inversión reducidas al 12 por ciento, es un país que no puede ser enfrentado de manera distinta a aquella de considerar que permanentemente se necesita una Política Anticíclica.
Muchas de las medidas que ahora se están aplicando, se han venido trabajando por ellas desde el principio del Gobierno, en medio de una muy restringida disponibilidad de recursos fiscales y de la necesidad de no abusar de las posibilidades financieras.
Hemos persistido en la tarea de buscar que la palabra que nos guíe a los colombianos sea la palabra ‘confianza’: construir confianza de la comunidad doméstica y construir confianza de la comunidad internacional.
Seguridad Democrática
Avanzamos en la Seguridad Democrática, en la confianza inversionista, en la política social. Este departamento es una gran expresión del avance de la Seguridad Democrática; una cosa era el norte del Tolima, los alrededores de Ibagué, otra cosa era el sur del Tolima, y una muy diferente es la realidad de hoy.
El país ha recuperado unos monopolios que nunca debió perder: el monopolio de nuestras fuerzas institucionales para combatir a todas las organizaciones delincuenciales. La palabra ‘paramilitar’ se utilizó para denominar las bandas privadas criminales cuyo propósito era enfrentar a la guerrilla. El país ha superado el paramilitarismo, ha debilitado a las diferentes organizaciones narcoterroristas, ha recuperado ese monopolio fundamental para la democracia.
Hemos recuperado el monopolio de la justicia. Independiente y autónoma, había sido desplazada en muchas regiones de Colombia. Fiscales y jueces quisieron ser suplantados por los agentes del terrorismo, que pretendieron conocer pleitos de familias, querellas entre vecinos, crímenes mayores y crímenes menores.
El país se siente hoy más libre para denunciar, para reclamar. Las víctimas no reclamaban por temor o porque lo encontraban inútil; hoy tenemos 240 mil víctimas en el proceso de reclamo.
Estamos haciendo un gran esfuerzo para avanzar en una reparación que sea posible en las condiciones colombianas. Sabemos que reparación total no hay, pero todo empeño en reparación, todo paso adelante en reparación, es un paso en la dirección correcta para evitar gérmenes de odio, para anular semillas de venganza.
Hemos invertido 300 millones de dólares en la fase inicial de reparación; este año otros 100 millones de dólares, y en los presupuestos sucesivos, en el marco fiscal de mediano plazo, están incluidas las partidas anuales para avanzar en el proceso de reparación a víctimas.
Hemos enfrentado, con todos los valores democráticos, a un terrorismo rico, autosuficiente. En El Salvador, por ejemplo, cuando se puso fin con los acuerdos de paz al enfrentamiento que durante años maltrató a aquella comunidad, se presentaron dos fenómenos bien diferentes a los nuestros: para facilitar la paz, el orden establecido de entonces aceptó los requerimientos de ampliación de las instituciones y de las posibilidades democráticas.
Nosotros tenemos una democracia plena, operante, respetable. Los grupos violentos, en contraprestación, aceptaron la paz. Pero además se vieron forzados a ello, porque las donaciones que provenían de Europa Occidental dejaron de llegar.
En el caso nuestro, el negocio criminal del narcotráfico le ha dado a estos grupos un poder autónomo, con exceso de recursos para poder mantener sus actividades criminales.
Esto caracteriza que hemos tenido el problema criminal más difícil de enfrentar del continente. Pero para honra de la democracia colombiana, lo hemos enfrentado con plenitud en el respeto a los derechos individuales, a las garantías políticas.
Creemos que en una democracia de opinión es tan importante la eficacia de la Fuerza Pública como la transparencia reflejada en observancia de los derechos humanos. Es la fuente de la cual emana la credibilidad que le da sostenibilidad a una política de Seguridad Democrática.
Sostenibilidad requerida para un país que en pocos años no alcanza a recuperar lo que perdió en tantas décadas. En septiembre de 1902, en Chinácota, Norte de Santander, en la hacienda Neerlandia, en el departamento del Magdalena, y en el buque Wisconsin en Panamá, se firmaron los acuerdos que pusieron punto final a la Guerra de los Mil Días.
Al año siguiente se separó Panamá, era la cabeza de la Nación, el país entró en medio de la depresión en una relativa paz hasta los años 1940, cuando emergió la violencia entre los partidos históricos. Superada por los pactos del Frente Nacional, a finales de los años 1950, las guerrillas marxistas que habían tenido un éxito con la Revolución Cubana, escogieron dos objetivos: Colombia y Bolivia.
Y aquí empezaron a crecer motivadas por la lucha violenta de clases, con el propósito de instaurar la dictadura del proletariado, con el ideal de establecer la sociedad comunista y con la instancia intermedia de la socialización de los medios de producción.
No atendieron en debida forma los puentes de paz que los diferentes gobiernos extendieron. Ellos habían aprendido de Maquiavelo, a través de Marx, que cualquier gesto de generosidad del adversario no se debe tomar como una invitación a la paz, sino como una señal de debilidad y una gran posibilidad de avanzar hacia su derrota militar.
Generaron el paramilitarismo; unos y otros quedaron presos del narcotráfico, y todavía estamos en la solución del problema. Las generaciones vivas desde 1943 hasta la fecha, no han disfrutado un día de paz en Colombia.
Por eso hay que tener toda la firmeza, dentro de la necesidad de hacer ajustes, para que el país no abandone la política de Seguridad Democrática. Debemos recordar la frase del Apóstol: ‘Si el sonido que emite la trompeta es débil, ¿quién acudirá al campo de batalla?’.
¡Cómo hemos avanzado en esta política de seguridad con valores democráticos! El certamen electoral del pasado domingo, todas las instituciones del Estado al servicio de consultas de partidos, el Gobierno dando todas las garantías, transcurrieron en todo el territorio sin lugar a lamentar circunstancias de orden público, es una expresión de carne y hueso del valor democrático de nuestra política de seguridad.
Para esas garantías democráticas, nunca se ha preguntado si los actores están a favor o en contra del Gobierno.
Esta política la hemos adelantado sin legislación marcial, con legislación ordinaria, sin censura de prensa, con libertades ilimitadas. Creo que honra a la democracia colombiana.
Confianza inversionista
Y hemos avanzado en la confianza inversionista. Nos creen, porque mientras en otros países del continente se restringe la libertad de emprendimiento, nosotros creemos en la iniciativa del emprendimiento. La condición que le ponemos es la responsabilidad social.
Nos creen porque hemos vivido en un proceso reformista permanente. A propósito de los procesos reformistas, hay que saber cómo se proponen y hay que crear una gran conciencia popular sobre cómo se adelantan.
Creo, apreciados compatriotas, que estamos en la necesidad de repetir ante los colombianos, para que las grandes mayorías lo puedan asimilar en su corazón, que esta Nación debe fijarse un objetivo: confianza de propios y extraños; que esta Nación tiene que persistir en la seguridad con valores democráticos, en la promoción de la inversión con responsabilidad social y en la cohesión social con libertades.
Se necesita sí una tarea de mejoramiento continuo, pero hay que poner cuidado para cuidar el caminito. Ni estancarnos ni abandonar el camino.
Por eso, en este momento cuando el país se aproxima a unas justas electorales, es bien importante pensar en la esencia de las políticas más que en la apariencia de las personas. Eso puede ser una gran transformación de la cultura política de nuestra Patria.
Hemos adelantado reformas estructurales sobre pensiones, transferencias a las regiones, en el campo laboral; se han reformado 427 entidades del Estado.
No estamos en la idea neoliberal de desmontar el Estado, ni tampoco en la idea social-burócrata de imponer el predominio del Estado.
Creemos que tiene que ser el gran garante de la cláusula social, pero no el obstáculo de las iniciativas del emprendimiento creador del sector privado.
Hemos avanzado en las calificaciones mundiales de competitividad. Como ustedes lo conocen y han ayudado a construirlo, con especial liderazgo del Ministro (de Comercio, Industria y Turismo, Luis Guillermo) Plata, el Foro Mundial de Competitividad nos ha reconocido un gran avance.
Y por tercer año consecutivo nos hemos ganado la mención del Doing Bussines, del Banco Mundial.
Pero no nos detenemos. La vida pública es una dialéctica entre mil esfuerzos por un resultado. Hay que hacer mil esfuerzos, obtener un pequeño resultado, pero amanecer con toda la disposición de emprender otros mil esfuerzos.
Con el Ministro Plata y con la compañía de ustedes, ya se ha emprendido el nuevo camino, el nuevo conjunto de reformas, para que también en el año 2010 Colombia reciba esa buena mención del Doing Bussines del Banco Mundial.
Infraestructura
Por supuesto, tenemos dificultades. Un país extenso, con circunstancias complicadas de sus distancias y de su geografía.
El doctor Eugenio Marulanda (Presidente de Confecámaras) se ha referido en extenso a la infraestructura. Confío. Al escuchar muy atentamente este primer informe de veeduría, veo que hay muchas cosas que hay que corregir, pero una fundamental para resaltar: el país nunca había emprendido un programa de infraestructura tan vasto como el programa que hoy adelanta.
Basta para ello solamente escuchar y leer el informe de Confecámaras, donde hay una referencia a todo lo que se trabaja en vías, a todo lo que se trabaja en aeropuertos, a todo lo que se trabaja en puertos, quedando por incluir todo lo que se trabaja en ferrocarriles.
De La Paz al Pacífico, apreciados compatriotas, hay 540 kilómetros; de Bogotá al Pacífico hay 580, pero esa doble calzada de Bogotá al Pacífico avanza en todos los tramos y también de Bogotá a Arauca. En el tramo, por ejemplo, de Arauca a Yopal se ha dado un gran avance que el país todavía no lo conoce y que sería muy importante que ustedes nos ayudaran en su labor de veeduría para conocerlo.
Fueron intervenidas regalías de Arauca y con la dirección del Ministerio de Obras Públicas y la ejecución del Ejército, se ha adelantado un extenso tramo de la carretera Tame-Arauca; hace parte de los corredores de competitividad el tramo de Cusiana a Sogamoso, y hay 145 kilómetros construidos de doble calzada en el trayecto de Sogamoso a Bogotá.
Se ha avanzado en algunas variantes, como la variante de Cúcuta, ya terminada; hay otras difíciles, especialmente por el costo de los predios.
Yo mismo he dicho que mientras no se racionalice el valor de los predios, es preferible avanzar en los trayectos de doble calzada y no detenerse a esperar cuándo se hacen posibles los acuerdos para las variantes de los municipios, reconociendo que se constituyen en ‘cuellos de botella’.
Es necesario avanzar en la Vía Aló en Bogotá. Este Gobierno ha construido con recursos nacionales 14 kilómetros, y esperamos la contraprestación del Distrito; de lo contrario se convierte en un gran infarto.
Hemos avanzado muchísimo en la doble calzada de Bogotá a Girardot y a San Rafael; se ha terminado la excavación del túnel de Melgar; hemos propuesto que se llame el túnel ‘Guillermo León Valencia’, para honrar la memoria de aquel Presidente, honorable con la Patria y firme frente a los violentos, de quien este año estamos conmemorando el centenario de su natalicio.
Y avanzamos, a muy buen paso, en el trayecto de San Rafael a Ibagué y en las dos variantes de Ibagué: la variante para salir a Armenia y la variante para el norte del Tolima.
Se ha avanzando bastante en los viaductos de la línea; se construyó el túnel básico de La Línea y está empezando la obra del túnel de Tránsito; proponemos a los colombianos que se llame el Túnel del Segundo Centenario.
Confiamos en que en poco tiempo los colombianos van a poder viajar por una carretera de excepcionales condiciones de Manizales a Santander de Quilichao; faltan pocos kilómetros.
Esto pone de presente lo siguiente: sí, se ha demorado 10, 12 años, pero es que empezó y entró en un pleito. Uno de los logros de este Gobierno ha sido superar todos los pleitos de las concesiones de primera generación; la Autopista del Café que recibimos era un pleito, y hoy es una obra que avanza satisfactoriamente, con un gran esfuerzo.
Para resolver el pleito tuvimos que ceder dos peajes: el de La Manuela, abajo de Manizales, y el peaje de Corozal, adelante de La Tebaida. Y acabamos de incorporar recursos del presupuesto que se aproximan a los 250 mil millones.
Uno de los problemas que tuvo el conjunto de concesiones de primera generación, fue la caída de los tráficos, el incumplimiento de los tráficos estimados; se redujo ese cumplimiento apenas al 30 por ciento, incidió mucho el crecimiento de la violencia.
Era un sueño para los vallecaucanos, para el país en general, la doble calzada de Buga a Buenaventura; hoy está en plena ejecución, con dificultades propias de una institucionalidad que cuida el medio ambiente, de una democracia que respeta a las comunidades indígenas, a las comunidades afrodescendientes, de una Constitución que les da el derecho de expresarse antes de que los gobiernos puedan acometer la ejecución de las obras.
Hemos construido la variante alterna- interna en Buenaventura con un costo de 180 mil millones, y allí hay un avance de inversiones portuarias que se deben completar con una inversión de mil millones de dólares.
Tengo fe en el avance de la infraestructura del país, en que eso nos va a quitar este ‘Inri’ de dificultades para la competitividad.
Hemos avanzado con el despegue de estas obras bien importantes, y creemos que todos los días hay que introducir correctivos, mejorar la marcha.
Teníamos 54 kilómetros de doble calzada, hoy tenemos más de 600 kilómetros de doble calzada. Este año puede ser un año en el que se construyan 180 kilómetros de doble calzada; la meta es que en los años que vengan, Colombia esté en condiciones de construir 200 kilómetros de doble calzada por año.
Competitividad
Apreciados compatriotas, la competitividad es un tema de todos los días, de todos los momentos, no nos podemos descuidar. Tenemos fe en que además de la institucionalidad, a la cual se refería el doctor Eugenio Marulanda (Presidente de Confecámaras), hay otros aspectos que van a rendir sus frutos.
Lo que ha hecho el Ministerio de Desarrollo, definiendo, con el sector privado, los nuevos sectores de talla mundial que se pueden impulsar en Colombia. Seguramente con el Ministro (de Comercio, Luis Guillermo) Plata hoy han podido ver el tema. Y también un tema bien promisorio: el avance del país en acuerdos internacionales de comercio.
Si ustedes me preguntaran por dos puntos que estime el Gobierno fundamentales en la economía, les diría: altas tasas de inversión, sostenidas en el largo plazo, y además acceso a mercados. Estamos trabajando en ello.
Es importante destacar esto: en el mundo este año la inversión extranjera directa se ha caído en un 34 por ciento; en Colombia se ha caído en un 8 y medio. ¿Pero contra qué estamos comparando? Contra el pico más alto, porque podemos dividir los períodos de la reciente historia de Colombia en dos: el período de inversión extranjera directa, que tenía un piso de 400 millones de dólares al año, de 300, y techos excepcionales de 2 mil.
Y el nuevo período, que ha tenido un piso de 6 mil 500 millones de dólares, un año de 8 mil 500, otro año de 9 mil 28 y el año pasado un año de 10 mil 574 millones de dólares. Este año, a 11 de septiembre, el país había acumulado 5 mil 680 millones de dólares de inversión extranjera directa: un 8 y medio menos que el año pasado, pero de todas maneras con una proyección que nos permite que, a pesar de la crisis de la economía, la inversión extranjera directa en Colombia va a estar dentro de los rangos del último período.
La tasa de inversión total era del 12, 14 por ciento; ahora se sitúa alrededor del 25 y medio, del 26. Tenemos fe en que esto irá ayudando a que el país salga adelante.
Coberturas sociales
Pero algo bien importante: hemos podido acompañar estas políticas de las coberturas sociales. Por ejemplo, en educación, nuestra Patria tenía una cobertura en básica del 78 por ciento, hoy oscila alrededor del ciento por ciento.
Graduábamos a 440 mil bachilleres, estamos graduando a 650 mil. Teníamos menos de un millón de estudiantes universitarios, nos estamos aproximando a millón 700 mil estudiantes universitarios.
Financiábamos 60 mil muchachos con el Icetex, estamos financiando más de 250 mil.
Colombia, gracias al Sena, ha obtenido un gran liderazgo latinoamericano en formación vocacional: formábamos un millón 100 mil colombianos, este año 6 millones.
Teníamos 41 mil colombianos matriculados en estudios técnicos y tecnológicos, este año 295 mil.
Y como parte del programa para enfrentar el ciclo negativo de la economía, el Sena ha abierto inscripciones para otros 250 mil estudiantes en técnicas y tecnologías, pero relacionadas con los nuevos oficios, con las nuevas posibilidades del emprendimiento.
Ya no se escogen los profesores por recomendación politiquera, se escogen por concurso.
Antes teñíamos las pruebas Icfes, ahora también las pruebas Saber.
La evaluación de los maestros. Tenemos también las pruebas para medir la calidad de los egresados de las diferentes profesiones universitarias.
Colombia, después de México, es hoy el país de la región latinoamericana que más expone a sus estudiantes a las pruebas internacionales de calidad, confrontándolos en ciencias y en matemáticas con los estudiantes de los países desarrollados.
Colombia, después de México, es el país latinoamericano que más exige con pruebas domésticas a sus estudiantes.
En medio de las limitaciones fiscales y financieras, se ha aprobado una gran ley para avanzar en ciencia y tecnología. Y eso paga en Colombia.
Esta tarde inaugurábamos la zona franca de Siemens en Tenjo. Una inversión de 100 millones de dólares para trabajar con maquinaria e insumo de última tecnología en favor de la medicina, del sector eléctrico, de la industria en general.
Y nos decían: hemos hecho esta inversión porque confiamos en Colombia, porque creemos en el espíritu empresarial de Colombia. Hemos hecho esta inversión para atender desde Colombia todo el mercado de las Américas, con excepción del mercado del Brasil.
Y hemos hecho esta inversión en Tenjo, a pesar de la distancia al mar, porque confiamos en la innovación, en la capacidad innovativa del pueblo cundinamarqués.
Si los colombianos han logrado eso, con unos presupuestos bastantes reducidos en ciencia y tecnología, en la medida en que podamos avanzar en ciencia y tecnología los logros tienen que ser mayores.
Estados Unidos se debate hoy en una gran confrontación política para definir el texto final de la reforma a la seguridad social en salud. Allí, en la primera economía del mundo, hay 47 millones de trabajadores sin seguro; nosotros tenemos 41 millones asegurados.
Es deber de los gobiernos revindicar lo actuado, y también mirar y reconocer lo que falta.
Claro, el conjunto de eventos asegurados en el régimen subsidiado para los trabajadores más pobres, es inferior que aquello que contiene el seguro del régimen contributivo.
Un gran reto nacional es nivelar el régimen contributivo con el subsidiado y corregir trampas.
Por eso estamos afanosamente buscando que tengamos toda la base de datos en Internet, y que la podamos cruzar contra las otras bases de datos, porque todavía hay muchas personas en régimen subsidiado que deberían estar en régimen contributivo.
Este país ha pasado de atender con nutrición a 5 millones de personas en Bienestar Familiar, a atender a millones.
Estamos entregando hoy 14 millones y medio de raciones alimentarias al día.
Nos estamos aproximando a una cobertura total de la población infantil pobre,con un gran aporte de departamentos y municipios.
Pero, ¿qué nos falta? Tenemos una infraestructura escolar desbordada por el avance de cobertura. Con las excepciones de Bogotá y Medellín, el resto del país tiene un déficit de infraestructura muy grande, que estamos en el propósito de resolver.
¿Cómo? Con el aumento de las transferencias, con el aumento de los recursos de Ley 21 y con un programa que adelanta el Ministerio de Educación, mediante el cual está construyendo 50 colegios de la mejor calidad en los sitios más pobres de Colombia.
Tenemos 2 millones 840 mil Familias en Acción, 2 millones 840 mil, un país que tenía 220 mil en un proceso experimental. Es un subsidio condicionado a que esas familias acrediten que sus hijos están estudiando.
Si algo grave estábamos esperando de esta crisis, era un aumento vertiginoso de deserción escolar y de la deserción universitaria.
El Sena, Familias en Acción, lo que ha hecho el Icetex, el mayor esfuerzo de financiación de la universidades, todo en su conjunto ha logrado que el país no revierta la tendencia de disminución de la tasa de deserción.
Qué grave sería hoy registrarle al país lo que muchos esperábamos con temor y otros esperaban sin duda: un gran aumento de las tasas de deserción.
El Banco Mundial ha dicho recientemente que Colombia, en los países con comparable nivel de ingreso, es uno de los que más ha avanzado en índice de oportunidades: salud, educación, formación técnica.
Por ejemplo, destacan también el programa del Sena, que en diciembre debe completar un millón de estudiantes aprendiendo inglés por internet, la mayoría de los profesores desde San Andrés.
Para que no tengamos que vivir dependiendo del alto costo y de las dificultades de la transmisión satelital, el Ministerio de Comunicaciones está instalando, después de haber adjudicado el contrato, el cable submarino entre Barranquilla y el Archipiélago, que convertirá al Archipiélago en un gran centro de desarrollo de informática.
Todo eso contribuye al índice de oportunidades. Debemos separar dos aspectos: el índice de oportunidades y su impacto en la reducción de la pobreza.
La reducción de la pobreza no se logra por decreto ni en discurso de campaña; con muchas dificultades en estos años hemos reducido la pobreza en tres millones de ciudadanos, pero continúa siendo más alta.
Nuestra esperanza es que si el país persiste en el índice de oportunidades, todos esos jóvenes que están siendo atendidos con el mejoramiento de las garantías de las condiciones, en el momento en que ingresen a la vida laboral activa, van a tener una percepción de ingresos mucho mejor, y el país habrá derrotado la pobreza y mejorado la equidad distributiva.
Hemos logrado en estos años, a pesar del déficit y del endeudamiento, hemos logrado acompañar la política de Seguridad Democrática de las coberturas sociales.
Cuando empezó nuestro Gobierno, muchos decían: ‘Aquí no va a haber sino guerra, aquí no va a haber política social, llegó Uribe: paramilitar, fachista, de derecha’.
Nosotros lo que hemos hecho es acompañar con coberturas sociales a la Fuerza Pública. Allí donde han llegado los soldados de Colombia, han llegado las coberturas sociales.
Tenemos zonas ejemplares de consolidación como la zona del área de La Macarena, y otras que apenas despegan, como la zona de Los Montes de María.
El Impuesto al Patrimonio ha sido clave para poder financiar la Seguridad Democrática, y al mismo tiempo, no hacerlo en desmedro de las coberturas sociales.
Este país es un país con más conflicto político y más gobernabilidad social. Con más conflicto político y menos conflicto social.
¿Quién iba a pensar que, después de la reforma de Ecopetrol, primero en la parte pensional, en la parte laboral, después en la capitalización —derrotando fundamentalismos ideológicos, a los cuáles se les temía, y por eso no se les enfrentaba, que habían detenido la marcha del país hacia el progreso—, quién iba a pensar que después de esos desafíos reformistas, se pudiera firmar, como en efecto se ha firmado este año, una convención con el sindicato de Ecopetrol a cinco años de vigencia?
Eso indica que en medio de un creciente debate político, este país ha venido ganando gobernabilidad social.
Por la caracterización crítica de este Gobierno de la Seguridad Democrática, nuestros profesores de educación pública deberían haber pasado, por lo menos, siete meses de cada año en huelga.
Estos siete años han sido el periodo de menos días de huelga en el Magisterio por año, y hemos logrado un gran acuerdo con el Magisterio oficial. Hemos logrado una nueva legislación, más exigente en requisitos, pero también más generosa en remuneración.
Qué bueno poder decir que el país, con el principio del orden, ha dado más libertad al debate político y también ha construido un proceso de concertación, que deberá llevarnos a una sociedad menos confrontada y más fraterna en lo social.
Por eso hemos pedido al Congreso que siga el proceso reformista; que se apruebe en esta legislatura la reforma que agilice la justicia, que se apruebe el ajuste tributario, por supuesto, no reforma tributaria, ajuste.
Incentivos
Algunos dicen: es que les están dando regalos a los ricos con los incentivos. Nosotros pensamos que lo que estamos es creando incentivos para la prosperidad.
Los señores de Siemens nos decían hoy que escogieron a Colombia, a Bogotá y a Tenjo, para instalar esa planta, para todo el mercado de las Américas, por muchas razones, pero que también la factibilidad financiera la encontraron por el tratamiento de zona franca.
Nuestra idea no ha sido rebajar los impuestos para todos, pero sí establecer incentivos en favor de aquellos que reinvierten.
Un país con tanto faltante de capital físico y de capital humano, no puede darle el mismo tratamiento al contribuyente que no invierte, que aquel tratamiento que se le dispensa al contribuyente que invierte. Por eso nuestros incentivos.
Y pido a los colombianos que los ajustes tributarios no desmonten esta política de incentivos.
Algunos dicen: Es que necesitamos una tributación estructural, una reforma estructural. Y yo pregunto: ¿cuál es la acepción de la reforma estructural? Y entonces me responden: una reforma en la cual haya una tarifa baja, sin incentivos, una tarifa universal.
Creo que tendría una ventaja: simplificación. Y dos problemas gravísimos, insuperables: en una sociedad con tanta inequidad en la distribución del ingreso, en nombre de reformas tributarias estructurales, no se puede eliminar el principio de progresividad.
Y tendría otro problema: la eliminación de los incentivos. Estos incentivos apenas se introdujeron entre el año 2003 y el año 2006, apenas los empieza a conocer el mundo.
Tomar decisiones de inversión es muy difícil. Hay que dejar que se conciban las ideas, que se conviertan en proyectos, que se financien, que se instalen.
Hace pocos meses, un inversionista me decía —que es el dueño de la planta de confites más grande de China-, que ha pensado instalar una en el continente americano; que hasta hace algunos años, lo único que sabía de Colombia era cuando aparecía en la prensa algo de violencia, y que ahora tiene a Colombia como un serio candidato para instalar aquí la planta de confites del tamaño de la de China, para el continente americano.
A los proyectos hay que darles tiempo, a las reformas hay que permitirles que produzcan la maduración, para generar sus resultados. Creo que el país tiene que darle tiempo a la política de incentivos.
Podrá ser un momento posterior, cuando el país ya haya desatrasado bastante la instalación de su capacidad productiva, en el que se revisen los fundamentos de la legislación tributaria.
Nosotros creemos que esta política de incentivos requiere estabilidad.
Y cómo ha ganado de confianza para el país la ley que la ha acompañado, que permite firmar pactos de estabilidad a 20 años.
¿En qué consiste el ajuste? Por ejemplo, proyectar el impuesto de patrimonio por más años. Qué bueno poderle decir al mundo que aquí la seguridad no se ha financiado a expensas de la política social, sino que han ido mano a mano, por el Impuesto al Patrimonio. Que los sectores más pudientes han hecho ese gran esfuerzo. Eso le da respetabilidad a la democracia colombiana.
Otro ajuste: que la deducción por nuevas inversiones no sea del 40 por ciento sino del 30 por ciento. En el período del 2003-2006, la deducción del 30 por ciento operó bien; esos 10 puntos adicionales que se incorporaron en el 2006 son excesivos.
Con una deducción del 30 por ciento, hay más posibilidades fiscales de estabilidad en ese incentivo a la reinversión de utilidades.
En el 2003 se dijo que una vez se concibiera el incentivo, si posteriormente el contribuyente repartía utilidades, tenía que devolver el incentivo. En el 2006 se dijo: el incentivo debe quedar permanente, haya o no reparto de utilidades.
La propuesta ahora en el Congreso es la deducción del 30 por ciento, pero con carácter permanentemente; que independientemente de que en un momento posterior el contribuyente reparta utilidades, se mantenga en firme el incentivo.
Tenemos fe en la bondad de esta política para promover inversiones en Colombia, y para ayudarnos a llevar, mano a mano, la política de seguridad con la política de la cohesión social.
Sé que ustedes tienen previsto que algunas cámaras de comercio expresen sus preocupaciones, y será muy grato a continuación escuchar esas preocupaciones, y, con mis compañeros de Gobierno, poder dar alguna respuesta.
Nos coordina entonces el Presidente de Confecámaras, el doctor Eugenio Marulanda.
Muchas gracias”. |