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Marzo 27   Versión imprimible
Palabras del Presidente Álvaro Uribe Vélez en el Foro de Presidentes de Poderes Legislativos

Cartagena, 27 mar (SP). “Bienvenidos representantes de la Rama Legislativa de tantos países hermanos. Colombia los acoge con afecto.

Le agradecemos al Presidente de nuestro Congreso, el senador Hernán Andrade, haber hecho posible esta presencia de ustedes, que tanto nos honra en la ciudad de Cartagena. Esta ciudad llena de historia, de presente y de futuro.

Ahora, en las vísperas de la conmemoración del Bicentenario (de la Independencia) habrá muchos temas para recordar y muchos otros para proyectar.

Cuando el Libertador, muy joven aún, emprendió desde Venezuela el viaje a Londres, a buscar apoyos para la causa emancipadora, después de unos primeros fracasos en su patria chica, vino a Cartagena, a tomar fuerzas, a adquirir refuerzos y desde aquí emprendió, por el río Magdalena y después por Ocaña y por Cúcuta, lo que fuera esa gran campaña que se llamó la Campaña Admirable, una de las tantas que nos dieron derrotas parciales, mientras se consolidó la Independencia.

En diferentes ocasiones buscó esta ciudad. Era para el Libertador una especie de fuente de refuerzos. Cuando tenía una dificultad, llegaba a Cartagena. Y también pasó por aquí en la postrera dificultad, cuando ya se dirigía a Santa Marta para la hora final.

El 5 de agosto de 2002, dos días antes de la iniciación de nuestro Gobierno, la Gobernación de Bolívar, a pocos metros del sitio donde nos encontramos reunidos, fue atacada por una bomba de alto poder explosivo del grupo narcoterrorista de las Farc.

Los colombianos nunca pensamos que Cartagena pudiera ser objeto de los grupos violentos. Estaba sitiada; las guerrillas la habían sitiado y la reacción paramilitar había agravado la situación.

Y si así estaba un sitio como Cartagena, que pensábamos libre de todo riesgo de violencia, imaginen ustedes cómo estaba el resto del país.

Esta ciudad, sorpresivamente pasó de 400 mil habitantes a más de un millón en pocos años. La violencia, que causó tanto desplazamiento, empujó miles de colombianos residentes en sitios cercanos al litoral Caribe, a abandonar sus lugares de origen, a desplazarse a Cartagena y a acrecentar aquí los cinturones de miseria, que hoy tratamos de combatir con nuestra política social.

Nosotros hoy creemos que hay una nación con más confianza de la comunidad nacional y de la comunidad internacional.

Mientras ustedes se reúnen aquí -quién sabe si habrían estado con la misma tranquilidad hace seis años-, en otra ciudad muy afectada, hoy en plena recuperación, la ciudad de Medellín, se reúne a esta hora la Asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo.

Pilares del Gobierno

Es lo que queremos en Colombia: confianza, apreciados delegados de los parlamentos hermanos.

Y esa confianza la buscamos a través de la seguridad con valores democráticos; de la inversión con responsabilidad social. Y la buscamos a través de la política social.

Tienen estos tres pilares una profunda relación entre todos; una relación más que recíproca, transitiva. Sin la seguridad y sin la inversión es imposible crear un marco de prosperidad que permita la política social.

Si no se da un marco de prosperidad, las políticas sociales no son sostenibles en el largo plazo. Se convierten apenas en discursos elocuentes de campaña, en pilares que sostienen a los gobiernos en breve tiempo y, después, caen en la frustración, caen en el caos, caen a estimular los grandes enemigos de la democracia.

Nosotros creemos que la seguridad y la inversión son fundamentales para poder avanzar en esa política social, que nos permita superar la pobreza y que nos permita construir unas relaciones económicas de equidad. Y esa cohesión social es, a su vez, el gran validador que hace sostenible, en el largo plazo, una política de seguridad y una política de inversión.

Seguridad Democrática

En materia de seguridad nos falta, pero hemos avanzado.

Yo no quisiera fatigarlos con números sobre descenso de asesinatos, secuestros, masacres, cultivos. Quiero contarles, simplemente, para su buena observación de legisladores, algunos intangibles importantes para el Estado de Derecho.

En Colombia hemos recuperado el monopolio del Estado para combatir a los violentos. Las guerrillas marxistas que después evolucionaron a la categoría mercenaria y narcotraficante engendraron la reacción paramilitar. Ambos compitieron en crueldad.

Colombia ha superado el paramilitarismo y ha debilitado la guerrilla.

En este Gobierno se han desmovilizado más de 50 mil integrantes de los grupos terroristas y el Gobierno ha tenido tanta firmeza para combatirlos, como generosidad para reintegrarlos.

No creo que haya un país en el mundo que pueda contar dos cosas, apreciados legisladores:

Primero, un desafío tan grande y tan peligroso de un terrorismo rico alimentado por el narcotráfico. Simplemente contabilicen nuestro terrorismo y compárenlo con el terrorismo de cualquier otro sitio del mundo.

Y segundo, una desmovilización tan numerosa. Vemos en otros países una desmovilización de 4 mil personas, de 5 mil personas, de mil 500. En Colombia, en todos los años 90, que podríamos llamar años de procesos de paz, se desmovilizaron 4 mil.

En nuestro Gobierno se han desmovilizado 50 mil 500. Imaginarán ustedes el esfuerzo que hemos hecho para poderles financiar educación, reintegración a la vida constitucional. De ellos, 35 mil pertenecían a los grupos paramilitares y el resto, más de 15 mil, a las guerrillas.

Nosotros hemos recuperado en todo el territorio el monopolio que corresponde al Estado para combatir a los violentos.

Hoy Colombia no tiene paramilitares. Aquellos que han reincidido, no han reincidido como lo hacían al inicio de sus actividades, con el objetivo de combatir a la guerrilla, sino que han reincidido en el delito simplemente como puros narcotraficantes, como puros extorsionistas.

La palabra paramilitar se utilizó en Colombia para denominar las bandas privadas criminales, cuyo objetivo era combatir a la guerrilla. Y ese combate, como el combate frente a toda la delincuencia, se ha recuperado para el monopolio del Estado.

Hemos recuperado el monopolio de la Justicia.

En muchas zonas del país, la justicia había sido usurpada, derogada de facto por los grupos criminales. En algunas partes del país las guerrillas se encargaban de las querellas entre vecinos, de los pleitos de familias, de las lesiones personales. Y en otras partes del país, esa usurpación de la Justicia la había hecho el paramilitarismo.

Para el Estado de Derecho es altamente conveniente lo que ha sucedido: se ha recuperado la vigencia de la Justicia en todo el territorio del Estado.

Los colombianos tienen hoy más confianza. Antes, los colombianos no querían buscar en las autoridades del Estado la protección de sus derechos de seguridad.

Desconfiaban o lo encontraban inicuo y muchos simplemente se aislaban del colectivo social o buscaban soluciones por sus propios medios. Hoy los colombianos acuden a las instituciones legítimas, en procura de su protección, de la defensa de sus derechos.

De las víctimas solamente se hablaba en voz baja. No reclamaban porque lo encontraban ineficaz o por temor.

Hoy, la reparación de las víctimas es una de las prioridades de la vida nacional.

Muy apreciados legisladores:

Para honra del Estado de Derecho, esta batalla por la seguridad la hemos adelantado con legislación ordinaria, no con legislación de Estado de Sitio.

Algo que nos permite decir a nosotros porque este es un concepto democrático de seguridad es justamente porque no hemos utilizado para esa seguridad los poderes extraordinarios del Estado de Sitio. Lo hemos hecho con la legislación ordinaria, con el pleno respeto a las libertades, con el propósito de proteger eficazmente y por igual a todas las voces que se pronuncian en Colombia.

Nuestra seguridad es para aquel que defiende las tesis del Gobierno y para aquel que se opone al Gobierno. Nuestra seguridad es para el empresario, para el trabajador. Nuestra seguridad es para todos los colombianos y la proveemos con la plenitud de las garantías constitucionales.

A diferencia de otros países en los cuales acampó la doctrina de la seguridad nacional, donde se censuraron las libertades en nombre de la lucha por la seguridad, aquí, enfrentando el desafío terrorista más exigente, más peligroso, no hemos limitado libertades. Al contrario, se han profundizado, porque venían siendo limitadas por el terrorismo.

Como quiera que hubo años en los cuales asesinaron 15 periodistas, amenazaban periodistas en todas las regiones, en los últimos dos años no ha sido asesinado un solo periodista en Colombia.

Un ejercicio imparcial de seguridad con sometimiento a la Constitución, a todas las garantías de la legislación ordinaria y con respeto profundo a las libertades es lo que nos permite denominar nuestro proyecto de seguridad como un proyecto de Seguridad Democrática.

El Gobierno nuestro no habla de guerra ni de conflicto. La guerra tiene algún factor de legitimación: que un factor étnico, que un factor limítrofe, que un factor religioso, que una disputa histórica.

Aquí lo que hay es un accionar violento de grupos armados, enriquecidos por el narcotráfico, contra unas instituciones democráticas.

En América Latina solía llamarse insurgencia a aquella actividad armada contra las dictaduras. Basta recorrer el territorio y detenerse en momentos recientes de la historia.

Aquí ha habido dos características:

Primero, aquí no hay un enfrentamiento contra una dictadura, sino un desafío a una democracia. Otras insurgencias del continente negociaron cuando les garantizaron libertades democráticas. Aquí las hemos que tenido que garantizar contra a aquellos que las desafían por la acción de la violencia.

Mientras en otras partes del continente los insurgentes reclamaban libertades democráticas, aquí los que se llaman insurgentes han sido los que han atacado esas libertades democráticas.

Mientras en otras partes del continente era necesario hacer, como pacto de paz, el tránsito de la dictadura a la democracia, aquí la llamada insurgencia lo que ha querido es darle golpe de Estado a nuestra democracia e instaurar su dictadura caprichosa de narcotráfico.

Yo recuerdo en nuestra época de universidad, en toda la agitación marxista, las guerrillas colombianas ofrecían la paz a cambio de que se ampliara nuestra democracia, se adoptara la elección popular de alcaldes y gobernadores.

Y en ese proceso gradual de ampliación democrática en que ha vivido nuestro país, se adoptó la elección popular de alcaldes en el año 1986, 1988, y la de gobernadores, en el año 1991.

Y los que la víspera abogaban por esas garantías democráticas, cuando esas garantías democráticas se concedieron, se convirtieron en los sicarios contra alcaldes, en los factores que presionaban violentamente a los gobernadores.

Siempre hablaron de una Colombia con mejores condiciones sociales y lo que hicieron fue crear una Colombia con peores condiciones sociales.

Esta población casi que se triplicó mientras la economía no creció. Se aumentó sustancialmente la pobreza a consecuencia de esa violencia. Más de dos millones de desplazados internamente, con lo que podríamos llamar el efecto de ‘derrame dañino sobre nuestros vecinos’. Cuatro millones de desplazados hacia la comunidad internacional; un desempleo asombrosamente alto y la pobreza que llegó a tocar niveles del 60 por ciento.

Al contrario de haber luchado para superar los problemas sociales, estos grupos agravaron en Colombia los problemas sociales.

Son terroristas. Son terroristas porque combaten una democracia. Son terroristas porque se apoyan en el narcotráfico. Son terroristas por la manera como proceden en su acción violenta.

Los profesores de Europa Occidental suelen referirse a un elemento de legislación que hoy es casi que transversal a toda Europa Occidental: la definición de terrorismo como toda acción de aplicación de violencia o de simple amenaza de violencia, por razones políticas, religiosas o por cualquier otra consideración.

Y dicen los profesores de Europa Occidental que allá hay una legislación tan severa para calificar cualquier amenaza de violencia como terrorismo, justamente como contraprestación a sus garantías democráticas.

Un país que, como Colombia, ofrece plenitud de garantías democráticas, tiene derecho a señalar como terrorismo, una actitud, una actividad violenta sustentada en el narcotráfico, que ha maltratado a la Nación durante 40 años.

Esta es la comprensión que pedimos a la comunidad internacional.

Política anticíclica

Nos encontramos en un momento muy difícil de la economía. Nuestro país tiene hoy preocupaciones que aspiramos poder superar.

Creo que es oportuno contarle al continente, a través de los representantes del Poder Legislativo, los elementos básicos de nuestra política anticíclica.

Estamos trabajando cinco capítulos. El capitulo de infraestructura, el capitulo de protección social, el del buen cuidado de la confianza inversionista, el capítulo de la financiación del Estado y de los generadores de empleo y, también, el capítulo de los estímulos tributarios.

Nuestra economía es una economía de aproximadamente 200 billones de dólares, 220. El programa de infraestructura este año es de 25 billones de dólares.

Dado el tamaño de la economía, este es un programa de infraestructura bastante ambicioso, que tiene elementos muy importantes de búsqueda, producción, refinación de petróleo; de otros energéticos como el carbón; de alternativas energéticas como los biocombustibles; de generación hidroeléctrica.

País que está instalando hoy 4 mil megavatios adicionales y que tiene una capacidad actual de 13 mil megavatios.

Y me preguntarán algunos: ¿por qué el interés, en una situación de dificultad de la economía, de seguir produciendo y de seguir buscando energía?

Porque tememos que esta crisis económica puede tener algunas derivaciones.

Si en esta crisis económica se frena la búsqueda de energéticos, el mundo, cuando quiera que esté superando la crisis de la economía, puede encontrarse con una nueva limitación de energéticos.

A nosotros nos preocupa no solamente la crisis actual de la economía, sino la posibilidad de una crisis de energía, la posibilidad de una crisis de deuda y, también, de una crisis de confianza de inversión, sabiendo que ahora tenemos una crisis de colocaciones financieras, de confianza financiera.

Estamos haciendo un gran esfuerzo en infraestructura de carreteras, en infraestructura portuaria.

Estos puertos que ustedes ven en la ciudad de Cartagena han sido modernizados recientemente en toda su dotación, gracias a que hay más confianza en Colombia y a que el Congreso de la República nos ha aprobado una legislación de zonas francas especiales, bastante estimulante para este tipo de actividades.

El puerto principal de Cartagena, en el año 2002, movilizó 100 mil contendores. El año pasado movilizó un millón de contenedores.

Estamos haciendo un esfuerzo grande en vivienda social. Aquí mismo, en la ciudad de Cartagena, hay programas numerosísimos que aspiramos sean exitosos.

Un programa de acueductos para todos los departamentos de Colombia, en general. Un programa ambicioso de infraestructura, que esperamos tener en plena marcha en el mes de agosto.

En el capítulo de la protección social nos aproximamos a él con la idea de que los pobres no pueden pagar la factura de esta crisis. Ellos no han tenido la culpa. En crisis es cuando más hay que proteger a los sectores vulnerables.

Nosotros estamos acentuando el ritmo de algunas de nuestras herramientas de cohesión social. En julio de este año llegaremos a 3 millones de familias pobres, en el programa de Familias en Acción, mediante el cual se entrega un subsidio a las familias, a condición de que garanticen la asistencia escolar y los servicios médicos a sus hijos.

Solamente en la ciudad de Cartagena, estamos próximos a pasar el número de 50 mil Familias en Acción.

Nosotros consideramos que más importante que el concepto limitado de inversión, es el concepto amplio de emprendimiento.

Tenemos un esquema sumamente dinámico de microcrédito. Lo denominamos Banca de Oportunidades. Este año, como parte de la política anticíclica, debemos entregar millón y medio de microcréditos.

Rueda de Crédito, este fin de semana

Desde esta tarde, en las 32 capitales de Colombia, durante todo el fin de semana habrá una muy dinámica Feria de Microcrédito, para acompañar la Asamblea del Banco Interamericano que se reúne en la ciudad de Medellín.

Cuando empezó nuestro Gobierno, el microcrédito representaba el uno y medio de la cartera financiera de Colombia. Hoy representa el 5 y medio.

Creemos que uno de los indicadores de política social es ir avanzando con el microcrédito en su peso específico, sobre el total de la cartera financiera. Porque uno de los factores de exclusión ha sido la dificultad de los pobres para acceder al mercado financiero institucional.

Colombia está haciendo un gran avance en educación, en nutrición, en salud.

Hoy, Colombia se apresta a llegar a 14 millones de porciones alimentarias, diariamente. En el año 2004 eran apenas 8 millones de porciones alimentarias.

Estamos llegando a niveles del 96, 98, cien por ciento en educación básica.

Este año capacitaremos más de 6 millones de colombianos en oficios vocacionales. Teníamos 980 mil estudiantes universitarios. Este año debemos
completar millón 600 mil estudiantes universitarios y de ellos, 400 mil tienen un buen apoyo financiero, a fin de que no corran el riesgo de desertar de la universidad en este momento de dificultades de la economía.

Este año, Colombia, de sus 45 millones de habitantes, debe terminar con 41 millones con seguro de salud; 23 millones de pobres con un seguro totalmente subsidiado por el Estado y el resto, 18 millones de colombianos, con el seguro de los trabajadores formales.

De ese seguro de los trabajadores formales, los empleadores pagan tres cuartas partes y los trabajadores, una cuarta parte.

¡Claro que nos falta!

El seguro subsidiado que empieza a ser bien masivo y que les llega a 23 millones de colombianos, todavía no cubre todos los riesgos.

Nosotros todos los días miramos dónde vamos y qué nos falta. El gran énfasis es en aquello que falta.

El país tiene un desafío para el futuro inmediato, que es hacer un gran esfuerzo presupuestal para ir subiendo la cobertura del régimen subsidiado de salud, a fin de que pueda, en un momento, asegurar todos los eventos que tiene que enfrentar un ser humano.

Creemos mucho en la red de protección social y estamos mirando otros instrumentos para enriquecerla en este momento de la crisis.

El tercer capítulo es el capítulo de cuidar la confianza inversionista. Hemos hecho todos los esfuerzos. Colombia tenía tasas de inversión del 12; en los últimos años ha subido al 28.

Creemos en la responsabilidad social; transparencia de los inversionistas en las relaciones con el Estado; compromiso de los inversionistas con las comunidades, más allá de los mínimos legales, por ejemplo, en el tema ambiental; fraternidad en las relaciones laborales, por oposición al odio de clases que tanto daño ha hecho en América Latina, y un concepto social del capital, no un concepto especulativo.

Nosotros creemos que hay que entender el capital como una herramienta de construcción de riqueza social, al servicio de la creatividad individual y colectiva y no como un factor de especulación.

Con esas condiciones, que enmarcan lo que llamamos la responsabilidad social, en nuestro país le damos toda la confianza a la inversión. Creemos en ella.

Muchos colombianos me dicen: ‘Presidente, pero para qué la confianza inversionista si en esta crisis puede ser que lleguemos al punto en el cual no haya inversión en los países que no gozan de confianza, pero tampoco haya inversión en los países que como Colombia sí gozan de confianza’.

La respuesta que suelo dar en ese diálogo a mis compatriotas es que, a pesar de la crisis, nosotros seguimos recibiendo inversión.

Cuando empezó este año teníamos 41 zonas francas. Al inicio del Gobierno eran 11. Con la nueva legislación 41, nueva legislación que nos ha aprobado el Congreso. Y este año ya se han aprobado 6 nuevas zonas francas y esperamos, en el curso del año, a pesar de la crisis, aprobar otras 19.

Pero en el evento catastrófico de que la crisis fuera tan profunda y tan extensa que se paralizara totalmente la inversión, nosotros somos de la idea de que se deben mantener los fundamentos de confianza inversionista, porque a esta crisis puede suceder una crisis de confianza en la inversión, y en el momento en que empiece a superarse la crisis de la economía, la inversión doméstica e internacional va a asentarse allí donde haya garantía, donde haya condiciones de confianza. Por eso, creemos profundamente en la confianza inversionista.

Yo creo que los gobiernos de Colombia jamás han sido hostiles a la inversión. Lo que ha caracterizado al nuestro es un énfasis sobresaliente en materia de inversión.

El cuarto capítulo es la financiación el Estado y los generadores de empleo.

Colombia ha sido un país buen pagador, nunca ha negado la deuda, tiene un bien ganado prestigio en la comunidad financiera internacional.

Durante nuestro Gobierno han mejorado los indicadores macroeconómicos.

El endeudamiento, que llegó a representar el 48 por ciento del PIB, está hoy en el 22. El 70 por ciento era en moneda extranjera; hoy menos del 30. Esto es, hemos trasladado ese endeudamiento público de moneda extranjera a un alto componente en moneda local. Eso nos hace menos vulnerables frente al mercado financiero internacional, pero nos obliga a ser más cuidadosos en el mercado financiero local, para no crearle riesgos a la financiación que requieren los particulares generadores de empleo en esta época de crisis.

Teníamos un déficit del Gobierno Nacional central superior al 6 por ciento. Cerramos el año pasado con el 2,3. Absorbemos una de las cargas pensionales porcentuales más altas de América Latina. En el conjunto latinoamericano los gobiernos centrales pagan 2 puntos del PIB por pensiones; nosotros este año pagamos más de 5 puntos del PIB.

No hemos licuado pensiones. Durante los grandes periodos inflacionarios hemos mantenido unas tasas de ajuste a las pensiones, que han defendido la capacidad adquisitiva de los colombianos de la tercera edad, que han tenido el privilegio de acceder a una pensión.

Hemos hecho una serie muy importante de reformas estructurales y, con la ayuda del Congreso, estamos pendientes de otras reformas estructurales, como la reforma a los fondos de pensiones, la reforma a la descongestión de la Justicia.

Hemos reformado 424 entidades del Estado. Nos hemos apartado del concepto neoliberal de destruir el Estado, y del concepto que distorsiona la social democracia, de tener un Estado gigante y burocrático, sin considerar su eficiencia o su contribución a la iniciativa de los particulares.

Nosotros hemos reformado el Estado sin eliminarlo, poniéndolo al servicio de la comunidad. Nos faltan instituciones por reformar, pero las 424 instituciones reformadas nos crean un horizonte fiscal más manejable.

Si ustedes van a la antigua clínica del Seguro Social en Cartagena, preguntan cómo era y cómo es, encuentran que no la cerramos, pero que la transformamos del desgreño del Estado a la eficiencia social, y eso se replica en muchas entidades del Estado en Colombia. Esto nos facilita financiar al Estado.

Hemos financiado el año 2009 y estamos dando todos los pasos para asegurar la financiación del 2010, en un momento de tantas restricciones financieras internacionales.

Y, por supuesto, estamos atentos para que no se seque la caja de los generadores de empleo.

Entonces, tenemos unos presupuestos importantes para financiar al sector privado a través de dos bancos estatales de segundo piso: Bancoldex, que este año debe entregar créditos del orden de 2 mil millones de dólares, y Finagro, al sector agropecuario, que este año debe entregar créditos de 800 millones de dólares.

Hemos diseñado y puesto en marcha mayores cuantías en las líneas de crédito para apoyar exportaciones, para apoyar el comercio en las zonas de frontera y para apoyar importadores de países hermanos que compren productos colombianos.

Esas líneas de crédito han venido operando y están creciendo.

Colombia cree en la integración

Nosotros creemos profundamente en la integración. Pero no en un concepto restrictivo de la integración ni restringido a integrarse con quienes piensen igual ni restringido a integrarse por un área geográfica.

Nosotros creemos que la integración tiene que ser siempre en ampliación, y que hay que respetar las condiciones internas de cada país, para no obstaculizar a los países con los cuales estemos asociados, que por sus condiciones internas necesiten expandir sus propósitos de integración.

Por eso, hemos creído en una Comunidad Andina que respete las decisiones que sus miembros quieran tomar frente a otros proyectos de integración, siempre en la idea de fortalecer la Comunidad Andina y ojalá siempre se pudiera proceder como bloque.

En estos años, además del acuerdo Comunidad Andina-Mercosur, Colombia ha hecho el acuerdo con Chile, el acuerdo de profundización de inversiones con Perú, el acuerdo con tres hermanos centroamericanos, el acuerdo con Canadá. Pendemos de la aprobación del acuerdo con los Estados Unidos. Avanzamos con Ecuador y con Perú en la negociación del acuerdo con la Unión Europea. Recientemente firmamos el acuerdo de protección de inversiones con China. Acabamos de cerrar negociaciones con India y estamos en el proceso de ampliar acuerdos de protección de inversiones y de desmonte de la doble tributación, porque creemos que hoy la inversión es prioritaria al mismo comercio, en esta fase difícil de la economía.

Capítulo de estímulos tributarios

El capítulo de los estímulos tributarios. Nosotros nos hemos anticipado en alguna forma. Hoy vemos muchos países afanados por introducir reformas estructurales que nosotros hemos venido introduciendo en los últimos años. Y afanados por introducir estímulos tributarios que gracias a nuestro Congreso nosotros hemos podido introducir en los últimos años.

Nuestra filosofía no ha sido rebajar impuestos a todo el mundo, como lo predicó el modelo tributario de principios de los años 80.

Nuestra filosofía es mantener la progresividad de los impuestos, pero introducir incentivos a la inversión.

Creemos que, finalmente, el mejor incentivo al empleo con calidad, al empleo con afiliación a la seguridad social es el incentivo a la inversión.

Nuestro Congreso ha reducido la tarifa general de renta del 35 al 33 por ciento. Nos ha ayudado a crear estímulos en las zonas francas. Un puerto con zona franca en Cartagena no paga IVA ni arancel para importar sus equipos. Ustedes saben cuánto cuesta una grúa de esas. La renta ordinaria de Colombia es del 33 por ciento. Las zonas francas solamente pagan una renta del 15 por ciento.

Y nuestro Congreso nos aprobó -en mi concepto con una gran visión-, premonitoriamente, una ley que le permite al Gobierno hacer acuerdos de estabilidad con los inversionistas, con una duración de 20 años.

Además, hay estímulos orientados a algunos sectores de la economía.

Un hotel que hoy se construye en Colombia, y aquí en los alrededores de Cartagena están despegando algunos muy importantes, no paga impuestos nacionales durante 30 años.

Los biocombustibles tienen estímulos muy importantes; los cultivos de tardío rendimiento.

Creemos que el conjunto de estímulos que se han introducido en los últimos años por nuestro Congreso, en alguna forma se anticipó a esta crisis de la economía. Y creemos que esos estímulos nos van a ayudar a, por lo menos, mitigar los rigores de este momento tan difícil de la economía.

Queremos saludarlos muy afectuosamente a todos.

Ustedes encuentran a su hermano pueblo colombiano con ánimo, con disposición, con solidaridad, con hermandad. Trabajando en todas las horas; en momentos difíciles, pero siempre con actitud positiva.

Ayúdennos a superar todas estas dificultades. Recuerden que el terrorismo no tiene fronteras, no tiene corazón. El terrorismo no tiene aliados distintos a la delincuencia. Hoy asesina aquí, mañana asesina más allá de la frontera. Hoy por nosotros, mañana por ustedes. Ayúdennos todos en esta batalla, que esta es una batalla legítima del pueblo colombiano.

Mi generación no ha vivido un solo día de completa paz.

Este país terminó la última guerra civil en noviembre de 1902. Al año siguiente vino la independencia de Panamá. Diríamos que estuvimos en relativa paz hasta mitad de los años 40. Surgieron las conflagraciones armadas entre los partidos, que se dieron a finales de los años 50, con el Frente Nacional.

Llegaron las guerrillas marxistas. Crecieron en nombre de una ideología y después crecieron como mercenarios del narcotráfico y generaron la reacción igualmente cruel del paramilitarismo.

Imaginen ustedes, desde mitad de los años 40 una violencia ininterrumpida.

Solamente la manera como la Providencia dotó el estado de ánimo de los colombianos, explica por qué se ha podido salir adelante para enfrentar esta situación tan difícil.

Con la ayuda de ustedes estará más cerca el momento en que Colombia pueda vivir completamente la paz.

Encuentran también un país con toda la determinación. Aquí hay generosidad con la reinserción, pero no hay un milímetro de claudicación ni de legitimación ni de justificación a los actores del terrorismo.

Muchas gracias a nuestro Presidente del Congreso por hacer propicia esta ocasión, y muchas gracias a ustedes, apreciados legisladores de las naciones hermanas, por escoger a nuestra ciudad de Cartagena para esta reunión, en la cual les deseamos todos los éxitos.

Bienvenidos”.