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Abril 29   Versión imprimible
Palabras del Presidente Álvaro Uribe luego de recibir el Premio ‘Cortes de Cádiz a la Libertad’

Madrid, España, 29 abr (SP). “Nuestra inmensa gratitud. Muchas gracias, Altezas, por su presencia. Ustedes, siguiendo el ejemplo de sus majestades, se han constituido en un gran apoyo para nuestra América.

Colombia ha sentido siempre la amistad, el apoyo del Príncipe desde nuestra primera infancia. Ahora lo tenemos como uno de los nuestros.

No se cuantas veces al año cruza el océano, para estar allí en esa tarea promotora de la democracia, de la unidad, de la hermandad en todos nuestros países. Y hoy tienen este gesto de tanta solidaridad con nuestra democracia. Muchísimas gracias Alteza.

Muchísimas gracias señora Alcaldesa (de Cádiz, Teófila Martínez). No tengo palabras para expresarle nuestra gratitud.

Lo único que encuentro para tratar de dar una explicación a esta generosidad de Cádiz, de su jurado, de sus autoridades, a esta generosidad suya, señora Alcaldesa, es el sacrificio de tantos colombianos asesinados durante 60 años de violencia por el narcotráfico, el terrorismo guerrillero, el terrorismo paramilitar.

Tantos integrantes de la justicia martirizados; el 50 por ciento de las familias colombianas con algún dolor, con un motivo de luto; miles de soldados y de policías mutilados por las minas antipersona.

A esos soldados y policías mutilados, en quienes los colombianos vemos reflejado todo el heroísmo, en quienes los colombianos vemos la razón de nuestra esperanza para las nuevas generaciones, ofrezco este premio que con tanta generosidad nos otorga la comunidad de Cádiz.

En los batallones de sanidad, en los pabellones de sanidad de los hospitales militares y de Policía, hay hoy más de mil 700 colombianos con una mutilación, una mutilación derivada de las minas antipersonas. Una mutilación por su lucha, por dar a las presentes y futuras generaciones de colombianos el derecho eficaz de poder vivir en paz, en libertad.

Qué emocionante este Bicentenario. Con un gran poyo de sus Majestades, de sus Altezas, del Gobierno de España, de la Secretaría Iberoamericana, nuestros países están hoy en la tarea de conmemorar el Bicentenario de la Independencia.

Y al hacer esa conmemoración un gran motivo de reflexión: y como es de feliz esta coincidencia con el Bicentenario de la Constitución de Cádiz.

Esta Constitución de 1812 es un gran punto de referencia para la Independencia, para la libertad. La Alcaldesa hacía una bellísima mención al español que se habla en Colombia, y a Simón Bolívar.

Este escrito de la Constitución de Cádiz, cualquiera podría decir que coincide con los texto libertarios de Simón Bolívar. Podría interpretarse en cualquier dirección, que Cádiz escribió para Bolívar o que Bolívar escribió para Cádiz.

‘El objeto del Gobierno es la felicidad de la nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los ciudadanos que la componen’. Esta frase en 1812 coincide, plenamente, con todas las proclamas de Bolívar.

Es una bellísima oportunidad para reflexionar sobre la libertad, lo que significa para la felicidad de las nuevas generaciones.

El año pasado, en presencia de la señora Alcaldesa, en Mariquita, un bellísimo municipio del Tolima, cerca de Bogotá, en pleno calor tropical, conmemoramos los dos siglos del fallecimiento del Sabio (José Celestino) Mutis, el monje que llegó a Colombia a investigar, a descubrir toda nuestra flora, a catalogarla y también a promover los valores de la ilustración.

Quienes formaron la República, quienes dieron los grandes pasos libertarios, fueron discípulos de Mutis, el hijo de Cádiz.

Los vínculos son infinitos, señora Alcaldesa. En la memoria de Mutis. Quiero rendir un homenaje muy sentido a Cádiz.

Seguridad con valores democráticos

Nosotros, con el sacrificio de los colombianos, el gran sacrificio de los soldados y los policías de esa Patria, venimos en esa lucha por la seguridad con valores democráticos. Queremos construir confianza en Colombia.

Pensamos que es fundamental avanzar en la conquista de la seguridad, de la confianza para que el país sea un país próspero, y para que pueda avanzar en cohesión social.

En América Latina se crearon grandes temores a las propuestas de seguridad, porque el continente fue recorrido por ese fantasma de la doctrina de la seguridad nacional, que en nombre de la seguridad afectó libertades, expatrió el disenso, eliminó el pluralismo.

Todo lo contrario ha ocurrido en Colombia. La seguridad por la cual se lucha en Colombia es un valor democrático. Hemos adelantado ese proyecto de seguridad como un proyecto más que inseparable de la libertad, un proyecto que tiene que ser concebido como el presupuesto de la libertad.

Bien lo decía la señora Alcaldesa en sus generosas palabras: ‘el terrorismo es la forma contemporánea de esclavitud. Derrotarlo es una nueva lucha por la recuperación de la libertad’.

Nosotros hemos propuesto seguridad para todos los colombianos, seguridad parta que no sean secuestrados los empresarios, para que no sean asesinados los trabajadores. Seguridad para los medios de comunicación.

Colombia tuvo años en que asesinaron 15 periodistas. Los periodistas de las regiones, especialmente, vivían constantemente amenazados por los grupos terroristas de una u otra naturaleza.

Llevábamos dos años sin el asesinato de un periodista en Colombia. Infortunadamente la semana pasada en el municipio de El Bordo, en el departamento del Cauca, fue asesinado un periodista. Nuestro corazón se expresó en protesta y estamos haciendo todo el esfuerzo para que ese crimen no quede en la impunidad.

Nosotros queremos poder decirle al mundo que la libertad en Colombia es una libertad de carne y hueso, que Colombia es un país donde no se puede amenazar a un periodista. Seguiremos en esa tarea. Nos dolió mucho lo que ocurrió la semana anterior.

Hemos procurado que la seguridad en Colombia sea para quienes defienden las tesis del Gobierno y para la oposición.

Hemos procurado que la seguridad en Colombia vaya abriendo camino, al tiempo que construye libertad.

Las instituciones de Colombia han sido siempre unas instituciones de libertad. La libertad no se había perdido en Colombia en virtud de las instituciones democráticas, sino por el desplazamiento que el terrorismo hacía de la eficacia de las instituciones democráticas.

En alguna forma el terrorismo nos estaba llevando a tener una libertad teórica, negada en el ejercicio cotidiano de la práctica.

Esta seguridad es un camino de recuperar la libertad efectiva, para no quedarnos solamente en la categoría de la libertad retórica.

Hemos avanzando pero falta un gran camino por recorrer.

Podríamos hablar de disminución de homicidios, secuestros, masacres, destrucciones de municipios, atentado terroristas, pero yo creo que es bien importante la ocasión para hablar de lo intangible, de lo no cuantificable, que es lo que une la seguridad con la libertad.

Esta seguridad ha permitido que Colombia recupere aquello que nunca debió perder: el monopolio de las fuerzas institucionales para proveer de seguridad a todos los ciudadanos y el monopolio de la justicia institucional del Estado en todo el territorio.

En Colombia ya no hay paramilitares

Esta seguridad ha desmantelado las organizaciones paramilitares, que surgidas en reacción a la guerrilla se igualaron con ella en crueldad y compartieron la fuente de financiación del narcotráfico.

La palabra paramilitar se utilizó en Colombia para señalar las organizaciones privadas criminales cuyo objetivo era combatir a la guerrilla.

Hoy, en todo el territorio, se observa claramente que el Estado ha recuperado ese monopolio. El monopolio de combatir a todos los criminales.

Se han desmovilizado más de 50 mil integrantes de las organizaciones criminales.

Hemos tenido tanta firmeza para combatir esas organizaciones, como generosidad para buscar el camino de reintegración a la vida nacional de aquellos que han querido rectificar, que han desertado de esas organizaciones, y que han expresado su voluntad de reintegrarse a la vida constitucional.

Más de 50 mil colombianos se han desmovilizado y han estado en proceso de reinserción. Una cifra enorme comparada con el proceso histórico del país y con fenómenos que se han dado en la comunidad internacional.

En los años 90, años de procesos de paz, Colombia vio la desmovilización de 4 mil integrantes de las guerrillas.

En estos años, de 2002 a la fecha, se han desmovilizado 35 mil personas de los movimientos paramilitares y más de 15 mil personas de la guerrilla.

De los desmovilizados paramilitares han incumplido con las normas de desmovilización tres mil, aproximadamente. De ellos, dos mil han sido o abatidos por las Fuerzas Armadas o llevados a la cárcel. Y los mil que persisten en el delito están hoy en el narcotráfico, en la extorsión, en el secuestro y aliados con la guerrilla.

En muchas partes del país la justicia democrática del Estado, que en la estructura colombiana es independiente del Ejecutivo, había sido suplantada por la justicia de los grupos terroristas.

Pleitos de vecinos, querellas de familias, en muchas regiones ya no podían ser del conocimiento de la justicia, sino que se apelaba, por la sumisión de la ciudadanía a las armas del terrorismo, al jefe del terrorismo paramilitar o al jefe del terrorismo guerrillero.

Ese monopolio de la justicia se ha recuperado en todo el territorio colombiano. El monopolio de la justicia democrática del Estado.

Los colombianos temían denunciar o lo encontraban inútil. Las víctimas no reclamaban por temor o porque anticipaban que no habría eco a sus reclamos.

Hoy los colombianos denuncian con confianza, la ciudadanía tiene toda la disposición de denunciar. Se denuncia con confianza en la institucionalidad bien el delito a cargo de un criminal ordinario, bien el exceso que puede ser delictual de algún integrante de las Fuerzas Armadas.

Ese compromiso de los colombianos con la denuncia, producto del avance de la seguridad, es un gran logro en este proceso.

De las víctimas sólo se hablaba en los funerales. Colombia pagará en los años que vienen, aproximadamente 14 billones de dólares en reparación de víctimas.

Reparar a las víctimas, totalmente es un imposible. Reparación total no hay, pero todo esfuerzo de reparación de víctimas anula una semilla de odio, un germen de venganza. Colombia hace todo el esfuerzo en esa dirección.

Algo bien importante, que deberá anotar la historia: mientras en otros países, para enfrentar fenómenos de inseguridad menos poderosos que la criminalidad colombiana, fueron alteradas las instituciones democráticas y suspendidas las libertades, Colombia para enfrentar un terrorismo no solamente autosuficiente, sino extremadamente rico por el negocio del narcotráfico, un terrorismo de diferentes agrupaciones, que en 2002 podría sumar más de 60 mil integrantes, Colombia lo ha hecho con legislación ordinaria, totalmente civilista.

No hemos utilizado los poderes extraordinarios de estado sitio, y mucho menos utilizaríamos la suspensión de libertades constitucionales.

Algo que honra el esfuerzo de los colombianos, de sus soldados y de sus policías, es haber combatido estos fenómenos terroristas con la plenitud de las libertades para todos los ciudadanos.

Si fuera el caso colombiano el que hace poco se dio en otros países aun del vecindario, habríamos podido decir, por la magnitud del problema se justificaba la suspensión de las libertades.

Ni lo pensamos. Para nosotros la derrota del terrorismo es un camino de recuperación de libertad.

¿Por qué terroristas?

¿Y por qué nuestra insistencia en dominar a estos grupos terroristas? En América Latina hubo guerrillas contra dictaduras. En alguna forma la lucha contra el cercenamiento democrático dio a esos movimientos grados de legitimidad: se les denominó insurgentes.

Lo que hemos tenido en Colombia es un propósito de destruir una democracia, unas agrupaciones criminales ricas, enfrentando unas instituciones regidas por valores democráticos. Eso es terrorismo.

En las legislaciones europeas hay una norma transversal. Se denomina terrorismo la amenaza o el uso de la fuerza por razones ideológicas, políticas, religiosas.

Lo mismo ocurre en Colombia. Una democracia pluralista, plena, que no puede admitir en el atenuante de la tipificación delictiva, que se atente contra esa democracia.

De ahí que este Gobierno ha sido reiterativo y claro en señalar estos grupos como terroristas. Atentan contra la democracia, se financian del narcotráfico, no tienen consideración por los derechos humanos, ni por esa categoría que en alguna forma mitiga la acción armada ese capítulo de los derechos humanos, que es el Derecho Internacional Humanitario.

Por eso, no hemos vacilado en decir que estos grupos son terroristas. Muchos dirán: ‘bueno, pero entonces no habrá posibilidades de paz’. La seguridad con valores democráticos es un gran camino hacia la paz.

Gestos de paz

La desmovilización de más de 50 mil personas, recibidas generosamente por las instituciones colombianas, es una gran demostración a favor de la paz. Todo gesto de paz que requerimos hacer, lo producimos sin mezquindad.

Ayer, en la reunión con el Presidente del Gobierno de España, con el Presidente José Luis Rodríguez Zapatero, se comunicó la decisión de Colombia de otro gesto de paz, a favor de un antiguo guerrillero que vive aquí, en España.

Nosotros hemos creído que la seguridad es el gran camino hacia la reconciliación. Lo que no podemos permitir es que se utilice la reconciliación para hacerle trampas a la seguridad, y para que se fortalezcan los grupos terroristas, cuyo propósito es la destrucción del Estado.

Hemos dicho que nos mantenemos dispuestos hacia la paz, que una señal de buena fe a favor de la paz, sería que cesarán durante un tiempo prudencial –se ha hablado de cuatro meses- sus actividades criminales; que una cesación de actividades criminales sería el principio del camino hacia la paz, pero no se requeriría como puerto de embarque el desarme y la desmovilización.

El desarme y la desmovilización serían los puertos de llegada. Creemos que esa es una proposición razonable. Somos muy cuidadosos para no permitir trampas.

Los engaños del terrorismo

Cuando mi antecesor, el Presidente (Andrés) Pastrana, generosamente y en virtud de un mandato popular, ofreció una zona desmilitarizada de 42 mil kilómetros, dos veces la extensión de El Salvador, igual a la extensión geográfica de Suiza, los visitantes nacionales e internacionales han documentado las experiencias de sus visitas a esa zona: los jefes del terrorismo se expresaban en el sentido de que utilizarían esa zona para fortalecerse militarmente, nunca para hacer la paz.

En cada ocasión que Colombia se aproxima a un debate electoral, los jefes del terrorismo quieren engañar al país con propuestas de paz sin buena fe. Por eso el Gobierno nuestro está atento para no caer en trampa alguna.

Hemos dicho que tienen que liberar a todos los secuestrados que aún mantienen en esa tortura. Que los pueden entregar a la Cruz Roja Internacional, que basta que comuniquen en qué sitio de la selva o del territorio los van a poner el libertad, los van a sacar de su cautiverio, para que allí ya llegue la Cruz Roja Internacional a recuperarlos.

Lo que no podemos permitir es que se haga de la liberación de los secuestrados, a quienes nunca debieron secuestrar, a quienes han mantenido torturados durante una década, un festín para engañar al pueblo colombiano o para proteger con impunidad, vistiéndolos con un manto humanitario a integrantes de la Farcpolítica, que como toda la conexión de la política con la guerrilla, no ha sido aún investigada en Colombia, como sí ha sido investigada, en virtud de la determinación de Seguridad Democrática de este Gobierno, la vinculación de la política con el paramilitarismo, y como sí ha sido llevada a la cárcel esa vinculación.

Nosotros mantenemos toda la disposición de paz, pero no tenemos disposición de renunciar a la seguridad. Aquello que hace la paz perdurable, es un ejercicio firme, democrático de seguridad.,

Era yo un estudiante universitario, vivíamos en época del predominio de las tesis del marxismo. A mi generación se le creaba la idea de que el mundo sería simplemente de dictadura del proletariado y de estatización de medios de producción, que el único camino del ejercicio público era el de la lucha violencia de clases, y las guerrillas prosperaban en nuestro país.

No se les enfrentaba con fuerza ni sostenidamente, y un día decían esas guerrillas: ‘si Colombia amplia la democracia hacemos la paz’. Colombia ampliaba la democracia.

Después de un siglo de debates se incorporó a nuestro país la elección popular de alcaldes, más adelante la de gobernadores.

Hoy hay 1.102 alcaldes de elección popular, 32 gobernadores de elección popular. Por construir esa mínima unidad de Patria, esa mínima gobernabilidad de la democracia, este Gobierno trabaja con todos ellos sin importar el origen político de su elección.

¿Qué ocurrió? Las guerrillas que la víspera pedían esa ampliación democrática y ofrecían la paz en respuesta a esa ampliación democrática, dada esa ampliación democrática reaccionaron como sicarios contra los titulares de esas expresiones de la democracia, se convirtieron en factores de coacción, de presión, de intimidación, de asesinato de alcaldes y de luchadores de la democracia.

Otro día decían que estaban dispuestos a hacer la paz si Colombia daba garantías a la oposición política. Siempre las ha tenido.

El fenómeno de la Unión Patriótica, es un fenómeno aislado y difícil. Efectivamente nuestro país tiene la vergüenza de que muchos activistas de ese partido fueron asesinados.

Allí hubo dos errores: el error de haber mezclado la política con la guerrilla; la guerrilla no solamente patrocinaba ese partido, sino que condicionaba sus integrantes. Y muchos de los integrantes de ese partido incurrieron en ese error, que la guerrilla marxista llevó a Colombia a la combinación de las formas de lucha.

Y también faltó eficacia en el Estado para proteger a esos luchadores de la política.

Pero el Gobierno garantiza plenamente la oposición política en Colombia. Muchos críticos de las ideas que yo defiendo vivían en el exilio y hoy viven en Colombia rodeados de garantías.

Reflexión contra el narcotráfico

Quiero pedir una gran reflexión contra el narcotráfico. El mundo, en mi concepto, está provocando un debate equivocado.

Se dice por parte de muchos que hay que legalizar la droga, para poder eliminar la criminalidad en el negocio.

Yo pienso que la droga está legalizada en la medida que hay permisividad con el consumo.

Cómo se entiende que nosotros hagamos un esfuerzo inmenso en la lucha contra los cultivos, contra los precursores químicos, en la confiscación de la riqueza habida con el dinero de la droga, en la extradición de narcotraficantes, y al mismo tiempo tengamos que soportar el flagelo del consumo, porque nuestra legislación, como muchas legislaciones del mundo, son permisivas y no declaran la ilegalidad del consumo.

¿Por qué hablamos hoy de la necesidad de legalizar la droga, si está legalizada? Colombia ha demostrado la dificultad de combatirla, porque se combate el tráfico y la producción pero hay libertad de consumo.

¿Qué hace un Juez de la República si no puede llevar un distribuidor a la cárcel, porque lo único que le encuentra a ese distribuidor es una dosis personal no penalizable?

Creemos que el mundo tiene que replantear esa aproximación.

Ayer el Congreso de Colombia, en el primero de ocho debates, aprobó declarar ilegal también el consumo de droga. Debemos advertirlo: la ilegalidad del consumo no implica que se abandonen políticas de prevención o de rehabilitación. Son perfectamente compatibles las decisiones ilegalizar el consumo, con las políticas públicas de prevención y de rehabilitación.

Necesitamos más ayuda eficaz de todo el mundo, especialmente de Europa, para poder combatir el narcotráfico, que es finalmente el enemigo de nuestras libertades.

Señora Alcaldesa, Altezas, muy apreciados asistentes, muchas gracias en nombre de todos los colombianos, de esos héroes que son los soldados y policías de Colombia, que se debaten hoy en un pabellón hospitalario.

El 50 por ciento de las familias de Colombia han sido afectadas, han sufrido algún luto por esta violencia. Este premio compromete más nuestro corazón en la lucha inclaudicable por la derrota de la violencia, que es la recuperación efectiva de las libertades.

Muchas gracias”.