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Palabras del Presidente Álvaro Uribe Vélez en la conmemoración de los 50 años de la Ley de Competencia

Cartagena, 20 nov (SP). “Primero, quiero agradecer este gran esfuerzo que ustedes han realizado y que realizan todos los días por consolidar la institucionalidad colombiana. Esta Patria es un país de instituciones y lo ha sido a lo largo de la historia.

Este año, con motivo de la víspera del Bicentenario, han aparecido unos libros bien importantes. Uno de ellos, el del historiador británico Jhon Lynch sobre El Libertador. Creo que de pronto es una de las obras mejor documentadas sobre El Libertador.

La lectura cuidadosa del libro de Lynch nos muestra claramente que este país tuvo en sus orígenes más formación institucional que simples rebatiñas feudales o caudillistas. Creo que es bien interesante.

Incluso, en aquellos enfrentamientos internos que se dieron en la época de la Patria Boba, yo diría que fueron enfrentamientos que tenían también una base institucional. Porque, de una parte, en Santa Fe de Bogotá estaba Nariño con la ideas centralistas y de otra parte, Camilo Torres, en Tunja, con las provincias que querían un régimen federal.

El Libertador dijo que era inaplicable aquí, pero no por razones de la Nueva Granada, sino por las razones de los caudillismos y de los enfrentamientos que él había tenido que apaciguar en Venezuela.

Yo diría que el tema institucional de Colombia es un tema con hondas raíces históricas.

Cuando uno mira la Ley 155, todo lo que fue el ejercicio presidencial del doctor Alberto Lleras, el ministerio del doctor Hernando Agudelo, pues quiere hacer un recorrido constitucional hacia atrás y encuentra, en esa Constitución de 1886, la gran visión de (Rafael) Núñez.

Núñez se les anticipó durante décadas a los líderes de América Latina en aquello de monopolio estatal de moneda y en aquello de intervención del Estado en la economía, no obstante su adhesión a la libertad de iniciativa privada.

Se había formado Núñez durante 12 años en Inglaterra. Y el país lo reconoce en la historia fundamentalmente por ser el Presidente del orden, el Presidente de la Regeneración, el Presidente que dijo ‘Regeneración o catástrofe’. Él había ganado la Presidencia del estado de Bolívar en nombre del orden y en nombre de la seguridad.

Todos esos conflictos que vivió el país en el siglo XIX crearon un gran cansancio con el desorden y la anarquía. Los gobiernos buenos de los bienios que sucedieron a la Constitución del 63, como el gobierno de (Manuel) Murillo Toro, el gobierno de Aquileo Parra, fueron gobiernos que por esas condiciones de inestabilidad y de desorden no pudieron producir todos los resultados que en otras circunstancias habrían podido producirse.

Entonces, Núñez recompone todo eso y por eso es por lo que se le conoce. Pero yo creo que hay un aporte más desconocido pero de pronto bien importante, que es el aporte al concepto del manejo estatal de la moneda, la intervención del Estado en la economía, la defensa de los consumidores y la intervención del Estado para garantizar que los monopolios evitaran la restricción de libertades.

Porque es un contrasentido la norma constitucional que estimula la libertad de iniciativa privada, pero al mismo tiempo no da las herramientas para poder sancionar los abusos que se cometen y que finalmente afectan esa iniciativa privada.

Haber introducido esas normas del 86, esa gran visión de Núñez, yo creo que eso fue otro paso formidable en la institucionalización colombiana. Y la Constitución del Presidente López Pumarejo de 1936 es la Constitución que tiene un detalle sutil, bien importante, hay que leerla despacio.

La Constitución no dice que la propiedad tiene una función social. Dice algo más. Dice: ‘La propiedad es una función social’. O sea que no le atribuye a la propiedad la tarea de la función social, sino que identifica la propiedad como una función social en sí misma. No es que la propiedad tenga que cumplir una función social, sino que es una función social en sí misma.

Ese es un detalle en el cual no todo el mundo se detiene al leer aquel texto magnífico de la Reforma Constitucional de 1936, que también avanzó bastante en estas materias.

Y uno se sorprende de ese gobierno de Alberto Lleras y del ministro Hernando Agudelo. También se anticiparon en estos desarrollos contribuyendo a esa consolidación de la fortaleza institucional de Colombia.

Y hay algo que yo quisiera proponer a la reflexión de ustedes: uno lee esas leyes y esos discursos de Agudelo y cree que fueron restrictivos. Al contrario, fueron garantistas. El país en esos años tuvo un gran avance en materia de inversiones, en materia de generación de confianza. Yo creo que esa Ley contribuyó a profundizar lo que hoy se pretende con la 1340, que es más confianza en Colombia y un ambiente mucho más dinámico de inversiones.

Hay que rendirle un homenaje a lo que ha sido la tradición institucional de este país, que se refleja en todos esos procesos, en la Ley que está cumpliendo 50 años, del Ministro de Hacienda Hernando Agudelo y, por supuesto, en este nuevo paso que con la ayuda del Congreso de la República se ha dado en Colombia al crear esta Ley 1340.

Y es bien importante hablar del tema institucional en la discusión política internacional y en el tema doméstico.

Discusión entre izquierda y derecha es obsoleta

En la discusión política internacional, yo pienso que es equivocada la discusión entre izquierda y derecha en América Latina. Pienso que es obsoleta, polarizante y que no tiene razón de ser.

Tal vez tuvo su momento cuando se transportaron a América Latina ideas de la izquierda europea con las cuales allí se habían enfrentado las dictaduras y que aquí en unos países sirvieron para que intelectuales, caracterizados de izquierda, se enfrentaran en los países en los que había dictaduras.

Superadas las dictaduras, cuando todo el mundo quiere girar alrededor de la regla democrática, esa adhesión de izquierda y derecha empieza a ser obsoleta, polarizante y sin sentido práctico.

Uno ve el Gobierno del Brasil, que lo caracterizan de izquierda por todo el recorrido político del señor Presidente (Luiz Inácio) Lula. Y uno llega a ver los resultados y encuentra que es una democracia moderna.

Hay otros gobiernos que los caracterizan de derecha, también por orientaciones frente a ciertos temas, y finalmente son una democracia moderna.

Es muy difícil entrar a hacer hoy, cuando hay un compromiso con la regla democrática, entrar a hacer esa diferencia entre izquierda y derecha. Más aún, los europeos han venido hablando de matices. Entonces ya hablan es de centro izquierda o de centro derecha. Han venido reconociendo que, en la medida en que se consolida una democracia moderna, esas divisiones van desvaneciéndose por sustracción de materia.

Algún día me decía una periodista internacional: ‘Mire, ¿usted cómo se siente, como Presidente de Colombia, de un Gobierno de derecha, en una América del Sur de izquierda?

Y yo le decía: ‘¿Y por qué dice que este Gobierno es un Gobierno de derecha?’.

Y me decía: ‘Pues, por lo de la seguridad’.

Y le dije: ‘¿Acaso los de izquierda pueden vivir sin seguridad? ¿Acaso la seguridad no es una fuente de recursos, un valor democrático?’.

Y le decía: ‘¿Y qué diferencia ve usted entre el modelo por el cual trabaja hoy Colombia y el modelo de Brasil, para que digan que el uno es de izquierda y el otro de derecha?’. Y la periodista enmudeció.

Y, finalmente, le dije: ‘¿Entonces, usted es de izquierda? Y me dijo: ‘Sí’.

Le dije: ‘Déme unas definiciones por qué usted es de izquierda’. Y lo que nos dijo nos probó que era simplemente por moda, que no había un proceso de racionalización que sustentara eso.

En su defecto yo creo que hay que buscar una institucionalización de sólida democracia moderna. Yo creo que tiene cinco parámetros: la seguridad, las libertades, la cohesión social, el tema de la independencia de las instituciones y la transparencia.

En la independencia de instituciones no se puede destruir la deliberación. Un Estado formado de instituciones independientes no puede negar que haya deliberación entre ellas y tampoco se puede olvidar que se necesita la colaboración armónica para los fines superiores del Estado, para los fines superiores del pueblo.

Antes hablábamos más de Nación como concepto sociológico del pueblo. A raíz de la Constitución del 91 hemos abandonado mucho la referencia de la Nación y le hemos venido trasladando al pueblo.

Y uno mira que esos cinco parámetros pueden tener orígenes, unos en la izquierda otros en la derecha, pero finalmente todo el mundo los necesita y tienen que estar regidos por instituciones.

Confianza en Colombia

Nosotros hemos pensado en lo doméstico, que en Colombia es bien importante profundizar confianza. Confianza de la comunidad nacional en nuestro país y de la comunidad internacional en nuestro país. Se requiere para todo.

Por ejemplo, con la señora Alcaldesa (Judith Pinedo), hace pocos días, trayendo los cruceros del Caribe, veíamos que la confianza es fundamental. Habían dejado de venir a Colombia. En los últimos años ha venido creciendo el número de pasajeros que aquí en esta ciudad para, y ya estamos próximos a tener 400 mil en un año, y la idea es que entre Cartagena, Santa Marta y San Andrés se llegue, en no muchos años, a tener un millón de pasajeros.

La confianza es fundamental para todo. Y nosotros hemos venido buscando soportar esa confianza en la seguridad, en la inversión y en la política social.

Pero ellas tres tienen compromisos. ¿Qué compromiso tiene la seguridad? Tiene un compromiso con los valores democráticos. ¿Qué compromiso tiene la inversión? Tiene un compromiso con la responsabilidad social. ¿Y qué compromiso tiene la cohesión social? Tiene un compromiso con las libertades.

Y para que cada uno de estos caminos pueda cumplir su compromiso necesita instituciones.

La seguridad necesita ser conducida con instituciones, con un criterio institucional, para que opere como un valor democrático, para que respete las libertades.

La política de promoción de inversiones requiere ser conducida a través de instituciones como la Ley 1340, como la anterior Ley 155, para que garantice su compromiso de la responsabilidad social.

Y la política de cohesión social requiere ser conducida por instituciones, para que pueda honrar su compromiso de la adhesión a las libertades.

Y esto es bien importante en un país que ha tenido muy buenas instituciones pero que no ha podido progresar lo suficiente.

La violencia ha frenado el progreso

Cuando uno piensa en esta Patria con todo el afecto y con toda la angustia, en sus 200 años de vida independiente, se pregunta por qué un país con este recorrido institucional tan destacado, por qué un país con buenos gobiernos, buenas políticas públicas, buenos liderazgos; hoy recordamos a Hernando Agudelo Villa, al Presidente (Alberto) Lleras Camargo. Uno podría remontarse a aquello de lo que hablamos cuando era una lucha institucional entre centralismo y federalismo, todavía en la Patria Boba, por allí el liderazgo de Camilo Torres, en Bogotá el liderazgo de Nariño, después Bolívar, esa revolución educativa del General Santander. En fin, uno podría preguntarse por qué este país no ha tenido suficiente progreso. Y yo diría: por la violencia.

Seguramente los historiadores acopiaran muchas causas para responder a la pregunta ¿por qué un país con instituciones, con un sólido recorrido institucional, con un proceso de mejoramiento continuo de instituciones, con buenos gobiernos, buenas políticas públicas, no ha tenido suficiente progreso? Y los historiadores abundarán en causas. Yo creo que una muy fundamental ha sido la falta de paz.

En estos 200 años hemos tenido escasos 47 años de paz. En el siglo XIX no tuvimos sino siete años de paz, alrededor del Gobierno de (Rafael) Núñez, que fueron muy fructíferos. Porque esos siete años de paz permitieron que nacieran los procesos industriales del Caribe colombiano y que naciera la política de promoción de la caficultura en la Colombia Andina.

Y el siglo XX lo empezamos con la Guerra de los Mil Días, que realmente fue de 1.128 días. Cien mil muertos calculados, en una Colombia de menos de cuatro millones de habitantes.

Por allá en 1902 hicimos los tres acuerdos de paz que le pusieron fin a ese guerra. El país quedo totalmente deprimido y al año perdimos Panamá.

Y hubo una paz hasta principios de los años 40, cuando apareció la violencia partidista.

Y a finales de los años 50 no se habían apagado las llamas de la violencia partidista, no obstante el pacto del Frente Nacional, y ya empezaba la violencia marxista. Y esa violencia marxista se complementó con su antagonista, la violencia paramilitar. Y ambos fueron cooptados por el narcotráfico.

Dos siglos con 47 años de paz, yo creo que producen una reflexión que les permite a los colombianos tener más claridad sobre por qué, con buenas instituciones, con buenos gobiernos, con una ciudadanía tan laboriosa, tan capaz, cuando se prepara como lo hace de bien como la colombiana, el país no haya tenido, tanto, tanto progreso.

Las generaciones últimas de Colombia pueden decir que desde principios de los años 1940 no se ha vivido un día completo de paz.

Yo diría que este país que hoy está fortalecido en la confianza, en las instituciones, puede hacer del siglo XXI un siglo de desquite en favor de la prosperidad colectiva, pero eso requiere corregir la gran falencia de los dos siglos anteriores, que fue la seguridad, amén de todos estos esfuerzos institucionales que ustedes hacen.

Colombia es un país que está creciendo en inversión

Si uno fuera inversionista se debería hacer esta pregunta: Yo voy a invertir en Colombia, ¿allí hay más laxitud o hay más exigencia, desde el punto de vista institucional, para los compromisos con los consumidores y los compromisos para no incurrir en prácticas que afecten la libertad de empresa?

De pronto al inversionista de corto plazo lo aburre y lo destierra la solidez institucional; leyes como la 1340. Pero el inversionista de fondo, que quiere contribuir con responsabilidad social a la prosperidad del país, debe sentir inmensa confianza, cuando lee textos como el texto de la Ley 1340, y cuando le den alguna idea sobre lo que ha sido la historia de solidez institucional de Colombia.

China ha logrado rescatar 400 millones de habitantes de sus 1.200 millones de la pobreza, gracias a un proceso sostenido de alta inversión en los últimos 20 años, desde la llegada de Den Xiao Ping.

Colombia es un país que está creciendo en inversión, indudablemente. Pero si ustedes me preguntarán: ¿dos propósitos del manejo económico de Colombia para el país salga adelante? Yo no vacilaría en decirles: una alta tasa elevada y sostenida de inversión y acceso a mercados.

Este país tuvo un largo periodo en que la Inversión Extrajera Directa oscilaba entre 400 y dos mil millones de dólares, con escasos picos superiores.

En los últimos años, tuvo un año de ocho mil 500 millones de dólares; otro año de seis mil 500 millones de dólares; otro año de nueve mil 028 millones de dólares. El año pasado un pico grande de 10 mil 574 millones de dólares.

Y no obstante los dineros que han salido del país este año, que Ecopetrol compró una empresa en Perú, que la empresa de gas de Bogotá también está en Perú, que una empresa privada nacional ha comprado los derechos de una firma española bien importante, que eso dineros han salido del país. No obstante las inversiones de los colombianos afuera, este año el neto se sitúa por encima de seis mil 500 millones de dólares, de acuerdo con lo que acabo de ver en una cifra de sumas y restas, que me permitió acceder a ella el Viceministro (de Desarrollo Empresarial) Ricardo Duarte.

Entonces, a pesar de que hay una importante inversión colombiana en el extranjero, de que es un año muy malo de la economía, que la inversión extrajera en el mundo entero ha caído en un 44 por ciento, aquí vamos a estar este año dentro del rango alto. Vamos a estar alrededor de ocho mil 500 millones de dólares, en un año tan difícil de la economía.

Y en el primer semestre, porque todavía del tercer trimestre no hay cifras, en el primer semestre la tasa de inversión en Colombia se situó en el 25,9. Yo creo que eso nos ayuda mucho a salir adelante.

Y estos esfuerzos de ustedes, de la institucionalidad de la Superintendencia, los esfuerzos del Congreso, estas nuevas leyes, ayudan a seguir proyectando en el tiempo eso que requiere Colombia que es total confianza de propios y extraños.

Muchas gracias por sus esfuerzos, apreciados compatriotas”.

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