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Septiembre 25
Palabras del Presidente Álvaro Uribe, al intervenir en el Encuentro Nacional de la Empresa Privada (Enade), celebrado en El Salvador

San Salvador, 25 sep (SP). Me honra muchísimo estar en esta asamblea. Traigo un saludo llego de afecto del pueblo colombiano. Allá admiramos enormemente lo que ustedes han logrado. Su capacidad de superar problemas, de crear una gran visión y de ejecutarla.

Quiero rendir un homenaje aquí en su tierra a un gran amigo, a un gran  compañero en la lucha por las libertades, en la lucha contra la violencia, en la lucha por la creatividad, al Presidente de El Salvador, Elías Antonio Saca.

Tiene los atributos que una profesora nos refería en la época, para que un líder conquiste lo principal que requiere: credibilidad. Tiene competencia, es consistente, su discurso es el mismo cualquiera sea el auditorio, es congruente, actúa como predica y, como acabamos de constatarlo nuevamente, tiene un gran sentido de las relaciones humanas, sin lo cual no opera el liderazgo.

Quiero rendirle un homenaje al empresariado de El Salvador. Cuando entraba a esta asamblea, estrechaba la mano de muchos de ustedes, saludaba a mi viejo amigo, el ingeniero Federico Colorado, veía el tamaño de este salón, me decía en mis adentros: qué fortuna para el Salvador.

Venía a mí memoria ‘Perestroika’, aquel libro que revolucionó el pensamiento social y político de la humanidad, los análisis que sobre él se hicieron.

En el primero intento de perestroika, quiso devolverse la tierra rusa al empresariado agrícola. No existía. No hubo a quien devolvérsela en ese momento. Stalin, en nombre de la colectivización y de la estatización lo había acabado. Y aquello dio pie a que muchos llegarán a la siguiente conclusión: es muy difícil crear clase empresarial, muy fácil destruirla.

Qué bueno para América Latina, para el continente en general, saber que esta gran democracia de El Salvador tiene esta clase empresarial tan calificada, tan enorme, que ustedes representan. Es una garantía para nuestra democracia y para nuestra prosperidad.

América Latina debe girar alrededor de la regla democrática. Mucho más importante preocuparnos por la regla democrática, que permitir que avance ese enfrentamiento alegando que hay gobiernos de izquierda o gobiernos de derecha.

Esa discusión era válida cuando de la Europa que enfrentó al fascismo se trajeron a América Latina tesis para enfrentar las dictaduras. Hoy, con el propósito de todos de girar alrededor de la regla democrática, ese alegato es cosa del pasado. Además es muy polarizante e impráctico. Hay gobiernos que se autocalifican de izquierda y tienen unas adhesiones a sistemas autocráticos que terminan retratándolos como expresiones de la derecha.

En muchos países hemos visto que se ha ascendido al poder en nombre de la izquierda, pero al ejercerlo con responsabilidad han llegado al puro centro democrático. Y por supuesto, también hay casos en que es imposible decir que candidatos que tuvieron diferentes orígenes ideológicos, a unos se les señalaba de izquierda y a otros de derecha, mantengan diferencias en el ejercicio del gobierno. Hay que proceder con respeto finalmente a la regla democrática.

Por eso nosotros creemos que América Latina, en lugar de seguir con esa polarización, debe pensar en cinco valores democráticos: La seguridad, las libertades, la construcción de cohesión social, la transparencia, como factor de confianza de los ciudadanos en las instituciones, y el sistema de Estado de instituciones independientes, de pesos y contrapesos.

Los marxistas solían decir que la seguridad era un instrumento represivo para reproducir las condiciones de explotación. Hoy es un valor democrático.

Aquellos que supuestamente son de izquierda requieren de la seguridad para poder erigirse como alternativas de gobierno.

También solían decir que las libertades eran simplemente un subterfugio de la superestructura ideológica del capitalismo, para reproducir las condiciones de inequidad.

Hoy todo el mundo necesita la libertad para poder emprender, escoger, profesión, credo, para poder erigirse en alternativa de gobierno, cualquiera sea su orientación ideológica.

La izquierda solía atribuirse la equidad social como su gran patrimonio. Todos los gobiernos democráticos la necesitan, como factor de credibilidad en la democracia. Y si algo garantiza el puro centro democrático, es el sistema de pesos y contrapesos. Y si algo garantiza la confianza es la transparencia, que también es franqueza.

Es bien importante mantener un diálogo público en todas nuestras democracias con absoluta franqueza, porque es mejor, es preferible ganar credibilidad a costa de perder adhesiones, que pretender ganar adhesiones a costa de perder credibilidad.

Visito a El Salvador en un momento muy importante de su democracia, que me obliga a ser muy prudente, porque si algo necesitamos en América Latina es trabajar todos hermanadamente por la democracia, pero respetar el principio de no intervención, respetar el principio de autodeterminación democrática de los pueblos.

Hoy los tengo totalmente presentes aquí delante de mí, para poder responder a esta generosa invitación de ustedes con toda la prudencia, que para alguien que quiere y aprecia esta Patria salvadoreña, pero ajeno a ella, se obliga.

Por tanto, debo contarles qué estamos pensando en el Gobierno de Colombia. Para nosotros lo fundamental es construir confianza.

Era yo candidato a la Presidencia de la República, y le preguntaba a los jóvenes estudiantes: ‘¿Han pensado ustedes en algún momento irse definitivamente del país?’. Y la gran mayoría levantaba las manos diciendo: ‘Sí. Y sin tiquete de regreso’.

Se observaba un desarraigo, una voluntad de abandono del país, un desprendimiento. Y eso nos inspiró a mis compañeros y a mí la idea de que lo primero que necesitábamos era buscar crear confianza para estudiar en Colombia, para vivir en Colombia, para emprender en Colombia, para gozar la vida en Colombia.

Y nos dimos a la tarea de buscar los pilares para cimentar esa confianza. La cimentamos en tres pilares: la seguridad con democracia, la confianza inversionista con responsabilidad social, y la construcción de cohesión social con libertades.

La seguridad con democracia

La seguridad con democracia. Nosotros hemos enfrentado un desafío terrorista, enorme, rico en narcotráfico. Y lo hemos enfrentado con todas las libertades democráticas, sin afectarlas.

Ahora se celebró, la semana pasada, en Santiago de Chile, la reunión de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) para rechazar la violencia en Bolivia. Y se rechazó.

A nosotros nos ha producido en Colombia esa reunión una reflexión. Es muy importante, muy positivo rechazar la violencia contra una democracia,  contra un gobierno democráticamente elegido, cualquiera sea el origen de esa violencia. Rechazar la violencia por respeto a la institucionalidad democrática, al origen democrático de los gobiernos.

Y esa postura es contraria a otra que puede ser muy peligrosa, que rechaza la violencia cuando esa violencia se ejerce en contra de alguien con quien se tienen afinidades ideológicas, y no se rechaza la violencia cuando esa violencia se desarrolla en contra de alguien con quien se tienen desacuerdos ideológicos.

La seguridad tiene que ponerse por encima de las ideologías. El rechazo de la violencia tiene que expresarse como un valor democrático, como una fuente de recursos.

Si algún cambio ideológico tiene que darse en América Latina, es aceptar que la democracia necesita tener en la seguridad su principal pilar.

Debemos abandonar los rescoldos que todavía quedan de la vieja tesis de que la seguridad es militarista, de extrema derecha, fascista. La seguridad es un valor democrático y una fuente de recursos.

Nos falta avanzar en Colombia. Cuando veo que ustedes están cumpliendo 20 años de sucesivos gobiernos democráticos en paz, siento la ilusión de que Colombia en algún momento pueda decir que ha logrado la paz completa. Ustedes son un ejemplo de ella.

Confianza inversionista con responsabilidad social

Estamos trabajando en Colombia la confianza inversionista con responsabilidad social. Nosotros teníamos tasas de inversión del 12, del 14. La participación del sector privado era del 6, del 8. En estos años hemos pasado a tasas de inversión del 21, del 24, del 27,5.

Este año, no obstante la desaceleración de la economía, las dificultades transversales en todo el mundo, hemos logrado mantener una tasa de inversión del 27,5.

Nuestro objetivo pone más énfasis en la tasa de inversión que en el crecimiento, porque un crecimiento alto un año, si no está sustentado en una tasa de inversión fuerte en el largo plazo, puede tornarse en un crecimiento muy bajo en el siguiente.

Puede haber crecimiento un año por aumento en el precio de un producto básico, porque se encontró un pozo de petróleo, y al año siguiente puede no darse el crecimiento. Si hay una tasa de inversión fuerte, el crecimiento se sostiene en el largo plazo.

El país tenía una inversión extranjera directa de 500 – 700, en años de 2 mil millones de dólares. Era inconstante y más baja que la actual. Llegaba de pronto y de pronto no llegaba. Se encontraba un pozo de petróleo y llegaba. Se abría la telefonía al sector privado y llegaba. Se invitaba a unos canales de televisión y llegaba. Pero era inconstante.

En los últimos años es más constante y más elevada. En los últimos años se han registrado cifras de 10.500 en un año, 6.500 el siguiente, el año pasado 9.028, y este año nuestro Ministerio de Comercio estima que puede estar en alrededor de 11 mil millones.

Creo que es muy importante, en estas épocas de dificultades, tener confianza inversionista. 

Veo dos escenarios. Estos problemas de inflación, de inflación alimentaria, de petróleo, estos problemas de insumos agropecuarios, estos problemas de tasas de interés, problemas comunes que están afectando a casi todas las economías.

¿Qué hace la diferencia? La diferencia la hace que se tenga confianza inversionista o que no se cuente con ella. Son más llevaderos, más fácilmente superables estas dificultades en medio de confianza inversionista.

De los 11 mil millones de dólares que pueden completarse este año, el 56 por ciento va al sector de hidrocarburos y a la minería. Y el 44 por ciento se irriga en diferentes, diversos sectores de la economía.

A esa confianza inversionista le damos garantías para cimentarla y le exigimos responsabilidad social.

¿Qué es responsabilidad social? Transparencia, transparencia en la tributación, transparencia en la asignación de contratos, transparencia en la solución de disputas, transparencia en la aproximación institucional. El Presidente no puede, en un país democrático, caprichosamente, escoger a qué empresario apoya y a qué empresario persigue.

La aproximación de los gobiernos a la iniciativa privada tiene que ser una aproximación institucional, transparente.

Y cuando ha habido falta de transparencia, fenómenos de corrupción entre empresarios y gobiernos, en el continente esos fenómenos han sembrado las semillas que han hecho germinar gobiernos autocráticos. He ahí la importancia de la transparencia.

La responsabilidad social es solidaridad de las empresas con las comunidades. Hoy es muy importante la solidaridad ambiental.

Colombia ha pasado estos años de producir 34 millones de toneladas de carbón y este año puede exportar 80 millones de toneladas de carbón. Pero nosotros no podemos dar licencias para explotar carbón si no se cumplen con unos rigurosos estándares ambientales, porque de lo contrario se causa una afectación a la comunidad. Y en esa solidaridad sí que es importante para lograrla, un diálogo amplio, multilateral.

Hace un año, en el norte del país había grandes protestas comunitarias en una zona que había sido afectada por guerrilla y por paramilitares. Había grandes protestas por actividades de empresas extractoras de carbón.

¿Qué hicimos? Crear confianza. No adoptamos caminos que han sido comunes en algunos países de la región. Ante una protesta comunitaria contra la inversión, los gobiernos escogían: o reprimir a la comunidad o adoptar una actitud hostil contra el empresario.

Aquí ni lo uno ni lo otro. Nos reunimos ampliamente, de manera pública, en muchas ocasiones, con la comunidad y los empresarios, y fomentamos un diálogo que nos condujo a soluciones. Hay que avanzar en esa responsabilidad para el largo plazo.

Nosotros estamos empeñados en el desarrollo de los biocombustibles. Pero la responsabilidad social nos obliga a asegurarle al mundo que para producir biocombustibles, no vamos a afectar un milímetro cuadrado de selva.

En un país que tiene el 51 por ciento del territorio, que tiene 578 mil kilómetros cuadrados de selva, y que preservarla es su principal contribución contra el calentamiento global, tenemos la responsabilidad de garantizarle al mundo que no vamos a afectar la seguridad alimentaria.

Responsabilidad social es fraternidad laboral. En países que han sufrido la violencia, como los nuestros, en países donde el odio de clases del marxismo sembró tanta capacidad de hacer daño, la fraternidad laboral es muy importante.

Fraternidad en las relaciones laborales, por oposición al capitalismo salvaje. Fraternidad en las relaciones laborales, por oposición al odio de clases. Hay que poner inmenso cuidado en la fraternidad laboral, como factor de sostenibilidad empresarial.

Y hemos venido pensando en un cuarto elemento de responsabilidad social: la regulación razonable. El problema de Wall Street obliga a hacer un replanteamiento.

Ayer una jovencita de origen asiático, de las calificadoras de riesgo en Nueva Cork, me decía: ‘Presidente, Colombia necesita todavía más independencia del Banco Central’. Le dije: ‘¿Por qué, si es independiente. Otra cosa es que digamos que nos preocupan las altas tasas de interés’.

Que ‘Colombia necesita más flexibilidades’.

Le dije: ‘Cuidado, porque por ustedes no haber introducido unas regulaciones a tiempo se quebraron y amenazan con quebrar la economía del mundo’.

Y me decía: ‘Colombia necesita menos gasto público’.

Y le dije, le di las cifras, que voy a compartir en seguida con ustedes, le dije: ‘Cuidado. Ustedes por exigir y exigir recortes, nos llevan a abandonar lo social. Y al abandonar lo social, se crean las inestabilidades políticas, que finalmente afectan la iniciativa privada’.

Es mucho mejor posponer la llegada de los equilibrios fiscales, pero anticipar las soluciones sociales, para poder garantizar la estabilidad política, que es finalmente el gran fertilizante de la iniciativa privada.

Nosotros creemos que así como hay que darle todo el apoyo a la iniciativa privada, también hay que tener una razonable dosis de regulaciones.

Tenemos que escoger entre el riesgo que se deriva de darle rienda suelta al capital especulativo, como ocurrió en Wall Street, o la crítica de algunos fundamentalistas del libre mercado, que son bastante hostiles cuando se introducen limitaciones al capital especulativo.

Para que prospere el capital productivo, para que genere todos los beneficios sociales, para que cree todas las condiciones de confianza, hay que ponerle regulaciones, limitaciones, al capital especulativo.

Creemos que eso hace parte de la responsabilidad social empresarial.

¿Y qué hacemos nosotros desde la otra orilla, desde la orilla de darle estímulos a la iniciativa privada?

Primero, repetir lo fundamental. Le regalé hoy un ejemplar del ‘Retorno de la Historia’ al Presidente Saca, porque es bien aleccionante. A mí me ha hecho pensar lo siguiente: cuando creíamos que desde la caída del Muro de Berlín, el colapso de la Unión Soviética y la apertura de Deng Xiao Ping en China, todo estaba ganado para la empresa privada, ahora nos sorprenden tendencias que reversan en América Latina.

Entonces tenemos que repetir que mientras hay países hostiles a la inversión privada, hay países totalmente garantistas de la inversión privada, doméstica e internacional.

Y tenemos que trabajar por el mejoramiento de los indicadores macroeconómicos. Nosotros hemos reducido el déficit del Gobierno Nacional Central del 7,5 al 3,2. Ahora me dicen: ‘Apure, no haga tal gasto social, redúzcalo más’.

Pero entonces ahí les he dicho: ‘Escojan, escojan entre la más rápida llegada del equilibrio fiscal, o la estabilidad que se deriva de ir avanzando más rápidamente en el equilibrio social’.

Un pensamiento político fundamental es el de distinguir entre la controversia política y la controversia social. Colombia es un país que tiene alta controversia política, pero hemos hecho un gran esfuerzo para que tenga menos contradicción social.

Cuando hay menos contradicción social, se crean mejores condiciones para que prospere la empresa privada.

Hemos hecho una profunda reforma al Estado. Hemos reformado 411 entidades del Estado. Nosotros no creemos en los monopolios de Estado, ni tampoco en el desmantelamiento del Estado. América Latina ya ha vivido los dos extremos.

Creemos que el Estado no puede estar controlado por la politiquería, por el burocratismo, por excesos sindicales, pero también creemos que el Estado no se puede desmantelar.

Hemos reformado 411 entidades del Estado, buscando que agreguen valor en lugar de destruir, y que le sirvan más a la comunidad, en lugar de servirle al burocratismo, a la politiquería y a los excesos sindicales.

Nuestra última reforma fue la de la Empresa Colombiana de Petróleos. Parecía imposible, por los radicalismos ideológicos. Primero introdujimos la reforma laboral, después la pensional, y el año pasado la abrimos a la capitalización privada: 465 mil colombianos son hoy socios del 10,5 por ciento de la empresa.

Y todos los días hacemos pedagogía. Y me gustó mucho oír los dos discursos que me antecedieron. El discurso de don Federico y el discurso del Presidente Saca: ‘Pedagogía, pedagogía’.

La defensa de las libertades democráticas necesita un ejercicio de pedagogía de las 24 horas, apreciados empresarios de El Salvador.

Una de las controversias que hay en Colombia es: ‘Uribe acabó con el Estado’. Hemos demostrado que con estas reformas, los patrimonios del Estado valen hoy más de lo que valían antes. Los patrimonios del Estado tienen hoy más factibilidad de largo plazo, que la factibilidad que tenían antes.

Y en el solo Ecopetrol, hemos pasado de una capacidad de invertir 700 millones de dólares al año, a una capacidad de invertir 4 mil millones de dólares este año, sin comprometer un dólar del presupuesto nacional y sin comprometer el endeudamiento público.

Vamos a seguir avanzando en esa reforma del Estado.

Cuando empecé a reestructurar los hospitales, dijeron: ‘Ahí llegó Uribe, el privatizador, el neoliberal’. Dije: ‘Aquí hay una constante firme para derrotar el burocratismo, que privatizó al Estado en favor de la politiquería y de la inoperancia’.

Me había tocado trabajar, como senador de la República, la reforma a la seguridad social y la reforma laboral. Y como Gobernador en mi departamento, la desburocratización. Y sostener esos permanentes debates, a los cuales se sumaba el debate contra mí, por mi postura en materia de seguridad. Pero con pedagogía y buena fe, se va pasando de una situación minoritaria a otra de mayoritario apoyo popular.

América Latina ensayó los monopolios de Estado, y le fue mal. La historia del Brasil, entre el 30 y los 70, así lo demuestra. Para nada sirvieron los monopolios de la revolución boliviana de 1952. Fueron un fracaso. Y los monopolios de la revolución de Velasco Alvarado en el Perú.

La historia todavía no ha dado su veredicto. Algún día nos dirá qué influyó más en la caída del Muro de Berlín, en el colapso de Unión Soviética y en la apertura de Deng Xiao Ping a la inversión en China, si la falta de libertades o la falta de prosperidad. Los alemanes del este, través de las rendijas del Muro, veían que en occidente avanzaba la prosperidad y la calidad de vida y que ellos estaban rezagados.

Unión Soviética asistía a éxitos armamentistas y a una calidad de vida totalmente deprimida por la obsolescencia del aparato productivo, todo en manos del Estado. Y lo propio ocurrió en China.

Esas obsolescencias de competitividad que se reflejan en calidad de vida, finalmente causan una insatisfacción popular, que derrumban los sistemas. Por eso les tememos a los monopolios de Estado.

Nosotros estamos haciendo el esfuerzo para hacer el tránsito del burocratismo ineficiente del Estado a la prestación social de los servicios que corresponden al Estado, creando mucha empresa mixta y creando mucha empresa con fundaciones, con asociaciones comunitarias. Y ha ayudado mucho a sanear las finazas de la Nación, que todavía falta mucho por acabar de sanearlas.

El sistema tributario de ustedes en El Salvador es altamente atractivo a la inversión.

Nosotros hemos logrado ganar un debate, en el cual el mismo establecimiento tradicional de Colombia y la academia económica se oponían a los incentivos tributarios. Los mismos bancos multilaterales, y ahora el Presidente Saca recordaba su experiencia con el Fondo Monetario, a ellos les parecía que la inversión no era sensible los estímulos tributarios. Y claro que lo es. Nosotros aplaudimos el esquema tributario de El Salvador, altamente atractivo de la inversión.

Allí no hemos rebajado las tarifas sustancialmente para todo el mundo, pero hemos introducido importantes incentivos a la inversión.

En Colombia, se paga impuesto corporativo, pero no se paga impuesto sobre los dividendos repartidos.

Hemos introducido estímulos sectoriales y generales.

El turismo, el ecoturismo, los nuevos hoteles, tienen una exención de impuestos nacionales por 30 años. Los biocombustibles tienen estímulos. Los cultivos de tardío rendimiento tienen una exención durante los primeros diez años del periodo productivo.

Además hay otros estímulos generales, como la deducción del 40 por ciento a cada nueva inversión, que se puede hacer efectiva en cualquier año subsiguiente al año en que esa inversión se ha instalado.

Y hemos creado las nuevas zonas francas especiales, en las cuales la tarifa corporativa es del 15 por ciento, no pagan arancel, ni IVA, por la importación de bienes de capital, bienes intermedios, materias primas. Y hay altas exigencias en creación de empleo de buena calidad.

Estamos trabajando los acuerdos de comercio. Ha sido muy grato suscribir el acuerdo de comercio con El Salvador, con Honduras y con Guatemala. Esperamos poderlo pasar en la Cámara de los Estados Unidos.

Creemos que a eso hay que quitarle la postura ideológica. Hay países que producen algunos artículos que no necesitan acuerdos de comercio, porque el mundo los arrebata. Otros países, que tenemos que competir en la agricultura, en la manufactura, y necesitamos acuerdos de comercio.

Tres objeciones ideológicas se presentan en el continente contra los acuerdos de comercio: que desprotegen a los trabajadores, que maltratan a la pequeña empresa y que están en contra de las regulaciones ambientales.

Nada de eso es cierto. En los modernos acuerdos de comercio, los capítulos sociales protegen ampliamente los derechos de los trabajadores. En un país la Constitución y la Ley protegen los derechos de los trabajadores. Y ahora esos acuerdos suman otra fuente de protección de los derechos de los trabajadores en sus capítulos sociales.

Se protege también hoy a la pequeña empresa. Pero quiero hacer una anotación: la mejor protección de la pequeña empresa es la prosperidad económica. Es imposible dividir la suerte de la gran empresa, de la suerte de la pequeña empresa. La una sigue a la otra, porque están profundamente integradas, interconectadas. La pequeña empresa es proveedora o distribuidora de la gran empresa. Y viceversa.

No creo que se pueda insistir en el sofisma de proponer una economía de pequeña empresa, en ausencia de la prosperidad de la gran empresa. Necesitamos ambas. Y por supuesto, los acuerdos de comercio obligan a los países, primero, a adherir a los tratados internacionales ambientales, a respetarlos, a ser profundamente cuidadosos del crecimiento sostenible.

Nosotros hemos firmado otros tratados con Chile, Comunidad Andina-Mercosur. Estamos profundizando con Perú, para ir más allá de la Comunidad Andina en materia de reglas de inversión. Estamos negociando con Europa. Hemos cerrado negociación con Canadá. También estamos próximos a cerrar negociación con China sobre protección recíproca de inversiones. Y también con la India.

Y hemos incorporado una ley importante para la inversión, que autoriza al Gobierno a firmar pactos de estabilidad, con duración de 20 años, con los empresarios que hagan inversiones en Colombia.

Creo que eso ayuda mucho a crear esa sensación de seguridad jurídica para la inversión en nuestros países.

Por supuesto, enfrentamos dificultades coyunturales, a las cuales ya me referí.

Habíamos sufrido una apreciación grande del peso. Y con el disgusto de muchos de los de Wall Street, incorporamos regulaciones para proteger a los exportadores.

Tienen que hacerlo economías todavía con fragilidad como la nuestra. En Colombia nosotros no podemos abandonar a los exportadores, que además crean empleos de buena calidad con afiliación a la segundad social, que hacen grandes esfuerzos de productividad, que muchas veces no se pueden traducir en competitividad, no en razón de los propios exportadores sino porque una tasa de cambio que se gradúa de manera ajena a su voluntad, les afecta totalmente sus ingresos.

Nuestro Banco Central, independiente, elevó las tasas de interés de manera oportuna para evitar un exceso de confianza del país en el endeudamiento, lo que es bueno. También, para evitar que el país entrara en un espiral sicológica de inflación, lo que es bueno.

La inflación básica está en el 3,9. La general este año puede estar en el 7 ó 7,5. Habíamos bajado al 4,2, motivo de preocupación, pero la de alimentos se nos sitúa en el 12 – 14.

Ojalá ahora que se ofrecen las cosechas al mercado, podamos ver alguna tendencia de reducción de la inflación de alimentos, no obstante que hay un factor muy preocupante de presión, que es el encarecimiento de los insumos agropecuarios.

Hemos introducido regulaciones a los bancos, sin afectarles su iniciativa, que por supuesto les crean costos.

Una de ellas es la exigencia de provisionar un riesgo implícito de acuerdo con el sector prestatario. Pero eso nos permite que en esta época de crisis mundial, Colombia, que tenía hace algunos años una protección de 39 por ciento, frente a los créditos malos, hoy tiene una protección promedio del 112 por ciento. Estamos en mejores condiciones, que dan tranquilidad frente a estos riesgos de la economía mundial.

Por supuesto, tenemos dificultades: nos falta mucha infraestructura. El Presidente Saca me mostraba en un helicóptero parte de este hermoso El Salvador. Veía cómo esta ciudad tan bella está bien cerca del mar y tiene una magnífica autopista, un gran aeropuerto, y hay una especie de circunvalar. Se llega al mar, se recorre parte de la playa y se sube por otra carretera.

Nuestra capital está a mil kilómetros del Atlántico y a 580 kilómetros del Pacifico, pero estamos haciendo un gran esfuerzo para superar escollos de infraestructura.

Los oía hablar de concesiones, de la participación del sector privado. Nuestros puertos están concesionados, y les hemos dado todos los estímulos tributarios y hoy hay un gran avance en inversión portuaria.

Empieza a haber un gran avance en inversión en telecomunicaciones y vamos a ver cómo podemos impulsar, con más velocidad, la inversión en carreteras.

En el sector eléctrico y energético, el país va recuperando lentamente la confianza para buscar petróleo. Explorábamos 10 pozos, y este año se exploran 100. Teníamos autosuficiencia hasta el 2008. Encontrando poco a poco, ya la tenemos extendida hasta el 2016.

Les conté la cifra de carbón. Vamos bien en energías alternativas. Terminamos este año produciendo 2 millones de litros de biocombustibles. No producíamos.

Terminaremos produciendo un millón de litros diarios de etanol, a partir de caña de azúcar, y un millón de litros diarios de biodiesel a partir de palma africana.

El país tenía instalada una capacidad de generación de 13,5 millones de kilovatios. Pero eso había comprometido mucho el presupuesto público.

El sector eléctrico representaba, con su deuda, el 27 por ciento de la deuda pública del país. Hoy representa el 3 por ciento.

¿Qué hemos hecho? Primero, confianza; segundo, hemos dicho: quienes generen energía en Colombia, pueden utilizar el sistema de zona franca, lo cual los incentiva muchísimo.

Les damos la posibilidad de firmar los pactos de estabilidad a 20 años con el Gobierno. Y el sistema, sin afectar el presupuesto público, paga un cargo por disponibilidad.

Eso nos ha permitido este año asignar programas de generación de energía, que van a instalar 4 millones de kilovatios en los años que vienen.

Tenemos mucha confianza de que nuestra participación en el Plan Panamá– Puebla, nos permita tener la línea de interconexión con Centroamérica. Y además estamos ya definiendo el cable submarino con Puerto Rico, República Dominicana y Haití.

Lo importante es que estos desarrollos se están haciendo con empresas independientes, nacionales e internacionales, sin afectar el presupuesto público. Queda mucho por hacer.

Cohesión social desde las libertades

En lo social, que es el gran validador de lo social, que es el gran validador de la inversión, estamos avanzando en coberturas escolares, en nutrición, en financiación de microempresas, en Familias en Acción, programas bastante semejantes. Es el gran validador.

Sin ello no se legitima un conjunto de gobiernos, un conjunto de iniciativas, comprometidas con la iniciativa privada y comprometidas con la seguridad.

Me llevo esta tarde una fotografía en mi mente: qué fortaleza la de El Salvador, qué garantía para la región contar en la patria salvadoreña con este puñado tan numeroso y tan calificado de empresarios.

Qué bueno. Cada que converse, en los próximos días, y yo soy obsesivo y repetidor con mis compatriotas, les contaré sobre esta reunión. Además, con acervo ideológico, porque hay que tener ideología clara para poder defender la empresa privada.

En el discurso político latinoamericano, da aplausos atacar a la empresa privada, pero pocas veces aparecen dirigentes, como el Presidente Elías Antonio Saca, que se atreven, sin avergonzarse, a defenderla en todos los escenarios.

Felicitaciones, Presidente Elías Antonio Saca. Y felicitaciones, apreciados empresarios de El Salvador.

Muchas gracias”.