gaviria, nos reunimos con Monseñor Luis Augusto Castro, presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana, y con el padre Darío Echeverri, para hablar del tema de la liberación de los secuestrados. Y me parece oportuno decirle al país esta tarde lo siguiente:
El tema consideramos prudente manejarlo exclusivamente con la Iglesia Católica.
Los observadores internacionales de los cuales hemos hablado esa eventual zona de encuentro, garantizarían que ese zona de encuentro tuviera la presencia de que quienes tienen que estar allí, sin armas, que estuvieran seguros para poder sentarse en la mesa a definir el tema de la liberación humanitaria de los secuestrados.
Como en algunos colombianos hay preocupaciones por lo que pueda ser esa zona, me permito repetir las condiciones. Y esto debe ser lo que hable el Gobierno Nacional y no más. Debe ser una zona rural, en sitio no poblado, área aproximada de 150 kilómetros cuadrados, donde no haya instalaciones ni presencia militar y policiva que remover, que desplazar.
El Comisionado y el Ministro de Defensa me pidieron que debería ser por 30 días. Y además nosotros estamos pidiendo la presencia de la Cruz Roja Internacional, cuanto antes, en los sitios donde estén los secuestrados, para que la Cruz Roja Internacional pueda intervenir y evitar que continúe el deterioro físico y síquico de los secuestrados.
Tenemos la preocupación de que estas pruebas de vida, que las llamaría de tortura, corresponden a 16 personas. El terrorismo cínicamente ha dicho que tiene 47 canjeables. La preocupación es por la falta de las pruebas de supervivencia en relación con los otros compatriotas secuestrados. Faltarían pruebas de 31 compatriotas.
Uno se pregunta: ¿dónde están las pruebas de la señora de Lozada? ¿Dónde están las pruebas del ex gobernador Alan Jara, del senador Gechen, etcétera, de los oficiales, de los integrantes de la Fuerza Pública?
También es muy importante que el mundo sepa que esta tragedia la ha vivido Colombia durante 50 años. Que así como las Farc han torturado a estos compatriotas que están secuestrados, han torturado a miles durante estos 50 años. El país recuerda todavía con asombro, con dolor, el secuestro y posterior asesinato de compatriotas Harold Eder, como Oliverio Lara, como Gloria Lara de Echeverri, como José Raquel Mercado.
Es bueno recordar en cada momento que todos los esfuerzos que hemos hecho por el acuerdo humanitario, hasta ahora simplemente han tenido como respuesta el asesinato, primero, del grupo de cautivos donde estaban el gobernador Guillermo Gaviria, el ex ministro Gilberto Echeverri y unos oficiales de la Fuerza Pública. Después el asesinato por parte de las Farc de los 11 diputados vallecaucanos.
Debo repetir que las decisiones del Gobierno fueron dos: aceptar la zona de encuentro propuesta por la Iglesia Católica. Me parece muy importante y por eso esta tarde, al regresar de Boyacá y antes de viajar a la Argentina, quería repetir las condiciones para que haya tranquilidad de la ciudadanía.
Y segundo: la creación del fondo de 100 millones de dólares en el Ministerio de la Defensa, para estimular a los guerrilleros que están cuidando, léase torturando, a los secuestrados, para que esos guerrilleros se desmovilicen y traigan consigo a los secuestrados.
Hemos pensado mucho el tema. Creemos que debe haber menos cinismo en el guerrillero llano, que en los comandantes del terrorismo. Pensamos que debe haber menos cinismo en el guerrillero llano que en los comandantes del terrorismo, como Manuel Marulanda, como el señor Jorge Briceño, conocido con el alias de ‘Mono Jojoy’.
Por eso hacemos este llamado a los guerrilleros que están cuidando, léase torturando, a los secuestrados, para que recapaciten.
Ofrecemos todos los beneficios jurídicos, todo el apoyo. Y además las recompensas, que se irán graduando, caso por caso, y que se pagarán con ese fondo de 100 millones de dólares, para aquellos guerrilleros que desmovilicen sus cuadrillas y traigan consigo a los secuestrados.
Hago una reflexión a todos los compatriotas y pido repetirla en todas partes, para procurar llegar al corazón y a la reflexión de los guerrilleros que están cuidando, que tienen a su cargo físico, inmediato, a los secuestrados, que los torturan. Finalmente sufre tanto el secuestrador–torturador, como el secuestrado–torturado.
Puede ser que ese sufrimiento no se dé al mismo tiempo. Puede ser que hoy el sufrimiento sea exclusivamente del secuestrado-torturado, pero también en algún momento posterior, el secuestrador que lo torturó va a tener el mismo sufrimiento.
Por eso hacemos ese llamado a esos guerrilleros para que no sigan órdenes de sus comandantes del terrorismo, para que hagan una reflexión humana, una reflexión de ética, una reflexión cristiana, una reflexión de valores, procedan a desmovilizar sus cuadrillas y a traer consigo a los secuestrados. Que en lugar de seguir ellos causándoles ese dolor a los secuestrados, a las familias, a la nación entera, al mundo entero, pongan punto final a ese dolor.
Inmediatamente recobren la libertad para los secuestrados y para ellos mismos, para los guerrilleros que los están cuidando, que son los secuestradores materiales, el Gobierno les ofrece todos los beneficios jurídicos, toda la protección, todo el apoyo. Y además para eso hemos creado, para estimular ese proceso, ese fondo de 100 millones de dólares, a fin de pagar recompensas a estos guerrilleros que cuidan a los secuestrados, que desmovilicen sus estructuras y traigan consigo a los secuestrados, para que los secuestrados regresen a la libertad.
Miren, ese escenario hay que pensarlo de la siguiente manera: si se desmoviliza la estructura guerrillera y trae consigo a los secuestrados, los secuestrados recobran su libertad y también la recobran los guerrilleros, porque allá están finalmente, igualmente secuestrados. Igualmente secuestrados los secuestrados y los secuestradores.
Y al ofrecer beneficios jurídicos se logra lo siguiente: los secuestrados retornan a la libertad, pero los secuestradores, que también retornan a la libertad, ya no van a tener el riesgo de tener que pagar unas cuentas con la justicia enormemente altas.
Si hacen eso, si desmovilizan las cuadrillas, traen consigo a los secuestrados, esos guerrilleros se van a poder reintegrar a sus familias, vivir tranquilamente, van a ser apoyados por ese fondo de recompensas de 100 millones de dólares, y en lugar de seguir causándoles este sufrimiento a quienes tienen allá como sus rehenes, a los secuestrados, a las familias de los secuestrados y a la nación entera, van a dar un motivo de tranquilidad. Quería hacer esta invitación.
Quiero expresarles otra reflexión: el país ha avanzado en seguridad, en seguridad con avance democrático, que es lo único que nos puede llevar a superar esta tragedia de terrorismo de 40 años.
Por eso el Gobierno ha pensado muy bien en las condiciones al aceptar la propuesta de la Iglesia Católica de la Zona de Encuentro. Porque el Gobierno tiene que tener el buen cuidado de que las condiciones del acuerdo humanitario no afecten la Seguridad Democrática.
Pido a los colombianos hacer una reflexión sobre la necesidad de no afectar la Seguridad Democrática.
Y eso lo relaciono con otra reflexión: nosotros tenemos varios imperativos éticos. Nosotros tenemos varios deberes humanitarios. Hay un deber humanitario para contribuir a la liberación de los secuestrados. Y hay otro deber humanitario para contribuir a la seguridad de los colombianos, a fin de que no se recrudezcan las acciones de secuestro en nuestro país. Y un acuerdo humanitario, manejado de espaldas a la Seguridad Democrática, podría recrudecer la capacidad terrorista para secuestrar en nuestro país. Y hemos sufrido mucho durante 50 años.
Cuando reclamamos las pruebas de supervivencia de los 31 secuestrados, sobre quienes las Farc no han entregado pruebas de supervivencia, del grupo que ellos llaman los ‘canjeables’, muchos colombianos me llaman y me dicen: ‘Presidente, no se olvide, tengo un familiar secuestrado desde tal año por las Farc, no sé nada de él’.
En los últimos 10 años la lista oficial muestra que hay 750 colombianos secuestrados por las Farc, de quienes nada se ha sabido. Creo que la lucha para que las familias de esos compatriotas puedan conocer finalmente qué ha pasado con sus seres queridos, es otro deber humanitario”.
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Alguien me preguntó ahora, un compañero de ustedes, tal vez de Caracol Radio, me preguntó: ‘Presidente, ¿y por qué tal sitio no?’ La respuesta que le dí: ‘El Gobierno habla de condiciones, no de sitios’.
Muchas gracias muchachos”. |