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Julio 30     Versión imprimible

‘Empaco todas estas fibras de humanidad en la caja de mi corazón’: Lina Moreno de Uribe

Bogotá, 30 jul (SP). La señora Lina María Moreno de Uribe, la Primera Dama de la Nación, quien desde su llegada a la Casa de Nariño el 7 de agosto de 2002 realizó una labor discreta pero efectiva desde la Consejería de Programas Especiales, evocó aquellos recuerdos y personas que cruzaron su vida a lo largo de estos ocho años, a manera de mensaje de gratitud desde la distancia.

“Llegó la hora de empacar, y como sucede siempre que de trasteos se trata, es necesario revolver las cosas, mirarlas por el derecho y por el revés, decidir qué de lo antiguo se conserva porque todavía es útil o porque, aunque gastado por el uso y el paso del tiempo, conserva la lozanía de un recuerdo grato al corazón”, expresó doña Lina durante la firma de varios convenios por parte de la Asobancaria, para la construcción de infraestructura escolar en Cauca y Córdoba.

“Me siento bendecida, mi trasteo se ha transformado en un alegre ritual de gratitud y, como si otra vez llegara hasta mí aquella mujer en La Gloria (Cesar) que una tarde puso su mano en mi hombro al tiempo que me decía: ‘mi cariño la saluda’, brota de mi garganta la frase como una oración: mi cariño se despide”.

“Se despide de tantos hombres, mujeres, niños y niñas que una y otra vez llegaron hasta mí, que me abrazaron, que me dieron su risa y también su penar, que compartieron conmigo su alimento, su bondad y su nobleza de seres sencillos. Empaco todas estas fibras de humanidad en la caja de mi corazón”, manifestó la señora Lina.

Con frases cargadas de gratitud, doña Lina equiparó también los sencillos obsequios que le entregaban los colombianos que la recibían a ella y a su equipo, con las características de la gente y de las distintas regiones del país.

“Comienzo el inventario: mantas coloridas me traen el olor del mar, de la sal, del sol y del desierto; pañolones que abrigan como manos grandes y generosas evocan el verde de las montañas y el frío de las sabanas; manteles bordados y ‘dechados’ envueltos en papel celofán me invitan a acariciarlos como si de rostros surcados de arrugas de abuelas inolvidables se tratara; sombreros, hamacas y mochilas describen una historia de abrazos y de risas en el viento.

“Encuentro la caja de cartón forrada con papel navideño, la muñequita de trapo que se llama como yo, el collar de piedras marinas y el aderezo de talla, el plato de cerámica pintado a mano y el jarrón de tienda. En los cajones tarjetas de mil formas y tamaños, algunas con dibujos de casitas, árboles, estrellas y lunas, otras sólo con palabras, y unas y otras narran, a cuál mejor, la bondad de los corazones que las forjaron”, recordó doña Lina.

Cerró sus palabras haciendo referencia a un líder campesino que conoció en alguna de estas visitas a las regiones del país, y que con su nombre hizo referencia a todas esas personas que le demostraron cariño, aprecio y respeto por esa labor. Silenciosa pero efectiva.

“El trasteo está listo y sólo me queda esperar el camión. Mientras espero esculco distraídamente en mi bolso y encuentro el recuerdo de Pacho Cruz. Está lleno de palabras de gratitud por la visita que alguna vez hice. Rememoro el brillo de su piel tostada por el sol y la serenidad de sus ojos, y digo una y mil veces más: a sus órdenes Pacho, ha sido para mí un placer encontrarlo a usted y a tantos y tantas que son como usted, esos encuentros llenan de riqueza mi vida y colman de sentido estos años en los que fungí de Primera Dama”, concluyó doña Lina en su emotivo mensaje.


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