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Octubre 20
El consumo de drogas ilícitas en el mundo alimenta la catástrofe en Colombia

El medio de comunicación impreso más importante del área francófona Suiza, L’Hebdo, expresa la responsabilidad compartida que les asiste a los países consumidores por la amenaza ambiental que producen los cultivos de coca en Colombia.

Bogotá, 20 oct (SP). “Dejen ya de inhalar; la cocaína es antiecológica”, tituló el semanario L’Hebdo, de Suiza, en su edición del pasado 17 de octubre, al conocer la cruda realidad de una catástrofe silenciosa que vive Colombia, causada por el cultivo y consumo de coca en el mundo.

Mediante una exposición de carteles de Responsabilidad Compartida, en el Palacio de las Naciones de Ginebra, que se abrirá al público desde este martes 21 de octubre y hasta el 30 de este mes, el periodista Michael De Pasquale presenta a sus lectores la radiografía que muestra el exterminio de fauna y flora en Colombia por la deforestación para cultivar coca.

El medio de comunicación impreso más importante del área francófona Suiza expresa la Responsabilidad Compartida que le asiste a los países consumidores por la amenaza ambiental que producen los cultivos de coca en Colombia.

Texto del semanario

La siguiente es la traducción del artículo publicado en Suiza:

Semanario L’Hebd, 17 de octubre de 2008

“Dejen ya de inhalar; la cocaína es antiecológica
Por: Michael De Pasquale

Colombia quiere salvar las especies amenazadas por el cultivo de la coca.

Ecología. Ranas tropicales en vía de extinción, pumas diezmados, bosques arrasados. Con este tipo de imágenes el Gobierno colombiano se propone luchar de aquí en adelante contra el consumo mundial de droga. En una exposición en el Palacio de las Naciones, Colombia ha decidido mostrar los estragos ecológicos asociados a la producción de cocaína.

“Si a los consumidores se les informara sobre la catástrofe ecológica asociada al tráfico de cocaína, la demanda disminuiría drásticamente”, sostiene la documentación del proyecto Shared Responsibility patrocinado por el Gobierno colombiano. Los argumentos obligan a reflexionar: un gramo de cocaína equivale a la destrucción de 4 m² de bosque y, desde hace veinte años, dos millones de hectáreas (área equivalente a Eslovenia) han sido arrasadas para transformarlas en cultivos de coca. Colosal. Pero la pregunta es: ¿acaso el cocainómano suizo dejará realmente de consumir por consideración a la fauna y la flora colombianas?

Al denunciar una deforestación masiva, este proyecto plantea un interrogante innovador. Claudia Jiménez, embajadora de Colombia en Suiza, está convencida de ello. “Colombia es un país faro del ecoturismo, rico en recursos naturales, humanos y económicos. Tenemos un interés real y legítimo en protegerlos. De otra parte, intentamos aportar un elemento de reflexión adicional, sobre todo frente a las generaciones jóvenes, las principales interesadas, para que algún día el consumidor tome quizás conciencia de que está destruyendo el planeta”.

Las cifras son aterradoras. Se calcula que en 2007, la producción total de cocaína colombiana fue de 600 toneladas. La mayor parte explota las narices de más de 10 millones de consumidores occidentales. En términos de consumo diario, Suiza figura en el sexto puesto mundial, con 22 líneas por 1.000 habitantes en el municipio de Saint-Moritz. Lidera la lista, Nueva York, con 134 líneas. Pero los efectos del tráfico también se sienten en el país productor, alimentando violencia, pobreza y catástrofe ecológica”.