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Septiembre 30     Versión imprimible

Palabras del Presidente Álvaro Uribe con motivo del ‘Día Nacional del Ganadero’

Bogotá, 30 sep (SP). “Nos reunimos hoy en un día de recuerdos tristes, también de renovación de energía para enfrentar el futuro. Con mucho acierto patriótico, la Federación de Ganaderos hace algunos años definió honrar la memoria de uno de los grandes de la Patria: José Raimundo Sojo Zambrano, también uno de los sacrificados por esta violencia, instituyendo el ‘Día del Ganadero’ y entregando los Premios ‘José Raimundo Sojo Zambrano’.

Quiero felicitar por su labor al gremio. A usted, doctor José Felix Lafaurie. Felicitarlo además porque a su orientación gremial, a la tarea que realiza en compañía de los funcionarios de Fedegan, de los integrantes de la junta directiva, usted realiza una pedagogía diaria para mostrarles caminos de bien a todos los compatriotas.

Quiero felicitar a todos lo que han recibido el premio esta noche. Los aplaudimos de corazón, son un ejemplo de trabajo, un ejemplo de innovación, un ejemplo de aportes. Y además, muy diversas expresiones, expresiones de estudios, de ciencia, expresiones de innovación, de altísima productividad en ganaderías tropicales, de doble propósito, en ganaderías de carne, en ganaderías de leche, en los diferentes climas.

La verdad es que en medio de los retos de la Nación, hoy la Nación tiene más confianza. El medio millón de ganaderos de la Patria está haciendo un tránsito de regreso del desplazamiento al lugar del trabajo. Diría que nos encontramos en ese proceso, ganando paulatinamente confianza, la que tenemos que recuperar con plenitud en la Patria colombiana.

Por allá, en el año 2000, en auditorios semejantes a éste, le preguntaba a los estudiantes universitarios si alguna vez habían pensado irse definitivamente de Colombia, y muchísimos levantaban la mano, daba la sensación de un desarraigo general, de una renuncia al sentimiento patrio, generalizada. Eso nos obligó a adoptar la ‘confianza’ como la palabra para guiar la tarea de Gobierno.

Creo que el gremio, en su dolor, en el dolor personal y en el dolor de Patria, también estaba expatriado y también viene de regreso. Esa confianza hemos buscado cimentarla en la seguridad, en la promoción de la inversión, en cohesión social.

Seguridad con valores democráticos

La seguridad con valores democráticos. Todavía el mundo pregunta: ¿por qué el programa de seguridad de Colombia se denomina Seguridad Democrática? Es seguridad con valores democráticos.

No ha sido fácil aclimatarla en la conciencia de los colombianos, especialmente de la dirigencia tradicional. A mi generación la formaron en la idea de que la seguridad era fachismo, de que la seguridad era desconocimiento de las realidades sociales. A mi generación la formaron en la idea de la proclividad a justificar el delito, con aquella exagerada interpretación de la teoría positiva del derecho penal, que trataba de justificar en la problemática social cada delito, desconociendo que la criminalidad es el gran factor de agravación de la problemática social.

En el discurso político de Colombia la seguridad era inexistente. Aquellos que la querían, poco se atrevían a plantearla, a proponerla. Hoy las grandes mayorías de compatriotas entienden que la seguridad es un valor democrático, una fuente de recursos.

Por fortuna se le reclama abiertamente y en todas partes, ya no se piensa que es excluyente con la política social, se entiende todo lo contrario, que van de la mano. El alcalde, el director de acción comunal, el agricultor, el ganadero, todos reclaman por igual hoy más Policía, más Ejército, más seguridad, y al mismo tiempo más política social, más educación, más Sena, más Bienestar familiar, más servicios públicos.

Creo que allí hay un avance en la cultura popular de la Nación: entender la seguridad como un valor democrático, como una fuente de recursos, reclamarla como la compañía inseparable de la cohesión social, como la fuente final de las posibilidades para la construcción de la política social.

Democrática porque es para todos los colombianos. Una expresión fue el domingo. Creo que el domingo vimos en carne y hueso, una demostración del valor democrático de esta política de seguridad. Todas las instituciones, las Fuerzas Armadas, el país, rodearon de garantías un proceso electoral, que se dio sin una sola alteración del orden público.

Falta mucho, apreciados compatriotas. Por eso hay que seguir en el proceso, con el ánimo de que las nuevas generaciones puedan vivir felices en la Patria, sin el riesgo de la inseguridad. Hay que buscar que la seguridad se convierta en una premisa permanente de la mujer y del hombre colombianos, en una constante de todos los gobiernos.

Esta mañana veíamos que hemos avanzado en muchos aspectos, pero que faltan otros, y que todos los días hay una Nación más exigente. En aquellos puentes de fines de semana extendidos de octubre y noviembre de 2002, cuando los colombianos empezaron a regresar a las carreteras, parecía la liberación de un secuestro colectivo.

Pero hoy no podemos quedarnos simplemente en lo que ha sido ese proceso de recuperación de algunas libertades, como la libertad de locomoción. Tenemos que avanzar más. Antes, anestesiados por el dolor, un secuestro nuevo se sumaba, pero no se protestaba con toda la fuerza. Por fortuna, hoy uno solo no se acepta.

Antes, el homicidio opacaba la expresión del sentimiento popular por el hurto callejero, el hurto a residencias, el hurto al comercio, el hurto a los vehículos. Hoy, por fortuna, todos los ciudadanos reclaman, vociferan ante cualquier delito.

Por eso el proceso de reconquista de la seguridad es un proceso de escalas que hay que recorrer con toda energía, con toda determinación.

Intangibles de la Seguridad Democrática

Hemos obtenido intangibles -aquello que no se puede contabilizar, pero que es bien importante-: recuperamos el monopolio para las fuerzas institucionales en el combate del terrorismo.

La palabra ‘paramilitar’ surgió en Colombia para denominar las bandas criminales particulares, cuyo objetivo era enfrentar a las guerrillas. Hoy son solamente las fuerzas institucionales las que enfrentan a los delincuentes de toda pelambre.

La justicia en Colombia es autónoma, es independiente; pero estaba siendo anulada en muchas regiones por el terrorismo guerrillero y paramilitar. Hemos recuperado el monopolio de ejercicio de la justicia, para la justicia institucional del Estado.

Las víctimas no reclamaban, era un dolor con silencio. Encontraban que el reclamo podría ser peligroso y siempre era inútil. Ahora tenemos registradas 240 mil víctimas que presentan sus reclamos. Hemos entregado 300 millones de dólares en lo que es la reparación inmediata.

Este año se avanza en la reparación, en su componente pecuniario, de otras 12 mil víctimas, con 100 millones de dólares, y el presupuesto sigue incorporando partidas.

Reparación total no hay, pero todo esfuerzo de reparación es un paso en la dirección correcta de la reconciliación, de evitar que germinen la venganza, el odio. Lo más importante de la reparación es el derecho a la no repetición.

Cuando observábamos el conmovedor video preparado por Fedegan, escuchábamos atentamente el discurso de gran estadista del Presidente de la Federación, pasaba por nuestra mente el sufrimiento histórico de los ganaderos de Colombia.

Diría que la mejor reparación a los ganaderos de Colombia afectados por esta violencia, por tantos años de descuido, es el derecho a la no repetición. Es lo que tenemos que exigir. Que esta pesadilla desaparezca definitivamente por siempre del suelo de la Patria.

El derecho a la no repetición es la única seguridad, la que demandamos, la que reclamamos; la que esperamos que se nos reconozca.

Es bien importante señalar que hemos recuperado instituciones fundamentales de la democracia: la descentralización, la libertad para el ejercicio de la política.

En la mañana del 8 de agosto de 2002, antes de que despuntara el sol, con algunos compañeros de Gobierno y cabezas de otras instituciones del Estado, aterrizamos en Valledupar, para empezar el proceso de recuperar la seguridad para ese departamento.

La ciudad de Valledupar, como tantas ciudades de Colombia, había perdido el derecho a la locomoción. Estaba incomunicada con Santa Marta, con La Guajira, con Bucaramanga, por las acciones de los grupos terroristas, que ya habían logrado la osadía de entrarse por las rendijas de las ventanas y de las puertas de las casas de los habitantes valduparenses.

Y recuerdo que en horas de la tarde, acudimos a Florencia a lanzar la política de la Revolución Educativa. Encontré a todos los alcaldes de Caquetá asilados en Florencia, no podían ejercer en sus municipios por las presiones del terrorismo. En esas circunstancias había 400 alcaldes de la Patria.

Hoy, 32 gobernadores, 1.102 alcaldes de los más diversos orígenes políticos, rodeados por las garantías de la Seguridad Democrática, desempeñan sus obligaciones constitucionales en los recintos indicados por la ley, por las normas del ordenamiento.

Hemos recuperado la descentralización. El terrorismo fue un gran propulsor de la corrupción, penetrando presupuestos. Lo conoce, lo recuerda el Gobernador de Arauca, el doctor Luis Ataya, cómo el terrorismo se disputaba el presupuesto de Arauca. A sangre y fuego accedía a ese presupuesto, y así había ocurrido en muchas regiones de Colombia.

La Seguridad Democrática ha venido recuperando las competencias de alcaldes y gobernadores, concejos y asambleas, para administrar sus presupuestos.

Libre ejercicio de la política

Y hemos venido recuperando la libertad para el ejercicio de la política.

Hay dos juicios: el del presente momento, por los jueces, y el del futuro, por la historia, que deberá decir con severidad qué pasó en Colombia, y reconocer que la política fue sometida por el terrorismo y condenada por el Estado a condiciones de indefensión.

Una realidad que hoy no se expresa en los estrados judiciales, pero que sí se expresará en los textos juiciosos de la historia.

Por fortuna, hemos recuperado la libertad para el ejercicio de la política en el territorio de la Patria.

Se ha enfrentado, con el sacrificio de los soldados y policías, un terrorismo rico, autosuficiente, con recursos en exceso provenientes del narcotráfico.

Cuando se hizo el proceso de paz de El Salvador, aparecían como causas determinantes de ese proceso de paz, entre muchas, dos. El orden establecido se comprometió a abrir esa democracia.

Nosotros la hemos abierto desde que nacimos a la vida como República independiente. Esta es una democracia respetable, no es una de aquellas dictaduras que fueron enfrentadas por las guerrillas marxistas en el continente.

El orden establecido de El Salvador aceptó el proyecto de reivindicaciones democráticas. Y las guerrillas, que habían perdido la financiación que les provenía de ong’s de Europa Occidental, tuvieron que aceptar los acuerdos de paz.

Aquí hay una democracia a la cual le han hecho todos los atentados para destruirla.

Y además no dependen de donaciones internacionales, son inmensamente ricos. Colombia ha enfrentado el terrorismo más peligroso, por su riqueza.

Pues bien, lo hemos enfrentado sin legislación marcial, sin recorte de libertades, sin censura de prensa. Lo hemos enfrentado, apreciados compatriotas, con legislación ordinaria, con el reconocimiento pleno de los derechos políticos, de las garantías individuales. Creo que esto honra a la democracia colombiana.

Estamos en un momento muy difícil, muy difícil porque es un momento de definición en todos los ámbitos. Hay enemigos ocultos de la Seguridad Democrática, hay enemigos de la Seguridad Democrática afanados en crearle todos los obstáculos en lo doméstico y lo internacional. Tenemos que mejorarla y, por ende, defenderla.

Sabemos que la seguridad en una democracia de opinión solamente es sostenible en la medida en que sea creíble y que esa credibilidad repose en su eficacia y en su transparencia, y que la transparencia es igual a observancia de los Derechos Humanos.

Cualquier violación de Derechos Humanos la sancionamos sin duda. Pero así como tenemos que tener esa disposición a exigir el respeto a los Derechos Humanos, también hay que tener la otra disposición: a exigir el respeto a las Fuerzas Armadas.

Nosotros no podemos aceptar la falsa acusación. Por eso diariamente tenemos que decir al mundo: en nosotros no hay barreras para defender los Derechos Humanos, pero también hay toda la energía para defender a los soldados y policías de Colombia, a quienes diariamente se les lanzan acusaciones injustas, con el propósito político de afectar esta acción de seguridad en beneficio de todos los compatriotas.

Vivimos un difícil momento de la economía, pero nuestro país ha ganado confianza. Creo que todas estas dificultades han creado en Colombia sensatez. El doctor José Félix Lafaurie se refería ahora a algunos periodos de la violencia. Cuando termino la última guerra civil, por allá en septiembre de 1902, en los pactos del Buque Wisconsin en Panamá, en la hacienda Neerlandia en el departamento del Magdalena, y en Chinácota, norte del Santander, el país quedó sumido en una profunda depresión. Al año siguiente perdimos Panamá, que era la cabeza.

Vivimos entre la pobreza y las dificultades en relativa paz hasta principios de los años 40, y desde ese momento hasta la fecha las generaciones no han podido disfrutar un solo día de completa paz.

Entre los años 40 y final de los años 50, la violencia partidista, que cuando se doblaba esa página con los acuerdos del Frente Nacional, Bolivia y Colombia fueron escogidos como los países para replicar la entonces hazaña de la guerrilla de la revolución cubana, se transformaron los esfuerzos guerrilleros partidistas en las agresiones guerrilleras del marxismo. El objetivo: suplantar el Estado democrático por la dictadura del proletariado; el medio: la violencia; el motivo, el odio de clases, la lucha de clases. Y crecieron, y se les dieron todos los espacios, todas las posibilidades, y las utilizaron escasamente o las rechazaron.

Los esfuerzos de los gobiernos democráticos por la paz eran recibidos por los sediciosos, por el terrorismo, como expresiones de debilidad, y respondían a ellas siguiendo el consejo que habían recibido de Maquiavelo, a través de las interpretaciones de Marx: entender que toda oferta de paz es un signo de debilidad del enemigo y utilizarla para avanzar en el propósito de destruirlo.

Ellos engendraron el paramilitarismo y terminaron ambos como carteles del narcotráfico, y causaron 4 millones de ciudadanos desplazados allende las fronteras y en el interior del país.

Hablaban de lo social y nos llevaron la pobreza al 60 por ciento y el desempleo al 20 por ciento. Hablaban de lo económico y dejaron que la población de Colombia pasara de 14 millones de habitantes a 46 millones, y en el mismo periodo el crecimiento de la economía y de la inversión fueron lúgubres.

Hablaban de la ampliación democrática, y al otro día de que Colombia incluía en su ordenamiento jurídico la elección popular de alcaldes y gobernadores, ellos aparecían como los sicarios de las autoridades surgidas de los procesos de ampliación democráticos.

Se ha sufrido mucho, pero como dice bellamente El Quijote: ‘Todos esos signos de sufrimiento tienen que ser compensados por largos periodos de tranquilidad’, que son los que aspiramos por las nuevas generaciones de colombianos, a fin de que no tengan que vivir el martirio de las generaciones que desde 1943 no han vivido un solo día de paz.

Confianza inversionista

En este momento de la economía, la confianza de Colombia ha pagado. La inversión extranjera directa en el mundo ha decrecido este año en un 44 por ciento. En Colombia apenas en un 8 y medio. Pero ha decrecido a partir del pico que había conquistado.

En periodos anteriores la inversión extranjera directa oscilaba entre 500 - 700, 1.000, excepcionalmente mil 500, 2 mil millones de dólares. En estos últimos años, el piso ha sido de 6 mil 500 millones de dólares y el techo fue el año pasado de 10 mil 574.

A 11 de septiembre, el país había completado 5 mil 680 millones de dólares de inversión extranjera directa: 8 y medio por ciento menos que el año pasado, pero en el mundo la caída ha sido del 44 por ciento.

Y en medio de las cifras negativas de la economía, en esta difícil crisis, la tasa de inversión domestica ha sido del 25,9.

Y lo que se ha hablaba ahora: un país que ha pasado en estos años de producir 12 millones de litros de leche al día, a producir 17 - 18 millones de litros. Un país que ha crecido su hato ganadero en casi 3 millones de cabezas, tiene en este sector un gran factor de contribución a las tasas de inversión.

Si ustedes me preguntaran, apreciados compatriotas, qué piensa el Gobierno sobre dos aspectos fundamentales para la prosperidad de Colombia, no vacilaría en contestar: una tasa de inversión elevada, sostenida en el largo plazo, y al mismo tiempo acceso a mercados. Creo que son dos presupuestos fundamentales.

Y hay manera de conquistarlo porque hay confianza en Colombia. Mientras en otros países se estrecha la libertad de emprendimiento, en Colombia se amplía. Aquí se han hecho una serie de reformas estructurales, y están pendientes otras. Confiamos que ahora sea aprobada la reforma estructural para introducir agilidad en la justicia.

En medio de dificultades, el Foro Mundial de Competitividad le ha reconocido a Colombia un gran avance en su escalafón en cinco puntos. Hace unos años, en la calificación mundial de competitividad del Banco Mundial estábamos en el puesto 70, hoy en el puesto 37, hoy somos el primer país de América Latina. Hemos progresado en tres sucesivos años en el escalafón del Banco Mundial, y ahora empezamos otro conjunto de reformas para intentar ganar de nuevo esa mención en el año 2010.

Por supuesto, introducir ajustes, pero sin salirnos del caminito. Hay un caminito que es trazado por un objetivo: confianza en Colombia, seguridad, inversión, cohesión social. Introducir ajustes para mejorarlos, pero no dejarnos desviar del caminito, ni estancar el caminito ni que nos saque de él.

Por eso en estas coyunturas de la política, es más importante hablar de las necesidades del país que de los nombres propios. Por eso la mejor campaña es reiterar cuáles son las necesidades del país y cómo podemos avanzar a responder bien a ellas.

Impuesto al patrimonio

Hemos introducido una serie de incentivos bien importantes para la prosperidad nacional, como los incentivos tributarios.

Ahora hay que hacer un ajuste, hay que mantener el impuesto al patrimonio. Ha sido muy útil para el tejido social de la Nación, para las finanzas públicas ese impuesto, porque nos ha permitido financiar la Seguridad Democrática, nunca a expensa de las políticas sociales.

Cuando iniciábamos, nuestros contradictores decían que sería un gobierno de guerra sin políticas sociales; hemos logrado avanzar en la seguridad y al mismo tiempo en las coberturas sociales, tenemos que seguir por ese camino.

Así lo acredita el acompañamiento al Ejército con políticas sociales en todo el territorio, y zonas de consolidación, más avanzada la de La Macarena, apenas incipiente la de los Montes de María en los departamentos de Bolívar y de Sucre.

Índice de oportunidades

Nosotros creemos que la seguridad y la confianza para invertir son los únicos presupuestos que hacen viable una política de avance en lo social.

A Colombia se le reconoce en el nivel de ingresos de la comparación internacional en que ubican al país, ser unos de los países que más esta avanzando con el índice de oportunidades.

Pasamos de una cobertura en educación básica del 78 y estamos llegando al 100 por ciento. En educación media del 57 al 77, graduábamos 430 mil bachilleres, graduamos 650 mil bachilleres.

Teníamos menos de un millón de estudiantes universitarios, estamos llegando a un millón 700 mil estudiantes universitarios.

El Sena les daba formación vocacional a un millón de colombianos, este año a 6 millones. En diciembre deberá tener un millón de estudiantes aprendiendo inglés como segunda lengua a través de internet, la mayoría de los profesores desde San Andrés. Hemos contratado la instalación del cable submarino para sustituir la transmisión satelital y hacer del archipiélago un gran centro de informática.

Colombia es el país de la región, después de México, que más expone sus estudiantes a las pruebas internacionales de calidad de educación. Y después de México, es el país de la región más exigente en pruebas domésticas.

Se ha aprobado la nueva Ley de Ciencia y Tecnología, y es posible que en los primeros años no tenga la totalidad de los recursos que requiere, pero se ha creado una gran conciencia y una presión legal para que el país pueda disponer de los recursos de investigación requeridos.

Tenemos fe en las políticas sociales, hoy hay dos millones 840 mil Familias en Acción, los más pobres, que reciben un apoyo pecuniario del Estado a condición de garantizar la asistencia escolar de sus hijos.

Bienestar Familiar ha pasado de 5 millones de usuarios a 12 millones de usuarios.

Se han hecho reformas en el Estado, diría que importantes, a pesar de la oposición del fundamentalismo ideológico. Como Ecopetrol.

Sin embargo, hay que hacer una observación importante para el análisis de politólogos y sociólogos: en el país es agrio el debate político, amable el debate popular. En el país hay más debate político, pero hay menos conflictividad social.

Este año se han hecho, entre muchos acuerdos, dos de gran importancia: el acuerdo con el Magisterio y una convención pactada con 5 años de duración con el sindicato de Ecopetrol. Eso no se veía.

Y dada la decisión de este Gobierno de derrotar a los violentos, muchos suponían que el sector educativo estaría durante estos periodos en huelga; ha sido el periodo de menos días de huelga en el sector educativo, por años.

Por eso hay que acompañar la Seguridad Democrática de las políticas sociales. Por eso hay que hacer un esfuerzo en el Estado, en los gremios y en la actividad particular, para avanzar también en las políticas sociales.

La seguridad es el camino de la paz

Y todo esto nos permite decir que la seguridad es el camino de la paz.

En periodos anteriores, en la década de los noventa, se desmovilizaron 4 mil integrantes de grupos terroristas, pero estos grupos llegaron a contabilizar más de 60 mil efectivos.

Eso se hizo en nombre de la paz; en nuestro Gobierno, en nombre de la seguridad, se han desmovilizado 51 mil integrantes de los grupos terroristas, pero las agrupaciones sobrevivientes que todavía nos maltratan hoy no pasan de 8 mil integrantes.

Hemos sido severos frente a los reincidentes y generosos con quienes han cumplido con los requisitos de la desmovilización. La autoridad no se excluye con la generosidad, el ejercicio firme de la autoridad le da seriedad a las ofertas de generosidad.

Otro argumento, para concluir, apreciados compatriotas, que el único camino verdadero hacia la paz es el camino no de la condescendencia con la criminalidad sino el camino de la firmeza para obtener la seguridad.

La criminalidad sabe cómo se aprovecha de quienes les hacen ofertas de debilidad, pero la criminalidad también sabe que finalmente se tiene que someter al Estado de Leyes cuando hay firmeza y transparencia en la continuidad de las políticas.

Coyuntura del sector ganadero

Ustedes pasan hoy por un momento muy difícil, de estrechez de mercados, de abundancia de producción, de caída de precios. Durante todos estos días hemos venido analizando, con el sector agrícola y con el sector pecuario, cómo el Estado puede continuar ayudando.

Confiamos en que las medidas que se vienen adaptando, impidan que el país agropecuario pase de esta buena cantidad de oferta, a una contracción. Sería lo más preocupante que la desmotivación llevara a una contracción en la oferta.

Así como lo anunciado el Presidente de Fedegan, nos proponemos en los próximos días adoptar un documento Conpes, concertado con el sector agropecuario, para introducirle nuevas y mejores orientaciones a la política agropecuaria.

Creo que tenemos que buscar mejores oportunidades para el consumo nacional, y nuevos mercados.

La caída de los precios tiene también una ventana de oportunidad, podemos aprovecharla para llegar a nuevos mercados. Creo que es el momento para hacerlo.

El Gobierno está afanosamente buscando esos mercados, toman tiempo, negociar un tratado es difícil, después vienen los procesos de ratificación, que en Colombia tienen el requisito adicional de la Corte Constitucional.

Y vienen, en el caso de los sectores agrícolas y pecuarios, todos los temas de requisitos sanitarios y fitosanitarios.

Pero creo que la reducción de los precisos, sumada al hecho de que Colombia ha sido declarado un país libre de aftosa, nos da una oportunidad.

Y los acuerdos en la cadena, como los que se están logrando en los últimos días con el comercio, pueden avivar el consumo doméstico. Esos dos kilos de incremento en el consumo per cápita de los colombianos que reclama el Presidente de Fedegan, no son una quimera, los podemos lograr, hay que persistir en los caminos que se vienen abriendo en los últimos días.

El Congreso de la República nos ha ayudado con la Ley de Agro Ingreso Seguro. El país necesita apoyar al pequeño, al mediano, al gran agricultor.

Finalmente en el desarrollo de los pueblos muy poquita gente queda en el campo, hay que cuidarla.

Cuando triunfó la Perestroika, uno de los grandes problemas que enfrentó la economía rusa, al querer devolverles el campo a los agricultores para recuperar la producción, es que ya no había agricultores. Lenin en alguna forma los mantuvo, pero el proceso masivo de nacionalizaciones de Stalin los eliminó. Los países de Europa no tienen más del 1,2, el 1,5, el 2 por ciento de la población laboral en el campo.

Las nuevas generaciones no adhieren al campo mayoritariamente, hay que cuidar a los agricultores y ganaderos.

Me parece que aquello de decir que no se puede apoyar a los grandes, es mantenerse en el discurso de los años 60. Lo que se necesita hoy es éxito empresarial del pequeño, del mediano, del grande, con compromiso social, con generación de empleo, con afiliación a la seguridad social.

Buen tema para el debate, porque de pronto los países que más han crecido en campo, han tenido unos factores de jalonamiento bien eficaces, que han sido los experimentos de gran empresa agropecuaria.

Cuando hay gran empresa agropecuaria, eficiente, con responsabilidad social, esa gran empresa es un remolcador que le ayuda muchísimo a la pequeña empresa agropecuaria.

El país también vivió la experiencia de una política agraria simplemente de reparto de tierras; la mayoría de esas tierras quedan convertidas en unos rancheríos, con dos matas de plátano, tres de yuca, y dos o tres generaciones del adjudicatario inicial sumidos en la pobreza.

Creo que haber reorientado, a través de la Ley Agro Ingreso Seguro, la política de adquisición de tierras, exigiendo que sean tierras con proyecto productivo, es bien interesante.

Finalmente el destino del campo es trabajar en él. En Colombia se creó la figura del agricultor y del ganadero citadinos, por obra de la violencia. Pero la seguridad nos volverá a todos allá, donde tenemos que estar, en el sitio de trabajo. Y cuando se está en el sitio de trabajo, son iguales el pequeño, el mediano y el grande.

La diferencia la da el que, en alguna forma, los grandes fueron desalojados del campo, y los pequeños que se quedaron allá, asesinados.

No dejemos que estás nuevas estratificaciones de la sociedad colombiana hagan daño al proceso de desarrollo de nuestro campo.

Ganaderos de la Patria, muchas felicitaciones en su día. Nuestra ambición: que todos ustedes puedan hacer patria en el lugar de trabajo. Nuestra devoción: que las nuevas generaciones de colombianos puedan vivir tranquilas en el suelo de la Patria, en la ciudad de la Patria, en los campos ganaderos y agrícolas de la Patria.

Muchas gracias”.

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