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Septiembre 24

Palabras del Presidente Uribe en la reunión “América Latina y el Caribe sin Hambre”

El presidente Álvaro Uribe Vélez explicó los avances de programas sociales como la Banca de Oportunidades y Familias en Acción, al intervenir este lunes 24 de septiembre en la reunión “América Latina y el Caribe sin hambre”, organizada por la FAO y que se realiza en Bogotá. Foto: Miguel Ángel Solano - SP -

 

Bogotá, 24 sep (SP). “Doy la bienvenida a este segundo encuentro del Grupo de Trabajo “Iniciativa de América Latina y el Caribe sin Hambre”, lanzado en el 2005 en Guatemala por el presidente Luis Inacio Lula da Silva del Brasil y el presidente Óscar Berger de Guatemala. Deseo todos los éxitos en la evaluación y en las nuevas proyecciones y reitero todo el compromiso de Colombia.

El doctor Luis Alfonso Hoyos, director de la Agencia Presidencial para la Acción Social, ha hecho una completa exposición del esfuerzo que adelanta Colombia en esta materia. Permítanme complementarla ubicándola en el modelo con el cual Colombia trabaja hoy.

Nosotros buscamos una democracia pluralista, no interferida por el terrorismo, en

permanente debate constructivo, que sea capaz de crear opciones y no se estanque en los antagonismos insuperables. Una sociedad sin exclusiones y sin lucha de clases. No compartimos la tesis de desmantelar el Estado y tampoco compartimos la tesis del estatismo.

Hemos reformado 420 instituciones del Estado y procuraremos hasta el último día del Gobierno seguir reformando instituciones del Estado. Justamente hemos reformado muchas de la que tienen que ver con estos temas sociales de trascendental importancia, como los que hoy aquí nos reúnen.

Le damos todo el espacio a la iniciativa privada, pero la enmarcamos en la responsabilidad social, que tiene que expresarse en la transparencia de las relaciones entre los inversionistas y el Estado.

Responsabilidad social que tiene que expresarse en la solidaridad de todos los actores del mundo económico con el conjunto de la comunidad, donde se ubica perfectamente esta estrategia de una América Latina y un Caribe sin hambre.

Responsabilidad social que tiene que expresarse en las relaciones laborales, no de capitalismo salvaje y no de lucha de clases. Relaciones laborales de fraternidad, con un creciente espacio al emprendimiento de los sectores de los sectores de mediana empresa y de los sectores microempresariales.

Ubicados allí, nosotros trabajamos tres objetivos de Gobierno: la seguridad democrática, la confianza inversionista y la política social. Van de la mano.

El terrorismo nació en Colombia en nombre de unas guerrillas marxistas que querían construir una sociedad sin diferencias. Y lo que produjeron fue hambre, desolación y reacción paramilitar.

Lo que produjeron fue desplazamiento de cuatro millones de colombianos hacia fuera del país y de tres millones de colombianos al interior del país. Lo que produjeron fue un desempleo asombroso y una situación muy difícil en las finanzas públicas.

Nosotros creemos que la seguridad democrática contribuye a crear ese clima de confianza necesario para que prospere la inversión. Lo que permite que al cumplir esa inversión sus responsabilidades sociales, vayamos consiguiendo metas, como esta meta que tiene que cumplir nuestro país: una nación sin hambre.

Hemos aumentado muchísimo la confianza inversionista. Este país hace cinco años tenía tasa de inversión del 12 por ciento y hoy la tiene en el 25 – 27. Y ello, acompañado de la responsabilidad social, tiene que llevarnos a cumplir estas metas sociales.

Nosotros no podemos separar las metas sociales de la confianza inversionista. Tampoco la podemos separar de la seguridad democrática. Están engranadas las unas con las otras.

Tampoco creemos que podamos aislar la prosperidad económica de la prosperidad social.

América Latina ha cometido errores en esa materia. Primero, el desarrollismo en la década de los 60 nos creó la falsa idea de que preocupándonos solamente por el crecimiento, llegaría como consecuencia tácita la prosperidad social. No llegó.

Después hubo décadas en las cuales primó el discurso social y nos olvidábamos del crecimiento económico. Y se afectó la economía, se afectó lo social.

La historia de América Latina muestra que cuando se deprime la economía, los que sufren son los sectores sociales. Aquellos que no tienen hambre llevan sus capitales para otra parte, se ubican mejor, saben eludir las crisis. Pero esas crisis de la economía afectan a aquellos que no tienen opciones.

La historia de América Latina muestra que los períodos de recesión económica han sido períodos que han golpeado más severamente a los sectores más vulnerables.

Para no tener como fuente la ideología sino la historia, permítanme decir que hay que llevar de la mano la prosperidad social de la prosperidad económica. Ese es un punto fundamental de nuestra visión de Gobierno.

Encontramos la pobreza casi en el 60 por ciento. Aspiramos dejarla no por encima del 35 el año 2010. Por primera vez el coeficiente Gini de distribución del ingreso, después de décadas, empieza a mejorar en este país. Y ya hemos reducido a menos de la mitad la pobreza extrema que encontramos. Creo que ese es un logro bien importante.

Pero mientras tengamos niveles de pobreza extrema del 9 – 12 por ciento, mientras tengamos niveles de pobreza general del 45 por ciento, nadie puede estar contento.

Tenemos una visión a largo plazo: para el año 2019, cuando se cumplen dos siglos de la batalla que nos dio la Independencia, la pobreza en Colombia no debe estar por encima del 15 por ciento.

Si este Gobierno cumple la meta de que en el 2010 no se situé por encima del 35 por ciento, habremos creado las condiciones para que los gobiernos que nos sucedan puedan cumplir la meta del año 2019.

Ha sido muy importante el tema del mejoramiento de la calidad en el empleo. Este país en muy pocos años pasó de un desempleo del 17,5 a un desempleo que iba próximo al 25. Esa velocidad, esa inercia, es muy difícil de frenar.

Nuestro Gobierno frenó el crecimiento del desempleo y paulatinamente lo hemos venido reduciendo. Hoy se encuentra en alrededor del 11 y aspiramos que al final de nuestro Gobierno no esté por encima del 8.

Lo más importante, y que contribuye directamente a resolver el problema del hambre: hemos crecido la afiliación a la seguridad social en promedio en un 45 por ciento.

Yo veía anoche las cifras: 28 por ciento de crecimiento en régimen contributivo de salud, 88 por ciento de crecimiento en riesgos profesionales, 48 por ciento en pensiones.

El crecimiento del régimen subsidiado de salud, la afiliación a las cajas de compensación, al Sena, al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, nos da un promedio ponderado de crecimiento de afiliación a la seguridad social de más del 45 por ciento.

Hemos resistido el debate para eliminar contribuciones de los empleadores a la seguridad social.

Muy apreciados visitantes: no es fácil este crecimiento de afiliación a la seguridad social. Mientras en muchos países del continente la mayor parte o la totalidad del costo de afiliación a la seguridad social la pagan los trabajadores, en Colombia la mayor parte la pagan los empleadores. Se financia esa seguridad social con impuestos de nómina a cargo de empleadores.

Y si bien los trabajadores participan con cuatro puntos de los dos en el régimen contributivo de salud, con 3,8 de los 13,8 en pensiones, en lo que es riesgos profesionales los empleadores pagan la totalidad.

Pero hay tres instituciones fundamentales en la lucha contra la pobreza: el Servicio Nacional de Aprendizaje, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y las cajas de compensación familiar, que financian con nueve puntos de la nómina un impuesto sobre la nómina, totalmente a cargo de los empleadores.

Ha habido en nuestro país el reclamo por parte de algunos sectores de que eliminemos ese impuesto para poder generar más empleo, y la respuesta del Gobierno ha sido: no lo podemos hacer. Porque necesitamos aumentar los ingresos de estas instituciones, mejorar su administración y lograr que sean más eficaces en la lucha contra la pobreza, en la lucha por un país con equidad.

Hemos sí estimulado profundamente la inversión. Y creemos que en unas economías abiertas, como lo es la colombiana, que está buscando integrarse a todos los mercados del mundo, finalmente el gran estímulo al empleo es el estímulo a la inversión con responsabilidad social.

Estos esfuerzos nos han permitido, por ejemplo, para no hablar sino del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y de las cajas de compensación, que en las cajas de compensación la afiliación de trabajadores haya crecido en este Gobierno en más de un 50 por ciento.

Y en el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, como lo decía Luis Alfonso Hoyos, hemos pasado de 6 millones de usuarios a más de 10 millones.

Pero déjenme hacer una anotación. Veamos solamente la lucha directa de ese Instituto contra el hambre: hace cinco años ese Instituto atendía a 3 millones 300 mil niños con programas de nutrición. Hoy ese Instituto atiende a 6 millones de niños con problemas de nutrición. Hemos pasado de 3 millones 300 mil a 6 millones de niños en alimentación en ese Instituto.

Y a eso hay que anotarle lo siguiente: por ejemplo, en el tema de restaurantes escolares, ese Instituto solamente atendía a los niños 122 días al año. La meta es atenderlos 180 días anuales. Este año en todo el país estará en 142 días.

A eso se suma el tema de Familias en Acción, ese subsidio que se generaliza hoy en muchas partes del continente: un subsidio condicionado a la demanda.

El Gobierno que nos antecedió empezó el programa con un crédito del Banco Interamericano de Desarrollo, con una duración de tres años. Nosotros encontramos 220 mil Familias en Acción.

Le hemos introducido varias modificaciones. La primera, convertirlo en un programa permanente, no transitorio, de la administración pública. La segunda, llevarlo también a las grandes ciudades. La tercera, generalizarlo en todo el país. Y la cuarta modificación: aumentarlo.

Este año estamos en millón y medio de Familias en Acción. Si la situación fiscal nos mejora en el año 2008, la meta es subir otro medio millón de Familias en Acción en el 2009.

Como pueden constatarlo ustedes, el programa de monitoría de Colombia para evaluar estos mecanismos es un programa riguroso, un programa ejemplarmente riguroso, que da toda la credibilidad.

Si sumamos en el año 2002 tres millones 300 mil niños de Bienestar Familiar, más 600 mil niños de Familias en Acción, Colombia atendía en nutrición a 3 millones 900 mil niños. Si sumamos hoy 6 millones de niños de Bienestar Familiar, más tres millones de Familias en Acción, Colombia tiende hoy a 9 millones de niños.

Hemos aumentado la atención a niños en más de un ciento por ciento en este Gobierno, al pasar de 3 millones 900 mil niñitos a nueve millones de niños.

Y esto no es solamente el programa de lucha contra el hambre. Un problema muy grande es el de los ancianos. Por la poca cobertura de los sistemas pensionales, grandes masas de ancianos pobres no tienen pensión.

Nosotros encontramos un programa que subsidiaba a 60 mil ancianos en Colombia. Este año terminamos con 850 mil. La meta es llegar a un millón.

Manejamos el subsidio a los ancianos en la lucha contra el hambre, de dos maneras. Un grupo con un subsidio monetario. Y a otro grupo se le provee directamente la alimentación. Creo que pasar de 60 mil a un millón es un buen salto que se da en este país.

El doctor Luis Alfonso Hoyos se refirió ampliamente al programa Resa. En un país donde todavía hay tanta población campesina, trabajar con las familias campesinas en procura de su suficiencia alimentaria a través del programa Resa, que ha logrado 500 mil familias y que va por otras 500 mil familias, es otra contribución bien importante a la seguridad alimentaria.

Permítanme destacar otro componente. Hasta aquí les he hablado solamente del Gobierno Nacional. Este es un país muy descentralizado.

A pesar de que se acaba de dar un gran debate (todavía sectores críticos del Gobierno están inconformes y agitan un referendo contra la decisión tomada), un gran debate alrededor de una decisión sobre el porcentaje de transferencias de ingresos de la nación a las regiones, este país es muy descentralizado.

El 52 por ciento del gasto público de Colombia lo hacen las regiones. Algunos países de la región, el más descentralizado, solamente permite que el 30 por ciento del gasto público lo hagan las regiones. Tengan en cuenta eso: en Colombia el 52 por ciento del total del gasto público está a cargo de las regiones.

Las regiones están haciendo esfuerzos en alimentación, en la lucha contra el hambre. Quiero destacar, a riesgo del reclamo de otros, dos programas importantes (creo, Luis Alfonso, que deberíamos destacarlos todos): el programa de Bogotá sin Hambre en Bogotá y el programa Maná en el departamento de Antioquia.

Pero en términos generales nosotros empezamos a ver una gran preocupación de las regiones para contribuir en la lucha contra el hambre. Y nuestro Instituto de Bienestar Familiar, al que me refería, busca siempre acuerdos con alcaldes y acuerdos con gobernadores.

Y ahí es bien importante recordar nuevamente: no hay prosperidad social sin prosperidad económica. Gracias a que en este país hay más confianza, permítanme decir lo siguiente: ¿por qué hay esos programas departamentales, distritales, municipales? Sí, hay voluntad política de gobernantes locales. Pero no sólo por eso. También porque hay mayores intereses.

En este Gobierno los ingresos de los departamentos colombianos en términos reales han crecido por encima del 13 por ciento, los de los municipios han crecido en el 34 por ciento, los ingresos de Bogotá en este Gobierno han crecido un 40 por ciento

Eso ayuda. Porque nada nos ganamos con tener voluntad política si no hay ingresos. Entonces el proceso de recuperación económica del país, que tiene una externalidad positiva muy importante sobre las regiones, ayuda a que las regiones contribuyan en la lucha para tener una Colombia sin hambre, como parte de esta iniciativa de una América Latina y del Caribe sin hambre.

Ojalá en estos dos días, Luis Alfonso, puedan mirar todos los programas regionales.

Por ejemplo, en el Valle del Cauca también hemos visto un gran compromiso de la Gobernación con todos los programas de Bienestar Familiar. Lo he visto en la ciudad de Neiva, en el departamento del Huila.

En casi todo el país. Es muy importante cuantificarlos, porque si a los 9 millones de niños atendidos por el Gobierno Nacional, les sumamos los niños atendidos por esfuerzos de los departamentos y de los municipios, creo que la cifra es bastante considerable, en un país de 42 millones.

Ahora, en lo que estamos muy atrasados todavía es en educación de primera infancia. Nosotros nos hemos propuesto para el año 2010 plena cobertura en educación básica. Pero apenas estamos empezando los esfuerzos en educación de primera infancia para niños menores de cinco años, de población vulnerable,

Tenemos 4 millones de niños menores de cinco años en los estratos 1 y 2 en Colombia. Y apenas, con esfuerzos del Gobierno Nacional, vamos a lograr una cobertura inicial de 400 mil niños en educación de primera infancia. Estamos atrasados allí, pero es un principio. El esfuerzo inicial, prioritario, ha sido el esfuerzo en alimentación.

Confío que antes de terminar este Gobierno le podamos dar a este grupo de trabajo un informe serio, contundente, de la lucha de Colombia contra el hambre. Sueño que podamos llegar a esas 2 millones de Familias en Acción, a ese millón de ancianos, que podamos llegar a 12 millones de niños. Sueño con eso y eso nos ayudará mucho.

Y permítanme terminar con este programa: el microcrédito. Uno de los factores de exclusión más notables en América Latina ha sido la imposibilidad de los sectores vulnerables y populares de acceder al crédito. Nosotros nos hemos propuesto, como uno de los programas bandera de política social, el microcrédito.

En el primer Gobierno logramos entregar millón 800 mil microcréditos. Parecía utópica la meta.

Para este segundo Gobierno nos hemos propuesto 5 millones, con un alto porcentaje para familias que nunca han tenido un crédito institucional, que han dependido del mercado negro de la usura.

Vamos cumpliendo. En el primer año logramos millón 300 mil, del total de 5 millones para los 4 años.

¿Por qué relaciono el microcrédito con la lucha contra el hambre? Cuando uno logra trasladar un microempresario que tiene que financiarse con la usura, al crédito institucional, ese ahorro financiero le genera la posibilidad a la familia de tener seguridad alimentaria. Eso es muy importante.

Es que nosotros lo hemos visto en algunas ciudades colombianas. Ciudadanos que están pagando el 20 por ciento semanal al mercado negro de la usura, con todo lo que es la comisión de manejo, porque el microcrédito no es fácil, es costoso. Son créditos del 32 – 38 anual. Y esperamos que en el mediano plazo esa tasa de interés vaya bajando.

La sola diferencia entre el costo del crédito de usura y el crédito de nuestro sistema de microcrédito, le da un gran ahorro a esas familias, que les facilita la seguridad alimentaria.

Y cuando uno logra estabilizar a una microempresa, estabiliza el hogar, evita que la cónyuge o el cónyuge tenga que abandonar a sus niños, salir desesperadamente al mercado de trabajo, garantiza la seguridad alimentaria, garantiza la asistencia escolar de los niñitos, etcétera.

Hemos visto una profunda relación entre el alimento de la nutrición, las mejores posibilidades de alimentación y la disminución de la deserción escolar.

Hay un gran debate en América Latina y en el mundo: ¿con qué vamos a sustituir el petróleo? Los combustibles biológicos.

Le pido a Luis Alfonso que examine con ustedes las cifras, porque Colombia está haciendo un gran esfuerzo en combustibles biológicos, cuyos resultados se van a ver en los próximos años, con el buen cuidado de no tumbar la selva y de no sacrificar la seguridad alimentaria.

Tenemos 43 millones de hectáreas de sabanas con condiciones de suelos, de clima, de agua, para una gran producción de energía biológica a partir de palma africana, de caña de azúcar, etcétera.

Eso nos permite avanzar sustancialmente en la sustitución de combustibles fósiles por biológicos, sin tumbar un kilómetro cuadrado de selva, que es importante en este país. Este país todavía tiene 578 mil kilómetros de selva, más del 51 por ciento. Y sin afectar la seguridad alimentaria.

A todos ustedes, muchas gracias”.