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Abril 08

Palabras del Presidente Uribe en la presentación de la conmemoración del centenario del nacimiento del Presidente Carlos Lleras Restrepo

Bogotá, 8 abr (SP). “Quiero, en primer lugar, agradecer el inmenso trabajo que viene realizando la Comisión encabezada por el señor ex presidente Belisario Betancur Cuartas, para que a través de la conmemoración, durante este año, todos los colombianos podamos recordar esa inmensa obra, la del Presidente Carlos Lleras Restrepo, y las nuevas generaciones la conozcan.

Quiero agradecer al Congreso de la República su especial diligencia en el trámite de la iniciativa legislativa.

Quiero agradecer el aporte de todos aquellos que colaboraron con el Presidente Carlos Lleras Restrepo y lo conocieron más de cerca. Y quiero agradecer el interés de mis compañeros de Gobierno en esta conmemoración de la Patria.

Conmemorar el centenario del nacimiento del Presidente Carlos Lleras Restrepo es un motivo de reflexión del liderazgo de la Patria. Imposible pretender resumir la biografía de quien la escribió con su acción en la memoria imborrable de sus compatriotas durante 82 años de existencia y más de 60 de intensa actividad pública. Imposible agregar al análisis de su obra, ya efectuado por la aprobación que sus compatriotas dieron a sus iniciativas y realizaciones, esperadas y recibidas en actitud de confianza colectiva. Hagamos apenas alguna pequeña apología del líder excepcional.

La carrera política del Presidente Carlos Lleras Restrepo se desarrolló desde 1928, al presidir el Congreso Nacional de Estudiantes, cuando tenía la edad de 20 años, hasta el instante de su fallecimiento. Como todo, nada en él fue mediocre, rutinario o pasó desapercibido. Empezó en la oposición contra integrantes del gabinete del Presidente Miguel Abadía Méndez, en la vicepresidencia de la Convención Nacional del Liberalismo y en el apoyo a la candidatura del Doctor Enrique Olaya Herrera.

En su recorrido político por las instancias parlamentarias y el ejecutivo fue una locomotora de iniciativas. Allí donde estuvo dejó huellas que perduran.

Labró una jefatura natural sobre el Liberalismo, trinchera desde la cual promovió todas sus ideas. Recio en la confrontación política y en la deliberación ideológica, buscaba finalmente los acuerdos en procura de los intereses superiores de la Nación. No claudicaba pero tenía capacidad de superación dialéctica de contradicciones, con lo cual ganaba la confianza de todos los compatriotas, aún de los seguidores de los bandos contrarios de la víspera.

Incendiada su casa, inmiscuido en la refriega que prohibía dirigir la palabra a los contrarios, se constituyó después en parte esencial de los acuerdos conciliatorios del Frente Nacional.

Prefirió sus ideas a la comodidad de permanecer en las posiciones. Su convicción sobre las bondades de la Reforma Constitucional de 1968, ante el impasse parlamentario en el proceso de aprobación, lo llevó a presentar renuncia a la Presidencia; dificultad finalmente superada.

El Presidente Carlos Lleras Restrepo no supo calcular su ventaja personal y no ahorró lucha por el interés colectivo. En aras de sus convicciones, que asociaba a la superior conveniencia, no eludía desafíos a sectores de la política o de la opinión pública. Así lo demuestran iniciativas que restringían poderes del Congreso y las leyes sobre reforma social agraria.

Fue el ideólogo latinoamericano más comprometido con la reforma agraria. Sectores de la crítica expresan que los aparceros no se convirtieron en propietarios y en cambio abandonaron los campos de cosechas, mientras los dueños cayeron presas del temor. Aducen la evolución hacia el microfundio de la repartición de la tierra con el efecto negativo sobre la productividad y la calidad de vida rural. Sin embargo, su accionar es una protesta de permanencia histórica contra la concentración propietaria, de reclamo en favor de la adecuada explotación del recurso tierra y de exigencia de mejorar las condiciones sociales de las comunidades rurales. El gran reto del momento es combatir la concentración en poder del narcotráfico y de las organizaciones terroristas que ha sustentado.

Los analistas todos reconocen que fue el gran constructor de infraestructura productiva rural. Él en persona dirigía e inspeccionaba la construcción de los distritos de riego, de drenaje y de los demás trabajos públicos relacionados.

En estos temas sus dos únicos émulos y antecesores, en la centuria que le correspondió vivir, fueron el Presidente Alfonso López Pumarejo con la ley 200 de 1936 que dio a la posesión de buena fe prevalencia sobre el título legal, y el General Rafael Uribe Uribe en su brega por los nuevas semillas y productos y en procura del bienestar de los labriegos.

Del Mandato Presidencial de Carlos Lleras Restrepo llama la atención la creación de un buen número de entidades estatales. Correspondía a las ideas modernas de la época. La sustitución de importaciones y el estímulo a la producción nacional demandaban por “utilidad pública e interés general” que el Estado dispusiera de los organismos necesarios para en unos casos apoyar y en otros ejecutar los nuevos proyectos de la economía. Aquello que podría parecer una explosión burocrática también obedeció a la falta por entonces de un sector privado, internacional o doméstico, en condiciones y con recursos para desarrollar esas actividades.

Muchas de las creaciones del Presidente Lleras Restrepo son herramientas necesarias del Estado de nuestro tiempo. Pensemos solamente en el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y en el Fondo Nacional del Ahorro. El apoyo a las exportaciones a través de Proexpo, es un imperativo sea cual fuere el modelo económico. Lo mismo podemos predicar de los instrumentos estatales para la ciencia, la cultura y el deporte, que hicieron parte de esa prolija expansión institucional.

De esos institutos estatales debemos rescatar mucho más la idea que los estimulaba que la organización burocrática que les daba cuerpo. Gobierno ninguno puede abandonar la preocupación por los temas que a cada cual se asignaban, cosa diferente es la manera correcta de realizarlo de acuerdo con las condiciones de cada época.

Expresaron los críticos que con esas entidades el Estado central anulaba potenciales iniciativas regionales. Pienso que no, al contrario, ponía un ejemplo.

Y para objetar la crítica contra su presunta actitud centralista basta recordar el Situado Fiscal, figura de creación Constitucional, que asignaba porciones presupuestales ciertas a las regiones y se constituyó en el gran antecedente de tendencias descentralistas del presente. Después de la derogatoria de la Constitución de 1863, de la consigna del Presidente Rafael Núñez sobre ‘Centralización Política y Descentralización Administrativa’, el Situado Fiscal del Presidente Carlos Lleras Restrepo fue el avance práctico más importante en provecho de las regiones.

El Presidente Carlos Lleras Restrepo fue un estudioso y un ejecutor exitoso de la administración de las finanzas públicas y de la conducción de la economía.

La profesora y escritora Rosemary Thorpe, en su libro “Historia Económica Latinoamericana del siglo XX”, patrocinado por el Banco Interamericano, destaca tres hechos sobresalientes de la economía colombiana. Dos de ellos corresponden al Presidente Carlos Lleras Restrepo: la creación del Fondo Nacional del Café y la adopción del Estatuto Cambiario.

El Fondo Nacional del Café, creado por el Doctor Carlos Lleras Restrepo como Ministro de Hacienda del Presidente Eduardo Santos, y la talentosa determinación de asignar su manejo a la Federación Nacional de Cultivadores del Grano, constituida años antes, consolidó y preservó la estructura democrática de la producción. El Fondo y la Federación han sido garantía de precios razonables en todas las fases del ciclo, de avance social, infraestructura en las zonas productoras e investigación. Por todo lo anterior han sido garantía de permanencia de los pequeños productores, que en otros países desaparecieron por la absorción por parte de los grandes en los tiempos de crisis.

La adopción del Estatuto Cambiario por el Presidente Lleras Restrepo mostró sus condiciones de ideólogo, ejecutor visionario y estadista valeroso. Sin consignas demagógicas pero con alternativas audaces, enfrentó la recomendación del Fondo Monetario Internacional que propendía la devaluación y la apertura de la economía. Con la devaluación gradual y regulada y el comercio administrado evitó la repetición de crisis cambiarias, comunes en el cuatrienio anterior y provocó un enorme progreso de la industrialización y de los sectores exportadores.

Su empeño en el Pacto Andino con los Presidentes Raúl Leoni, de Venezuela; Fernando Belaúnde, de Perú, y Eduardo Frei, de Chile, despeja cualquier prejuicio que quisiera señalarlo como dogmático de la economía endógena o cerrada.

Al tratar de adivinar la proyección de su pensamiento en estas materias, nos atrevemos a decir que entendía el comercio internacional como una posibilidad de bienestar, no como categoría ideológica. Pensamos hoy en una Comunidad Andina en expansión, con márgenes para que sus miembros den saltos adicionales hacia otras economías. Pensamos que salvo ventajas específicas en adquisición de bienes de capital, materias primas y tecnologías, es más favorable el acuerdo comercial que la apertura unilateral.

El Presidente Carlos Lleras Restrepo fue periodista de teclas sin descanso y estudioso sin estancamiento. No concebía la política sin la compañía del periodismo, ni a ambos en ausencia del estudio. La dirección del periódico El Tiempo, la fundación de los anales de Economía y Estadística de la Contraloría General, la Revista de Hacienda, Nueva Frontera, fueron escenarios del periodista. Como en todas sus actividades en esta era intenso: todo lo investigaba, todo lo escribía, todo lo editaba.

El Presidente Lleras Restrepo era líder que batalló su larga época y la trascendió con pedestal indestructible. De superior competencia en la inteligencia y en el estudio, de vitalidad desbordada en la gestión de sus iniciativas, de ejemplar honestidad patriótica, de consistente honradez intelectual, ausente del cálculo mezquino.

Los míos, como millones de familias colombianas, depositaban en él toda su confianza y lo rodeaban con infinito afecto. En 1966 inscribió su candidatura presidencial en Puerto Berrío, donde la había inscrito Enrique Olaya Herrera, 36 años antes, que contaba con su juvenil apoyo. Después del emotivo acto abordó el Tren de la Victoria que lo condujo de pueblo en pueblo y de júbilo en júbilo a la plaza de Cisneros de Medellín. Allí lo esperaba una abigarrada multitud. Entre ella nos encontrábamos un grupo de primos adolescentes invitados por el abuelo, su seguidor de todas las horas, quien nos infundía devoción por el líder. El hombre de bien, la política cafetera, el luchador de partido y el patriota de la conciliación determinaban esas adhesiones de la razón y del afecto. En cada ocasión que aparecía esos seguidores sentían vigorizada su confianza en Colombia, como lo percibieron aquella noche de autoridad cuando ordenó recogerse en los hogares antes de una determinada hora.

Después, años después, se encontraba en la Sociedad Económica de Amigos del País, con su compañero de luchas, el Presidente Darío Echandía, allí tuve oportunidad de saludarlo y escucharlo. El rigor de su trabajo hacía inferir la severidad de su temperamento. Todo lo opuesto, lo atestiguan quienes lo conocieron más de cerca; poseía la amabilidad del carisma de los grandes.

Hoy rendimos, además, un homenaje a su familia, a Doña Cecilia de la Fuente, su esposa. A la estirpe de Patria y disciplina, al Presidente Carlos Lleras Restrepo, de quien el Presidente Alberto Lleras Camargo dijo: “En cuanto a Carlos, urbano como el que más, olió el penetrante aroma de la tierra mojada sólo en los veranos típicos de la vasta familia, y el resto de su infancia y primera juventud vivió entre las paredes enjalbegadas de su casa de la Candelaria, en cuyos bajos el profesor Federico Lleras, mi primo, (su padre), vigilaba y contaba los microbios de una sociedad aletargada, que apenas había oído hablar de ellos, a pesar de Pasteur, y desconfiaba mucho de los que no alcanzaran el tamaño de ‘cucarrón para arriba’. Ambos estudiamos en las escuelas comunes de nuestra época, las Hermanas de la Caridad, los Hermanos Cristianos, los Jesuitas, el Rosario o las escuelas liberales, de Ramírez y Araújo. Millares de nuestros compatriotas más pobres tuvieron iguales oportunidades y formaron parte de la única oligarquía de esas épocas duras y sobrias, la de los conocimientos y capacidades probadas. Él, Carlos, más disciplinado que yo, llegó a la Universidad Nacional y coronó allí sus estudios con beca y toga. Pero los Lleras no estábamos predestinados a triunfar en la vida pública ni formaban una de esas familias romanas que establecieron su imperio antes de que se extinguiera la república, o en la misma monarquía”.

Compatriotas:

Que las nuevas generaciones de colombianos sepan a cabalidad que el Presidente Carlos Lleras Restrepo vivió sin reposo por servir bien a Colombia y amarla sin límites”.