Enero 24

Negra, ¿dónde está mi café?

Por Yesid Bernal

Cartagena, 24 ene (SP). Aunque el tema principal de la reunión entre los presidentes Uribe y Chávez era buscar salidas conjuntas a la crisis económica mundial, eso no impidió que los mandatarios rompieran el protocolo, hablaran de la histórica Cartagena, de árboles gigantes, tomaran café, recorrieran los jardines de la Casa de Huéspedes y hasta se dejaran llevar por los sonidos del acordeón.

Chávez arribó a las 12:30 del día al aeropuerto ‘Rafael Núñez’ de Cartagena, donde fue recibido por un nutrido grupo de reporteros a los que les habló de economía y de las relaciones con Colombia. Unos 25 minutos después, en el muelle de la Casa de Huéspedes, interrogaba a su homólogo colombiano, Álvaro Uribe, sobre la historia y la belleza de Cartagena de Indias.

“¿Cuánto kilómetros pueden tener las murallas?”, preguntaba Chávez insistentemente. No había duda, a pesar de que Chávez ya había estado en la Casa de Huéspedes, en noviembre de 2004, estaba maravillado por la belleza de la isla de Manzanillo.

Uribe, quien también se veía interesado con la majestuosidad de la histórica construcción, sin darse cuenta había iniciado un recorrido con “Hugo” –como lo llama- por los jardines de la segunda Casa Presidencial de Colombia. Los golpes de la brisa y un sol pleno, perdido en el infinito azul del cielo, fueron compañeros permanentes durante el tour.

El Jefe de Estado colombiano relataba con orgullo que había madrugado al Cañón del Chicamocha, en el departamento de Santander, donde inauguró el teleférico más largo de Suramérica, lo cual promete convertirse en un aliciente para la economía de la región, a través del impulso del turismo.

En el camino: un árbol imponente de caucho cartagenero. Para que ese árbol brinde la sombra que auxilió a los mandatarios, la especie tuvo que ser traída hace unos 150 años de Oceanía, claro que el árbol en mención fue sembrado desde 1978, según explicaron quienes conocen la historia del lugar.

Gratos recuerdos

En el camino a los honores militares, el Presidente Chávez le dijo a su par colombiano que se sentía muy alegre de que el general Óscar González fuera el Comandante del Ejército de Colombia.

Antes que Uribe preguntara el por qué de esa la admiración al militar colombiano, el Presidente Chávez, quien es coronel en uso de buen retiro, le contó que en sus épocas de cadete el único que lo auxiliaba cuando sufría de hemorragias nasales era el hoy general González. En esa época fue su instructor.

Con una prolongada sonrisa, Uribe tomó su teléfono y llamó al General González, lo saludó y le dijo que le iba a comunicar con un viejo amigo. Difícil que no se acordara de él.

Tras los honores militares, adornados con el resplandeciente blanco que identifica a los hombres de la Armada Nacional, los Presidentes saludaron protocolariamente a las comitivas.

Pero hacía falta alguien que no estaba exactamente en la línea de recepción y que Chávez en la distancia observó.

Chávez cambió el rumbo de su camino y entre un tumulto de personas, entre periodistas, miembros de la comitiva y personal técnico de televisión, saludó a Carolina Zapata.

“Negra, ¿dónde está mi café?. No te escondas. Es que aquí hacen un café muy rico”, dijo Chávez, casi al tiempo que le daba un abrazo y un beso.

Carolina es una mujer morena de unos 45 años de edad, encargada de atender los servicios generales de está residencia presidencial, desde hace cuatro años.

Ya en el despacho, Uribe y Chávez revisaron la geografía de sus dos países. El pico más alto de Venezuela es el Pico Bolívar, ubicado en el estado Mérida. En Colombia, la Sierra Nevada de Santa Marta, el nevado más cercano al mar.

A ritmo de acordeón

Llegó la hora del almuerzo, que transcurría en completa normalidad en los jardines de la piscina de la casa, cuando las risas de los Mandatarios con la Alcaldesa de Cartagena, Judith Pineda, fueron interrumpidas por los cantos de los niños vallenatos.

“Es el mejor regalo que me han dado en muchos años. Gracias Álvaro. ¡Qué grata sorpresa¡”, reaccionó emocionado el Presidente Chávez, para luego invitarlos a Venezuela, porque, según dijo, los lleva en el corazón desde que los conoció.

Los niños se convirtieron en el deleite de las comitivas. Al Presidente Chávez le regalaron una manilla (pulsera) con el amarillo, azul y rojo que comparten las banderas de Colombia y Venezuela. Nada mejor para recordar la hermandad entre ambos pueblos.

Al final de la jornada, cuando ya había caído la noche sobre Cartagena, los mandatarios concedieron una rueda de prensa en la que anunciaron un próximo encuentro antes de tres meses, para revisar el avance de los proyectos económicos binacionales, planteados este sábado entre risas, café y vallenatos.
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