Por Amanda Hernández y Yesid Bernal D.
Bogotá, 15 ago (SP). Detrás de cada cambio de guardia, calle de honor o ceremonia militar -donde son verdaderos “soldaditos de plomo”- está la disciplina y entrenamiento que durante meses reciben los escogidos para hacer parte de la Guardia de Honor del Presidente de la República.
Hay soldados de 15 días, de meses y hasta de años. Otros, aunque no llevan uniforme, también son vitales para el funcionamiento del Batallón de Infantería número 37 Guardia Presidencial, que completa 80 años de historia.
Todos ellos, los que marchan, los que hacen parte de la banda de guerra, los músicos, los civiles y aquellos que prestan seguridad en los alrededores de la Casa de Nariño, protegiendo al Jefe de Estado y su familia, se sienten orgullosos de hacer parte de este batallón, que tuvo su origen en 1814 como Guardia de Honor del Libertador Simón Bolívar.
El más famoso
Uno de los personajes más reconocidos es el peluquero. Ha cumplido 20 años al servicio del Batallón, se llama Raúl Morales y pocos lo conocen por su nombre de pila. Simplemente cuando se refieren a él lo llaman con aprecio ‘Peluco’. Su despacho es el primer sitio que visitan los nuevos soldados, los nuevos reclutas.
Dejando escapar una sonrisa, ‘Peluco’ relata cómo algunos jóvenes lloran cuando son rapados por primera vez, mientras que otros solo ríen, tras explicar que el servicio militar es la línea divisoria entre el niño y el hombre.
Por su silla, sus máquinas y sus cuchillas, también han pasado muchos oficiales, que años después ha visto desfilar como oficiales de insignia, convertidos en generales de la República.
Entre muchos, recuerda haber atendido al hoy General Eduardo Morales Beltrán, quien fue segundo comandante del Ejército Nacional y hasta hace pocos días Director del Inpec.
El hoy Jefe de Operaciones del Ejército, general Gustavo Matamoros, también fue uno de sus clientes, cuando era Mayor, así como el general Euclides Sánchez Vargas.
Aparte de los ‘clientes ilustres’, Morales también recuerda un episodio de hace 10 años, cuando presenció cómo algunos soldados resultaron arañados y con moretones, sin explicación alguna.
“Historias hay muchas: fantasmas y lugares donde asustan cada día. La verdad yo no creo en esas cosas, pero sí he visto soldados muy pálidos del miedo”, señala ‘Peluco’.
El más antiguo
El sargento Wilder Varón ingresó a la banda de músicos del Guardia Presidencial el 15 de septiembre de 1991. Completó 17 años interpretando el saxofón y hoy es el músico mayor, es decir, el responsable de estar al frente de la banda en todas las actividades protocolarias.
Uno de sus grandes recuerdos es la visita del Presidente de los Estados Unidos, George Bush, en marzo del 2007.
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Raúl Morales lleva 20 años trabajando como peluquero del Batallón Guardia Presidencial, es uno de los personajes más famosos de la unidad militar y por sus manos han pasados miles de reservistas. Foto: César Carrión - SP |
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El Teniente Coronel Luis Fernando Londoño es el actual Comandante del Batallón de Infantería N°37 Guardia Presidencial. Foto: César Carrión - SP |
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Ha completado 17 años de servicio en la banda de músicos del Batallón, es el sargento Wilder Varón, quien interpretando el saxofón se ha convertido en el músico mayor, lo que lo hace responsable de la banda.
Foto: César Carrión - SP |
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En su rostro se reflejan los pocos días que lleva en el servicio militar. El soldado Francisco Acevedo lleva tan sólo 15 días en el Batallón, está en instrucción pero ya habla con orgullo de su Ejército, al que describe como una gran empresa. Foto: César Carrión - SP |
También recuerda cómo, hace pocas semanas, en una ceremonia en la Escuela Militar, después de muchos ensayos y afinar hasta el último detalle, sucedió lo inesperado: un soldado se desmayó.
“Esa es la actividad más larga, dura unas dos horas, y se debe estar preparado sicológica y físicamente para poder afrontarla”, dijo Varón.
Actualmente la banda está integrada por 22 músicos entre suboficiales y civiles, también hay dos soldados bachilleres.
Por ahora el sargento Varón espera que la banda –integrada por 22 músicos, entre suboficiales, civiles y dos soldados bachilleres- pueda convertirse en una sinfónica, incrementando el número de integrantes en unos 60, para poder participar en conciertos.
“Esta idea viene desde hace dos años. Los músicos que la integrarían serían orgánicos del Batallón Guardia”, explica el suboficial.
La banda de músicos asiste a las visitas presidenciales, a la entrega de cartas credenciales, a las ofrendas florales, a las ceremonias de ascensos y a condecoraciones.
El novato
Tenía la oportunidad de estudiar Finanzas y Comercio Exterior en la Universidad Externado de Colombia, donde pasó todas las pruebas y fue admitido, pero decidió aplazar sus estudios para prestar el servicio militar.
Es el soldado Francisco Acevedo, de la Compañía de Instrucción Galán, quien pese a llevar tan sólo 15 días en el servicio militar, ya habla con orgullo de su Ejército.
“Yo creo que hay cosas que ni el mejor profesor del mundo las puede enseñar. Por ejemplo, afrontar la vida. El Ejército sí lo hace. Cosa que no hace ningún catedrático de alguna universidad”, sostiene Acevedo, al manifestar que este fue el motivo que lo animó a prestar el servicio militar, luego de graduarse como bachiller del colegio Abraham Lincoln, en Bogotá.
Reconoce que prestar el servicio militar es duro, pero está satisfecho porque se ha adaptado rápidamente a la vida militar, convirtiéndose en el orgullo de su familia, donde la experiencia militar es nula.
“Mis papás están muy orgullosos. Mi papá no fue capaz de prestar servicio y me dice que se siente muy orgulloso. Mis hermanos tampoco. Yo soy el único”, destaca el soldado Acevedo, con una sonrisa de satisfacción dibujada en su rostro.
Así pasan los días en el Batallón Guardia Presidencial. Todo lo que allí sucede es mucho más que las paradas militares y las fotos que los transeúntes y turistas quieren tomarse con los “soldaditos de plomo”, a los que siempre les preguntan si los regañan por moverse de su lugar.
En todos ellos, antiguos y reclutas, sobresale la dedicación, entrenamiento y compromiso para ser los mejores y hacer de su trabajo, más que una obligación o rutina, una forma de llevar en alto el nombre de su unidad militar, rindiendo cada día homenaje al lema ‘En Defensa del Honor Hasta la Muerte’ y ‘La Guardia Muere Pero No se Rinde’. |