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Noviembre 01

Discurso del Presidente Uribe en el Aniversario 28 del Parlamento Andino

Bogotá, 1 nov (SP). “Agradezco de todo corazón esta Medalla de la Integración que me confiere el Parlamento Andino, en la feliz oportunidad de la presidencia del doctor Luis Fernando Duque García, senador de la República de Colombia. La recibo como un acto de generosidad de ustedes.

Lo que debemos hacer por la integración es el cumplimiento elemental del deber. Por supuesto, hay épocas en que la integración hay que manejarla con mucha delicadeza, para que se fortaleza en lo que pareciera ser la fragilidad.

Algunos vaticinaban que llegaríamos rápidamente a expedirle partida de defunción, pero con convicción sobre su necesidad, y al mismo tiempo con delicadeza para enfrentar su diversidad, hemos logrado que hoy vuelva a tener vida no solamente jurídica, sino en el estado de ánimo de los países signatarios, que es bien importante.

Felicito al Parlamento Andino por su tarea. Las palabras que acabamos de escucharle al doctor Luis Fernando Duque, senador de Colombia y presidente del Parlamento Andino, son una rendición de cuentas muy positiva. Una tarea seria, una tarea encomiable.

Qué bueno que el Gobierno de Colombia y el Congreso de Colombia puedan poner su grano de arena, fortaleciendo este Parlamento con esta sede y con la infraestructura que la soporta.

Estudiaremos con el mejor cuidado la propuesta de reforma, y creo que debemos avanzar para que el Parlamento Andino, en cada momento, tenga más injerencia en la marcha de la comunidad.

Quiero agradecer las generosas palabras del doctor Luis Fernando Duque. Detrás de esas palabras hay la amistad surgida de haber actuado durante muchos años, los dos, en la vida pública de nuestra región, de nuestra comarca, y en la vida pública colombiana.

Quiero hacer un homenaje muy sentido al doctor Luis Fernando Duque, porque conozco su trayectoria desde que empezó su carrera política. Una trayectoria de honestidad, una trayectoria de carácter, una trayectoria de seriedad, una trayectoria de firmeza y una trayectoria de vocación realizadora.

Excelente su tarea como secretario en varios despachos de la ciudad de Medellín y del departamento de Antioquia. Excelente su tarea en las corporaciones locales. Diáfana su ascendencia sobre las autoridades regionales.

Ha sido un combatiente de las ideas, que ha administrado su espada en las ideas con toda honradez.

Y es igualmente honrado en el escenario nacional que en el internacional, que en regional, que en local.

Quiero aplaudir la consistencia de su personalidad política. Me parece que es el mismo, batallando por una buena administración local en el municipio de Itagüí, cercano a Medellín -donde le vimos hacer tantos esfuerzos de su batalla política inicial- como batallando con toda la transparencia, para que la Comunidad Andina salga adelante.

He tenido la fortuna de tenerlo de compañero en muchos tramos de mi vida política, y también de vocero crítico, que lo ha hecho de manera constructiva.

Creo mucho en que tiene una inteligencia que le permite ir avanzando en la comprensión de los fenómenos. Por eso, celebro y agradezco su voto positivo a la ley ratificatoria del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos.

Le agradezco inmensamente su apoyo permanente a la Seguridad Democrática y a otras iniciativas del Gobierno.

Apreciados parlamentarios andinos, apreciado senador de Chile, Jorge Pizarro; apreciado doctor José Ignacio Salafranca, presidente de la Asamblea Parlamentaria de Europa y América Latina; apreciado doctor Enrique García, director de la CAF (Corporación Andina de Fomento); doctor Freddy Ehlers, secretario general de la Comunidad Andina (CAN), apreciados asistentes.

Este país ha sufrido más de 40 años de terrorismo. En la comunidad nacional e internacional me preguntan muchas veces: “¿usted porque denomina terrorismo a la insurgencia?”  Y he contestado: porque el calificativo en alguna forma ennoblecedor de insurgencia, se le reconoció a movimientos armados que combatían regímenes opresores o dictatoriales. En Colombia los grupos armados no tienen opresión ni dictadura que combatir, sino democracia que maltratar. Esa es la diferencia profunda.

Cuando revisamos contra qué se enfrentaron en América Central, contra qué se enfrentaron en América del Sur, aquellos que recibieron el señalamiento de insurgentes, encontramos una gran diferencia. Tenían razones para enfrentarse, que esgrimían en procura de la profundización de la democracia, de su apertura, o de la derrota de las dictaduras. Lo que marca un profundo contraste con Colombia, donde procuran es destruir la democracia.

Por eso nuestra seguridad es democrática. ¿Por qué democrática? Para señalar que busca la profundización de la democracia, y para establecer la diferencia con lo que fue la doctrina de la seguridad nacional, que se recuerda en muchos países del continente.

Era una doctrina de seguridad indiferente o contraria a los principios democráticos y al pluralismo. En nombre de la seguridad se afectaba el pluralismo, que aquí protegemos con la seguridad. En nombre de la seguridad, la doctrina de la seguridad nacional suprimía el disenso, que aquí fluye sin límites, con toda libertad, como se acaba de demostrar en los últimos comicios electorales regionales de Colombia.

La nuestra es una doctrina de seguridad para la democracia.

Yo creo que esto va ganando apoyos en el corazón y en la convicción de los colombianos, como el que de manera generosa y contundente ha expresado esta noche el Presidente del Parlamento Andino, y él ha pedido la comprensión de toda la comunidad internacional a esta tarea.

Una tarea no en vano. Este país hace 5 años tenía casi 60 mil terroristas, hemos desmovilizado 46 mil. Pero no ha sido una desmovilización graciosa, de mera liberalidad, hay sido forzada por la política de Seguridad Democrática.

Los terroristas no aman la paz, la aceptan cuando la necesitan. Y eso nos ha obligado a persistir en la seguridad, como un camino que finalmente habrá de llevarnos a la paz.

Hace 5 años se mantenía intacta la nación colombiana como concepto sociológico de nuestro pueblo, pero el concepto jurídico del pueblo en el Estado colombiano estaba desdibujado, porque el Estado colombiano, como poder eficaz, había sido derogado en amplias regiones del territorio, por el poder usurpador de terroristas guerrilleros o paramilitares, financiados por el narcotráfico.

Hemos venido en un proceso de recuperación del poder eficaz del Estado democrático en el territorio colombiano, que es el proceso de recuperar para los ciudadanos la vigencia de nuestro ordenamiento jurídico, y la libertad que habían perdido frente a los grupos terroristas.

Todavía falta. No hemos ganado todavía, pero vamos ganando.

Y celebro mucho que el doctor Luis Fernando Duque García haya pedido esta noche que la Seguridad Democrática se convierta en una política de Estado, para garantizarle a las nuevas generaciones de colombianos, que en el futuro los gobiernos que habrán de venir no serán gobiernos comprometidos expresamente con el terrorismo, ni tampoco apoyadores velados del terrorismo, ni tampoco gobiernos fríos y neutros frente al terrorismo.

Qué importante su pedido de que la política de Seguridad Democrática se convierta en una política de Estado, en este momento donde hay que empezar profundas discusiones sobre el futuro político de la nación.

Pero no es solo la Seguridad Democrática lo que caracteriza nuestra acción, va de la mano de la política de confianza inversionista, y las dos van de la mano de la política social

Consolidar la Seguridad Democrática, consolidar la confianza inversionista y cumplir las metas de política social, son los tres ejes fundamentales de nuestro Gobierno.

Creo que las elecciones que acaban de transcurrir, mostraron un gran avance hacia la consolidación de la Seguridad Democrática.

Desde este Parlamento Andino, a través del doctor José Ignacio Salafranca, buen amigo de Colombia en la Comunidad Andina, desde el Parlamento Europeo, quiero hacer llegar un mensaje a Europa, un mensaje que también deben llegar a los Estados Unidos, a toda la comunidad internacional: las elecciones que acabamos de tener en Colombia estuvieron libres de interferencia paramilitar.

Hace cinco años teníamos un poder guerrillero consolidado en 40 años, y un poder paramilitar que lo había igualado, consolidado en 12 – 15 años.

Eran tan grandes esos poderes, que habría sido difícil anticipar que cinco años después llegaríamos a un proceso electoral sin interferencia paramilitar. Pero lo loogramos.

Y también llegamos con debilitamiento guerrillero, no obstante que asesinaron de los 87 mil candidatos a las diferentes corporaciones, asesinaron 20 candidatos, de los cuales ya la Justicia ha definido que 12 fueron asesinados por el grupo terrorista de las Farc.

Más de dos millones y medio de colombianos adicionales, concurrieron a las urnas, adicionales a los que concurrieron en las elecciones comparables del año 2003.

Para 18 mil 332 cargos, se presentaron casi 87 mil candidatos de 256 orígenes políticos diferentes.

Esto habla bien de la democracia colombiana.

¿Por qué digo yo que hemos superado el paramilitarismo? Sus grandes jefes están en la cárcel, su base desmovilizada. –que también se han desmovilizado en este Gobierno 10 mil guerrilleros, en toda la década de los 90  se desmovilizaron en Colombia 4 mil guerrilleros - quienes han reincidido, son perseguidos con toda la determinación por parte de la Fuerza Pública. Y quienes están fugitivos y no  se sometieron a la Ley de Justicia y Paz, también son objeto de esa persecución.

En el país hay guerrilla y hay bandas criminales del narcotráfico, pero no hay paramilitarismo. ¿Por qué lo digo? La palabra paramilitar se utilizo en Colombia para denominar las organizaciones criminales privadas, cuyo objetivo era combatir a las guerrillas.

Hoy no hay paramilitarismo, porque el Estado colombiano ha recuperado el monopolio que nunca debió perder: el monopolio  de combatir a las guerrillas.

Quienes recorrieron el país en este proceso electoral, afectos o desafectos al Gobierno que presido y a las ideas que agito, deben saber y deben decir -sino decirlo por lo menos aceptarlo- que en ese recorrido no encontraron bandas privadas de criminales combatiendo la guerrilla, sino un Estado que ha recuperado el monopolio de usar las armas de la República, para combatir cualquier organización criminal. Esto es bien importante.

Y eso nos da autoridad para seguir la lucha contra las Farc y contra el ELN y contra el narcotráfico.

Un Gobierno que ha desmontado el paramilitarismo, que desde el día cero de la administración emprendió una tarea firme y eficaz para combatir el paramilitarismo, tiene toda la autoridad para arreciar la lucha, en el combate a las guerrillas terroristas.

Y es que aquí tenemos una dificultad muy grande: el narcotráfico.

Cuando uno lee las tesis doctorales avaladas por lo propios partícipes de la contienda, sobre cómo se selló la paz en El Salvador, encuentra que las guerrillas tomaron la decisión de hacer la paz cuando enfrentaron dos circunstancias.

Primero se dieron cuenta que no tenían posibilidades de avance militar. En lo militar habían llegado a un punto muerto.

Y segundo, estaban enfrentando una gran debilidad económica, como quiera que habían dejado de llegarles contribución económica, no de la ‘Cortina de  Hierro’ -que de tiempo atrás había tenido que cerrarles las llaves por la  situación decadente de las finanzas de los países de la ‘Cortina de Hierro’- sino porque había dejado de llegarles contribución económica de ONG (Organizaciones no Gubernamentales) de Europa Occidental, que con sus dineros coadyuvaron en el sostenimiento de esas guerrillas.

 ¿Qué ha pasado en Colombia? Mientras allá la falta de dinero, de donaciones internacionales, fue conducente a la paz, aquí les ha sobrado dinero por el narcotráfico.

Aquí ha habido una combinación de arrogancia criminal, al estilo como la describe (William) Shakespeare en sus obras: “Siento sangre, tengo más sed de sangre”, y un sustento económico derivado del narcotráfico.

Por eso la lucha es dura, requiere la comprensión de todos los colombianos, y la comprensión de la comunidad internacional.

Un país que acaba de dar esta gran muestra de vigor democrático, tiene  derecho a pedir esa comprensión. Y por eso agradezco la voz que ha dejado sentir hoy el senador y presidente de este Parlamento, el doctor Luis Fernando Duque.

Pero estamos trabajando de la mano con la política de confianza inversionista y con la política social.

Permítanme decir lo siguiente: creo yo, que la historia de América Latina nos indica que la prosperidad social no puede separarse de la prosperidad económica.

En los años 60, en boga la tesis del desarrollismo en alguna parte del continente, mostró que la preocupación por la prosperidad económica, dándole la espalda a la prosperidad social, primero conducía a grandes niveles de crecimiento, después a grandes niveles de pobreza y finalmente estancaba la evolución favorable de la economía, por incapacidad de vincular las grandes mayorías excluidas.

Posteriormente, América Latina se fue al extremo contrario: agitar solamente la prosperidad social y dar la espalda a la prosperidad económica. Y sin prosperidad económica se hizo imposible la social. Y en muchos países, la social quedo relegada a un discurso demagógico que generaba entusiasmo electoral en las masas, e incredulidad popular en los gobiernos.

Por eso, nosotros debemos llevar de la mano la prosperidad social y la  económica.

Hemos dicho que este país no está en la tesis del estatismo. No desmantelamos el Estado, pero no permitimos que el Estado asfixie la iniciativa  privada.

Hemos reformado, para bien del patrimonio público, de la sociedad colombiana, del Gobierno transparente, 415 entidades del Estado, empezando por la Empresa Nacional de Telecomunicación, y recientemente por la Empresa Nacional de Petróleo. Ahora estamos reformando las clínicas de los seguros sociales.

Reformamos el Estado, pero no lo desmantelamos. Esas reformas nos permiten tener un Estado más eficiente, más competitivo, mejor gobernado, sin interferencias del clientelismo; un patrimonio público más solidó, unas finanzas públicas más sanas. Esa reforma le ha ahorrado al déficit un punto al año. Nos permite garantizar un pago a los pensionados, la tranquilidad de las nóminas activas y, por supuesto, la capacidad de inversión.

Pero ese Estado no puede obstruir el emprendimiento.

Colombia es un país donde los ciudadanos tienen más vocación por el emprendimiento, que por la subalternidad laboral. Les gusta más tener la microempresa, la mediana o la gran empresa, que ser subalternos laborales. Por eso no podemos afectar el emprendimiento.

Confianza inversionista con responsabilidad social, para nosotros es fundamental.

Y ha ayudado. Hace cinco años, de cada 100 dólares que se producían en Colombia, se reinvertían 12. Hoy entre 26 y 28 (dólares). El sector privado, en el mismo período, ha pasado de invertir 6 y medio a invertir 20 (dólares).

Yo creo que ese camino nos puede ayudar a resolver los grandes problemas, los grandes retos del empleo de buena calidad, de afiliación a la seguridad social, los grandes retos de superación de la pobreza, de construcción de equidad.

Tres requisitos de responsabilidad social se le exigen a la iniciativa privada en Colombia. Son ellos: la transparencia en las relaciones entre los inversionistas y el Estado. América Latina ha visto destruir muchas democracias, ha asistido a cambios bruscos de orientaciones de Gobierno, por falta de transparencia. El segundo, la fraternidad de los inversionistas, la solidaridad con las comunidades. Y el tercero las relaciones laborales, contrarias por igual al odio de clases y al capitalismo salvaje, y enmarcadas en la fraternidad cristiana.

Para esa confianza inversionista hay muchos temas que son fundamentales, internos y externos.

Un tema, la decisión de seguridad. La gente sin seguridad no invierte. Otro tema, las garantías al sector privado. Otro tema, la salud en las finanzas públicas. Otro tema, una razonable tributación y unos buenos estímulos a quienes hacen el esfuerzo de crecer. Otro tema, la integración fundamental. Y otro tema, la expansión de la integración.

Si todo eso se da, nosotros podemos resolver los grandes problemas de pobreza e inequidad que han afectado a nuestros países.

Permítanme allí, referirme al tema de la integración y al tema de la integración en expansión.

Para ambas es claro que hoy la economía interna, endógena, y la economía abierta hacia el mundo, no son excluyentes. Algunos teóricos de la economía han dicho que hay que hacer imperar solamente la economía endógena, porque es la que vincula las grandes masas excluidas a capacidad adquisitiva, y es la que hace vigorizar la economía. A ello contribuye, de manera bien importante, las tasas de inversión internacional que se logran con una economía en integración y con una integración en expansión.

Por eso he creído que no es solamente la economía endógena la que vincula las grandes masas excluidas, sino también la economía de la integración y la integración en expansión, porque esos flujos de inversión aceleran el proceso de superar la exclusión.

La integración hoy tenemos que manejarla con el buen cuidado de respetar la diversidad, y al mismo tiempo con la intuición de mantenerla en expansión.

Reiteramos hoy, ante el embajador de Venezuela, el doctor Pavel Rondón, la invitación al Gobierno de la hermana República Bolivariana de Venezuela, para que reingrese a la Comunidad Andina.

Nuestro secretario, el doctor Freddy Ehlers, quien representa en esa Secretaría a la Comunidad Andina y a su nación ecuatoriana, ha venido realizando un trabajo. Estamos a la espera de que el Gobierno de la hermana República de Venezuela nos entregue la propuesta, de lo que serían sus condiciones de reingreso a la Comunidad Andina.

Queremos que la Comunidad sea muy fuerte, y que la fortaleza se de sin que nadie sienta camisas de fuerza.

Fortaleza, con campos discrecionales más amplios de los históricos. Es mejor respetar la diversidad, que forzar las violaciones de la ley andina. Es mejor darle a cada afiliado a la Comunidad Andina un espacio discrecional, que le permita reflejar en la Comunidad Andina su propia orientación interna, que reventar la Comunidad Andina porque el uno incumple y el otro protesta.

Nosotros estamos dispuestos, en nombre de la diversidad, a abrir esos espacios de discrecionalidad frente a cada país.

Y estamos dispuestos también a incluir el capítulo social. Que todos cumplamos unas metas sociales, que tengamos que dar cuenta de ello al foro andino. Creo que esos serían dos pasos muy importantes para el reingreso de la hermana República Bolivariana de Venezuela.

Una Comunidad en expansión. Hace cinco años ya ni se mencionaba la posibilidad de integrar la Comunidad Andina con Mercosur. Había una mezcla de temor e indiferencia. Lo hemos logrado.

El retiro de Chile parecía sin retorno. En pocos meses se dio el nuevo acuerdo, para que Chile reingresara como estado asociado a la Comunidad Andina. Qué importante.

Y eso ha contribuido a tener ya dos tratados bilaterales con Chile: el de Perú y el de Colombia.

Y a eso se le suma la unión suramericana, que tiene que ir evolucionando, ojalá con unos compromisos sociales, ojalá con unos compromisos macroeconómicos.

Y hemos empezado el proceso de negociación con la Unión Europea. Quiero formular lo siguiente: acelerémoslo, respetando la diversidad.

Hace año y medio visité tres países centroamericanos para proponerles un acuerdo de libre comercio con Colombia: Guatemala, El Salvador y la hermana República de Honduras. Inicialmente decían allí sectores empresariales, que  era muy difícil, que Colombia tenía muchas ventajas en desarrollos industriales.

Les dije: mire, si ustedes lo detectan en la negociación, es muy fácil de resolver sin discutir. Para que las negociaciones queden equilibradas hay que equilibrar a quien en ellas participan. Colombia reconoce las asimetrías, las disparidades, y concede en el tratado las ventajas que compensen las desventajas. Y así se hizo y se pudo firmar lo que se veía como imposible.

Permítanme sugerir que aceleremos la negociación con Europa, dando la posibilidad de que países hermanos que quieran tener algunas salvedades, que quieran tener unos plazos más extensos, que quieran tener y necesiten tener otro tipo de asimetrías, lo puedan lograr.

Que todos negociemos no quiere decir que todos tengamos que negociar lo mismo. Yo creo que si eso lo aplicamos -y se lo voy a sugerir a nuestro Ministro de Comercio, para que lo transmita con el secretario de nuestra Comunidad Andina, el doctor Freddy Ehlers, a los ministros de los países hermanos- si todos los aplicamos, podemos adelantar esa negociación con Europa.

Y es una negociación bien importante, bien peculiar. Porque no es una negociación que se reduce a un Tratado de Libre Comercio. Es una negociación integral que incluye el diálogo político, incluye la cooperación, incluye el comercio.

Y algunos me dicen: ¿por qué no mantenemos las normas de las preferencias unilaterales? En cada ocasión en que se van a extender es difícil. Y la inversión no fluye cuando hay preferencias unilaterales, los inversionistas temen. A nosotros nos lo han dicho frente a Estados Unido. Dicen: “hombre, a nosotros nos da miedo invertir en Colombia con miras al mercado de Estados Unidos, porque no sabemos cuánto van a durar las preferencias unilaterales, y no estamos seguros de la renovación”. Y cada renovación es un conjunto de dificultades que deben superar.

Ahora, ¿cómo influye esto al interior de la Comunidad Andina? Yo he sostenido que los países hermanos son como los hijos del mismo papá y  la misma mamá, todos tienen que luchar por tener buena suerte.

El que crea que puede prosperar en medio de la debacle de sus vecinos, está equivocado. Para salir adelante en la Comunidad Andina, a todos nos tiene que ir bien.

Cuando algunos opositores del Gobierno de Venezuela dicen que va a tener rápidamente un déficit fiscal, yo digo: “mi Dios, que eso no sea así”. Cuando algunos vaticinan que el proceso incipiente de recuperación de Colombia se va a frenar, yo digo: “mi Dios, que eso no sea así”. Aquí necesitamos que a todos nos vaya bien.

Pero con una integración en expansión nos puede ir bien. Mire, si se da el Tratado de Libre Comercio de nosotros con Estados Unidos, cuánto más le vamos a comprar a Venezuela, que necesitamos de una serie de materias primas de bienes industriales, industria petroquímica, de aluminio, de hierro, etcétera.

Y en cuanto mejore el ingreso de los colombianos, cuánto más le vamos a comprar a Venezuela de otros productos.  Yo creo que ese es un camino donde todos podemos ganar.

Por eso, yo no desaprovecho oportunidad para invitar a fortalecer la integración con dos condiciones: que nadie la entienda como una camisa de fuerza, que haya un espacio de discrecionalidad para cada país y que, al mismo tiempo, todos aceptemos que una integración en expansión es conveniente para todos.

Confío que podamos avanzar en retos tan importantes, como la negociación con la Unión Europea.

Pero ahí no queremos quedarnos. Qué bueno que todos pudiéramos hacer la negociación con Canadá. Qué bueno que los acercamientos al mundo árabe, al Asia, se puedan acelerar. Yo creo que es mejor lanzarnos hacia allá, que mantenernos en luchas teóricas intestinas, que finalmente han detenido la evolución ideológica.

Hoy se mantienen muchas de las luchas teóricas que se dieron hace un siglo, y tenemos mucha más gente y mucha más gente pobre. Por eso necesitaríamos hoy más logros audaces y menos retórica.

Colombia está lista a participar con los hermanos andinos, con la República Bolivariana de Venezuela, con Mercosur, en procesos de integración con Asia, con el mundo árabe. Lo consideramos de fundamental importancia.

Abrirnos al mundo con criterio social para superar pobreza.

Y quiero también agradecer el trabajo de la Corporación Andina de Fomento (CAF), del doctor Enrique García, cómo ayuda.

Hoy hay plata en el mundo, para estos países. -y de pronto no se nota tanto la agilidad de la Corporación Andina- pero cuando yo llegué a la Presidencia de Colombia, estábamos en un acuerdo con el Fondo Monetario que era necesario renovarlo, ya hoy no tenemos.

El Banco Mundial nos había dicho: Colombia perdió la factibilidad financiera. El flujo era negativo. Y comparábamos lo que cada año iríamos a recibir de créditos del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, con lo que cada año les teníamos que girar, el flujo era negativo. ¿Quién nos dio la mano con toda agilidad en ese momento? La Corporación Andina de Fomento.

La Corporación Andina de Fomento es ágil, la Corporación Andina de Fomento es transparente, y eso en muy buena parte se le debe a Enrique García, a quien quiero felicitar.

Y felicito al Parlamento Andino, por hacerle a Enrique este reconocimiento, y a la Corporación Andina de Fomento.

Muchas gracias, apreciados parlamentarios andinos. Muchas gracias, señor presidente, doctor Luis Fernando Duque García. Y avancemos en este proceso de la integración.

Muchas gracias a todos.