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Noviembre 06 Versión imprimible
Palabras del General Óscar González al asumir como nuevo Comandante del Ejército

Bogotá, 6 nov (SP). “Implorando la protección de Dios, con la confianza del señor Presidente de la República, que agradezco de corazón, anteponiendo mi inmenso amor por Colombia y mi entrañable afecto por mi institución, con la certeza del profesionalismo y transparencia de los miembros del Ejército, rodeado por la sinceridad de los compañeros y amigos y el cariño de mi familia, asumo con orgullo y optimismo el cargo de Comandante del Ejército, del grandioso Ejército colombiano.

Tengo clara la responsabilidad y desafíos que me esperan. Entre otros, seguir haciendo del Ejército la vía más expedita hacia la paz dentro del marco legal, como se viene haciendo. Es decir, con un empeño decidido contra la violencia y contra quienes la promueven. Para el cumplimiento de este propósito tengo la carta de navegación que me deja el anterior Comandante del Ejército, y la experiencia adquirida a lo largo de mis 38 años de carrera, orientada siempre a reducir la capacidad de daño de los grupos al margen de la ley.

Hacer del respeto a los Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario la senda por donde transita la convivencia entre nuestra sociedad y la institución, será mi tarea prioritaria. Para ello seguiré fiel a los dictados de la conciencia y a la normatividad vigente, a las estrictas políticas y directrices de la Presidencia de la República, del Ministerio de Defensa y del mando superior, que no da el margen a desvío. Y con base en ellas desarrollaré los campos académicos y del convencimiento, para crear una cultura proactiva, que inspire la seguridad y la confianza de la comunidad hacia nuestra gente y hacia nuestro accionar.

De ahí que otra meta que me fijo es la de mantener la credibilidad en el Ejército, la cual buscaré dentro de la línea de los resultados incontrovertibles, y servicios a la población de lineamientos que también heredo de mi antecesor.

Nuestra institución debe seguir siendo la propietaria de ese primer puesto en concepto favorable entre las entidades nacionales, tal como lo han manifestado a la opinión pública mediante encuestas realizadas en diversas ocasiones.

Buscaré hacer de la nitidez la carta de presentación de los procedimientos operativos, de inteligencia y de los manejos administrativos, tal como se viene haciendo. Para ello difundiré y controlaré la normatividad vigente y reforzaré los marcos que limitan nuestras facultades, para no incursionar en terrenos que pongan en entredicho nuestro prestigio.

Por supuesto que estaré atento a los caprichos de las dinámicas y de las circunstancias para estar siempre montado en el tren de las evoluciones. En este sentido trataré de acertar en la aplicación de las variantes que la situación demande.

Soy consciente de que entró a comandar uno de los mejores Ejércitos del momento. Sus triunfos, que seguiremos buscando, lo confirman. Mi labor no será difícil, por cuanto quedo a la cabeza de hombres y mujeres honestos, leales y altamente profesionales, con vivos deseos de acertar, atributos que en el contexto institucional serán la póliza que garantice unos servicios dignos y eficientes al país.

Sé que por culpa de unos pocos, estamos pasando unos tragos amargos. Tragos que tenemos que digerir lo más pronto posible y cuya lección, por dura que haya sido, no debemos olvidar, precisamente para que no vuelvan a ocurrir.

En este propósito me tienen que ayudar y comprometer oficiales, suboficiales, soldados y civiles. Los comandantes en todos los escalones del mando tienen que tomar la bandera de la ética institucional y la de los principios y valores patrios, y hacerlas ondear en todo el país.

Los que tengamos mando debemos expiar las culpas de quienes han caído en pecado contra los derechos humanos, y hacer absolutamente digna nuestra institución.

Ceñidos estrictamente a las políticas oficiales, deseamos servirles a los colombianos en bandeja de plata todo lo que esté a nuestro alcance para lograr una convivencia definitiva.

Hemos estado cerca de la victoria total, pero ésta no se va a lograr mientras todas las fuerzas vivas de la Nación no nos acompañen con su solidaridad en ese propósito.

Con entusiasmo y eficacia seguiré contestando lista a las políticas de la Seguridad Democrática, gracias a la cual han disminuido todos los índices de violencia que hace seis años nos marcaban como una de las sociedades más bárbaras del planeta.

Índices que con la presión del Ejército sobre las organizaciones terroristas y criminales, pronto deberán quedar cercanos a cero. Esta estrategia oficial viene reduciendo considerablemente el número de individuos empeñados en la violencia. Además de haber rebajado el inventario de zonas y tierras bajo la hegemonía delictiva.

Pero quizá lo que más hay que abonarle es el haberles devuelto la confianza a los colombianos y la fe en sus instituciones y en el futuro de la Nación, lo que ha contribuido al impulso del desarrollo en muchos de sus campos.

El Ejército, junto con las otras Fuerzas, ha sido eje de esa Seguridad Democrática. Y lo seguirá siendo.

En la lucha contra el terrorismo, el narcotráfico y las bandas emergentes, se ha llegado a puntos muy cercanos a su claudicación. Sin embargo, ésta no depende exclusivamente de la Fuerza Pública y sus capacidades.

Mientras en el ámbito general, por una u otra razón, haya circunstancias de distinta índole que, velada o abiertamente, estimulen o propicien el accionar sedicioso o narcotraficante, el camino hacia la paz definitiva será más complejo.

Hay comportamiento y manifestaciones, incluidos proyectos de vida y ambiciones de diferentes órdenes, que se convierten en acicate para que los violentos sigan en su ley y reivindiquen su violencia. Así es imposible sacarlos del contexto de criminalidad en que se desenvuelven.

Señores oficiales, señores suboficiales, apreciados soldados y afable personal civil: cuenten con un compañero más y con un amigo que estará cerca de sus azares y les ayudará en sus triunfos.

Para efectos de dejar muy claro el mensaje que les quiero transmitir en este momento, por considerarlas totalmente pertinentes, voy a transcribir algunas de las palabras de mi general Freddy Padilla de León, pronunciadas en su posesión como Comandante General de las Fuerzas Militares en este mismo lugar, hace algunos años:

‘Este supremo esfuerzo comporta decisiones oportunas y valerosas. Desde al Alto Mando no vamos a rehuir las que nos sean nuestras. Pero ninguno de nuestros oficiales y de nuestros soldados dejará de asumir el riesgo o el compromiso requeridos. En la hora suprema no caben las vacilaciones ni los errores por omisión. Sobre todo, no habrá espacio para el peor de ellos, que es el despilfarro de las oportunidades. En el ataque final que hoy empieza, cada uno estará en su puesto y sabrá cumplir su deber. El que no se sienta con capacidad o entusiasmo suficientes para esta empresa, dirá ahora, y no más tarde, la palabra justa y razonable que le ahorre estas obligaciones enormes. Sabremos comprenderlas. ¿Seremos acaso el primer Ejército que en la historia gane una guerra con la preocupación fundamental del respeto al Derecho Internacional Humanitario, que contemplamos desde la atalaya luminosa de nuestra Constitución y nuestras leyes? No vamos a deshonrar nuestro combate con un acto salvaje, con una crueldad o una cobardía con el vencido. Los resultados nos legitiman ante el pueblo por el que luchamos. La justicia nos justificará ante el mundo y ante la posteridad. Será mil veces preferible un revés momentáneo que soportar para siempre una indignidad’.

Señor Presidente y señor Ministro de Defensa: de nuevo gracias por su voto de confianza. Y tengan ustedes la certeza de que continuaremos con los éxitos que logró mi General Mario Montoya, dentro de la transparencia que siempre lo acompañó.

Mi General Padilla: esté seguro de que haremos todo lo posible para que su Ejército le reporte permanentemente satisfacciones operacionales en el marco de actuaciones impecables.

Mi General Montoya: muchas gracias por todo lo que nos brindó: ejemplo, enseñanza, orientación, amistad y apoyo. Sabremos recordarlo con cariño. Su Ejército queda en deuda con usted, y la saldará con victorias y con fidelidad.

Amigos que me acompañan: recuerden que el Comando del Ejército tienen un amigo incondicional, que espera sus recomendaciones y consejos.

A mi querida patria chica, a mi pueblo del alma, a mi querido Florián, pueblo santandereano por excelencia, y a sus gentes: gracias por haberme enseñado a soñar y por haberme enseñado el sentido de la libertad. Allí, en ese pueblito, empezó la historia de un muchacho que salió de su pueblo para vivir sus sueños.

Querida familia: sigo contando con sus bendiciones. Continúen rezando, ya que Dios siempre los ha escuchado.

Gracias a todos por venir y gracias por escucharme”.