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Septiembre 05

Presidente Uribe condecoró a la Sociedad Económica de Amigos del País

Bogotá, 5 sep (SNE). El presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez, otorgó este miércoles la Orden Nacional al Mérito en el Grado de Cruz de Plata a la Sociedad Económica Amigos del País, como reconocimiento a sus 50 años de labores.

En la ceremonia, que se cumplió en la Casa de Nariño, el Jefe de Estado resaltó la contribución de la Sociedad en el desarrollo del país y su preocupación por los sectores más necesitados.

El siguiente es el discurso del Presidente Uribe:

“Las Sociedades Económicas llegaron a América de España, con el espíritu fraterno de ayuda a la comunidad, promoción de los inventos, fomento de las artes liberales, premio al ingenio y una decidida vocación agrícola. Aquí incursionaron en la política y se convirtieron en una herramienta de lucha contra el poder opresivo.

La primera de ellas, que se creó en Nueva Granada, se estableció en Medellín en 1781, por iniciativa del sacerdote José Londoño Piedrahita, que invirtió sus bienes para beneficio de la Patria, fomentando la agricultura, la industria y la aplicación al trabajo como fundamentos en los que estriba la felicidad de los Estados y de los pueblos.

La segunda Sociedad Económica se creó en Mompox, en 1784, conformada por miembros de la burocracia colonial española, para promover el cultivo del algodón. Estimuló también la educación, el desarrollo económico y amor a la Patria.

La historia de la ‘Sociedad Económica Amigos del País’ se vio permanentemente interrumpida hasta 1956, cuando quien se convertiría en uno de los presidentes más importantes de la historia de la Nación, el doctor Carlos Lleras Restrepo, a su regreso del exilio, la funda, según sus palabras: ‘para fomentar en las clases intelectuales un sentimiento firme de sus deberes para con el pueblo colombiano y una fraternidad creciente con la gran masa de nuestros compatriotas, a quienes tenemos la obligación de servir con desinterés y constancia”.

Desde entonces, 1956, la Sociedad ha contribuido a formar una ilustrada opinión pública, como lo dijera el ex presidente Lleras Restrepo, capaz de ejercer positiva influencia sobre la conducción de la vida colectiva. Ha sido fuente ideológica del Liberalismo, ha fomentado su carácter deliberante en el análisis de los asuntos públicos, manteniendo la preocupación por los sectores más pobres y vulnerables.

Porque, como sostuvo el ex presidente Alberto Lleras: ‘La Nación no tenía por qué apegarse siempre a las formas clásicas del mundo capitalista, limitándose a introducirle tímidas correcciones, sino que debería procurar desbordarlas en un resuelto empeño de abrir, para la masa innumerable y desvalida, perspectivas distintas, más próximas y consoladoras que las que excepcionalmente podría vislumbrar a través de un sistema en que la propiedad de los medios de producción y su control permanecían excesivamente concentrados’.

Hoy se impone rendir un homenaje a los fundadores, a quienes nos acompañan desde las colinas de la historia y a los presentes: al ex presidente Carlos Lleras Restrepo; a los doctores Jaime Samper, Luis Guillermo Echeverri y Álvaro Campo; Jaime Tobón, Aurelio Camacho, Álvaro Uribe Rueda, Pedro Gómez, Jorge Gaitán, Jaime Posada, Miguel Fadul, Óscar Gómez, Abdón Espinosa, Enrique Peñalosa, Carlos Moreno, Enrique Chávez, Néstor Hernando Parra, Fernando Serpa, Fabio Lozano, Diego Uribe, Francisco Zuleta, Pablo Samper, Emilio Urrea, Jacobo Pérez, Héctor Charry, Jorge Méndez, Guillermo Ponce de León, Álvaro García, Jorge Gaitán y Francisco Lozano.

Todos ellos han creído en una economía privada sin monopolios y en un Estado que intervenga para conciliar, sin interferir la iniciativa productiva. Presupuestos que la Nación podrá jamás abandonar, a fin de contar con un crecimiento más veloz, una base productiva con una gama más amplia de propietarios y una estructura social más justa.

Quiero recordar también algunos de quienes la han presidido, empezando por el ex presidente Carlos Lleras; los doctores Alejandro Uribe Escobar; nuestro ex ministro Hernando Agudelo Villa, hoy presidente de su Junta; los encargados de juntas directivas, como los doctores Heliodoro Ángel Echeverri, Hernán Echavarría Olózaga, Miguel Fadul, Pedro Gómez Valderrama, Miguel Galvis, Francisco Lozano Valcárcel, Jorge Méndez Munévar, Enrique Peñalosa, Rafael Rivas y José Francisco Socarrás.

Representan una pléyade de hombres a los que podríamos definir con características de demócratas integrales, poseedores de una férrea independencia intelectual, expresiones todas ellas de una concepción patriótica de la economía, comprometidos en la búsqueda de la felicidad y en la búsqueda del bienestar del pueblo, como razón de ser de la función estatal y política, comprometidos de manera cierta y sincera con el desarrollo nacional.

A los fines iniciales de la ‘Sociedad Económica de Amigos del País’ se suman los de su visión de cara al siglo XXI, para vincularse a sectores juveniles y de trabajadores, a luchar por el fortalecimiento de los partidos, a seguir profundizando su participación en estudios que contribuyan al desarrollo del país y a trabajar incansablemente por la paz de Colombia.

La Sociedad ha dado origen a entidades tan importantes como el Fondo de Publicaciones, las Ligas de Consumidores, el Semanario La Calle, la Corporación Amigos del País, la Biblioteca del Pensamiento Liberal Colombiano, la revista Nueva Economía y la revista Nueva Frontera.

Dijo el ex presidente Lleras Restrepo en 1956: ‘Debemos advertir que el campo de actividades de la Sociedad no está en manera alguna limitado a los asuntos económicos y fiscales. Su nombre de Sociedad Económica de vieja raigambre histórica no significa, pues, que hayamos de confinarnos a ese terreno, como no se confinaron a él las viejas Sociedades Económicas españolas de los tiempos de Carlos III, que nos han servido de antecedente y de modelo’.

Los liberales del mundo no hemos estado en este siglo más desempleados ni hemos tenido poco éxito en la propagación de nuestras ideas y en las luchas que hemos emprendido.

El afán por buscar otros principios, la adhesión a otras causas, nos ha hecho olvidar nuestra función esencial y, por eso, precisamente por eso, los partidos liberales desaparecen o se hacen débiles e impotentes.

Las ideas liberales y la mecánica para ponerlas en actividad, en cambio, no se han hecho obsoletas. Y de tiempo en tiempo hay que recurrir a ellas para volver más liberales a los partidos políticos que las defienden, envilecidos en el Gobierno y corrompidos por el poder o por la oposición sin esperanza.

Este párrafo de tanta actualidad hace parte de la intervención del ex presidente Alberto Lleras Camargo en la celebración de los 25 años de la Sociedad Económica de Amigos del País, en 1981.

Han mantenido ustedes, apreciados compatriotas, la llama de un gran esfuerzo intelectual y político, tan útil a la Nación.

Permítanme referir algunas de las inquietudes que nos ha traído el doctor Hernando Agudelo Villa.

Nosotros creemos que debemos llevar de la mano la lucha por la seguridad, la lucha por la confianza inversionista y el cumplimiento de las metas sociales. Hacen parte de lo que tiene que ser la búsqueda de la confianza nacional.

Sin seguridad y sin inversión es imposible superar la pobreza y empezar a superar los grados profundos de desigualdad. Sin seguridad y sin inversión, creemos, el discurso social se reduce a la arenga demagógica y todos los días es mayor la brecha entre el discurso social y el resultado social.

A su vez, una política social que sea capaz de producir resultados se convierte en el gran factor legitimante de la política de confianza inversionista y de la política de seguridad democrática.

Hemos desmovilizado 46 mil personas, de más de 60 mil que encontramos en los diferentes actores terroristas. De ellos, 33 mil son de los mal llamados paramilitares y más de 12 mil de las guerrillas.

Los procesos anteriores de desmovilización no llegaron a 5 mil guerrilleros: el M19 desmovilizó 900; el EPL, 2.000. Y unas poquitas docenas se desmovilizaron, sumados el Quintín Lame y la corriente Renovación Socialista.

Nosotros hemos desmovilizado 12 mil guerrilleros. Lo hemos hecho en nombre de la seguridad y están hoy en un proceso que es el proceso de reinserción, costoso para la Nación, difícil para el Gobierno y un gran reto para la sociedad.

Falta mucho camino qué recorrer en el tema de la seguridad democrática. Pero tenemos confianza que con perseverancia el país la va a asimilar finalmente, no como una actitud anticivilista, no como una política de derecha, no como una expresión fachista o autoritaria, sino como lo que debe ser: la seguridad entendida como un valor democrático y como una fuente de recursos.

Estamos haciendo enormes esfuerzos en todos los campos donde se expresa la seguridad.

Hoy he terminado una reunión que realizo mensualmente con los líderes de las Centrales Obreras de Colombia y el tema fue la seguridad de los líderes sindicales.

Cuando este Gobierno empezó, en Colombia se habían dado años en los cuales habían sido asesinados 256 líderes sindicales. La historia es tortuosa y compleja.

Todo empezó cuando las guerrillas marxistas de los años 60 y 70 agitaron la combinación de las diferentes formas de lucha, penetraron grupos del movimiento sindical, de la política, del periodismo.

Prosperaban esas guerrillas y, con ellas, la violencia. Llegaron los paramilitares a competir en crueldad, asesinaban a líderes sindicales acusándolos de ser colaboradores de la guerrilla, y la guerrilla, a su vez, asesinaba a líderes sindicales acusándolos de ser cómplices del paramilitarismo.

Este año todavía han muerto seis líderes sindicales en Colombia. Ninguno de ellos, hasta ahora -dicho por la Justicia- por causas relacionadas con su actividad sindical.

Estamos, adicionalmente, realizando un gran esfuerzo para superar la impunidad. Hemos introducido el Sistema Penal Acusatorio, la oralidad, la reforma de los códigos. Y en medio de una estrechez fiscal, todavía aguda, hemos fortalecido la Fiscalía.

Gracias a esta acción, en los últimos meses empieza a superarse la impunidad. Hoy nos confirmaban que hay 108 personas recientemente condenadas, por ser autores o coautores de asesinatos contra líderes sindicales.

Haremos un esfuerzo, en los tres cortos años que nos quedan del Gobierno, para que el país siga avanzando hacia la seguridad, hacia la seguridad con total alcance democrático.

Hemos avanzado en confianza inversionista. Cuando empezamos, el país invertía 12 pesos por cada 100 pesos que producía. Hoy invierte entre 25 y 27.
El sector privado invertía 6,5. Hoy invierte entre 19 y 21.

Creemos que la confianza inversionista es lo único que permite un crecimiento sostenido de la economía, vigoroso, y a la par con ello, tenemos unas metas sociales muy exigentes.

Recibimos la pobreza en el 59 por ciento. La medición del año pasado nos da el 45. Todas las herramientas que estamos accionando buscan que la pobreza se sitúe, en el 2010, cuando termine nuestro Gobierno, no por encima del 35 por ciento, que todavía será muy alto. Pero si logramos ese objetivo, no fácil, se facilitará que los gobiernos que nos sucedan alcancen, para el 2019, cuando el país celebrará los 200 años de la Batalla de Boyacá, un nivel de pobreza no superior al 15 por ciento.

Formado yo en buena parte de mi vida política al lado del doctor Agudelo Villa en Antioquia, no puedo olvidar el tema que fue siempre el objeto principal de su discurso. El tema de la equidad distributiva. Creo que hay dos aspectos que el país va a empezar a sentir: cuando examinamos cómo ha evolucionado el ingreso en los quintiles superiores y en los dos más bajos encontramos que hoy se presenta, por primera vez después de muchos años, un mayor porcentaje de crecimiento de ingreso en los quintiles inferiores.

El coeficiente Gini, motivo de vergüenza para Colombia, ha empezado, lo que podríamos llamar, a vivir un punto de inflexión. Hemos predicado que el nuestro no puede ser un capitalismo de Estado, al estilo de las vocaciones estatistas que hoy reaparecen en América Latina ni tampoco un capitalismo de monopolios privados. Hemos procurado impulsar profundamente la mediana y la pequeña empresa. Tanto en microcrédito como en mediana empresa estamos logrando unos niveles de financiación que rompen todas las expectativas que en esa materia podríamos haber generado.

Recientemente, una organización privada monitora de emprendimiento en el mundo expresó que Colombia, en los países de su nivel de desarrollo, es el segundo con mayor dinámica de emprendimiento.

Sabemos que la sostenibilidad de una economía, que sea capaz de superar la pobreza y de mejorar la equidad, depende de esa dinámica del emprendimiento, que la estancan los monopolios estatales y también la estancan los monopolios privados.

Estamos haciendo un esfuerzo, apreciados compatriotas de la Sociedad Económica, en todos estos aspectos.

Y quiero referirme al tema del acuerdo humanitario. Lo hemos buscado por todos los medios. Cuando era yo candidato a la Presidencia de la República le dije al país que no participaba en la idea de un canje humanitario a no ser que se reiniciara un proceso de paz con cese de hostilidades.

Tuve que abandonar esa idea después de hablar ya como Presidente en ejercicio, con la Iglesia Católica, con el Secretario de las Naciones Unidas, con el Presidente de Francia, con los familiares de los secuestrados.

Autorizamos a muchos compatriotas y a la comunidad internacional para ser facilitadores de ese acuerdo humanitario. Tengo, sí, dos reservas frente a él, que tengo que referirme a ellas con absoluta franqueza.

La primera: considero que no es conveniente para el país zonas de despeje. Y la segunda: considero que no es conveniente para la seguridad, que con alcance democrático estamos buscando, que en nombre del canje humanitario salgan guerrilleros de la cárcel para volver a delinquir.

El país vivió despejado muchos años. Por eso se llenó de guerrilla y de paramilitares, ambos financiados por el narcotráfico. Hoy hemos ganado lo que yo llamaría un gran intangible para la democracia: las bases populares de la Nación nos reclaman, por igual, más Fuerza Pública y más atención social. El discurso político había hecho, en el pasado, que esos reclamos fueran excluyentes. Ahora son convergentes.

Las bases populares de la Nación nos dicen ‘necesitamos la presencia del Estado; no podemos estar solos esperando a guerrillas o a paramilitares’. Una zona de despeje, además, se convertiría en una zona para que los insurgentes, hoy terroristas, eludan la acción de la Fuerza Pública y frustren días o meses preciosos de la política de Seguridad Democrática. Ofrecimos la alternativa de una zona de encuentro pedida por varios facilitadores europeos. La guerrilla primero dijo que no le habían comunicado y después que no aceptaba.

El otro limitante, el destino de los guerrilleros que salgan de la cárcel. Nosotros tenemos en los batallones, en los hospitales militares, en sus pabellones de sanidad, 1.700 compatriotas, entre policías y soldados, que han sufrido alguna mutilación por las minas antipersona. A mí me parece que es de la mayor importancia la motivación de la Fuerza Pública. Se necesita logística, reclutamiento, presupuesto, pero todo ello es inútil sin una Fuerza Pública motivada.

En la historia de Colombia no tenemos la tradición de una Fuerza Pública golpista, pero sí la tradición de una Fuerza Pública desmotivada. Tantos episodios de los últimos años la desmotivaron, hasta el punto de que los esfuerzos que se hicieron para que fuera más eficaz, todos, todos fueron inocuos.

Yo le he prestado la más cuidadosa atención a la motivación de la Fuerza Pública, a su moral. Por eso, las gestiones de paz que nosotros hemos hecho han estado coordinadas, también, con los soldados y policías de Colombia. Todos ellos aceptan que salgan guerrilleros de la cárcel como parte de un canje humanitario, pero que no vuelvan a delinquir.

Hemos hecho un ensayo importante, arriesgado. Hemos liberado 177 integrantes de las Farc en dos etapas: primero 27, y ahora 150, más Rodrigo Granda, con el compromiso que no se reintegren al delito. De todos ellos ha sido asesinado uno. Los otros están cumpliendo. Y si bien Rodrigo Granda dijo que no se desmovilizaría de las Farc, también aceptó no incorporarse al asesinato ni al secuestro y actuar como gestor de paz.

Estamos dispuestos al canje humanitario, pero con esas dos salvedades y sin abandonar el esfuerzo por el rescate de los secuestrados, a través de las instituciones constitucionales de la Nación.

Recibo con el interés, la atención y el respeto de siempre las preocupaciones del doctor Hernando Agudelo Villa, en nombre de la Sociedad Económica de Amigos del País. No estamos en el paraíso, apreciados compatriotas. Las dificultades de la Nación son inocultables, pero también hay cosas buenas que se ven en unos rostros más alegres y más esperanzados de todos los colombianos.

Permítanme expresarles un deseo: que esta condecoración, en los 50 años de la Sociedad Económica de Amigos del País, sea el inicio de la conmemoración de los 100 años de nacimiento del ex presidente Carlos Lleras Restrepo, que se cumplirán en 2008.

Con la participación de ustedes, de la familia del ilustre ex presidente, de los ex presidentes de la República, de los partidos, de las diferentes academias, queremos, durante el año 2008, hacer una importante conmemoración en todo el territorio de la Patria, para que las nuevas generaciones de colombianos incorporen a sus referencias la necesaria de la democracia, la del ex presidente Carlos Lleras Restrepo, a quien tanto le debemos los colombianos, una de cuyas obras fue la creación de la Sociedad Económica de Amigos del País, que durante estos 50 años, con vigor, con persistencia ejemplares, ustedes, apreciados compatriotas, han logrado que perdure.

Muchas gracias por haber concurrido esta tarde. Y me siento muy honrado de haber entregado esta condecoración a la Sociedad, en cabeza de uno de los más ilustres colombianos, el ex ministro doctor Hernando Agudelo Villa.