Bogotá, 4 dic (SP). “¡Que promoción tan importante! 410 jóvenes colombianos dan hoy un paso vital al servicio de la Patria. Reciben el grado de subtenientes y se disponen ahora a pasar por un tiempo, de la actividad académica a la actividad operativa, para el bien de todos sus ciudadanos.
¡Qué ejemplo, jóvenes subtenientes! Su disciplina, su patriotismo, su consagración. En lugar de haber estado pensando en las diversiones propias de su edad, su mente ha estado focalizada a servir a la Patria en ese tema tan difícil y tan necesario de la seguridad. Muchas gracias.
Su promoción lleva el nombre de la Seguridad Democrática. Lo agradecemos desde el alma, es un homenaje a todos aquellos que han sacrificado sus vidas, su tranquilidad, su salud por servir a la Patria en el proceso de reconstrucción de la seguridad.
Quince mil heridos, más de cuatro mil de los integrantes de la Fuerzas Armadas asesinados, cuatro mil mutilados por las acciones del terrorismo. Rendimos a ellos un homenaje de corazón, hacen parte de la nómina de héroes de la Patria, están al lado de los padres de la Independencia, de quienes han ayudado al mantenimiento de la Nación y de sus instituciones en cada momento.
Reconocimiento al valor
Acudimos a entregar la condecoración Medalla Militar al Valor:
Al teniente Iván Mauricio Manrique Mojica, de la Brigada de Aviación del Ejército. Un acto de valor que parece de película, de epopeya, de fantasía, con todo el riesgo, donde, a pesar de ser herido, protegió la vida de la tripulación, la integridad de la aeronave.
Al cabo segundo Oscar Javier Perea Rosas por su actuación heroica en una maniobra de presión y de bloqueo a la columna móvil ‘Jacobo Arenas’ del grupo narcoterrorista de las Farc.
Al teniente de corbeta Andrés Barrero Avellaneda por su valor civil en la lucha contra el narcotráfico en la operación de Sanquianga (Nariño) en la incautación de sumergibles, lanzas rápidas, destrucción de laboratorio de narcóticos.
Al segundo sargento de Infantería de Marina Harold Alexander Torres Ruiz por su heroísmo en la operación realizada en la vereda de San Pedro, municipio de Buenavista, contra la organización narcoterrorista de la banda al servicio de alias ‘Don Mario’.
Al capitán Luis Antonio Gélvez por su heroísmo como piloto del ‘Halcón’ Fuerza Aérea 4105, en pleno combate, en difíciles condiciones meteorológicas y constante hostigamiento del terrorismo, realizó la evacuación aeromédica que le salvó la vida a un suboficial y a un soldado pertenecientes a la Novena Brigada.
Al capitán Johnny Stive Subasich Ruiz por su excelente desempeño en numerosas operaciones aeromédicas, en medio de condiciones hostiles y de difíciles situaciones meteorológicas, en unidades como la Fuerza de Tarea Omega, la Séptima División, la Fuerza de Tarea del Nudo de Paramillo.
Estos jóvenes héroes de la Patria nos conmueven, nos tocan las fibras más hondas de la admiración. Cuando acudían aquí a recibir la condecoración veía yo su cara juvenil, casi unos niños. Y por los hechos exaltados hoy, por sus merecimientos, elevados hoy a la categoría de héroes de Colombia. A sus familiares, nuestra gratitud.
Felicitamos a toda esta promoción, a los primeros puestos, al subteniente Jaime Antonio López Echeverry, primer puesto en el curso de la Seguridad Democrática.
Papás, mamás, hermanos, queridas familias: muchas gracias. Sabemos de sus desvelos, de sus temores, sabemos de las pesadillas de sus noches pensando en la suerte de sus hijos en esa actividad tan difícil para esta Patria necesitada de seguridad.
A los papás y a las mamás nuestro homenaje. Queremos que se sientan todos representados en don Jaime Antonio y doña María Flor Alba, los padres del subteniente López Echeverry. A ellos les hacemos llegar nuestro aplauso, a todos los papás y a todas las mamás.
La copa ‘Arturo Ahumada y Diego Guillén’ tiene un gran significado de compañerismo. El compañerismo es el lazo que vincula a cada uno con el resto, el compañerismo es clave en la unidad de las Fuerzas. El compañerismo no es aquí un aspecto frívolo de relaciones humanas, de relaciones sociales; es un aspecto esencial para la eficacia de la fuerza.
Ayer en este mismo patio de parada decíamos que si alguna diferencia tiene el Ejército de hoy con el Ejército de la época gloriosa del Libertador, es que en el Ejército de hoy no hay fisuras; las Fuerzas están sólidamente unidas y eso empieza en un principio, es una actitud: en el compañerismo.
Nuestra felicitación al alférez Andrés Ferrucho Correa Pérez, quien ha ganado la copa ‘Arturo Ahumada y Diego Guillén’, es hijo del señor coronel Edgar Ferrucho Correa Copola, quien comanda una de las brigadas móviles que está vinculada a la Operación Omega. Muchas gracias, señor coronel; nuestras felicitaciones.
Ayer acudió a una ceremonia semejante el señor mayor general Jairo Antonio Herazo Marzola; se le confirió la Medalla del Valor de Servicios Distinguidos en Orden Público por séptima vez. Eso no es cualquier cosa. Hoy se gradúan dos de sus hijos. Acaba de graduarse en esta promoción de subteniente uno de sus hijos y esta tarde se gradúa como teniente otro de sus hijos.
A todos los oficiales y suboficiales de las Fuerzas que han entregado también sus hijos a la exposición al sacrificio, la voz de gratitud que se produce desde las cuerdas del alma de los colombianos.
Podría decir una familia: con el general Herazo Marzola tenemos, ya le hemos hecho aporte suficiente a la Patria. Pero su patriotismo es un patriotismo desbordado como lo demuestra hoy la graduación de dos de sus hijos en la difícil carrera de portar las ramas de la República.
La seguridad es democrática
¿Por qué es democrática nuestra seguridad? Porque es una seguridad con libertades; una seguridad sin suprimir los derechos civiles, las garantías políticas, las libertades de los colombianos. Porque es una seguridad para todos, amigos o críticos del Gobierno; porque es una seguridad para proteger a los colombianos frente al secuestro, a los líderes de los trabajadores contra el asesinato. Porque es una seguridad que no puede distinguir por sexo, color, raza, partido político, grado religioso.
Porque es una seguridad que ha sido regida, no por legislación marcial, sino por legislación ordinaria. Porque es una seguridad que ha recuperado el monopolio para las Fuerzas Armadas, aquel monopolio que no debió perder para combatir a los violentos. Porque es una seguridad que ha recuperado el monopolio para la justicia, aquel monopolio que no debió perder, cuando los terroristas quisieron desplazar y reemplazar a jueces y fiscales de la Patria.
Porque una seguridad para que las víctimas tengan capacidad de reclamar. Antes temían hacerlo, temían a las retaliaciones o no lo hacían porque lo encontraban inútil. Hoy hay 270 mil víctimas que han presentado sus reclamos, estamos en el proceso de la reparación. Sabemos que reparación total no hay, pero también sabemos que todo esfuerzo de reparación es un esfuerzo en la dirección de evitar el sentimiento de venganza, de eliminar la maleza del odio.
La reparación más importante es el derecho a la no repetición. Nada conseguiría Colombia si nosotros avanzáramos en la reparación de las víctimas y el país siguiera por el despeñadero de la violencia. Qué sentido tiene reparar hoy, para que mañana haya nuevas víctimas. El derecho a la no repetición es la reparación fundamental.
Apreciados subtenientes: el derecho a la no repetición, que habrá de marcar el contraste entre la Colombia que hemos vivido hasta nuestros días, signada por la violencia, y aquella del futuro que ustedes construirán, que tendrá que ser caracterizada por la seguridad y la paz, el límite lo hace el derecho a la no repetición.
Ustedes son constructores de ese derecho a la no repetición; ustedes con las armas de la República son garantía de que las nuevas generaciones puedan vivir el ejercicio del derecho a al seguridad que es un valor democrático. La seguridad es democrática porque ha recuperado los derechos políticos, la descentralización.
Recordemos aquel agosto de 2002, cuando empezaba este Gobierno. En la madrugada, antes de que despuntara el sol, llegábamos a Valledupar a emprender la Seguridad Democrática. Los valduparenses –mis compatriotas vallenatos–, habían perdido el derecho a movilizarse, no podían salir a los pueblos más cercanos; ni a Santa Marta, ni a Riohacha, ni a Bucaramanga. Pero además, el terrorismo los asaltaba con bombas en sus casas.
Y en la tarde de aquel 8 de agosto llegamos a Florencia. Los alcaldes del Caquetá estaban todos hacinados en la Gobernación, porque no los dejaban desempeñar sus tareas de alcaldes en los municipios del Caquetá. El terrorismo se había impuesto.
Pero ahí no termina la triste historia. 400 alcaldes de Colombia habían sido desalojados de las alcaldías por el terrorismo. La seguridad es democrática porque hoy los 1.102 alcaldes de la Patria, los 32 gobernadores, están rodeados de las garantías de la Seguridad Democrática, sin que importe para ello el origen político de su elección.
La seguridad es democrática porque hemos procurado construir gobernabilidad con todas las autoridades, independientemente de sus orientaciones políticas, para construir esa mínima unidad que es la garantía de solidez de la Patria.
Los derechos políticos habían sido usurpados. Los políticos no tenían libertad en muchas regiones de Colombia. Hoy se ha juzgado la parapolítica, todavía sigue impune la ‘farcpolítica’. Pero lo que no se ha juzgado son las circunstancias que eliminaron la libertad política.
Por la inseguridad muchos políticos tenían que pedirle permiso para su accionar al narcotráfico, a la guerrilla, a los paramilitares. Eso ya no se da más en Colombia. La seguridad es democrática porque se ha recuperado el derecho para ejercer con libertad los derechos políticos. Proteger eso, perfeccionarlo, es una bella tarea que está hoy en las manos de ustedes, apreciados subtenientes.
La seguridad es democrática porque este no es un país encerrado, negándose a que lo vigilen de la comunidad internacional. Es un país abierto, es un país que no pone talanqueras a la crítica, es un país siempre dispuesto a introducir mejoramiento.
La seguridad es democrática porque importa su credibilidad en el pueblo y esa credibilidad en el pueblo es fruto de dos valores de la seguridad: su eficacia y también su compromiso con la observancia de la transparencia de los Derechos Humanos.
Una seguridad costosa en vidas y en sacrificios. Las cifras son muy dolorosas: 15 mil heridos de nuestras Fuerzas Armadas, 4 mil mutilados, 4 mil asesinados. Un gran sacrificio, un sacrificio para cambiar el rumbo de la Patria.
Reflexiones en vísperas del Bicentenario
Ahora que estamos en las vísperas de 2010, cuando habremos de conmemorar el segundo centenario del inicio de la Independencia, vienen a nuestra mente muchas reflexiones. Una Patria de buenos gobiernos, de buenas políticas públicas, de buenos liderazgos, de buenos trabajadores, de colombianos laboriosos y uno se pregunta ¿y por qué no ha progresado lo suficiente? Historiadores, sociólogos, políticos, economistas, darán su respuesta.
Yo quiero contribuir aportando una para la discusión pública: la violencia ha sido el factor que le ha impedido el progreso a la Nación. Doscientos años de vida independiente y apenas hemos disfrutado la paz durante 47 años. ¡Qué tristeza! En el siglo 19 solamente siete años de paz, en el siglo 20 apenas 40 años de paz.
Para que el nuevo siglo, próximo a consumir la primera década sea el siglo del desquite, el siglo de la prosperidad colectiva, el siglo de la tranquilidad de las nuevas generaciones, se necesitan muchos elementos, pero uno de ellos sobresaliente: la seguridad.
La seguridad es fundamental para que haya inversión, la seguridad es fundamental para que haya empleo, la seguridad es fundamental para que haya salud, para que haya educación; la seguridad es fundamental para superar la pobreza, para construir equidad en la distribución del ingreso.
Ustedes, apreciados subtenientes, son guardianes que asumen una enorme responsabilidad para que ese valor de la seguridad sea un valor que le haga grato el siglo XXI a las nuevas generaciones de colombianos.
La constante de la violencia
El país ha sufrido mucho la violencia. Los invito a que hagan, a la luz de los hechos de la historia, estas preguntas: ¿Por qué fue tan violenta la conquista? ¿Por qué el país no pudo beneficiarse suficientemente de aquello que podríamos llamar la generación de los iluminados, la generación de los discípulos de Mutis (José Celestino Mutis)? Por el cadalso, por la violencia.
¿Por qué termino afectada la relación de Bolívar (Simón Bolívar) y Miranda (Francisco de Miranda), aquel Miranda que lo había recibido en Londres y que era el gran embajador de la causa de la Independencia? Por toda la instigación de la violencia al interior de nuestras tropas.
¿Por qué esa instigación de violencia nos condujo al fusilamiento de Piar (Manuel Piar) al final, y uno de los héroes de Ayacucho, de José María Córdova?
¿Por qué el fusilamiento de héroe de la Batalla de Maracaibo, del Almirante Padilla? Por eso que se fue desarrollando, una especie de mal, una especie de cáncer que lo ha corrompido todo: la instigación de la violencia.
Ustedes deben hacerse otra pregunta, responderla a la luz de los textos de la historia. ¿Por qué nos privamos de que Bolívar pudiera dedicar mas energías al buen Gobierno? Porque la lucha de la Independencia le tomó más tiempo por la instigación a la violencia entre nosotros mismos.
Cuando regresaba victorioso de la Campaña del Sur, en lugar de consagrar sus energías al buen Gobierno, un día tenía que ocuparse para evitar que Venezuela, al mando del General Páez (José Antonio Páez), desintegrara la Gran Colombia, y al otro día para realizar una gestión semejante frente al general Juan José Flores en el Ecuador.
Razón de los magnicidios
¿Por que los magnicidios? ¿Cuándo empezaron? Nuestra generación ha vivido el magnicidio de Álvaro Gómez (Hurtado), el magnicidio de Luis Carlos Galán; las generaciones vivas el magnicidio de Gaitán (Jorge Eliécer Gaitán). A principios de siglo el magnicidio de Uribe Uribe (Rafael).
En los años 1860 el magnicidio de Arboleda (Julio Arboleda), Presidente electo. Pero todo tiene una raíz, el magnicidio de Sucre (general Antonio José de Sucre), el 4 de julio de 1830. Ese día se creo en la Nación la perversa tendencia de eliminar a sus líderes para poder evitar tener que enfrentar las buenas ideas de esos líderes.
Sucre había regresado victorioso del sur. Como buen alumno del Libertador siguiendo sus instrucciones, había dejado todas las fundaciones de Bolivia, su constitución. Fue a cumplir una misión a Venezuela, que no resulto orientada por el Libertador, para preservar la Gran Colombia. Regresó.
Añoraba llegar a Ecuador donde estaba su señora y su niñita y también enviado para evitar que Ecuador desintegrara la Gran Colombia y se llevara consigo a Nariño, gobernado entonces por Obando (José María Obando).
Sucre pensaba entonces viajar por Buenaventura. Don Domingo Caicedo, Vicepresidente del Libertador, por razones que la historia no ha esclarecido, le indicó que debía viajar por Popayán y por Pasto. Al cruzar el río Magdalena recibió el primer atentado que pudo superar y –¡Qué tristeza!– la historia lo asigna a uno de los grandes de la Patria, a José Hilario López
Y después que sale Sucre de Popayán, encuentra la muerte en Berruecos y la noticia de su muerte se convierte en un factor que agrava la ya precaria salud del Libertador. Había emprendido el Libertador su viaje póstumo y todo se acelera en su salud cuando conoce que ha muerto, que ha sido asesinado, el mejor de sus generales.
Decía el Libertador en aquellas tertulias que sostuvo en Bucaramanga y que las narra muy bien el libro de Luis Perú de la Croix, que los mejores generales eran aquellos buenos en el campo de batalla y buenos en la oficina.
Los segundos, los buenos en el campo de batalla y malos en la oficina. Y aquellos de los cuales él no gustaba, los buenos en la oficina y los malos en el campo de batalla. Y le preguntaron sus interlocutores: ‘General, y de acuerdo con esta manera de catar a los generales ¿Quién es el mejor?’ Y sin vacilación respondió: Sucre. Sucre, aquel que asesinaron el 4 de julio de 1830.
Y regresa Santander del exilio y hace un gran Gobierno, una fecunda obra educativa, pero no dura. Viene la Revolución de los Supremos, más violenta. Obando, uno de los responsables intelectuales de Sucre, 20 años después llega a la Presidencia.
En medio de la violencia se despide con alborozo la Constitución descentralista de 1863 y otra frustración nacional. A pesar de que tuvo buenos presidentes en esos milenios, líderes de una gran talla de la dimensión espiritual y política de Aquileo Parra, de Murillo Toro (Manuel Murillo Toro), esa Constitución fracasa. El país entra en un nuevo periodo. A ese fracaso condujo la violencia.
Breves años de paz y de nuevo la guerra
Y la violencia también conduce al nuevo periodo liderado por Núñez (Rafael Núñez), que representaba el sentido de orden del Caribe, que venia de ser Presidente del Estado de Bolívar, y se propone a través de la política de Regeneración restablecer el orden.
Son siete años de orden los únicos de paz del siglo XIX. Prospera la caficultura en la Colombia andina; prospera la industria en la Colombia caribe. Pero el Gobierno de Núñez rápidamente es sucedido por una nueva violencia, la guerra civil de 1895.
Y no ha concluido y empieza la guerra civil de los Mil Días, de mil 128 días, de 100 mil muertos.
Termina en el último trimestre de 1902, no por que hubiera voluntad de paz, sino por que no había manera de seguir la guerra. El país estaba destruido, como lo expresó en aquellas palabras en el pacto de paz en el Magdalena, en la finca ‘Neerlandia’, el general Rafael Uribe: ‘Nuestros padres y nosotros mismos, cometimos el error de pensar que hacíamos Patria con los fusiles destructores de la violencia. El país está destruido, todo por reconstruir. La única manera es actuar con las armas, con las herramientas fecundas del trabajo’.
Y al año se separó Panamá. Una separación sin violencia, sin hostilidad. Un acta de separación con hermandad, con solidaridad. Dijeron los panameños: ‘nos separamos sin rencor; nos separamos porque hemos llegado a la mayoría de edad y queremos ejercerla’. Hay muchas hipótesis sobre la separación.
Invito a ustedes, subtenientes, a estudiar eso. Los panameños estaban cansados de que nosotros no fuéramos capaces de garantizarles el orden. En un intento de separación se había producido porque allá incendiaron la ciudad de Colón y nuestro Gobierno no apareció con prontitud a imponer el orden, a llevar a la cárcel a los incendiarios. En aquella oportunidad la separación se evitó porque, aunque tardíamente, acudió bien el General Rafael Reyes a restablecer el orden.
Además, los panameños eran en alguna forma intuitivos, de que nosotros aquí, por entretenernos en el derramamiento de sangre, habíamos incurrido en una política de gran descuido a Panamá, que acompañaba la política del ‘gran garrote’ del Presidente Roosevelt (Teodoro Roosevelt) de Estados Unidos, que instigaba a la separación.
Gobiernos de reconstrucción y pocos años de paz
Hubo gobiernos buenos de reconstrucción nacional: el Gobierno de Reyes, el Gobierno de Pedro Nel Ospina: Gobiernos excelentes de modernidad. El de López Pumarejo (Alfonso López Pumarejo), que entendió que se necesita una empresa vigorosa, unos empresarios modernos y la defensa de los derechos de los trabajadores.
Gobiernos buenos, grandes realizaciones. Pero cuando la paz la habíamos hecho apenas en 1902, vuelve la violencia a principios de los años 40. Gaitán (Jorge Eliécer Gaitán), su asesinato no es el principio de la violencia de los partidos; es un desarrollo de la violencia de los partidos.
Y se termina esa violencia con los pactos del Frente Nacional a finales de los años 50, de los presidentes Lleras Camargo (Alberto Lleras Camargo) y Laureano Gómez. Y aparece otra, la de las guerrillas marxistas que querían aquí derrocar el Estado de libertades e instaurar la dictadura del proletariado; sustituir el debate de los argumentos por el odio de clases.
Se produce la reacción igualmente cruel del paramilitarismo y todos terminan cooptados por el narcotráfico.
Las generaciones vivas desde los años 1940 no han vivido un día completo de paz.
Consolidar y mejorar la Seguridad Democrática
La Seguridad Democrática ha sido un avance, pero tenemos que consolidarla. Es una necesidad para la prosperidad en este siglo XXI. Ustedes son artífices bien importantes para garantizarla, apreciados subtenientes.
Y hay que mejorarla. Los retos son grandes: todavía tenemos alrededor de 100 mil hectáreas de coca, bandas criminales, guerrilla y narcotraficantes, problemas urbanos y un país más exigente.
Yo no me quejo de que el país sea más exigente, es una consecuencia de la Seguridad Democrática. Hoy hay seguridad, hay a quién reclamarle. Antes había inseguridad, no había a quién reclamarle.
Hoy el país no solamente suma un asesinato, sino que lo conmueve; antes se sumaba pero eso se caía en ese sentimiento de impotencia que creó una especia de inercia, de indolencia, en las mayorías colombianas. Si no había manera de reclamar para proteger la vida de los ciudadanos, entonces ¿Por qué se iba a instigar la queja colectiva?
Hemos avanzado. Este año con menos de 16 mil asesinatos será el año en los últimos 23 con menos cantidad de asesinatos. Hemos pasado de una Patria que tenia 68 por cada 100 mil habitantes a una Patria que hoy tiene 32, pero todavía es mucho. Llevar eso a las cifras de los países desarrollados s un gran compromiso, apreciados subtenientes.
Tuvimos entre secuestros denunciados y no denunciados cerca de 4 mil; este año será el año con menos secuestros en la historia que tiene Colombia de contabilizar secuestros, pero deberíamos llegar a un propósito: que no haya uno solo.
Los colombianos nos exigen más en seguridad urbana. Esta mañana en la Policía anunciábamos las nuevas medidas. Una de ellas, reclutar 3 mil jóvenes de Cali y Medellín para que presten el servicio en la Policía, con algo novedoso: garantizarle a los 3 mil que mientras esté prestando el servicio puedan graduarse en un titulo de técnica o de tecnología en el Sena y al mismo tiempo, garantizarles una vez se gradúen, obtengan ese titulo, garantizarles una vinculación laboral o un proyecto de emprendimiento. Vamos a hacer ese esfuerzo.
Todos los días hay que progresar. No nos podemos salir del caminito pero tampoco podemos abandonar el caminito. Ni salirnos del caminito, ni pensar que el caminito se mantiene todo solo, se mantiene él solito.
La Seguridad Democrática es como un cultivo. El campesino no puede pensar que el cultivo va bien y que él nada tiene que hacer. Tiene que amanecer dispuesto a arrancar maleza, a hacer podas, a fertilizar, a hacer regadíos. Los artífices, los héroes de la Seguridad Democrática tienen que amanecer con la disposición de mejorarla para la tranquilidad total de los colombianos.
Subtenientes, muchas felicitaciones, mucha gratitud a ustedes. Las generaciones venideras reconocerán su esfuerzo. Ustedes son un ejemplo a la juventud colombiana. Veo todas esas caras y me parece que este podría ser un viernes de fiesta, pero en ustedes es un viernes de graduación para servirle bien a la Nación.
Muchas gracias”. |