Abril 05

   

CRÓNICA/
El último adiós a un héroe de la Patria

Bogotá, 5 abr (SP). Una calle de honor, conformada por 300 policías, entre hombres y mujeres, recibió en la Plaza de Bolívar de Bogotá los restos mortales del coronel de la Policía Nacional Julián Ernesto Guevara Castro, muerto en cautiverio hace cuatro años, y cuyos restos mortales apenas fueron entregados por el grupo terrorista de las Farc el pasado jueves primero de abril.

Al cortejo se unieron transeúntes, empleados de oficinas aledañas al lugar y altas personalidades del país, que con pañuelos blancos y banderas de Colombia también quisieron brindarle un homenaje a este héroe de la Patria, que entregó su vida a la lucha contra el terrorismo.

El coronel Guevara fue secuestrado por las Farc el primero de noviembre de 1998, durante el ataque a la población de Mitú (Vaupés). Tras sufrir 7 años  de secuestro y constante tortura, falleció víctima de una penosa enfermedad.

El pasado jueves, su familia por fin recibió los restos del oficial, a través de una comisión humanitaria que se trasladó hasta lo más profundo de la selva colombiana para que su madre, doña Emperatriz de Guevara, le diera cristiana y digna sepultura.

La homilía

La ceremonia, a la cual asistieron el Presidente Álvaro Uribe Vélez y los Altos Mandos Militares y de Policía, fue oficiada por monseñor Fabio Suescún Mutis, Obispo Castrense de Colombia, en la Catedral Primada.

Visiblemente conmovido, pero con vehemencia, monseñor Suescún recordó la forma en la que falleció el coronel Guevara, alejado de su familia, torturado después de 7 años de secuestro y con su cuerpo quebrantado por una enfermedad no atendida a tiempo.

“Nuestro hermano, el señor coronel Julián Ernesto Guevara Castro, murió privado de la libertad, del amor de su hija, de su esposa, de sus hermanos. No pudo compartir la mesa, que es la mesa de la familia, de la tranquilidad, de la convivencia.

“Ahora, espiritualmente unido a su madre, a su esposa, a su hija, a sus hermanos y a todos nosotros, que somos su familia, comparte la cena de la Eucaristía, preludio de esa cena, de la cual él participa desde hace años en la casa del Padre de los Cielos”.

Después de la lectura del Evangelio de San Mateo, monseñor Suescún reiteró el llamado a los terroristas para que dejen en libertad a todos los colombianos.

“Una vez más, en la presencia de estos restos venerables de un héroe de Colombia, pedimos la libertad para todos los secuestrados: soldados de Colombia, policías de Colombia, ciudadanos  de Colombia, que tienen el derecho sagrado a la libertad”, dijo el Obispo Castrense.

Agregó que es importante reconocer como principio que corresponde a la dignidad de toda persona humana, que el ser humano no es objeto de negociación, sino de derechos que tienen que ser respetados por la dignidad misma de la persona.

Las oraciones fueron acompañadas por las interpretaciones religiosas del Coro de la Escuela de Cadetes de la Policía Nacional, mientras que monseñor Suescún elevó una plegaria a Dios para que en Colombia se respete la vida y la libertad de todos los ciudadanos.

“Hoy, ante los restos mortales de nuestro hermano Julián Ernesto, tenemos que confesar, una vez más, sin temor, que la vida es sagrada y que, también, la muerte merece todo el respeto. El cuerpo del hombre para nosotros es templo del Espíritu Santo. Y el hombre, después de la muerte, tiene derecho a su descanso y tiene derecho, también, a recibir la honra y el cariño de sus familiares”, expresó.

El último adiós

El momento más emotivo de la ceremonia lo vivieron los cerca de 800 asistentes justo cuando doña Emperatriz Castro de Guevara, acompañada por su hijo Mario Alberto Guevara Castro, se dirigió al púlpito de la Catedral Primada de Bogotá y pronunció ante los colombianos las últimas palabras con las que despidió a su hijo.

“No nos duele tu partida; nos duele la forma en que te dejaron partir. No nos duele dejar de ver tu rostro, nos duele no haberlo visto en tu despedida. No nos duele dejar de escuchar tu voz, nos duele no haber podido escuchar tu adiós. No nos duele dejar de escuchar tu risa, nos duele no haber podido disfrutar de tu última sonrisa. A veces no nos duele tu muerte, nos duele no haber tomado por un instante tu mano y desearte suerte”, dijo con la voz quebrantada.

La madre del coronel, a quien el general Óscar Naranjo, Director de la Policía Nacional, llamó ‘madre de todos los secuestrados’, expresó durante las exequias el profundo dolor no solo en su corazón, sino en el de todos los colombianos que rechazan las prácticas del terrorismo como el secuestro.

“Las lágrimas en los ojos son de tristeza, de tristeza de no haber estado contigo cuando quizás más nos necesitaste, en este último adiós, en este instante que dejabas la vida material para pasar a la espiritual. Esto es lo que más nos duele y conmueve”, dijo.

A la despedida de este héroe de la Patria, que encontró su libertad en el cielo, asistieron sus compañeros de institución, de lucha por la libertad, miembros del Gobierno Nacional, Cuerpo Diplomático acreditado en Colombia, congresistas y otros colombianos que han sido víctimas del flagelo del secuestro.

‘Usted es un ejemplo’

Durante su corta intervención, el Presidente Uribe le expresó a doña Emperatriz toda la admiración por su entereza y por ser ejemplo de fortaleza.

“Yo le expreso toda la admiración. Usted es un ejemplo. Por su fortaleza espiritual, nos da mucha fortaleza. Y elevo mi modesta oración al cielo para que el coronel Guevara Castro nos ayude a los colombianos, les ayude a las Fuerzas Armadas, al Gobierno, me ayude en lo que resta del Gobierno, y le ayude a quien habrá de sucederme para que Colombia mantenga un camino democrático, respetable, de fortaleza, con la meta de poder eliminar el terrorismo”, dijo, mientras observaba a doña Emperatriz, que nunca claudicó en su lucha por lograr la libertad de su hijo.

El Mandatario recordó a todos los asistentes que el Gobierno siempre ha estado abierto a lograr la liberación de todos los secuestrados.
Al término de estas palabras, los cadetes de la Escuela de la Policía Nacional cargaron nuevamente el féretro con los despojos mortales de quien fue, es y será un héroe; un colombiano que entregó su vida a la lucha contra el terrorismo,  y al que las Farc abandonaron en lo más profundo de la selva.

A la salida de la Catedral, los compañeros de la Policía saludaron al coronel Guevara, mientras se escuchaban, tristes, las notas de las trompetas. El país despedía a uno de sus mejores héroes.
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