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Septiembre 30
El Presidente de Paraguay visitó la Catedral de Sal en Zipaquirá

Zipaquirá, 30 sep (SP). Como un hombre de fe, el Presidente de Paraguay, Fernando Lugo, cumplió con uno de sus grandes anhelos al pisar tierra colombiana: visitar la Catedral de Sal de Zipaquirá.

Sin pensar en el tiempo, su apretadísima agenda y el variable clima capitalino que casi termina cancelando sus planes, el mandatario decidió poner en marcha un “operativo en el aire” que lo llevaría como a “cualquier turista” a disfrutar de un paseo. 

“Qué mejor cosa que en mi primera visita a Colombia, como Presidente de la República de Paraguay, pueda robustecer también mi fe como hombre creyente”, dijo el Mandatario paraguayo.

En un helicóptero de la Fuerza Aérea Colombiana, acompañado de un MI del Ejército y uno de la Policía Nacional, Lugo voló durante cerca de 14 minutos directo al municipio de Zipaquirá junto al Canciller paraguayo, Alejandro Hamed, el embajador de Colombia en ese país, Mauricio González, varios ministros y delegados de la Cancillería colombiana.

Al llegar le dio la bienvenida el Alcalde del municipio, Jorge Enrique González, y a dos ingenieros,  quienes se convertirían no sólo en anfitriones, sino en guías de esta maravillosa y profunda mina de sal.

Junto a ellos estaba Ángela Garay, una mujer que tras cuatro años de trabajo, con gran sensibilidad religiosa y conocedora de la arquitectura e historia de la Catedral fue escogida para guiar al ilustre visitante

El Presidente Lugo comenzó su travesía a lo profundo de la montaña, poniéndose un casco de protección con linterna que le señalaría la ruta en la inmensa oscuridad.

Como cualquier minero de la región, el mandatario emprendió el primer tramo del recorrido subterráneo donde artistas e ingenieros de la mina plasmaron las catorce estaciones del Vía Crucis, talladas en paredes y entre enormes socavones.

Lugo, con la curiosidad de un niño, no dejó de preguntar por los detalles detrás de su construcción, historia y, por supuesto, el significado que para él y cientos de católicos en el mundo tiene este lugar sagrado.

Caminando a paso lento se detuvo un momento al final del primer túnel para observar la Cúpula, un espacio que representa lo que él describió como “un lugar donde el cielo y la tierra se unen, donde desde la creación hasta la eternidad el hombre ha podido representarlo”.

El mandatario, antes obispo, se encontró con la Virgen de Guasá, que significa “Socavón”, la protectora de los mineros. Metros más adelante, detuvo su recorrido para apreciar más de cerca en la Sacristía de la Catedral, el primer Cristo crucificado que deja caer el rostro en su hombro derecho y abre sus ojos por última vez antes de su muerte.

Lo miró fijamente, rezó, suspiró ante su belleza y continuó su camino.

Minutos después, atravesó el Coro de la Catedral, un grupo de ángeles tallados en piedra y sal que le darían la entrada al laberinto de la “Perfección espiritual” hasta la pileta bautismal.

Lugo, que ya había visitado Colombia, agradeció y envió un saludo: “A esta nación hermana, a la que tanto les debemos los paraguayos, mi gratitud sincera, solidaria, respetuosa y sobretodo de fe”. 

La salida estaba a la vista. Al fondo, se podía observar una luz que dibujaba la naturaleza, como si se tratara de cuadro que cautivara la mirada de los visitantes extranjeros. 

De regreso a Bogotá casi se queda un miembro de la comitiva. Era nada menos que el Canciller paraguayo, Alejandro Hamed. No es que estuviese perdido, sino que se tomó unos minutos para disfrutar de la naturaleza exterior que rodea a la Catedral de Sal.

Como él,  nadie quería regresar.

Ministerio de Relaciones Exteriores