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Mayo 14

Palabras del Presidente Uribe en la graduación de subtenientes de la Policía Nacional

El Presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez, cuando pronunciaba su discurso en la ceremonia de ascenso de subtenientes de la Policía Nacional, que se cumplió este martes en la Escuela 'General Santander'. Foto: Miguel Ángel Solano - SP -

 

Bogotá, 14 may (SP). “Nos reunimos hoy en este campo de parada de la Escuela ‘General Francisco de Paula Santander’, para condecorar a los comandantes y altos oficiales que han llenado de esperanza la Patria, para graduar una nueva promoción de subtenientes y para seguir presenciando el ascenso de la Policía Nacional en el corazón del pueblo.

Quiero rendir un tributo al ex Presidente Julio Cesar Turbay Ayala, en cuyo nombre se gradúa hoy esta distinguida promoción de subtenientes.

Del Presidente Turbay Ayala se pueden predicar muchas virtudes. Se pueden resaltar muchas obras. La Policía lo recuerda por su reforma estatutaria, lo recuerda por la construcción del edificio de

la Dirección Central, por la construcción del Hospital Central (de la Policía Nacional).

Abrió las puertas y tomó las decisiones para que las mujeres de la Policía pudieran participar en labores de vigilancia.

El Presidente Turbay era un hombre lleno de agudeza y de sagacidad, sin ironía hiriente. El Presidente Turbay Ayala era un hombre de una inteligencia superior, sin ostentación. Era un hombre de un superior nivel de información, sin vanidad.

Su carrera política, larga y eficaz, al servicio de la Patria, nunca lo alejó de sus compatriotas. Al contrario, tuvo una manera de comunicarse con los colombianos llanos, que siempre lo mantuvo ganando creciente cariño de todos sus compatriotas.

Según su manera de decir y también de proceder, solía no reaccionar al impulso de las primeras impresiones. Tenía toda la franqueza y toda la ecuanimidad. Nunca se alejó de él la serenidad en las coyunturas más difíciles que le tocó enfrentar.

Todo lo bueno de él podemos decir, pero permítanme compatriotas que hoy nos acompañan en esta graduación, resaltar una circunstancia.

El país vivió largas décadas con ausencia de seguridad. Tal vez el fantasma de las crisis que sobrevinieron a las guerras civiles y a la última de ellas, aquella que finalizara en 1902, la de los Mil Días, y que tuviera como uno de sus efectos más dolorosos la separación de Panamá, ello dejó al país no solamente sumido en la crisis, sino con un complejo de no enfrentar la violencia.

Vivimos algunas décadas de paz y después, cuando aparecieron las nuevas violencias, el transito de las guerrillas partidistas a las marxistas, su penetración en todos los estamentos de la vida nacional, su incursión en el narcotráfico, la creación del paramilitarismo como su hijo cruel, en reacción al maestro cruel.

El país dejó que todo eso avanzara. Hubo excepciones, una de ellas, muy honrosa, la del ex Presidente Julio Turbay Ayala. En todo momento un ejemplo de firmeza para combatir a los violentos.

Nuestra política de Seguridad Democrática tiene en él uno de los puntos de referencia, para inspirar en él la firmeza que en todo momento supo mantener para enfrentar a los violentos.

Rindo un sentido homenaje a quien sirvió bien a la Patria, y a quien se constituyó en un ejemplo de firmeza contra los violentos: el Presidente Turbay Ayala.

Y acudimos, a este bello patio de parada, a condecorar al General Freddy Padilla de León, Comandante General de las Fuerzas Militares.

General, muchas gracias por sus esfuerzos, por su disposición al éxito de la política de Seguridad Democrática. Esa disposición suya es fundamental. Esa manera de combinar el optimismo en la actitud, con la creatividad y el dinamismo y la iniciativa.

Eso nos puede conducir a obtener ese sueño, el de una Colombia en paz a partir de la derrota del terrorismo.

Y condecoramos hoy, al Mayor General, Carlos Arturo Suárez Bustamante; al Brigadier General, Tito Pinilla Pinilla; al Sargento Segundo, José Cubillos Murcia; al Mayor, José Luis Rincón Restrepo; al Técnico Primero, Alex Acosta Reyes.

Al Mayor, Camilo Ernesto Álvarez Ochoa; al Intendente, Victoriano Ramos Hernández; al Patrullero, Lelio José Sánchez Riaño. Al Brigadier General, Luis Gilberto Ramírez Calle; al Coronel, Cesar Augusto Pinzón Arana.

Los condecoramos no por éxitos de rutina, los condecoramos por éxitos superiores. Lo que han hecho, que está fresco, todavía en la emoción más que en la memoria del país, son hazañas a nivel universal, son hazañas para el bien del pueblo colombiano, comparables con las mayores hazañas de la historia de la humanidad en materia de lucha contra criminales.

Y hoy hacemos una excepción, una excepción por méritos. No es normal que la Cruz de Boyacá se entregue a alguien aún con grado de Coronel.

La entregamos al Teniente Coronel, Jorge Luis Vargas Valencia, para premiar sus hazañas, y para decirle que esas hazañas que dan tanta tranquilidad a la Patria, también nos traen muchas, muchas esperanzas.

Profesionales en otras áreas

Acudimos a graduar una promoción de 82 profesionales. Lo primero que quiero destacar es que todos estos compatriotas graduandos de hoy, primero se graduaron en una profesión diferente a la profesión de las armas.

Entraron a la Policía luego de haber obtenido su grado en una de las profesiones liberales, empezaron con toda la disciplina a formarse en la Policía Nacional y hoy ascienden al grado de subtenientes.

Qué bueno, señor General Oscar Naranjo, Director de la Policía, que usted le pueda decir hoy al país que estos 82 graduandos, todos, se habían graduando en una profesión diferente, antes del ingreso a la Policía.

Ello demuestra respeto por la Policía, ello demuestra compromiso con la Patria, y ello también siembra todas las posibilidades para que la Policía continúe en ese ascenso cualitativo, hoy ampliamente reconocido por el pueblo colombiano.

Al saludarlos a todos ellos, quiero saludar muy especialmente a quien ha ocupado el primer puesto de la promoción: Javier de Jesús Valencia Giraldo. Antes se había graduado como abogado y hoy encabeza esta promoción.

Comentaba aquí con el señor Ministro de la Defensa, que los abogados integrantes de esta promoción deben ser examinadas sus hojas de vida, sus calidades profesionales del derecho, para que nos ayuden en la integración de la institución que próximamente se creará, que es la institución para la defensa de los integrantes de las Fuerzas Armadas de Colombia.

Estamos en mora de ello. El policía, el soldado de la Patria, con su compromiso busca el honor. Su sueldo es muy bajo, sus prebendas materiales mínimas. Su ambición, el honor de la Patria, la herencia de honor a sus familias, el reconocimiento de sus conciudadanos.

La tarea difícil y riesgosa les implica en todo momento estar expuestos a una investigación, a una acusación, y tienen que sacrificar su salario, el bienestar de su familia, en muchas ocasiones, para poder pagar los honorarios, los gastos de su propia defensa.

Por eso, una de nuestras urgencias hoy es crear la organización de la defensa judicial de las Fuerzas Armadas de Colombia, para que haya por lo menos ese motivo de tranquilidad, ese aliciente. Y qué bueno ya contar con tantos abogados integrados activamente a las Fuerzas, para facilitar la constitución de la defensa judicial de los integrantes de las Fuerzas Armadas.

Señor Subteniente Javier de Jesús Valencia Giraldo, muchas felicitaciones por la manera como usted honra a su generación y a esta promoción, al haber obtenido el primer puesto. Por su intermedio saludamos, llenos de afecto, a todos, a todos sus compañeros.

Quiero destacar que en esta promoción hay 15 mujeres, una de ellas, Martha Katiuska Troncal Cotes, indígena Wayuu, se había graduado antes como trabajadora social. La otra compatriota, la hoy Subteniente Eída María Tenorio Tamayo, contadora publica, proveniente de nuestro querido Chocó, perteneciente a nuestros compatriotas afrocolombianos.

A todas las mujeres de esta promoción nuestra gratitud, nuestra felicitación. La mujer, en esta tarea, es garantía de transparencia, es garantía de eficacia, es garantía de compromiso las 24 horas de todos los días.

Avancemos con la Policía Nacional y con las Fuerzas Militares de Colombia en la conquista de la paz.

La paz nace de la seguridad

Las circunstancias están demostrando que cuando hay procesos de paz, aparentemente muy estructurados en la teoría, pero acompañados de debilidad frente a los violentos, la teoría fracasa, y esos procesos de paz culminan en la impunidad y en la violencia.

Los hechos están demostrando que la paz nace de la aplicación rigurosa de la seguridad, del ejercicio riguroso y sin claudicaciones de la autoridad, de la Seguridad Democrática, de la autoridad respetuosa de la Constitución, de la autoridad combativa dentro de las leyes.

Hoy es un día para reflexionar con los policías de la Patria, con los soldados de la Patria sobre este camino, perseveremos en él.

La seguridad es la causa eficiente de la paz. El diálogo puede ser el camino que una la seguridad con la paz, pero finalmente lo que determina la paz es el ejercicio riguroso de la seguridad.

El diálogo es eficaz o engañoso, dependiendo de que la seguridad se aplique con firmeza o de que la seguridad esté ausente. El diálogo es eficaz si está antecedido y acompañado por una aplicación firme de la seguridad. El diálogo es engañoso si no está rodeado de la seguridad, es lo que va marcando la diferencia.

Las decisiones recientes es importante tenerlas en cuenta. Por ejemplo, hagamos pedagogía, una de las causas de esas decisiones ha sido la falta de diligencia para cumplir con el mandato de la Ley de Justicia y Paz, de entregar los bienes para reparar a las víctimas.

Efectuadas las extradiciones, la Policía Judicial, la Fiscalía, están en una tarea intensa para incautar toda esa riqueza, para ponerla a disposición de los jueces, para que esa riqueza finalmente entre al Fondo de Reparación de Víctimas.

Eso no tiene antecedentes en la Patria.

Además, hemos acordado con los Estados Unidos que la riqueza que allá lleguen a entregar los extraditados, producto de acuerdos con jueces norteamericanos, se aplique totalmente a la reparación de las víctimas en Colombia.

Tenemos fe que con su ardua tarea, General Naranjo, la tarea de los policías de la Patria y la tarea de los fiscales, toda esa riqueza escondida entre la malicia para no entregarla y la compleja red de testaferros, aparecerá para poder indemnizar medianamente a las víctimas.

Digo medianamente, porque el dolor que esta violencia ha producido a la mitad de las familias de Colombia, no alcanzará a ser compensado por reparación económica, cualquiera que sea su monto.

Aquí la reparación completa vendrá cuando podamos decir a las nuevas generaciones que la Patria está en paz, y eso surgirá no de nuestra debilidad por la proclividad a ser condescendientes con los delincuentes, sino de nuestra firmeza en la determinación de derrotarlos.

Se ha hablado también con los Estados Unidos que el Estado y el pueblo colombiano tendrán todas las facilidades para acceder a las pruebas que en los Estados Unidos se obtengan en estos juicios, y para practicar las diligencias necesarias a fin de obtener todas las pruebas que se requieren en los juicios de Colombia.

Confiamos que eso va a resultar mejor, y que de pronto allá podemos destrabar aquello que aquí con algunos se veía que no avanzaba con la suficiente rapidez con que lo exige un país ansioso de recuperar plenamente la seguridad.

Extensión de la pena

Esta mañana me preguntaba un compatriota: “Presidente, ¿qué pasa, si allá los juzgan por narcotráfico y aquí están acusados por delitos atroces?”.

Es bueno mirar esto: allá inicialmente los juzgan por narcotráfico, pero también se examinará cómo los mecanismos de globalización de la justicia pueden conducir a que se examinen allí los cargos de otros delitos atroces, de lesa humanidad, conectados con el narcotráfico.

Por supuesto, esos delitos atroces se adelantan en juicios en Colombia. Por eso no es incompatible la extradición para que los juzguen allí por narcotráfico, con el avance de las investigaciones en Colombia que habrán de juzgarlos aquí por delitos de lesa humanidad diferentes al narcotráfico.

Si allá son condenados por narcotráfico y aquí por delitos de lesa humanidad, no importa que la condena aquí sea en virtud de la Ley de Justicia y Paz o en virtud de la legislación ordinaria, entonces tendrán que pagar la pena por el respectivo delito de narcotráfico en los Estados Unidos, y quedará pendiente lo que deban por los delitos de lesa humanidad en Colombia.

Extensión de la pena, que se dará en función de que la condena aquí provenga de la Ley de Justicia y Paz o de la aplicación de la Ley ordinaria.

Eso dependerá de que las personas acusadas quieran, desde los Estados Unidos, cumplir o no con la Ley de Justicia y Paz de Colombia. Desde allá pueden hacerlo. Y si desde allá cumplen con la Ley de Justicia y Paz, y llegan a convencer a los jueces de Colombia que han cumplido con esa Ley, la condena puede ser una.

Si no cumplen con la Ley de Justicia y Paz, la condena que impongan los jueces colombianos será otra, en virtud de la legislación ordinaria, por supuesto una condena mucho más extensa.

No habrá impunidad

Ningún delito queda impune.

Además, quedan abiertas todas las posibilidades para declarar la extinción de su riqueza y transferirla al fondo de reparación de víctimas.

Quedan abiertas todas las posibilidades para practicar pruebas por parte de la justicia colombiana allá, para que el pueblo colombiano también acuda, para que el Gobierno colombiano haga lo propio.

Y la verdad es que el Gobierno no está empezando, la Ley de Justicia y Paz tampoco. Ha habido todo el tiempo, se han creado todas las condiciones para decir la verdad.

En lugar de que la verdad se haya fugado, ahora hay condiciones más rigurosas para que se de la verdad sin manipulaciones.

Fin a las alianzas contra la extradición

La manipulación, las alianzas con legales y con ilegales para frustrar la extradición, creaban el riesgo de deformar la verdad.

Con la extradición, esas alianzas malditas entre legales e ilegales para frustrar la extradición, esas alianzas se acaban con la extradición. Y se acaba ese riesgo que manipula la verdad, ese riesgo que la deforma.

Nosotros estamos en la convicción de que con todos estos pasos, el país avanza hacia la conquista plena de la seguridad. El país avanza hacia un sueño: una Colombia sin paramilitares, sin guerrilla, sin narcotráfico, sin corrupción.

Las hazañas de las Fuerzas Militares y de Policía, que hoy destacamos con las condecoraciones impuestas, y todos los pasos que el país viene dando en la dirección correcta del rescate de la seguridad, por la vía del respeto a las instituciones democráticas, van formando un camino lleno de esperanza.

Derrota de las guerrillas

Pero tenemos que preguntarnos de dónde surgieron los paramilitares. Los paramilitares surgieron de las guerrillas y del descuido del Estado. Hoy no hay descuido de Estado, pero quedan guerrillas. Hay que derrotarlas totalmente.

Tenemos fe, el Ministro de la Defensa, los altos comandantes, mis compañeros de Gobierno y mi persona, que esa alianza entre las Fuerzas Militares, la Policía, la Constitución, el pueblo, la determinación del Gobierno, también propiciará la derrota definitiva de las guerrillas, que aquí parecía invencibles.

Hace seis años parecía invencible el altar de don ‘Manuel (Marulanda’), en el Caguán y el altar de los otros en Paramillo.

Los hechos han venido demostrando que un Estado de leyes con buena fe, sufre mucho por el terrorismo, pero que finalmente ese Estado, con perseverancia, ajustado a la Constitución, derrota el terrorismo.

Vamos a derrotar ese germen guerrillero. Si no lo derrotamos, ellos se encargan de volver a crear el paramilitarismo.

Todos esos gérmenes terroristas son una maleza muy mala. El agricultor de pronto se recoge en su lecho de descanso en la noche y dice: ‘ya limpié el campo de algunas malezas’. Pero en la madrugada recuerda que esas eran malezas innobles, sumamente malas, con una gran capacidad de reproducción, y antes de que salga el sol del nuevo día, el agricultor se dice a sí mismo: ‘tengo que volver al surco, a eliminar los retoños que se produzcan en esas malezas’.

No permitamos retoños de paramilitares y eliminemos todo lo que queda de guerrilla, para que las nuevas generaciones puedan vivir felices en esta Patria.

A los unos se les ha quitado la soberbia, pero mi General Padilla, señor Ministro, mi General Naranjo, no solamente quítenle la soberbia a Jorge Briceño, que ya se la están quitando, ya está menos vanidoso y más miedoso, ya está menos tranquilo y corriendo más.

Manténgalo en carrera a toda hora, que él da el puntico, él da el puntito, y nosotros sin más teoría que el respeto de la Constitución, y sin más adorno que la determinación para derrotarlos, allá llegaremos, a la derrota de él.

Y el otro, el ‘don Manuel’ que posaba en La Uribe, que se hacía retratar con personalidades de Colombia y del mundo; el ‘don Manuel’, que se creía dueño de medio mundo; el ‘don Manuel’ ante quien se inclinaban los de Wall Street, ante quien venían personalidades internacionales a rogarle, ese criminal que se creyó dueño de los poderosos del mundo, pronto quedará sometido a un sencillo soldado o a un humilde policía de la Patria.

Comprobamos en la historia que no eran las visitas de los poderosos de Wall Street, que no eran las visitas de los dirigentes del país, lo que sometía a ‘don Manuel’.

Las condecoraciones de hoy han demostrado que lo que va a someter a ‘don Manuel’, es lo mismo que sometió a estos otros bandidos que han venido cayendo: la acción patriótica de un humilde soldado de la Patria, la acción determinante y patriótica de un sencillo policía de la Patria. Allá vamos, a derrotarlos.

Y entonces dicen: ‘es que en Uribe no se puede tener confianza para los procesos de paz’. Yo no estoy buscando la confianza de los criminales. Yo estoy buscando la confianza de los colombianos de bien.

Que me tengan toda la desconfianza los criminales, porque mi única compensación al honor de ser Presidente de la República es la entrega de las energías para derrotarlos a todos.

Tengo el sueño de que cuando termine la Presidencia pueda mirar a mis compatriotas a los ojos, por no haber ahorrado diligencia para derrotar a los criminales de toda pelambre.

Nosotros lo que requerimos es la confianza del pueblo. Que me tengan toda la desconfianza los criminales -y les asiste razón- porque nuestro propósito es derrotarlos a todos.

Los críticos deben decir la verdad

Y tengo que insistir en que así como en este caso que ha correspondido a nuestro Gobierno se exige todo el compromiso con la justicia, con la reparación y con la verdad, muchos de los críticos deben revisarse a sí mismo, porque ellos fueron fruto de procesos de paz con impunidad.

El país les perdonó sin detenerse a tipificar sus delitos. Cometieron delitos atroces y por eso no se les juzgó, se les dio total perdón.

Pasaron de asesinar líderes obreros, de asesinar a Gloria Lara, de secuestrar, de incinerar el Palacio de Justicia y asesinar a los magistrados, pasaron a aspirar a las más grandes posiciones del Estado.

Bueno, fue la ley en su momento la que les permitió eso. Pero ya que son tan críticos, ya que son tan solidarios con los extraditados, ya que están tan preocupados por la verdad, ya que están tan preocupados por la reparación de las víctimas, entonces que piensen que así cuando ellos se desmovilizaron no dijeron la verdad, que ahora la digan.

Para que tengan autoridad morar para exigir la verdad, que entonces ahora digan la verdad de sus delitos. Que la ley no se los exigió, por lo menos contribuyan con la verdad de sus delitos a dar claridad a la memoria histórica, para que el país sepa la tragedia que vivimos en el pasado, la que ahora estamos superando.

No repararon económicamente a las víctimas. Es increíble, el Estado le dio platales a esos grupos, le dio platales a esos grupos. Se les daba indemnización a esos grupos, y no se les exigía a esos delincuentes reparar a las víctimas.

Que le digan al país qué hicieron con esos platales. Y ya que no repararon económicamente a las víctimas, por lo menos que las reparen moralmente.

Como están tan preocupados por las víctimas, ahora que hay un Gobierno que protege a las víctimas, que entonces salgan siquiera por razones éticas, a ofrecer una reparación moral a los miles de víctimas que causaron en su actividad terrorista, que el país les perdonó. Y ellos parece que no perdonaran que el país les hubiera perdonado.

Vamos a seguir en esta batalla, hoy con más ímpetus, Ministros, Comandantes, soldados y policías de mi Patria, porque la seguridad da confianza en Colombia, trae inversión, da la prosperidad y puede generar empleo, reducir pobreza, aumentar la afiliación a la seguridad social.

Hoy no es el gran banco internacional el que crea empleo en Colombia. Hoy el mayor creador de empleo en Colombia es el humilde soldado, el sencillo policía de la Patria que está derrotando a los criminales.

Como nunca, se entiende hoy la relación entre la seguridad y el bienestar de los colombianos. Hay que perseverar. Lo vamos a lograr.

Quiero expresar toda la gratitud a los papás, a las mamás de los graduandos de esta promoción. Han entregado sus hijos, sus hijas, a este abnegado servicio a la Patria desde la Policía Nacional.

Esos papás y esas mamás han hecho, por el resto de quienes somos papás y mamás en Colombia, un sacrificio imponderable. No tenemos palabras para agradecerles a esos papás y a esas mamás, y a esos familiares de los graduandos. Los aplaudimos desde el fondo de nuestro corazón.

Vamos para adelante General Naranjo. Usted recordaba que hace un año, en este mismo campo, una lluvia persistente nos incomodó. Esta ceremonia se ha llevado a efecto bajo este sol radiante de la sabana, no muy común. Generalmente el sol paramuno es opaco.

Que este sol radiante exprese la esperanza del pueblo colombiano en la labor que están adelantando para derrotar a los criminales, los soldados y policías de la Patria.

Graduandos, los recibimos con respeto y con esperanza.

Con respeto, porque ustedes se graduaron en una profesional liberal y tomaron la decisión de entrar a la Policía. Con respeto por su abnegada tarea de graduarse hoy como Subtenientes en la Policía. Les anticipamos respeto por lo que es la razón de nuestra esperanza.

Desde hoy, ustedes son otros aliados eficaces en la tarea de la derrota de los criminales, que es el camino de la felicidad de las nuevas generaciones de colombianos.

Muchas gracias subtenientes”.