Octubre 23

   
Palabras del Presidente Álvaro Uribe Vélez en el ‘Encuentro internacional con nuestra historia’

Cartagena, 23 oct (SP). “Quiero dar los infinitos agradecimientos por este esfuerzo. En primer lugar a nuestra muy dinámica Alta Consejera Presidencial para el Bicentenario, a María Cecilia Donado; a todo su equipo.

Quiero agradecer inmensamente a los historiadores que con sus luces, que con el trabajo de tantos años de investigación han ayudado para que todos los colombianos podamos tener una mejor idea del proceso histórico.

Quiero agradecer a los patrocinadores, quiero agradecer al Sena. Quiero agradecer las intervenciones de esta tarde. En las palabras de María Cecilia, la intervención que nos inspira del profesor Cuero (Raúl Cuero), que nos hace sentir tan orgullosos de Colombia. De Juan Francisco Miranda, el Director de Colciencias, que nos muestra un panorama más despejado para la construcción de la sociedad del conocimiento.

Quiero agradecer a la señora Ministra de Educación (Cecilia María Vélez), a todo ese equipo, el esfuerzo para proponer esa gran indagación en el magisterio y en los estudiantes de Colombia, no propuesta desde el Gobierno, sino motivada desde el Gobierno para que ellos presenten todos los puntos sobre los cuales debe indagarse.

Qué bueno que entregue hoy esa biblioteca y que además va a tener un canal de reproducción de gran importancia que es el canal virtual.

Quiero agradecerles infinitamente a todos.

Preparación del Bicentenario

Este proceso lo iniciamos en 2006 con Santiago Montenegro, siendo él Director de Planeación se trabajó en la Visión Colombia 20-19, la visión del segundo centenario. Creímos que era oportuno por qué, porque se pregunta mucho ¿ha tenido el país propósitos de largo plazo? La respuesta es si. ¿Ha tenido el país continuidad en ejecuciones de largo plazo? La respuesta es no.

Uno de los problemas que tenemos que mirar en nuestra historia es el corto plazo. Por eso con Santiago Montenegro nos propusimos construir, en el debate permanente con los colombianos, esa visión de largo plazo cuya primera meta debería ser el 7 de agosto del año 2019, cuando se cierra este periplo del Bicentenario.

Y además responde a otra pregunta, ¿Cómo empalma un plan cuatrienal de desarrollo con el siguiente? ¿Cuál es la fuente para convertir una política conveniente en una política de Estado? Y la única respuesta es la apelación al pueblo, a los ciudadanos.

No hay instrumento jurídico para garantizar las políticas de largo plazo. El único instrumento es el persuasivo, el instrumento político de la capacidad de convicción. Por eso esa tarea pedagógica que empezáramos con Santiago Montenegro para construir estos propósitos de largo plazo.

Se le dio continuidad el año pasado. 2008 nos recordó el segundo centenario de la muerte del sabio (José Celestino) Mutis. Una gran movilización, especialmente en Mariquita. En el camino científico de Santafé de Bogotá a Mariquita. Yo creo que fue un momento inspiracional, coincidió con la idea de darle relevancia a Colciencias, de aumentar sustancialmente los presupuestos de la investigación. Y ha continuado este año.

Las Fuerzas Armadas de Colombia realizaron una bellísima representación el 20 de Julio. El Gran Concierto Nacional que venimos implementando desde hace dos años con la dirección del Ministerio de Cultura y que ya este año integró a casi todos los municipios de la Patria, llevó a los tablados a más de 100 mil artistas y vinculó directamente a 5 millones de colombianos.

El Gran Concierto Nacional que hace dos años había tenido su sede en San Andrés, hace un año su epicentro principal en Leticia y este año lo tuvo en Tame, donde se encontraron los generales Bolívar y Santander para la etapa final, para remontar la Cordillera de los Andes y llegar al Campo de Boyacá.

Las Fuerzas Armadas, el día del Concierto Nacional, empezaron una representación que remontó la Cordillera y que terminó el 7 de Agosto en el campo de Boyacá. Una representación con sufrimientos, porque fue atacado un intendente de la Policía y fue asesinado en el camino de Pisba.

Y qué bueno esta reflexión que se ha propuesto durante el seminario que hoy concluye. Muchas gracias a todos.

Permítanme referir a ustedes alguna reflexión sobre estos dos siglos de la historia de nuestra Patria y alguna reflexión sobre prospectiva colombiana. No la reflexión del historiador; los roles del político y del historiador son roles muy diferentes. De pronto contrapuestos.

Yo, como hombre público, le tengo más miedo al juicio de la historia que al juicio final. Es muy difícil para el hombre público entrar en la tarea del historiador, pero el hombre público necesita basarse en los estudios científicos de la historia, darles una mirada y sacar conclusiones.

Yo quiero compartir con ustedes una conclusión que he venido elaborando y que propondré a la discusión en todo este periodo de la conmemoración del Bicentenario.

La constante de la violencia

Este borrador dice que Colombia ha tenido mejores gobiernos que resultados, mejores líderes que resultados, mejores acciones que resultados, y que aquello que no ha permitido que los grandes esfuerzos nacionales se traduzcan en mejores resultados, ha sido una constante de violencia.

Aquello que no ha permitido un nivel de prosperidad colectiva que mereceríamos tener, ha sido ese recorrido histórico, ese sino que ha afectado todas las etapas de nuestra historia, que ha sido la violencia.

Esa violencia que se da en el proceso de la conquista, que también se da en las guerras de la Patria Boba con una característica bien peculiar. En las guerras de la Patria Boba no solamente hubo violencia entre los contrarios –de nuestra parte y de parte de la reconquista y de los pacificadores–, sino violencia entre los nuestros.

Yo diría que allí empezó ese proceso en la hermana Venezuela de fraccionamiento entre tendencias de diferentes caudillos, que llevaría en alguna forma al Libertador a adoptar medidas autocráticas que, en el juicio del historiador Lynch (John Lynch), se constituyeron en una autocracia de preservación institucional.

A mi me sorprende, por ejemplo, cómo esa etapa que se veía tan brillante en la primera de las guerras de independencia, como era la unión de Bolívar y Miranda termina en esa gran desavenencia, y lleva a Miranda a la muerte y al Libertador a ser acusado de traición.

Miranda tenía 60 años; el Libertador, 29. Se encuentran en la Misión de Londres, que buscaba recoger recursos para apoyar las guerras, también con el pretexto de apoyar la recuperación de Caracas después del gran terremoto. Vinieron juntos, lucharon juntos y terminaron en aquella tremenda discordia.

Yo creo que ese es un ejemplo sobresaliente de cómo también esos enfrentamientos entre nosotros, desde los primeros momentos de nuestra nacionalidad independiente, han causando tantas dificultades.

Aquí tuvimos desde el inicio dos visiones. Pero yo diría que procedieron en esa emulación con mucho más criterio institucional e ideológico, que con personalismo, que con enfrentamientos cargados de pasiones individuales. Por un lado Nariño en Bogotá dirigía una corriente centralista, y por otro lado Camilo Torres en Tunja dirigía una corriente descentralista que agrupaba las regiones que podríamos llamar de la provincia de la Nueva Granada de entonces.

Creo que algo que detuvo la Independencia fue esa violencia entre los nuestros. El retiro final del Libertador a Angostura, la necesidad de hacer el recorrido por el sur de Venezuela desde Angostura hasta Tame, fue determinado por la violencia que contra él ejercían los mismos que compartían su interés de independencia y de libertad. Se afectó mucho el proceso con la violencia interna.

La guerra en sí fue brutal de parte y parte y el gran agravante fue la brutalidad también en los enfrentamientos entre amigos de la misma causa.

Es bien importante anotar, creo yo, en estas reflexiones, que esa cumbre del liderazgo del Libertador tuvo que aplicarse más a la guerra que al gobierno. Realmente el tiempo durante el cual gobernó fue muy poco y tortuoso. Sus grandes energías tuvo que dedicarlas con devoción a la guerra. Las dificultades intestinas se constituyeron de pronto en una carga igual o más pesada que aquellas cargas que derivaban de la necesidad de obtener la Independencia frente al dominio español.

Cuando apenas se consolidaba la Independencia, veíamos ya ese fraccionamiento entre nuestros países. Yo creo que Guayaquil es de Ecuador por el Libertador, pero siempre se mantuvo esa rivalidad entre Ecuador y Perú.

No habíamos terminado de consolidar la Independencia y ya en otra parte se enfrentaban en guerra esas dos naciones hermanas.

Todavía no se había enfermado el Libertador y ya teníamos la separación de la Gran Colombia de su propia Venezuela.

Últimos esfuerzos del Libertador fueron para mantener esa unidad. El último enviado, Sucre, debió devolverse sin haber obtenido los frutos que se requerían.

Duró muy poco esa unidad por las desavenencias, que en alguna forma se han prolongado en el tiempo. Y mientras eso sucedía con Caracas, también el liderazgo del general Juan José Flórez en el Ecuador llevaba a que esa nación se separara de la Gran Colombia.

Y Obando es enviado a Pasto a frenar en alguna forma la atracción que Ecuador quería imanar sobre nuestras provincias del sur para participar en ese proceso de desagregación.

Cuando regresa Sucre de su tarea fallida, se le encomienda ir al Ecuador a sortear las dificultades. Allí estaba su esposa en Quito. Él hacía todas las manifestaciones de querer reintegrarse a su hogar, dedicarse a la vida del hogar. El Vicepresidente del Libertador lo convence que no debe viajar por Buenaventura, sino que debe viajar por Popayán y Pasto, que es necesario.

Él acepta las recomendaciones don Domingo Caicedo y entonces viaja por Popayán y pretende llegar a Pasto.

Cuenta la historia –y lo corrobora un buen libro de un compatriota, recientemente publicado, el libro de Mauricio Vargas–, que intentaron asesinarlo al pasar el río Magdalena por el Huila. Y le hacen alguna imputación a quien fuera posteriormente Presidente de la República, al doctor José Hilario López.

Era el gran Tolima. Sucre se establece algunos días en Popayán, y cuando toma la decisión de continuar su viaje a Pasto para radicarse posteriormente en Quito, lo asesinan en Berruecos.

Diría yo que hay dos tipos de magnicidios en la historia de Colombia: estos políticos que empiezan con la muerte de Sucre el 4 de junio de 1830, y otros en los que ha tenido culpa directa el Estado. No los hemos lamentado suficientemente de lo que pasó con Piar. Tampoco de lo que pasó con el Almirante Padilla, tampoco de aquello que ocurrió al General José María Córdova.

Dice la historia que no se puede descartar como autores intelectuales del asesinato de Sucre a las políticas del General Obando, que estaba en ese momento enviado a Pasto para contener esa invitación a la segregación que venía desde el Ecuador.

Finalmente, la sentencia cedió sobre Apolinar Murillo, uno de los autores intelectuales, que fue condenado a muerte, si la memoria no me falla, en la ciudad de Popayán.

En la misma montaña de Berruecos, años después fue asesinado Arboleda, cuando era Presidente electo. Recordemos que el Libertador había emprendido su viaje póstumo de Bogotá, pasando por Cartagena en donde se detuvo, después Soledad; venía por el río Magdalena. Algunos dicen que apenas había pasado por Honda, cuando conoció de la noticia de la muerte de Sucre.

Era su heredero, su muerte contribuyó a agravar la enfermedad del Libertador.

Nos cuenta Luis Perú De Lacroix, en ese bellísimo libro que se llama ‘El Diario del Libertador en Bucaramanga’ –cuando el Libertador no pudo llegar a la Convención de Ocaña, pero en alguna forma desde Bucaramanga, hizo una producción intelectual magistral, basta leer los mensajes que envío a ese gran Congreso de Ocaña– cuenta Luis Perú De Lacroix que en las conversaciones con el Libertador durante su estadía en Bucaramanga, se refirieron a muchos temas, a historias sobre el Libertador; a la famosa historia de cómo había nadado una porción del río Orinoco, con las manos amarradas en su espalda.

Y en alguna noche le preguntan al Libertador ¿usted cómo cataloga a los generales? Esto es bien importante para el liderzazo moderno, no solo en las Fuerzas sino también en la vida civil. Y él dice: ‘los mejores generales son aquellos buenos en los campos de batalla y buenos en la oficina’.

Después le preguntaron ¿quiénes siguen? Y dijo: ‘los que son buenos en el campo de batalla y malos en la oficina’ ¿Y cuáles son los peores? Los que son buenos en la oficina y malos en el campo de batalla’.

Y le preguntaron: y de acuerdo con esa calificación ¿quién es el mejor? ‘Sucre’.

No obstante que habían tenido algunas rivalidades, algunos celos por la campaña del Ecuador, por la campaña del Perú, por la consolidación de la Independencia del Alto Perú, la hermana Bolivia, la gran admiración del Libertador era por Sucre y una de las grandes frustraciones en el inicio de la nacionalidad fue ese hecho de violencia, el asesinato de Sucre.

Muerto el libertador, consolidaba la separación, la disolución de la Gran Colombia, el General Santander retorna al país.

No se puede desconocer que fue un Gobierno muy provechoso en materia educativa.

Cuando uno lee las razones que explican por qué la máxima condecoración del Ministerio de Educación lleva el nombre del General Francisco de Paula Santander, es para reconocer aquel periplo que se dio desde 1834 hasta antes de 1840.

La Nación desangrada por las guerras

Pero fueron periodos cortos, de muchas dificultades, después de la disolución de la Gran Colombia. Y vinieron otras guerras que nos desangraron totalmente.

Aquellas guerras pos-muerte del General Santander, inestabilidad de gobiernos tan cortos. Que el Gobierno de Obando, que el Gobierno del General José Hilario López y uno se pregunta: el Gobierno del General Melo. Y un punto importante para dilucidar en la historia es ¿tuvieron o no influencia las consignas del Manifiesto Comunista lanzado por Marx en 1848 en este proceso de inestabilidad? He ahí creo, yo un, buen punto para que lo eluciden los historiadores.

Y nos vamos aproximando al Gobierno de Mariano Ospina Rodriguez, a la revolución de Mosquera. Es el final de los años 1850 ¿Por qué Mosquera actúa durante tanto tiempo? Actúa durante tanto tiempo porque empezó muy joven acompañando al Libertador, fue su secretario privado y mantuvo una constante permanente de lealtad al Libertador.

Allá en 1862 en el Páramo de Las Hermosas –donde hoy luchan nuestras Fuerzas Armadas contra el terrorismo–, se encontraron Mosquera y Manuel Morrillo Toro, declararon su devoción por la organización federal y en 1863 declararon la Constitución de Rionegro define la nación como una nación federal. Adoptamos el nombre de los Estados Unidos de Colombia.

Y hay una pregunta: ¿Se opuso el Libertador a la organización federal? Yo diría, leyendo a los historiadores, que el Libertador no tuvo una posición dogmática contra la organización federal sino táctica.

El feudalismo violento de su Venezuela le creó pánico por la organización federal. Por eso llegó a decir que era imposible que adoptáramos en nuestro medio, dada esa rivalidad, la organización de los Estados Unidos. Yo no podría concluir en la lectura de la historia que el Libertador tuvo esa obstinación y esa aversión que algunos le señalan por los Estados Unidos.

Inclusive tiene párrafos donde expresa gran admiración por los Estados Unidos. Lo que tuvo fue temor dada la feudalización de Venezuela, todos esos problemas que evitaron la consolidación de la Gran Colombia, de adoptar entre nosotros un régimen federal.

Que se viene a adoptar por uno de sus sucedáneos, por su secretario privado, el General Mosquera, en la Constitución de 1863. Constitución de la cual posteriormente se dijera que era para un país de ángeles. Y me sorprende que una Constitución que tuvo vigencia entre 1863 y 1886 no desarrollo debidamente una organización federal.

Uno se hace preguntas. ¿Por qué al amparo de esa constitución no se amplió la democracia? ¿Porque al amparo de esa Constitución no se amplió la elección popular directa de los presidentes de los estados soberanos? ¿Por qué no se adoptó la elección popular de alcaldes? Yo creo que fueron épocas signadas también por la inestabilidad y la violencia.

Frustraciones históricas

Luis López de Mesa, ilustre historiador, filólogo, político, ministro, Canciller de la Republica, expresa en su obra de historia que nosotros hemos tenido varias frustraciones.

La primera, en el recorrido del profesor López de Mesa, la destrucción de la cultura agustiniana por la cultura chibcha. La segunda, la destrucción de la cultura chibcha por la conquista. La tercera, la separación de la Gran Colombia. La cuarta, la derogación de la Constitución de 1863. Y la última de las frustraciones a las cuales se refirió el profesor López de Mesa, la separación de Panamá el 3 de Noviembre de 1903.

Creo yo, apreciados compatriotas, que una Constitución federalista, una organización federal tan de avanzada como la de 1863, fracasó por la lucha fratricida.

Vinieron unos bienios dirigidos algunos de ellos por líderes excepcionales: el liderazgo de Aquileo Parra, el liderazgo de Manuel Morrillo Toro; periodos muy cortos de mucha inestabilidad, de mucha violencia.

Hace poco conmemoramos los 150 años de nacimiento de uno de los más formidables lideres de Colombia, el General Rafael Uribe Uribe, y veíamos en su biografía, el nació en 1859 y participó en cinco guerras civiles como combatiente de las fuerzas liberales y participó en los acuerdos de paz de 1902; que llevaron al final de la Guerra de los Mil Días.

El siglo XIX, un siglo signado por inestabilidad y violencia. En esto de recorrer la historia para comprobar la tesis de que hemos tenido mejores líderes que resultados, mejores Gobiernos que resultados y que el mayor obstáculo puede haber sido la violencia, debemos detenernos en el Gobierno de Núñez.

Había ganado la Presidencia del Estado de Bolívar por su gran vocación en procura del orden, por su sentido que la libertad tenia que reposar en el orden. Núñez, de una formidable formación en finanza, en banca, humanista, diríamos que es el precursor de las tesis de la intervención del Estado. Cuánta dificultad le causaron en aquellos años. Veníamos del librecambismo de don Florentino González.

Núñez expresa una realidad: la adhesión de la festividad y la espontaneidad del Caribe Colombiano al orden.

Yo he logrado atar a estas reflexiones dos momentos de nuestra historia. El Gobierno de Núñez como el Gobierno del orden, y la Batalla de las Flores, que empieza en Barranquilla justo después que termina la Guerra de los Mil Días.

Yo creo que esa Batalla de las Flores representa el espíritu alegre del pueblo del Caribe colombiano que se traduce en una gran personalidad de orden, contraria a la violencia, antecedida por la personalidad de Núñez.

¿Qué quiso Núñez? Orden. ¿Qué quiso Núñez? Superar la violencia. ¿Qué quiso Núñez? El disfrute de la libertad a partir del orden. ¿Qué quiso Núñez? La intervención del estado sin afectar la iniciativa privada; esa intervención del Estado como garantía de la equidad social.

Pero también tuvo que gobernar en medio de la violencia, de las dificultades, de la inestabilidad. Diríamos que fue mucho mejor el liderazgo de Núñez que los propios resultados de su Gobierno.

Una figura descollante. Había vivido 12 años en Europa; se había preparado en exceso. Era el precursor en toda nuestra América de la intervención del Estado en la banca, en las finanzas, una figura descollante, incomprendida en su momento.

Las guerras se lanzaban en nombre de la libertad y los gobiernos las reprimían en nombre del orden. Y vivimos siempre ese siglo en las guerras.

En septiembre, octubre y noviembre de 1902 se le pone punto final a la última de las guerras civiles declaradas: la Guerra de los Mil Días. Realmente fueron mil 1128 días. Aproximadamente asesinados 100 mil colombianos de un país que tenía una escasa población.

La depresión, las dificultades que amenazaban la separación de Panamá, llevaron a que se hiciera un alto en el camino. Entonces hubo tres pactos de paz que le pusieron fin.

En Chinácota, Norte de Santander, el General Ramón González Valencia en nombre del Gobierno y los generales de la insurrección liberal firmaron uno de esos pactos.

En el buque Wisconsin, en Panamá, el General- Alfredo Vázquez Cobo en nombre del Gobierno, y los generales de la insurrección liberal firmaron el pacto.

Y en la Hacienda Neerlandia, en el Magdalena, el General Rafael Uribe Uribe en nombre de la insurrección liberal, y el General Florentino Manjarrés, en nombre del Gobierno, firmaron el pacto. Quedó la Nación desecha.

Uribe Uribe dijo en aquel momento: ‘el país entero está por reconstruir. Nuestros padres y nosotros mismos creímos hacer Patria con los fusiles destructores. Hoy todos tenemos que hacer Patria con las herramientas fecundas del trabajo’.

Pero la depresión a que condujimos al país, nos costó mucho. El 3 de noviembre de 1903, 14 meses después de los pactos de paz, se separaba Panamá.

El Presidente de Colombia estaba aquel día en el Palacio de San Carlos. El General Pedro Nel Ospina entró apurado a contarle que se estaba firmando el acta de separación de Panamá y el Presidente continuaba leyendo una novela en francés.

Hace poco tuve la oportunidad de leer un gran libro, que me regaló el ex ministro de Finanzas del Perú, el doctor Pedro Pablo Kuczinsky, de grandes determinaciones. Y ese libro tiene un capítulo bien importante sobre Panamá, la construcción del Canal.

También se refiere a cómo los Estados Unidos construyeron el ferrocarril entre el Atlántico y el Pacífico. Toda la comunicación a través de canales y ríos entre el Golfo de México, por el Río Missisipi, hasta los Grandes Lagos.

Obras de gran importancia. Las autopistas, que finalmente no fueron de Theodore Roosevelt (Presidente de Estados Unidos, 1901-1909) sino de Eisenhower (Dwight D. Eisenhower, Presidente 1953-1961).

Y la conclusión de ese libro, es que todo obedeció a una visión de largo plazo, a un proceso de continuidad en programas de Gobierno.

Pero hay un capitulo negro, la manera como Theodore Roosevelt, Presidente de los Estados Unidos, nos aplicó ‘el Gran Garrote’, para estimular la separación de Panamá.

Esta se dio con aparente tranquilidad aquel 3 de noviembre. El acta, no es un acta de desafíos, ni un acta de reclamos, sino un acta de hermanos. Los panameños que la suscribieron, en su texto dijeron que se separaban como hermanos porque consideraban que habían llegado a la mayoría de edad.

Uno se preguntará ¿qué incidió más: ‘el Gran Garrote’ o nuestro gran descuido? Confluyeron. Si nosotros no hubiéramos incurrido en nuestro gran descuido, al cual nos llevó nuestra distracción las guerras internas y nuestra despreocupación por el desarrollo, quizás ‘el Gran Garrote’ no habría podido lograr el objetivo de separar a Panamá. Perdimos la joya de la corona.

El país siguió en una tremenda depresión. Vino un Gobierno realizador que no se ha reconocido suficientemente, el del General Rafael Reyes.

Los historiadores y el pueblo colombiano hacen el juicio de los desaciertos de todos los gobiernos. Permítanme a mí reconocer aciertos de los gobiernos, para mostrar esta faceta.

Un Gobierno enormemente realizador en obras públicas, un Gobierno visionario, pero también fue atacado permanentemente por la violencia, por la inestabilidad.

No obstante que el país se venía pacificando gracias a los acuerdos de 1902. En medio de la tristeza, ya con una desazón y desapego, el General Reyes abandona el poder. Se habían, en alguna forma, superado los enfrentamientos partidistas. Viene la elección de Carlos E. Restrepo, al elección del Presidente José Vicente Concha, la elección de don Marco Fidel Suárez, la elección de Pedro Nel Ospina.

Los Estados Unidos pagan 25 millones de dólares de indemnización por el Canal de Panamá y el Gobierno de Pedro Nel Ospina emprende otra etapa, bien importante, de construcción de infraestructura.

El país recibe primero con alborozo el Gobierno de Olaya Herrera y con más alborozo las realizaciones de la Revolución en Marcha de Alfonso López Pumarejo.

Diríamos que Alfonso López Pumarejo es el gran modernizador; diríamos que los profundos ajustes sociales que hizo en su momento, lo que hicieron fue modernizar a Colombia en sus relaciones sociales.

Pero la violencia no demora aparecer. Después de gobiernos tranquilos como el de Eduardo Santos y con la llegada del doctor Ospina Pérez, un gran líder cafetero, un hombre del sector privado, inexplicablemente apenas alcanzamos a vivir 40, 42, 43 años de paz.

Y hago una afirmación, el siglo XX no nos trajo más de 43 años de paz; el resto fueron años de violencia. A principios de los 40 irrumpe la violencia partidista y solo se empieza a superar en una parte del Gobierno del General Rojas Pinilla, y definitivamente por los pactos del Frente Nacional liderados por los ex presidentes Alberto Lleras y Laureano Gómez.

Cuba y el proyecto marxista

Pero en el amanecer del 31 de diciembre de 1958 al 1° de enero de 1959, triunfa la Revolución Cubana. Y no pasa mucho tiempo sin que se señale a la Revolución Cubana como una gran epopeya del marxismo, como una gran posibilidad de crear el modelo socialista de apropiación de los medios de producción y del camino hacia la sociedad comunista.

Y se escogen dos países para la réplica en nuestra América Latina: Bolivia y Colombia. Los remanentes de las guerrillas partidistas que no alcanzaron a desmovilizarse, hacen su traslado a guerrillas marxistas. Y se incorporan muchos jóvenes colombianos.

Se propone como método de acción política la lucha violenta de clases, y como ideal de construcción del Estado, la dictadura del proletariado.

Avanzan. Muchos gobiernos les hacen las mejores ofertas de paz. Ellos niegan finalmente en su gran mayoría, esas ofertas de paz. Han aprendido de Marx, de Maquiavelo a través de Marx, que las ofertas de paz son expresiones de debilidad del Estado burgués al cual deben destruir.

El país tiene en la administración de Alberto Lleras un formidable Gobierno. Su Ministro Hernando Agudelo Villa moderniza las instituciones económicas. Se introducen magníficas herramientas de promoción de inversiones.

El país se preparaba para una gran época de prosperidad. ¿Por qué se frustró? La violencia insidió muchísimo en esa frustración.

(Guillermo León) Valencia, patriota eximio, con toda la firmeza enfrenta la violencia, pero su periodo de cuatro años no permite superar esa violencia.

Carlos Lleras, una de las figuras más bien preparadas en la historia de Colombia, adelanta una serie de procesos. La historiadora Rosemery Thorp, en una obra patrocinada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), presenta la evolución de la historia económica del siglo en América latina. Y destaca tres eventos sobresalientes de Colombia. Destaca cómo el Presidente Carlos Lleras tuvo la osadía de enfrentarse a las creencias la política monetaria, financiera y cambiaria internacional y salir originalmente con u decreto de control de cambios, el 444, que le evitó al país una crisis cambiaria en cuyas puertas nos encontrábamos.

En el momento en que se dictó el decreto, las reservas internacionales de Colombia no superaban los 55 millones de dólares.

Los otros dos eventos a los cuales se refiere Rosemary Thorp son la creación de la Federación Nacional de Cafeteros, la constitución del Fondo Nacional del Café, su manejo no burocrático, su manejo adscrito a la Federación Nacional de Cafeteros, que garantizó para Colombia una estructura propietaria democrática y la permanencia de la agroindustria cafetera.

La administración de Carlos Lleras tampoco alcanza a producir los resultados requeridos y la violencia hizo mucho daño en vastas áreas del país.

El Presidente Misael Pastrana lanza una serie de estrategias de gran importancia para el desarrollo. Los colombianos recibimos el Upac (Unidad de Poder Adquisitivo Constante) con gran entusiasmo, con alborozo. Veíamos en ese mecanismo de financiación todas las posibilidades de superar el déficit histórico de vivienda.

Las variaciones de la economía, de los reglamentos, la idea de adoptar el mecanismo de banca múltiple, no de banca especializada, pudieron dar al traste con el Upac. La intención y los primeros resultados fueron excelentes.

También siguió la violencia afectando al país.

López Michelsen (Alfonso) tuvo entre muchas actuaciones dos que quiero destacar. La gran visión para introducir modificaciones modernizantes a la política petrolera y energética en general. Le permitió al país superar una crisis en cuya víspera ya nos encontrábamos y reconoce la historiadora Rosemery Thorp que le evitó a Colombia contagiarse de la crisis de la deuda que afectó a América Latina por entonces.

Muchos países de America Latina se inundaron de los dólares que ofrecían en condiciones muy atractivas los bancos, dólares que habían captado de la bonanza petrolera del Medio Oriente.

López Michelsen, con un gran talento, supo ponerles barreras para que esos dólares no inundaran a Colombia y nos salvamos de la crisis.

Pero seguía afectando la violencia, crecía la producción de narcóticos que había sido apenas incipiente.

A las guerrillas marxistas se empezaban a sumar los negocios del narcotráfico y no obstante que aparecían en polos opuestos, terminaron fusionados.

Los presidentes, (Julio César) Turbay Ayala y (Guillermo León) Valencia, se caracterizaron por unos períodos de mucha firmeza para enfrentar la violencia.

La historia y los historiadores tienen que hacer el juicio de lo que pueda ser criticable.

Me corresponde como Presidente de los colombianos en esta coyuntura hacerle una contribución a este debate histórico procurando resaltar los elementos positivos.

Turbay también fue un gran propulsor de infraestructura. En medio de la crítica de la incomprensión, realizó obras tan importantes como el Centro de Convenciones de Cartagena, que bastante a ayudado a la ciudad desde 1980 hasta la fecha.

El Presidente Belisario Betancur lo podemos poner en par con el Presidente Andrés Pastrana Arango para decir que ambos hicieron un gran esfuerzo por la paz.

El fracaso no fue de ellos, fue de la mala fe de aquellos que recibieron generosas ofertas de paz; que volvieron a aplicar aquella ley de Maquiavelo, llegada a través de Marx. Creyeron que esas ofertas eran expresiones de debilidad del pueblo y del Estado y que debían aprovecharlas para avanzar hacia la toma violenta y definitiva del poder.

Constitución y descentralización

El Presidente Cesar Gaviria convocó al país de manera democráticamente osada a la Constitución del 91, con aspectos muy buenos; con otros aspectos que pueden criticarse.

En un país sumamente constitucionalista, en un país que ha querido elevar a rango constitucional todo lo que pueda estar en la resolución o en el decreto.

Alguno de nuestros historiadores afirma que cuando terminaban las guerras civiles, los soldados cambiaban las armas de la guerra civil por un texto de Constitución que llevaban en su mochila. Colombia ha tenido una gran inclinación a plasmarlo todo en la Constitución.

Creo que hay un efecto sociológico bien importante en la Constitución del 91, el de haberle dado cauce a una serie de aspiraciones que venían agitándose en el pueblo colombiano.

El Presidente Ernesto Samper tiene que enfrentar unos de los procesos más difíciles para la institución presidencial de la República, pero el país le reconoce su gran afán por la política social.

Y uno se pregunta ¿qué ha pasado con la descentralización? Yo creo que nos demoramos tanto tiempo en adoptarla, porque la misma violencia la hizo fracasar.

Me pregunto ¿por qué no la adoptó La Constitución de 1863? ¿Qué pasó? Si el liberalismo reunido en el congreso ideológico de 1923 en Ibagué propuso como primer punto de su manifiesto político la elección popular de alcaldes.

Y apenas en los años 80, en la administración del Presidente Betancur, qué paradoja, por propuesta al entonces senador Álvaro Gómez Hurtado se adoptó la elección popular de alcaldes.

Y tuvo que esperarse hasta la constituyente del 91 para adoptar la elección popular de gobernadores.

Diríamos que en nuestra época reciente hay algunos esfuerzos bien importantes en materia de descentralización fiscal.

El primero de los la Reforma Constitucional del Presidente Carlos Lleras en 1968 sobre el situado fiscal.

El segundo las leyes 11 y 12 de la administración Betancur, que son desarrolladas por la administración del Presidente (Virgilio) Barco, quien enfrentó también con todo rigor la violencia derivada de los carteles de la droga.

La Constitución del 91, cambia el Sistema del Situado Fiscal por el Sistema General de Participación. Y creemos que la crisis de la economía nos va a dar la razón en el proceso de racionalización que aprobamos hace dos años en reforma constitucional en el Congreso de la República, para racionalizar esas transferencias, a fin de evitar que la quiebra de la Nación pudiera poner a riesgo la descentralización.

El debate sigue. El país tendrá que pensar cómo avanzar en la descentralización preservando la unidad nacional y sin arriesgar la prosperidad colectiva.

El experimento de los cortes fue un buen experimento, pero finalmente las mismas discusiones, el bizantinismo, dieron al traste con él. Ojala pensemos bien en no burocratizar la nuevas ideas de descentralización.

Hay vetas inexploradas, como la posibilidad de las asociaciones en las entidades territoriales.

La violencia nos ha frustrado enormemente ¿Qué puede decir el historiador cuando encuentra que entre principios de los años 40 y la fecha, las generaciones de colombianos no han vivido un solo día de paz?.

La seguridad como valor democrático

En prospectiva, para que este siglo que apenas empieza y que esta próximo a consumir la primera década, no sea un siglo de desperdicio de posibilidades nacionales, el país necesita la seguridad como valor democrático, como fuente de recursos, la seguridad con libertades.

Creo que hemos avanzado pero no lo suficiente. No hemos llegado a un punto en la conciencia política para hacer que la búsqueda de la seguridad se convierta en irreversible.

Claro que hay avances, a pesar de lo que falta. El país ha recuperado el monopolio para combatir a los violentos. Eso es un avance significativo en la democracia.

Ha recuperado el monopolio para ejercer justicia. Nada ganamos con una justicia autónoma e independiente que tenemos si la justicia es incapaz de desempeñarse en regiones por el control del terrorismo.

Jueces y fiscales habían sido desalojados de muchas partes de Colombia; hoy han regresado.

Los colombianos se sienten más libres para denunciar, las victimas para reclamar. Las victimas no reclamaban por temor o porque lo encontraban inútil.

Hoy hay 270 mil victimas que han registrado sus reclamos. Reparación total no hay, pero todo esfuerzo de reparación, es un esfuerzo que nos ayuda a prospectar una Colombia reconciliada para recorrer con éxito la centuria que empieza.

Estamos haciendo todos los esfuerzos para avanzar en reparación. Porque la reparación frena venganza, la reparación anula semillas de odio.

Habíamos ganado mucho en descentralización y lo estábamos perdiendo por el terrorismo. De los mil 102 alcaldes de Colombia, 400 no podían desempeñarse en sus municipios por las presiones del terrorismo.

Hoy, independientemente del origen político, todos los alcaldes y todos los gobernadores de Colombia han recuperado su gobernabilidad gracias al concepto democrático de seguridad.

Se había perdido la libertad apara el ejercicio de la política. En el siglo XIX
las insurrecciones se lanzaban a la guerra en nombre del rescate de las libertades y los gobiernos a enfrentarnos en nombre de la preservación del orden.

Las libertades en Colombia ahora se estaban perdiendo a manos del terrorismo.

Nosotros vimos en muchas regiones que se perdieron las libertades políticas; los políticos tenían que pedirles permiso al narcotráfico, a la guerrilla, o a los paramilitares.

Se han impuesto sentencias sobre algunas colusiones, pero todavía no se han impuesto sentencias sobre lo que pasó en el proceso histórico. Creemos que hemos venido recuperando libertades políticas.

La corrupción se había enseñoreado, penetrando a través de las armas del terrorismo, todos los presupuestos públicos. Creemos que eso viene recuperándose en Colombia.

Nosotros pensamos que algo importante para la reconciliación, es que esta política de seguridad se ha conducido en favor de todos los colombianos.

Aquí asesinaban 15 periodistas al año. Llevábamos tres años sin el asesinato de un solo periodista, este año nos han asesinado dos. Pero el periodismo se siente hoy más libre en Colombia gracias a la seguridad.

Y algo importante: hemos enfrentado el desafío más temible del terrorismo, porque el nuestro es un terrorismo rico con el negocio del narcotráfico. Y hemos enfrentado ese desafío sin legislación marcial, sin Estado de Sitio, sin recorte de libertades. Se ha enfrentado con legislación ordinaria, con respeto a las garantías individuales, con respeto a los derechos políticos.

Profesor (Raúl Cuero), usted nos hablaba ahora de la necesidad de la inversión. Nosotros creemos que 46 millones de habitantes necesitan una alta tasa de inversión para salir adelante; con responsabilidad social.

Infraestructura, inversión y educación

Pensamos que no podemos incurrir en los errores latinoamericanos que hoy algunos quieren repetir. Tuvimos el error de las décadas en las cuales se quiso desmontar el Estado y el error de las décadas en las cuales todo se quiso nacionalizar.

Nosotros creemos en un Estado que garantice lo social, pero en un Estado que no sea obstáculo a la prosperidad derivada de la creatividad de la iniciativa privada.

Por eso nuestro énfasis en que esta Patria se convierta en uno de los destinos de inversión más importantes del mundo.

Tenemos muchas dificultades en infraestructura que tendremos que superar. Es posible construir en Colombia una gran sociedad del conocimiento, como lo dice el Director de Colciencias (Juan Francisco Miranda).

Yo creo que se está avanzando de manera importante en educación. Las cifras son el punto de referencia para que los analistas se pronuncien: hemos pasado en educación básica de una cobertura del 78 a una cobertura que está llegando al ciento por ciento.

En educación media, de una cobertura del 57, a una cobertura que está superando el 80. En 2002 Colombia graduó 414 mil bachilleres. Este año, en grado once, Colombia tiene 737 mil matriculados.

Teníamos menos de un millón de estudiantes universitarios, una cobertura del 22 por ciento. Vamos a llegar rápidamente a un millón 700 mil estudiantes universitarios, vamos por encima de millón y medio. Ya una cobertura superior al 35 por ciento.

En todas las universidades se observa un gran avance en profesores con maestría, en profesores con doctorado. Tenemos más de 5 mil grupos de investigación. Y a la nueva Ley de Ciencia y Tecnología se suma un gran esfuerzo presupuestal.

Cuando empezamos, el presupuesto de Colciencias era de 80 mil millones (de pesos); el aprobado ahora es de 322 mil millones. Es un país que ha tenido más productividad que recursos en la investigación.

Cuando uno mira los éxitos de nuestro gran compatriota (Raúl Cuero), cuando uno mira los éxitos de Cenicafé, de tantas instituciones de investigación en Colombia, en el campo médico y en tantos otros campos, llega una conclusión: este país puede ser una gran potencia del conocimiento, porque este país ha logrado mucho más en investigación, que los recursos de los cuales ha dispuesto.

Eso lo miramos con gran entusiasmo.

El Sena, a no dudarlo, es la institución líder en América Latina en materia de formación vocacional. En el Brasil la institución equivalente solamente puede contribuir a la formación de los trabajadores de las empresas afiliadas. En Colombia contribuye a la formación de todos los ciudadanos, independientemente de que hagan parte o no de las empresas afiliadas.

Nosotros queremos hacer una contribución para este principio de siglo: un país con más confianza a partir de la seguridad, de la promoción de la inversión y de la política social. Son inseparables.

Integración internacional en medio de la diversidad

Creemos profundamente en la integración del continente, pero la integración no excluye la deliberación. La integración no tiene que llevar a los unos a conceder a las ideas de los otros; la integración hay que saberla sacar adelante en medio de la diversidad con deliberación.

Muy grave renunciar a la deliberación, sobretodo en un país como el nuestro que cree en instituciones, que cree en la libertad; en un país como el nuestro, que necesita que todos ayuden a superar la amenaza del terrorismo.

En lugar de la división artificial en América Latina de hoy, entre izquierda y derecha, que es fácilmente desvirtuable, nosotros proponemos que el principio de esta centuria tenga un objetivo integracionista: avanzar hacia superiores estadios de la democracia que debe tener cinco parámetros: seguridad, libertades, cohesión social, instituciones independientes y también confianza derivada de la participación ciudadana, que son los fundamentos de la transparencia.

Tenemos en Colombia una institucionalidad sólida, diríamos que es el gran logro de estas dos centurias. Pero la independencia de instituciones tampoco puede eliminar la deliberación entre instituciones. Hay que aprender a conducir esa deliberación de manera que finalmente sea constructiva.

Y hay enormes ventajas culturales en esta Patria. Yo quisiera mencionar dos: su diversidad, su alegría, alegría con espontaneidad.

Es increíble para muchos sicólogos y sociólogos que una Nación que ha sufrido durante tanto tiempo este sino de la violencia, sea una Nación sin amarguras, una Nación que fácilmente se reconcilia, una Nación que sabe perdonar, una Nación alegre.

Hay que cuidar muchísimo a los actores de la Seguridad Democrática, a nuestros soldados y policías.

Hemos vivido en medio de las guerras civiles, esperando los ataques de la guerrilla o los paramilitares, y necesitamos la protección de la institución constitucional y democrática del Estado.

María Cecilia (Donado, Alta Consejera Presidencial para el Bicentenario), muchas gracias por darnos la oportunidad a los colombianos de entusiasmarnos en el amor a la Patria, mirando estas dos centurias a ver cómo somos capaces de poner mejores bases para la centuria que está despuntando.

Muchas gracias”.
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